ESTANISLAO ZULETA EL PENSAMIENTO SICOANALITICO

 


FICHA CATALOGRAFICA 

150.195 

394 Zukia. ¡:stanislao 


El petl';amiento psicoanal ít i=:o 1 ht anislao 

Zulcta Mcdellín: P~·r,·l.'!k·iú<l 11 )X5 


37 2 p.; (Universidad: E:.p,•io: 1) 


ISBN: 958 950M.; 3 6 


l. Psicoanálisis. l. Título. (Serie) 


Edición preparada por Ramón Bohórqucz 


Carátula: Sobre un cuadro de Santiago Mart ínez: .. El Apoca-

lipsis., 


Primera Edición: Noviembre de 1985 

O Editorial Percepción - Medellín -Colombia -A. A. 51 103 

Depósito Legal 


Impreso y hecho en la Repúb!ica de Colombia 



·Estanislao Zu/eta 


El Pensamiento 

PSICOANALITICO 


SERIE UNIVERSIDAD 

Colección: ESPEJO 


EDITORIAL PERCEPCION 

MEOI\lliN - COLOMBIA 

APARTAOOAEFIEO 51103 



CONTENIDO 


Introducción 9 

La Sexualidad 31 

Sexualidad e identidad 47 

Formas de la sexualidad 63 

Movilidad de la libido 79 

Teoría del Inconsciente 93 

El inconsciente y la represión: punto de vista 

Sartreano 103 

La fenomenología y la teoría del inconsciente 113 

Teoría del sujeto en Lacan 127 

Lo real, lo simbólico y lo imaginario 128 

El YO ideal (m) y el Ideal del YO (1) 131 

La imagen especular (i) I 33 

El padre (P) 136 

La madre (M) 137 

El otro (A) I 38 

El otro (a) 140 

El complejo de Edipo 147 

Lo simbólico y la realidad 157 

El edipo y el mito del origen 168 

Las filosofías de la conciencia y la alienación 183 

Acerca del Narcisismo 203 

Amor, magia y religión 217 

Amor y narcisismo 225 

Histeria, Obsesión y Psicosis 243 

El proceso primario 259 

La psicosis 272 

Depresión, duelo y culpa 287 

La culpa y la depresión: el caso Praust 291 

El espacio en la depresión 298 

Reacción contra la depresión en las formaciones colectivas 302 

El Antinomismo, la ley y las perversiones 317 

Controversia con Deleuze a propósito de "El Anti Edipo" 331 

Discusión 1 333 

Discusión 11 345 

Discusión III 359 


Prohibida su reproducción total o parcial, 

por cualquier sistema de impresión y con cual-

quier finalidad, comercial o académica, 

induídas las lecturas universitarias. 


INTRODUCCION


Estanislao Zuleta Obras  


Muchos de los problemas del desarrollo del psicoanálisis  proceden de los errores de Freud, de sus tendencias neuró- ticas. ¿Por qué en el caso del psicoanálisis, un individuo ha  marcado con su personalidad una teoría de un modo tan  eXtraordinariamente importante, si eso no se da casi nunca  en las ciencias naturales o en las ciencias exactas? Las manías  o problemas personales de Einstein, probablemente, no ten- gan nada que ver con la Física.

Estas disciplinas tan mal constituídas que llamamos ciencias  sociales, en el sentido de que son el estado de nuestro saber  sobre ciertos campos, son sólo teorías con algunos aciertos,  con algunos principios explicativos, con ·muy pocas posibi- lidades de demostración en un sentido riguroso. El hecho de  que en torno a ellas sean las discusiones tan exaltadas, de que  se dependa tanto de un fundador, es indicativo de que toda- vía la cosa no está bien constituida, en un sentido científi-

~ co. Cuando una ciencia se constituye más o menos bien,  -comienza generando sus propios sistemas de demostración.  -La geometría ·ya no tiene ninguna dependencia de sus fun-

dadores y la apelación a ellos es inútil y absurda, pues cual- -quiera puede demostrar un teorema sin decir que eso es ver- -dad porque lo dijo fulano.

En psicoanálisis todavía dependemos mucho de las posicio- nes, de las dificultades y de los errores de Freud: Las mismas

~relaciones entre los -grupos psicoanalíticos son mucho más 

, neuróticas que otra cosa y esto se expresa en la manera como 

- se tratan entre sí, como se explotan, como se declaran herejes

unos a otros, en lugar de discutir posiciones como en un  campo científico. Después de casi un siglo de iniciados los  trabajos de Freud, el estado actual del psicoanálisis ~s Uf.l  ~onjunto de co.llocimiento~ .

.Y...Jl.QS:!:.!in~~--Jn.UY. .P9.~9 _ge~élr.tO:­ lla4ª!~~n Ull .·Seilti~() .. -~ien~~fi-~-~!--a~~q~-~.-.CQfl, ~Uy notab}~S  avances- que

 han 'hecho cambiar muchas cuestiones en la  mentalidad del hombre, en la literatura, en la filosofía, en  las ciencias sociales y hasta últimamente en la lingüística.  No quiero decir con esto, que no haya allí el acontecimien-


 

12 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

to mayor del pensamiento humano, en el último siglo, sino  que su forma de desarrollo no ha llegado ni probablemente  vaya a llegar -algunos dicen que tampoco se propone- a  una formulación propiamente científica, en el sentido que  le damos en el caso de la Química o la Física. Este tipo de  doctrinas, como casi todas las ciencias que tienen por obje- to el hom"Qre, las relaciones humanas, la psicología (en este  caso el Psiquismo y la conducta), tienen el problema de que  las resistencias para acceder a esta clase de saber, son muy  diferentes a las que se puedan producir, por ejemplo, para  aprender geometría, porque para ello se pone en cuestión  precisamente tolJQ.~Jlll~.JJno c.re.!it. Para decirlo burdamen- te: un~ .110 ppede: .estudiar psicoanálisis poniendo entre parén- tesis to9f1s sus,.ideai., sus vínculos familiares, sus afectos y todo  lo.gemás. No puede decir, vamos a estudiar psicoanálisis (como  se puede hacer con la química... ) y seguir siendo Mahome- tano, e irse muy bien con las cuatro esposas. Con el psico- análisis está la cuestión del padre, del deseo, de la infancia,  de la constitución misma de un ser deseante y hablante, lo  cual hace de ese estudio algo particularmente difícil.

Para que no nos hagamos ilusiones sobre lo que pueda ser  una cátedra o un seminario de psicoanálisis, hay que recor- dar a Freud cuando dijo que "había descubierto una ciencia

¡que tenfa la curiosa particularidad de que sólo se podría  ¡aprender por medio del sufrimiento personal"( 1). El apren-

dizaje del psicoanálisis no es independiente de un proceso  en el que uno mismo se ponga en cuestión, no es independien- te de los problemas que uno vive y no puede tener otro obje- to que el estudio in vivo de esos mismos problemas.

Freud pensó mucho en este problema. El creía que la resis~  tencia al psicoanálisis era inevitable y en el fondo sana. No  era muy partidario de que no se manifestara esa resistencia

( l) El análisis profano.


 

Estanislao Zuleta Obras 13

pues, tal cosa le parecía sospechosa. Era como una manera de  sumarse a una doctrina, en este caso tan de difícil acceso y  tan dolorosa personalmente con respecto a las ilusiones que  solemos tener de nosotros mismos, que el hecho de que alguien  se acoja sin ninguna reserva es más bien sospechoso de una  asimilación maniaca, de una identificación loca, que de un

-apiertd~aje real que necesita vencer las resistencias.

Algunos problemas iniciales y lo que de ellos se va despren- diendo

 se pueden ver en el estudio de Octavio Manoni que  se llama "EL ANA LISIS ORIGINAL"(l ). Hay otro muy  notable de Didier Anzieu que se llama el "AUTOANALISIS  DE FREUD"(2) donde muestra y reanaliza los suefios que  Freud nos dejó a medio analizar, los problemas de Freud.  Están también los estudios filosóficos, como el de Laurent  Assoun, "EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS", que  muestra los problemas teóricos y filosóficos que estaban  implícitos en los primeros descubrimientos de Freud. Del  mismo Laurent, ''FREUD Y LA FILOSOFIA", que ahonda  las relaciones de freud con Kant y con los filósofos que él  conocía. Simplificando un poco la cuestión, el hecho es que  Freud se encontraba en un estado de desconcierto muy gran- de, allá por los afios 1885-86: al momento de la muerte de  su padre se afectó demasiado. cosa curiosa, porque estaba  muy alejado de él, porque su padre tenía más de ochenta  afios· y era de esperar esa muerte. A Freud le llamó mucho  la atención ese dolor tan profundo por una muerte tan espe- rable y sobre todo de un p~~Ee de quien había estado tan  alejado. ·

Hay otra serie de problemas: Freud había tenido una for- mación muy curiosa. Estudió medicina, en gran parte, dice  él en su autobiografía, para huir de su gran pasión, la filoso- fía, la especulación, la preocupación por los grandes pro-

(1) En "CLAVES PARA LO IMAGINARIO" (hay edición castellana).  (2) Hay edición castellana.


 

14 ro 1110 1 FI p~nsamil'nto psicoanalítko

blcmas del origen, para someterse a una nom1a ci~nt ílka.  Las lecturas de su juventu-d fueron básicamt•nte filosóficas.  Conocimientos filosóficos grie¡ms en su idioma, literal u rlatina en su idioma. Aprendió l~astellano a los diecisiete años  para estudiar El QuUotc. Su formación er.1 propiamente  humanista, aunque fue fonnado en la escuela médica y más  precisamente como neurólogo, si bien nunca quiso practicar  la medicina sino dedicarse a la investigación. Como neuró- JJ.lgQ._ comenzó a hacer algunos estudios sobre el cerebro y el  cerebelo e hizo algunos aportes a lo qu~ entonces se sabía:  pero detrás de ésto tenía una formación completamente dife- rente a una ciencia restringida, de muy poco vuelo, incluso  las cátedras de filosofía que se consideraban esenciales en  medicina en otro tiempo, habían desaparecido; por ejem- plo, la lógica se suprimió porque la medicina había caído  bajo el modelo de la ciencia que en la época realmente servía  de paradigma: Termodinámica y Mecánica. Todo el enfoque  neurológico estaba fundado en la experimentación para  encontrar problemas cerebrales y nerviosos en las perturba- ciones de la conducta o del habla. freud escribió un libro  sobre la afasia, en esa época, antes de ser psicoanalista. Sin  embargo, hubo un fenómeno que le impresionó mucho y  fue el estudto sobre la histeria. Ese problema lo vio en París  con Charcot, consiguió una beca para estudiar con él que  tenía un instituto en el cual se dedicaba a estudiar la histe- ria, básicamente.

La histeria era la enfermedad de moda en el tiempo en que  Freud inicia su trabajo, tal como ahora lo es la depresión.

:C:asi toda la consulta que no era por obsesión o por una  .:'psicosis era por histeria. Ha evolucionado el sistema capi~a­ lista, han evolucionado las neurosis y ha evolucionado el  ' psicoanálisis mismo. La histeria que Freud trataba, descrita  bellamente en uno de sus primeros trab(\jos "Particularidades

sobre el Ataque Histérico", hoy no se encuentra sino en regio- nes campesinas, en tanto que él la estudiaba en Viena y en  París. Estamos por hacer también un tipo de historia de  la civilización con nuevos instrumentos, es decir, la historia no


 

1 ... tanislao Zuleta Obras 15

solamente de nuestras ideas políticas, sino también de nues- 1ras neurosis.

La historia desafiaba un poco el pensamiento de la época;  éste era ya un primer problema para los médicos qu~ no  tenían, a diferencia de freud, una basta formación filosó- tica y sobre todo literaria. freud mismo decía "debo mucho  más a los poetas que a toda la psiquiatría junta". El sabía  que su gran deuda era con Dostoievski y Shakespeare. Lo  que aparecía rígidamente científico era una cuestión muy  nítida: todos esos ataques, esos dolores, esas convulsiones,  esas zonas del cuerpo que quedan sin sensibilidad, tienen  una causa orgánica en el cerebro; pero si no tienen causa  orgánica, se trata de una comedia o de una conducta inten- cional, y en ese caso tienen un sentido. Si no es una con- ducta intencional y lo que está pasando se debe a razones  puramente orgánicas. . . entonces hay que averiguar esas  causas orgánicas.

Era lo que parecía evidente en esa época. Quiero establecer  esas posiciones para dejar muy claro todo lo que Freud vino  a romper: que una conducta humana tenía sentido si era  intencional y voluntaria, si no, no tenía sentido, solamen- te causas. Desde luego, si uno se mueve espectacularmente  porque está conectado a un tomacorriente, sus movimien- tos carecen de sentido; lo que tienen es una causa. En cam- bio si va en búsqueda de algo, sus movimientos tienen sen- tido, una motivación y son intencionales. El hombre no  se puede explicar sino por lo uno o por lo otro. Eso estaba  implícito, pero entonces no cabía ya la histeria allí, y no  cabía porque resultaba muy fácil demostrar que no era una  comedia y que no es· que las mujeres fueran particularmen- te comediantes en la esencia de su ser. Se creía en esa época  que la histeria era sólo de las mujeres (histeria viene de hyste- ron, útero), de manera que de Charcot y Freud se burlaron  cuando proclamaron que a los hombres les daba también.  El tipo de fenómenos histéricos son estados que ni el mejor  actor del mundo podría fingir. Por ejemplo, el fenómeno


 

16 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

de la anestesia histérica de zonas que no

responden ni con  estímulos eléctricos, ni con quemaduras.

Había la impresión de que sí era orgánica la histeria ya que  eso no lo podía actuar nadie. La gran histeria produce alte- raciones corporales asombrosas; por ejemplo, la pseudocie- sis histérica produce un embamzo con suspensión de la mens- truación durante meses y meses y crecimiento del estóma- go. Eso no se puede fingir~ Y no es orgánico porque tam- bién se pudo descubrir que la hipnosis suprimía todas esas  manifestaciones histéricas. No podían entonces ser orgá- nicas, porque con la hiPnosis. no se estaba cambiando nin- gún sistema nervioso, ni siquiera químico. Hay más, la his- teria era curable en cierto modo por los santos milagrosos.  Cegueras, cojems y parálisis histéricas eran curables. La his- teria todavía se da aunque no tan frecuentemente como  en la época de Freud. Es un fenómeno impresionante, por  ejemplo, la histeria de conversión, que en lugar de manifes- tarse en angustia, se manifiesta en conversiones orgánicas,  como si fuem una enfermedad orgánica.

Fread se encontró que la forma dual para explicar la histe- ria -o es voluntaria la conducta o está determinada orgáni- camente- no servía. El se puso a tratar casos de histeria y  procedió con el primer movimiento que inicia el psicoaná- lisis, ..

el movimiento fundam.eP.tal, que luego le va a marcar  toda su historia hasta ·hoy, y que consiste en dar la palabra  al paciente, pero no para clasificarlo como la psiquiatría,  sino para tratar de entender. Freud sospechaba que lo que  las histéricas hablaban no era independiente de lo que les  estaba ocurriendo. El empleó plimero hipnosis, que suspen- de los síntomas, pero que cofrece muchos inconvenientes;  por una parte esos síntomas pueden regresar después, por  otra, no todo el mundo es hipnotizable, ni todo el mundo  debe hipnotizar; es riesgoso en ciertos tipos de psicosis. No  era un instrumento viable.


 

Estanislao Zuleta Obras 17

Freud comenzó a pensar en el sentido desde otros términos  y ese es un problema decisivo para tratar de entender el  psicoanálisis. Antes, lo que no fuera voluntario no podía  tener sentido. Así, un discurso tenía sentido si el autor se  hubiera propuesto decir algo, pero en ese concepto de sen- tido, por definición; un suefto no podía tener sentido por- que un suefío es algo que nos ocurre sin proponérnoslo.  Durante el sueño el "sofíante" es el espectador y no el autor  de lo que está softando. Rápidamente se ve que los sueftos  nunca podrían haberse descubierto antes, precisamente por- que el pensamiento de la época estaba dominado por esa  dualidad en la que ni siquiera podían ser considerados. Frcud  rompe con esa dualidad para pensar el psicoanálisis. Ese  fue su trabajo. Uno Jo ve primero en la histeria, cuando  comienza a encontrar sentido a los síntomas, se da cuenta  que detrás de cada uno de esos síntomas l:l:f!Y u.n acontec~~.­

miento olvidado, que si se pudiera recordar cambiaría. la  -sítuacion · presente. Así comienza Freud los primeros tra- bajos sobre la histeria, tratando de ayudar a recordar. Rápi- damente se da cuenta que en el relato que le hacen sus pacien- tes incluyen sueftos y comienza a preguntarles por Jos pasa- jes de esos suefíos que remiten a recuerdos de infancia a otros problemas y también a acontecimientos olvidados.  Se va dando cuenta de que es un prejuicio científico el que

los suefíos no tengan sentido.

Hasta entonces había dos versiones respecto a los sueftos:  los que tenían una idea puramente mágica, folclórica, reli- giosa de los sueftos, y decían que tenían sentido premoni- torio de algo que va a ocurrir; y los científicos, según los  cuales el cerebro durante el dormir se desconectaba y pro- ducía locamente imágenes que no tenían sentido. Eran dos  posiciones polarizadas: las de los que interpretan los sue- ños como echar las cartas o la científica. Freud pensó que  en cierto sentido, más bien, tenía razón el pueblo, aunque  no en un sentido premonitorio, sino en un sentido muy  importante para entender los conflictos de una persona. 'tt!l


 

18 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Comienza el trabajo más grande de su vida, en el que funda  toda su obra, en el que está el conjunto implícito de su doc-

.trina entera, "LA INTERPRETACION DE LOS SUE~OS".  Fue publicada en 1900 y lo que conocemos de la teoría del  psicoanálisis viene después.

"LA INTERPRET ACION DE LOS SUE~OS" es el punto  fundamental, cambia el método de reflexionar, cambia la

dea del sentido mismo de la conducta, cambia la idea de la  eterminación del hombre por una causa o por una inten- ión, interés o propósito. Freud estableció lo que él llamó

la interpretación de los sueftos, el lenguaje de los sueftos; sus  formas simbólicas, la gramática, la lógica de los sueftos y  todavía

 hoy la lingüística le debe a su análisis sobre el len- guaje de los sueftos, 60-70 afios después, porque se encuen- tran ahí los mecanismos del lenguaje humano. Era una obra  muy difícil de escribir. Para poder formular el lenguaje de  los sueftos, había un conjunto tan grande de hipótesis que  era muy difícil demostrarlas una por una en casos, en ejem- plos. Es un trabajo admirable -incluso para filósofos que  no tienen nada que ver con el psicoanálisis-, un modelo de  libro moderno que rompe con mecanismos de lectura tradi- cional de todo orden, incluso con una idea del lenguaje. · ·

Por ejemplo, antes de Freud, había otra idea del lenguaje  que era evidente para todo el mundo: el lenguaje es un medio  de comunicación; hay un emisor que emite un mensaje para  un receptor, por medio de un código. Al descubrirse que  los sueftos son lenguaje, resulta que el lenguaje es algo ante- rior a la comunicación; porque un suefto no se suefta para  contarlo, ni se rige por las leyes del lenguaje/Lo esencial  del lenguaje no es lo que se pensaba: un mecanismo codi-

) ficado, convencional para lograr comunicar un mensaje de  un emisor a un receptor, sino que hay una especie de len- guaje primordial que está en nosotros antes de toda comu- nicación, del que por decirlo así, estamos hechos y que sigue  sin embargo las reglas lingüísticas,


 

Estanislao Zuleta Obras 19

Lo que les quiero mostrar es el camino que lleva Freud; rápi- damente

 ha pasado de los síntomas de la histeria a los sue- .!1~;. pero hay un müvlñlTeñio·-··<ie- eñnquecúñie-iito; ·¡;ües íos- síntomas también se pueden interpretar. Recordemos el  trabajo "Particularidades sobre el ataque histérico': el viejo  ataque histérico que ya no se ve casi nunca. El lo describe  muy bien, con sus convulsiones. Este tipo de ataques se dio  en otras épocas, por ejemplo en el siglo XVIII en Francia  y en Espafia en formas epidémicas. Conventos enteros se  afectaban y era cuando venía el tratamiento religioso.

~taq~~ ..hist~rico habf~ sido descrito <;qfl!O u_na do~l~ ~d~~:  tj!

}ad; lo cual era un paso inm~n~o_,_pero muy difícil dt;Jmten- .der ·para explicar la histeria.{_Uf1~. dob1~ .--~~~fi_H~~i¡~~n-' por- que el análisis de los movimientos que hace la persona, en  el momento del ataque, deja ver que está escenificando dos  personajes en un solo acto y por eso parece tan inintelegible  todo lo que hace; porque son a la vez, la violada y el viola- dor los que están luchando con una mano y con la otra,  por lo que parecen grotescas convulsiones y movimientos  curiosos. Pero hay una escenificación de dos personajes que  implica una doble identificacié>J!. L:L!-.!l __ pa§9 .. !!?:~~-nso h.~~i~.  el conocimiento de la histeria. ~.!!!!ª-.14~!ifi~.l:l2.!&i~sex~-­ inconsciente con el otro sexo, muy duramente reprimida,  y los fenómenos de una situación histéricamente estructu- rada. Fran9ois Perrier la define así "una situación histéri- camente estructurada se caracteriza por una identificación

· parcia.l e inconsciente con el padre del sexo opuesto"(l ).  En el caso de un hombre con la madre, en el caso de una  mujer con el padre; pero tiene que ser ambas cosas -par- cial e inconsciente-, porque puede llegar a ser total y cons- ciente, como ciertas formas de homosexualismo femenino  y masculino, pero ya eso no es una histeria sino otro pro- blema.

(1) Fobias e Histeria de Angustia. LaPsychonalyse No. 3.


 

20 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

El camino hacia la histeria empezaba a esbozarse con 'La  Interpretación de los Suefíos' y ésta empezaba a pennitir  entender la histeria. Más adelante volveré sobre lo que es  una estructura histérica.

Primero quiero hacer un recuento del camino de Freud en  cuanto a

 lo que su pensamiento rompía. Otra cosa es lo  que sabemos hoy, por lo demás mucho más que Freud, como  es natural, sobre todo en ciertos temas, por ejemplo, sobre  los nifios -él no trató sino un sobrino y el hijo de un ami- go- y sobre los psicóticos -él no trató a ninguno-. Lo que  me interesa no es exponer que Freud ha hecho todo, ni que  el psicoanálisis sea Freud, ni que Freud no tenga muchos  errores, sino, qué fue lo que su pensamiento rompió y per- mitió ver algo nuevo con respecto a los criterios de la cien- cia, de la filosofía y de la psicología de entonces. No había  ningún cambio posible, como no lo hay hoy, en ~iguiatr.íª. .....

pues ésta trata de ver qué le pasa al paciente en la química 

y la física del cerebro; ni en psicología, que está viendo moti- vos, frustraciones y gratificaciones que llevan al sujeto a  conducirse así y asá. No hay posibilidades de entendimien- to alguno porque la una ve actos con sentidos elegidos por  un sujeto y la otra ve mecanismos desconocidos que mue- ven un cuerpo.

Freud no siguió ninguno de esos caminos. Primero siguió  el psiquiátrico-neurológico y psicólogo propiamente no  fue nunca. El p~icoanálisis tiene muy poco que ver con la  psicología, con todo lo que se ha combatido como expli- cación psicologista: motivos, hábitos, gratificaciones y frus- traciones, el principio de placer-displacer. El psicoanálisis  nunca tuvo QUe ver con eso.

Cuando c()mienza ta posibilidad de interpretar los suefios  \~e estaQ!~-~--YM . .liin_hól(~ª~-~~.Y. .. comP.~.ta, una especie de  lenguaje íntimo; símbolos de la muerte, del nacimiento,  de la sexualidad; símbolos de todos los elementos del cuer-


 

Estanislao Zuleta Obras 21

i: po proyectados en el mundo y en los objetos, y una cierta  !..lógica que posteriormente explicaré en forma más clara.

Luego, Freud estudió otras cosas que no eran solamente los  ..!Íntomas neur..Q.tig.Qt los de una neurosis establecida como  la obsesiOñ-y la histeria, sino que hizo el paso a lo que él  llamaba la "Psicopatologfa de la vida cotidiana" que es  otro de sus primeros libros. Todo esto entre los aftos 1900-

1905,

• "Psicopatologfa de la vida cotidiana" llamó al conjunto de  acontecimientos que parecen inexplicables y que podría- mos llamar una micro-patología: los olvidos, como los olvi- dos de nombres propios y sobre todo aquellos cuando deci- mos: "lo tengo

 en la punta de la lengua", "pero es rarísimo  que se me haya olvidado", "si siempre lo he sabido'', pues  una cosa que uno oyó hace mucho tiempo y no le dio nin- guna importancia es de otro género. Hay dos tipos de olvi- do, el de aquello que simplemente no nos ha impresionado,  es decir, cada uno de nosotros ha visto un millón de rostros  en !>U vida y de los cuales ha olvidado casi todos; pero hay  otros olvidos que son por el contrario muy dicientes, por- que no se debe a que no tenga ninguna importancia lo que  se ha olvidado, sino más bien a causa de la importancia que  tienen. "LA PSICOPATOLOGIA DE LA VIDA COTIDIA- NA'' es un libro supremamente bello donde ofrece canti- dades de ejemplos con gran generosidad: errores al escri- bir, errores al hablar, lo que él llamaba actos fallidos, como  dejar caer una cosa, etc.

Freud en ese mom.ento ya ti~~ establecido su método, el

.~to~ que se llamaba J.,-~·- .... ~. "''-····--·--~

le la H:t>re._~ciació!ki; que corres- poñcie a su teoría del sentido. La libre asociación era la peti- ción al paciente que dijera lo que se le ocurriera sin presen- tar censura de ningÚn tipo, es decir, ni estética -no callar- lo porque parece muy feo, obsceno o vulgar decirlo-, ni  moral -porque le parece mal hecho-, ni lógico -porque  le parece disparatado-. La libre asociación está :fundada

--.---~ ...···~ -···~ ...... ·~ ........ ... .. .. ............. .,. -··--.... ~--·


 

22 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

es en la idea de que esas asociaciones tenían vínculos de se

n- tido, inesperado para el mismo que hablaba con sus preocu- paciones fundamentales y con lo esencial del material.

Aplica as( el método, por ejemplo: va con un amigo en un  ferrocarril (el amigo sabe cuáles son las preocupaciones de  Freud con relación al psicoanálisis, y las teorías de éste con  relación a los olvidos); el amigo va a pronunciar un verso en  latín y se le olvi

da una palabra, "ad liqua", es una palabra  muy conocida para él y e] verso también; Freud le propone  que ensaye el mecanismo de la asociación, que comÍI.'nza  más o menos así: "¿qué se le ocurre con ad liqua? Líqui- do o agua. ·· Sí, pero hay que seguir, ¿qué más asocia con  agua? Asoció unas inundaciones recientes que se habfan  llevado una casa con unas familias. ¿Qué más asocia? y enton- ces asocia licuar, el milagro de San Genaro, cuya sangre se  1icúa todos los años y si no se 1icúa va a pasar una cosa horri- ble. El amigo le cuenta esta historia a f'reud y él va tejiendo  hasta que va descubriendo qué era la cosa del olvido: la ad  1iquia que no quería pensar y por eso la reprimió, era más  bien la menstruación de la dama de sus pensamientos, que si  no le venía pronto iban a quedar arruinadas familias como  cuando no se Jicúa la sangre de San Genaro. O sea que no  es un azar el que no se pueda responder con tanta tranqui- lidad, porque se me olvidó, porque estaré cansado, porque  s(, etc.

La posición de búsqueda- del sentido es lo que le permitió  hacer su obra. La búsqueda del sentido hasta el fin.

Freud no se da por vencido porque no entienda un sueño.  Tenfa una capacidad inmensa de un trabajo que es muy  difícil y necesario en el orden del pensamiento y que Des:- ca~;tes llamaba "la susp~~sión del juicio"; es decir, Freud  tenía una gran capacidad para oir algo o ver algo y darse  cuenta que era muy significativo, pero sin precipitarse a  decir qué significaba, ni a la inversa, a declarar "como no


 

Estanislao Zuleta Obras 23

entiendo no significa nada", sino a dejar en suspenso mien- tras otro material permite iluminarlo.

Su arte de la interpretación en la búsqueda del sentido tie- ne mucho que ver con esa tenacidad paciente, porque sigue  buscando el sentido, pero no se precipita ni a decir que no  lo tiene, ni a decir que ya Jo sabe, sino que va buscando  más asociaciones. Eso hace parte de su estilo personal sin  lo cual no habría hecho esta obra . .Ahí se estudian tlnas <;uan-

.J.i§ .. ~uestiones del .lengu~e.,~ olvido de palabras extranjeras,  agrafia y otras. El libro termina con un capítulo que es muy  importante para esta introducción al pensamiento psicoana- lítico: :·Determinismo y fe causal".

Como J29,Sición teórica se puede destacar ~)_determinismo,  pues aqu( estamos ante una doctrina del determinismo psí- ..9.t1ico. El principio que r:reud trata de sustentar allí es que':

nada en la vida puede considerarse espontáneo, libre, no  determinado. Todo está determinado, no hay conductas  no determinadas. Toda posibilidad de una ciencia que ten- ga como objeto la conducta humana tiene que partir de  esa premisa; una ciencia, a diferencia de una ética que vaya  a determinar cuál conducta es buena o cuál es mala. Una  ciencia explicativa que pueda describir, esquematizar otras  leyes de determinación y hacer explicación. Nadie se puede  dar el lujo de hacer una ciencia de la libertad.

La afirmación muy radical de Freud es la de muchos filóso- fos, como Spinoza, Nietzche y otros, pero en Freud trae  nuevos argumentos, no es simplemente la repetición de lo  que dice Spinoza o Nietszche, sino una nueva argumentación  y una argumentación precisa y unas referencias que son  nuevas, además, del determinismo. El determinismo queda  aceptado como una posición clave, péro ahora hay que bus- car leyes, formas de determinación, procesos.

Freud va a dar luego un rodeo por el humor. ¿Qué es el chis- te? ¿Por qué hace reir? ¿Qué es la risa? No es nada patoló-


 

24 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

gico, ni propio de una estructura neurótica, pero tampoco  es algo voluntario. En cambio, de pronto me puede resultar  un chiste, puede ser que en la situación más solemne, allí  donde es más inoportuno, tenga que tragarme el pañuelo  entero para no soltar la carcajada; ¿qué es eso? Nadie pue- de negar que tenga sentido, sin embargo no tiene relación  directa con la voluntad.

En esa pareja pre-freudiana --intención, causa orgamca--- no cabían los sueños, no cabía la histeria. Despué's se vio  que tampoco la obsesión. Tampoco caben los olvidos, ni  los acontecimientos de la vida cotidiana. En seguida se ve  que no cabe el humor, ni el chiste y todo lo demás, el amor,  el deseo. Lo que no cabe es el hombre. Entonces hay que

-.,cambiar todo el enfoque sobre el hombre.

Lo que parecía un esquema del que no había manera de  salir

 para considerar una conducta humana, se puede defi- nir como una opción: o una conducta es intencional, en ese  caso tiene propósitos, motivos

y un sentido, defiende inte- reses, etc.; o una conducta no es intencional, en ese caso  debe tener causas, por ejemplo, causas orgánicas que pueden  ser de muy diversa índole: mecánicas, tóxicas, hereditarias,  infecciosas, pero causas orgánicas; ~n tal caso se puede expli- car p~ro no se puede entender, tiene causas pero no tiene  un sentido y todo el problema se reduce a esa parte. Lo

_que Freud fue progresivamente mostrando en "LA

 HIS- TERIA", "EL SINTOMA HISTERICO", "LA INTERPRE- TACION DE LOS SUEÑOS", "EL CHISTE Y SU RELA- CION CON LO INCONSCIENTE", "LA PSICOPATOLO- GIA DE LA VIDA COTIDIANA", etc., . etc., es- que no se

¡_pu~de_ _ penS<l;r !a --~?nducta ?u.man~ redu.cien~Q ~1_ ~ombre_  La _eso: ~eterm1nac1on orgámca o mtencJOnahdªd. Eso era

modo desde todos los puntos de vista ideológicos; por  ejemplo, era muy cómodo desde el punto de vista jurídi- co. Si la cuestión era mtencional, era susceptible de la apli- cación de la pena, responsabilidad, culpa, dolo. Desde el  punto de vista religioso se le podía considerar una persona


 

Estanislao Zuleta Obras 25

ética, susceptible de la misma manera del juicio moral. Si  no era intencional, cualquiera que fuera su conducta, no  era susceptible de un juicio, ni de un juicio moral.

Indudablemente -~J esquema era tan cómodo que hasta esta- -º~ sostenido por -hi necesidad de la mentalidad jurídica,  ética, religiosa. Por lo demás todo eso, no solamente la con- sideración de ü....o.. s fo-rmas de causalidad;'quedaba desafiado  por un enfoque nuevo; también todas las nociones adjun- tas, como el desarro11o del psicoanálisis irá a mostrar: l~s  nociones de culpa, libertad, libre albedrío, mérito, castigo,

yena, pecado. Todo eso iría a quedar en cuestión, porque  dependen de aquella consideración que esCinde todo tan  ..cómodamente en lo intencional y lo determinado orgáni- camente. Lo que se estaba amenazando con ese primer pasó

~ra un conjunto inmenso, el conjunto sobre el cual estaba  ...p~nsado el hombre, en la metafísica, en la doctrina jurídi-

ca; y no solamente pensado sino tratado: las cárceles, los  códigos. iSin embargo, ese aspecto del pensamiento psico- analítico no era fácilmente notable, era un problema epis- temológico muy complejo, un problema de teoría de la cien- cia; y es que cuando una ciencia introduce una nueva for- ma de causalidad, eso no se ve sino cuando la cosa está muy  desarrollada. Eso no llamó la atención, y así el capítulo que  señalé, ''Detenninismo y fe causal'~ no produjo un gran  escándalo; parecían consideraciones interesantes, curiosas;  algunas de mucho alcance teórico pasaron prácticamente  sin ser comprendidas. En cambio, el gran escándalo se vie- ne a producir·en otros puntos y en otros momentos y a eso  vamos. El problema teórico será tratado más adelante, en  una forma más amplia y más compleja, cuando tengamos  nuevos elementos como la teoría del inconsciente y otros  para volver al pensamiento psicoanalítico sobre la conduc- ta humana.

Otros elementos, como el problema de la sexualidad, fue- ron desde el comienzo del desarrollo del pensamiento de  Freud motivos de escándalo, y en cierto modo en nuestra


 

26 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

época siguen siendo motivo de muy ardua polémica. Hay  hoy, tanto

 como había hace ochenta y pico de aftos, una  polémica desatada de nuevo, que en determinados momen- tos apenas ha menguado, sobre el psicoanálisis. Si uno sigue  la historia que muchos han hecho ya de la recepción del  psicoanálisis en el pensamiento occidental, en Francia, en  Alemania, en Inglaterra, en EE. UU., hay momentos de acep- tación y momentos de muy aguda lucha. Ahora estamos  de nuevo en momentos de lucha, que son generalmente fecun- dos.

Hay una polémica muy fuerte sobre el psicoanálisis, y con- tra el psicoanálisis procede hoy una serie masiva de obje- ciones que tienen muy diversos orígenes. Todavía quedan  muchas de las objeciones clásicas, aunque generalmente  han variado en noventa aftos. Por ejemplo, J!.L4e_ _ .~nero  h2!!!.~.!!.~~~~: continúa el reproche permanente a Freud de  tener un pensamiento pesimista sobre la naturaleza huma- na; de género religioso y procedentes de todas las religio- nes: la judaica, la cristiana, etc. Hoy hay nuevas objecio- nes que proceden de ciertos grupos o ciertos movimien- tos que suelen denominarse, por generalizar, "liber1arios",  que también comprenden algunas prácti.cas, algunas pro- fesiones relativamente nuevas como los sexólogos; algunas  posiciones relativamente nuevas como los anti-psiquiatras,  algunas posiciones filosóficas también relativamente nuevas  como las de Deleuze, Guattari y otros.

En conjunto, podemos ver hoy una gama de opostctones  al psicoanálisis, a veces muy duras y muy drásticas, que son,  en parte, las que hubo siempre, y, en parte, algunas nue- vas. Como están muy difundidas y id psicoanálisis no lo está  tanto, me permito polemizar sobre esas objeciones. Algunas  son más o menos bien hechas en el sentido de que por lo  menos se detienen a meditar en los temas sobre los cuales  van a objetar; otras son objeciones de conjunto suprema- mente vagas o declaratorias: declaran que el psicoanálisis  es autoritario pero no van en detalle a la cuestión, o bien


 

Estanislao Zuleta Obras 27

que está superado. Unas de las más frecuentes, antiguas y  modernas, se refieren a la sexualidad. Desde que se comen~  a presentar las obras freudianas, el tema de la sexuali- lidad en Freud resultó ser muy escandaloso; pero tanto en  las objeciones antiguas como modernas, es muy frecuente  que se ignore de qué se trata en la sexualidad de Freud; es  decir, se opera con cierta ingenuidad. Los que hicieron la  acusación de que el psicoanálisis es un pansexualismo o que  Freud le da demasiada importancia al factor sexual, a costá\

de otros que podrían ser culturales o económicos, {t~tc., demuestran prácticamente que ignoran de qué se trata. .reo  que lo más sano es que comencemos por pensar de nuevo  ~ál es el problema de la sexualidad en Freud.


 

LA SEXUAUDAD

Sexualidad e identidad  Fonnas de 1a sexualidad  Movilidad de la Ubido


 

Estanislao Zuleta Obras 31

LA SEXUALIDAD

Es un grave error creer que Freud le dio más importancia  a la sexualidad que la que le habían dado otros pensadores  antes de él, como si él estuviera pensando la sexualidad igual  que ellos y solamente le hubiera dado más importancia que  'la que ellos le dieron. Pero no se trata de eso; se trata de que  en el pensamiento de Freud la noción misma de la sexualidad  ~~ tran~forrna .

.por completo, y se trata de sab;¡. ef senH'do"  de esa transformación. · · · ... , · · .~ .....

. ' ..... ·

El libro por el cual nos podemos guiar es otro libro corto  inicial, supremamente importante, "TRES ENSAYOS PARA  UNA TEORIA DE LA SEXUALIDAD", de 1905; seguimos en  esos primeros cinco afios del siglo en los que se elabora el esbo-·  zo inicial de la teoría.

Algunas cosas que en la época parecieron algo escandalosas  ya no le parecen a nadie. La época era bastante represora,  estamos en Y!w..~-~ .. de. .. c.olllkn.Z.Q§ •.. <!~L .§!819..:.. Por ejemplo, el  tema de la sexualidad infantil que Freud allí plantea y desa- · ·

rrolla en P'uiia. foññiC'exfriúfiiñente completa para ser 1905,  originó molestias que hoy no serían tales para ningún edu- cador religioso o no religioso. Parecía un escándalo, y Freud  comentaba de manera maligna, hablando de los educado- res religiosos y represores de la época, colegios de curas,  confesionales, muy de Viena, que había una cuestión parti- cular en la sexualidad infantil: "P.9!. una. p_~te no e~me,•  y_ PQ~ ()~~ ... ~!..~.J~rol!!!>.i~". Es un comentario maligno por- que los muchachitos estaban muy vigilados, que no fueran  a hacer ciertos juegos, que no se fueran a entrar juntos al  bafío, que no se masturbaran, etc., etc., P~?. aqemás se .!lecla~'  ra,2_~ oficialm,ente que no. ~~bí_l;l .. s~~.mtlidad infªntU, ,qJ.le .la

~;:~t7t:gis~~9~~?t~r:~~ ·····~~~~!~~u~~.~~n:

{rt~~s:º-~iis~~

y, por otra, está prohibida, que es la lógica de la represión  Eso es una cuestión más bien propia, muy particular, de


 

32 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

la formación judaico-cristiana en alguno de sus momen- tos históricos.

De otro lado, los Nambicuara, por ejemplo, o muchos otros  primitivos, no necesitarían que ningún psicoanalista vinie- ra a contarles que existe la sexualidad infantil; ellos no sola- mente la reconocen sino que la promueven. Ese problema,  el hecho mismo, ya no asustaría a nadie; pero en la época  de Freud sí, de manera que muchas de las discusiones ini- ciales no tienen importancia para nosotros, porque son dis- ~usiones sobre puntos que están ya dados por superados.  Antes de entrar en la exposición en detalle de la teoría freu- diana de la sexualidad, de las etapas de la infancia, la orali- dad, la analidad, la uretralidad, la falicidad y todo lo demás,  y su lógica interna, consideremos el conjunto del proble- ma. Si seguimos el orden de Freud, muy propio de él, que  después en .. La metapsicología" será defendido teórica- mente como orden de exposición, tenemos que en los "TRES  ENSAYOS SOBRE LA TEORIA DE LA SEXUALIDAD" se  hace una consideración sobre algunas cuestiones que se saben  acerca de la homosexual!4~Hi.; en este momento se refiere prin- cipalmente-aTa--homosexualidad masculina. Tal como se plan- teaban las cosas en su época, sigue el camino de las pregun- tas clásicas, si se trata de algo adquirido o innato, una cues- tión decisiva entre las preguntas clásicas: si se nace o se llega  a ser, si son circunstancias de la vida, problemas de la edu- cación, experiencias, o bien, es algo que se puede conside- rar innato. Hoy mismo también se plantea si se trata de algo  traumático o de algo hormonal; más o menos la misma pre- gunta.

El camino de la reflexión de Freud -éste sigue los textos  más

 conocidos y más importantes que existfan hasta el  momento, como los de Havelock Ellis- lleva a un impasse  porque no se puede encontrar una solución en una vía como  la que él plantea, en el sentido de algo adquirido, entendien- do que determinada educación o determinadas circunstan- cias produzcan tal tendencia; tampoco en el sentido de algo


 

Estanislao Zuleta Obra!> 33

innato, en cuanto a que se pueda predecir. El se está basando  en los estudios de la época que desde luego son muy restrin- gidos con relación a los conocimientos de nuestro tiempo  sobre el tema.

A quien quiem profundizar sobre el tema, en un sentido  moderno, conociendo la investigación actual, le recomen- daría el ensayo de Rosolato, en su libro "ESTUDIOS SOBRE  LO SIMBOLICO"O ), al final, en "BisexuaJidad y diferencia  de los sexos", donde el autor trae a cuento todo lo que se  sabe, con la ciencia actual, sobre las hormonas y las formas  de medición actuales sobre el tema, planteando todo lo que  en el momento en que Freud escribe se ignoraba. Sin embar- go, la posición es aproximadamente la misma: de lo que  se tmta es de mostrar que la condU<;!..'!.J!.~llil.~2<..1;!~j, como  Freud describe allí, ~ mux .v.:!fi~da;...,gu~ p.ay homosexua-

flj~_mos que son 9casionalcs, tendencmles, hay bisexua.Us- fwo y hay homosexualismo exclusivo. Pero de todas mane-

ms no hay ninguna correlaciÓn necesaria con ningún dato  orgánico, eso es lo que se sabe hoy, eso es lo que Freud tam- bién presumía. Es decir, que no tenemos ningún dato orgá-

lnico que sea una correlación necesaria con la tendencia homo-

sexual dominante, en sentido hormonal o de característi- cas sexuales secundarias, o anatómico. Freud dejaba un gran  margen de hipótesis en ese sentido; hoy se deja mucho menos  y también se puede precisar mucho más.

Cuando Freud llega a un impasse es interesante anotar lo  que en cierto momento dice: ''Habíamos iniciado este tra- bajo con el fin de responder sobre el origen del homosexua- lismo. No hemos logrado lo que nos proponíamos, por lo  que no podemos dar cuenta de las teorías ..Pero en cambio,  sí hemos encontrado una cosa mucho más interesante de  la que buscábamos y es que hemos encontrado que la sexua-

(1) Hay edición castellana


 

34 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

lidad humana es algo muy diferente de lo que creíamos . Nos  habíamos representado como excesivamente íntima la  conexión de _la pulsión sexual con el objetQ sexual".

Esto es típico del estilo de Freud, en una búsqueda llega a un

  callejón sin salida, pero eso le permite cambiar un enfoque  y un concepto. Entonces sigue con un nuevo tema. Ahora  bien, el problema nuevo que se encontró era que la sexuali- dad humana había sido pensada tmdicionalmente bajo el  modelo de la sexualidad animal. Incluso en la tradición judai- co-cristiana se consideraba típicamente que la sexualidad  era la parte animal del hombre. Bajo el modelo de la sexua- lidad animal y bajo una formulación puramente naturalista,  se pensaba: es una necesidad natural, tiene un fin natural,  que es la reproducción de la especie; tiene medios natura- les: la maduración de los órganos sexuales durante la puber- tad, etc. Propiamente no planteaba mayor problema; el úni- co problema era que estaba extraftamente vinculada con  el diablo. Pero hacía parte de la naturaleza, tenía todo el  equipo instintivo.

Lo que Freud plantea es precisamente que la sexualidad  humana no puede ser pensada por el modelo de la sexuali- .d ad animal; para comenzar, ino es un instinto,, y es aquí don-

~-······

de la cosa comienza a ponerse distinta. No es un instinto

si definimos esta palabra como se suele hacer en biología,  como una conducta heredada y adaptada, es decir, no apren-

.. , dida. En el caso de los animales la sexualidad funciona corno  un mecanismo instintivo que, para simplificar, se puede

designar corno un mecanismo estímulo-respuesta, sobre  la base de la maduración de determinados órganos, madura- ción que está inscrita en el esquema de desarrollo del orga- nismo; en una fecha determinada, etc., se genera Jo que sole- mos llarnlj.r el mecanismo estímulo -respuesta. Un sexo fun- ciona generalmente corno estímulo para el otro sexo y se  responde con una conducta sexual adaptada. Ese estímulo  puede ser de muy diversa índole: olfativo, los perros; visual,  los caballos, las mariposas y muchos otros; en fin, quírni-


 

Estanisfao Zuleta Obras 35

cos y, a veces, mensajes eléctricos. El objeto en el momento

 de su predisposición produce un estímulo y el estímulo desa- ta una respuesta, entendida como una conducta que se desa- rrolla y que tiene un esquema preestablecido de manera  innata, es decir, instintivo.

-·-·~ ---- ..

En los hombres no ocurre lo mismo; las diferencias que Freud

va a sefialar son enormes. Comencemos por las más visibles:  entre los animales una cuestión que se puede demostrar  fácilmente en la experimentación es que el estímulo opera J?.~I .. ª-f .. mi~mo. ___ En otras palabras, ~-.aJ1a.m~íi}~]-iiJi~iiindiiñ:::  Je. del .objeto real Los etólogos últimamente han hecho  muchos experimentos sobre eso; ptariposas que al entrar

en celo se ponen de un amarillo más subido y si a la pared

se pegan unos papeles de un amarillo fuerte, los machos  buscan los papeles más bien que a las hembras. Lo mismo

se nota cuando el -estímulo es olfativo, como en el perro;  no le interesa tanto lo que nosotros llamamos el objeto en

el sentido humano: la peiT'a, el tipo de perra, si le falta una  pierna, si tiene sarna, en absoluto. El olfato y eso es todo.

Si no lo tiene entonces no es nada~-Es decir, que no es un  objeto en el sentido de una sfntesi'i compleja de muchas  características, sino un estímulo, que al suprimirse, se supri- me todo. Hay más, ese estímulo es adecua9o a_. )..lna función

_en la especie: la procre~ciÓn. ·En las hembras de los mamí~-·  feros superiores y en casi todas las hembras de los anima- les, el coito sólo es posible cuando están fecundables. Allí

no hay nada por gusto. Eso se desata porque las condicio- nes de realización son las mismas que las de la fecundidad.

[f:nt~ los h<?l!l_br~s?. ~nó~ Por lo demás, éstos hasta ignoran  cuándo se dan las condiciones de fecundidad. La mujer es  la única hembra entre los mamíferos superiores que no tie- ne el deseo ni el placer condicionado a ningún ciclo, aun- que sí tiene un ciclo, pero sin relación con el placer y el  deseo.

J>]!ay una característica que es típica del J!\s_tinto: el ()bJ.tJ.- to está predeterminad(). No solamente en el individuo del


 

36 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

otro sexo, sino el individuo del otro sexo en determinado  momento, en el momt!nto en que produce un estímulo par- ticular. Hay una característica de la sexualidad humana:  el objeto no está pretletenninatlo. Freud comienza a estu- 'Jiar. . e.sla "caraderis-1 ka por "ün punto que era muy conocido  en la época y que n.•stdtaba un poco escandaloso, lo que  llamaban las aberraciones, ( Ellis había escrito un recuento  descriptivo), ese problema tan curioso, tan gcnemlizado y  tan difícil de detlnir. Si uno supone que hay una sexuali- dad natural, una sexualidad adulta. heterosexual, genital. ·

y otras sexualidades que entonces difieren de esa por razo- nes

 patológicas extrañas. llamamos a estas otras, aberraclO- n~Esa

 era la posición antes dt> Frcud. Las aberraciones  eran de muy diversa índole, allí se incluía el homosexualis- mo y toda la serie que hoy denominamos fetichismo, que  son aquellas condiciones que en muchas personas se convier- ten en condición del deseo. Hay algunos que son muy típi- cos, muy visibles, más fáciles de explicar; hay otros que  son un poco más difícil. Uno muy frecuente que ocurre  tanto en homosexuales como en heterosexuales es el ~g_i~-2- de diversa índole, principalmente en Jos iridivi- d uos masculinos que no tienen la menor posibilidad de obte- ner el placer sexual si no comienzan por disfrazarse de muje- res . .fetichismo hay de muy diversa índole, fetichismos que  tien~·ñ·-rasgos·· síquicos aparentemente de tendencia maso- quista, pero que son básicamente fetichistas. Es tal1' fre- cuente que hasta hay en Colombia prostíbulos especiali- zados en eso; por ejemplo, individuos que obtienen su pla- cer sexual embolando a una mujer, con caja de embolar,  después de lo cual en lugar de cobmr la embolada pagan y  se van .. ; a sus juntas, a sus bancos, a sus gerencias. Exis- te una gama tan vasta que cubre desde los animales, los niños,  los cadáveres (necrofilia), los excrementos, etc., etc. Es una  gama que _mues.tra. có~o está de suelto el deseo sexual huma- no con relación al objeto y a sus condiciones y cómo es  de poco natuml. Sin una liga el hombre no funciona, con  la liga está divinamente, con los zapatos de tacón, con la  argollita, etc.


 

Estanislao Zuleta Obras 37

k

En psicoanálisis es necesario tener en cuenta que una cues-·•;  tión es una J~ruJ.~;;ncia y .. Qtra .c.uestión e~ un<\ es.tpl~.tl:'r:a.. Las  ~r~encias son universales; una tendencia homosexual 1ie:

ne todo el mundo (el primer postulado de Freud es la bisexua- lidad humana), lo que no significa que todo el mundo ten-

ga una estructura homosexual de la libido, es decir, que el  deseo le funcione en determinadas condiciones que llama- mos homosexuales. Jl!!a. .J~ndencia fetichista tiene todo el  mundo, no hay nadie a quien sea indiferente el tipo de obje-

to, la manera como tenga otras condiciones fuera de las pro- piamente sexuales. Pero una estructura fetichista ya sig- nifica otra cosa, una condición sine qua non del deseo. El  hecho de que todo el mundo sea relativamente fetichista,  como tendencia, es universal. De la misma manera todo el  mundo, como tendencia, es sádico y también masqqu~~- ..  ,S!._. Pero hay una e~tructum de la libidQ, que ~s la que vamos .. .!.. e~plicar luego cuattdo .veamos la Jógic;a del _probl~t:na. Con- fundir la tendencia con la estructura es muy peligroso en

el análisis práctico, porque se le adjudica a una tendencia  una conducta concreta, lo cual es aberrante, porque la ten- dencia es universal; por ejemplo: se debe a las tendencias  homosexuales el haber hecho tal cosa, y no puede ser así  puesto que las tendencias homosexuales son universales.

A una ley general no se puede achacar fenómenos particu- lares. Para explicar un fenómeno concreto hay que ser sufi- cientemente determinante, es decir, introducir una causa- lidad suficiente y específica. Una conducta, un drama, una  angustia, un síntoma, una inhibición, nunca se pueden expli- car por una tendencia general. Es un error que se comete  con mucha frecuencia en otros ámbitos; en marxismo, por  ejemplo, a veces se cae en un error de ese mismo tipo, d~.­ ser insufiCientemente determinante. Sartre lo dice con mucha

gracia en una oportunidad: "Es verdad, Valery es un peque:·  fioburgués, pero no todo pequefioburgués es Valery''. De- manera que el hecho de ser pequeí'íoburgué·s no explica sut

...1

poesía. Cuando vamos a introducir, no digamos una cien- cia, que sería muy pretencioso todavía hablar de eso, pero


 

38 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

sí por lo menos una disciplina explicativa, _EI).ª···t~orí~ con  fun(}a~~n~o.~ expJ!c;:ªij_y9s; hay que tener presente que el  nivel de explicapión de lo concreto debe ser un nivel con~  creta, suficientemente determinado, y . n9. tendencia$. De  la misma manera que a nadie se le ocurre por leyes gene·  rales explicar hechos particulares: "ese sefior que se tiró  del noveno piso de un edificio murió a causa de la ley de  la gravedad". Bueno, sí, claro; si no, no hubiera caído. Pero  la ley de la gr~.Y.~gii'Jt _,gpe~~-.p~ra todos, y no estamos en esa  circunstancia. ~~ tendencia~!~n.,.!:!nive~al~s, a diferencia  de las estructuras. ~ff.ñi.ciupi) ~ay que explicarla en par- ticular, porque ya no es universal.

Los animales se diferencian en que ese abigarrado mundo  de los

 objetos del deseo humano contrasta enormemente  con el estímulo como condición del deseo animal, si lo pode- mos llamar deseo. A medida que se desarrollan las investí·  gaciones sobre las condiciones reales del mundo animal,  nos desprendemos de la tendencia a proyectar en los ani- males . nuestr~:;. propias condiciones. No nos damos cuenta

-~:U~ij·~t~{~~o-~~~t.~r!-f~e~:o~ec~~~~;~~ili~:~a d~o~~  'obJetos ·en el · tiempo y de su in dependen da con relación a  nuestra percepción. Imaginamos lo .mismo de los anima- les, aunque no tengan lenguaje, aunque no tengan esas mis- mas características y ni siquiera sus órganos perceptivos  tengan e

1 mismo mundo de objetos. El mundo de los obje- tos es algo a lo que se accede, tal como se verá al estudiar  el problema del lenguaje en el psicoanálisis. Por ahora, una  comparación rápida: uno se imagina que una coneja con sus  gazapitos tiene una relación de objeto, como si fueran sus  hijitos, a los que protege; que si viene el zorro se hace matar  por un instinto de protección de sus hijitos y que considera  a estos animalitos de la misma manera como el hombre con·  sidera a los animales, a los hijos y a los otros hombres y a sí  mismo. J?ero no hay tal, la experimentación más sencilla  demuestra inmediatamente ,9...U.~ .. ~.9. -~~?tt objetos, que .. §9.1!....

sólo estímulos ta1n'QI~.n_._ .Si se le suprime a la coneja por medios


 

Estanislao Zuleta Obras 39

anestésicos, o cualquier otro medio, el sentido del oído, se  los come en seguida porque hay un chillido que es el que  estimula toda la conducta de protección; si falla, si no lo oye,  se los come. Lo mismo se ha hecho en una y otra especie;  se puede ver, por ejemplo, en el estudio de Conrad Lorenz  sobre las aves "LA CONDUCTA ANIMAL Y HUMANA").

n~~f!.l~~~~. ~~ .

..tienen el_ .rnund() ~e ()~j~~?~ .. 9.~.~ ..-~!}~~~~~·  9jL§L Q_l:>j~J~L§~L pmd.u.ce. y. .. se .co.nstiUY-~ en.Jm~ .~~tn!~=- _

. mt,erb.umana •. .

@gº.(~~!<:~ y)ó~c~ ~u.y ~ompleja y no

se da a la percepción como nosotro:;. crttemo~. En gerieral, ·

yesefpunto eri que el psicoanálisis probabiemente va a ser  más fuerte. la realidad no se da a la percepción. Se puede,  por ejemph;·perder la reaiidad sin. que fallen '1os órganos  de los sentidos. La realidad se da en otras condiciones: lin-

.,s.QJsticas, lógicas;· teú1p~rales, · ·iriterhumanas, afectivas,. P.f?f<!)9 se. da a la perce.P.(iÍÓtl: Así lo esclarece la teoría psicoana~

lítica de la realidad, y de la pérdida de la realidad, es decir,  la psicosis.

De lo que se trata aquí es de una teoría de la sexualidad  bastante nueva, distinta de la que concibe la sexualidad como  una necesidad natural que se desarrolla en los órganos sexua- les con fines de reproducción de la especie. Se trata de esta- blecer que no está predeterminada por un mecanismo innato,  sino que encuentra y pierde sus objetos en el proceso de una

-~((;>ría persoií&L'"Pórque H'no soiainente se' puede enconha'r

H,._ o o ;,•o,o

el problema de llJ,_xariabilidad inmensa del obj~íQ.~sino tam- '\

· bién otro problema:···~j!ú~~}if]Ji)¡i iü.@.bidón.~de.la.sexualidad .§Í!L!liQJWn.._.p¡;o.blema....oisáR4eo.. en determinadas épocas, en

detenninadas circunstancias familiares, sociales, religiosas;  es decir, circunstancias de represión, de origen económico,  por ejemplo. La represión de la sexualidad puede llegar a  niveles altísimos; como sabemos hoy, en algunas regiones  puede decirse que el ochenta o más por ciento de mujeres

. no conocen jamás el placer sexual, que son lo que llamamos  frígidas, hasta el punto de que eso no se considere como  un problema, porque precisamente eso no tiene nada qué


 

40 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

ver con la reproducción. Pueden tener 15 hijos y no haber  conocido jamás el menor placer sexual. También la !n.U2.9- t~ncia. en el hombre puede llegar a ser completa y en muchas  formas; una de las más complc.tas e~ lé:!_ql..!~ prQt:e~le d~___llis  histerias de angustias profundas, pero hay muchas otras  que pro~t.~d.C!1.. de la depresión profunda. ¡,Orgánicamente  qué hay'? No hay nada. Ante una hipnosis cambia inme- diatamente.

-

Freud hizo una distinción de las ..QUisiones sv.xuales en 1res  ""'"-- -·· .......- ,e·--··-··

partes: su sede, sus objeto~_sus fines (vcase "LA METAPSI-·

 COLOGIA"). LlamamoslSede\de las pulsioncs a las zonas erú- genas, es decir, las partes' del orgañisrñü"'ifc "donde· surge'ü"ñ'a

"ptiisión sexual. El organismo entero es una zona ~rógen.ª que  la historia del individuo califlca y descalifica segú'i1Tos casos.

\LOs · (,1)]eios1 son aquello en lo cual tiende a satisfacerse

 esa  emoción; pueden ser personas, pueden ser los ó.ri~anos sexi.i'~i­ les, pueden no serlo; pueden ser personas del mismo sexo.  del otro sexo, de la misma edad o de una edad completamen- te distinta como en la gerontotilia, donde tienen que ser  ancianos, y en la paedofilia, donde tienen que ser infantes:  pueden ser de otra especie, animales de tal o cual tipo. Los

1(illtiU?l!~s!.~n. $Crpasivos o activos. Si el deseo que acoge al  individuo es el deseo de ser visto, como el exhibicionismo,  o e! deseo de ver, como el voyerismo, tenemos un fin pasi- vo en el primer caso y un fm activo en el segundo caso, de  acuerdo con el sentido que les da Freud, y que nada tiene  que ver con femenino y masculino. Ocurre lo mismo cuan- do el placer funciona intensamente sólo en el caso de que  uno sea duramente azotado o que azote a otro. Así, pues,  los fines, los objetos y las zonas son variables. !:li~.P~tfJis-

~*-=~a.Plf!h1~~3;ct~, /ªsi~~l:íi~ft'1s~~~s~I'· cf~~~~ient~  freudiano~ mientms que la sexualidad animal es biológica  e innata, no histórica.

No se trata, pues, de darle más o menos importancia a la  sexualidad. ~ trata.de. otra idea de la ~x.llalid.ad.


 

1 ... tanislan Zukta Obras 41

hn las discusiones teóricas este tipo de problema es muy  importante; a veces se producen discusiones mal planteadas  conceptualment(\ y no sólo con respecto al psicoanálisis.  A veces se oye esta objeción al marxismo: que Marx tal vez  le dio demasiada importancia a la economía. No se tiene en

~ -.....__.·---·-· .. M--

cuenta que Marx redefine la econom1a, que Marx no está  ,-e"risaña<:; ··· t;ñ · 10 <iut.~ ·¡,iensáñ. . 1ü·;;···cconomtstas · prFmar5tistas;--·  ml"'T!ña manera de cambiar;·· distribuir, repartir, ahorrar los  l,ienes que si.' producen en una sociedad, sino en la repro- ~sción_ de las :;ociedades mismas, de sus clases, de sus:T~Th­ ciones sociales, y no solamente la producción-intercambio  dehicnes. Así mismo ocurre con el coriéepto. de sexuaÜ~  TaJ:·"qí.'ie contiene algo diferente, que es un concepto nue- vo, que inclusive tiene que estudiarse polémicamente con

tL conceptc) ·- nahimlista de sexualidad, que nos traen como  una gran novedad ahom nuestros sexdlogos: el derecho huma-

no al consumo como una necesidad.

El siguiente texto de Freud es muy diciente, para ser de  1905, sobre la radicalidad con la cual toma el carácter no  natuml de la sexualidad humana:

"Puede afirmarse que la proyección de sentimientos libidi- nosos sobre personas del mismo sexo desempeña en la vida  psíquica normal un papel tan importante como cuando recae  sobre personas del sexo contrario, presentando aún una

·mayor significación en lo que se refiere a la génesis de los  estados patológicos. Para el psicoanálisis la falta de toda  -telación de dependencia entre el sexo del individuo y su  elección de objeto y la posibilidad de orien1ar indiferente- mente esta última hacia objetos masculinos o femeninos,  .)lechos comprobables tanto en la infancia individual como

;en la de los pueblos, parece constituir la actitud primaria  y original a partir de la cual se desarrolla luego el tipo sexual  fiaormal o el invertido por la acción de detenninadas restric-

;·-ciones según el sentido de las mismas. Así, pues, en sentido  . :-a»sicoanalítico, el interés sexual exclusivo del hombre por la  · ;~~ujer constituye también un problema y no algo natural


 

42 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

basado últimamente en la atracción química" (Tres ensa- yos ~obre la teoría de la sexualidad, Cap. I).

Resulta, pues, según Freud, tan difícil explicar por qué un  individuo llega a ser heterosexual como explicar por qué  llega a ser homosexual. En ambos casos se trata de expli- s;a_r; porque ninguno de Íos ·dos ··casos- es natural. Hasta. este  punto había llevado su posición tan radical ya en 1905. Era  una discusión completamente desviada y traída de los cabe- llos la de ver qué tanta importancia da al factor sexual, más  que al económico o a cualquier otro, cuando de lo que se  trata es de cambiar la concepción comple-ta ··a·e la-·sexu."alidad,  y. con. . ella._la_ con.c.~.P-Ci.ÓJL 4eJ hg~ppre, QIY. sus relaciones --~~n  el mundo animal, con lo innato, con lo adq¡,¡irido, de su  cuet};~---coñ-8\í'hlsioria y con el lenguaje. Hu.bo .. mÜy bÚ·e.rios  Iedo.res:- aunque escásos,. en Rusia, en Alemania, en Austria,  en la propia Viena, pero los demás dejaron pasar lo impor- tante, con discusiones completamente ajenas al tema, con  discusiones sobre un factor cuantitativo. Fuera de eso, las  discusiones morales: cómo queda el pecado, cómo queda el  derecho, cómo acusar a alguien en presencia de ese deter- minismo. Es decir, no llegaron al fondo. Por eso es mejor  exponer la teoría de la sexualidad en una. forma directamen- te polémica.

La actitud de Freud también ha sido bastante calumniada.  Desde luego había en Freud bastantes prejuicios de su tiem- po, de su clase, de su grupo social, de las ideologías en que  se formó, fuera de evidentes ignorancias personales y de  temas que no se sabían en la época. Pero también se ha calum- niado a Freud. Una .. cosa- es rec.onocer que hay prejuicios  _en Freud y otra cosa es inventarle lo.s que no tiene. Porque  t'ariibién hay un gran esfuerzo ~n Freud por la lucha contra  los prejuicios en que surgió. Sobre la base del desconoci- miento de la obra de Freud, de su pensamiento, se le suelen  endilgar una serie de posiciones, una de las cuales se refiere  a los prejuicios de Freud sobre el homosexualismo. Que


 

1-stanislao Zu1eta Obras 43

Freud consideraba que el hom.~s.exuaJismo es Uf1a ~nferm~dad  y una desviación rara que}il:i:y que tratar en no sé qué forma,  es algo que le han endilgado sobre todo últimamente los  "libertarios" que necesitan conseguirse un padre castrador  para sentir que est~n en la liberación y si no lo tienen lo  inventan. Uno de los que inventan con más frecuencia es a  Freud. Pero cuando él trata un caso, su meditación sobre el  tema es bastante -libre. Un ejemplo: le llevan una muchacha  de unos 17 afios para que le haga un tratamiento; dice así:

"PSICOGENESIS DE UN CASO DE HOMOSEXUALIDAD  FEMENINA,. ( 1920). Las situaciones como la del propieta- rio que encarga al arquitecto una casa conforme a sus pro- pios gustos y necesidades, o la del hombre piadoso que hace  pintar al artista un lienzo o motivo e incluir en él su retrato  orante, no son compatibles con las condiciones del psicoaná- lisis. No es nada raro que un marido acuda al analista con  la pretensión siguiente: "La nerviosidad de mi mujer ha alte- rado nuestras relaciones conyugales; cúrela usted pam que  volvamos a poder ser un matrimonio feliz". Pero muchas  veces resulta imposible realizar tal encargo, toda vez que  no está en manos del analista provocar el desenlace que lleva  al marido a solicitar su ayuda. En cuanto la mujer queda  libre de sus inhibiciones neuróticas se separa de su marido,  pues la continü'ieión'· de! niatí-hn:onio sólo se había hecho  posible merced a tales inhibiciones. Son los padres quie- nes demandan la curación de un hijo que se muestra ner- vioso y rebelde; para ellos un nifio sano es un nifio que no  crea dificultad ninguna a los padres y sólo satisfacciones  les procura. El analista puede conseguir en efecto el res- tablecimiento del nifio pero después de su curación sigue  aquel sus proPios cammos mucho más decididamente que  antes y los padres reciben de él todavía mayor desconten- to. En resumen, ~.2~-~~j~gjf€?~P..t~t._q.l!~. . :tlP.Jl.Qm.h~~ ~~, .. .so,m~  ..t..a.... .a~ análisis por su propia volunpl<:!__.Q..Q.O..:f.9.-l!~.Qtt..Q..~.~?J.Q...im.P.9Jl"'

........... ~·- ......... ~ ........ -~ ........... -~~·-·· ........ --... -~-r·--·~  1!.1. .P.i que sea éL.m~_S.!!,l_<l_ _

~;.~~ des:~.~w~' !!,1~~!!~!9.~§.~_.,?_ _

sus familiares, o los que cuentan con él o los que se supone

...;....,......--• ........... - .... -A..........

~.-


 

44 Tomo 1 U pcnsam icn to psicoanalít ko

que le aman. Nuestro caso integra aún otros factores des- favorables".

"La muchacha no era una enferma, no sufría por motivos  internos ni se

 lamentaba de su estado y la labor planteada  no consistía en resolver un conficto neurótico sino en trans- formar una de las variantes de la ~~g~~~~.!.l-.-~?'~a! ~-~!1~:  tal en otra distinta. Esta labor de modificar la inversión geni- tal u homosexualidad no es nunca fácil; mi experiencia me  ha demostmdo que sólo en circunstancias especialmente  favorables se llega a conseguir y aún entonces el éxito con- siste únicamente en abrir a la persona homosexualmente  limitada el camino hacia el otro sexo vedado antes para ella,  restableciendo su plena función bisexuaL Queda entonces  entregado plenamente a su voluntad el seguir o no dicho  camino abandonando aquel otro anterior que traía sobre  ella el anatema de la sociedad; as( lo han hecho algunos de  los sujetos por nosotros tratados. Pero es de tener en cuenta  que ~ctml?Jé.n. Ja sexualidad normaí repq~ .. ~}r~. .~ynaTimitª-~  ci9n de la elección de obj(!tp y que en general la empresa  :CÍe convertir .. en . heterosexual a un homosexual llegado a su  completo desarrollo no tiene muchas más probabilidades  de éxito que la labor contraria, convertir a ún heterosexual  en homosexual, sólo que esta úitima no se intenta nunca

_por evidentes motivos prácticos".

Aquí no habría que hablar de prejuicios anti-homosexuales;  es difícil encontrar en la literatura más moderna y ultra- libertaria una posición más libre sobre el tema que la que  Freud ya tenía en 1905 y en 1920. De manem que se hace  necesario defender al psicoanálisis, en general, y a Freud,  en particular, de algunas objeciones .pummente inventadas.  Hay otras en que el asunto es más complejo. Frecuentemen- te nos encontramos con un desajuste en el pensamiento de  Freud, es decir, con relación a los prejuicios de su tiempo,  .:le su clase, de su sector social. Hay prejuicios que se con- servan mucho más en la obra teórica que en el trabajo clí- nico; h!Y. un desajuste. En la obra teórica uno nota que Freud

..... ". ........ ----··- --


 

1 -..tanislao Zulcta Obras 45

n>nserva una cantidad de preJUICIOS de la época. Un

ejem- plo: .,l!..J::CJ!:!i.~!~.~ .. ~!!.tU'~mi¡J.i~Y.!.§.. como los llamaríamos hoy:  1.'!1 la "INTRODUCCION AL NARCISISMO" una de las  obras más interesantes de Frcud y con más innovaciones,  de pronto salen cuestiones sobre la mujer, en momentos en  que acaba de hablar muy bien de problemas del amor y de  la elección de objetos: de pronto abandona todo camino  de observación, interpretación. explicación y comienza a  hablar de la mujer ideal: {aquella que no se ama sino a sí

'misma y es extraordinariamente amable por eso, como los  'gatos y las grandes fieras, como los niños. pequeños, se basta

a 'SÍ misma y ese ~~i~i~wo es atractivo;/ Y. ¡así Freud suelta  !~--E~oblemas _Personales y sus prejui~~C?S __ gencJ1ll~-~- Cuando  se pasa a los casos, a esas mismas mujeres que ha llamado  ideales, las llama mujeres frígidas y se pregunta qué les pasó  que son incapaces de desear, de enamorarse, qué fijación  tuvieron, qué problema; J.as _

desi.dealiza. tl~Y. _

~IL _<j~~itJstc.,.  que es muy interesante corno motor del pensamtt!'ñró·, ··eñfre·

ll. ..rutrte teórica, que conserva muchos prejuicios. y la ..

Par~  ~. el tratamiento clínico; es decir, la confrontación  con el caso, en el cual ya no se sostienen esos prejuicios.  En el momento en que lle-ga una muchacha que tiene una

frigidez sexual completa deja de pensar en los gatos y ve  qué fue lo que le pasó a esta mujer. El tratamiento del caso

·está mucho más libre de prejuicios que el tratamiento teó- rico, donde trata de globalizar y donde vuelven problemas  filosóficos e ideológicos a intervenir· más nítidamente.

Prejuicios hay, desde luego, pero no son tan constantes corno

  uno podría creer. Freud, corno cualquier pensador, hizo su  trabajo en un lar~ísimo período de tiempo, más de cua- renta años. Un trabajo que contiene muchas rectificacio- nes, muchos errores y vueltas atrás; es decir, nunca se pue- de imaginar como una gallina que hubiera puesto un huevo,  acabado y completo. Está. lleno de .. contradi~iQn.es,. de. .. ree:.:.  iifj.ca.ciones•. _

.de.---~ue resultaron falsas aunque se  sostuvieran durante años y años con una terrible terque- :dad por parte de Freud. Teorías enteras que él mismo tuvo


 

46 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

que reconocer como un disparate. Hay que tener en cuenta  esto, lo mismo que la mutación de las nociones; por ejem- plo, lo que piensa Freud de la angu_stia en 1900 cuando escri- be la "INTERPRET ACION DE LOS SUEÑOS", lo que pien- sa en 1905 cuando escribe ..TRES ENSAYOS SOBRE LA  TEORIA DE LA SEXUALIDAD" y lo que prensa en 1925,  es diferente. Cambió, no era tan bobo como para pensar  siempre la misma cosa al estudiar el tema durante tanto  tiempo.

Hay un .sJp,.~jl,l,s.t~ en niveles de su obra, la obm de investiga

- ción direCtá ·sobre un caso es mucho más--libre. ·que la obra  de teoriz¡¡ción .g.en.erl!J. A la obra de teorización se lle

ga con  un iran esfuerzo; por ejemplo, a la teoría del Edipo, del  Yo y el Ello, se llega con un gran esfuerzo de oscilaciones  y oscilaciones hasta que finalmente la suelta en 1923. En  cambio, en textos muy anteriores sobre casos ya está per- fectamente vista y dicha. Hay un <l!'!.saiu.síe entre el análisis  en la práctica, en un caso que tiene ·que· sacar adelante, y  el trabajo de escritura de la teoría del psiquismo y también  en el curso de su obnt.

El problema de la sexualidad sobre el cual he hecho tan  larga polémica,.¡¡. .l\lJ,., R~,.!._g:l,!,..,h.!_s.islg .I"ldJuWp. No  solamente se le ha dado una valoración histórica y sexual  a una cónducta que parecíá naturnl e instintiva, y que rio  lo es. Esto se puede. abordar desde muchos ángulos; por  ejemplo, los "nifios de los lobos", que llamamos, de los cua- les se ha logrado conseguir unos 48. Otros han denunciado  parte de esos casos como problemas de esquizofrenias, que  no se podrían llamar de abandono solamente. Fuera de la  discusión, sí hay un conjunto de hombres que han logrado  vivir fuern del contacto con los hombres, alimentados por  lobos (en la India, Amamla y Kamala) y que tienen muchas  particularidades obvias; por ejemplo, no hablan sino que  aúllan, no andan en dos patas sino en cuatro, ~dR.-,.el.

.. , ,ilRtendjdp, ,liJ.,.m§QQQ.v~¡Q,.huwara , e.~~tJlÍnÍWi,; pero tam- bién tienen una particu1ridad: .9Y~~ru?~.l!9.!!. ..

!~-~t:~~


 

Estanislao Zuleta Obras 47

~~1.!.~.~-~z .l!t l!!! t~~r<U!.~ªY..L~.t?. ~ill,~ú~ t_ipo •... Y. -~~ e~ la mJ¡_s_.  ~rio.sa. ¿Por qué, estando sumerg¡.dos en la animalidad?,

¿no era la animalidad lo más propiamente sexual?, ¿la scxua_

;_  lidad, lo mas animal del hombre? .A! C..O.~~r,~ry.o~. ... l~~- Jo.. !l}~J  extravagantemente refinado y humano, histórico, sirnbóli- cof Áqueiio. que ..Se. puede "supnniii·~· v"olver -a·· reéoriquistái\"

.,...,..-att;.;

por problemas afectivos, por duelos, por angustias que ponen  en cuestión nuestra identidad, que se desata o se suprime  por relaciones simbólicas, es una de las cuestiones que más  nos aleja de la animalidad: la sexualidad.

El tema de la sexualidad había que replantearlo ante todo  en su forma; la sexualidad humana tiene u.na fo.rma especí-

..

:ft~, _procede de-· una· historia, y el. paso que da FreÜd, deci- sivo, ~<m~.k-~l!~l!~~-9. ..~~":-~l_l~. tiene un vínculo esencial  con un tema que sí es· nuevo ·con relación a las teorías de  la necesidad, de cualquier índole incluso refinadas como la  de Marx, un vínculo esencial con la identidad. Para poder  dar tJn_ paso_ más en -lÍi'"teor~-·de.l"ii""se·xuatí(fad hay que tratar

('ii'i>roblema·· de···¡¡¡· "Ideritiíial~. que no e.s. natural tampoco,  sepÜede .. perder :...::.psico.sls-, y tiene un vínculo esencial· des- .d..,...e-.·~e. f-coiñienzo con la sexualidad. . . .

 

1. Sexualidad e identidad

*

* *

Antes de una discusión un poco más detenida de las. objt.-....  ciones que frecuentemente se hacen hoy a la concepción  freudiana -principalmente las que provienen de sexólogos,  anti-psiquiatras, femmistas, deleuzianos y libertarios de diver- so plumaje- va~?s a esta~lecer claramen~e 1": ~g,p_:}~ .

:,S2!.l_!~da .~Q.n~e.P~~.um-natu.ra.lis.la...á.Uª-..~f.W!l.l~ 'En a con::.- cepción de Freud la sexualidad humana no es un instinto,  no funciona con el esquema instintivo estímulo-respuesta,

· =como una conducta heredada y adaptada, no tiene un obje- ~to predeterminado, ~~º- _qu_~ .~A~~~nt~-~llll .•

QP~!Q ..Sl...ru.

.s;.:w;.§g.~~·


 

48 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

d? UQa 1!!~~-~Ij~- !!!_l;IX ... ~~.!.~~.~It;; no tiene un fin predetermina- l<Io ni parte de una sede (los órganos genitales), como se  1pensaha, sino de un conjunto variable de sedes diversamen- \te marcadas y que Frcud denominaba las zonas erógcnas.

Para poder dar un paso más en el intento de exponer la con- cepción freudíana de la sexualidad, es necesario establecer  el problema de la relación de la sexualidad con la identi- .dad, que es precisamente lo más característico de esta con- cepción.

Comencemos por hacer una distinción teórica de tres térmi- nos que. .... ~e pueden confundir y que usamos con frecuencia:  ~~~~~s.idad; deseo; demanda.

Si consideramos l!L!l~.~~~i.~a<l. desde un punto de .vista pura- mente teórico, ésta se remite al estado del organismo. Pura- mente teórico Po'fQu~···~~··el I-iombre no hay necesida.des puras,  siempre están vinculadas en un orden simbólico y formula- das al mismo tiempo como deseos y como demandas. }dt_

. necesidad l')9 n~n~ historia, El individuo -·SUponemos por  a hora ra·· necesidad no más-- tiene sed porque hace ralo qut•  está en un desierto: esa sed no es indicativa, histórica; es  decir, no nos habla de lo que fue su infancia, de lo que ha sido  su formación, de sus preferencias, sino del estado actual  de su organismo, de un conjunto de carencias que se expresa  orgánicamente por un conjunto de mecanismos como la sed, ·

de la misma manera que otras carencias se expresan como  hambre. La necesidad es, pues, la expresión de un estado  actual del organismo, y, para decirlo en una forma más fisio- lógica, de un desequilibrio actual del organismo, que se reequi- libra por medio de un consumo o de alguna conducta .

.Una diferencia notable del deseo y la necesidad es que el 

deseo sí tiene historia. El objeto del deseo ha sido produ- cido en una .his.toria. Cuando .u n . mdíviduO~-·por ejemplo,  Üene un deseo sexual por determinada persona, ese deseo  sí es muy expresivo de lo que ha sido su vida, y también el


 

Estanislao Zuleta Obras 49

hecho de que carezca de todo deseo, como ocurre en algunas  formas de

 la inhibición, no expresa ningún equilibrio, sino su  historia. Mientras que la falta de sed no expresa ninguna his- toria personal, la carencia de deseo es tan indicativa de quién  ha sido uno c~-To. e~ .e l tipo de deseo .que se t~nga.. ·En

. cambio, ni la carencia de necesidad implica nada de quién ha  sido uno, ni la necesidad tampoco. Freud trata la relación  deseo-necesidad con un concepto que suele definirse como  "apoyo", ••superposición"; esto es, que el deseo en el hom- bre queda superpuesto a la necesidad desde el comienzo:'  a la necesidad de alimento inmediatamente viene el deseó  oral, la sexualidad oral, y al conjunto de las necesidades se  sobrepone de manera casi inmediata una formulación que  y a no procede de la necesidad, que es característica de la

capacidad humana, tan temprana, de simbolización. A pro- . pósito del deseo en el orden oral, Freud citaba muy desde  el comienzo el fenómeno del chupo: la presencia en la boca  de un objeto que remede el seno, y la succión de ese objeto,

se convierte en placentera, independientemente de toda  satisfacción en el orden de la necesidad.

Es una catacterística muy peculiar del hombre el sexualizar  rápidamente la necesidad. En los mamíferos, como se puede

"Ver-ca'tos perritos-·peqüéños y otros similares, el chupo no  es nada satisfactorio, tan pronto constatan que no está salien- do nada se enfurecen y botan eso. En cambio, en el niño,  desde muy temprano, uno o dos meses, ya es satisfactorio  el chupo solo, y si no se lo dan él lo inventa con el dedo,  con la punta de una almohada; eso no es problema de deci- dirlo uno o no. Es decir, .:!:!~..P.!~.§t:nc~a __se qonvierte po~ .

.,!!lj~llla en s~.ti~f~ct,(}~~~ indt:pendientemente de s~ relactón  ~n .la necesidad orgánica. Desde muy temprano comienza  a funcionar mi ·inicio · de· expresividad al respecto, como es  la sonrisa, ·por medio de la cual mueve el niño los músculos  de la cara en el sentido contrario de como los mueve cuando  succiona. Y a es una expresión de no succión, pero no de  rechazo sino de satisfacción.


 

50 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Lo que Freud llamaba la sobreposición de la necesidad y el  deseo. es Üna

 "cosa muy "..iempr~a. fañ-""temprana. que reai.- mente nosotros nunca nos encontramos en la vida práctica  con ninguna necesidad pura. La verdad es que en el hombre  ¡el lado del deseo, el lado d.el ordéri siriibólico, se impone ior  :encima del de la nec.esidad .. El orden simbólico no es un  orden secundario y afiadido a un orden primario y efecti- vamente eficaz al orden de la necesidad. El orden simbólico  rápidamente comienza a predominar, rápidamente co_men- zamos a depender de él. Es muy fácil ver en los nifios fenó- menos que nos parecen lo más natural, como el hambre, cómo  comienzan a depender del tipo de relaciones interhumanas.  Es muy conocida la anorexia infantil: hay que regalarle al  nifio una cucharadita por el papá, otra por la abuelita, pero él  no quiere saber nada de comer; porque si no le funciona el  orden de relaciones afectivas, no ·quiere que se lo reemplacen

· por ofertas alimenticias. La cosa cuando va más allá, es grave;  hay toda una serie de psicosis en que ya se suprime la posibi- lidad de comer y hay que recurrir a la alimentación por sonda  o por vía intravenosa. O, a la inversa, cuando se sobreinviste  el fenómeno alimenticio como emblema compensatorio de  otros fracasos, se produce la· bulimia, la necesidade de comer  muchísimo por fuera de toda relación con la necesidad orgá- nica. Entre las dos, an9~xia y bulimia, no rige_ la necesidad

:sino diferentes combl.naciones en el orden simbólico, ·

Así, !e·n· el caso de la simple alime.ntaciórt.; para no hablar de  otros-"ñiveies, "e"S" "muy viSible hastá" qué punto rige en el hom- bre el orden simbólico sobre un orden orgánico que, incluso,  ya no funciona, si no logra ser simbólicamente ·calificado

a~eptable.~~~CDe.stá vinculado a una. fqrmutación .. sini:. ·  .~_g.fjg~.. organ~ado . en una historia, se dirige hacia obje~os  encontrados en el curso de una historia.

\Lá_.~.tÍ!.l.~Q~~~s la.~~mera c.~??~ ... e.l deseo ~u~ J?O pu.ede ~xpre­ '§ifrse_, .(olll)ularse, para sí mtsmo o para el otro, más bten se  reprime Y.. ~ __q~:~ya_hl;l<:.i~· .. ~~~ti~~2~~--~n los análisis de Freud


 

Estanislao Zuleta Obras 51

es muy visible el caso del deseo de saber en la investigación  originaria, que no se vuelve capaz de asumir sus objetos. El  niño en sus primeras investigaciones se ocupa de objetos  fundamentales: ¿por qué hay hombres y mujeres? ¿cómo  vienen los niños al mundo? ¿por qué él mismo es hombre,  o mujer? ¿qué quiere decir eso? ¿cómo es posible que dos  sean los padres de él y en qué sentido lo son'?. ~!_no formula

~~i~~estigación y la reprime, por angustia, entonces s(>l9  s.e puede formular como demanda. Ya no es el deseo de  :fl:~ber sino la demanda ·que geriéra ·c;r niño preguntón, aquel  que es tan cansón porque no hay manera de satisfacerlo,  que está preguntando continuamente una cosa y otra tiene uno cierta vaga sensación de que a él mismo no le  interesa lo que está preguntando y a veces uno piensa que  lo hace sólo por molestar, pues las preguntas parecen muy

desencaminadas.

Pero, precisamente, ~.2_t?!nªJJQ.:l -~~ .~J P.~.S~.Q~qg_e. .. !l<? .• ~!:':2.~~~  ~y··~itWk~fi!;~lr-··6~rci·a~~·:·t}r~J~~~foo.:Aie·~¿;-·~;~~;Y;i!:·  .. pÜsta·, pero múestiit. cuáf es la posición general. Puede ser

también demanda de objetos: el niño que quiere que le  compren tal juguete, y si lo tiene, en seguida s

e cansa, y  quiere que le compren otro y otro. Hay algo que quiere  pero que no logra organizar, no logra desear consciente- mente, no logra formular y entonces demanda y demanda,  y le pueden llenar closets de aparaticos y sigue pidiendo,  porque no es eso lo que realmente quiere. Precisamente  por eso no se puede satisfacer.

Siempre, en toda vida humana, enyontgtrno~ todo esto:  demandas, deseos; apoyados, des\fe luegQ, sobre nuestr<)S_

]':újidameilt~~ ()XS~Ui.~.Q§,¡. qu~ ·narn~~os pec~siq~d~.~- El punto  en el cual¿1a. ~d~ntida_d'entra e:n .Guestión -la sexualidad está  siempre presente, todo está entonces sexualizado y eroti- zado-, ~.! ..J?.lfJ1J() que permite . medJ!.a! .. so.~r,~. .. f¿.L9~~~?. .. >.::  la demanda. Cualquier función de la vida humana puede


 

52 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

~ser ::tPªH~ada ~n esa dimensión, como función erótic4; es lo que  hay que tener en cuenta para poder de1inTr eiproblema de la  sexualidad en que está pensando Freud.

Freud trata desde sus estudios iniciales el tema de la inhibi- ción._J_!;~~n.~i?i~~?~··¡es la imposibilidad del desarrollo de una  func10n etermmada muy valiosa para el sujeto. Podemos  suponer que ha llegado a tener una significación particular  y que esa significación se refiere a algo que por alguna razón  él encuentra prohibido. Otros han idicho que inhibición es  una prohibición que se convirtió en una imposibilidad. Pero  hay una prohibición inconsciente.

Cuando digo que hay una prohibición inconsciente quiero  decir que, por ejemplo, en una agrafia (inhibición para escri- bir), una persona que sabe y le interesa mucho escribir, de  pronto resulta, por alguna razón, con una inhibición radical  para escribir, sencillamente no puede escribir. Y no hay  allí ningún problema técnico, en el sentido de que no conozca  la gramática o de que tenga poco vocabulario; no es que le  falte qué escribir, no es que no le guste; al contrario, él lo  desea, y sin embargo se siente paralizado de angustia cuando  ante una hoja en blanco coge la pluma en la mano. No hay  posibilidad alguna, por medio de recomendaciones, de que  tenga buena voluntad, de que haga fuerza de voluntad, de  que se proponga mejorar esa situación. Todas esas recomen- daciones resultan tan inútiles como aquel consejo que daban  en una coplita antioqueña para el mismo caso de la inhi- bición para escribir: Tome nati{la caliente/ encima tome  agua pura/ coja la pluma en la mano/ y escribirá con soltura/

Lo mismo se le puede decir al psiquiatra; no es cosa de dar  en un caso semejante ni pastillitas ni ánimo. Cuando se pro- duce una inhibición hay que saber qué pasa. Porque hay  algo que está prohibido, algo que sin él saberlo llegó a que- rer decir "escribir". La función, dice Freud, está erotizada,  o sea, sexualizada. s~-ha "convertido en una función sexual,

..... ,.-~ ·••«t~ ..· · .. -..._. ,. .•.•. . . ' '··~ .•. •· -


 

Estanislao Zuleta Obras 53

histórica, comprometedora de la identidad, es decir, aquella

---.....

~---·---···-..- .. _ ...... --~--··· ..-- .. ·~~--~·"·• • - ................... _..,. __ ....................._., .......... t

_q11e está inscrita en un conjup.to ele norma~. Lo que ha ocu- rrido es precisamente eso, que la pluma y la página en blanco  se han convertido en una realizació

n sexual; que considera  una inmensa trasgresión poner allí su marca en esa página  virgen y considera que esa trasgresión está relacionada con  muchas otras que le fueron prohibidas. Hay que llegar a  descubrir porqué llegó a esa asimilación, porque él cree que  quiere solamente escribir y que misteriosamente le está impo- sibilitado.

~JttJ:liqición. corre por nuestra vida y estamos llenos de ella  sin saberlo. Pero, generalmente, no tratamos sino aqueflas ..

. que son. dolorosas, aquellas que se contraponen rígidamente  a un proyecto consciente que para nosotros es muy valioso.  Las inhibiciones sexuales pueden pasar desapercibidas cuan- do se es impotente pero, además, se es sacerdote y a esa im- potencia

 se la Uama castidad. Entonces no hay problema y  no hay nada que tratar. De la misma manera puede haber  miles de otras que nosotros consideramos inhibiciones, que  simplemente se nos pasan porque no entran en conflicto  con un propÓsito valorado y sólo ~ tratan cuando entran  en conflicto con dicho propósito.

~ irihibjdóri¡es,_,pues, la prohibición de algo en lo que incons-

...

~~e.iítemente se ha convertido aquella función. Hay múchos  tipos de síntomas que se aproximan mucho a la inhibición,  y es difícil, o más o menos metafísico,

 saber si es un sínto- ma o una inhibición. Por ejemplo, la agorafobia es una fobia  a los espacios abiertos o una inhibición para salir a la calle,  que es más o menos lo mismo, una fobia que funciona en  gran parte como una inhibición de una función esencial para  el mismo individuo. 

...

~~ 1mtt9J:~.te. .. e~ ...ve:r:. que.la..YlllQ!l!f!9n ..

~~.~~Lq~e. Freud.Je_  da a la inhibición cubre las funciones del C(lt:JjtpJ.tP:.:a~[JgJ.,  ~o~:=i-l:-.ru;.ri~~!!#~[f(i;~-~LJ~:n&liru~ .. Y.. : no sólo las inhibi- ciones directas como la fobia o las medianas como lo que


 

54 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

ll11.mamos_e:_I ."~g~eo'\. ~lJªr:ta.mudeo. En cuanto a este últi- ·mo;··es caractéiísticamente psicológico que en algunas situa- ciones particulares o leyendo algunos textos, desaparece  por completo; y en otro tipo de situaciones empieza a sacu- dir el discurso de la manera más alarmante y a detenerlo

por todas partes como si el sujeto tuviera un temor incons- ciente de que algo que no quiere decir se le soltara, y es  esto lo que ocurre y hay que averiguar.

El problema de la inhibición nos muestra que las funciones  más diversas, que son susceptibles de inhibición, son fun- ciones que tienen siempre una dimensión sexual y, en ese  sentido, se remiten a la historia del sujeto, a su identidad,  a la formación de su ser. No hay funciones que no tengan

. una dimensión sexual. La sexualidad debe ser, pues, ante  ·todo vista en el sentido de esta amplitud; si pensamos así

en la. sexualidad,_y~!l:l:OS la complejidad del problema en ·sus  · formaciones más simples y sus vínculos con la identidad. ·

~~-.f.eJ~<!!s!i hay doctrinas modernas muy complejas,  pero si nos restringimos a Freud, el problema se reduce a  unos tipos de identidad. !i~.E_J!~.identid~~-q~~l.l~~~~~-s~p.?­ mªti?-1 procede de la identificación con los objetos primor- cHale~;· muy generalmente la madre en el sentido .psicoana- lítico; que no es la madre biológica, sino la que desempeña  papeles frente a la crianza del niño, que le permiten figurar  para éste como ~1 objeto primordial de sus deseos, de sus  iden!lfJ9.~ciones, de la satisfacción de sus necesidades. Puede  ser el padre biológico que desempeña funciones maternas: le  da el tetero al niño, lo carga, etc. La madre en ese sentido, ya  no objetivo, que funciona como obieto primordial de los  deseos y las identificaciones; puede ser una hermana o un her- mano mayor.

!:~LP.tim~ra .r~l<t~i~t:I. _4e. ~!Jjet() que tenemos con u,na pe.r:_  sona, dice Freud en "PSICOLOGIA DE LAS MASAS Y  ':AÑALISIS. ~EL YO", es la . r,s•. _.qe )d~~l.i.fiSYf.iéP·  Lacan escnbto textos que se han i!fíó M\iy ramosos por- que son más o menos experimentales, y muy claros algu-


 

Estanislao Zuleta Obras 55

nos, sobre ese tema, como los de la teoría del Estadio del Espe- jo. En el fondo, el espejo no es necesario, no se necesita tener  espejos para que ese estadio ocurra, ni siquiera se necesita la  imagen. En los ciegos de nacimiento ocurre igualmente a través  de la voz y el nombre. El espejo es una manera de mostrarlo:  el niño se reconoce en él alrededor de los nueve meses, cuando  todavía generalmente no camina, es decir, en un período de  motricidad todavía muy dependiente y muy torpe; sin em- bargo, ya tiene un avance intelectual notable si lo considera- mos desde el punto de vista del conjunto de las especies. Por  lo tanto, es inútil intentar toda búsqueda de una descripción  paralela del desarrollo humano con una serie de animales  cada vez más desarrollados, porque nos encontramos con lo  que Lacan denominaba un desarrollo paradójico. El niño se  reconoce en el espejo a los nueve meses; en cambio, para  alcanzar el equivalente de. ra 1nú!Ügenéi"a prnctica de un chim-

pancé le hacen falta unos cuatro años o más. Pero el chimpan- . cé no se recondce ·en el espejo jamás, ni ningún animal. Esto  se puede observar experimentalmente: se mantiene al niño  frente a un espejo y hay un momento en que ya es muy

claro que se reconoció: se sonríe. El reconocimiento es jubi- loso, salvo en ciertos casos ~esquizofrenia primordial- donde  es atemorizador.

Es interesante saber porqué en un período tan temprano  ocurre esto, por qué puede también no llegar a ocurrir y  por qué el hombre adulto puede perderlo. El esquizofré- nico -en determinadas estructuras- sencillanienté.lo.pieidé  ·-y· ve en el espejo a un individuo al que saiuda. Hay unas

·formas de la paranoia en las que se delira sobre el espejo  la imagen nítida del. padre, a plena luz y con los focos pren- didos. El fenómeno de verse en el espejo no es nada naturaL

Tendemos a creer que lo que lla,mamos realidad es algo que  c;:stá a

llí w,Y. .. q~e_ ~itnple_rnez:¡t~ percibimos., .Y olvidamos todo  lo que es necesario para acceder y construir aquello que  consideramos generalmente como algo que está dado y que  no es sino abrir los ojos y ver. Cuando vemos cómo se pierde  la realidad sin que pase nada en los órganos de los sentidos,


 

56' Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

sin que se dañen los ojos, por ejemplo, es cuando mejor  podemos descubrir que la realidad es una cuestión muy  compleja, que depende de estructuras muy delicadas. La  imagen en el espejo es una de las primeras manifestaciÓt~­

del· récoiiodrrúen to de mismo. Este reconocimiento'' debe'  vincularse a l.a~ formas primordiales del lenguaje. ·

~L~s _formas prlm<:>rdialest9.~-! lengua]~ son parejas fonética~  ~-n oposición, generalmente, que remiten a otras parejas de  pposición. Freud, con la observación de un sobrinito, cons:·

truye un ejemplo que se ha hecho clásico, incluso entre los  lingüistas, de cómo el niño empieza a entrar en el lenguaje.  El nifio jugaba con una botella en la cuna y cuando la sacaba  decía: "a", y cuando la escondía decía: "o"; hacía ese juego  con bastante gusto. Luego vio Freud que ese jue6'1lito estaba  muy generalizado y que cuando la mamá se iba decía: "o"  y cuando regresaba decía: ''a". Y luego estaba más genera- lizado aún porque cuando jugaba con el espejo y aparecía  su propia imagen el nifio decía: "a ... , y cuando desaparecía  decía: "o". ~ decir, había ya una primera oposición foné- tica simp'~-= .. :.~a" - .~:o~·' como emblema generar de toda opO- sición de presencia y ausencia, de sí mismo y de todos los  objetos importantes en el mundo. Y del intento de mani-

_pu_!l!_r.._ l~.-~'I;J~~S~-- y _

~~-·--p~s._g_ncia,_ no soportada como algo  que es vivido sin nada qué hacer, sino p.roducida..pm,.él. . como  una actividad en el juego "a-o". 'E'so _ya es leQ.gu~ .toda.V!a  l1:2 es idioqw,¡_ ~~ üiioma. . es co-11-vencionaL Es un Tenguaje en el  sentido de que parejas de oposiciones de sonido remiten a

parejas de oposiciones de sen ti do.

El niño comienza por ese lado a construir su lenguaje, no es  sino que sus oposiciones

 binarias iniciales se especialicen;  "o"-"a" son generales, pero él podría poner mona para la  mamá, to-ta para él y co-ca para otra cosa y va formando  así un lenguaje que se puede seguir subdividiendo, porque  )_! ti.~!l~. C:J.. r:n..~canismc interno_ del l~nguaje, que e~ al mis~~  .~11)-.P.P,.~Lrrt~Panis.~g __

q~l. Tt!.~O_l)._oci,t:nie.oto qe sí ~pmo objet<:>,  como algo que se puede perder, desaparecer del espejo, desa- parecer como desaparece la madre, es decir, como algo que


 

Fstanislao Zuleta Obras 57

es mortal. El nifio accede al lenguaje cuando accede a la au:- aencia y a sí mismo como objeto que se puede ausentar.

BlJengyaj~ _y_ J~- m'!lerte [surgen _e p. el momento en qu~ _da en el infante la primera organización psíquica: el ·reco:  nacimiento de sí como objeto. El lenguaje y la muerte son  Una consecuencia lógica de esto. Apenas el bebé es ..alguien",  ya puede hablar y desaparecer. Los temores a la muerte son  muy primarios, porque no proceden, ni mucho menos de que  a uno le hayan contado de la muerte de una abuelita, sino  que pr()(;~p.en gel mamen to en que uno. . _se __ ha.. dadQ,_c.u~nta..

de _que está viv.o;.....es desde allá donde se articula la conse- cuencia lógica extraordinaria de que precisamente por eso  se puede morir. Porque si los animales no saben que se viiñ·  a morir es porque tfimpoco saben que están vivos, es decir,  no son para sí mismos un objeto.

Esa primera idc'ntidad;_ la identificación de sí, co~ un rasgo  corporal, por ejemplo, con una 'ítriageñ;··coñ'""üñ "ñomhre~-oori.  un sonido-, está eñ cuestión en casos niúy"gfaves que,lliúiiañi"os- "esquizofrenias originales":· Algunos han sido tratados con  iñiñ"éxito y son de los' trafamientos psicoanalíticos más bellos  que se conozcan. Madame Granoff, por ejemplo, curó cuatro  casos de esquizofrenias originarias y publicó un libro muy  famoso sobre eso. Las esquizofrenias originarias son, pues,  los.casos de niftos de nueve a diez afios que nunca aprendieron

a hablar ni a reconocerse en el espejo; es decir, que no se  trata de una persona que cayó en una esquizofrenia, sino  que nunca encontró una id.~J?:ticJ.~d. Son frecuentes en casos  de !i~P._i@Ismo-~s~cesivo~ es decir, -huérfanos de guerra que  pasaron por muchos hospitales y no tuvieron tiempo de fijar  un afecto ni en una enfermera ni en nadie, por estar cambian- do continuamente, por un largo período, de sitios, de per- sonas y por estar siendo tratados de afán. No encontraml)  un campo en e) cual identificarse e investigár un áfecto y  pasó el tiempo y _ya no._lo ~ncuentran. En los cuatro casos  meñdonadós -los nifí.os se han curado y aprendieron a hablar;  es decir, no había ningún problema cerebral; simplemente


 

58 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

falló lo esencial, la iderltiQ.l:ld primari~ •. entonces no había  desde 'donde aprender a· hablar, ni a amar, ni a desear, ni a  nada.

La identidad comienza por ser ese esbozo inicial del reco- nocimiento de sí mismo en una imagen. la imagen de otro,  la imagen en el espejo, en un nombre, en algo que es el objeto  de un afecto de otro y si no es el objeto de un afecto de  alguien no se reconoce nunca.

Existe una serie de formas de la identidad. Por ahora, nos  interesa. qtra forma de identidad, que es la que llamamos

la i id~~~4~ª'-~~~~~~'1 que es la identidad en la ?ifer~ncia  deTos sexos, cuando de los 3 a los 5 años -penodo que,  más adelante, llamaremos ~~fP.Ac.g- se ingresa. como ide~.!i:  dad en un sexo. Identidad como mujer, identidad como  hombre, iñdéPéñdientemente del sexo que biológicamente  se tenga. La identidad y el sexo biológico pueden coinct<j~r,  suelen coincidir, -porque, genemlmente, hay también una  iñducCión de los padres a que coincida. Pero con el solo  hecho de que haya una inducción psicológica -incons- ciente- de los padres a que no coincida, el hombre se iden- tifica nítidamente como una figum de mujer en sus deseos,

se vuelve homesexual, y en todo, en la posesión de sus objetos,  en la estmctura más íntima de su comportamiento. Es una  ,identidad. conquistada en el juego de sus relaciones -y- no es

l_ln dato. de Ja biología.

Llamamos· complejo de EAi,p.Q entre otras cosas, al mecanis- mo en el ·cua1 se ·producen las identidades secundarias y se

·_establecen las relaciones del deseo y las normas, lo cual ocurre  en inter-relación permanente, las identidades y las formula-·

ciones del deseo; las identidades sexuales se juegan en el  seno de la angustia de castración, en el momento de arries- gar el deseo.

··.

Tenemos establecido que e.JQ.entidad) en términos psico- analíticos, no es algo dado por la simple maduración orgá-


 

Estanislao Zuleta Obras 59

nica, cerebral, sino que es algo que se puede encontr~r o no. .  enccmtrar y uria··.ye;¿ éri~_q~t,t~§9". .

~2::P.tie4~- ~c~riseija'r o-p-érder~  Cuando éstá en juego la identidad sc<;~J1<i.;m.-ª podemos encon- trarnos ante un problema, digamos, de .l:úsieJia. Cuando está  en juego la identidad J?rÍtl1:P:i

a nos encontramos innegable- mente ante un problema psicótico. Hay otras identidades:  unas hacen parte de la pñmária,'.por ejemplo la que 1Iaman  hoy la .. identidad con el objeto del deseo del otro·~ que tiene  sus propias vías; otra que se llama la .. configuración de los  ideales del Y o y la identificación con ellos". 1.<:.~~-gt9.~ ~s~~::-.  blecido también que el probl.ema de la sexualidad está vincu- lado de m~mera inextricable con el problema de la identidad,

· y···que -~? .. S..~!l. ~o~--l'.~?~~~~asseparabl~s .. Que lo_ <;¡Ue está en. .  .iue_go en el deseo ._es ..si.~mpre la identidad~ Que hay diversas

maP~f?~_ _ qe .. e~~'.lf. ~1! _j~~g~: unas muy dramáticas, en ciertas  estructuras psíquicas partiCulares como la histeria, la obse- sión, la depresión, manía, melancolía, esquizofrenia, para- noia; otras, pasan máS desapercibidas, pero ,l~~.u!islMl~  ~-~~!~~S~-t~@n. El hombre siemprect1fiere de sí y siempre  esta·· en cuestión su identidad; nunca nos encontramos el  problema de que tiene una identidad lograda o que no tiene  ninguna. Eso no sucede nunca, porque cuando parece tener  pura y absoluta, es porque se trata de una psicosis ...Loco es  un individuo -decía Lacan- que se imagina que él es Napo- león, aunque se trate de Napoleón. ...

La identid~d. es una _noción sin .la, .cual no podemos asen.~ar  '?ectivamente una teoría psicoanalítica de la sexualidad,  porque tendemos a recaer una y otra vez en una posición  naturalista; sea de convertir la sexualidad en una necesidad,

~Jo~/~r;;~-~ c~~·-~~8 ~·::!~~ifa~~f~J~s~~:::~~~~~:~\  eri ra-'iífstoria de algUna maduración nat_ural, con sus desvíos,!  que llamaríamos patológicos en la nie.di4a en que se separan cre···uíia Hnea natural, que no e.~_is.t.e. Ya vimos que es tan

oifícil explicar cómo un. individuo llega a ser heterosexual  como explicar el modo en que se llega a ser homosexual.  De todas maneras, ninguna de las dos cosas es natural.


 

60 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

El problema del placer sexual en el hombre es un problema  que tiene elementos que nos podrán parecer paradÓjicos  si no tuviéramos en cuenta ese trabajo de unificací6ñ- de  la sexualidad, que está siempre vinculado a la identidad. -·

·-------••.-.....,.-...._,__. .....- ........ ., ... a .... ,..,,, • '' • • ••·· •• ·~·~·.,•·• • •• • .....

~•"''

Desde 1905 Freud se planteó un problema que consideraba  difícil de resolver: los place!.e.~ .

.P.~l!!.ni!!~!~-~ ... J~.impo_~~!.es  en lli. §e.X.:.!Jªl!_ga~--~~!!!!'l~a. Ninguna doctrina naturalis

ta del  placer podía dar cuenta de un fenómeno tan conocido como

 es lo que denominamos ~1 placer preliminar: el ~o_njunto de  -caricias,--besos y demás, que demora- la realización- del acfo  ·se_xuaJ _y_ la d~sG_ar~ _

Qrg~stica final;- la -demora lo 'más ~~ 

-l?.Y~~g~_y __goza con.ello. Eso es expresivo de la diferencia entre  la necesidad y el placer, porque nadie muerto de la sed--se  po~~ a jugar con dos vasos, con su agüita del uno para el otro  y goza jugando, sino que se la toma tan pronto como puede,  con lo cual se

 ve claramente que);l_n~-~~-~idad..no.e.s del miSJllQ  ..Q!.Q~n. que el _p.lac,c.t.... En cambio, ~9.V.J~.~~~J+~lidadJo que se  hace es..

<lif~rir,. apl~ar, incrementar di(li~rvé.Z' más el deseo  'eñv~~i ·¿e satisfacerlo. Freud expone lo que podría ser la expli- cación de ese fenómeno en su texto "El placer preliminar .. en  los "TRES ENSAYOS SOBRE UNA TEORIA DE LA SEXUA- LIDAD".

Hay en la sexualidad humana, en el deseo humano, un con- ._ junto de trab~jos

 de unificación, por~~-!J"!!~~tr..o.s_ d.~s.e_os _s9_n  dispersos: s<;>n anales, orales, uretrales, fálicos. Hay un trabajo  de-·-pr;dÜcir, unificar e incrementar la sexualidad dispersa  hacia la posibilidad de una descarga. Además, el. incremento  del deseo es al mismo tiempo una condición de formulación

··cada vez más nítida de la identidad de un sujeto del deseo;  q-ue. p_unca .está dado. de antemano, -que es el producto de  un traJ:lajo, que está continuamente amenazado. Así como las  amenazas a la integridad de una persona se llaman peligro y

el efecto de esas amenwas es el miedo al peligro, así la unidad

de una identidad está continuamente amenazada- y: el efecf()- .d'eüruialñenaiá ia id"tmiliiad se ua:m~t.. .imwiJI. La ang\istm __


 

Estanislao Zuleta Obras 61

es el sentimiento de un peligro Y.!l. el. qu_e la integridad no está  ~0íestióri sino que es un peligro de otra· cosa: pór· eso la  angustia no sabe Claramente de qué se angtistia, porque lo que  está en cuestión es la. .ideJJUQ.ail. La cuestión de quién soy yo  e'S"li que aparece en la angusit, y no qué me va a pasar. Eso  también lo describieron así los filósofos. Heidegger decía que  cuando un individuo va a la guerra y teme que lo maten o lo  hieran, siente miedo; pero si va a la guerra y teme ser cobar- de, tiene angustia.

El deseo y el amor .-después hablaremos de sus diferencias- están

 sj~mpre vecinos . a la cuestión de )a angustia,. porque,  ,P.~~isamente, están· vecinos al problema de la iderilidad;  de tal manera que hablar de un amor sin angustia puede  parecer agradable y delicioso, pero se puede también estar  seguro de que es falso: No hay amores sin angustias.

Hay ll!l~ tipolog.fa de !~" ~~~aJi~a<f,; que Freud sostuvo con  algunos desarrollos en libro de 1

905 e• tres ensayos~:·),  pero sin que allf se agote el tema. Es una tipologfa que es  muy útil y que se va a encontrar como problema en todo  el vocabulario freudiano y en todos los psicoanalistas, quienes,  aunque tengan desacuerdos e~tre sí, hablan ese mismo len-

~~~:: Ji4·iir~~:~i~~~-áfft!1fdsot:ée: ~;~~~~:~d c~~aj~~

siones, y Freud no lo expone cabalmente en ese texto. Hay  que desarrollar mucho y buscar en otras partes, otros textos  como .. INTRODUCCION AL PSICOANALISIS", .. NUE- VAS CONFERENCIAS SOBRE EL PSICOANALISIS",  ' 4 ESQUEMA DEL PSICOANALISIS .., etc.

Están expuestos en un ' orden que podríamos considerar

histórico, pero no es una evolución en el sentido lógico, en  el sentido orgánico. Sí es una historia .en el sentido de que  t.a sexualidad ··oraClt~ qralidad, es iñiciat, se da primero; Ia

. sex~aíidad ail..!i.T es una forma posterior e implica problemas  t1j>1camentt! . .PP!ite..dores. _q,na_ relación con una ley distinta.  La. se_xualidad oral no ti_e:tte....J>..!Q..}J.i!üS?i.QP.~~ ...

WQ.,P.tix!fJQ!W~¡ ...  en cambio, todos los fenómenos adjuntos a la sexualidad


 

62 Tomo J El pensamiento psicoanalítico

!!!!al.~.~.L!!~..IJ.Jf.IJ, P.!~~.~bi<,:,io?-e~ ... Ese es ya otro problema, porque  cada una de estas sexuaTI<fades no es sólo una mucosa que está  comprometida en la excitabilidad, la boca y el área de la  boca o el ano y el área del ano, sino que es una lógica dife- rente una ·diferente relación de objeto, posición ante ~1 ot,r.o,  relación con el tiempol relació~ con las noññ.as·y·eso e~~() que  hay que aprender.

Los tipos de sexualidad no constituyen una evolución, porque  no

 es necesario el paso de una etapa a <Jtra; uno se puede  fijar en cualquiera de ellas y también regresar. El fenómeno  de la regresión está estudiado con mucho cuidado por Freud  en el texto sobre uno de los casos de las llamadas Etapas de  la Vida Sexual, un texto excelente pan1 el estudio del tema  de las zonas erógenas y su significación de conjunto: los  objetos, las personas, el tiempo, los rasgos correspondientes.

Es recomendable el artículo •• ALGUNAS PERMUTACI

ONES  DE LOS INSTINTOS Y ESPECIALMENTE DEL EROTISMO  ANAL" (se debería traducir "pul~iones" en lugar de "ins- tintos"). Es un texto supremamente importante para ver  la lógica del erotismo anal.

Haremos una introducción al tema de las pulsiones, las zonas  erógenas y ese tipo de formas de la sexualidad, que llamamos  oralidad, analidad, uretralidad, falicidad, es d~fir, la teoría  de las zonas erógenas o ~orú1_ de las puliiones; Jo que no§  vuelve a llevar a la identidad en un sentido íntimo: tipos de  -s;-• .. - •• • ••. • • • • -·~ ..... ---~- ..... • .. . ··.-..:'"-··- .• --

ld~ptidad, problemas de carácter, y nos hace dar un paso para  comprender' ·aé "que "nociones estamos hablando, antes de  entrar a discutir con los sexólogos y otros.

Si queremos una discusión sobre la sexualidad en Freud,  tenemos que definir primero cuál es su concepción de. j~  sexualidad, saber que es simbólica, que no es una necesi<J:~d  ºatui'lil,.que'esfa viiiéülada al problema de la identidad.

":

* *


 

Estanislao Zuleta Obras 63

2. FORMAS DE LA SEXUALIDAD

La denominación de las formas de la sexualidad o etapa.~ de  la libido procede de las zonas erógenas privilegiadamente  comprometidas: oral, at:w.l •. fálica u~tt:.a

l, etc. Aunque, en  realidad, todas las zonas erógenas están comprometidas en  las relaciones sexuales, en cualquier momento, hay unas  gue están comprometidas en una forma privilegiada, aunque  no por una evolución natural, como se puede observar en  algunos casos en los animales; la evolución de una enerva- ción mayor de cierta zona no parece ser lo que determina,  ni mucho menos, en el desarrollo de las etapas de que vamos  a hablar, el pase de unas a otras. _Ert general, no hay ninguna  evolución, en el sentido de maduración biológica indepen- di~~te de las relaciones interhumanas, que resulte sexual- mente determinante.

Una de las cosas del psicoanálisis que más ha molestado --y  no lo a los filósofos- es el vocabulario psicoanalítico o  los conceptos. El lenguaje de Freud, tal como se lo advir- tieron algunos amigos en su tiempo, es bastante duro y mo- lesto; insiste mucho en que las cosas no se dulcifiquen, que  no se hable por medio de eufemismos, que donde debemos  decir sexualidad digamos sexualidad y no coloquemos pala- bras que suenen mejor, como amor, porque ..uno comienza  por ceder en las palabras y termina por ceder en las ideas"  y ya no piensa sino en lo que suena bien y sea bien visto.  El resultado es un lenguaje bastante duro.

Entonces una caracterología con esa titulación -fuera de  que, como se sabe, el lenguaje mismo freudiano ha sido asu- mido prácticament~ por todo el psicoanálisis, con aftadidos,  pero quedando ese lenguaje- tiene mucho de curioso para  un filósofo. Es un lenguaje que mezcla cosas muy diversas:  Freud habla de conceptos de la termodinámica -la resistencia,  la represión-, de conceptos que son mitos -el complejo de  Edipo- y otros de sonoridad espantosa -el complejo de  castración-, que siendo además cuestiones de un sonido muy  particular, Freud las proclama como asuntos universales.


 

64 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

En general hay en el estilo de Freud muy poca tendencia a  seducir. Hay una carta de Jung en la cual le dice: "el futu- ro está en manos suyas porque usted es un polemista, un  brillante polemista que sabe entregar las cosas de manera  seductora en su carácter de histérico, mientras que yo con  mi carácter de obsesivo no polemizar". Ef sabe que su  lenguaje es bastante duro. A veces uno encuentra que en el  texto de Freud se llevó a cabo casi el arte de quedar mal con  todo el mundo. Eso es muy notable en los textos políticos,  donde queda muy claro que prácticamente todos los partidos  van a quedar bravos con esa posición. Y también en la expo- sición del psicoanálisis.

Todos esos conceptos son de muy difícil asimilación porque  son correlativos y están referidos unos a otros, y la manera  como están designados a veces no facilita el acceso a ellos  y más bien incrementa lo que de todas maneras va a venir:  la resistencia contra el psicoanálisis. En cuanto al lenguaje  freudiano, entonces, hay que definir cada cosa en su propio  sentido dentro del contexto de un pensamiento.

Quedaron pues, clásicamente definidas las llamadas etapas  de

----~~MaJJ9.ªd. .. CQQ U.J:t.?___ 4esignación que se refiere a las  .z~mas erógenas pri.monlialmet:tte comprometüJ~s:. Como  vimos antes,. desde muy al comienzo las relaciones del niflo  ~on. necesida4_es 1?-~~<;>.rdi~t~~--~cOmó _eJ·~am9i~:-:: ..

~~ y-q~_§­ p{)n~u -~ J~ relactón m1erhumana, y el placer queda inme- diatamente agreÍÚtdo;~:.:iux_fapüésto, a la satisfacción de]a  n.e~e~jd;i_d ... .Y•. muy_.,rªP..W.íi.tn~r.:tte s~ inde..P~n.~a. En la etapa  1 or~ es muy visible; en el hombre la succión se convierte  ;rápidamente en un placer por sí mismo, independiente de  la necesidad de calmar la sed y el hambre, y rápidamente  se independiza y se simboliza, es decir, queda marcado con  ·el valor de la presencia y de la ausencia del objeto, por ejem- plo, la madre, más bien que con el sentido de satisfacción  de una necesidad orgánica.


 

Estanislao Zuleta Obras 65

El hecho de que un punto quede articulado a una relación, yin- cuJa~o,' siíriholízado y se destaque como placer independiente  <l.ef ordcnde la satisfacción de una neC9Sicla4~j-~.G-~Qi:\iunto de  tl!§~q~"~~. ..

.!Q~ ..

W-1:~- _se, ~.furc d.~c;.ir. .ql-wiql.lt~d.a.se.x¡.¡.gli.zad.o •. en e1  sen ti do freudiano de la sexualidad. _Si ya t:~ .. un..PJ.~~er que n.s.lep~nds: de la satisfacción de una necesidad, que.esffyjficuta.:  <12 .. .\UJ.!Lobjctq y gue está simpo.Hz ..é!QO. . es.~~ un Placer Sexu~r,  Eso es lo que quiere decir sexual en su sentido extenso.

Cuando hablamos de estas etapas, no es que uno salga alguna  vez de una porque entró en otra. Eso sería una tergiversación  del tema. La etapa oral";cs dominante al comienzo, puede  dejar de serlo, pero siemph.~ estará allí; no llegará el momento  en que ya no esté, sino que estará organizada en diversas  formas, con otras formas de la sexualidad. Se puede expresar  asf: es una etapa en la cual la relación de objeto tiene sus  yarticularidades, como por ejemplo la relación con el tiempo;·

tiene su propia lógica. Dentro de esa lógica debemos destacar  algunas cosas para que nos hagamos una noción de qué quiere  decir oralidad y oraL

La etapa que llamamos~ orar ;~e cl;lracteti?:a poc una posiciQt:!~  M.te .el obje~o, una posición 'de espera pasi.ya, lo que gy_isr~.  9.ecir que el objeto oral no es el. objeto de una con.quist;apgr..

'.medio del.. <,lespliegue de UJ:UU!CJiyi~ª-.cl •. ~jqo de l.l.T!~ ~.32.~!1!:  El seno o el dedo no son el objeto de una conquista sino de  una espera. Ese objeto no es tampoco objeto de una prohi- ,RJ,c_iqp, ni .dé un condicionamiento. normativ<?• .. s.Qmo sucede  f..\l_an,9...Q, ..®tram.os.en.Ja.analidad; ~qyf__en~~li~os en _4-nchoque  _sgn la ley, porque. ~omienza el co_n~rol de los esfípteres, a  ,Q.rohibírseiJ.Q~: aquf oQ, en la. cama no, a tal hor3: no. . En  ··cambio, en la oralidad .rio .. hé:\Y un orden .. de la p_rohJj?,~c,;i(>n  S90.. ~l __ c'!J.al ~e confront~ •. sipp un drama de la priva~iÓJ! 1. 9~~­ ~~ ..c()rrtpJ.~t<pn~n.!~ <Jisg~~9: El nifío se puede sentir privado  y entonces se desespera en el llanto; primero alucina el objeto,  alucina que tiene el seno, pero como la alucinación no satis- face, entonces continúa hasta que estalla en el llanto, pero  no espera. La espera infantil es muy difícil y para el nifío


 

66 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

es muy difícil aprender a esperar. Ingresar en un tiempo en  el mal sea necesario esperar es una labor muy difícil para  el hombre, es el aprendizaje de mantener el deseo en un  tiempo diferido, aplazado en su realización, porque nu~tr.g

.P..o.sici9n .. 9._ri.ginal es la realización inmediata.

Todas J,as._forma.s .9~ rcgre.~iQ!1_ en la vida posterior, en las  cuales la forma oral comienza a predominar de nuevo con  sus fantasmas, tienen esa sintomatología. De nuevo un~!.  relación muy mala con el tiempo, con la posibilidad de la  espera. Eso ocurre, por ejemplo, en muchas formas de 'am<)r  que son incapaces de esperar; en muchas de las relaciones  con lo que solemos denominar la adición a las drogas, al  alcohol, etc., donde vuelve la lógica de la etapa oral con su  iJ1!llensa dificultad de esperar.

Para que entremos en este camino de exposición comparada,  podrfa utilizarse la forma de los fantasmas verbales. L. lrigaray  en "EL FANTASMA Y El VERBO" muestra qpc ...«m .lªs  relaciones primitivas hay algunas que se pueden exp~!.~!. -~_n  detenninados verbos infiniJivos (no tienen indicación de  tiempo, número, géneró ni persona) que son más abstractos,  más generales~ más intemporales, más vecinos en ese sentido  de la imprecisión del deseo inconsciente. Si uno considera  un verbo, por ejemplo ..

absorber'~, o •'aspirar", o ..comer",  "consumir': verbos en los cuales mantenemos la posición de  incorporar algo, convertir algo en uno mismo, cse. .. cs. el tipQ_

d.c infinitiv()s _qu~ rigen los fantasmas ora~es ..

tos fan ta!imas orales, quieren de~ir que las relaciones prirol:  .ÜYª§, .son. relaciones.. .. de. una .~propíación identificadora; con- vertirse en aquello que uno absorbe y también en aquello  que uno come, que es el fantasma del canibalismo, en su  conjunto, y en sus formas sutiles como la comunión, por  ejemplo, que es una forma simbólica: "Tomad y bebed que  ésta es mi sangre; comed que éste es mi cuerpo". Y conver- tirse en el objeto sagrado y en el personaje representado. O  la forma de canibalismo bastan te más bárbara: echarle mano


 

Estanislao Zuleta Obras 67

a la presa del individuo más prestigioso. Es decir, las formas  de la incorporación son el fantasma que de todas maneras  rige, sea· que se pr'<lctique como canibalismo, que se sueñe;  es una demanda del otro, por la cual convertirse en él. apro-"  piarse sus cualidades, -su ·su"S"GiñCia;su.·esencia, su· fdcntidad.  Esa relación es totalitaria. La analista mencionada lo com- para con una relación como la que hay en dar, recibir, de- volver.

Regalar es transmitir algo que uno aprecia, pero no tanto  ~omo para creer que el que recibe va a ser transformado por  e~c regalo, porque eso es concebir el regalo desde el punto  d.e vista oral. Es que todo se puede hacer desde el punto de  vista oral: organizar amores, relaciones de dependencia,  de todo tipo; no es solamente estar en la cuna berriando o  mamando, ~.f.IJ~l,!.ie.c ~Q.sa. .. qij.t:. ~~vP4.~..si~.-b.a.<;er. CQn...J~tl{>,gj~a..,

. ~l. tiemp9 y el.tQ1~Jit(l_risrpq d.~ ht~r.!Ji}Wi..,~.

Si sólo se asocia con la oralidad la imagen del niño chupando  el seno, la imagen del niño y la virgen,. no se comprende la  lógica del asunto, l&s combinaciones, que es realmente lo

.in.teresant~. Uno hace un regalo a un ser que es independiente  de uno, ya que si es dependiente de uno no es un regalo sino  un deber darle lo que él necesita; o si él puede ordenar que se  lo dé, tampoco es un regalo. Debe haber una relación que  no sea una relación global, fusiona{, como la del niño y la  madre, sino distanciada para que entre los dos circule algo  que podría no circular, porque si tenía que circular es el pago  de una deuda o la satisfacción de una necesidad, pero no un  regalo. El regalo es algo apreciable y valioso para el que lo  da y para el que recibe, pero no tan valioso como para aspirar  a que •1e voy a regalar esto para que cambie su ser", ••para  que· deje de ser lo que es", _porque entonces ya le está dando  ~!.seno, ese yª .es. un ¡~~?J?.._<?T~I.: Simbólicamente está tratando  de investirlo, de habitarlo, por medio de un regalo, de pose- sionarse de él, de absorberlo.

Hay veces que nuestros padres u otras personas de esas que son  dadas a ha\>itar en _las gentes, nos hacen ciertos regalos enve-


 

68 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

nenados, que si los aceptamos, comenzamos a usarlos con la  condición de que vamos a cambiar en lo que ellos quieren  que seamos: el rt;_galo dominad~r.

La J.Q_gjca Qral.p.;ye,Q.~J.rnl?r~n~~cualquier dimensión de nu~.  con.duc;;.ta, .. Hay que sacarla de la cuna ·y del séno en la boca  para meditar en la lógica de ese tipo de relación, de ese tipo

de emoción. Por ejemplo, el deseo de ser atendido, no de  merecer algo y como recompensa. sino sin merecer nada,  porque la posición de la demanda oral es la posición del nif.io  que no necesita merecer nada.pan1'i)eclir: Es Ía posición de .. la

...€asfv'ida<r_·güé exige 'uña· entrega· incondicl<?riái. ihy otras  réhiCióries que son condicionales: uno sabe· que si se maneja  bien, se manejan bien con uno. Pero la etapa primordial de  relación de objeto, la etapa oral, es incondicional: se deben  manejar muy bien con uno sin que eso tenga qué ver nada  con cómo se manejo u no.

Cuando las relaciones tardías se impregnan del sentido de la  oralidad, del anhelo de ser absorbido y de absorber. del anhelo  de incondicionalidad y del totalitarismo general de la orali- dad, se ve continuamente ese fenómeno del "'hijo calavera"  y el "marido atarván. que quieren ser adorados a pesar de  estarla embarrando siempre, no a causa de que debe ser reco- cido lo que él~or su cuenta hace. en una forma de recipro- cidad, sino todo lo contrario, debe ser estimado en una forma  incondicional, haga lo que haga y precisamente no haciendO  nada. El deseo de ser querido así, en la forma de una madre  embelesada incondicionalmente con su bebé, puede v.olv_14  tardíamente y puede fijarse en la vida y determinar conductas.  E& eso lo q"IJe nos interc.sa captar cuando enunciamos un mO- n:t~Q to de la libid_0 .. m1.~. l~arrtamos oralidad.¡ P.QI.<l.IJ.e .. e.s..i.ina

,.p.osición .. de ~ .. oi.isn10.. ant~ .l.Úl otro pninordja), .un anhcl.D  Jk, fusibn, .una .exclusi(m .de un tercero; es una relación glo.lwl.

Hay relaciones posteriores muy elaboradas que pueden im- plica

r la participación de muchos; se trabaja con, se conversa  con, se colabora con, es decir, puede ser con muchos, pero  no se mama con nadie. _J;¡~a relación primordial exclu~e.....tadQ..


 

Estanislao Zuleta Obras 69

~rcero1 y en ese sentido también es parte· desu tutalitarisrnA.  Un tercero sólo puede venir allí a perturbar de la manera más  desastrosa, como el papá o el intruso (el hermanito), especial- mente si existe la mala suerte de que la mamá les ponga bolas;  si no, no perturban.

Esa relación primordial totalitaria, con esos fantasmas de  incorporación, de identificación, al mismo tiempo de un lado  y del otro -en forma especular llamada Lacan··-, le puede dar  su colaborac

ión, su lógica y su sentido a muchas otras rela- ciones posteriores; y si la seguimos llamando oral cuando la  encontramos en otras formas en ciertas formas de psicosis,  de depresión y en muchas otras formas de la vida, tipos de  relación, amistad, amor, dependencia, que ya están proyec- tados sobre otros objetos- ya no nos estamos refiriendo al  drama inicial, aunque frecuentemente continúa teniendo  mucho_ poder..No!! -~ef~rJmo.s,.,H,Ja.)9$!S?... ..~. ..

~- .. ~?!El~a •. ~

es.liL.!Q~~~-Q.~ .la . .P~.~!~~!l.9f.. .

~'· .Pero, lo que domina es ei~tipo"'  de .. drama. es decir, el tipo de relación con los otros, con el  tlemP.~. ~ la.identida.d;; ~~ ,lp ,;aue decid;:,..;.~~l ?:?.,1_1.~. -~~~na"  del .. S~~r.P.Q.. ;r:~s4~J?..)}'J~~jp.y~y_· n~~~r.~Y~.s_. Por eso' puede  haber fijaciones en un drama, regresiones a un período por  el cual ya se pasó hace tiempo. Freud destaca muy bien el  problema de cómo en determinadas circunstancias de fracaso,

en. un tipo de rela

ción, se puede producir la regresión a un  sistema muy anterior ( .. SOBRE ALGUNAS PERMUTACIO- NES DE LAS PULSIONES Y ESPECIALMENTE DEL ERo- TISMO ANAL").

A partir del momento en que Freud produjo los ''tres ensayos  sobre la teoría de la sexualidad" ( 1905), se produjeron mu- chos otros, algunos muy próximos al texto de Freud, como  los de Abntham Ferenczi. Poco después Lou Andrea Salom~  escribió ..Sexual y Anal' ~ y luego han proliferado otros traba- jos. Podemos mantener como referencia el de Freud, sabiendo  que, aunque es muy incompleto, todos los otros se remiten

a él, asf sea para afirmar los desacuerdos.


 

70 Tomo 1 El pens;imiento psicoanalítico

En estos trabajos lo que se quiere destacar ~s ql,l~)a relación  -~Wl.~~ p¡i.t;ger ¡)~Jl.S?, _C,!!®d.o.Npensarrios en'er:P.~.  kl~~-~-!:f-~ __ 1.~ .. -~_n..~~!g!.c!.Y qu_e r1o lo est& cuando pensamos e~. .pro9Iem.a cie la oralid~d. El hombre allí se enfrenta por pri- mera vez con los' "'noes": .. eso no, no lo coma", "no lo  toque.,; el control de los esfínteres, no es cuando uno quiera  sino cuando dejan, no es donde a uno le vino la gana sino  donde se puede; en fin, en un tiempo marcado y en un espa- cio. designado por la ley; en el conflicto que por primera vez  queda asumido para siempre del cuerpo y la ley .Eso es entrar  ya en la etapa anal.

La. ~.a.oal..YJ.tlro.aJ9.i:lcl.?.. t:.ll nues~r~ _le~guaje con

tinuamente  .. POI .ese ,sentido-de la. relación inicial .con Ja ley 1 tan Lo el rele_ff~f  .9.9?10 el explotar. Al mantenerse el nifio en el drama del

aprendizaje del control de los esfínteres utiliza los dos lengua- jes para oponerse a. _la ley, pero también es una manera de  conquistar

...

~os dos lenguajes··;quieren decir_ no hacer cuaf!.<i9  .JQ..siw.ten...en la bádi:iiifita,: o donde lo sienten, y hacer cuanc!Q  ..n.o. . ..se. ...esperaba de .él ese regalo. Esto queda vinculado para

siempre en el lenguaje a nuestras protestas; ese primer contacto  nunca

 apacible,: siem_p_r~ . conflictivo, ~ nuestro cuerpo y la  ley, que hará p;ecisame~t~'"que -los elementos de la analidad  y los excrementos y las relaciones con la analidad _v.ayan a ser  .Jlar4 __ siempt~ y c.o...J.o~la:¡ le.o.g¡¡a:¡_;~Jnib91~~-A<!~l.~~~­

~)"La embarrada", por decir lo menos, porque los espa- ñoles que son muy religiosos lo dicen de manera mucho más  nítida: "me cago en Dios" y ponen en contacto, pues, lo.s  dos elementos centrales de la ley y de Ja analidad. Eso siem- pre vendrá en todos los lenguajes de_ ruptura escatológú<~  una apelación ampl!sima ... a. .. .J9.4.o_ .. ~J _

vo~bulario e~~.r..em~  ~.iaJ, en eJ cu.al .senl ~-X;P.!!~~~-!!H~stra 2t'2~-~i6n ~ ~~~ norm~,

La otra par.te del asunto C<S que se vincula una necesidad con  .üii.:PJª.é.~--- Este ,Wacer -~i.ora .. está .ca.Iificado cómo. triui~KriS  _;:>_i_ón o dematJda !k amo.r.;~porque, además, es.tma telaQ6n del  ~V<e.TPQ_ ~Q!l-.~ pero muy curiosa porque es una relación  -"Sln... .eLju.ic.io .. d~ ot~9.· Es la primera vez que el otro comienza


 

Estanislao Zuleta Obras 71

a funcionar como testigo, el que se va a alegrar porque no nos  or.\~n la cama y cosas así, o el que se va a enojar; el

r::'. . . 1 t

~~9~<?-JUezj..ql,l~ .. -~- .Y~-~,Il Jl. r~v~_sar en tr~ .. nosotros y nq.es.tro

~JJ?.O~.-~f q~e hay qu~ __ªgradarle. al que,,ha.y _qu~.-~n.eJ~!;.. Ese  es el otro rasgo permanente.

En ese núcleo que llamamos la analidad .~ur_g~y -~~----~!J:~arza  .llJll=.~p.t:Íme-ra v.ez .una.relación ,P.ermanente con el otro como

~~1°~~ ~~;:J&a6~-:~~¡~?q~i~ ~iiirJ-~~u~inhi~~~~~~~~~~~¿-· ·

y tod_g,_)Q.mQll.e.)~..f~~c:t~ -~-~1-~os_.a:fes.~ará a nosotros porque

ese  otro WA..s>Jro prymordi'.ILJ<?<f..':l~laLfi.Y.l.qJI~ -~epend~mos en  .:~!:lJ~.~!o,_, ~f.!:. ~t.9r4.~n. .. 4~ ... !~--~~m,a_n,ga,_ .9~.1 ....

9~,~Y9r .. d~~)$1,1W9-e-. ·

..sti:la4, 4el' amor~. de. la . .identidad,. y .

q~e- n.o~ po,nd_rá pues _esa  otra condición. Entonces es mucho más que el traslado de•

~~~ .excitabilidad de unas mucosas bucales o unas mucosas  anales: -~<~ ...l..

VJ,íl,J:~q__;rii!!l.Í~~i9.R ... d.~ .. J!!.X~!!SJ9..U.. ...S.<l!.!...

~.l . o?tr~~ ......

JUJ-¡il ___

introdu<;ción de la relación c_ov .. la~ley.. Ahora el pro- blema ya no._es"'de"pilv'acióñ':'·'co~~- podría 'ser para el niño  estar privado del seno; el problema ahora ya es de prohi- ción.

Tal como vimos antes, para poder comprender la teoría  freudiana de la sexualidad, hay que tener muy claro que

tfi- 'áePtLi ~olií.f~ ,~P. •• x.4lQ~Ju,.~~-~~  ::~ ~}{ualidad C<?Jl . ..!.!t},9~~!~#.d;.! Hay que tener eso muy claro

para poder formular tina teoría freudiana de la sexualidad,  cualquiera que sea el tipo de freudismo que vamos a elegir  después, de Lacan, de Pontalis o de cualquiera otro.

Ahora vemos que ese vínculo es comple

jo, que la oralidad  implica un tipo de relación con el otro, un tipo de identidad  en una identificación primaria, es decir, una identificación  anterior a la diferencia de los sexos. Una identificación secun- daria ya es otro problema que se organiza en otro sitio; ese  se llama Complejo de Edipo.


 

72 Tomo 1 Fl pensamiento psicoanalítico

:;-

La id~~ti.ffi3!r:i~.rto.n.~"-~!1 escena)~j.P.~.n ti9acl prímp_r9.íal .

. Y":fa 'fl;lsión, la identificación con otro, ese tipo de tota.Ji_taris- .mo.,.. .. d~: exCluSión del tercero, esa dificultad de difºri~

. J!Q.~~<;tE,_ _

q~ :llacer rodeos, esa manera de dirigirse de ínnw.Q.ía to..  .J:lLobje.to del deseo sin plazos; y de allí también esa tendcricia  a la desesperación que en el niño es la explosión de !Jan to·,  que puede adquirir luego muchas

 otras formas en el adulto,  como la dificultad de ingresar en el tiempo, de someter el  deseo a una norma: "sf, pero todavlá no", "sí, pero no aquí",  etc. Ese tipo de deseo exigente, urgente, que no acepta plazos,  que se refiere al otro como al otro con el cual se aspira a una  _fusión absoluta, a una comunión total de las almas, ~_(),  lógica de la oralidad que sigue continuamente en nuestra vida;  después "se puede volver me la física, religión y tam hiim tipos  de matrimonio, de relaciones matrimoniales y muchas otras

cosas.

La literatura freudiana trata esto en una forma bastante es- quemática. Tal v~z donde mejor se •trata es en las obras finales  como "ESQUEMA DEL PSICOANALISIS", esaito a los  ochenta y pico de años, en Londres, y que es una exposición  dogmática, dice él mismo; es decir, una exposición que no  está justificando polémícamcnte cada momeriro de su desa- rrollo, sino dando lo~_rt;sl!Jtados a que ha llegado. De todas  mal' eras, hay muchas otras cosas Ínejores después. Eso sí,  hay que buscar en uno y otro lado.

PREGUNTA: ¿Podría precisar un poco más la relación con  eU.i~n!IW ~n, lg analidad?

Hay UJ1. tiempo d~JªJ_(!y..__st;i!1.t.r9dl1ce un tiempo legal, y por  1~ tanto J:i¡}c.IJ.ll.a....,ttQS.iJl.Uüi.a.d._de t.cans.gredir con el tiem.P.Qi  hacer esperar al otro es una de las manías del carácter más  aburridoras. Hacer esperar para cualquier cosa, para salir de  la casa, etc., es. .. _una .d.~. l:;t.s .. {o.rrnas clásicas de la hostilidad .en  ?,l_c.ar~cter <mal. M:mipular el tiempo del otro de tal manera  que si está muy de afán tenga que esperar o afanarlo si se


 

Estanislao Zuleta Obras 73

está demorando mucho, pero siempre jalarte por el tiempe-¡·  cito, contra su tiempo, imponiéndole otro tiempo. También

, hay la compulsión en muchos casos a la transgresión en el  tiempo mismo: el individuo que se siente esclavo si le toca  ir a una parte a una hora determinada, y tiene que ir después1

.. porque se sentiría demasiado mal si aceptara eso, que lej  acomoden a qué horas. En la hora

 el problema es que la  J'Spera es vivida como aiio ']ñ.soportable; eso es frecuente

en ~~h(;s ~~p~ct~s de la vida. Hay algu.nos que por ahora  no menciono porque los veremos con más cuidado, ciertas

elecciones de objetos sexuales.

Hay otros que son más fáciles de ver, como las formas de la  adicción a las drogas, al alcohol, en fin, la adicción como  estructura del carácter, porque cuando ya el carácter se vuelve  de adicción puede uno tener adicción a cualquier cosa, a la  lectura y a muchas otras cosas. J,.a dificultad de tener huecos

J)l) el tiempo es característico de la persona que tiene la adi9- ~n.~ Rellenar todos los huequitos que le queden, no poderse  pasear un rato con las manos en los bolsillos sin que esté  ocurriendo nada, sino rellenar el hucquito que le va a quedar  entre tal y tal hora con una lecturita o con unos tragos o  con alguna cosa, porque si qu~::dan huecos es imposible esperar:

.J;la)Wios.. temporalidades:. Ja una está Y<!. determinada por una  ..Qrganización legal y el punto de vista del otro, o contra el ·

punto de vista del otm.._y la organización legal, pero determi- nado por él. La. .. .o.tra .orat.ks. a)1 terior y ~S. m

á.~. !?J.~n _J_apriy~­

~gificyltad_.d~ .•

e.§Q.~@r. Es otro tiempo y aquí encontra- mos que &L·~e.IQ prablema.1íde las .llamadas et<illa§....J}e la  ~ibid,p e.& .~1 c.onjunt.o. .. d.e.. .

.laJ9.&Ü(.~.

~-!l~CL~lu&r~s-~.sL<!~~ en

,,s¡.u.~. . ..irun:. .

e.§~ ..1~ r<:Iªc ión con. ~L.Q.tr.o •. ~Q.n.-~LJL~WP.O s ...

~RJl. 1.ª JWUillll;, y no simplemente. esa tendencia reductora al pro- blema de la mucosa oral o anal, que también es. Visto así  no se sabe nunca qué dirección es la del regreso, porque el  regreso básicamente es a esa lógica.


 

74 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

La analidad ha sido estudiada por Freud en otr.as direccio- nes muy interesantes. Sobre esto sí tiene Freud trabajos  muy buenos. Si se desea avanzar un poco en ese tema y verlo  con más profundidad, es recomendable la lectura del ensayo

..

ALGUNAS PERMUTACIONES DE LOS INSTINTOS Y  ESPECIALMENTE DEL EROTISMO ANAL", donde Freud  \~.~udia toda la lógica y la simbólica de la analidad: el p.}fi:o,  s..!.X.~~!~.!!!.~!!..t.?.~~ ... e] gipero, __et,t;eg.a.}g_ COfl!.2_.1l.~. ~ncepto anaf.

La analidad produce sus propias teorías; se puede leer en el  texto de Freud: "TEORIAS SEXUALES INFANTILES".  Todos tuvimos alguna vez la leyenda del nacimiento anal se vuelve a repetir en los sueños y sigue la creencia incons- cien te . Cuando Jos padres ilustrados traen la ~vista sueca  y le muestran al niño por dónde nacen los niños, de todas  maneras esa antigua teoría queda allf latente. Como los  primitivos -dice Freud---, convertidos a la religión oficial  del dominador siguen en el fondo de su COJ1lzón rindiendo  tributo a sus antiguos dioses, así seguimos nosotros en el  inconsciente con nuestras viejas teorías, y es muy intere- sante ver cómo surgen esas teorías en los sueños, en los roa-

- teriales artísticos, etc. Se puede ver claramente que se trata

;: de una posición frente al otro, una relacióu con las nonnas-- ¡y con el tiempo.

Para profundizar en ese drama que es la analidad, en ese  conjunto de ideas, de teorías, de problemas con el tiempo,  el tipo de relación interhumana, tipo de tensiones, formas  de transgresión, es bueno ver un conjunto de obras más  amplio. Puede estudiarse en ..EL CARACTER Y EL EROTis- MO ANAL'" desde el punto de vista del carácter, sus rela- ciones con el dinero, la avaricia, la tenacidad o la terquedad;  en ..Las teorías sexuales intimtiles" y en una carc~cterología  freudiana más compleja, un caso de neurosis obsesiva, en  los "CINCO PSICOANALISIS... Lo importante es hacerse  una idea compleja y no acceder a una definición simple:  ''Llamamos analidad el momento en que la posición de la


 

Estanislao Zuleta Obras 75

libido está vinculada a las funciones de la excreción o la re- tención". También es eso, pero es tan in suficiente que a  partir de eso nadie podría entender porqué darle tanta im-

. portancia a la cosa .

.JL!l!-.~.f1a_l.ig_!HÍ. e.s l¡e){~al es porque se trata. de toda una dr<t:.  -má··ti·c a que. involucra las formas de identidad, de relación

. . .. ·.

U~. .tempqralidad, }as posiciones de objeto. t~--~~XJJs.l pof-

que es un placer que no deriva de la necesidad, de la satis·  facción, sino de esa dramática de conjunto, que está sim-

. bolizada. También e.s .. un placer sexual porque está en juego

. el deseo.

El problema de la k:!~P~i!!li~~está, a mi juicio, bien expuesto  en el libro de Moustapha 'Safouan, "LA SEXUALIDAD FE- MENINA". La etapa fálica ha recibido ese nombre, pero  es perfectamente común a los dos sexos. El problema más  importante de lo que se ha denominado en psicoanálisis la  etapa fálica, es el de un tipo de narcisism.o e.n. el s.entido de  cierta aútonomización, que es la n~cÍón primordial de dicha  .dapª'~ 9i.:}ánista,. m11stu rbatoril}.

••

.w· •. ; ..... .._. .............

~.·~·

Aunque hay muchas reflexiones freudianas, sobre todo en el  primer Freud, en tomo al problema de la masturbación  infantil, a veces no se entiende en sus textos cómo es el asunto  y por qué le da tanta importancia. Especialmente Freud parece  creer que hay problemas neurótico~ que se derivan, no de  la masturbación infantil, sino de la prohibición de la mastur·.  pación infantil, y que es un tipo de comportamiento que  por alguna razón entra muy directamente en relación con  la culpa.

Hay muchas formas de la culpa y precisamente el psicoanálisis  ha permitido hacer distinciones. Hay una forma de }.a,_c.l:').P.~L  .9l1e e~ .anterior a la transgresión de. toda. nmm.a, incluso  anterior a la existencia de cualquier norma, más primordial  que cualquier transgresión, y es la s,ue procede de la hostilidad

a un objeto amado. Como ese ob}eto amaao, si es'"et ol5jefo

~-••••• -- ......

Go ...·:'""•· .. •••••• ......."-'""'f·'"


 

76 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico·

f;'ñmordial, es también un objeto de identificación, la hosti- ~idad que tenemos hacia él se vuelve sobre nosotros, y eso es  ~o que llamamos culpa: llna ~specie de __rabia con~~~ mismo  ¡p_or haber odiado y agredido real o_imag~nariamente a ar.g¡.iren·.

Freud trata eso sobre todo en el texto ''EL MALESTAR EN  LA CULTURA" y en "DOSTOIEVSKY Y EL PARRICIDIO".

Pero hay fonnas distintas de culpa, ~omo la _culpa por una  transgresión directa como la que se puede producir en )i- ~tapa anlil, que es muy distinta de la culpa que se -produ~e­ por la autonomización. La masturbación es una forma de  autonomización, en el individuo se refugia en su autosatisfac- ción proclamándose en cierto modo independiente de un  objeto. Pero, además, hay otro sentido de esa autonumiza- ción: Jo que en realidad resultaría difícil de ejecutar, en la

f.ao__tasfa puede hacerlo.

La prohibición del incesto, aunque sea común a todos los  pueblos, .es un criterio del otro .... El. señalamiento desde_ el  __ origen sobre qué objetos pueden y cuáles no pueden ser  objetos del deseo.

El problema de la autonomización hay que exponerlo desde  un !JUnto de vista masturbatorio y de la lógica de la mastur- bación. Freud no lo expone bien; hay cosas acertadas pero  no está en conjunto bien expuesto, no porque no sea así,  sino porque no se entiende.

:"-Esa a:utonomización genera un tipo \de culpa\ muy distintó  1' a la .culpa que uno tiene cuando al "no .. del otro le dice  "sí"; porque éso no tiene ninguna autonomización, es UJla

oposición al otro. El otro dice: "no haga eso"; el "sí lo hag0''  está

 muy..Jejos .de ____ ser aut0nomo, Al contrario, la oposición  directa al otro t.~s otra forma de la dependencia. Es muy  frecuente verlo hoy en la pubertad: yo soy completamente  dependiente de mi papá si hago todo lo que a él le parece  bien, o también si hago todo lo que a él le parece mal; por-


 

Estanislao Zuleta Obras 77

porque no estoy haciendo algo diferente que me parece a mí,  .a.ipo_algo en .relacjón a lo que a él le parece.

~!. que está en la rebelión permanente, está en una relación  Jle_ __ qep~nQ.~n~ia, es decir, ahf no hay un movimiento de auto- nomización, ni mucho menos, y muy frecuentemente se ve  que n

o tiene contenido la acción misma, como ocurre en los  niños, y no sólo en los niños, en quienes hay muchas con- ductas que, si no fuera porque están prohibidas, no se vería  qué gusto les podrían sacar; .pero sí le sacan mucho gusto,-

,.p,recisamente, a la transgresión.

Hay otras formas de la culpa: Ja culpa en una autonomiza-: -~  ción y por la rea)ización fantástica de un· ~onjunto prohibido ·'  que ya no es un "no" concreto, "esto no", "en los pan talo-;  nes no se haga popó", sino un conjunto más vasto .Y que st; ·  .,refiere, e.n general, a las condiciones del de.s~o. Esto se vin-f  cula con el cstfmulo de un órgano --el clítóris en las niñas:

y el glande en los niños

-- y el cuidado de la integridad, es·  decir, el temor a que allf mismo donde se consigue un dís-i  frute vinculado a fan tasfas liberadas de condiciones, allí{  mismo se pueda tener una pérdida y un castigo, oscuro temor;  que Freud denominó, desde el principio, complejo de cas-\  Jración. . .,

El problema del complejo de castra~i()n es b.astante vasto,  .Y no se puede ver independientemente de la estructura del  Edipo; pero para dar una primera idea, lo que ocurre es esto:.  una forma de narcisismo fuertemente localizada en una zona:

-clftoris, glande , con un problema de aútonomización con'  respecto al otro y también a las condiciones del deseo, que·  son condiciones del otro; problema de autonomización que'  funciona por eso mismo, porque está fuera de las condiciones·  del otro, como una transgresión muy global, con el oscuro

temor de que esa transgresión puede producir la pérdida de la  identidad allf mismo donde funciona como placer el apoyo  masturbatorio de las fantasías.


 

78 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

~~;s2o:~:~ii<? ...gt;;·tr~:!~~~~nsr1~vra~¿b~~6 ·

~*~~~~]~~~?!~~

clínica; en el sueño del perro que va a morder, en el horror  de las tijeras y en todo aquello que en ciertas circunstancias  comienza a poblar nuestros terrores y nuestras noches, se  ve muy bien que la idea de castración está muy-clara, aunque  no esté el término. Er: la clínica podemos encontrar un apoyo  masivo, también en la clínica de la psicosis, porque cuando no

,hay complejo de castración es porque estamos en la psicosis.  ·El complejo de castración representa f\lertemcnte la presencia

del otro como amenaza que se opone a la afirmación ~~1  ·sujeto. Ese juego tenso es esencial en la vida psíquica. Sin él  ' me rodea la psicosis.

Un conjunto muy vasto de zonas erógenas encuentran tam- bién sus condiciones de organización general y, sin embargo,  no están allí tratadas por Freud y no han sido desarrolladas  casi nunca. Freud .. asimila la etapa oral, sin decirlo siquiera,  como primordial y originaria, a las funciones aliro_enticias.  Pero en cambio las funciones que tienen una inmensa'imj)ür- tancia precisamente sexual, las respiratorias, no se sabe bien  si quedan incluidas o si son otra cosa. Parecen quedar inctyj- das; sin embargo, deberían haber sido <;>bjeto de un trata- miento aparte y por sí mismas, tal como lo proponen hoy  algunos psicoanalistas como F. Roustang. Además, las otras  que son de gran importancia primitiva, mirar-ser mirado,  que desembocan finalmente en exhibiciones, vouyerismo,  y que se sexualizan tan fuertemente en la vida, tampoco  fueron objeto de un tratamiento suficiente. Algunos pasajes  de "La interpretación de los sueños", como el suefio de  avergonzamiento ante la propia desnudez, muestran que sí  son típicos, que sí tienen organización, pero finalmente no  hay un buen desarrollo. Lo que tenemos es una indicación  suficiente para avanzar en lo que por ahora nos propone- mos: .la teoría freudiana de la sexualidad. . Eso nos permite  discutir con los sexólogos que objetan el psicoanálisis sin  tener en cuenta de qué se trata al hablar de la sexualidad en  psicoanálisis.


 

Estanislao Zuleta Obras 79

Vemos, pues, que la sexualidad está necesariamente articulada  a un

 conjunto muy vasto, a una vivencia del tiempo, a una  v

ivencia del otro, a una vivencia de las normas, y que sin esa  vinculación a una identidad del sujeto no se puede entender  nada de la sexualidad. Esto es lo que nos interesa por ahora.  La sexualidad, por ser placer independizado de la necesidad,  plantea, necesariamente, en su esencia, la relación de un sujeto  (identidad), con el otro. La sexualidad humana se juega, pues,  en el campo de las relaciones interhumanas.

'

*

* *

3. MOVILIDAD DE LA LIBIDO

Comencemos con algunas observaciones sobre el tema de }Q~.  sk.W.n1>

.:L dcJª )J~!gp e.ru:I f!.arc_i~~w~ ... ~n _el_.~rpg_~ .:y_, __ ~!.l ~e-~e.ral,  en las elecciones del objeto, tanto en lo individual como en lo  ~h~~ti~o~· .l><>rqúe alü ·enco.iiira·iiiü~--üñü''{Ie'-i(;S"¡;·;c;I:)l~;~s-;;rs  importan tes de los que se ha ocupado el psicoanálisis y de los  que debiera ocuparse todo el pensamiento sobre la conducta  humana individual y colectiva.

Haré el planteamiento en un camino muy diferente al que  suele acostumbrarse y al que siguieron Freud y los psicoana-

1

istas. Se trata de observaciones por mi cuenta., sueltas, sobre  un tipo de problemas que parecen contradictorios o paradó- jicos y que, sin embargo, se ofrecen fácilmente a la observación.

Consideremos en primer lugar la rola ti va .,ti.g.Ui~~--4~. J<:> .. ,q~c:. ..S.W.~llamar. . .e.LX..O. el carácter, y la extraordinaria dificul- ·  tad, en la clínica- privada, para producir algunas mutaciones

en un carácter ya constituido.

La mayor parte de las consideraciones más o menos psicoló- gicas, y frecuentemente también el sentido común, plantean  el carácter como algo inmutable; es como quien dice "su modo  de ser".


 

80 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Desde un ángulo más cercano a la observación analítica, vemos  que, aunque genemlmente resulta diffcil una mutación de  carácter, esto no es así en una forma absoluta, no todos los  casos de carácter son igualmente difíciles de modificar. Es

..J.l!.!Jid.Q .

.Ql.l.~. .--Yn. carácter b~sicamente obsesivo o de tendenc{cis  obsesivas, es mucho m~s difícil de modificar qu-e un carácter  hist~_r_i~q~- son mudio más fijas las identificaciones perrria- ñ:¿rlics,' inmutables, en el primero que en el segundo. ,

Suele denominarse- rasgos de carácter_i.l todo el conjunto -~-k:  .r~l,l_cstas .se.dimentadas a diversas situaciones vividas, en  'tas que unos individuos tienden a respoqdcr con una dckr- minada fórmula, mientras otros responden con fórmulas  ldiferen tes.

Una caracterología freudiana aborda el problema desde varios  ángulos que se relacionan entre sí. Por una parte, ~g(lp las

-~!si9_n~s _

li_~i-~i:r:t_~l~.~,.-~?.!!!i:r:t~!!.!_es, se habla de carácter anáC'

carácter or:aL carácter fálicg, etc. Por otra parte, seg(&n las  ~as_ P.!i~qu.ica_~-~!?.f!Ü.lJ.llJltes - depresión, obsesign, ·¡:;¡s=-·

~ ,&e habla.,Ac.,~9.~tl:l~_teres paranoid~s, caracteres esqui- --z<>idcs. sin que esté comp"romcfído -el proceso mismo de  lo que es una esquizofrenia o .una paranoia, sino·--- ~.Q­

ntsg,os.~.ds:.....wwicJ.et; es decir, que dominan en ciertos rasgos- de carácter el mismo tipo de problemas que en las grandes  formaciones psicóticas destruyen la unidad del Y o. Sabemos  que en una formación. paranoica los mecanismos de defensa

-que. .. dominan..soc...p~.e,~iGn .e. -i-ntroyección, y especialmeñt

el mecanismo m:oy~c.tiv:o. es .muy visible: el estar ignorando  los propios sentimientos con una represión global y viéndolos  en los otros como dirigidos hacia nosotros; así, una hostilidad  determinada hacia alguien queda convertida en un sentimiento'  nítido de que alguien nos persigue, Todo este conjunto carac- terológico es algo que en la clínica privada resulta muy di ffcil  de modificar; es un punto sobre el cual se extiende el pesi- mismo clínico; se podrán mejorar ciertos síntomas, una  fobia que le impide salir a la call~, una inhibición que le im- pide tener relaciones sexuales, etc., pero ya el conjunto, el


 

Estanislao Zuleta Obras 81

carácter mismo, es como una esp~dc de cerrojo. Incluso en el  histérico es

 equivoco. Decía a veces Freud que nos ilusionamos  mucho con el histérico creyendo tener grandes éxitos en su  transformación, mientras tenemos ia impresión de trabajar con  el obsesivo en la roca más dura, con las máximas resistencias  y la necesidad del máximo esfuerzo para lograr unas modifi- caciones; en cambio en el histérico a veces tenemos la sor- presa de inmensas modificaciones que no nos costaban esfuer- zos mayores, como si estuviéramos trabajando en plastilina,  pero asf mismo son poco durables y se voivían a reorganizar  en seguida.

El psicoanálisis siempre ha tenido un cierto problema frente al  carácter. Muchos analistas (no es el caso de Freud) ni siquiera  abordan el pwbkma; se reduéen a lo que podríamos llamar  sintomatología. En algunos textos de Freud se dice que el  .9C?.S.!ino qe una pulsión r<;pr.i.I!l iQ.~ .P,~e-~~ J~!)<;! ..

!\?9:Pi.i~l9.11 .. ~5;;

~11.!: ~.í?..~_orrw.9.Ja fQ:rrrw.ci_9,[1 4S u.n ~asgp,ci.~ ..

~'!Ut~"~~r. Este ejem- plo se encuentra desarrollado en el estudio "ALGUNAS PER~  MUTACIONES DE LOS INSTINTOS Y PARTICULARMEN- TE DEL EROTISMO ANAL"..

Según Freud, el asunto resulta mucho más fácil de tratar psico- analíticamente cuando se trata de un síntoma. En un síntoma,  el hecho está, por decirlo así, en plena efervescencia y las ten- dencias están en combate. En el carácter parece que ya está  .todo organizado y . se repite 'ii ve~é_s con efic.acia; el hombre va

. . . ~ . . . . . . ..  r.equciendo sus problemas a una serie de rasgos de ~arácter.

Algunos son parecidos a sin tomas, pero no son síntomas cos- tosos en el sen ti do de que el Y o quede su pera do, sino que  son gustos: se vuelve exageradamente ordenado, hasta el  punto de que cualquier desorden le produce angustia, exage- radamente limpio, con ciertos datos un poco raros como  lavarse 18 veces, y algunas cosas por el estilo; en ese caso está  al borde del carácter-síntoma, pero no siente el síntoma como  tal, como algo que se le impone por fuera de lo que quisiera  ser, sino que el sfn toma entra en la racionalización . Cuando  se habla del carácter es porque el individuo se vuelve e.axgi~.Q.,  dice Freud; el hombre cree que asf debería ser todo el mundo


 

82 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

y que los otros son desordenados y puercos ya que no hacen  lo mismo qu-e él. Cuando se fija en formas de carácter, empe- cinamiento, terquedad; cuando un fenómeno de esos, en lugar  de tomar una vía francamente sintomática, se presenta con  rituales que el mismo sujeto no comprende, leyes extrañas y  absurda.<> que se ve obligado a obedecer, eso -que llamamos

.Jiu_to!U!!to!o&fL.!lb~"L.~, .. .m?~_ ..t'.ien. -~ ~fU.~I:l. en signos de  f.ªJjc.te¡, Todos tenemos signos de carácter, hablo de uños  exagerados para que se vea más claro, pero son parte del Y o  de todo el mundo.

Ese tipo de identidad que procede de

identificaciones con  series de .(IgU:ras primordiale~, .

.Y,.posteriqres~ que procede de_  cierta manera en .. Ia cual todo el mundo logra encontrar alg(m  ,i>.~cto -ei,ltre · sl)s ·· ~zt~~W::mi.Jné.9n~fi~ntes y su ~,?nm:a. de  :f~n~io.nar. en. el. mJ.m.Q.o,...s .qu0-~~ar.

...wJ....~J1f~er ~JJ. tiene una firmeza y posee una dificultad extrn"or- dinaria de modificarse. Hay momentos en los cuales el aparato  así construido, el hombre ya hecho, puede sin embargo entrar  en cuestión, no sin gran angustia y a veces felicidad. Momen- tos de esos son las crisis: la.-~v4~.Mt p11bertad, momento en  el que entra en juego todavía lo que va a. ser' ei Carácter "de

ti- - nitivo"; momentos de grandes acontecimientos en la vida  personal, como un gran duelo; también el momento más co- nocido, más típico, más celebrado por la literatura mundial,

el enamoramiento.

~También encontramos que los elementos que parecen más 

: definidos, esculpidos como en una roca, lo que sabemos de 1a  \identidad de un hombre, !.ft~~~~:tá.~~al,U...,QQBW  Uw:u~~tlwtiu. También son objeto de un trabajo per- ¡manente, no son un ser, son una ~!!Q~cta que se reitera., que  l tiene sus amenazas {que se expresan como angustias) y que se  t.puede variar a veces de la manera más impresionante. A

'Freud le interesaba mucho ver eso.

Freud habla de masas en un sentido bastante particular; al  comienzo del texto él se refiere a las masas en el sentido de  lo que podríamos denominar más propiamente multitudes.


 

Estanislao Zuleta Obras 83

Este concepto de masas no corresponde al de los marxistas,  principalmente los de este siglo. Cuando los marxistas hablan  de masas se refieren a la parte de la población que es explo-

. tada y dominada en diversas formas, a diferencia del prole- tariado que es explotado y dominado de una forma precisa  por medio de la plusvalía, o del campesinado que es explo- tasJo también de una forma precisa.

'

f¿J~r!i~_illg~.Frx'Q.sl.~~-q xi.\ ...

~.tQ""'es decir, que no están defi- as por una condición socio-económica, tipo de propiedad  o tipo de relaciones de trabajo. Son en .acto. en el. sen.ti.d,Q,.

~~~~lfJ;uq~~Í~.~~~~ti~!<f-~~ :~!~ít~~e !:esa~8 e~  general; luego habla de un tipo de masas que él llamas las  "masas artificiale~~·. '

Lo que po~íamos llamar ~~~~·-~~i9iJ.i..;rs~~~. .. f~~~!!l.crE.9.  ..d&..Ja •• multib.\d. .. ,q,g.e,_

_¡,t~f~? protestar por afgo o para celebrar  la victoria de algo, ~ ...!E?.f!.mu~nJ~ .

.P.~?!i.~,P:*-l:?li~~s ~spq~~­ ._!!.earnente, eucuentra. a veces algún guía o vocero, algo o  .alguien contra qué ..i rse,. despliega una capacidad extraor- dinaria de audacia, iniciativa histórica y coraje y los. mak  yJ.4!l.o~. <J.l,l~ ha.c~11- .P~rt_e -~" .~.scLJPa.S.a,ad.quje~ .¡¡n,.co~p,w­ ~¡~p.t.Q ... (:P~t:~!!'~'o, que es perfectamente diferente del com- portamiento que cada cual tiene por sí mismo; es•· .c•.u: a:..ndo el

:·Jl..,•_=,. ..

~t.-i

.).noividuo deja .A~ .~~i~W:~<i2Jl1~.2W.ml~~~..&.SW;q . ,tjR2 ~

.

.Qfial).izac¡ion~s,.,(.a.la familia, o a los colegas de la oficina, etc.).  Todás esas otras organizaciones quedan disueltas; en términos  de Freud, ~!Yié!.<?.~.lm.J¡..JilliQS2 ¡ .tsuks.J¡~..2U:~§. Y  se presenta un fenómeno completamente particular y muy \

enigmático. ·

,JaQs J:aiWl&"·4el stmh;t.ar qua ie haA. monia~5?... .. E~~~ ...!2.~..R,Ü;...  _¡net9§ -M'!9! .. _d..e-l! .. Y!9!l. ... 9.Y.~-..§QP.. ..

.kn. . Jlf~':~l-~~¡y>~~~ Al  hombre temeroso, prud

ente y tímido se le olvidan esos  rasgos de ~e adelante aullando con la antorcha  encendida ~·eü·~a¡:jñJQ.tiAQj La libido  del Y

o, el narcisismo se pierde; y el individuo que probable-


 

84 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

mente hace dos horas, cuando estaba en el bafio, se encon- traba preocupadísimo por ver un pequefio puntico en la  nariz, se despreocupa de y se lanza de frente en la bala- cera, con la más clara sensación de que no ocurrirá nada; la  patria, el partido, la cau~. ha. capturado-.toda)a. . lib~fl<>..~

€il.X.P ..ha .. p.erdido. -

tEste es un fenómeno cotidiano que hace tan misterioso á1

fser humano que es tan difícil que acepte que le suban el

l''!preciobargo ade los chicles, del cigarnllo, del bus, y que sin em-

cepta que lo enfrenten a bala y sigue avanzando;  ¡ ~--_perso'!:~~~~~--~~_ri<?.~ -~~~ ~! ~bpmano.~~. .

~que  ·.nos ."ltm· ~----~.~m4Y!r..I.a ~~on.2,.tl}ía de~ 'l~b¡do .como. -lWQ;:~

lJ .os....fenQDJ®OS __ esenclife~,,.~q~Jí!í,~l§tia: Ese personaje que  \ vive bastante crispado, sépalo o no, ante la posibilidad de  :la muerte que siempre está ahí, de pronto la desprecia ·\a la voz de algún generalote disfrazado de verde: "¡al ata- lque!", sale sin vacilación, sabiendo que al frente están las  ¡ametralladoras, es un personaje que no deja de ser inq}Jie--

\tante. ¿Cómo estudiar esas variaciones?

~ ... _

Aquí vamos a tener que tratar de ser un poco metó<!!fos seguir a

 Kant, quien en el último capítulo de la "CRITICA  DE LA RAZON PURA., nos ofrece una metodología extra- ordinc.ria. Una de las cosas que allí dice es que cuando no  tenemos la manera de explicar un fenómeno, no es bueno  comenzar a .inventar fuerzas desconocidas que lo expliquen,  porque desde luego así se explica todo, pero ¿de dónde sa- camos las fuerzas?

La situación de la que hablamos es un fenómeno tan asom- broso que realmente no ha podido dejar de notarlo la hu- manidad en muchos períodos (Grecia, El Renacimiento, etc.).  Se ha hablado de las gentes de kls .. pueblos puritanos _que  ante .. ~alq\l~r ..fenQme.no. de masas resultan de una crueL.'

~dad inaudita. ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿A qué debemos  (~~,s~~::~o!ari:~jiJa~:J:!:r!


 

Estanislao Zuleta Obras 85

a esas fiestas de la matanza colectiva que son tan frecuentes en

 la historia: masas arrobadas por la religión, con unas capaci- dades no menos locas que las otras, de ser buenas, como los  cátaros que entraban cantando a las hogueras, cogidos de las  manos y convencidos de que por ahí derecho salían hacia la  vida permanente: cuando a uno le proponen eñ privado entrar  cantando a una hoguera, le queda más bien difíciL

En general, pues, hay una d-···~·······

iªJprsión. ..

!~Es inútil hablar de la  verdad o no verdad; no creó""que· hayá habido una causa tan  tonta sobre la tierra como para que no cuente con miles y  miles de mártires, y por eso también no hay nada más tonto  que hablar de que alguien dio testimonio de la verdad con su  sangre. No hay mentira tan aberrante como para que no se  haya dado testimonio de ella con la sangre y con cantidades  de sangre. Cuando se desata la hasta entonces comprimida  capacidad de ferocidad y de pronto hay alguien, un gran líder,  que dice: "masacradlos a todos", ¡qué felicidad!, ¡ay!, ¡qué  fiesta de la matanza sin remordimientos, de la matanza feliz  .del ~>t;ro ma.lp,y.:y:o ..bu$<UQ.!.

Esa es nuestra historia. Se pueden hacer las observaciones:  Jie..-Pr.9ntu.....k .... nm.Pión 4e. seres relativamente racionales ,al  s_qnv~rtirse en..dermisii.d'as· Y.~4emi&t~aO&~·.~~o~:~e sape·:~éi!rn~9S.~ ,,

..se. transfonna .. en,.q,t.w~En la "PSICOLOGIA DE LAS MASAS  Y ANALISIS DEL YO", Freud cita a Schiller, quien dice:

••Es extrafio; consideramos uno por uno, todos  ellos son pasablemente inteligentes, pero cuan- •  do están reunidos no forman más que un solo :  imbécil".

Freud critica un poco la posición puramente negativa y mues- tra que lo anónim~so.Jss!iYQS,.~e de nofl!!.~.~. . es cruel, es  como si algo hubiera fallado, algo qÜcTes"ef é~rol interno de  su propia conducta, lo que él llamaba el ~~

J,ambií=n. .. .es- ~Mirto q~.~&.. . . . ~ .. ~Q.r,din!l.!i~~-.. Y, .• P.r~ ~B;..~!~-~!:.? t.~ .

..!~ .!.!l~S.. e)!; trªqrg.i~~:rü~~? .. no


 

86 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

sólo los cancioneros, el folclore; han hecho los idiomas, cosa  que

 ning(ln individuo por sensacional y genial que fuera  sería capaz de hacer. Es decir, no se trata solamente de decir  para mal o pam bien, sino que el hombre en masa.es o_tra cosa  y que tiene una tendencia muy fuerte"a eñtrar en masa y mien- tf'cls más graves son los conflictos ÍJ1 timosdé ·sü ·s~r:li dificul- tad que tiene de vivir los conflictos de su persona, de sus  recuerdos, de sus temores, de sus anhelos, de sus amores e inhi- biciones, de sus deseos e incapacidad de lograrlos, más anhyla  sumarse a una masa.sin conflictos, a una masa absói~ta, au na  masa que le plantee dificultades y ojalá homogénea, dogmá-

jtica, cerrada, con la cual quedan disueltos y resueltos todos los  Eblemas que generan angustia, trabajo de superación.

Así se producen, por ejemplo, con tanta frecuencia las gr¡1n_q~~  conversiones. El hombre lleno de angustias, de dificultades per- SOñáies~qtre. sólo podrían ser superadas con grave trabajo, con  una producción personal, con un enfrentamiento consigo  mismo y un trabajo con otros genemlmente difícil y resulta

· de pronto que Cristo tocó en su corazón y se acabó el proble- ma; hay un grupo y todos cantan en un coro maravilloso:  adiós problemas personales, aquí entramos en una nueva vida.  A veces no es Cristo, a veces es un partido u otra cosa, pero es  la masa la que resolvió el conflicto.

Todos conO®Ill9S esta tentación de estar juntos, de ser un gmn  -~<)89tros; d~ _adqu.¡rq. un gran grupo en el cual investir'todiLJa  ·libido y de ... cmnwrtir .nú.estro Yo.más !ntinío.. . nuestro Yo

. . ·----

.a~tual e~. mi~W~l'Q., Q,e~ grqpo-?...-~-~~~---~-.punto de comen~a  viv~. lo .. 9~.~ ~~~ tien~ d~--pª_r.tic-qh.tr ~mo peligro. .

d~. ~i~ión Y.  <k separac1Ó:n }.;~~t:.R2f.)R..&'t-n!JAl. ... Por hablar el.mismo  lenguaje, la misma jerga. La mimla declsión ~..la- obedieneia es  ~nt.9nse.§..h\. fia.um ...

~....li f~;licirlad. ~ Ja ... .felicidad es semr--a-l&  ,S.jl.t}.~.Y~-~~~.!!!.9rir. pru:Ja .causa. en las. fa~ces de los leon.~s  -alegremente. .. como .lo-~n.l

os .cristia~r-I'odavía lo hacen,  aunque ya no con leones. Eso es conocidísimo, recorre la  historia.


 

Estanislao Zuleta Obras X7

Una cosa similar, más difícil de exponer, es el ~~mor. -~Hay ·-.._.  muchas formas de enamoramiento. Freud en la obra. ....

rrieitcibna- da atrás nos da una serie muy breve que después él y otros van  a desarrollar. .t_~_un tema que hace parte del mismo problema.  'UA-J?. .

IJ..iW..~ -~~E-:gtJQ.s .. tt~~an4_o_ ~~-- !tb!Jr;_ la. i.n.Y.ªri-~h!t~g~d

,_tlu~  ~-"e~s.19~~---~r,~s!iT;n~~~c~~~r.ra;.a.~Ts~~1J*'r-e~  ~~-<:.~. ~ho ~~e~ ],~-~r~~r.:J{ifi~!.·-~¡m~biáao·.itc~-~~  ,lf,s. t;l1isinas; é'$ifp~sAd.~. . #!itaz<?n qy.m~.ficablc, comtHl- ~on esta otra. co~~ esa variabilidad monstruosa del hom-

Ju:e.,:.del p·aare-''de' familia' que está preocupado porque d_gªto  ~J!iri9.. UJ1? patica·-y·vá a sufrir la niña, y una vez que sale a la  calle y se_ encuentr~ e_n_1 una manifes~asi<?,n ~a!~_.,a.!!ilY~<t.LPJ.~~l;l;:

.g~ .Y no de gatos sino ue seres humanos. -· · .. ·

Esa variación de carácter tan terrible y ese conservatismo, ese  núcleo

 en eLcual amenaza continuamente una revolución del  tipo hasta que ya sea irreconocible, o bien una continuidad  perfectamente previsible: "ahí viene fulano, apuesto a que va a  contestar tal cosa", y preciso, contesta tal cosa. Ese contraste  -~e..Ja xari~óo l' d~ '~ t~rau~~tnq.nf..a.g.t¡.,~ua.riacióli..hast~lo. . .tr.t~J;a.no.CJ.ble--o/'-e.sa.J;.iesura a-lo. ..

pr.e.Y.lS~&se c_Qptraste es  .:gre~i-~ap1ent~ ~t ~~rre,n<? ~.n el ~~~ se 4e.~e,p~f1.~~~ ~L~m-{)f."-

Por lo que tiene de variación, desde Grecia ya fue observa- do que el amor tenía bastante de Q~Jir.io. En la antigüedad  se observó _]~.mutación .. de .. los. inaiY.iClü.os. ~.na,m.o.rad..Q.~  ,ÚllP~!!_~. Ji~U~!L!~~!9.~ .. _C\l<U!.d:9.-~ ·- en.sunorazt__ ae .q ij_.t99..9. . ha ,,cambia.d.o~ •. .d.e .. qu.e. .. son .. o~~ Goethe dijo que el  hombre es hijo de dos mujeres, 1a madre y la amada, por- que la una lo produce y la otra hace de él otro tipo. En  ..FEDROH se produce un fenómeno muy interesante: dis- cuten al comienzo de e'ste diálogo de Platón, Lisias y Sócra- tes; Lisias en una fonna bastante maliciosa y malintencio- nada hace una discusión contra el amor y les recomienda  a los jóvenes que no se metan con personas que estén ena- moradas de ellos, porque el amor es mal consejero. En pri- mer lugar, el amor idealiza al otro y en lugar de verlo como  .saz_ lo ve lleno de ,m.W,jps, de posibilidades, y lo -exalta de  taf manera que vié.A.dolo.....as(,no. .•

lo..Jllilillile.~adu..a..aaaa. por- que no hace más _que exaltarlo de la manera más beata. míen•


 

88 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

tras que la persona que no está enamorada de él, ve sus  aspectos positivos y negativos y le puede ayudar a corregir  sus defectos, la ve en una forma completamente relativa,  además como una persona efectivamente reemplazable. El  amor exagera hasta el máximo la diferencia entre una persona

""y-.· ófrá;··l'í~t'sur-·erpüñfo- que .c onsidera. a una"-personas deter- riáda como irreemplazable y frente a ella. aunque sus dife- rencias sean muy pequeftas, considera a las otras insignifi- cantes. En ese sen ti do es un 4~!LrJQ •... 9~.1~~-- al otro más bien  que coñcehlrto:··¡a··promüeve .. como el juez mixJmo;eT4i~j}go  p"tiviJ~glapó;_-aqijer·a.ifté et· cual· y:·s·óro···aiite cí""cüaT te -lntere·~  realmente quedar bien, aquel ante el cuai quedar rtal getj;l  un dolor. inaudito. Lisias dice, finalmente, qúe ei amor"cs un  delirio que tiene como objeto una persona y la relación de uno  con esa persona. A esto contesta Sócrates que efectivamente  el amor es un delirio. y que con eso se habría refutado el amor  si no fuera porque _!!Q_gued~U~.lll-LQ_<]!l.f_ to<!_<?__ ~-~~t?~  mala cos~,. Es cierto, es un delirio, pero ¿acaso por ,ese delirio  ño ..descubrimos algunos posibles, que sin ese delirio no des-·

·cubriríamos?, ;,acaso también cuando el

poeta está en el mo- mento mismo de encontrar lo mejor de su creación~e cierta  manera, no delira? El que está muy puesto en razón segura- mente no delira, pero no hace poema alguno. Sócrates ha  pasado a defender el delirio.

Freud en la "INTRODUCCION AL NARCISISMO" quiere  introducir este problema de{§:-movlli<la<I de -~_lilii~ ~-~

~_E~l~Ji~id<?., ~é?~.<? ... s.~ diri_gc.~un ser_y se.retir

a d~ él; ¿qué  pasa con la ·libido cuando un ser es decisivo para nosotros,  desaparece, se mueve o, peor, se enamora de otro?. Decisivo  porque estamos enamorados de él, y estamos enamorados  de··e-t·porqii"e''para ~osotrós" es. . Ün. rc"súmerÍ de todo lo bueno  ·que~ pUede· haber ·en ~uestra ._.vi.<Ja y ··una promesa de _t:rañs..·  formación, un testigo ante el cual queremos demostrar que  no estamos reducidos a lo que parecíamos ser. En ese caso,  en e! duel9, ¿qué pasa con la libido que estaba allf invertida,  en un objeto que falló y en el cual estaban montadas las nos- talgias, aftoranzas, anhelos, promesas, confianzas, en el cual


 

Estanislao ZuleJa Obras

había esa pequeña mutación que genera el amor y que es tan  difícil de disimular?. Cuando un individuo {':Stá enamorado,  muy enamorado, hay algo nuevo allí en el caminado, en la  manera de sentarse, en la manera de mirar por la ventana, da  la impresión de que ciertos posibles se están abriendo paso y  que son difíciles de ocultar, aunque diga: ..no me interesa  nadie.,_ Pero cuando todo eso vinculado a una figura, a una  mirada, desaparece, ¿_cuál es el destino de esa libido? Es a  esto a lo que se denomina, en psicoanálisis,

Tenemos, pues, Qi .. Yi~~-~-~l~~ --~-1;~~~~ el de~one!_EU~Stf9."  Super Yo y capacidad crítica en un lfder, el despojo de nues-

TroñaiCisíSmo a nombre de un grupo religioso, nacional, polí- tico, etc.; y el juego de nuestra identidad en la relación con  una persona; 6 la tiesura que nos hace llegar a ser un viejito  cascarrabias de 80_ años, muy parecido a lo que fuimos cuaB- do estábamos chiquitos. Esa tiesura y esa movilidad. huma- ~~:z_!os ..~9.Il!.b.~s. y de_lOs' ·¡rueblos: frente a ~as circu~stan:.  cias y a1a historia, individuaJ -y-'colectiva, son el objeto de  es"fúdio 'deí psicoanálisis, que no puede ser cambiado ppr  ~'inguna caracterología de no sé qué Kresmer o de no sé qué  '-·-·

~~anguine.

El siglo XX también se ríe de la psicología de los

 pueblos. Los  ingleses estaban tan tranquilos con la psicología del pUeblo  chino: gente a la que no le importa nada ni el progreso ni  el futuro, gente entregada a lo inmediato, a la contempla- ción, al opio, a mirarse el ombligo; de pronto resultaron más  revueltos de lo que Inglaterra haya sido nunca y les cam- biaron en un momento.f.,g~s P~... .

Q!.P..s!~~.A~.JQ~.P!J:eplp~" psi- cologías tiesas, olvidan un problema: que hay u.na ~cp~pmfa  ~a; ..

e~onomí& dd.P.~se.r::§.~P..~95!r... .. ~~Q!!2)!1.(~ ... ~. ..~

.ij,gad; JlU e el ca rJC~L.!.~. .. Y.E.~- .. .Q9$i9 iU~d.

.Q.~~~!il~.QiU.Q3:d, -~~o  gi<L.amhwtl,~.~.Me.4.e: rgn;p~r d.e. .. la manera -más fantástica:  que el.b-,qm_bre es~ enjH.e~<l'~.Y que el estudio de esas condi- ciones en ias cuales Ji!. h mbre está en 'ue o tiene

con el narcisismo, el amor s1co s s. Sin  esto no fiay conocumen o e pSicoanálisis, pero es e allí  el psicoanálisis ya no es comparable con otras psicologías.


 

TEORIA DEL INCONSCIENTE

El Inconsciente y la Represión, Punto de vista Sartreano.  La Fenomenología y la Teoría del Inconsciente.


 

1--stanislao Zuleta Obras 93

TEORIA _DEL INCONSCIENTE

Cuando se habla de insconsciente en Freud, y en los psico- análisis de todas las corrientes, se trata fundamentalmente  del ..proceso primario"'. considerando el "proceso ·secun- dario" como consciente-preconsciente, con sus mecanis- mos y contenidos inconscientes, que Freud denomina~  "fantasmas~' y que en algunas tendencias del psicoanálisis  se ha denominado la ..i mago": imágines primordiales que  tienen un peso muy importante sobre nuestra vida y cons- tituyen, por así decirlo, la organización escéniCa de nues- tros deseos, de nuestras formas del deseo.

Como vimos, en sentido propio del psicoanálisis, llamamos  ''la madre" a lo que se podría denominar el objeto primor- dial de los deseos, las necesidades, las identificaciones, el  amor, etc.; el objeto primordial y también el primero pro- hibido.

Las funciones de la madre son básicas; si falla su afecto, está  en cuestión todo, desde el reconocimiento jubiloso en el  espejo. Pero esa imagen de la madre, de la que se depende  ·en ,una forma tan terrible, es una imagen que

 tiene muchas  variantes. Hay formas que son destructoras; así en con tramos  continuamente en la clínica de la psicosis la figura de la  madre devoradora, es decir, el temor a ser devorado por una  imagen materna o por un símbolo de la madre. Puede ser  también la ballena o el dragón, es el que cuida a la doncella  y si uno vence al dragón tiene acceso a la doncella. Tal for- mulación es de una universalidad increíble; la encontramos  en el Japón, en Islandia, en todas partes. Son figuras muy  complejas porque son muy primitivas y dependen de nues- tras relaciones iniciales.

Está la madre devoradora como peligro y también está la  madre "atragantadora" -designación bastante molesta-, la  que obliga a comer al nifio que no quiere. Igualmente encon- tramos una figura famosísima, desde el antiguo Egipto, en


 

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94 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

todas partes; l

a bruja, la madre fálica, que se llama en psico- análisis, con falo y con todos los símbolos del falo multipli- cados: con una cumbamba bien caliente, bien nariguda,  gorro puntudo y montada en una escoba voladora. Todas  esas ••imagos" inconscientes irrumpen como elaboraciones  culturales, frecuentemente religiosas, en los más diversos  sitios.

Siempre hay una gran ambivalencia: la madre no es solamente  refugio y protección e incondicionalid

ad del amor, tal como  solemos pensarla, sino también amenaza terrible. Esta ambi- valencia constituye las imágenes de la madre, son los tipos  de fantasmas maternos que encontramos, y que en la evolu- ción de nuestra vida pueden adquirir de pronto una fuerza  muy grande y llegar hasta inhibir las posibilidades del amor  o darle una orientación exclusiva. También están las imagos  paternas.

Los contenidos del inconsciente se expresan por un conjunto  de

 símbolos que son siempre símbolos de las mismas cosas;  símbolos

 del nacimiento, de la muerté, deÍ propio cuerpo y,  en su sentido

más general, símbolos sexuales. Es decir, lo  que es inconsciente es también un lenguaje de símbolos. El  hombre no puede estar nunca ante el mundo sin interpre- tarlo a la luz de sus deseos y temores. El hombre nunca evo- luciona en el conocimiento, como un observador que primero  constata lo existente, observa, repite sus observaciones, luego  generaliza, produce leyes. El hombre está comprometido en  el universo en una forma afectiva desde el inicio; está em- barcado en el mundo rodeado de objetos que lo amenazan  y que son símbolos de sí mismo, de sus temores y de sus  deseos, rodeado de grutas que son al mismo tiempo refugios  y bocas terroríficas, rodeado de alturas que son sfmbo_lo de  potencia fálica pero también amenazas. Rodeado de prome- sas y amenazas. El hombre no está nunca imparcial ante el  mundo, y ese mundo originariamente estuvo siempre ya  interpretado; no hay un mundo sin interpretar al que viniera  luego alguien, con fmes de dominación política, por ejemplo,


 

htanislao Zuleta Obras 95

a interpretar, y nos comunicara una interpretación. El ·mundo  está siempre desde el comienzo interpretado por nuestros  temores y deseos, convertidos desde el comienzo en símbolos.

Los avances del hombre en la tecnología pura, donde se puede \  hablar de avances, son maneras de convertir una originaria  interpretación simbólica del mundo en una interpretación téc- nica, sin que la simbólica desaparezca jamás. El hombre, siem-

pre que estuvo ante algo el mar, la lluvia, un lago, un río, las  planicies, los rayos, las grutas y piedras-, estuvo interpretando

en un sentido fundamental, y siempre estuvo ante otros hom- bres interpretándolos, a sus hermanos, competidores intrusos;

a sus progenitores, en función igualmente del lenguaje de su  cuerpo.

Freud dice que los hombres no pudieron conquistar el fuego

 durante mucho tiempo porque era difícil superar el deseo de  9rinarse en él. Una afirmación alarmante; los tecnólogos y los  antropólogos inmediatamente le reclamaron: ¿cómo dice  esto?, ¿de dónde saca esto?, ¿qué tiene que ver? Fue tan grave  la rebelión contra esa afirmación - por el momento no era  más que una afirmación que se le ocurrió hacer en "TOTEM  :Y T ABU'-' que Freud se vio obligado a escribir una nota expli- éatoria de porqué había dicho eso, con la que termina el libro:  "APENDICE SOBRE LA CONQUISTA DEL FUEGO'.

El problema es que los que leen una frase suelta, sin el sistema  conceptual del psicoanálisis, se pueden quedar muy asombra- dos, pero en realidad no se trataba solamente del fuego, sino  de cualquier conquista técnica, que siempre es interpretada en  ténnimlS-~l!estros. P~2l?~e... ..

<?.~Y. temores. Para el hombre  el fuego, comOñtilgU.ñ otro espectáculo, nunca deja de ser un  símbolo de mismo, para bien o para maL "Somos tan nar- cisos -dice Goethe- que en todo el universo estamos leyén- donos a nosotros mismos y viendo nuestro retrato". El fuego  será un emblema del deseo por su relación con el calor, pero  también de un deseo terrible, destructor, por su relación con  la muerte, porque el fuego quema y mata la vida. Es al mismo


 

96 Tomo 1 Ll pen:;amicnto rsko:.tnal ÍlÍL'll

tiempo el espectáculo de

una llamada que asciende, es decili.  algo que su he por sí mismo. o sea una imagen fálica, y len!,.>Uas  de fuego. lluvia de fue~o; inspiración de los apóstoles y des- trucción de sodoma.

Freud observaba que hay muchos mitos de los pueblos primi- tivos, y muchos suefios de los pacientes, en los L"ualcs ~sc  vínculo dd fuego y del orinar se w muy estrecho. E.n casi  todas las mitologfas que conocemos, escandinavas, hindúes,  griegas, d que consiguió el fuego lo trae dentro de una vara al traerlo genera un castigo, como Promctev, por ejemplo. La  dominación del fuego fue pensada míticamente ..:omc, ¡;na  transgresión de algo o como d apoderarse de una potencia  de otro; ese otro era una imago patcma de cuya potcnda !>e  aprovechaban los hombres, la potencia de algún dios.

Según el mito de Platón, en EL BANQUETE", Zeus resolvió  dividir en dos a los hombres, porque el hecho de ser com- pletos · al mismo tiempo mujeres y hombres- les estaba  dando tanto poder que ya se iban a tomar el Olimpo e iban  a destituir a los dioses: por eso los partió en dos y ambos  ya no están poniendo en peligro el Olimpo sino buscándose  entre sf a wr si dejan de ser dos, lo cual se llama el deseo,  según Platón. Fsa mitologfa es una sabiduría, en una fom1a  propia; en el psicoanálisis es mucho lo tomado de esa mi- tología. Hay una mitologfa individual que llamamos .. fan-

~- tasmas'' y otra colectiva a la que llamamos ''mitos".

En cierto modo en el mito habita <..·1 hombre, es decir. no

se puede imaginar un hombre no mftico, porqu~ el mito  es la manera como, desde ese nudo de temores y deseos que  es su cuerpo, interpreta al mundo y lo convierte en un kn- guajc. es decir, todo le habla: un pájaro o un árbol o un  rfo le sugieren algo como objeto de sus deseos, se le repre- s<..•ntan como una posibilidad de su existencia. El hombre  pinta, hace poesfas y canta, está captando siempre. por todas  partes, posibilidades de su existencia que teme o desea. Nun- ca, cn ningún caso, es un ser que pueda considerarse neutral  ante el mundo.


 

1-.stanislao Zuleta Obras 97

·El sistema inconsciente es un sistema que se guía por leyes  simbólicas que se pueden describir. Freud las describió desde  1900: el desplazamiento, la figurabilidad, la condensadón,  con un lenguaje simbólico y unas leyes de conexión de sus  contenidos.

El inconsciente es activo, está trabajando permancntcmenJ.e,  es dinámico, dice Freud; el inconsciente no es sólo un dc'- pósito donde tenemos escondidas muchas cosas que nos  chocaría saber. Claro que también es es

to, una especie de  "cuarto de San Alejo" personal. Pero es importan te saber  que es el núcleo de nuestra existencia y el motor de nuestro  desear, de nuestro temer, que está produciendo continua- mente retoños, indicando direcciones de nuestro hacer, tipos  de objetivos que vamos a elegir como objetos de nuestros  deseos y también lo contrario, inhibición, sfntoma, angustia;  lo que nos es inaccesible, imposible.

La primera teoría freudiana sobre el tema lo trataba en tér- minos generales con el concepto de "represión"; algo está  reprimido cuando se contrapone a la estmctura de nuestra  conci~ncia. Por lo tanto, se pensó durante mucho tiempo  que la mejor manera de estudiar el inconsciente o la única  manera -según lo planteaba el mismo Freud·- eni el estudio  de la represión. ¿Por qué razón algo está reprimido por in-

- compatibilidad? El inconsciente no es un concepto descrip- tivo sino un concepto dinámico: inconsciente no es aquello  que simplemente no es consciente. Hay muchas cosas de las  qUe no somos conscientes en un determinado momento  porque no son objeto actual de nuestra atención, de nues- tra consciencia; a eso Freud lo llama el Prec.Q.IJ.S.f!~11J~, es  decir, aquello de lo que no somos conscientes pero que no  es inconsciente porque está disponible. Por ejemplo, ahora  no estoy pensando en las primeras amigas de mi infancia  (ahora que lo digo, sí, pero no estaba pensando en eso);  sin embargo, si alguien me pregunta cuáles son las que re- cuerdo, puedo pensar en ellas y responder; no eran incons- cientes, eran preconscientes. Esto de ser disponible perte-


 

. 98 Tomo 1 t 1 pensamiento psicoanalítico

ce al preconscien te, no al inconsciente. Hay otras formas que  son más sutiles, como lo Prc-rcflcxivo, asf llamado por los  fenomenólogos: cuando uno está leyendo un libro, sabe que  está leyendo un libro, pero no está pensando en que está  leyendo un libro sino en lo que dice el libro; desde luego, si  le preguntan: ¿qué estás haciendo?, responde: leyendo un  libro. Eso es pre-reflexivo.

Lo que Freud denomina preconscientc es aquel conjunto de  lo disponible como recuerdos, ideas, saberes, que no están  actualizados como conscientes ahora. El iuconscien te tiene  de común con él el hecho de que es algo en que no estamos

 pensando; pero hay dos diferencias fundamentales: que  está ª-2-~-ª0.d.Q.tm .. nosotros- sin. . que lo sepamos y que estamos  evitando su irrupción por medio de mecanismos específicos.  Es activo, dinámico, tiende a surgir, y a veces su.rge, por Jo  menos disfrazado como síntomas, como actos fallidos, o,  como puede verse en "PSICOPATOLOGIA DE LA VIDA  COTIDIANA", de mil maneras.

Tomemos, como ejemplo, un caso clfnico: una madre ansiosa  que se caracteriza porque tiene el temor de que al nifio le  ocurre algo espantoso, que lo vaya a pisar un carro cuando  a traviesa la calle, o

 le caiga encima alguna cosa, o se caiga  por la ventana del apartamento; y para que no le vaya a  ocurrir, le pone rejas a las ventanas, hace una restricción  drástica de sus posibilidades de actividad o circulación. Cuan- do se hace el psicoanálisis de una conducta así, siempre se  ha encontrado lo mismo: hay una hostilidad inconsciente  hacia el nifio, que está tan reprimida que no podría ser reco- nocida. Si uno comienza el tratamiento con el error de decirle  eso, sin duda alguna que no va a seguir el tratamiento porque  ella se va y le tira a uno la puerta: "qué hombre tan estúpido,  ahora me viene con que yo soy hostil a un niño del que estoy  pendiente todo el día". Eso no se puede decir. así; hay que  permitir que ella lo descubra en sus suefios, en sus formas  intermedias. Que lo descubra precisamente para que se le  quite .Eso es lo que llamamos un contenido inconsciente.


 

Estanislao Zuleta Obras 99

En cierta manera el contenido reprimido tiende a retomar;  es decir, la hostilidad logra ejercerse hasta cierto punto,  aunque no sea más que por barrotes, por prohibiciones, da- ñándole todos los paseos al muchachito porque lo puede  morder un perro o embestir una vaca. De todas maneras se  lleva a cabo lo reprimido. Es una hostilidad por alguna causa,  que es la que tenemos que descubrir primero. Puede ser que,  por ejemplo, el niño se haya convertido para la madre en  una demanda de que ella sea igual a su mamá, y ella le tenga......._

terror a serlo. Puede ser que el niño sea un freno para sus  realizaciones de otro tipo o un rival ante el marido, del cual  quiere ser una hija; en fin, puede haber varias razones, pero  el hecho es que en la manifestación de la ansiedad lo que  está ocurriendo es una hostilidad. Esa hostilidad es un senti- miento inconsciente, dinámico, en el sentido de que es ex- plicativa de su conducta, es un drama que está organizado con  los problemas con su madre, con su padre, con sus demandas,  con otros problemas inconscientes.

El inconsciente no es una estructura cualquiera. Estructura,  por una parte,es todo lo que no sea una suma; un organismo  es una estructura. Estructura quiere decir interdependencia  de las partes, quiere decir que si se quita una parte no queda  un resto sino que se desbarata todo. Una sociedad es una  estructura: no se puede quitar a la clase obrera porque tam- bién la burguesía se acaba, porque las partes son interdepen- dientes, aunque estén en conflicto. A un ser vivo no se le  puede partir en cuatro pedazos porque se descompone todo.  Lo que estamos viendo es -dicho en términos de La can-,  no una estructura que un sujeto contempla, estudia, observa,  como las figuras y las formas, que también son estructuras,  sino "la maquinaria original que pone en escena al sujeto le asigna sus deseos y sus temores, sus imposibilidades y sus  posibilidades". Es eso el fondo de lo que consideramos como  el inconsciente.

No se puede llegar en una apertura directa a mostrar el incons- ciente, por una simple definición. Tenemos que acercamos a


 

100 Tomo 1 El pensamiento psieoanal ítico

él por medio de ejemplos, para ver los mecanismos incons- cientt!S, que no son lo mismo que los contenidos inconscien- tes. La madre fálica es un contenido inconsciente que todo  el mundo tiem~ y no es un mecanismo inconsciente. En cam- bio, la proyección es un mecanismo inconsciente: ver en  otro lo que está ocurriendo en uno, "cómo me odia este tipa mí, cómo me persigue por toda.<i partes", es un mecanismo,  aunque el contenido inconsciente también existe allí, el odio  que yo le tengo a él. El término subconsciente no aparece  nunca en psicoanálisis, aparece el preconsciente y el incons- ciente.

En el caso de la madre ansiosa hay dos posibilidades: una,  que la hostilidad se acabe porque cambien las relaciones,  encuentre un nuevo amor que ya cambie la situación del  niño; otra, que esa hostilidad inconsciente se haga consciente  y entonces ya tenga acceso al tiempo, al desgaste. Pero, para  nosotros en el análisis, lo importante es saber de dónde pro- cede, porqué se fijó y porqué se agudizó; porque hostilidades  hay siempre. Nadie tiene ningún niño con el que no tenga  hostilidades, por mucho que lo quiera. Es decir, toda relación  interhumana es ambivalente. -

Los mecanismos inconscientes, por ejemplo la represión,  son uuiversales. La represión es una función del Y o, el Y o  es la sede de las represiones. Una persona a quien le falle la  represión está en un estado gravísimo de psicosis. La repre- sión es una parte de la estructura misma del Yo, sin eso desa- parece su ide.ntidad, porque la multiplicidad de

 nuestras ten- dencias necesita una unificación cualquiera. Porque si uno  al mismo tiempo desea pegarle a alguien y además darle un  beso y huir de él, no podrfa hacer nada si no reprime dos de  esos deseos. Por eso la represión es la función yóica...más im- portante. Uno de los puntos más mal entendidos es que los  términos psicoanalíticos, como represión, no son nunca peyo- rativos, son parte de nuestras tendencias necesarias y son tan  necesarias la represión como la reflexión o el deseo~ no es,  pues, una cosa que uno se pueda imaginar por el modelo de


 

htanislao Zulcta Obras 101

la represión poticiva; no, la represión es una función de unifi- cación. Cuando se dice que no hay ninguna rdaciün humana  que no sea ambivalente. eso es bueno que sea así: lo que  resulta patológico en el sentido psicoanalítico e~ la unilatera- lidad. es decir, que tengamos una sola tendencia. que desapa- rezcan nucstrc:~s otras posibilidades y se nos someta a un  mecanismo repetitivo. Freud señala, por ejemplo, en .. MAS  ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER" y en otros trabajos.  que un amor en el cual no htfuiem nada de agresividad y toda  la hostilidad estuviera anulada y reducida a cero. ya no sería  propiamente un hmor, sino la contemplación bca ta e impo- tente del objeto. porque en la sexualidad hay algo de agre- sión; además no le podría ayudar a nada, porque ayudar im- plica criticar, estar en contra de algo, es decir, tener un margen  de hostilidad, y si no tienen más, d empalago y la beatitud  angelical serían algo terrible, pero eso ya no sería un amor,  sería una cierta bobada mezclada con psicosis.

Otro ejqmplo que sirve para visualizar casos de ideas incons- cientes. deseos inconscientes, y su carácter dinámico, im- pulsor: en ciertos casos de paranoia se produce lo que se suele  denominar en psicoanálisis "celos delirantes'' o .. celos inter- pretativos". Sobre este punto escribió Freud un ensayo nota·  bilísimo: "ALGUNAS DIFERENCIAS PSIQUICAS ENTRE  LA HOMOSEXUALIDAD, LA PARANOIA Y LOS CELOS".  A partir de él se han hecho muchos otros estudios, como  "LA PSICOSIS" de Alfons de Wahlens. Aquí es necesario  insistir en el carácter tan radicalmente ajeno a la conciencia.  El tipo está convencido de que la esposa le es infiel; tiene  una seguridad loca, porque la seguridad sobre algo llevada a  cierto grado es una seguridad loca; todo le sirve de prueba  y no admite que nadie le haga una objeción; no admite el  interlocutor sino en caso de que sea un espejo, que diga lo  mismo que él, y si no es asf entonces es un ciego o es un  cómplice de lo que está ocurriendo. El tratamiento es muy  difícil. porque el analista tiene que hacer un trabajo de no  dejarse meter ni en el ciego ni en el cómplice, y de no ser  asf se acaba todo. El tipo se busca un confidente, o varios,


 

102 Tomo l l:l pensamiento psicoanalítico

y le dice: "¿Te fijaste cómo se dieron la mano y se la dejaron  un ratico?"; el otro tiene que callarse si no quiere entrar en  el complot. Pero si ocurre lo contrario también dice lo mis- mo: "¿Te fijaste anoche

 en la tiesta cómo ni siquiera se  miraron para engañarme a mí, para que yo no me diera cuenta  de que son aman tes, para despistarme?". En ton ces, hagan lo  que hagan, eso siempre probará todo. Eso es muy interesante  porque es un estilo, incluso un estilo político también, hay  que decirlo. En este caso se puede ver que hay un personaje  a quien le está atribuida la infidelidad de la esposa o del  marido; lo más extraño para quien se encuentra en este tipo  de paranoia es llegar a saber el dato de que está inconscien- temente enamorado del personaje al cual le atribuye a su  mujer como amante. Eso es todo el problema, que él proyecta  en ella todas sus tendencias inconscientes que para él son  inadmisibles, precisamente porque no ha sido homosexual.  Porque son incompatibles con la estructura de la conciencia.  Porque la conciencia no es simplemente una pantalla, sino  una estructura que admite unas cosas y otras no, y otras  cosas las desarrolla; es una actividad y no una pantalla donde  se reflejan cosas.

El problema del inconsciente lo vemos ahora bajo otro meca- nismo. La madre ansiosa es una conversión en lo contrario;  éste e'i uno de los mecanismos inconscientes, convertir la  hostilidad en un exceso de amor y en una sobreprotección.  El de los celos interpretativos hace una proyección: proyecta  en la mujer lo que él desea, lo cual le permite -lo reprimido  retorna- ocuparse p~rmanentemente del individuo a quien  cree que ella desea con el pretexto de espiarlo.

Hay unos mecanismos de defensa que son muy primitivos,  que están en el no más pequeño, y que en la psicosis se  vuelven más importan tes. Están generalmente en los niños  entre los 8 y 9 meses y son los procesos de incorporación y  proyección total. Hay oí.r0s que son más tardíos y más ela- borádos como la represión, el olvido de algo, etc. De todas  maneras es imposible adquirir una idea real de lo que es el


 

Lstanislao Zulcta Obras 103

inconsciente según Freud si no nos damos alr;unos paseos  por l

a clínica y mostramos casos, nifios, personas <.:on pro- blemas, tipos de amor, tipos de imposibilidad de amar; de  esto no nos damos cuenta por medio de deliniciones teó- ricas, las cuales hay que hacer, pero-1nczda rlas continua- mente con algunos relatos clínicos.

*

* *

l. EL INCONSCIENTE Y LA REPRESION,  PUNTO DE VISTA SARTREANO

Al comienzo, en la obra de Freud, estaban íntimamente  vinculadas la noción de represión y la noción de incons- ciente. Antes de entrar en una elaboración teórica más com- pleja sobre el aparato psíquico, lo primero que produce  Freud como concepto que escinde lo inconsciente y lo cons- cien

te es el concepto de represión. Este es el concepto con

  que se trabaja básicamente en el libro con el cual Freud  encuentra lo fundamental de su sistema, "La interpreta- ción de los suefios' '. El mismo funcionamiento del concepto  se encuentra en "PSICOPATOWGIA DE LA VIDA COTI- DIANA'' y en "EL CHISTE Y SU RELACION CON LO  INCONSCIENTE". Freud retoma este concepto mucho más  adelante en 1915 y lo coloca como un capítulo de "LA  MET APSICOLOGIA" una de las obras más elaboradas. Ese  capítulo se llama precisamente "La represión".

••LA MET APSICOLOGIA'' ya es la posición de Freud en toda  su complejidad. Freud llama metapsicología a la investigación  que va al mismo tiempo en tres direcciones o se hace desde  tres puntos de vista: 1) desde el punto de vista del principio  del placer, o desde el punto de vista económico, es decir, del  intento de encontrar equilibrio a las tendencias excesivas,  escapar al dolor o buS<.:ar el placer,. economizar angustia,  sufrimiento, tensión; 2) desde el punto de vista dinámico, es  decir los procesos históricos en la formación de los objetos


 

104 Tomo 1 U pensami.:nto psicoanalítico

del deseo, las pulsiones, las re!!resion~s; 31 <.ksdl' el punto tk  visto tópico, que es el enfoque de un problema. cualquiera que  sea, en cuanto a la relación entre las instanci::~s: el Yo. d Filo  y el SuperYo. Freud hizo un trabajo sobre el caracter desde  el punto de vista tópico que se llama "Tipos libidinales "'.

Lo que Freud llama metapsicológico es un estudio sobre un  tema --la histeria, la obsesión, la depresión. los SUL'tios. carácter, o cualquiera otro- desde los tres puntos de vista a  la vez; eso es lo que se puede llamar propiamente psicoanalí- tico en un sentido ya complejo, aunque los otros hayan  sido, desde luego, aportes parciales necesarios. Cuando tra-

temos de responder desde el punto de vista de Freud a las  objeciones antifreudianas, tomaremos el punto de vista meta- psicológico.

Una parte importante de las objeciones contra el inconscien- te, contra toda teorfa del inconsciente, se ha basado en su  relación

 con la represión. Freud sabía muy bien que la sola  noción de inconsciente iba a producir bastante reacción  entre los filósofos, y no se porqué él parece estar pensando  en la filosoffa kantiana. El parece estar convencido de esp,  pero eso sólo es evidente dentro de las filosofías de la con- ciencia, es decir, en Francia, la filosoffa cartesiana es una  típica filosoffa de la conciencia; y en Alemania, la fenome- nología y la filosofía de la conciencia tienen una caracte- rística común: como consideran que lo psíquico es lo cons- ciente, hablar de un psiquismo inconsciente es una contra- dicción en los términos. Lógicamcn te es así, si uno comienza  por definir que lo psíquico es lo consciente. La discusión se  plantea allí.

Voy a tratar de no calumniar la manera como organizaron esta

  polémica contra Freud, tomando algunos momentos intere- santes. Sartre es un caso muy destacado y muy nítido; me  refiero al Sartre de 1943 y de antes. Después Sartre evolu- cionó en una forma muy complicada y ya no fue tan claro  el desacuerdo.


 

htanislao Zuleta Obras

Fn "EL SER Y LA NADA'', Sartre ~aba nítidamente en  dcsa<.:ucrdo y daba sus razones muy claras, pero está pen- sando sin lu~ar a dudas en esa concepción del inconsciente  en la cual la b<trrcra que ~e para lo conscicn te de lo incons- ciente

 l'S la represión. La teoría de Sartre en ese momento  es una k•oría dc la con~.:icncia bastante dura, induso habla  de la transparcncia de la conciencia: en última instancia,  sostiene allí que todo Jo que se llama inconsciente. precons- ciente. subconsciente y demás, no es más que mala fe; el

 homtm. ·. sabe Jo que es, lo que piensa y Jo que siente; pre- tende que no Jo sabe, que no siente eso y pretende ignorar  Jo qlll' sabe de sí. Como el ser algo es intencional, ser algo  en l'l sentido psfquico. enamorado, lleno de odio, cte. y  saber que lo es, es lo mismo; otra cosa es pretender que no  se sabe lo que se es. El hombre es transparencia y citaba  con gran delicia a Stendhal: ••no hay que pretender a la can- didez, esa cualidad del alma que no vuelve sobre sí misma;  uno llega a ser lo que pueda, pero uno sabe siempre Jo que  es". La línea de la transparencia de la conciencia era la línea  sartreana en su fom1a dura. La fe es lo mismo que la mala  fe, porque la fe es la pretensión de que uno cree algo ctr

· ló ·que no cree, pero le gustáría que fuera cierto por como- didad. Esta es, pues, la línea dura de .. EL SER Y LA NADA''.

La objeción a Freud está formulada en los siguientes térmi- nos, aproximadamente: Freud pretende que entre lo incons-

- ciente y lo consciente se establece una barrera que impide  a la conciencia acceder a los contenidos que quedan ocultos  y escondidos en el inconsciente; esa barrera es la censura.  Ahora. bien, Sartre produce una fórmula de lógica cartesiana:  o la censura sabe qué es lo que está censurando o no lo sabe;  si no lo sabe, ¿por qué lo censura?, ¿qué razones tiene para  censurarlo'?, y si lo sabe, entonces no es inconsciente sino  que pretende ignorarlo porque es incómodo.

Así se fonnuló, pues, esta primera doctrina de la libertad  "erizada": el hombre es libre y responsable de todo y tam-


 

106 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

bién aquello que pretende que no sabe que es y que simplemen- te trata de ignorar por comodidad. Todo "EL SER Y LA  NADA" está construído sobre una idea de la libertad de ese ti- po. La formulación básicamente se detiene en esa noción. Sar- tre se apoya, a veces mal apoyado, para combatir a Freud,  haciendo flecha de toda madera. incluso de la muy podrida  muleta de Stekel, a quien cita al final de su obra "LA MUJER  FRIGIDA" donde dice: "siempre que he llevado suficientemen- te lejos un psicoanálisis, he descubierto que el núcleo de la  neurosis era consciente" "EL SER Y LA NADA" es, pues,  uno de los tipos de oposiciones más nítido.

Hay otro libro corto de Sartre donde también es completa- mente duro con el psicoanálisis, que se llama "LA TRAS- CENDENCIA DEL E

GO"; es un libro pequeño y de mucho  menos nivel. La crítica ha sido sostenida por Sartre de manera  implacable, por eso cito ese autor; se podrían citar otros que  han hecho más o menos lo mismo. En todo caso, es una ten- dencia de la filosofía -·podríamos llamarla fenomenológica

que ha sido nítidamente antifreudiana.

El problema en que se embarca Sartre allí tiene consecuencias  que son inevitables, que no proceden de determinad~s errores  suyos y que se pueden mostrar en toda una serie de personas  que trabajan en la misma dirección. Al definir la conciencia  como transparencia, toda conciencia es consciente de aquello  de lo que es consciente, pero también del hecho de ser cons- ciente de eso. Eso procede en una línea muy directa de la filo- sofía cartesiana; en Descartes, lo cierto pertenece al orden de  la reflexión, es decir, cuando yo reflexiono no puedo equi- vocarme. Por eso en aquello de "pienso, luego existo", la  primera evidencia está en el "yo pi.enso ".

La conciencia de sí es el territorio de la evidencia; es decir,  yo puedo equivocarme digo que "veo una persona detrás de  la ventana", porque puedo estar soñando, delirando, o puede  ser una careta; pero cuando digo: "pienso que veo a alguien  detrás de la ventana", ahí no puedo equivocarme, porque lo


 

Estanislao Zuleta Obras 107

que digo es que pienso que la veo. Si digo que la veo, puedo  equivocarme, pero si digo que pienso que la veo, no puedo  equivocarme. El movimiento reflexivo es el momento de la  certeza, es una idea típicamente cartesiana. Si yo digo que veo  un perro que me va a morder, puedo estar softando en una  pesadilla y me despierto y

 no veo ningún perro; pero si digo  que pienso que veo un perro, no importa que esté dormido  o despierto. Ese territorio es el territorio de la certeza, el  territorio del "yo pienso", el cogito cartesiano; es el terri- torio también de la duda, porque si sólo digo "yo pienso.,  digo "no sé si es así". Eso es lo que llamo el enfoque carte- siano: el morp.ento de la certeza es el momento de la refle- xión; pero en ese momento, precisamente, la clave de toda  la conciencia es ser consciente de sí y la conciencia de sí  es el elemento de la certeza.

Ahora bien, gran parte de la filosofía moderna procede en  ciert

o modo de una ftlosofía subjetiva: en ese sentido; no sub- jetivista en un sentido peyorativo, sino en el sentido de la  conciencia que el sujeto tiene de sus operaciones, de sus  impresiones, de sus sensaciones, de sus imaginaciones. y el  desarrollo de esa filosofía produce las filosofías de la con- ciencia en diversas orientaciones: kantianas, fenomenológicas,  sartreanas, etc. En este sentido, en las filosofías cartesianas  era de esperarse que a una doctrina del inconsciente, que es,  además, implícitamente al comienzo y luego cada vez más  explícitamente, una crítica de la conciencia, como es el  psicoanálisis, hicieran una confrontación desde el comienzo  completa y directa. Generalmente la plantearon en términos  de elegir: tómelo o déjelo, psicoanálisis o filosofía; el psico- análisis es antifilosófico, definiendo filosofía asf. A veces el  mismo Freud caía en esa posición, asumiendo que el psico- análisis es antifilosófico...No tengo yo el propósito -dice- de llenar los huecos del universo, como le gusta a los filósofos,  produciendo una interpretación del mundo; parece que los  filósofos no son capaces de hacer el viaje por este mundo si  no están provistos de un sistema que les dé cuenta de todo  lo que existe. El viajero que camina en las tinieblas rompe a


 

JOH Tomo 1 FI pensamiento psicoanalítico

cantar para ahogar su miedo interior, pero no por ello ve más  claro. Es mejor acomodarse a que sabemos muy poco de este  mundo, a afirmar lo que sabemos y a tratar de extenderlo  con alguna certeza". Esto Jo dice Freud en "INHIBICION,  SINTOMA Y ANGUSTIA" con bastante dureza contra los  filósofos. Y los filósofos contra ¿J alegan que la teoría del  inconsciente le permite darse el lujo de contradecirse.

La pelea era frontal; digo era porque se han suavizado ambas  posiciones, no sólo la de los fenomenólcgos. sino también la  de los psicoanalistas, que hoy le reconocen grandes méritos  a la fenomenología, Jos mismos que antes le negaban. La  posición de Sartre se excluye del territorio freudiano casi  desde el comienzo. Es de recordar que el territorio freudiano  empieza con la pregunta: ¿qué es la histeria? Entonces Sarire  tendría que responder aqu f: "mala fe, comedia. pretende que  está paralizada porque no quiere andar y es todo intenciona- lidad". Sartre no diría que es orgánica; cuando uno entra en  el territorio freudiano ve el problema de moralismo que está  implícito en semejan te doctrina de la transparencia, el con- cepto que él forjó. Después fue modificándolo a medida,quc  se ajustaba un poco al marxismo y se acercaba al psicoaná- lisis; el tono muy moral habfa que cambiarlo un poco, pero  en esa época se llamaba la "inautenticidad". Además, la  histeria se explicaba por una elección; él no dice histeria,  pero se rt>fiere a ella cuando está pensando en Madame Bovary  y en cierto tipo de soñador morboso. Dice Sartre en un libro  anterior a 1943, que se llama "LO IMAGINARIO": "se puede  clasificar a los individuos según prefieran llev.ar una vida ima- ginaria o real", porque no hay que creer que la "imaginería,  el soñador permanente, el que está construyendo una y otra  vez castillos en el aire, es por compensación, porque trata de  compensar la pobreza de una vida real con la riqueza de una  vida imaginaria; no es por eso. Es porque prefiere el estado  imaginario al estado real; el estado real es siempre un estado  sorpresivo porque la realidad es lo imprevisible y lo inago- table. Esa es su definición; real es lo que no puede ser agota- do, lo que puede ser explorado de una y otra manera, mien-


 

Estanislao Zulcta Obras 109

tras que lo imaginario no puede ser explorado. Uno produce  una imagen y no tiene nada que explorar en ella, no es más  que lo que produce.

Lo imaginario no lo puede sorprender a uno y uno no puede  tener en lo imaginario más fracaso que el que quiera inventar;  de resto, se ganó las loterías que quiera y sólo perdi6 algo  para que alguien que quiera que lo compadezca, llore con  uno. Prefiere la comodidad previsible del estado imaginario  a la riqueza y multiplicidad imprevisible e inagotable, al  desaffo permanente de Jo real y, por lo tanto, no hay tal que  una vida demasiado. pobre se compense con una riqueza ima- ginaria. Aquella so fiadora, Madame Bovary, vive en lvetot,  que es horrible, y mientras tanto suefía que está en un palacio,  donde hay unos nobles, unas cosas maravillosas; pero si estu- viera allá en el palacio, sentadita donde dice en su imaginería  que quisiera estar, empezaría inmediatamente a sofíar que se  la robó en gitano, que va con ella por unos países de panteras  y palmeras, y que lo que quiere es no estar donde está. La  imaginación es una conducta de negación de la realidad,  porque la realidad produce angustia; la imaginería, por lo  tanto, es una fuga de la angustia, es una fuga de asumir la  realidad, es una conducta de evasión, es inautenticidad. Es  decir, el problema es moral, en última instancia. Y así lo va  a encontrar por todas partes, aunque sabe callar a tiempo  en muchas cosas, y muy bien, pero no asf todos sus discí- pulos. Por ejemplo, Francis Jeanson llevó ingenuamente a sus  últimas consecuencias la doctrina y descubrió que sofíar era  una actitud de mala fe y que, en el fondo, el solo hecho de  dormir ya era vergonzoso~ porque si uno describe fenome- nológicamente qué es dormir, resulta que dormir es tener  una gran inatención sobre el mundo, porque si uno está  atento a lo que está pasando no se va a dormir nunca.

Lo interesante es ver que la guía de la intencionalidad y su  libertad, conduce a un moralismo muy difícil de sostener.  Sartre lo sabe llevar con gran finura porque es un extra- ordinario escritor, un pensador suficientemente prudente


 

110 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

para no facilitar tanto las cosas al adversario, como hace  Francis

 Jeanson. Sartre no diría que dormir es de mala fe;  él dice con más finura que el sueño, el proceso onírico, es el  efecto de una conciencia que cayó en un estadio simbólico  Lo que no queda muy claro es la conciencia del soñante, que  es un desafío para el cartesianismo desde siempre. Desde  que Descartes escribió las "MEDITACIONES METAFISICAS"  se dio cuenta que el sueño planteaba un problema, como  también la locura~ entonces los quiso apartar como pudo. Pero,  si se apartan el sueño y la locura, es IIlliY difícil abrir una  discusión con Frcud.

El problema con la conciencia del dormir, es que no se trata  de una conciencia reflexiva; mientras yo sueño con una cosa  no estoy pensando que estoy soñando, y cuando pienso que  esto es un sueño es porque ya me estoy despertando. De tal  manera que el carácter no reflexivo es la forma misma de su  definición. Porque podemos tener -como describen tan  limpiamente los fenomenólogos- formas de conciencia no  reflexivas. Cuando leo un libro estoy pensando lo que dice  el libro y no estoy pensando en que estoy leyendo un libro,  pero lo sé. En el sueño el problema es que no sé que estoy  soñando; además, el fenómeno más interesante del sueño es  el fenómeno de la fe, es decir, que hay una diferencia entre  hacer historias imaginarias y soñar; la diferencia es que cuando  uno sueña cree que está ocurriendo aquello en que está soñan- do y cuando teje historias imaginarias por muy refinadamente  que lo haga sabe que no está ocurriendo eso, que no está  ocurriendo nada sino que uno está ••englobado". Por eso es  tanto más agradable un buen sueño que cualquiera de las  historias imaginarias que nos hagamos. El sueño es alucinación,  no es imaginería, y la alucinación incluye fe, como lo han  sabido todos los santos, verdaderos héroes de la alucinación.  El sueño está hecho con fe, es decir, durante el sueño hay  fe en lo que sucede como algo que efectivamente está suce- diendo, lo que no ocurre cuando uno está imaginando; yo  me imagino que me gané la loterfa, pero sé que no me la he  ganado, pero si sueño que me gané la lotería al despertar


 

Estanislao Zuleta Obras "'

digo: "Lástima que fuera un sueño". En el momento en que  la historia imaginaria incluya fe, es un delirio; una historia  imaginaria con fe es un delirio.

El saber radical de la conciencia lúcida sartreana --·por lo me-

 nos la de 1943 ·- tiene el problema de la extraordinaria difi- cultad de acercarse a cualquier punto del territorio freudiano.  El síntoma, ¿es mala fe o es orgánico?; y así, el olvido, el acto  fallido, el síntoma obsesivo, el sueño, la histeria. es decir, el  territorio freudiano entero. Y hay que ver, cuando no puede  evitar el territorio freudiano, la teoría que se le ocurre. Sería  demasiado largo describirla, pero es interesantísima, delicio- sa de leer, aunque falsa. Está en "EL SER Y LA NADA",  Parte III, Capítulo III, l y 2.

Tenemos entonces este problema: una negación radical del  inconsciente a nombre de una filosofía de la conciencia; un  ejemplo, Sartre 1 936 a l 950. Un filósofo tiene la audacia de  ser consecucn te y de llevar una tesis hasta sus últimas conse- cuencias; a eso se debe, como dijo uno de los del gremio, y  no de los menores -Descartes-, que "no hay nada sobre la  tierra tan absurdo ni tan disparatado como para que no haya  sido sostenido por algún filósofo"; ejemplo, que no existe  el movimiento, que el mundo es una apariencia, etc. Lo  bueno es que son consecuentes. Elaborando su doctrina de  la. libertad, escribía Sartre unos diez años más tarde un pe- queño libro sobre Baudelaire; el libro comienza mostrando  que la vida de Baudelaire es muy complicada: "No tuvo la  vida que merecía. De esta cláusula consoladora, la vida de  Baudelaire parece una magnífica ilustración; no merecía por  cierto aquella madre, aquel consejo de familia, aquella per- petua estrechez, y ¿hay algo más estrecho que aquel pre- maturo final? Sin embargo con la reflexión surge una duda";  y empieza a mostrar su doctrina de la libertad: cómo todo  lo que le pasó a Baudelaire fue elegido. El libro termina  con esta otra fórmula: ••La elección libre que el hombre hace  de sí mismo se identifica absolutamente con lo que nosotros  llamamos su destino", de tal manera que todo lo que le ocu-


 

1 12 Tomo 1 Fl pensamiento psicoanalítico

rno en la vida y los dramas que tuvo los eligió éL Lo intere- sante es que Sartre es consecuente con su doctrina. Mucho  después, cuando escribió un texto muy bello sobre Paul  Nizan, cita: "La elección libre que el hombre hace de sí  mismo, se identifica absolutamente con lo que nosotros  llamamos su destino", y comenta: ••Ahora pienso que yo  escribí eso, ¿cómo fue posible que yo hubiera escrito eso?;  pero hay algo más grave que haberlo escrito y es que cuando  lo escribí pensaba a-,f, creía que eso era así". Esto fue mucho  más tarde y el el último Sartre volviendo sobre sus comienzos.

Lo más interesante es ver cómo una doctrina de la libertad que  está centrada en la transparencia de

la conciencia y en la ne- gación de la menor posibilidad del inconsciente, conduce en  última instancia a una teoría general de la responsabilidad de  la elección y a una moralización general de toda consideración  de la vida humana, incluido --por lo menos en sus discípulos--- el acto infame de dormir. Este es un momento fuerte, un  momento escandaloso, en el que un fenomenólogo dice no a  la teoría del inconsciente. Lo interesante es que lo dijo con  todo su aparato teórico.

Hay evoluciones más complejas que nunca dijeron no y que  simplemente fueron cambiando de posición; es el caso muy  estudiado, quizá más que el de sartre, de Merleau Ponty. Tomé  el ca~o de Sartre porque es muy nítido, es un gran no. Ya  el último Sartre es otra cosa muy complicada; por ejemplo, en  .. EL IDIOTA DE LA FAMILIA", a veces parece volver a la  elección, otras veces asume el psicoanálisis de una manera tan  radical que entonces ya el psicoanálisis se come todo el campo:  lo que hay que estudiar no e

s sólo la neurosis de Flaubert,  sino la neurosis de la sociedad francesa y su relación con la  neurosis de Flaubert, la relación entre una neurosis privada  y una neurosis colectiva~ el juego de la una con la otra es la  posibilidad de la obra de Flaubert. Es un Sartre muy rico,  muy complejo, pero no n0s interesa por ahora, porque esta- mos estudiando las pol6micas contra el inconsciente.

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Estanislao Zulcta Obras

2. LA FENOMENOLOGIA Y LA TEORIA  DEL INCONSCIENTE

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En la exposición anterior desarrollamoss la polémica sobre el  inconsciente. tomando el ejemplo de las objeciones de Sartre.  Se puede encontrar esa crítica en su pequefío libro ··sos- QUEJO DE UNA TEORIA DE LAS EMOCIONES", en el  cual, tomando el tema de la emoción en particular, como el  de la imaginación en otros tcx tos y en general el inconsciente  en .. EL SER Y LA NADA", hace una crítica directa y explí- cita al psicoanálisis y principalmente al problema de una

teoría del inconsciente .

Los textos de Sartre son muy interesantes porque permiten  ver claramente un conjunto múy vasto de opositores al psico- análisis y sobre todo los temas esenciales de esos opositores;  mucho

s de ellos son anteriores a él. Se inspira principalmente  en Politzer, autor de ••cRITICA DE WS FUNDAMENTOS  DE LA PSICOLOGIA", que es una crítica del psicoanálisis.  Pero hay una corriente que inspira todavía mucho más a  Sartre y es la que procede de los fenomenólogos alemanes,  es decir, de los discípulos de Husserl y Heidegger. El libro  ••ooSQUEJO DE UNA TEORIA DE LAS EMOCIONES"  comienza por una presentación de la fenomenología a partir  de Hussserl y Heidegger, que en ese momento en Francia no  es muy conocida.· Entre los psiquiatras alemanes -los de la  escuela de Gestalt o psicología de la forma y los discípulos  directos de Husserl y Heidegger- Binswanger es probablemente  el más conocido y el más representativo de lo que ellos llaman  psicoanáiisis existencial. Binswanger fue amigo personal de  Freud e incluso escribió un libro muy bello después de la  muerte de éste, ••sJGMUND FREUD, HISTORIA DE UNA  AMISTAD'' pero en realidad su posición fue muy adversa  al psicoanálisis; la amistad iba por otro lado.

Binswanger escribe un libro sobre los suefíos, ••EL SUEÑO Y  LA EXISTENCIA", una réplica al psicoanálisis. Luego Fou- cault, de quien nos ocuparemos más tarde cuando hayamos


 

114 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

expuesto el problema del Edipo, le hizo a este libro un pró- logo más largo que el mismo libro, y allí hace una compa- ración entre la posición de un fenomenólogo como Biswan- ger y la posición de Freud.

Hay en Sartre un problema que tiene más importancia de la  que se cree en la posición puramente de combate con la teo- ría del inconsciente, por parte de psicólogos, filósofos, psiquia- tras. Además, extiende sus alcances hasta la sociología y la  teoría de la historia. Dice Sartre:

"La contradicción profunda de todo psicoanálisis reside en  presentar

 a la vez un lazo de causalidad y un lazo de com- prensión entre los fenómenos que estudia. Estos dos tipos  de relación son incompatibles; por esa razón el teórico del  psicoanálisis establece unos lazos trascendentales de causa- lidad rígida entre los hechos estudiados, mientras que el que  ejerce prácticamente el psicoanálisis se cerciora del éxito  estudiando sobre todo los hechos de conciencia en térmi- nos de comprensión, es decir, buscando con flexibilidad  la relación intraconsciente entre simbolización y símbolo"  (Sartre, "BOSQUEJO DE UNA TEORIA DE LAS EMO- CIONES").

Aquí no se sabe de qué está hablando Sartre, porque nun-

 ca cita de cuál analista se l:"!ita; esto puede ser de Stekel  en un libro muy malo que se l, •ma "EL SENTIDO DE WS  SUEÑOS", según el cual: "una. almohadilla para alfileres  significa siempre en sueños los pe~.nos de una mujer; entrar  en un vagón de ferrocarril significa realizar el acto sexual''.  Esto. por supuesto. es una exposición falsa del sentido de  los suefios.

Para Sartre hay dos órdenes que son incompatibles: un orden  de comprensión y un orden de explicación. Entonces, sim- plemente hay que elegir: una conducta como la emoción  se comprende o se explica: pero no se puede comprender  y explicar, eso pertenece a dos órdenes incompatibles. Esa


 

Estanislao Zuleta Obras 115

incompatibilidad se puede desarrollar en muchos sentidos;  por ejemplo, en la primera filosofía de Sartre -hasta "EL  SER Y LA NADA''-· existen las conciencias, que son inten- cionalidades, espontaneidades, y las cosas. Pero una cosa no  es nunca una conciencia y una conciencia no es nunca una  cosa. Las cosas entran en el orden de la causalidad, hay cau- sas que explican lo que les pasa dentro de la exterioridad,  dentro de la espacialidad. Las conciencias entran en el orden  de la intencionalidad. Eso es ya más o menos Descartes refi- nado; la vieja oposición: la sustancia pensante y la sustancia  extensa.

Hay, pues, en Sartre, un orden de explicación que es válido  para las cosas y un orden de comprensión que es válido para  las conciencias. Entre las cosas y las conciencias es muy difí- cil para Sartre encontrar un intermedio, aunque, desde lue- go, no puede negar que los hombres son en cierto modo eso:  el cuerpo, el gesto, el lenguaje, el orden social entero; que  no se podrían tratar como una conciencia ni tampoco propia- mente como una cosa en el sentido de una piedra. Para Sar- tre siempre fue muy difícil encontrar un intermedio entre  la conciencia y la cosa; esto lleva de antemano a declarar  como incompatibles un orden de la comprensión y un orden  de la explicación. El psicoanálisis surge, precisamente, supe- rando esta concepción. Lo primero con que se encontró  Freud en los hechos de la histeria fue exactamente con esa  forma de pensar el problema.

Esto de oponer explicación y comprenswn ha sido, pues,  un momento de la oposición al psicoanálisis, y también al  marxismo. En la corriente alemana encontramos una posi- ción muy similar con relación a la historia; Dilthey y todos  sus discípulos tienen la misma idea: como la historia es la  historia de hechos humanos, se trata no de explicar nada  por sus causas, sino de comprender; hay que comprender  un mundo, es decir, ponerse en la situación de los valores  que tenían los hombres que vivieron en ese mundo, los pro- yectos, aquello que ellos amaban, aquello que consideraban


 

116 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

valioso, aquello que consideraban repugnante. Entender  el mundo es comprender la historia; las ciencias hum

anas  son objeto de la comprensión, no de la explicación como  las ciencias naturales. Es decir, lo mismo llevado a un campo  más general, al campo de la historia. En ese caso, la acusa·  ción va contra Marx, quien pretende al mismo tiempo ~por  ejemplo en "EL DIECIOCHO BRUMARIO"- compren- der lo que ocurre en una sociedad y explicarlo.

En un pequefío libro muy claro, muy preciso, muy malo y  muy útil,

 que se llama "LA RAZON Y SUS ENEMIGOS  EN NUESTRO TIEMPO'~ de Karl Jaspers, los enemigos son  el marxismo y el psicoanálisis. El cristianismo es concebido  allí como un aliado de la razón, cosa que no pensaban los  cristianos tampoco. Jaspers dice que esa pareja de enemigos  de la razón de nuestro tiempo, son enemigos precisamente  porque tratan de explicar aquello que es propio de la liber- tad y la libertad es inexplicable; si fuera explicable no sería  libertad.

El tema de la libertad, proyecto, intencionalidad, compren- sión y, por lo tanto, la aproximación al otro por el lado de  la comprensión, es muy típico de la filosofía alemana moder- na. Esencia y formas de la simpatía, dice Max Sheller; la sim- patía es el instrumento de la comprensión, ponerse en el  lugar del otro, una forma consciente (no la freudiana) de  identificarse en el sentido de comprender, en ese sentido  en que se le dice al otro: "te comprendo muy bien, yo en  tu caso haría lo mismo", lo que no quiere decir que se esté  entendiendo nada, porque uno puede hacer lo mismo que  el otro sin entender qué está haciendo. Es el gran respeto  por la libertad el que lleva a historiadores muy interesantes,  como Dilthey, a formular claramente que si se trata de com- prender una época hay que comprender sus valores, lo que  los hombres en ella aprt'cíaban y lo que temían, lo que era  para ellos su realizactón y lo que era su perdición, los pro- yectos privados y los grandes proyectos colectivos implí- citos; eso es comprender una época. Entonces, tratar de


 

Estanislao Zuleta Obras 117

explicarla es creer que la historia es lo mismo que una ciencia  natural, que explica.

Esa dicotomía que Sartre utiliza para demostrar que todo  psicoanálisis tiene que ser falso porque pretende entender  una significación y, al mismo tiempo, explicar una conduc- ta, es una dicotomía fuerte. El descubrimiento de Freud de  la necesidad de ir más allá de la pareja -intencionalidad que  uno puede comprender o causalidad que uno puede expli- car- era muy difícil, porque significaba enfrentar una con- cepción reinante, que continúa mucho después de Freud y  que se presenta como descubrimiento antifreudiano y refu- taciones del psicoanálisis 40 afies después. Precisamente  la misma pareja por cuya crítica comenzó el análisis: inten- cionalidad -causalidad.

Es muy interesante ver esto en un autor tan notable como  Sar

tre. Los ejemplos que él da probablemente no nos sean  muy útiles por su terminología, pero trataremos de aproxi- marnos lo mejor posible a ellos, para que no vaya a ser esto  una manera de calumniado más que de criticarlo. Sartre  saluda en el psicoanálisis la extensión de la significación.  En sus ejemplos, que no de dónde los saca porque no  cita, dice que el hecho de que se diga que un robo torpe  significa más que lo que conscientemente se proponía robar,

_que significa una necesidad de autocastigo, la necesidad  de ser pillado, un oscuro sentimiento de culpa, es una exten- sión de la significación. Lo que Sartre combate es que esa  extensión de la significación sea inconsciente y repite lo  mismo que en "EL SER Y LA NADA'~ lo que los psico- analistas no asumen es que es de mala fe; entonces resulta  como una cosa que viene de otro lado, y a ese otro lado lo  llaman el inconsciente.

Toda la primera parte de "BOSQUEJO DE UNA TEORIA  DE LAS EMOCIONES", y de todos los otros libros sobre la  imaginación, lo imaginario, las emociones, pretende ser pura- mente descriptiva, de descripción fenomenológica: ir a las


 

118 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

cosas mismas, según la consigna de su maestro Husserl; y  siempre termina, curiosamente, con un ataque de moral.  Porque el postulado de la libertad, de una libertad que para  ser proclamada como tal no tiene más garantía -porque  nunca la ha tenido en la historia- que la conciencia, ese  postulado remite a la moral.

Uno puede describir la rabia en una forma fenomenológi- ca, puede

 mostrar una serie de conductas y mostrar que  están dirigidas

 hacia otro; mostrar por qué se produce-n esas  conductas en el sentido de que algo del otro nos ha puesto  en cuestión o nos ha herido, de que el otro haya compren- dido una verdad de nosotros mismos que nos molesta mucho  tener qué asumir o cualquier otra cosa por el estilo, una  conducta de negación del otro, de cosificación del otro,  de negación de su validez como testigo, de reducción del  otro a cero, con muchas formas simbólicas y lingüísticas;  podríamos hablar de un ataque de rabia. De eso se puede  hacer una descripción fenomenológica, y es bueno hacerla~  pero esto no tiene nada en contra del psicoanálisis. Los mejo- rt;s analistas probablemente ya olvidaron la época en que  Lacan, entre 1957 y 1960, se oponía drásticamente a la  fenomenología. Pero no creo que haya quién se oponga  hoy en Francia, ni siquiera entre los psicoanalistas de su  escuela.

Volviendo al ejemplo, la descripción fenomenológica, en  el sentido de Sartre, es saber cuáles son las intenciones implí- citas en la conducta del sujeto que tiene rabia. Según Sar- tre, por definición, toda conciencia tiene la posibilidad per- manente del cogito cartesiano, es decir, de un retomo reflexi- vo sobre sí mismo; o sea, pasar de ver al otro como el ser  más vil que pisa sobre la tierra, a decir: estoy furioso. Ese  paso es la conversión reflexiva, la vuelta sobre sí, el cogito  cartesiano, el yo pienso. Toda concierrtia· ·es ·conéiencia pte- reflexiva del mundo y ·tiene·: la apertura pe!J.1'rianente -a -set  U...- conciencia- reflniVa:·· de ~·.av:-~ ~sa es la descripción clásica


 

Estanislao Zulcta Obras 1 1< )

cartesiana. Si no se quiere tenerla es por mala fe, porque  siempre la posibilidad está allí.

Desde luego, en una unidad proyectada, transparente, como  la de Sartre, la idea de un inconsciente no cabe. A Sartre  simplemente le da rabia (Ue le hablen de que puede haber  algo que influencia al hombre y lo impulsa a hacer algo.  Por ejemplo, cuando escribe "LA INF ANClA DE UN JEFE",  considera que todas esas nociones, como complejos de Edi- po y cosas por el estilo, son como si tuviéramos arañas y  caracoles en la cabeza, que producen sus propios miasmas  y nos llevan a determinados actos. En lugar de tener temo- res, deseos, un mundo constituído por nuestros proyectos,  aparecemos llenos de arañas en la cabeza, complejos frcu- dianos.

De la sola descripción y la conceptualización, purificació

n,  rápidamente nos encontramos con la re flexión pura y la  reflexión cómplice, con la mala fe, y encontramos también  que la vuelta sobre sí mismo es una posición moral. Una  conciencia reflexiva siempre puede dirigirse hacia la emoción;  en ese caso, la emoción aparece como estructura de la con- ciencia; no es una cualidad pura e inefable como el color  ladrillo rojo o la pura impresión de dolor, como debería ser  según la teoría de James; tiene un sentido, significa algo  para mi vida psíquica. La reflexión purificadora de la reduc- éión fenomenológica puede aprehender la emoción en tanto  qu~ constituye al mundo bajo forma mágica. Lo mágico,  según Sartre, es todo lo. que signifique mezcla de cosa y  conciencia; un mundo que tiene sentido sin que· yo se lo dé,  y que me aterra o me encanta, es mágico; un gesto es mági-

.>cb, y el otro, para nosotros, pertenece siempre al orden  mágico.

La conversión es una purificación al mismo tiempo moral,  porque la fórmula cómplice y reflexiva es: "estoy furioso  porque es odioso"; es la primera forma de la reflexión, la  reflexión pura da un paso más y dice: "lo encuentro odioso


 

120 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

porque estoy furioso". Entonces reconoce que la furia, la  rab

ia, es una forma de constituir al otro. Es muy interesan- te porque termina en la idea de una superación moral por  medio de la refl(~xión, idea que es muy ajena al psicoaná- lisis, pero que en la fenomenología resulta casi inevitable.  Y no estoy hablando ahora del señor Jaspers sino de Sar- tre, un ateo de izquierda, revolucionario,

 a quien, sin embar- go, su fenomenología lo convierte una y otra vez en un mora- lista. Estuvo muy unido a sus amigos comunistas, que a veces  lo trataron un poco mai; cuando no estaba muy en la línea  lo llamaban "rata viscosa", "vtbora de las más lúbricas",  "hiena con estilógrafo ", pero generalmente lo llamaron "com- pañero de viaje'~ De tal manera que era un ho

mbre que no  estaba como muy apropiado para ejercer una cen:;ura moral  sobre nada y que no quería ser un moralista y que no tenía  ninguna trascendencia a nombre de la cual declararse juez  de nadie. Sin embargo, es la metodología la que conduce al  moralismo, la parejita de lo que se comprende y se explica:  porque lo que se comprende -así fue siempre- es lo que se  juzga; lo que se explica no se juzga. En el orden de la com- prensión está el derecho, el dolor, la culpa, la responsabili- dad; pero el derecho no hizo más que heredar de la religión,  ahí está el pecado y el mérito, el premio y la culpa. No hay  mnguna teoría de la libertad, como libertad de elección,  en que no aparezca en algún momento el culpable. La doc- trina de la libertad, dice Nietzsche, es metafísica de verdu- gos. Primero declara bellamente que el hombre es libre y,  por lo tanto, responsable y, por lo tanto, culpable, y luego  lo debemos meter en la prisión, en el campo de concentra- ción o en el infierno para que pague su culpa.

Ahora bien, fijémonos cómo hay una serie de supuestos en  la posición de Sartre, que vamos a levantar con dos fines:  primero, para hacer una réplica a la concepción del mismo  Sartre, de Heidegger, Mnrleau-Ponty y otros; segundo, para  hacer una introducc1on al tema del complejo de Edipo. Todo  esto tiene una implicación y es que hay un sujeto que pro- yecta, una conciencia que organiza sintéticamente -siempre


 

Lstanislao Zuleta Obras 121

viene ese término en Sartre, en Husserl: síntesis-, que orga- niz

a el mundo a la luz dt.' un proyecto. Esta es otra manera  de describir la libertad, típica de Jos fenomenólogos: el mun- do, como conjunto de sentidos, de significación, sólo pu~<k  estar organizado a la luz de un proyecto; es decir que es a la  luz de un determinado proyecto como el mundo que se  despliega alrededor de uno es un conjunto de obstáculos o  de posibles o de medios, porque son obstáculos o medios  para la realización de un proyecto. Por lo tanto, el mundo no  es nunca un "en sí" que está ahí, sino el resultado de un pro- yecto que lo hace significativo, por lo cual el hom brc es libre  ante el mundo, porque es su proyecto el que decide lo que el  mundo significa. Una montaña es una montaña y no es que  haya ningún proyecto que la cree; no hay que calumniar  tampoco a los fenomenólogos diciendo que son unos idealis- tas puros; ellos no se imaginan que la montaña está inventa- da por ningún proyecto. Se habla es de su sentido, porque  la misma montañ.a tiene un sentido muy distinto si el indivi- düo desea pintarla o desea escalarla o para un aviador que sólo  desea no chocarSe con ella. La montaña es la montaña, pero  su sentido depende de un proyecto.

En esa dirección siempre se mantuvo la descripción feno- menológica del mundo, sosteniendo siempre una libertad;  alguien se eligió pintor, escalador o aviador. Una cosa que  de pronto les molestó es que Freud reconoce todo eso; sola-

-mente que pretende ex_elicar tamb!én por qué un individuo  llega_a...se¡:

 .. .aviador o pmroro-·escalador. de montañas, y no  piensª--9.!:!.~--~~_..d.ebe. .. sim.plemente. a una elección. Pretende  que además de existir una _i_ntcnción hay una t;X.P.liClldón  ck. .. la. iñ'leiiciori, ·:y .. no. sóió' e"so:. '!lay-Ún si~tema. de intencio- MS- que, Incluso, suelen ser c.ontradictorias, unas c~~fi~n~  .tes y otras. inconscientes, y no h.ay .\!.n__ sujeto unif1~.a9.o. _que  esté allí dado desde el comienzo, salvo .. para "la conciencia.  Ocurre lo mismo que con la libertad, que siempre fue -ya  lo declaró Spinoza en el siglo XVII- y sólo eso fue: "una  ijusión-de.. hLCO~nda". Lo mismo es la unidad del sujeto:  una ilusión de la conciencia.


 

122 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Este es el punto en el cual la oposiCion es ya insuperable  entre fenomenología y psicoanálisis. "Una ilusión de Ja con- ciencia -decía Spinoza-, porque nosotros somos conscien- tes de nuestros apE·titos, de lo que deseamos, pero no pensa- mos ni aún en suefios en las causas que nos mueven a desear  y, por lo tanto, nos imaginamos que los deseamos libremen- te". ("ETICA", Epílogo a la primera parte).

Hay una conciencia de la libertad, se puede hacer una feno- menología de

 la libertad, y hay una serie de nociones vivi- das, como la culpa, por ejemplo, que proceden de concien- cias de libertad. Pero la conciencia no prueba nada: conscien- te de ser libre no quiere decir ser libre; consciente de ..er cul- pable no quiere decir ser culpable, etc. El psicoanálisis se  mantiene más bien en la misma fórmula de Spinoza, amplia- da por Freud en el capítulo final de la "PSICOPATOLOGIA  DE LA VIDA COTIDIANA": "La libertad es el nombre  que damos a la ignorancia que tenemos de las causas de nues- tros actos''.

Lo que está predeterminado en la fenomenología es una  cor.~epción del sujeto como unidad y dei mundo como un  corijur.to sir-nificativo, constitufdo por la intencionalidad  del sujeto. En las fórmulas empiristas nos encontramos con  la concepción del sujeto como un dato, igualmente; pero,  esta vez es el sujeto observador, el sujeto de la experiencia,  no tanto del proyecto, y el mundo como una realidad dada  que no hay más que observar y constatar. Ambas formulas  entran en un conflicto muy agudo con el pensamiento psico- analítico, donde no nos encontramos con una concepción  del sujeto como una realidad dada, nos encontramos con  el sujeto como una. concienci:1 y luego conw un p:ml;>!ema.  Por lo demás,· -e1 concepto de recilidad en psiéoanálisis es  muy complejo; no e~ ~mpi!i~ta, n! COJ1_~truct~vist~ en el sen- tido de una fenomenología .del proyecto;· que construye  la significación que la realidad recibe.


 

Estanislao Zuleta Obras 123

La idea de la realidad_~!! .

.P.~<;ganálisis procede de una observa- ción evidente: l~alidad es algo Q!!?.

.E!!~-2:~-~~!. .P.~.r.c;liQo -en  la psicosis, en el delirio-, sin que se alteren los órganos de  los sentidos. Porque uno puede ser ciego sin perder la reali- dad y puede ver perfectamente pero delirar y gener toda clase  de alucinaciones. La realidad, pues, es aq__ue1Io que puede  set.,.J2e.t~· no ~s_ _

~S2-.-~tn.P.J~gte!lte constátado; t~mpoco  es_ algo constituído....¡wx_ ~!!.-ltrg_y~cto lió re, porque entonces  solamente podría ser perdido por el que decide perderlo,  es decir, la realidad no podría ser perdida sino abandonada  por cobardía, por ejemplo. La realidad, aparte de que pue- de ser perdida, nu~~g~!. __mfio. CQpquistada, siempre  está ~n.,. . cierto modo en cue¡tiQQ.

Vamos a hacer un pequeño rodeo para que podamos organi- zar

una buena polémica sobre el Edipo, polémica con auto- res que no se oponen al psicoanálisis como teoría del incons- ciente, cosa que generalmente aprueban: Deleuze, Guatta- ri, Foucault, y con parte de la gente libertaria moderna.  Generalmente su oposición al psicoanálisis es al Edipo a veces es extendida, como debe ser, a toda concepción del  complejo de castración, teorías de las normas, concepción  del padre, en fin; en general, al Edipo. Abordaremos pri- mero el Edipo, siguiendo la teoría de Lacan sobre el tema.


 

·,,


 

TEORIA DEL SUJETO EN LACAN


 

Estanislao Zuleta Obras 127

Vamos a estudiar el pensamiento de Lacan sobre el sujeto  valiéndonos para ello del esquema R, que es el esquema de  la estructura del sujet,o:

S

l '

S. ·.

Á

'\

1

R: Realidad

S: Orden simbólico

í: Orden imaginario

M: Madre (objeto primordial de los deseos)

P· Padre ("metáfora del nombre del padre")

.1<':· Falo (significante del deseo ·


 

128 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

1: Ideal del Yo

A: Otro (algo que el sujeto no organiza, orden de relaciones en el que

ingresa}

i:

m:

s:

a:

F··· M:  1

.. I:

imagen especular

Yo ideal

Sujeto

Otro (la mirada. el seno, la voz, los excremento~), causa del deseo.  Línea de los deseos

Línea del proceso de las idcntiticucioncs.

Lo real, lo simbólico y lo imaginario.

Simbólico es todo lo que pertenece a un orden, a una estruc- tura. Esa estructura puede ser de cualqui~ertipo ,porejemp-·-·

lo,  una silla pertenece, entre otras cosas, al orden de los mue- bLes; p

ertenece también al orden de los utensilios. No solamen- te-a una imagen mía privada que me pueda dar terror o amor,  sino a un orden de cosas. Todo el lenguaje es simbólico; por  medio del lenguaje nos introducimos en un orden de relacio- nes.

· Lo imaginario t es lo que pertenece a nuestra vivencia más  ··personal. Si yo veo un cenicero, es ante todo simbólico; es

un instrumento. pertenece a los minerales, etc. Pero también  es una tumba

 del cigarrillo donde muere el deseo; es ambas  cosas: simbólico e imaginario. Un vaso también: yo deman- do de un vaso que me dé algo que no me dieron a tiempo y  tengo una sed terrible; ese vaso es una madre imaginaria- mente, pero simbólicamente es un instrumento. AI,Jlh.as_cosas  constituyen Ja realidad; si se pierde una de las dos, se piefae

fa realidad. Veamos ejemplos de la clínica.

F. Perrier tenía un paciente que había perdido el orden sim- bólico. Por ]a mañana tuvo una picada en la nuca, al medio- día vio una flecha en un parque infantil y por la tarde fue a  coger una rosa y se espinó. Para él todo era lo mismo: estaba  agredido por alguien, en la rosa, en la flecha y en la picada.


 

Estanislao Zule ta Obras 129

¿Por qué era lo mismo? Porque para él era sólo imaginario,  es decir, había perdido los contextos (lo simbólico). Por- que tener una picada pertenece a un contexto fisiológico;  ver una tlecha en un parque pertenece a otro contexto, a  los juegos de niños en un parque; y pincharse con una espi- na de una rosa pertenece a un contexto botánico. Pero si  uno pierde el contexto entonces sólo vale lo que significa  imaginariamente y se entra en el delirio; ya no puede tib'i=- car···Iae·spíñi-·en lo botánico, la fle~n el parque de niños  ni la picada en lo fisiológico, pierde la realidad y cree que  es víctima de una conspiración .

.La realidad está constituída por lo imaginario y lo simból

i- .co; si uno pierde cualquiera de los dos, pierde la realidad.  Este punto es muy importante ahora que hay tantas discu- siones sobre la teoría del conocimiento, del conocimiento  positivista, etc. Desde el punto de vista del psicoanálisis  la realidad está constituída por lo imaginario y lo simbó- lico. Es imaginario todo, pero también todo es simbólico;  mientras uno se deja ir por cualquiera de las dos líneas, pier- de la realidad, y en la medida en que las combine, tiene algún  acceso a ella. Veo esta grabadora ahí: puede ser imaginaria;  por ejemplo, la puedo ver como un ataud en el que se pier- de mi palabra y queda muerta; también la puedo ver en el  orden simbólico, como algo que le facilita a alguien volver  a oír mi charla, es un instrumento. Si no soy capaz de ver  sino una de las dos, empiezo a delirar. Y empezamos casi  continuamente a delirar por todas partes, con todo el mun- do, con todos los seres.

Nosotros yernos en alguien un orden simbólico, alguien nos  da norm~, la sola manera como nos mira ya es una manera  de darnos normas; pero no sólo nos da normas, sino que nos  da promesa

s. También vemos un orden imaginario, también  nos recuerda nuestra infancia. A cada cual lo vemos hasta  el fondo de su vida. Freud, quien era un gran escritor (ganó  el premio Goethe de literatura, con toda razón), dijo de una  manera muy bella: "Los hombres son incapaces de guardar


 

132 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

llama el padre. Este es, a la vez, un tentador, un prohibi- dor

 y un protector. La identificación con el padre es enton- ces doble: una identificación con una figura aprobada por  los padres, que se llama Ideal del Yo, y la identificación  con una figura que sería como los padres, que se llama Yo  ideal.

En la escuela primaria nos dieron una cartilla. La cartilla  es el Ideal del Yo: el niño de cartilla, el nifto bueno. En la  cartilla se niega

 todo lo que e

s pasión, violencia, tensión  interhumana; no hay clases sociales, no hay proletarios ni  burgueses explotando a los proletarios; el policía es un ange- lito vestido de verde que ayuda a los niños a que pasen la  calle; la maestra no es tan rabiosa ni tan meditativa con- tra nosotros; es decir, todo el mundo nos ayuda, según la  cartilla.

En nuestra vida el Yo ideal y el Ideal del Yo pueden entrar  en una especie de dialéctica que combina el uno con el otro  y donde el uno nos ayuda a someternos al otro; somos ambas  cosas, aunque éstas también pueden separarse. <...uando se  separan ocurre lo que se llama una psicosis maníaco-depre- siva. En la etapa maníaca está sólo el Yo Ideal: "yo soy lo  más grande que existe sobre la tierra, yo me identifico con  Napoleón o ~on algo por el estiloH. En la etapa depresiva:  "yo me considero culpable de todos los males que hay en  el mundo; si hay nifios en las calles con hambre es porque  yo no he hecho lo que he debido~~. entonces se vuelve uno  culpable hasta la persecución (culpa persecutoria).

Sobre el tema resulta útil la lectura del estudio de Freud,  "DUELO Y MELANCOLIA'•: último capítulo de la "METAP- SICOLOGIA' '. Baudelaire, quien escribió uno de los poe- mas más bellos sobre el alcohol( 1

), dice de los alcohólicos  que "vienen con sus blancos bigotes como viejas banderas

(1) Le Vin Des Chiffonniers


 

Estanislao Zuleta Obras 133

de derrota, chocando contra el mundo como poetas; mien- tras

 les esperan horribles peleas hogarefias, expanden su  corazón en gloriosos proyectos''; viene luego lo otro: la can- taleta de la mujer, el hombre enguayabado que se siente  mal. Una y otra vez. Ese es el Ideal del Yo y el Yo ideal. Hay  también un excelente texto de Deleuze sobre el alcohol,  llamado "PORCELANA Y VOLCAN", que se encuentra en  el libro "LOGICA DEL SENTIDO", en el cual se ve clara- mente la pareja del Yo ideal y del Ideal del Yo.

El Y o ideal es lo que uno cree que puede ser sin ninguna  ley,

 sin ninguna norma, y el Ideal del Yo es el que aprueban  los que dan las leyes y las normas. Entre ambos estamos  todos. Si nos vamos de un solo lado, vamos para la psicosis.

La imagen especular ( i)

El hombre tiene una primera identidad de sí mismo, especu- lar. Lacan desarrolló esto en un texto muy conocido, "EL  ESTADIO DEL ESPEJO". El hombre es el único de los  seres, entre los mamíferos superiores, que se reconoce en el  espejo; el niño se reconoce en el espejo alrededor de Jos nue- ve meses, lo cual es fácil de demostrar experimentalmente:  cuando a un niño frente a un espejo se le muestra una cosa  detrás de él, digamos una manzana, y voltea hacia atrás,  quiere decir que ya se recnoció en el espejo porque entien- de que la manzana está en otro espacio; cuando echa la mano  hacia adelante a tratar de cogerla, todavía no se reconoce,  todavía ve otro niño ahí. El gorila es mucho más inteligente  que el niño en muchos sentidos; hasta los cuatro años el niño  no alcanza al gorila en inteligencia práctica, pero el gorila  no se reconoce en el espejo. Esa es una particularidad iden- tificadora del ser humano, el hombre es otro para sí mis- mo, es una imagen que se puede perder, que se puede desa- parecer. El J:l<?!llbre sabe que se v~a morir desde el momento  :~_q1l~ ~~t:ra en_el ienguaje. · ·· · · ··· · · · · · - -· ·


 

130 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

un secreto, aquel que los labios calla, baila en la punta de los  dedos y por todos los poros la traición se afana. El que tenga  ojos para ver y oídos para escuchar sabe que Jos hombres  son incapaces de guardar un secreto" (El caso Dora).

La fuerza de esa visión está en que nosotros ante el otro esta- mos conminados por lo imaginario y lo simbólico; nos cuenta  mucho más de lo que quiere contarnos y entendemos mucho  menos de lo que podríamos entender; esa es la forma de la  relación interhumana. Eso significa que todo lo que el hombre  dice tiene demasiado contenido. La realidad es algo que esta- mos a punto de perder continuamente, ese es un gran descu- brimiento del psicoanálisis; la realidad no es un dato, algo  que nosotros podamos constatar por medio de los órganos  de los sentidos. La realidad se pierde sin que nos fallen los  órganos de los sentidos; nos podemos enloquecer sin encegue- cemos, nos podemos enceguecer sin enloquecemos. La reali- dad no se nos da, no se nos presenta, no se nos regala como  un dato. La realidad se construye por una organización de  lo simbólico con Jo imaginario y si no logmmos esa ·organi- zación, no tenemos ninguna _r~alidad, sino un delir.ip. El  conocimiento no es ningún reflejo -con perdón dé- Lenin- de la realidad; tampoco es un invento. El conocimiento es  una combinación de lo imaginario y lo simbólico, eso es lo  que nos da acceso a lo real. Si nosotros vemos a una mucha- cha como real es porque la vemos a la vez como imaginaria  y como simbólica. Como imaginaria es nuestra vieja búSque- da de un seno, de una madre, de una protección absoluta;  como simbólica es una muchacha que está viviendo en la  misma cuadra de uno y estudia en la misma universidad,  etc. Cuando combinamos ambas cosas tenemos una mucha- -cha real a la cual amamos, pero si se nos separan una de las  dos cosas entonces ya no tenemos una muchacha real sino  un delirio; se nos convierk en una profesora que nos mira  como juez absoluto y entonces es puramente simbólica o se  nos convierte en un seno de nuestra mamá que nos espera  y nos protege o persigue y entonces es puramente imagina- ria. Todo lo que no sea una combinación de lo imaginario


 

Estanislao Zuleta Obras 131

y lo simbólico es una pérdida de la realidad y lo llamamos,  por ejemplo, p.si.co-si-s .

El Yo ideal (m) y el Ideal del Yo (1):

El ~es laidentificación con _la im~gcn del padre_ o~ni­ potente o de la madre.

 . omnipótcntc; en el tondo es lo mismo  porque para esa' primera relación de dependencia con la omni- potencia familiar no hay todavía diferencia de los sexos; la  diferencia de los sexos se aprende en el Edipo. El Yo ideal  es el ~~~---q~~- ,s(_i_<!en~.i.Q.~.a con aquel que. pue~e _hacer cual- quier cosa, es aquella imagen imaginaria de nosotros mis- mos como omnipotentes,. es la identificación con la imagen  del pa{fre que puede hacer lo que a nosotros nos prohibe.

El Ideal del Yo es la isiJ.mtiticación .C0!1. aq~ella tigurl! __que  siempre .. daría .lugar a ser aprobada, aquella tigtú·a··-que los  p.adres.qu....e_rrían que uno fuera. ··-·· · ··

Algunos ejemplos nos ayudarán a comprender mejor estos  conceptos. En el cristianismo hay dos figuras: la una se llama  Dios y la otra se llama el Diablo. Dios es un protector, cas- tigador, prohibidor, que está por encima de uno dándole  normas; ese Dios le dice a uno cuál debe ser el Ideal del Yo.  El Diablo es un tentador. Pero ambos son el papá. El papá  es un_tentador y un prohibidor, él se permite el lujo de acos- tarse con la mamá, cosa que a nosotros nos prohibe, y se  permite muchos otros lujos: salir de noche a la calle, fumar  y otras cosas que a nosotros también nos prohibe. El Diablo  es aquel que propone y tienta a transgredir la ley, el que tien- ta a hacer lo que le está prohibido a uno como hijo; en reali- dad todos hemos tenido un diablo en nuestra vida: lo hemos  llamado generalmente papá y mamá. El Diablo es un ten- tador; en la medida en que uno se identifica con él quiere  hacer lo que él hace. Al otro ser, que es un protector y un  prohibidor, las religiones le llaman Dios. Es bueno conver- tirlos en dos porque tenerlos como uno solo es muy angus- tiante; sin embargo todos lo tenemos como uno solo y se


 

134 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

La definición del hombre~ kt _má~ .PIJÍ.G.tiG.?_,_ que podemos  teneTánora-·es que· éi ·hombre sabe que se va a·--ñiorir;_nmgún

1 olfo1ifiitiüil lo· sabe. Por eso" el hombrenaTnventad·o religio- ñeíi:·raraC'V'ita~·esa cosa tan extraordinaria que le va a ocu- rrir. El hombre es también un animal que sabe hablar; es

.decir, que tiene un nombre, que no es natural y que no se  · entiende con los otros por señales. Las hormigas o las abe- jas, por ejemplo, se entienden unas con otras muy bien por  s~ñales, pero no tienen historia, en el sentido marxista del  término.

 EI hombre. sí tiene historia porque ésta es una res- puesta_.a. la muerte, lo mismo que la religión. Jnvent.amos  la 'ñi'Storia, el progreso, la tecnología, para responder a la  muerte, porque el hombre es, fundamentalmente, un ani- mal que sabe que se va a morir; éste es un dato lamentable,  verdaderamente espantoso. Hay algunos que lo han pen-- sado de una manera muy dura. Kirilof, un personaje de Dos- toiewski decía que la vida es como una larga operación alge- braica cuyo resultado se conoce de antemano: Igual cero.  El resultado de la vida humana: un cadáver (en "DEMO- NIOS'). ¡Cómo es de difícil, sabiendo de antemano que  ese va a ser siempre el resultado, vivir y luchar y tratar de

hacer cosas!

El hombre es un ser que para sí mismo es una imagen espe- cular; es decir, alguien mortal, perdible. Hay una. fórmula  de Hegel, muy bella, sobre ese punto: ..Los animales no  saben que se van a morir porque nunca han sabido que están  vivos''. Cuando uno

 sabe que está vivo es cuando sabe que  se va a morir, y entonces todo se vuelve muy complejo. Esa  imagen especular es la figura inicial del hombre. El hombre  es un ser que tiene una imagen de sí que se configura de  una manera imaginaria, por identificación con una imágen.  En algunas formas de la esquizofrenia el hombre no se reco- noce en el espejo, se ve en él y saluda. También en algunas  formas de psicosis la imagen especular se pierde. Hay una  figura de la paranoia en que el hombre ve al papá cuando  se mira en el espejo.


 

Estanislao Zuleta Obras 135

El hombre es, pues, un ser capaz de verse en el espejo, de  ver su

 imagen; eso es lo que se quieré. llamar imagen espe- cular. Es un ser capaz de tomarse a sí mismo por objeto,  por objeto p"é'rd'ible, mortal, que se le puede perder a la mamá;  pof""bo]étb; ·incluso, del deseo, como ocurre en el narcisismo.  Pero se reconoce en el espejo si es amado; si no es amado,  no se reconoce.

Madame Granoff escribió un libro bellísimo sobre cuatro  casos curados de esquizofrenia primitiva. Se trata de unos  niños de los que se pensaba eran atrasados mentales, que  no sabían hablar a los 8 ó 9 años, incluso uno de ellos a los  1O. En un capítulo titulado "EL NO DEL LOBO "(l)  ·-uno de Jos niños tenía el delirio de aullar como un lobo- se trata de sacar a un ser humano prácticamente de la nada,  porque tampoco tenía control de los esfínteres. Madame  Granoff se metió con ellos hasta el fondo de su ser; por ejem- plo, jugando con caca, con leche, con espejos, pegándose mordiéndose. Así los sacó, los puso a hablar muy bien demostró que tenían una esquizofrenia primordial; es decir,  que no habían pasado por el estadio del espejo y no se habían  re(;Q.tl.OCKfo nunca a SÍ. mismos, porque no habían sido nun- ca amados por nadie, no fueron amados por hi madre. Cuan- do···hay una carencia de amor hacia el niño, hay una dificul- tad inmensa de reconocimiento, porque él se reconoc;e -en  el esrz.si.o sólo s~bre la ba~~. .de que es reconocido j:)orJa ma<lr~  corn.<i.,d..objeto de su deseo:

Hay una forma de psicosis en la que el niño, al mirarse al  espejo, ve un monstruo. La humanidad siempre ha tenido  sus monstruos transhistóricos; se lo digo a los marxistas.  Los dragones, por ejemplo, son de China, de Grecia, de Egip- to, etc. Están en todas partes y en todas las épocas. La bruja  es perfectamente transhistórica, por todas partes la encontrá- mos. v'olándo. ~en su escoba y quiere deCir la mujer fáiicá, la

. .. -~··· ··- ... -···- .... ·--····---·

mamá con pene.

(1) La Psychanalyse No.4


 

136 Tomo 1 H ¡wnsamknto psit:oanalitk:o

Hay una imagen di! sí terrorífica, QUl' es la imagen <k si  cuando uno no corresponde a un ser amado. ~sa es la im'a- geñ .. terrorífica y se llama generalmente madre; el dragón es  una madre devoradora llena de colas, de alas y de símbolos  fálicos, que echa fuego; la bruja también es una madre. Todas  esas imágenes las ha producido la humanidad para tratar de  convocar el amor materno y exteriorizar dos cosas: hay  algo amenazador que no es la madre y hay algo que es pro- tector, defensor, que sí es la madre. Entonces son dos imá- genes distintas, la una pavorosa, la otra ::~mada; siempre que- remos dividirla pero son la misma. La m.is.rua. .. primorosa que  nos encanta es la amenazadora, pero nos gusta deji¡-¡:··-aluera  esta última.

Cuando no logramos tener un buen nombre, es decir, cuan- do no hayamos sido denominados con amor, cuando no  hay una palabra y una imagen con la cual identificamos  -imagen que deja la madre con cariño-, no hay idea de sí  mismo, no hay imagen especular y, por lo tanto, tampoco  hay sentido de la identidad, ni sentido de la muerte ni nada.  Ese que vemos en el espejo sólo lo podemos elevar a la cate- goría de imagen reconocible si, al mismo tiempo, es objeto  de deseo de la madre.

El padre (P)

Lacan lo llama metáfora del nombre del padre, más bien que  sencillamente padre. La relación con el padre es distinta  para ambos sexos a la relación con la madre, porque la rela- ción con la madre es una relación de complementariedad:  el niño necesita

 a la madre y no necesita al padre. El niño  y la niña necesitan el seno, necesitan el afecto de la madre.  El padre no es necesario, el padre es admitido como una  metáfora; la relación con la madre es metonímica (relación  de una parte con el todo), en el sentido de que la necesita,  entre ambos constituyen un todo y si desaparece la mamá,  desaparece él. En cambio, con el padre no hay una relación


 

Estanislao Zuleta Obras 137

de necesidad, hay una relación simbólica de identificación,  de hostilidad y de otras cosas.

Lacan dice, en vez de padre, metáfora del nombre del padre,  porque la relación metafórica es una relación de sustitución.  La definición de metáfora en gramática es que un sustitu- yentc representa a un sustituído. El padre lo sustituye a uno;  por ejemplo, en los celos in mntiles se vive fuertemente esa  sustitución; en cambio, la madre no lo sustituye a uno sino  que lo complace.

La Madre (M)

La madre es el objeto primordial de los deseos, es un obje- to que combina la totalidad de nuestra forma pulsional;  quiero decir, es al mismo tkmpo objeto del deseo, de la  necesidad, del amor, de la identidad, de la hostilidad, de  todo. La madre en psicoanálisis puede ser una tía, una nodri- za o el papá incluso; generalmente es la mamá.

Hay que pasar por una primera identificación con el padre  pam poder llegar a desear la madre; ese deseo se produce  por unaa secundaria, es decir, no por una necesidad sino  por una identificación con el padre que la desea (si la desea  es algo de lo que no estamos nunca seguros); desearla como  otro, como el padre, como alguien en contm del cual se  está, no simplemente como el que la necesita, sino como  el que compite por ella.

La madre es un objeto hacia el cual apunta el padre y con  el cual

 compite el padre en relación al niño. Suponemos que  entre el padre y la madre hay una relación de deseo aunque  puede no haberla; suponemos que hay un deseo, porque el  deseo es constitutivo, porque el deseo de la madre hacia el  padre es separador con relación al hijo; esa separación es  constitutiva, el niño necesita ser separado de la madre. Es  necesario que la madre reconozca a otro como existente,  como objeto de su deseo, además del niño; entonces se pro-


 

138 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

duce la línea (M-P) de la madre hacia el padre y del padre  hacia

 la madre (P -M). Esa línea es fundamental para que  se constituya Jo simbólico. Un ejemplo: aprender <~¡ hablar  es muy difícil, es inscribirse en el otro; lo último que uno  aprende a hablar son los relativos y Jos pronombres perso- nales yo, tú, él. El niño al comienzo no se trata a sí mismo  de yo sino que se trata de él; dice, por ejemplo, "él quiere"  cuando se refiere a lo que él desea. Al principio es muy difí- cil aprender esas tres cosas porque no tienen un referente  objetivo; por ejemplo, Jlamo a esto "silla" y a esto "mesa",  pero no puedo llamar a nada "Yo". "Yo'' es el que habla,  "Tú'' es a quien se habla, "él" es de quien se habla, pero  no hay un referente permanente puesto que yo mismo soy  "Yo'', "Tú'' y "él' '.

En la esquizofre-nia eso no se aprende tampoco; un esquizo- frénico no aprende a decir "Yo", dice "él" refiriéndose a  mismo. ¿,Cómo y por qué se aprende eso? Se aprende eso  cuando circulan las identificaciones, cuando uno se identi- fica con la mamá, con el papá y, por lo tanto, con uno mis- mo. Esa es la parte central de lo que se llama en psicoaná- lisis el orden simbólico; eso nos introduce en un orden sim- bólico. Yo soy ..Yo" con relación a otro que es "él", con  relación a otro a quien se habla y es "tú"; ese es el orden  simbólico. El orden simbólico es un orden lingüístico: no  se puede aprender a hablar si no se ha accedido al orden  simbólico.

El Otro (A)

El Otro está incluído en el campo de lo simbólico y quie- re decir el Otro en el sentido más absoluto del término; el  Otro es la ley, el Otro es el lenguaje, las normas que uno no  funda y en las que tiene que ingresar, incluyendo las normas  de la arbitrariedad. El primer sentido de este Otro es la impo- sición de un código pre-personal; no me lo impone nadie  en particular, ni mi papá ni mi mamá; fantasmalmente, imagi- nariamente, me lo imponen mis padres, eso es lo que yo


 

Estanislao Zuleta Obras 139

creo cuando estoy muy nifio. Pero en realidad el padre que  ordena eso tiene en psicoanálisis un nombre muy curioso,  se llama el "padre muerto''; es decir, el padre que acepta  la norma y por eso puede transmitirla. Eso a veces se vuel- ve muy complicado, sobre todo en la historia de las religio- nes: para imponer la castración hay que aceptar la castra- ción, pero como no se puede hacer del todo porque la his- toria duraría muy poco, se hace la circuncisión; primero  acepta Abraham la circuncisión para podérsela imponer a  Isaac y éste la acepta para imponérsela a otros.

El Otro es la imposición de las normas; para comenzar, está  el

 lenguaje. Todos nos inscribimos en un lenguaje que noso- tros no fundamos; por muy grandes poetas que sean Baudelai- re o Rimbaud, escriben de todas maneras en un francés que  ellos no inventaron. El lenguaje es una imposición del Otro.  Ésto se llama mesa, ¿por qti.~--~-e.~i:\.1.1 2orque sL. . Es_::Y..~~ .imP-0:  siCl6n magníficá:· co.mplefamente arbitraria. A uno le impo- ·

ñ'é'ri'-íñ'uchas "'01-ras cosas: "üna manera .de .. vestir, una manera  de comer, al café no se le echa sal sino azúcar, a la ensalada  no se le echa azúcar, ¿por qué no? porque no, ¡es así!

El Otro está al lado del padre porque en el sentido imagi- nario al padre le adjudica el niño la función del Otro; es  decir, se imagina que el papá impuso eso. El Otro es la impo- sición de las normas, no en el sentido de un otro concreto.  Este Otro es un abstracto, el que le impone a uno el lengua- je, los gustos y el que nos hace tomar café con azúcar y ensa- lada con sal.

Sin el Otro (A) tampoco hay realidad; esto se puede ver en  la clínica de la psiCosis. El hombre se convierte en un ser  terriblemente libre, espantosamente libre, adquiere una liber- tad siniestra; le da lo mismo el café con sal y la ensalada con  azúcar, cuando ve a la mamá tiene ganas de tener relaciones  sexuales con ella, etc. A éste se le perdió el orden simbóli- co. Freud en "EL CASO SCHEREBER" se refiere a un indi- viduo paranoico que escribió un libro, y a quien no conoció


 

140 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

personalmente; Freud dice al final: "El futuro dirá si el deli- rio de

l doctor Schreber tiene tanta verdad como yo creo.  si su teoría es tan verdadera como yo pienso o si más bien  mi teoría es más delirante de lo que yo quisiera': El doctor  Schreber es el más grande teórico de lo imaginario que uste- des puedan pensar; él mismo era un paranoico y estaba, por  decirlo así, sometido a lo imaginario; decía quw jefe de la  clínica lo iba a castrar. Si pensamos en la fórmula "castrar",  tal como la entiende Schreber, vemos que esa es la fórmula  psicoanalítica; castr'!~-~-~.l!Q..Jt~l~_r pensar, es acomodar en lo

'simbólico quitánaole a uno lo imagfñaño.-.-------- ·- ---~-- -----

El otro (a)

El otro está inscrito en el campo de la realidad; es la causa  del deseo. Va en dos direcciones porque el deseo no se pue- de desprender nunca de la identificación; siempre que desea- mos es porque estamos buscando alguna identidad, no sola- mente a otra persona sino también llegar a ser alguien. Claro  que estamos buscando a otra persona, pero además de esa  otra persona con los senos turgentes, las piernas elásticas  y todo aquello, también estamos deseando llegar a ser alguien.  El deseo, pues, va siempre en dos direcciones: Hegar a alguien  y llegar a ser alguien; el deseo no está nunca en una sola  dirección.

Llamamos objeto a (el otro) a la causa del deseo; ese obje- to es el que pone en cuestión la identidad. Al objeto a Lacan  le da diferentes nombres: la voz, la mirada, los excrementos  y el seno; esas son las cosas que pueden poner en cuestión  nuestra identidad. Hay una voz que si se pierde desaparece- mos nosotros; hay una mirada que si no nos reconoce no  sabemos quiénes somos; por los excrementos aquí se entien- de lo del nacimiento, porque la imagen primera que tene- mos del nacimiento es anal, algo de nuestro cuerpo que se  puede perder; el seno es la imagen primera de lo perdible,  incluso la primera ausencia que hay en el mundo es la ausen- cia del seno.


 

Estanislao Zuleta Obras 141

Esas cuatro cosas son indicadoras de nuestra posible pérdida  de la identidad. Si no hay voz que nos ame y nos nombre  al mismo tiempo, podemos desaparecer, lo mismo puede  suceder si no hay una mirada que nos reconozca; los excre- mentos son un símbolo de la desaparición, de lo desechable  del cuerpo; el seno es lo perdible inicial.

Si uno no tuviera el temor de desaparecer, no desearía; el  deseo

en sentido psicoanalítico no es lo mismo que la nece- sidad, como vimos antes; el deseo tiene una cosa más que  la necesidad. Cuando uno ha caminado por un desierto  sus buenos días, tiene necesidad de tomar agua, pero no  deseo; el deseo es miedo a desaparecer, ese es el fondo del  deseo: miedo a no ser, a no reconocerse, a no ser recono- cido; por eso el deseo tiene un vínculo esencial con el amor.

Lacan lo dice de una manera un poco molesta: el sujeto  escindido es el que desea el objeto a y el objeto a tiene corres-

pondencia con $laescisión del sujeto. Igual

O a'

El sujeto es siempre un sujeto escindido, es decir, alguien  que busca algo perdido que es él mismo: su referente de  identidad.

El sujeto es aquel capaz de tener un deseo y un objeto del  deseo. La Madre (M) es el objeto primordial de los deseos,  pero sin la imagen especular (i) y sin la Madre (M) no hay  sujeto, el sujeto está fabricado por la identificación. La iden~  tidad es algo que se puede perder, esa es la experiencia gene~  ral de la psicosis. Acceder a la identidad es un problema  humano; el hombre accede a identificarse con alguien; esa  identificación es inconsciente; incluso, es lo más profundo  del inconsciente.

El pensamiento de Freud es muy complejo porque no es  un moralismo en el que "deben hacer ustedes esto, estar


 

142 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

con lo imaginario, estar con lo simbólico''. Sólo lo compltüo  es realmente creativo, sólo lo combinado es realmente huma- no; tod_g__Ji_qi~~ e_~-::~mi1~~~ª1 es patológicÓ:-;;- -~s ·el pensa- I-T-tl-e-ñ-fO· Jte_.Eteud. ····- --------- ...... ·-··--

El esquema de la estructura es didáctico, aunque a Lacan  no le gusta este término. El interés del esquema es que per- mite apreciar un conjunto de relaciones complejas tenién- dolas en cierto modo presentl!s todas, mientras que en el  discurso generalmente se tiende a no ver el conjunto y, sobre  todo, a no ver que el conjunto es lo decisivo allí.

Este cuadro de la estructura del sujeto lo traje a cuento como  una introducción a la teoría del Complejo de Edipü, porque  ésta donde menos se entiende es donde más se simplifica.  Este tema, que es el objeto de muchas discusiones modernas  entre filósofos, psicólogos y antropólogos, hay que abordar- lo desde el comienzo en toda su complejidad.

Lo que hace difícil el cuadro es que Lacan introdujo en un  pe

queño esquema una gran parte de su temática fundamen- tal; es decir, el problema del orden simbólico, el campo de  la ley, la organización de la realidad por el orden simbólico;  como ven, el cuadro está en cierto modo desequilibrado:  el orden simbólico cubre más la realidad, en cambio lo ima- ginario queda constituído por un campo menor.

PREGUNTA: Los cuatro elementos que constituyen el obje- to a (el seno, la voz, los excrementos. la mirada), se dice,  son los que le dan conciencia al ser de que puede perder la  identidad; eso también tiene, creo, una relación con saber  el hombre que se va a morir; ese saber de todas formas impli- ca conciencia, ¿en qué nivel de la conciencia se encuentra  ese saber, es algo interiorizado, algo inconsciente?

Esos cuatro elementos constituyen cuatro amenazas. El saber  que uno se va a morir es tan primordial que no tiene nada  que ver con algo anecdótico como que le cuenten a uno que


 

Estanislao Zuleta Obras 143

la abuelita se murió. El saber que uno se va a morir procede  del acceso al lenguaje. Así lo explica Freud al comienzo de  "MAS ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER": un nifio  (sobrino de freud) tenía nueve meses y comenzó a produ- cir el lenguaje, no el idioma que es distinto: decía oo -aa,  una pareja de fonemas opuestos. Esa pareja la representa- ba con una bocina; con la que jugaba en la cuna: cuando  la veía decía aa y cuando la volvía a esconder decía oo; enton- ces Freud se puso a seguir al nifio en estos juegos y se dio  cuenta que cuando estaba ante el espejo decía aa y cuando  desaparecía decía oo; cuando la mamá se iba decía oo y  cuando llegaba decía aa. Entonces Freud interpreta rápi- damente, como es natural, que oo es ausencia y aa I.!S pre- sencia, presencia de la madre, presencia de él mismo, pre- sencia de la boc)na; oo es ausencia de él mismo, etc. Enton- ces ya construyó un fonema que se remite a un sentido y ese  sentido ya contiene la muerte: ya es posible la ausencia de  uno mismo; porque si aa es uno mismo, oo también puede  ser uno mismo; es decir, entrar en el lengu<úe es aprender  que uno se va a morir, ese es el dolor del hombre, entrar en  el lenguaje y aprender que se va a morir.

PREGUNTA: ¿Cuál es la diferencia entre la pérdida de la iden- tidad y el saber que la muerte vendrá, ya que el esquizofré- nico sabe que se va a morir pero tiene un problema de iden- tidad?

El problema de la muerte en la psicosis es muy misterioso;  generalmente con una enfermedad que el paciente sabe que  es mortal, se pueden quitar las psicosis. Es un fenómeno  de clínica muy difí

cil de interpretar. Hay varias fonnas de  la psicosis en que la muerte es el problema mayor, por ejem- plo, en la fbnna persecutoria de la melancolía (o depresión,  como se le denomina en otras nomenclaturas), que tiene  una relación con la muerte que generalmente conduce al  suicidio. Ese suicidio fue interpretado por Freud desde hace  mucho tiempo y la clínica lo muestra una y otra vez como  una identificación delirante con un objeto perdido y al mismo


 

144 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

tiempo interiorizado y odiado; perdido no necesariamente  porque

 se haya muerto o ido, puede ser simplemente porque  no lo quiere, porque

 a sus demandas a un objeto (frecuen- temente la madre), el objeto no responde. Entonces se pro- duce un duelo patológico que funciona así: el personaje se  identifica con el personaje perdido y al mismo tiempo tiene  una gran hostilidad hacia él, entonces el suicidio es en cier- ta manera un modo de matar al otro. Desde luego el suicidio  no se da sólo en la psicosis y en la melancolía: a veces la  persona es muy consciente de la muerte. como en ciertos  tipos de esquizofrenia, pero le teme más a la locura que a  la muerte y se generan delirios extraordinariamenk dolo- rosos; es decir, que el hecho de que en la psicosis el indi- viduo pierda la identidad complica sus relaciont:s '-''-'D la  muerte, porque no sabe, por ejemplo, si se trata de la de él  o la de la mamá. No es que niegue la muerte en absoluto.  creo que tanto como eso tal vez no sea accesible al hom- bre: algunas religiones part·cen lograrlo porque tal vez la  psicosis colectiva es más fuerte que la privada: dicen de los  cátaros que entraban cantando a las hogueras porque esta- ban seguros de que seguían derecho para el cielo.


 

EL COMPLEJO DE EDIPO

Lo simbólico y la realidad.  El mito del Origen.  Filosofías de la Conciencia y la Alienación ..


 

Estanislao Zuleta Obras 147

Con el problema del complejo de Edipo ha ocurrido en la his~  toria del psicoanálisis algo muy complicado. Desde muy tem~  prano Freud formuló el complejo de Edipo. Lo que él equiere  decir con complejo es una estructura de relaciones determi~ ~

nantes que está vinculada necesariamente al complejo de .1  castración. Por lo demás, complejos no hay más; en vulga-~  rizaciones se habla de complejo de timidez, etc., pero en psico~

análisis no se considera sino lo anterior. En sus primeras

  obras a veces Freud utilizaba en forma no conceptual la idea  de complejo y hablaba de complejo paterno, complejo de  hermanos; refiriéndose a la identificación con celos ante los  padres. Pero en realidad lo que queda en la evolución y en  el desarrollo de la doctrina es el complejo de Edipo, cuyo  destino final es la castración.

La primera presentación que hizo Freud del complejo de  Edipo es muy simplista y, como casi todo lo simple, pare- ce fácil y gusta: es la que se ha hecho más popular. En ..

LINTERPRETACION DE LOS SUEÑOS,. se encuentra ya  un pequeño apartado que se llama '"Sueños típicos" y den- tro de éste, uno que se llama "El suefio de la muerte de per- sonas queridas'~ 'Tratando de ver en qué medida el suefio  de la muerte de personas queridas puede significar la reali- zación de un deseo -que es la tesis fundamental en todo  el libro-, se remonta a que precisamente hubo d~~e..OSin_!:;OJ!.~­ cientes d~_pmerte hacia el padre y deseos sexúales hacia la  ma~:~sta -e-s·-la -piitiiera··¡,¡:e¡eñtacitm··d'et·fdipo, y por eso  str''"iemite al libro de Sófocles y elige el mito de Edipo. Freud  se pregunta por qué esa obra ha impresionado tanto a la  humanidad en las más diversas épocas y se apoya en eso  para mostrar que esa obra despierta en todos nosotros algo  que hubo en nuestra infancia: deseos inconscientes aquí  aparecen dramática y trágicamente realizados.

Es importante tener claro que deseo en el sentido freudia- no es un término muy fuerte, vinculado a la identidad y  constitutivo de la persona. En el mencionado pasaje de .. LA  INTERPRETACION DE WS SUEROS", Freud continúa


 

148 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

con Hamlet, mostrando cómo éste no pudo matar a Claudi

y cumplir la orden de su padre porque en Jo que hizo Clau- dio vio realizados sus propios deseos. Ese aspecto del Edipo  es un aspecto que incluso no podríamos llamar propiamente  freudiano. Algunos grandes poetas lo dicen a veces directa- mente, como Dostoiewski, en la defensa de Dimitri Karama- zov, al final de ~LOS HERMANOS KARAMAZOV~: el  abogado dice que no se puede acusar a este hombre por un  deseo de la muerte del padre, porque no existe sobre la tie- rra ningún hombre que no haya deseado la muerte del padre.  Dostoiewski también habla del inconsciente, de pensamien- tos inconscientes y del suefio como una realización de deseos.

Freud tenía por donde encontrar sospechas del inconsciente  en toda la literatura; él dice que su obra no le debe práctica- mente nada a la psiquiatría ni a la neurología en la que él  se formó, sino que se lo debe prácticamente todo a los poe- tas.

Una formulación simplista del complejo de Edipo fue, pues,  lo primero

 que tuvimos. Y esa formulación, además, era muy  unilateral, porque había sido sacada de la propia neurosis  personal de Freud, la cual estaba él investigando en la épo- ca en que se le murió el papá, muerte qu~ le causó un dolor  extraordinario, lo cual era más o menos raro por varias razo- nes: por una parte, porque era muy viejo y era de esperar  que se muriera; por otra, porque casi no tenían relaciones,  es decir, Freud era independiente y vivía de su trabajo, con  sus ideas que no tenían nada que ver con las de su padre,  quien era un judío muy religioso. De suerte que esto hacía  muy raro que la muerte de su padre le hubiera parecido  ..

la noticia más grave que se puede redbir' '.

La investigación sobre ese extrafio duelo y unos suetíos fue  lo que comenzó a generar ciertos recuerdos infantiles ya olvi- dados de mucho tiempo atrás y muy directos; empezó a ver  que en realidad el problema era que había un odio y que  ese dolor estaba hecho de culpa, porque la muerte del padre


 

Estanislao Zuleta Obras 149

era la realización de un deseo. Desde muy al comienzo se ve  el tema de la culpa inconsciente, cómo el deseo no necesita  hacerse consciente para que genere culpa cuando es un deseo  agresivo. En "EL YO Y EL ELLO" dice freud que no sola- mente nosotros somos peores de lo que creemos y tenemos  deseos terribles, sino también más buenos de lo que creemos  y tenemos unos sentimientos de culpa espantosos por algo  que nunca hemos hecho.

Freud planteó primero esa idea del complejo de Edipo, vis- t

o desde el niño; de la niña todavía no dice nada. Luego va  a escribir dos estudios, "LA SEXUALIDAD DE LA MUJER''  y "LA FEMINIDAD", pero son más tardíos. En esta época,  que es muy larga, no dice nada del problema de la niña.  Claro que no faltó quien se precipitara a resolverlo en para- lelo: "quiere matar a la madre y acostarse con el papá, enton- ces se llama el complejo de Electra ". Freud nunca creyó  eso y eso nunca había sido investigado así. En pocas pala- bras, se vulgarizó una noción de complejo de Edipo en la

que uno pierde de vista prácticamente todo lo que en rea- lidad eso tiene de interés y sólo cuentan una anécdota in tan- til. Por lo demás, otros lo habían sabido. Diderot decía, de  una manera fuerte, que si el bebé tuviera la fuerza de un  hombre de treinta años ahorcaría al papá y se acostaría con  la mamá. Stendhal decía lo mismo. Eso no era tan nuevo,  pero tampoco ese es el problema.

El problema es nuestra fundamental ambivalencia, porque  si se tuviera odio por el papá y amor por la mamá, eso no  tendría ningún problema. Se tiene odio por el padre y, al  mismo tiempo, una identificación con él; el padre es. al mis- mo tiempo, un ideal del Yo y objeto de amor. Para Freud  fue muy difícil encontrar la formulación del complejo de  Edipo; por eso es importante estudiarlo en sus trabajos tar- díos y todavía mejor en otros buenos tratadistas actuales  como Moustapha Safouan en su libro "ESTUDIOS SOBRE  EL EDIPO"' (que es un poco complicado porque tiene el  fastidioso estilo de los lacanianos, donde "si no me entiendes,


 

150 Torno 1 Fl pensamiento psicoanalítico

debes entender que soy muy inteligente", que parece ser el  discurso que le están dkiendo a uno permanentemente l.  En la época moderna si se va a discutir sobre d tema del  complejo de Edip

c, debe Jiscu t irse sub re las t'laburaciones  finales de Freud, qukn estaba buscando y. además. tenía  sus propias dificultades: él nunca comprendió en su aná- lisis la parte de sus relaciones con la madn~ y a este proble- ma que era personal y que se puede explicar. como en todo  el mundo, por la represión, se añadió el hecho de que t:·I  generalizó, idealizó no sólo las de él, sino en general las rela- ciones del hijo y la madre.

La primera formulación del complejo de Edipo, en Freud,  tan fácil de leer, se encuentra en el mencionado apartado  al comienzo de "LA INTERPRET ACION DE LOS SUE·  ÑOS"; Juego en "INTRODUCCION AL PSICOANALISIS ",  etc.; en los últimos trabajos, como en el "ESQUEMA DEL  PS{COANALISIS"' ( 1930). habla mucho menos de eso y con  más cuidado. Luchando consigo mismo, en su neurosis, con  sus errores y dejándose enseñar de sus pacientes, que le hacían  evidente lo que no había querido ver en muchos casos, fue  elaborándolo sin haberlo dejado nunca en una elaboración  realmente satisfactoria. Se lo puede ver en un período tar- dío, en "EL YO Y EL ELLO" ( 1922), tratando el tema:

"El caso más sencillo toma en el niño la siguiente forma:  el niño lleva a cabo muy tempranamente una carga de obje- to que recae sobre la madre y tiene 'su punto de partida en  el seno materno; del padre se apodera el niño por identifi-

cación. Ambas relaciones marchan paralelamente durante  algún tiempo hasta que por la intensificación de los deseos  sexuales orientados hacia la madre y por la percepción de  que el padre es un obstáculo opuesto a la realización de  tales deseos, surge el complejo de Edipo. La identificación  con el padre toma entonces un matiz hostil y se transfor- ma en deseo de suprimir al padre para sustituirle cerca de la  madre. A partir de aquí se hace ambivalente la relación del


 

Estanislao Zuleta Obras 151

nifio con su padre como si la ambivalencia existiera desde  un principio y se exteriorizara en este momento".

"La conducta ambivalente con respecto al padre y la tier- na aspiración hacia la madre considerada como objeto, inte- gran para el nifio el contenido del Complejo de Edipo sim- ple, positivo''.

Esta exposición que pertenece a lo que llamo simplismo  de Freud, simplificación, tiene el peligro que suelen tener  frecuentemente las explicaciones simplistas, que uno tie- ne la ilusión de haber entendido, pero realmente ni siquie- ra ha entrado en el tema. Es mejor reconocer en este cam- po, como en todos los otros campos, que las cosas tienen  un nivel de complejidad en sí mismas, es decir, que quien  le ofrezca a uno que le va a explicar la teoría de la relati- vidad en términos de aritmética elemental, lo está estafan- do. Hay en cada caso un nivel de complejidad. Cuando unas  obras tan complejas como las de Marx, que trataron de ana- lizar la sociedad capitalista, se reducen a cinco fórmulas,  que se pretenden son lo esencial del marxismo, no se está  haciendo en realidad ninguna ayuda; es mejor reconocer la  dificultad donde está. En el texto citado, por ejemplo, Freud  no nos hace propiamente una ayuda. Parecería que la cosa  fuera muy clara: hacia la madre el deseo y hacia el padre  la identificación y la hostilidad. Pero el problema no es así.  Son los dos padres objeto de identificación en todos los  casos y en ambos sexos, idea que luego introduce. Poco  más adelante nos dice lo siguiente:

"El desenlace del complejo de Edipo es una identificación  CO!l.J!.~ padre O con la madre; parece, pues, depenaer eñ1mtbos  casos c¡e· la .. éñe1'gfa · rehtiiva de las dos disposiciones sexua- les. Esta es una de las formas en que la b.i$ex.l.I~tda4 inter- viene en los destinos del complejo de Edipo". La-otra es  aún más importante; experimentamos la impresión de que  el complejo de Edipo simple no es ni con mucho el más  frecuente y en efecto, una investigación más penetrante


 

152 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

nos descubre casi stempre el complejo de Edipo completo  que es un complejo doble, positivo y negativo, dependien- te de la bisexualidad originaria del sujeto infantil; quiere  esto decir que el niño no presenta tan sólo una actitud ambi- valente con respecto al pac:tre y una elección tierna de obje- to con respecto a la madre, sino que se _conduce al mismo  tiempo como una niña, presentando la actitud cariñosa feme- nina para con el padre y la actitud correlativa hostil y celo- sa para con la madre ...

"Una interven~--b.~~?9!~ad es la que hace tan difí- cil llegar a.íCoílocimiento de las elecciones de objeto e iden- tificaciones primitivas y tan complicada su descripción".

La formulación se hace más compleja, ya no es la historia  tan sencilla de media página; ahora descubrimos que es doble,  que el nift.o se identifica con la madre frente al padre y con  el padre frente a la madre; que tiene ambos deseos y hosti- lidades. Descubrimos cómo el nifio entra en esa historia,  en la que hay que entrar.

Porque es necesario precisar que en el complejo de Edipo  se puede

 no entrar. Y eso se llama una psico~-p.ri.mi,tiva.  Entrar en el complejo de Edipo quiere decírentrar en una  triangulación; esa es la exposición que acostumbraba Lacan  en·-aeñii" época. Eso puede y suele ocurrir, pero puede -no  ocurrir; puede que la madre sencillamente no acepte al padre  ni como objeto de su deseo ni como su palabra, ni le con- fiera a la ley de la palabra paterna la menor validez y, en cam- bio, se precipite sola sobre el niño como el emblema de su  narcisismo y se posesione de una relación dual, sin que un  tercero pueda entrar. Ahí el problema es que para el hom- bre e1 mínimo de relaciones es tres, según se descubrió con  la teoría del Edipo, porque dos ya no es una relación sino  una identificación eu espejo, ya no sabe el sujeto si .es el  otro o él mismo; es decir, dos no son suficiente para una  relación.


 

Est¡;nislao Zuleta Obras 153

La adquisición del lenguaje encuentra dificultades muy serias  en la psicosis y en las formaciones más o menos p~g.óticas;  lo último que el niñ.o aprende del lenguaje es el empleo correc- to de los pronombres personales, porque son signos de posi- ciones ante el discurso y no de objetos. Para poder acceder  a ellos es necesario que circule entre tres una relación que los  induzca; es decir, que uno pueda identificarse con el uno

,(yo} cuando habla al otro, con el otro (tú) cuando le res- po

nden y con los dos (nosotros) cuando hablan a uno o con  uno (él) cuando hablan entre ellos. Esa circulación debe  ser al mismo tiempo afectiva, identificatoria, para que sestablezca como lingüística. El análisis de la psicosis, espe- cialmente de algunas esffi!gQ.fr_t;:nias, lo deja ver con una  claridad inaudita. Luis Wolfson, esquizofrénico norteame- ricano, muy notable por su libro "EL ESQUIZOFRENI- CO Y LAS LENGUAS", aprendió como diez idiomas con  el fin de ignorar el de la madre y de no tener que oírlo jamás,  porque le penetraba por los oídos y lo descomponía por  dentro. Este joven, Luis Wolfson, tiene unas particulari- dades lingüísticas muy interesantes, por ejemplo, no pue- de hablar de sí mismo en primera persona; ahí se eviden- cia la falla producida cuando no hay una triangulación; él  nunca dice "yo" sino "eljoven esquizofrénico".

Al niñ.o, al comienzo, en una edad todavía muy temprana,  le . queda difícil "Yo" y generalmente se refiere a sí mis- mo diciendo "él quiere.,; el poder decir "Yo'~ es algo a que  se llega después de una combinatoria de identificaciones  más complejas. Cuando falla una relación -en el caso de  Wolfson el padre está vivo, sólo que no funciona ni para  la madre, ni para él, ni para sí mismo--, éste se queda en  una relación de dependencia y de persecución con la madre;  oscila entre la bulimia y la anorexia, a veces se come la mitad  del mercado cuando lo acaban de llevar y otras veces se que- da sin probar bocado, porque no sabe si la madre lo va a  dejar morir de hambre, si lo va a envenenar o si él se va a  convertir en ella; delira que comiendo una galletica puede  haber allí huevos y que éstos se desarrollen en la barriga


 

154 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

de él; es decir, delira un embarazo. En este caso no había

 tres sino dos. El no podía hablar de sí mismo en primera  persona, ni siquiera podía verse a sí mismo: se describe a  sí mismo como si estuviera viéndolo otro. Esto es indicati- vo de que le ha fallado un para sí mismo muy profundo en  la imagen de sí y en la lengua; le ha falt~do porque cuando  uno es algo para sí mismo es porque surgió de una relación  entre tres, y si se quedó solo en una relación entre dos es  precisamente esa posibilidad la que se cierra.

Ese tercero no tiene que ser necesariamente el papá bioló- gico; cualquiera que tenga valor para la madre ya desempe- fia una función paterna, puede ser un abuelo, un tío, etc.  Cuando la madre está prevenida drásticamente contra toda  figura paterna es cuando se tiende a cerrar sobre el hijo y  a producir esa pareja dual de tan alta peligrosidad.

El Edipo es la producción de un sujeto, sujeto del deseo,  ,.... de la palabra, de una palabra que pueda hablar en nombre  propio, de alguien que se reconozca con una identidad; ese

es el fondo del problema.

Algunos antropólogos, como Levi-Strauss, han aprobado  el Edipo pero con una confusión. Los antropólogos encon- traron desde el siglo pasado un fenómeno muy curioso, la  prohibi<;.i.Qn._d,d. . .inc.esto; curioso porque es una ley y, sin  em'f5'íiiio, es universal. Lo universal en el hombre no es lo  legal, lo legal es lo instituido; es decir, todos los hombres  tienen idiomas distintos, que, como las leyes, son instituí- dos; lo mismo ocurre con las morales. Todos sabemos que  hay unas regiones del mundo en que se considera criminal  lo que en otras se considera magníficamente bien hecho y,  a la inversa, y sabemos que esas son convenciones. Pero hay  una ley que sí es universal, incluso Platón la menciona en  "LAS LEYES', cuando dice, a propósito del Edipo de Sófo- cles, que si su crin1t:n nos parece particularmente aterrador  es porque hay un consenso universal en todos los hombres  de todos los pueblos para reprobado. Cuando Freud dijo


 

Estanislao Zuleta Obras 155

que el complejo de Edipo erc1 universal parecía muy aven- turado, porque conociendo sólo histéricas de Viena sin haber  visto un indio, ponerse a decir qué había en todas las socie- dades y qué no había, parecía aventurado. Pero era por otra  razón que él se atrevía a hacer una afirmación tan extrafia;  era porque él estaba pensando ·-cosa que al principio no pudo  decir bien-- que el complejo de Edipo era el ingreso del hom- bre en la subjetividad, la posibilidad de ser un sujeto y suje- to en Freud quiere decir sujeto del deseo, sujeto de la pala- bra; porque el hombre puede perder el deseo y la palabra y  con ellas la realidad, sin que le haya pasado nada en térmi- nos fisiológicos.

La prohibición del incesto también es universal y enton- ces fue descrita como la norma de las normas, la ley que  instaura lo social. Curiosamente hay una carta de Freud a  Fliess donde ya había dicho eso. Luego Levi-Strauss desa- rrolló "LAS ESTRUCTURAS ELEMENTALES DEL PAREN- TESCO': que es una de las obra~ más conocidas hoy. Pare- cería entonces que el complejo de Edipo se derivara de una  ley social. de una necesidad antropológica y que en el fon- do fuera de origen político; político quien~ decir que la socie- dad necesita configurar una unidad mayor que sus grupos  consanguíneos y lo necesitó durante mucho tiempo por  razones económicas; tenían que vivir en cavemas y tratar  con tigres y hacer guerra, porque eso fue desde el comien- zo, mucho antes de la propiedad privada; para todo esto  necesitaban estar unidos, es decir, configurar un todo.

Ahora bien, la única manera de configurar un todo es pro- ducir una disención en el seno de la familia consanguínea,  en las comunidades que llamamos naturales, que son las de  las mujeres, los hombres y los hijos, independientemente  de que fueran monógamas o polígamas. Si la mujer del clan  A está prohibida a los hombres del clan A entonces las muje- res o los hombres -para que las feministas no se enojen··

del clan B le están prometidas, es decir, que la prohibición  es otra cara de una promesa y que el conjunto son sistemas


 

156 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

a veces muy complicados de intercambio. Una de las cosas  que se necesita es que entre los clanes haya un control demo- gráfico, es decir, que no se crezcan unos, porque muchas  veces esos clanes tienen funciones, unos son pescadores, otros  cazadores, etc., y si se crecen unos a cambio de que desapa- rezcan otros, la forma de la división del trabajo social se aca- ba y con ella la sociedad misma. Es un control demográfico,  un equilibrio entre los grupos lo que se logra con la prohibi- ción del incesto, del incesto con las hermanas, con las muje- res del mismo clan.

Algunos antropólogos dijeron que esto tal vez podía expli- car la

 universalidad del complejo de Edipo, que esa prohibi- ción del incesto era la que había generado, con ese carácter  tan universal, el complejo de Edipo. Es aquí donde se están  confundiendo las dos cosas, aunque ambas sean ciertas:  los antropólogos piensan así en términos de sujetos consti-

'tuídos, cómo se distribuyen en la sociedad con funciones  sociales y económicas; el· complejo de Edipo no trata de  eso, sino de cómo se constituye el sujeto. Por lo demás, para  evitar estos equilibrios a lo mejor hubiera sido suficiente  eliminar el matrimonio, tal vez no hubiera sido necesario  prohibir el deseo ni pasarlo a la represión. Aquí se trata  de otra cosa, no de la distribución de sujetos que se supo- nen naturales, deseantes y parlantes por sí mismos, sino  de cómo un sujeto llega a ser posible, es decir, de cómo llega  a ser posible un sujeto que hable, que desee, que tenga iden- tidades complejas, unas reprimidas, otras relativamente cons- cientes. Lo que estudia la teoría del complejo de Edipo es  la historia del sujeto, del sujeto como ser que puede desear  y hablar y no sólo ser hablado, porque hay muchas formas  de la psicosis y hasta de la normalidad en que el sujeto no  habla sino que es hablado, es decir, de su boca no salen más  que frases hechas, ideas comunes y opiniones prefabricadas  por la propaganda y por la clase en que vive y eso se parece  -dice Lacan en el "DISCl:JRSO DE ROMA"- bastante más  a la psicosis que a la neurosis: el hombre normal con una  adaptación loca.

•••


 

Estanislao Zuleta Obras 157

1 . LO SIMBOLICO Y LA REALIDAD

El orden simhólico comprende un orden de relaciones, uno  de cuyos modelos fundamentales es el lenguaje.

El lenguaje es un sistema muy particular, que está coordina- d()pc:rosin estar cerraaO;--piiede contínuar. .. desarrolfáñáose  d·enft.~ieiTas leyes. "Enese· sé-rÍtido, d.ice Lacan, no podría  flablarse-ae·-·¿iüehayun idioma más rico que otro, porque  el idi\.)llla no es un depósito de significaciones sino una fábri- ca dentro d~--i:fertas reglaS.- En un··-~~-iii;nto. hlsl:ónéo.-uñ  iOiOñfa puede·· fénerÍnássfgnificados codificados que otro,  pero al !in y al cabo en este otro también podría decirse  todo. l:s una mala pelea la de hahlar de un idioma más rico  que otro: eso lo descubrieron hace algún tiempo Jos etnó- logos que partían de la idea de que las lenguas primitivas  de pequefias p,ob1aciones eran pobrísimas, y que :resultaría  ilnposible traducir una cosa de sus knguas a las de los pri- mitivos, pero rápidam~::ntc se dieron cuenta de que no había  ningún problema.

Las reglas son reglas de producción de sentido y no simple- ..,.  mente (}e obed¡encla;-aürique··-raiñoieñ lo soñ:-1Tn iaiOÍila  ·proüUCt· una síñtaiís-· ae·nrro· ·ae .I a cua] es absolutamente

·obligatorio moverse; al que rompe esa sintaxis probable- mente no k pase nada en el sentido de que no lo llevan a la  cárcel ni le aplican ninguna pena. lo único que le pasa es que  no se le entiende nada, que talla el proceso de comunica- ción. Si yo digo: "ayer iré aquí", hablé muy libremente,  libre de la sintaxis, pero no dije nada; tendría que decir:  "mafiana vendré aquC' o ••ayer fui allá • '. Esa es una liber- tad que sólo sirve para perder una posibilidad inmensa, por  ejemplo, la posibilidad de hablar wn sentido. Hay muchas  otras formas de liberación de ese estilo, que veremos cuan- do tratemos en detalle a los libertarios.

Todos los conjuntos normativos en los cuales se inscribe  el hombre es ..ft>"que se· considera en conjunto como sistema


 

158 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

-~i.!nQ9lica. .. .a.....c..Q~L2!9.~.!!. siml?{>_!ico_. El orden de los con- textos, el sentido de los contextos, es parte del orden lingüís- tico; pero va más allá de éste, es una especie de análisis per- manente del mundo por su forma de pertenencia, es como  una lógica elemental: algo pertenece a, esto pertenece a los  instrumentos, hay otras cosas que pertenecen a los árboles,  otras pertenecen a las personas, etc. El orden de las perte- nencias se ve en diversas clases de lógica, pero es evidente  que todo tiene pertenencias, también contextos. Pertenen- cias y contextos hacen parte del orden simbólico en el que

1 hay que ingresar, no están dadas por la perl;epción ni mucho  menos, lo cual se nota en forma bastante dolorosa en muchas  de las formas de psicosis.

En este tema la clínica, es decir, estudio de cosas, es el

pun- to de apoyo decisivo para comprenderlo pro fundamente.  Entre los trabajos buenos que hay, uno de los pocos que  son fáciles de conseguir en castellano es el libro de Madame  Sechehaye, "LA REALIZACION SIMBOLICA': que se  refiere al caso de una esquizofrénica y esseguido por el  libro del caso René, "DIARIO DE UNA ESQUIZOFRE- NICA' '. La muchacha, una vez curada de su esquizofrenia,  escribe un libro sobre su experiencia, muy interesante ·por- que era un caso supremamente grave, estaba desahuciada,  en estado de incomunicación y no podía ni comer, tenía  que ser alimentada por sonda. Con un tratamiento muy agu- do, intenso, afectuoso y largo (6 años), fue curada por Mme.  Sechehaye, notable psicoanalista suiza, esposa de Albert  Sechehaye, · conocido lingüista. El libro también tiene el  mérito de oponerse a la opinión de Freud, según la cual  era inútil, imposible, intentar un psicoanálisis de un psicó- tico: ella intenta, saca adelante y cura una esquizofréni- ca, demostrando que Freud estaba sencillamente equivo- cado en su opinión sobre el tema de la psicosis y su posi- bilidad de transferencia. Fue un avance muy notable que  abrió muchos caminos al psicoanálisis. René describe el pro- ceso de la pérdida de la realidad, lo cual ayuda a compren- der qué es la realidad, cómo se pierde, pues a veces donde


 

Estanislao Zuleta Obras 159

algo no funciona es donde se ve más claro cuáles son sus leyes.  Marx decía que a los capitalistas se les hacen presentes las  leyes del capitalismo en el momento de la crisis, del mismo  modo que a uno se le hace presente la ley de la gravedad  cuando se le cae la casa encima .

.El estudio de la constitución de la realidad nos es muy claro  por lo que solemos llamar la clínica, es decir, las disfuncio- nes, las fallas, etc. Se pueden conseguir muchos otros textos  en los cuales se trate de la clínica de Ia psicosis: el Lenguaje,  el Pensamiento, el Discurso en la psicosis. En el libro de que  hablo se ve qué es lo que quiere decir pérdida de la realidad;  en el caso de la esquizofrenia es un problema muy sutil, muy  difícil de describir. Hay casos como el "delirium tremens''  enque se producen dragones e insectos inmensos que se vie- nen encima, pero ese es otro problema. Cuando ocurre un  proceso como el de René es algo muy sutil: ella misma nos  cuenta que estaba ..viendo la silla y la jarra, y que la silla segu fa  siendo la silla y la jarra seguía siendo la jarra, pero había  algo nuevo allí, había algo en ellas demasiado particular,  como si la palabra silla y la palabra jarra ya no les resultara  adecuada, como si estos objetos se hubieran puesto a existir  por sí mismos.

·Esta muchacha se esfuerza mucho por mostrar, en una des- cripción similar a la que hace Sartre en "LA NAUSEA'··.  el proceso en el cual lo que realmente está ocurriendo_!s  que e.I sentido de los conjuntos y de los contexto~ es lo que  se le TsiiCperdiendo; las cosas entonces adquieren un·a pre-

.señciá muy curiosa, porque ya no están relacionadas ni unas  con otras, ni con proyectos propios, ya que al fin y al cabo  siempre hay una relación implícitá de todas las cosas con  proyectos prop'ios, con temores y deseos propios, que nos  pem1iten clasificarlas, de manera preconsciente y premedi- tada, como adversas o favorables. René lo dice en esta for- ma: el profesor seguía allí pero estaba como una marione- ta, aunque no había cambiado físicamente; y cuando se  reía veía unos dientes extraordinariamente blancos que daban


 

160 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

miedo, aunque así se reía siempre. Llega un momento en  que

 parecería que René está delirando, en el sentido que  se le suele dar al término, de sustituir a la realidad presente  por otra realidad imaginaria; pero no está delirando, sim- plemente está entrando en un proceso de pérdida de la rea- lidad. Por ejemplo, una compafierita del colegio viene corrien- do hacia ella y René dice: "Alicia es un león"; desde luego  que los compafieros y los profesores notan que la cosa está  poniéndose muy rara porque lo dice con miedo, no por bro- ma. Lo que sucede es que aisla la figura, entonces al correr  hacia ella la ve crecer y le da miedo; todo lo que viene hacia  nosotros crece, según las leyes de la perspectiva, lo vemos  más grande mientras más cerca está; pero como lo vemos  dentro de todos sus contextos, no lo vemos más grande sino  más cerca, ni vemos que se empequefiece cuando se va, sino  que simplemente se aleja, porque implícitamente combina- mos todo. Cuando lo que falla es el orden de los contextos,  de esas relaciones permanentes que son el trabajo de lo sim- bólico, el trabajo continuo del orden simbólico, entonces  ya no sabemos si se está acercando o está creciendo.

Del orden simbólico hacen parte un conjunto de normas  que constituyen además nuestro ingreso en las normas; son  las normas de la temporalidad, el oraeñ-dél tiempo; es decir,  que el tiempo viviO<:s por el hombre es el tiempo en el que  se inscribe como un orden, no es simplemente una impre- sión de que algo dura o algo se acaba. El campo simbólico  contiene demasiadas cosas pero todas en esa línea; simbó- lico quiere decir, pues, todo lo que pertenece al orden de  las combinaciones necesarias, de los contextos, y algunos de  esos contextos, son particulares, de una cultura, otros son  más universales. La gramática es relativamente universal  y relativamente particular; hay elementos universales que  pertenecen a cualquier idioma y elementos particulares; hay  implicaciones universales, como la lógica, que es válida en  cualquier parte.


 

Estanislao Zuleta Obras 161

Sin embargo, el hombre se inscr~. .. en el orden simbólico,  no por una educádóñ progrésiva, bo~diiJosa o. liberal ilus-

trada, sino a -t-ravés de dram;;ts y ese es el problema con el

····•··· ..•. . .

psicoanálisis. Si ñaY algo en el pensamiento de Freud y de

todos los psicoanalistas --en ese punto no hay diferencias- , 

es que, y esto resulta decisivo, se ha instaurado allí una con- cepción dramática del hombre. Cualquiera que tenga o desee  una"co.ñce'¡)dóri del hombre mucho más suave, angelical,  más progn:sista, una evolución nec~:saria y natural hacia  la superación, o cualquier cosa por el estilo, no dejará de  ver en freud un pensador pesimista; porque en Freud de  nada se sale o a nada se entra naturalmente: a la realidad no  se entra naturalmente, se entra en medio de dramas, que  son choques con Jos otros que imponen las leyes, como vimos  cuando hablamos de la analidad y el control de los esfínte- res.

La edu_9~.K>.n _de la alimentación, cuya primera figura es en

  gran parte alimenticia y la segunda es sonora, la llamamos  castrru;ión. .o.ral y nos remite al hecho de que al deseo, tal  cÓmo se da en el niño, se le impone una cultura de una

 mane- ra de comer, un orden normativo. Lo que va a comer y lo

  que no va a comer no es lo que le provoque, y la forma como  va a combinar está dada por una cultura y cada cultura tiene  su lenguaje culinario; incluso, algunos antropólogos lo han  estudiado en ese sentido, como en muchos otros. No hay  ninguna cultura primitiva porque le falten normas. Frecuen- temente lo que llamamos primitivo es porque tiene demasia- das normas, sobre todo en lo que respecta al parentesco,  y a veces a la alimentación: hay que comer hasta sentados  en una relación con el sol, con determinado tipo de cubier- tos que ellos mismos hacen y que son simbólicos. Resulta  mucho más complicada la mesa de los Sioux que la nues- tra. No nos imaginemos los primitivos como los que son  menos culturizados que nosotros; son culturas técnicamen- te menos desarrolladas como duefios de poderes sobre la  naturaleza y saber causal sobre ella; pero eso es todo.


 

162 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

El niñ.o entra, pues, en un drama. Hay una castración oral,  pero no sólo en el sentido de imponerle al deseo un orden,  una ley dentro de la cual se puede realizar, se puede comer,  y fuera de la cual no se puede. Además, se le impone la prohi- bición, se puede hacer unas cosas pero otras no: "si está  muy bravo puede gritar pero no morder", y es muy impor- tante que aprenda a no morder para que pueda aprender a  hablar, porque sin una cierta represión de la oralidad direc- ta no se puede conseguir la forma indirecta lingüística; de  manera que es la represión la que permite avanzar un paso.

El niñ.o no puede morder pero entonces ;lprende a gritar luego a hablar y a insultar y a organizar invectivas contra  el otro; va evolucionando. No se puede reprimir la hostilidad  en absoluto, porque es muy .. p.el.ig:roso y lo que pasa es que  se .

vu~lya con.tr.a ... :»Liiísmo; además, la hostilidad no es en  una mala cosa, depende de sus formas y de sus maneras  de combfn?ció:Q..S:9P.. ..t ?..t Eros, pero en sí es una buena cosa,  incluso contra sí mismo; eso es de .grado y de tipo; aquí  no podemos facilitamos el asunto despachando lo uno o lo  otro. Es imprudente calific~ esos problemas como la repre- sión y la castración después de haber hecho sobre ellos una  simplificación brutal o sin conocer de qué se trata, y sólo  porque suenan mal, ¿y a quién no le suenan mal esas pala-

'bras?

Existe hoy muy difundida en el mundo, y sobre todo en  Francia, una tendencia muy fuerte a algo que puede llamar- se la '"de~g~gja.-teórica' ', una cierta manera de hacer teoría  en forma demagógica. Un rasgo de esta tendencia es querer  convertirlo todo en una oposición, seguida de la promesa  de que en esa oposición se puede tomar partido; por ejem- plo, entre el Edipo y el no-Edipo, las normas y las no nor- mas. Hay normas y leyes contra las cuales sí sería muy bue- no tomar partido, como las de la dominación jurídica y  política de una dictadura infame que está en el poder. Pero,  confundiéndolo topo con todo, se mantiene permanente- mente la promesa ·de que se puede tomar partido y en todas


 

Estanislao Zuleta Obras 163

partes se quiere llevar la peleíta política. Es como si el duelo  4--de los grupos políticos tan fanatizados y tan pequeños  que circularon en Francia durante diez o quince años, se hubie- ra trasladado a la teoría y se relacionaran entre sí los teóricos  como militantes de partidos dogmáticos, con las mismas  tendencias, las mismas maneras de descalificar al otro por  completo, de reducirlo al absurdo; con la característica a  veces un poco ridícula de que son partidos de un solo miem- bro, el autor de algo.

Ese tipo de demagogia cuando aborda un tema, la lingüísti- ca por ejemplo, rápidamente quiere encontrar un partido, el  de los lingüistas que piensan en términos de descripción,  de comunicación y de actos de información y comunicación,  entonces se funda otro partido, el de los que .P.~n~amps que_  todo lenguaje es órdenes, imposlc10ñes~-1ñd1cacionc~, .. 4.o..m!::- naciOn, y tenemos·-:v-a J!2_s

-·}?-iifff~:···s¡eñ1pré- ·lrntañ·· de intro- ducir, no eréoñ.füñio de problemas en su complejidad, sino  la toma de partido y resolverlo todo en oposiciones. No se  plantea qué es el Edipo, algo que si uno conoce en su com- ¡>lejidad, no se le ocurriría ni siquiera el problema de estar

'··a favor o en contra. Hablamos de la ley y solemos decir que  'el padre, en el seriÜdo psicoanalítico del término, es un sepa- rador con relación al objeto primordial; es por eso mismo,  porque tiene la función de entrar en trío y de ser separa-

dor de un dúo (niño-madre), el representante de la ley, por- que la madre la madre no prohibe, puede privar del seno o  de su presencia, pero eso no es prohibir, prohibir es una  intervención de un tercero. Entonces se adjudica al padre  en este sentido, no al señor papá, la figura de ser el que intro- duce la ley. ¿Lo adjudica Freud? No. Freud no tiene nada  que legislar sobre eso, es el niño.

Cuando uno se ahorra la clínica en su conjunto le queda  más fácil hacer demagogia teórica que cuando consulta la  clínica en cada momento de su exposición. Hay muchos  tipos de padres y en el psicoanálisis se habla de una serie  de padres. Por ejemplo, hay un primer padre que suele deno-


 

164 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

minarse elw....f!.,d.J:.t?.- omrtfpotente; en una nota, en ''EL

YO  Y EL EL.LU··; cap. IV, Freud dice que en ese momento  poca importancia tiene si lo llamamos padre o madre, que  por comodidad lo va a seguir llamando padre, porque éste  es un momento anterior a la diferenciación de los sexos.  Lo que va a llamar padre es la función de separador y de  legislador. La ley es adjudicada. Desde luego que la madre  real, como está más cerca del niño, es muchas veces porta- dora de la ley, eso ocurre en casi todas las culturas. Roso lato  llama a ese padre, el padre ~<!_~;¡]izado. Me parece inadecuada  esa denominación y que-seguirlo llamando padre omnipo- tente es lo más adecuado y lo más fácil de no olvidar y de  entender. Ese padre es vivido como omnip.otente en el sen- tido de que. . ordena y prorubé···:P9r. . 8u ·aese_o; es d;cir, el que  prodl_.!c~ leyes a .las que. ~1 no .está sometido, leyes que son

·ñech.as para ei nifto ad hoc: esta ley es para usted, usted es  el que no puede hacer eso, usted es el que tiene que hacer  eso, etc. Es una figura que en cierto modo está presente en  todas partes y que _puede ser relativamente superada, o regre- sarse a ella, tratar de identificarse con ella, como ocurre en  los ataques fuertes de ~a,n.ía. El Yo ideal, en .el esquema del  sujeto, es la identificación con ·esa figura; la manía es una  clfnica de la negación de la castración, es una negación global  de la castración en todos los sentidos, anal, oral, fálica, de  todo tipo; esa es una identificación imaginaria y global con  la figura del padre omnipotente. La negación de la castra- ción oral se expresa frecuentemente en una forma de buli- mia indiscriminada: devorarlo todo en cualquier orden.

Esa figura es luego sustituida, en su operación, por otra que  suelen llamar el padre mortal (Rosolato la llama el padre  muerto, lo que tarñoiéñ-~'meparece inadecuado). Es una figu- ra que 1;¡ansmite una ley a la cual él mismo está. S01Jletido,  que no produce una ley sino que transmite la ley a lacüat  está sometido él mismo. Pero siempre hay una vivencia pri- mera del otro, el nifi.o siempre tiene esa imagen de que la  ley es el deseo del otro. En la normativización e_s muy impor-

-taftte esa segw¡da figura. Las religiones escenifican eso porque


 

Estanislao Zuleta Obras 165

es la forma de socialización más necesaria; lo hacen conti- nuamente con los rituales de la circuncisión que las religio- nes antiguas, la egipcia y luego la judaica, practicaban. Es  una castración simbólica que puede transmitir _el _q_~_.faril-.  6ilri Ia·lia pad~~d~. · -· ·- - · · ·

---~-·--.. ····

Ese traspaso del poder de una imago del padre omnipoten- te a

 una imago del padre transmisor, del padre que inspira  hacia la identificación, hacia la creación, hacia la búsque- da, pero inspira dentro de normas y no inspira a salirse de  todas, tiene mucha relación con lo que Sl..lele denominarse  las perversiones, tema que ahora es muy conocido y ha sido  tratado en -muchos libros, corno "EL DESEO Y LA PER- VERSION ", de Piera Aulagnier y otros, "GENEALOGIA  DE LAS PERVERSIONES·~ de Roso lato( 1 ).

Mediante la observación se puede ver el caso en que la imagen

  del niño con relación al padre siempre quedó con la idea del  padre omnipotente y de que la ley es un capricho del padre;  entonces no puede ser introducido realmente en la dife- rencia de los sexos, es dedr, en una identificación secun- daria.

En realidad las perversiones, aunque son muy diversas, los  f~tichismos, las formas de masoquismo, de sadismo, etc.,  son todas rituales de la negación de la diferencia de los sexos;  en algunas es muy claro y quienes las realizan prácticamente  lo saben, como en el transvestisrno, cuando el individuo  que no necesita ser homosexual, el individio heterosexual  necesita vestirse de mujer para obtener placer; lo que se  está ritualizando es una negación de la diferencia de los sexos.  Los psicoanalistas lo dicen en un-a forma un poco más com- plicada: es una negación de la posibilidad de la castración.  Es de recordar que en psicoanálisis de todo hay que hablar

(1) En "Ensayos sobre lo simbólico ..


 

166 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

como t~nde~.s!~.Q .co:rno.-estruoR1ra; como tendencia, la per- versión éS'"él hecho de que en el deseo hurrtano todo el mun- do es perverso. es decir, el d·eseo mismo está constituido por  Hr- operación de todas las. zonas e_r.?_gf?!!_~~ y por la posición  de una--~ cantidad de objetos y la necesidad de __fetichis- mos relativos que marcan, por lo menos, la preferencia. Como  ·estructura, la perversión es una t;~lac~óJ.l <;()P.)~ l~y, que con- siste en que es necesario convocarla para desafiada. Descrip- ciones sobre el asunto, se encuentran eh las Obras Comple- tas del Marqués de Sade. La manera de convocar la ley está  en todas partes; en el estilo de Sade, lo que interesa es el  presidente burlado -porque el pobre diablo burlado no  tiene gracia-, el arzobispo a quien le quedaron mal las pros- titutas; para Sade éste es el gran tema, en cambio no le impor- ta que dos muchachitos jueguen en el barrio como quieran.

En general, en todo el mundo la prohibición es también  un pocp_ estimulante. Se sabe que si'"alguna salsa existe para  el deseo

es precisamente una prohibición, pero también es  tendencia. Lo interesante es distinguir que hay otra cosa que  es la estructura; es decir, cuando ya la única condición

 para  que funcione el deseo de una persona es organizar todo un  ritual, a veces muy costoso, como hacerse azotar por una  imagen fálica con botas de cuero, con látigos, para demos- trar qt:e la madre sí tuvo falo y para que le duela eso para  poder tener una telación sexual, eso hace parte ya de la estruc- tura.

Ese drama de .Ja entrada a la ley es el que .va a desatar-nues- tra posici

ón ante muchas cosas y el que va a d¿¡_f.J.!l direc- cióñ.. y las -condiciones a nuestro deseo. Es en este sentido,  y no en ninguno otro, que Freud decía que el Edipo era  el compleJ9. . JliJ:clear de todas las neurosis, es decir, que es  u na ··-núi(j"uinar!~ · donde _ _s.e. _prga,n.Wm--.la.s .. cjiy~~_!l;s _j_~o­ nes de las inhibiélones;·los de:;.eos, las identificaciones, etc.

'-··· ... . ·-

Otra característica de lo que llamo demagogia· teórica es  crear series de conceptos prest~QSOS- que operen como feti-

--~---- ....... --··-· -~ ..


 

Estanislao Zuleta Obras 167

ches, y eso ocurre en los más diversos órdenes: en econo- iiira,' en sociología, en política, en antropología, en psico- análisis, etc. Si adquiere prestigio el concepto de produc- tividad entonces se traslada a la lingüística y viene la pro- ductividad llamada texto. Una vez tuvo prestigio, porque  eso es por modas, el concepto de estructura, todo tenía  que ser estructural y ¡ror si fuera poco ya había que hablar  de la estructuralidad de la estructura. El concepto es impor- tante, pero una cosa es el concepto y otra el fetiche. Me  refiero a fetiches en el sentido en que Marx habló del feti- chismo del capital, del fetichismo de la tierra, del fetichis- mo de la mercancía.

Fédc!W para Marx es un element<? .. que.. parece Jl~var en su  (mrrrírsJ,eza_ de .elemento

Ji!' pod·e-r· ·que le confieren sus rela- ciones con un conjunto y las funciones que desempefia e.n un  có.fill!P"!9; por eso para el economista vulgar, como lo expli- ca Marx, la tierra es un fetiche porque la Santísima Trini- dad de la Economía política dice: el capital produce utili- dades, el trabajo produce salarios y la tierra produce renta.  Marx muestra que son tres fetiches; adjudicarle a la cosa

- como elemento los resultados de la manera como está inscri- ta en un proceso eyonómico; desde luego, la tierra no pro- duce renta, la tierra produce plantas, lo que produce renta

, es que unos no tengan tierra y otros sí y ésta se pueda alqui- lar. El fetiche es eso, adjudicarle a un elemento lo que es  válido en un contexto.

Los conceptos fetiches ahora pululan y todos los días inven- tan nuevos, se considera que ya con eso tienen garantía de  cientificidad y de profundidad, y quienes los utilizan se des- pojan de toda necesidad de dar cuenta en qué contexto son  útiles y significativos y en cuáles inútiles. En la cultura fran- cesa, sobre todo, es muy frecuente hoy la manera como se  pasea en las más diversas disciplinas el primer concepto que  se ponga de moda y eso hace parte de la demagogia teórica,  que en la modernidad es muy grande. Esto opera en la adhe- sión a cualquier cosa de prestigio político. Lo colectivo tiene


 

168 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

más prestigio político entre la izquierda que lo privado. Si  adherimos a lo colectivo en todos los campos, sería lamenta- ble.Una huelga colectiva es una gran cosa, pero pretender un  soneto colectivo en el que cada uno escriba un verso, sería  lamentable.

Otro elemento de la demagof:,ria teórica es el totalitarismo  irtte.!Lc.!to: el solo hecho de encontrar en un autor, 1liime.se  Marx, Freud, u otro, un tema que ya se puede demostrar que  está superado o que es un error, no nos obliga a revisar la  doctrina de ese pensador, sino que hay que abolirla. Es el  mismo fetichismo de los conceptos, pero al revés. El con- cepto, en este caso, no es que dé prestigio a cualquier cosa,  sino que contagia de maldad a todo el sistema y entonces  hay que excluirlo. En relación con Freud, se aplican con  frecuencia estos procedimientos de la demagogia teórica  moderna: el del maniqueísmo, lo bueno y lo malo; la posi- bilidad de tomar partido; el procedimiento del fetichismo  al derecho: Jos conceptos llenos de prestigio, y el fetichis- mo al revés: los conceptos contaminados que dañan todo  hac;ta el punto que no hay que revisar nada sino botado  todo.

*

* *

2. EL EDIPO Y EL MITO DEL ORIGEN

La tendencia a la simplificación, tendencia propia del mis- mo Fre

ud, resvlta perjudicial y conduce a malos entendi- dos; por eso hay que plantear un tipo de problemas filosó- ficos que son, en realidad, previos a la comprensión del com- plejo de Edipo y que, por no ser explícitamente plantea- dos en Freud casi nunca y en los psicoanalistas sólo recien- temente, la exposición freudiana ha dado lugar a muchos  malentendidos, especialmente por parte de aquellos que  sólo conocen los textos de Freud y generalmente ignoran  los textos de los analistas actuales.


 

Estanislao Zuleta Obras 169

Un problema filosófico hace relación a la co~cepción que  Freud tie

ne del ti~.o. de lo .arcaic.a..-Y de los _orígenes. En  varias formas del pensamiento, en las ciencias humanas, en  las ciencias sociales y en la filosofía, se ha planteado desde  el siglo pasado un cierto problema con respecto al concepto  del origen . Especialmente los pensadores más notables del  siglo pasado, comenzaron a sospechar muy agudamente del  concepto del origen.

Se pensaba con frecuencia que el descubrimiento del origen  de algo, de una institución, de una religión, de cualquier  cosa, era fundamental, porque en el origen de algo se encon- traba la clave, su sentido; generalmente, las investigaciones  de pe.iis-adores nofabiÍísimos del siglo XIX, como Hegel,  apuntaban a buscar el origen del cristianismo, o bien el ori- gen de la filosofía, como si allí estuviera la clave de la cosa.

A mediados del siglo pasado y sobre todo en la segunda  mitad, pensadores muy notables comenzaron a sospechar  del prejuicio de que ~1 _origen_ .tuviera._algo. .. qu~ __ -ver-·:.con. lo  escñéíaf,--con". el -senÜdo o con !<?_ .. fundamental. Esta sospe- cha ··-esra-muy-desái:Toilada en. Nietzsche, por ejemplo; la  primera vez que el problema se plantea en una forma explí- cita es en la "GENEALOGIA DE LA MORAL~, segunda  disertación, numeral 12:

"Dos palabras todavía sobre el origen y el fin del castigo,  dos problemas distintos o que al menos deberían serlo, pero  que por desgracia se confunden generalmente. ¿Cómo han  procedido en estos casos los genealogistas de la mor

al?; han  procedido como siempre, han sido ingenuos, han descubier- to en el castigo una finalidad cualquiera, por ejemplo, la  venganza o la intimidación y luego han situado con toda  ingenuidad esta finalidad en el origen como la causa fmal  y con ello se dan por satisfechos"

.. Ahora bien, hay que guardarse, por encima de todo, de  aplicar a la historia de los orígenes del derecho, el fin del


 

170 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

derecho y en general, en todo otro tipo de historia, nada  es má

s importante que este principio del que debería estar- se completamente penetrado y debería ser aceptado como  una verdad inatacable, quiero decir, que la causa original  de una cosa y su utilidad final o su empleo efectivo, son algo  completamente distinto, algo que está perfectamente sepa- rado, que una cosa existente, una cosa que ha sido produ- cida de cualquier manera, es siempre llevada por una poten- cia superior hacia nuevos propósitos, siempre· es~en requi- sición, siempre armada y transformada para nuevos empleos,  para algo completamente nuevo y esto es válido en el inun- do orgánico, como en cualquier otra parte".

El ejemplo que da del mundo orgánico, aunque él no lo  desarrolla, es muy sencillo. Si uno quiere estudiar el senti- do de un órgano, sus funciones, sus relaciones con el con- junto, nada es más tonto que remitirse a unos supuestos  orígenes; si queremos saber qué significa la mano en el caso  del hombre, de poco nos sirve saber que es un medio dl'  locomoción para ciertos tipos de monos, ni menos que a  esas manos de los monos se llegó en la evolución y que pri- mero fueron aletas.

Lo que Nietzsche quiere decir es que la transformación de  algo no es sólo de su forma, sino también de su sentido, dl'  su significación fundamental, que no hay una continuidad  de sentido bajo un cambio de forma, sino una transforma- ción permanente de sentido. Si se va a estudiar la mano en  su conjunto, como instrumento, como medio de comuni- cación, como aporte al lenguaje, como posibilidad de mani- pulación del mundo, etc., de nada sirve estudiar su origen.  Eso es un mito, el mito de que el origen contiene la claw  del sentido.

En el numeral 12 de la segunda disertación de la "GENEA- LOGIA DE LA MORAL ••, Nietzsche da un ejemplo sobn·  el castigo, para mostrar cómo ciertos ritos religiosos que  originariamente fueron rituales de desculpabilización por


 

Estanislao Zuleta Obras 171

un chivo emisario expulsado de la comunidad, que llevaba  los demonios con él, después se convirtió progresivamente  en fenómeno jurídico con un sentido completamente distin- to. Es tan plástica la forma como el sentido y, por lo tanto,  no hay una clave del sentido en el origen, si es que acaso  hay un origen, lo

 cual casi siempre es una formulación míti- ca; porque nosotros muy frecuentemente tenemos la ten- dencia a creer que si nos proponemos hablar de algo que  ya está constituído, un conjunto existente, resulta siempre  pertinente la pregunta acerca del origen de ese algo. Aun- que eso ya las ciencias hace tiempo lo despacharon, exis- tía cierta ingenuidad ~n la investigación, porque era necesa- rio comenzar el estudio de algo por el estudio de sus oríge- nes. Desde luego, nadie ha hecho eso nunca, si ha hecho  el estudio serio de alguna cosa. A ningún lingüista se le ha  ocurrido la idea de comenzar la lingüística con un estu- dio del origen del lenguaje, del que no sabemos todavía prác- ticamente nada. Un historiador de la religión cristiana no  se plantea el problema de los orígenes, todo el mundo ya  sabe que en esa configuración teórico-ideológica hay for- maciones egipcias que comparten 200 religiones, como el  dios que muere todos los ,años y resucita. A eso se agregan  otras cosas y la unidad que conocemos se con figura polí- ticamente en Roma y no religiosamente. No es pertinente ·r

el problema del origen en ese caso; el problema sería estu-

 diar sus funciones, su significación, las confluencias .de diver- sas épocas y diversos fenómenos de índole religiosa, polí- tica y económica que fueron dándole forma y sentido final  a una configuración como el cristianismo actual.

La idea de continuidad del sentido, o del origen como cla- ve, está denunciada desde hace mucho tiempo por los mitó- logos que han mostrado que el estudio de la mitología no  consiste nunca en remontarse a ver cuál es la huella del Dio- nisia griego en algún asiático y ver dónde estuvo ese asiáti- co, sino que en cualquier horizonte donde uno se sostenga,  de una mitología que es válida para un pueblo en una época  cualquiera, lo importante es es,tl}i@.t la. . .Jqgi~ª- 4~ su fun-


 

172 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

cionamiento allí. Lo primero no es supremo, decía Dumezil,  un mitólogo muy conocido; lo primero no es lo importante,  no es lo que configura el sentido.

Este movimiento de desmitificar puede seguirse en el siglo  XIX, como un movimiento general en pensadores comple- tamente independientes entre sí. Es curioso ver cómo en  este sentido van en la misma dirección. Marx no tiene nin- guna relación con Nietzsche,

 ni éste con Marx. En su mito- logía, en su procedimiento, Marx desp~ja ese problema del  origen como problema no pertinente y además lo hace con  gran limpieza; por ejemplo, en "EL CAPITAL" nunca se  trata de estudiar cómo empezó el capitalismo, se trata de  saber cómo son las leyes de la acumulación capitalista, cuá- les son los determinantes de un proceso, cómo funciona.  El problema de cómo se formó ese proceso, queda intro- ducido en forma tardía y lateralmente para un caso en el  capítulo XXIV, pero allí todavía Marx hace una serie de  reflexiones muy notables; muestra cómo existe, siempre  que se plantea ese problema del origen, la tendencia a pro- ducir mitologías. En el mencionado capítulo, "Sobre la  llamada acumulación originaria~·. Marx nos muestra cómo  al comienzo lo primero que se produce en los economis- tas vulgares es un mito: al comienzo había hombres muy  ahorradores y muy trabajadores, y otros que despilfarra- ban todo lo que conseguían, los unos se volvieron ricos y  los otros terminaron de tal manera que ya no tenían más  qué vender que su pellejo, a eso se deben las diferencias  de las fortunas, y aunque los primeros hace ya muchas gene- raciones que no trabajan, siguen enriqueciéndose continua- mente, y aunque los otros trabajen todo el día, siguen sin  tener nada más que vender. Este es el pecado original de la  Economía Política y el pecado original explica, como se  sabe, las diferencias entre los hombres y sus desgracias.

Marx muestra, pues, con gran finura, cómo el planteamien- to por el origen introduce inmediatamente un mito, inclu- so un mito de tipo religioso, una explicación moral de una


 

Estanislao Zuleta Obras 173

diferencia de clase actual, una justificación, etc. Más intere- sante es que él ha generalizado en algunas de sus críticas  ese tipo de reflexión. En la "INTRODUCCION A LA CRI- TICA DE LA ECONOMIA POLITICA" muestra un rasgo  típico de la forma mitológica: coger un fenómeno propio  de la .última forma de sociedad, el contráio-·(en ias socie- dades esclavistas el asunto no es de contrato, no se contra- ta nada con un esclavo, tampoco en las sociedades feuda- les; el contrato es la forma jurídica característica del capi- talismo), y ponerlo como origen de la sociedad. La misma  observación hace Nietzsche, acerca de Rousseau, y dentro  de su estilo: este hombre no podría ir a visitar los salvajes  sin hacerse acompañar por un notario de París, para que  firmara su contrato social.

La búsqueda del origen como clave conduce frecuentemen- te a formular un rasgo actual, volviéndolo un mito, como  origen y sentido de todo lo que ha ocurrido. Marx mues- tra que el problema del origen del capitalismo no es un pro- blema unitario, que el capitalismo tiene diferentes elemen- tos -capitales comerciales, un mercado, un proletariado,  etc.-, que son independientes, pueden tener orígenes dis- tintos; uno sólo de el

los no produce los demás y puede darse  sin que se genere el capitalismo. Da el ejemplo del proleta- riado romano y también el de la. acumulación de capitales  mercantiles en muchos sitios sin que se haya producido capi- talismo. Sólo cuando coinciden los tres y comienzan a con- vertirse en una estructura que se reproduce, entonces se  convierte en capitalismo. El origen es múltiple, disperso, no  se le puede asignar una lógica específica, cada uno de los  elementos procede de lógicas diversas. Marx no define un  origen del capitalismo que nos vaya a explicar su sentido.

Las sospechas sobre el concepto de origen, hoy también  desarrolladas por algunos filósofos, se relacionan estrecha- mente con el problema de la manera como uno piense el  tFP.G· Una concepción más compleja del tiempo que la  concepción de análisis abstracto, cartesiano, queda exigida


 

174 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

siempre que se va a trabajar con algún proceso que se mueva  en

el tiempo. La analítica es una división puramente abstrac- ta y esa división conduce a la destrucción del concepto de  tiempo. Se puede enunciar de una fonna sencilla para que  no filosofemos sin ejemplos: el futuro todavía no existe, el  pasado ya no existe, entonces son dos inexistencias; el pre- sente es un límite ideal entre esos dos, porque se puede divi- dir cada vez más y entonces se nos desbarata el tiempo ente- ro, entre un pasado que ya no existe, un futuro que aún no  existe y un presente que es un instante divisible en una línea.

El tiempo no se puede analizar de la fonna cuantitativo-- analítico-matemática. Ese es un asunto que ya saben los  filósofos desde hace mucho tiempo. Hegel muestra brillan- temente en la "FENOMENOLOGIA DEL ESPIRITU'' la  imposibilidad de una concepción matemática del tiempo,  porque conduce a reducir duraciones cualitativas a cantida- des divisibles por definición al infinito.

Siempre que planteamos un problema de proceso_s, ~oncre­ tos, veremo~Jma.duraei6n efectiva, que no púede ser abs- tracta, dentro de la cual ocurren cosas rápidas o lentas, sino  una d~-l(l~i~n- qu~ pertenece a las cosas -Ill!~!Jla.S.,_ que hace  parte de los organismos, de los procesos; que los ciclos y  las duraciones son constitutivas de los objetos y no un reloj  vacío con el que se puede medir cualquier cosa. Es decir,  que cada que se van a estudiar procesos concretos, histó- ricos, personales, procesos de conocimiento, historia de  una neurosis, historia de una religión o cualquier cosa, se  hace en un tiempo concreto, que contiene sus propias dura- ciones, su tiempo de maduración, de difusión, o, como se  ve en psicoanálisis, el tiempo para saber y para recordar.

Freud muestra de una manera muy sutil que hay dos tiem- pos: una cosa

 es re~t<!~t de repente, por medio de un sue- ño o por asociación, ·algo que- se había olvidado desde hacía  muchos afios, a veces desde la infancia; y otra cosa es-hacer

... -... _..


 

Estanislao Zuleta Obras 175

vigente ese recuerdo. El llama perelaboración( 1) el trabajo  pruér-cuar1a c'onciencia no só~e~·haee consciente  ·de aquello que es recordado de repente, sino que recupera  las c~e .hª~!~-~-_t)ecesario m_~o ()iyi_daaó.  Entonces ya no es solamente que aparezca, strio que ap~­ rezcan todQs .. los motivos por los c.u.ales estaba olvidsdo. Ese  paso'""dé''una toma <1.~--~Jlf:.i.~ncia en'''"iñSi~6ino dicen  los ingleses, en 1á fOnna de un rayo, es una cosa; y otra es  la posesión de ese recuerdo e~ su vajQr,, .en ~~ignW,cación  e incluso en su peligrosidad, en todo aquello que .J.o...hacía  incompatiblé"'COñ""fa. .. és"fructura de nuestra conciencia. No  ~trata" solamente de tomar conciencia d'e algo olvidado,  sino de mucho más que eso, saQ.er por qué es\aba olvidado,  todas las ramificaciones, todo etJ'froncto· 'qüe trae consigo  y que estaba excluído, toda la fonna de la experiencia.

, Hay en psicoanálisis, y en muchas otras disciplinas, una cier-

 ta concepción del tiempo que podríamos llamar..Jli.alé.c...tiea  o retrQSPectiva, CO;!l(;ep~i~ll: ~~~ ~i.~mp.o .que. no. es lineal. El  psrcóanálisis es una concepción cerradamente detenninista,  pero ese detenninismo no opera\cn··u·iia-fom11f}1t_i.'iHQ"~;·én  el sentido de que el pasado dete'rmina el presente y el pre- sente detennina el futuro. En el psicoanálisis el pasado op.e- ra sop_re .... eL p.w.~c:.mte, el presente sobre el paSado, cada nue- v6 drama es una -re·o rganÍZl:11\0C11··.-i·· ó...n..... ... .9e los dramas. y.a .vividos.

-~ • ....

Si así no fuera, la idea de superar un conflicto o una neu-

rosis, por medio de un análisis, no tendría sentido; sin la  detenninación del pasado por el presente, el presente no  tendría nada que hacer sobre el pasado.

Hay muchos que objetan a Freud como 12.1!§.~ como  un individuo cuyo pesimismo consiste fúndamentalmen- te en que hace del hombre un esclavo del nif'i.o que fue, una

{1) Traducción propuesta por La Planche y Pontalis, "Vocabulario  del Psicoanálisis·~e Duchowbeiteng.


 

1-76 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítit·.,

marioneta movida por los lazos desconocidos que ligaban  los efectos de la infancia, inmodificable porque ya fue. 1·.:.  bueno presentar desde ahora el problema del tiempo y dt'l  origen en psicoanálisis, en su complejidad, porque las sim- plificaciones son las que dan pie a este tipo de objeciones.

Ultimamente en algunas tendencias, sobre todo en Francia,  se ha presentado con bastante frecuencia la acusación dt·  pasadismo. Para que no nos toque de pronto tenernos qw. .·  tragar otra cosa por el estilo de ..EL ANTI-EDIPO': tnl'  anticipo a indicar que hay una concepción del tiempo qul'  puede ser ejemplificada en psicoanálisis, como en pocas  otras materias. Se supone que el complejo de Edipo cst<i  en su plena virulencia alrededor de los 3. a los 6 a!'los. y en  seguida viene lo que freud llamaba la disolución o la deca- dencia del complejo de Edipo, y, si no decae, pues enton- ces sería bueno que decayera. Es un período de configu- ración, pero ese período reestructura y redefine los acon- tecimientos anteriores y les asigna nuevo sentido.

De la misma manera va a ocurrir con toda la reflexión psico- analítica, muy elaborada a veces hoy, sobre la crisis de la  pubertad. La crisis de la pubertad, por ahí de los 12 a 14  afios, cuando se rep.la.n1ea_J!l .. prol?_lema. sexual en ~~rminos  ge_nitales, sohrc objeto¡.....e.Jf:-temos y como relaciones _sexua- les posibles, es una crisis que, entre otras cosas, ...replaatea  el. ....oo.m:plejo. d~. _

~dipo y le puede camQiar. la .. ..significación  que tuvo. Puede redefinir, incluso, las identificaciones ya  adquiridas en períodos bastante tardíos. En un caso estu- diado por Freud, una nifia varía su orientación sexual por  completo a los 16 años, que es un período muy tardío(!).

Esto en cuanto a crisis que son más o menos estructurales,  porque son cambios fundamentales de la edad, pero hay

(1) ''Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina"


 

Estanislao Zuleta Obras 177

muchas otras crisis que no lo son, que se producen en una  persona por sus relaciones personales, por un duelo, por la  pérdida de un ser querido, por la pérdida de un objeto, y que  también pueden replantear toda su estructura psíquica. Se  supone que el.!Ylálisis, si es algo que vale la pena, debe ser  una crisis qlfé replantee la· organización .. :e.sjguica,_ iden:!ifi~  catoria y dem_ás. · ·····

La primera grat;Mr~e-~~!\:lC.~~!!l<:~c?J.l. es el f.?~P.~~jQ....p~ .

~~~P.P..! que ya es taid10 ·y stempre vtene sobnnlramas que le pre~  ceden: los del destete, los de la forma de alimentación incluí~

da en la cultura, que llamábamos antes -utilizando un bar~  barismo freudiano-, cast!!~.iqn .• Jltal. Este barbarismo se  explica precisamente por·· esa relación del tiempo del pre- sente hacia el pasado, porque la forma de vivir el comple-

jo de castración redefine sus relaciones anteriores con la  alimentación; por eso también habran del complejo de cas- tración anal. Lo que se llama el control de los esfínteres y

el enfrentamiento de los esfínteres con la ley, es anterior ..  al complejo de Edipo, pero éste redefine su sentido y por

eso es que se habla del complejo de castraéióñ";;rt'ás bien

que de la serie: el complejo del destete, el complejo de la  educación anal, etc., etc.

Se fija en uno porque la...!!bido inviste

_4.~ una maneJa t~. ~l  narcisismo de las diferencias ·-sex-uil}és, de las .~s for- tnaS'. . de identidad, que son las formas de la identidad en la  dif~ ·los sexos. Generaliza tanto el problema del  autoerotismo y el narcisismo sobre los órganos genitales,  que le adjudica el sentido de lo que vive allí a su historia  anterior. Y retrospectivamente se lo va a seguir adjudican- do, no es sólo en el Edipo. Por eso Freud lo llamó el com- plejo nuclear, porque era eLID-ºID~!lJO en_g.ue..se.-orga:n:iftban  en. .. ..Y-na nueva unidad Jm. _b!lsg_qe.da .:dé ··una .. se8tJ:ndii_ identi- d~ si no falló la primera, en el espejo, con la madre; por- que si falló esta primera, ciertamente no va a haber tal Edi- po, sino una esquizofrenia originaria. El Edipo es la segun- da forma de identtaad, se organiza así y retrospectivamente


 

178 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

le confiere su sentido a las formas anteriores. Todas que- dan, en cierta forma, abiertas como medios de deseo, como  potencias del deseo, y no sólo. son potencias; la oralidad  siempre sigue siendo una forma de nuestra agresión, una  forma de nuestra petición, de nuestro amor, también de  nuestra imposibilidad, de nuestra protesta cuando a cierta  falta de amor (fantaseada o real) responde el nifto con una  anorexia total: no come nada, no quiere nada y no quiere  saber de nada que sea comida. Eso es grave, porque no hay  que creerle a los médicos cuando dicen que "el hambre los  hace comer, eso es una: cosa naturaP'. Eso no es n:\tural,  el nifío se puede morir de hambre. En el hombre domina  lo simbólico sobre lo natural, ampliamente.

El efec.te- -de"~terioriQad es uno de los primeros concep- tos de Freud. Uno· ·¿e los más notables f.Llósofos modernos  que ha reflexionado profundamente sobre el psicoanálisis,  en los textos de Freud, es Jacques Derrida. En uno de sus  textos, llamado "FREUD Y LA ESCENA DE LA ESCRI- TURA'~ dice que ese concepto es decisivo en Freud desde  el comienzo, incluso desde antes del descubrimiento, pro- piamente hablando, del psicoanálisis, desde "PROYECTO  DE UNA PSICOLOGIA PARA NEUROLOGOS'~ donde  él todavía cree que se puede plantear el problema en tér- minos de neuronas, cosa que después abandonó, pero don- de ya produce el concepto de aposterioridad.

Otro de los aportes de Freud a la fll.osofía es el concepto  de Es un concepto muy curioso: una experiencia  no se agota en sus resultados, ni en sus recuerdos, sino que  se mantiene siempre como una reserva para que una expe- riencia distinta la reinterprete. Al final del "caso Dora" está  muy bien planteado el concepto de reserva. Dora hizo un  análisis con Freud, que falló por culpa de éste, quien no  entendió muchas cosas y, sobre todo, problemas de trans- ferencia. Era un buen caso, pero Freud no estuvo a la altu- ra de la cosa, como él mismo dice; no se dio cuenta de una  serie de problemas que se referían a él, y estuvo tratando


 

Estanislao Zuleta Obras 179

de interpretar la relación de Dora con el papá, la relación  de Dora con el señor K, del que estaba enamorada, y con  la amante del papá, mujer del señ.or K, de l

a que también  estaba enamorada. Se mantuvo ahí y no vio toda la serie  de cuestiones que eran alusiones a su relación con Frcud.  Es decir, el problema de la transferencia no lo vio bien, se  le escapó y se le escapó también Dora, quien dijo no más  análisis y se fue. Sin embargo, un tiempo después, Dora  regresa a conversar con Frcud de otros problemas y a con- tarle algo, pero ya no a análisis. En el comentario de eso,  Freud hace un estudio muy interesante y breve en el que  muestra cómo el análisis que falló había quedado, sin embar- go, como una reserva. y experiencias posteriores, una ida  a Dresde, donde estuvo estudiando un cuadro de la Virgen,  un encuentro con una nueva persona, una lectura sobre un  acontecimiento, reorganizaron \parte del análisis que ella no

"pudo integrar y logró captarlas.

El concepto de~a hace parte del concepto freudiano de  e~~-~~. Es decir, n" ])ay . ex.periew.;.i.a..~ nQ .. ~.~ co..n~H­ tuya com<:>. .

~es~rva. d~ !:Jlúg

__

iples signtfi~~~os y...-efectos··¡:Ybste- riores· pósibles, pero no .ne~~-sáfios. Ese concepto de expe- rieñcfa. .es necesario ·para tener ese concepto del tiempo, de  que también hay un efecto del tututo sobre el presente y  del presente sobre el pasado. Para tener ese concepto del  tiempo hay que tener cierto concepto de experiencia: Ja  experiencia se constit~.Y~J:.Q.I!IO res>erva; y tener también un  cence-rifo-def"electo de aposterioridiid.

Hay, pues, una nodón freudiana del tiempo; esto es mejor  verlo desde el comienzo en liloso fía, porque lo vemos como  una simpli tic ación aparente: que el señor Edipo se enamora  de la mamá, que quiere matar al papá, y luego surgen toda  clase de objeciones; pero, es porque no hemos comenzado  a verlo a fondo. Má~ bien veamos la cosa con su dificultad.  Así no se presentan tantas objeciones tontas, si aceptamos  desde el comienzo la dificultad de la cuestión.


 

180 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Hay una cierta concept

ión freudiana de la historia, de la rela- ción de la historia con la estructura, de la relación del acon- tecimiento con el conjunto, del tiempo, de la relación del  presente con el pasado y no sólo de la determinación del  presente por el pasado, de. la experiencia constituida no sólo  como respuesta.

La noción de la experiencia, por ejemplo en 1~ psicología  pavloviana o conductlsta, es generalmente plana: la expe-

. rienda es el choque con la realidad, frustración o gratitica- ción. Se huye de la frustración y se busca la gratificación,  y ahí van las ratas por los laberintos y las lombrices por  los huequitos y los perros de Pavlov a almor1.ar.

Hay una concepción e~na._de.. la._e~periencial.- gy~- s.e__.. .. c.ons- tituye siempre como~~ r~sery?l~ resem,~ . dc~··s~ptj_do, reserva  de posibles efectos nuevos, pero no necesarios. El acon- tecimiento drrá aquello de lo que en mi reserva podrá des- plegarse o quedará siempre oculto. Ahí hay una concep- ción compleja del tiempo, sin lo cual parecen muy absur- das las figuras de Edipo.

Melanie Klein ha descubierto cosas mt!y importantes, que  no sabía Freud, ha hecho grande~ aportes al conocimiento  de lo~ nifios, especialmente de los nifios en sus primeros  meses. A ella se deben conocimientos importantísimos acer- ca de la depresión como resultado y superación de un perío- do primitivo que ella llama esquizo-paranoide (entre los 8  ó 9 meses). Klein fue desde el comienzo una psicoanalista  muy vigorosa y muy independiente con respecto a Freud.  Coi.iendo casos famosos de freud. como el del "hombre  de los lobos", desde el comienzo dijo: mal diagnóstico, aqu(  está viendo una neurosis ob&•siva donde en realidad hay  una psicosis. La crítica al tratamiento que Freud estaba  haciendo y que es un clásico en psicoanálisis, la hizo ella  en 1928, en vida de 1-•reud. Ella era una persona indepen- diente, capaz, investigadora, con contacto directo donde  Freud no lo tuvo (con los niños). Lo único que hay q.¡e


 

Estanislao Zuleta Obras 181

reprochar un poco, fuera del esquematismo en el lenguaje  que usa, es una cierta creencia ingenua de que entre más  atrás se va, más se llega a lo más importante, a lo más pro- fundo; que profundidad y arcaísmo es lo mismo, que mien- tras más lejos se va· hacia el origen, más se acerca a la causa.  Esa es una ingenuidad inmensa, eso se da en ciertas tenden- cias del psicoanálisis.

Desde luego, en el psicoanálisis fue tardío hacer concien- cia de toda la problemátka filosófica implícita; como en el  marxismo. En el '4 DISCURSO DE ROMA" 0953), cuyo  subtítulo es ·~Función y campo de la palabra y del lenguaje  en psicoanálisis'~ de J. Lacan, se toma conciencia del pro- blema que estamos tratando. Desde el punto de vista teórico.  lo más importante de este trabajo es una crítica muy radi- cal a la ilusión de creer que micntrds más se va para atrás.  más claves se han cogido. Ahf se menciona lo que he dicho  acerca de Melanie Klein. Por

 eso mismo se fue el doctor  Rank hacia el origen, ese "nietzscheano auténtico", según  Deleuze, se fue hacia el origen y no pudo dejar de descubrir  que el trauma fundamental era el nacimiento, porque más  atrás ya era difícil ir. Aquí se le produjo a Mclanie Klein  una cierta dialéctica del seno bueno y del seno malo, muy  primitiva, que no es un error ni mucho menos, pero que  es darle a lo imaginario, a aquello que todavía no está estruc- turado, que no tiene una organización, que no tiene una lógi- ca, que, como diría Lacan, es todavía imaginario, toda la  fuerza de lo determinante, de lo que produce efectos. Enton- ces ya no se ve qué viene a ser la estructuración edípica, qué  viene a ser el lenguaje, qué viene a ser la organización, pues- to que lo imaginario, que es lo original, produjo los efectos  decisivos. Ese discurso es un corte teórico y una exigencia  conceptual nueva en psicoanálisis.

Uno de los pensadores que más ha reflexionado, durante  lo

s últimos diez año!(, sobre las relaciones entre historia y  estructura en el pensamiento de Freud, es André Green.  Tiene muchos textos sobre ese tema; en uno de los últimos,


 

182 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

"W ARCAICO" ( 1982), plantea el Edipo, reflexionando  sobre el problema de su ubicación en el tiempo, pero en el  tiempo tal como lo piensa Freud, y no que e) drama de la  analidad es posterior al de la oralidad, pero anterior al Edi- po. Entonces Jo plantea así:

"El Edipo es el complejo nuclear de la neuro- sis, este término está tomado aquí en su sen- tido más amplio. Y. sin embargo. no lo es de  antemano; el Edipo aparece al término de la  sexualidad infantil, durante

 la fase que lleva  este nombre, que puede comenzar y terminar  más o menos temprano. pero cuyo período de  plena floración no es discutible (de los 3 a los  6 años). Sin embargo, su acción no queda limi- tada a la fase de su floración. l.acan ha hecho  observar a justo título, que no es sostenible,  en un sentido verdaderamente estricto, hablar  de los estadios preedípicos. porque más bien  habría que hablar de estadios pregenitales,  dado que la dimensión estructural del Edipo  está potencialmente presente desde el origen,  o, en todo caso, lo está ya en los padres del  niño que le dan su estatuto humano".

Es decir, el Edipo es una estructura en la que se ingresa, es  una estructura triangular en la que se organizan los objetos  de las pulsiones y las formas iniciales de la identidad. En  cierto modo es previo como toda estructum en que se ingre- sa, porque el hombre es un ser que ingresa en estructuras,  ingresa en el lenguaje que no funda. Es decir, es una cua- lidad específica del animal humane crear símbolos, pero  sólo a raíz de que ha ingresado previamente en una estruc- tum simbólica que él no ha fundado. No solamente crear  símbolos, sino también dejarse esclavizar por ellos. Esa espe- cificación, la forma d.; ias vivencias del deseo, las posicio- nes de los objetos y las formas primeras de la identificación,  esa especificación de la estructum en que uno ingresa es


 

Estanislao Zuleta Obras 183

lo que se llama el complejo de Edipo; ingresa tarde (a los  tres años), pero esa estructura redefine lo que pasó antes.

Como en todo gran pensador, el concepto de experiencia  de Kant, de Hegel, de ,Marx, es un problema; nunca es un  concepto obvio.

Ahora bien, esto es esencial para entender el Edipo. No es  una

 casualidad que nuestros amigos Deleuze y Guattari hablen  tan poco de los procesos de la identidad. Sin eso realmente  no se entiende mayor cosa ni del Edipo, ni de nada. El pro- blema de la identidad en el pensamiento de Freud, nos va  a dar las claves del Edipo y nos permite estudiar otros pro- blemas más directos, mostrarlo en estructuras psíquicas  concretas, en una histeria, en una histeria de angustia, en  una obsesión, en la depresión, etc.

*

* *

3. FILOSOFIAS DE LA CONCIENCIA Y LA  ALIENACION

Mencionamos antes ciertos aspectos del pensamiento de  Freud que es

 mejor explicitar como problemas filosóficos,  si no. se quiere c:~~r .. eq discusiones mal planteadas. Hay un  ~o~to ·d~-=~~~rien9J!, propio de Freud, que in~luye algu- rios aspecws como la noctón d~Jwa, en el sentido de que  ninguna experiencia es exhaustiva, sino que se constituye  como una reserva, y lo que queda reservado es un conjun- to de sentidos posibles de lo vivido. Posibles en varias direc- ciones; es posible que alguna vez se recuerden o que se olvi- den para siempre, es posible que produzcan determinados  efectos, o que no los produzcan, según lo que siga.

(

Esa noción de reserva es correlativa de la noción de efica- cia retrospectiva. Es decir, hay una acción del pasado sO'Dre. el presente Ytambién una acción del presente sobre el pasa-


 

184 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

do. Es lo que Freud llama aRosterioridad o eficacia retros- pectiva. Los conceptos de reserva y

"apos'ieoond·aa-Soñ. .eseñ- ciáTés en el pensamiento de Freud, desde antes de haber f

or- mulado el psicoanálisis como tal. Desde "PROYECTO DE  UNA PSICOWGIA PARA NEUROWGOS", esos son los  dos conceptos rectores de su noción de experiencia, hasta el  final de su vida.

Eso es muy interesante, si se examina filosóficamente. El  mejo

r texto sobre el tema (reserva y aposterioridad) en  "FREUD Y LA ESCENA DE LA ESCRITURA", de J. Derri- da, en "LA ESCRITURA Y LA DIFERENCIA'', del mismo  autor. Hay otros trabajos sobre problemas filosóficos gene- rales de las ciencias sociales, como "LA ESTRUCTURA,  EL SIGNO Y EL JUEGO EN LAS CIENCIAS SOCIALES ",  donde estudia también este aspecto en Freud, comparado  con Levi-Strauss y Nietzsche.

Derrida toma casi todas las consideraciones de "EL SER  Y

 EL TIEMPO" de Heidegger, en sus reflexiones sobre el  tiempo. Muestra cómo el esfuerzo de la modernidad por  superar el concepto vulgar del tiempo -que en Heidegger  es explícito y directo con una crítica filosófica-, es eviden- te en otros pensadores del mundo actual: Freud, Levi-Strauss,  Nietzsche, etc. y en muchos otros que incluso no se cono- cen entre sí. Hay una confluencia del pensamiento moder- no, más que influencias entre autores.

El problema se puede explicar más o menos en estos térmi- nos: el concepto tradicional del tiempo, que Heidegger llama,  más duramente, vulgar (incluye a Hegel y a Aristóteles), tie- ne la particularidad de que siempre llega a la idea de darle  prioridad al presente, y en el fondo no sabe hacer con el  tiempo más que análisis del presente o, peor aún, de la pre- sencia. El presente es la única categoría que resulta efecti- vamente válida para estos autores, en el sentido de que el  pasado no puede ser concebido por ellos sino como un pre- sente que ya no es. En todo caso, y eso es cierto, algunos


 

Estanislao Zuleta Obras 185

filósofos racionalistas y algunos filósofos griegos, tienden  a pensar el tiempo bajo la categoría de la presencia: el p¡~Sa­ do es un presente que ya no es, pero fundamentalmente es  un presente, un presente que fue. Y el futuro es un presen- te que aún no es, con lo cual -dice Heidegger en "LA ESEN- CIA DEL FUNDAMENTO~'- se escapa por completo toda  visión efectiva del futuro, es decir, de "la fuena silenciosa  de lo posible". Este análisis del tiempo tiende a hacer impo- sible la concepción de otra cosa diferente a una sucesión  de presentes, a los cuales se les agrega que son presentes  actuales unos, y presentes inactuales otros. Los unos por- que ya no son y los otros porque aún no son, pero después  de todo ahí no queda más que una sucesión de presentes.  También el presente es allí lo originario, hay una cosa que  se presenta, que se da, luego se suceden otras cuando esa  ya no se da, cuando ya es pasado.

En casi toda filosofía occidental so-bre el tiempo está implí- ci

ta una cierta concepción según la cual el carácter esencial  del tiempo es el presente. Der.rida sei'l.ala que una teoría del  presente es necesariamente un sometimiento del tiempo a  la categoría de la conciencia, porque la conciencia es con- ciencia de una presencia, conciencia de un presente. Cuan- do yo recuerdo en el nivel de la sola conciencia -según el  análisis clásico, que no era el análisis heideggeriano, ni menos  freudiano, del recuerdo- pongo en escena en cierto modo  dos presentes: el presente de mi conciencia actual, que es  una conciencia que está recordando y sabe que está recor- dando ahora; y el presente que está recordando y que ya  no es, pero fue en otra época. Y o pongo en escena dos pre- sentes: uno actual y uno inactual. El actual se refiere al inac- tual; ese es el puro nivel de la conciencia.

En el pensamiento de Freud, el cop.cepto de experiencia  es mucho más complejo; la conciencia· ·no ·es nunca una pre- sencia, como sucede en el empirismo. No hay ninguna con- ciencia __ ~~~ mung_o_. ?.~!l.!al __ que'no sea una lec.tura _transfe_- r~ La -fñuisferencia no sólo se da en el análisis; en éste


 

186 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

la transferencia se vuelve experimental, se provoca por la  frustración y se estudia directamente, porque la situación  de neutralidad real del analista permite ver fácilmente todos  los papeles que el analizado lo pone a desempeñar: el de  la madre, el del padre, todos los antiguos od1os, amores,  demandas, dependencias, que en él proyecta en su actualidad.  Pero siempre leemos el mundo así, no hay nin.&!llla presen- cia no interpretada. ... ·· ····· ··· ·····-· · ··· .....

-... __ ,.,.._..,.._...-........... ,:.

No hay relación humana alguna que pueda ser sólo con éste  que está. aquí y ahora. Siempre es éste representando pape- les que ha habido; siempre es éste ejecutando viejas vengan- zas, cumpliendo antiguas promesas. Siempre es éste y otros;  nunca hay mundo tampoco que sea un logro de un aquí y  ahora, es decir, la lectura de un simple golpe de presencia.  Todo .. es.. .. reorga.nización ~ tamhiéQ¿royección hacia. En ese  sentido, no hay tal presencia, sino ·-ü':n~·ñüd~pasado y  futuro, con el que se interpreta el mundo y el otro.

Freud intr.oduce nuevas distinciones en el concepto de expe- riencia. Frecuentemente en psicoanálisis se habla de expe- riencia en un sentido muy fuerte y particular: una experien- cia traumatizante. El conjunto de conceptos que vienen a  calificar ciertas experiencias, fueron empleados por Freud  desde el comienLo, a veces abusó de ellos y se equivocó.  Una de sus primeras teorías sobre el origen de la neurosis,  una teoría traumática, era la perversión de los niños por  los adultos. La sostuvo durante varios años hasta que tuvo  que confesar que estaba equivocado, pues eso lo había toma- do de los relatos de los histéricos y de algunos obsesivos,  sin tener en cuenta que eran fantasmas de ellos y no reali- dades.

Lo interesante aquí es que el concepto quedó. Ese trauma  particular, como explicativo, resultó equivocado, pero el  concepto quedó en psicoanálisis: hay, efectivamente, expe- r!,~a. Eso parece tomado de la medicina, (fe  los ·traumas por los golpes, los huesos quebrados y órganos


 

Estanislao Zuleta Obras 187

dañados. En psicoanálisis es algo parecido, pero en sentido  psíquico, una vivencia que supera el si~_t~mé!. de. defensas del  Yo, es una VIV€Wcia..T.t:a.LÜiia:tica'":-Ta:tribién es a veces un pro- blema de sorpresa.

Freud estudia lo que se denominaba neurosis traumática,  que es la que se genera cuando un individuo tiene un acci- dente grave, repentino, completamente inesperado, del cual  además sale ileso. Casi siempre la neurosis traumática tiene  como condición que salga ileso. Si el individuo queda heri- do, es muy improbable que le dé, porque la herida introdu- ce una nueva economía en el narcisismo. La libido que vie- ne sobre el Yo cuando hay dolor, protege. El dolor protege  el psiquismo. Cuando el individuo queda ileso, el peligro,  la imagen de la muerte, los fantasmas que representa el acci- dente, dominan sin que haya una angustia que prepare al  psiquismo para ofrecerle sus mecanismos de defensa: la repre- sión, la negación, la proyección, en fin.

El accidente es invasor, todos los fantasmas inv

aden el Yo.  En "MAS ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER", Freud

 estudia ese fenómeno y muestra que la tendencia de la neu- rosis traumática es la repetición. Por lo que no se puede  explicar por el principio del placer. La repetición es el inten- to de volver a vivir lo mismo. Es muy frecuente que la repe- tición se haga en sueños. Después de un accidente, vuelve  la persona a vivir el accidente en sueños con gran angustia  y lo despierta la angustia una y otra vez. [os niños no lo  repiten en sueños, sino en juegos, lo vuelven a hacer jugando.

Freud se pregunta qué es lo que se busca con la repetición  de

 una cosa que no pudo haber sido placentera. Resumien- do, lo que se busca con la repetición es vivir lo que se vivió,  pero con una preparación; la preparación es la angustia.  Lo que ocurre es que el accidente traumático es un acci- dente que cae como el rayo cuando los individuos están  completamente tranquilos y de pronto aparece el horror.  Generalmente ocurre así, el carro sale por un abismo, el


 

188 Tomo 1 El pensamitmto psicoanalítico

avión se cae, y el tipo queda bien, estaba sin ninguna prepa- ración. Ese es el tipo de situación que genera la neurosis  traumática, que generalmente no es una cosa grave y se disuel- ve sola por el procedimiento de la repetición. Lo que se  busca allí, dicho en términos más teóricos. es que para que  funcione el principio placer--displacer, según el cual se bus-

.. ca al placer y se huye del dolor, es necesario que haya un  sujeto unificado. El problema de las psicologías clásicas  es que al sujeto unificado lo dan por un supuesto y enton- ces el sujetoousca.lo"que lo complace. lo que lo gratifica,  lo que le da placer, según esa terminologia, y huye de lo que  lo trustra,

le da dolor, etc. Entonces, ese movimiento de  lo que lo complace y lo que lo frustra, explica toda la con- ducta. El conductismo es eso, explicar la conducta por ahí,  suponiendo que el sujeto es unificado y que hay algo que  lo frustra y algo que lo satisface, algo que le causa dolor  y algo que le causa placer.

El pensamiento psicoanalítico sostiene lo contrario. El tra- bajo más ti.Jerte es precisamente el trabajo de unificación.  El Yo no e.s.. un sujeto dado: el Yo -dice Freud ~iNHI­ BiCION, SINTOM."A-Y ANGUSTIA"- es ohi@sión de la  síntesis, el trabajo por unificar tendencias diversas. dtsper- s~ctorias: deseos,remores, iffihelos,· demandas  contradictorias,···-awersas y dispersas. El trabajo de sínte- sis por medio de la r~!.Q.ll. .. )!. ._,pc; J! .. angust.ia, es la alerta  cuando está amenazada la precaria unidad del Yo que se  haya logrado. La unidad del Yo puede estar amenazada por  un deseo propio, por una posibilidad que abre la cuestión  de quién es uno, y por sus diferentes tendencias. Es decir,  el Yo, en psicoanálisis, no es un dato, porque no lo toma  de la autoconciencia y en ese sentido el psicoanálisis es un  gran no a la tilosofía de la conciencia, prinCipalmente en  su versión cartesiana y sartreana.

El he~ho d~.-~!.,..t;) hombre conscient~ .de sí sea conscien~  t~. ~k .sí. como unitario, el Yo que quiere y que no quiere,  que recuerda o que no recuerda, etc. es~~ que


 

Estanislao Zuleta Obras 189

no indica en absoluto que aquello de Jo que es consciente  como. una tfhid·act~· sea uña unidad. Ese hallazgo magnífico  ySfá-enKant; su 'extraordinaria refutación de la meta- física del alma se basa toda en la consideración de que la  conciencia no es garantía ni prueba de la verdad de aque- llo de lo que es consciente. Toda la metafísica del alma pro- cede precisamente de la idea de que el alma tiene la parti- cularidad de ser un ser simple, no compuesto de partes. No  es vivido como un ser en el espacio, todas las cosas en el  espacio se pueden dividir, no pueden ser indivisibles, como  una sustancia simple. En ese tipo de vivencias es que se ha  apoyado toda la metafísica del alma. El gran no de Kant, es  ya muy diciente porque va en esa dir~cción. De ahí saca- ban la prueba de la inmortalidad del alma, porque un ser  que no es compuesto no puede desaparecer. Lo simple no  es modificable, porque si hay alguna modificación de una  sustancia, esa sustancia debe ser compuesta. Ni siquiera se  puede pensar en que una sustancia pudiera desaparecer de  golpe; las sustancias no desaparecen, Jo que desaparecen  son los atributos. Además, de golpe, no ocurre nada, por- que el tiempo es un continuo y no una serie de momentos.  Para que algo desaparezca tiene que comenzar a desinte- grarse en sus partes. Si no tiene partes es inmortal como  el alma. Si uno lo vive como unidad, entonces es una uni- dad. A eso es lo que Kant dice no.

Hago todas estas anotaciones porque es muy importante ser  prudentes con Kant. Ha habido algunos analistas de una  inmensa prudencia con Kant, especialmente derivada de su  ignorancia sobre él. Cuando decimos que el psicoanálisis  introduce una mutación en todas las filosofías y psicolo- gías de la conciencia, y también en todas las psicologías  racionalistas, el caso de Kant es muy complejo, porque él  inició también la crítica de la conciencia. Freud así Jo reco- noce; el primer apartado del capítulo sobre Jo inconsciente  de la "METAPSICOLOGIA"termina con estas palabras:


 

190 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

"La hipótesis psicoanalítica de la actividad  psíqu

ica inconsciente, constituye en un senti- do una continuación del animismo, que nos  mostraba por doquier fieles imágenes de nues- tra conciencia, y en otro, de la rectificación  llevada a cabo por Kant de la teoría de la  percepción externa".

Uno de los rasgos más conocidos de esa autopercepción  del psiquismo adjudicada al mundo es la magia.

El proceso primario opera por dos formas (le conexión;una  se llama metafórica (Feud la llama con4~rt~~i.Q)l), ·y--·e-s la  relación s;ut~sem~jantc, entre lo qUe.- tiene el mismse~la manera como algo alude a algo, porque tiene  el mismo sentido, la misma esencia y que en una estruc- tura desempeña--la misma fÜiic!óñ~ ·La magia traduce que  lo semejante es eficaz sobre su semejante, la percepción  endoscópica del propio psiquismo, o sea, del proceso pri- mario que opera así, en lugar de verse como un proceso  psíquico, se ve corno una ley del mundo, así se da en la idea  de la magia. Por ejemplo, construyendo un muñeco que  represente a thlano, clavándole alfileres y poniéndolo boca  abajo, vamos a perjudicar a ese fulano, se le atribuye una  eficacia de lo semejante sobre lo semejante.

'

La otra conexión es la w.~o.u.¡.ni¡a, que opera por el contex- to. Aquello que pcrtenecé :1 un contexto, está imprciña- do del sentido de ese contexto. E,n la experiencia humana  ocurre así: cuando tenemos una experiencia fuerte, como  un amor, todo el contexto queda impregnado de ese sen- tido: las canciones, las cositas, todos los recuerdos quedan  impregnados y se convierten en em~cos, aunque no  tengan un parecido, sino por CC2_~tg.iualidad.

Hay dos formas de la magia: la CQ.(!;tagiosa y la siruQ.¡Hica.  Esta última es la que opera por lo serñeTante, y la otra sobre  el contexto, entonces hay que coger un mechón del pelo.


 

Estanislao Zuleta Obras I'JJ

el cinturón o alguna cosa que pertenezca al contexto y mani- pularlos para tener un poder. Entre los primitivos es clásico  el temor que les da que les saquen un retrato y ver que alguien  se lo va a guardar, como quien dice ••quedé en sus manos".  Estos procesos inconscientes muestran una gran semejanza  con la forma del animismo, es decir, de la lectura de los acon- tecimientos del mu~~r;atural según reglas del deseo y reglas  del proc~~~-primario. ·'

Todo el ·movimiento fundamental de la "CRITICA DE LA  RAZON PURA~·. es una rectificación de la teoría de la per- cepción externa, un combate contra el empirismo que ima- gina que todos los conceptos de espacio, de tiempo, los que  allí se llaman de

 la sensibilidad, o los conceptos de relación,  como el de causalidad, es algo dado empíricamente en los  hechos. Kant muestra que éstos no son elementos que pro- ceden de la experiencia, sino condicion~s. ._sin-..Ias ... cnalcs no  es P.osible l(!_~e.riencia; sin eSfas"'"condiciones la experien- cia no sería más que una rapsodia de sen_saciones. El sujeto  se imagina que su cabeza está vacía, que todo le llega de la  realidad, de la experiencia, de la percepción, y se olvida toda  la actividad lingüística, espacial, proyectiva, etc. sin la cual  no habría tal realidad ni experiencia. Es a eso a lo que se  refiere Freud cuando habla de "la rectificación nevada a  cabo por Kant de la teoría de percepción ex rema", es decir  de la teoría de los empiristas y sobre todo de los empiris- tas y sensualistas ingleses.

Kant decía que hay una tendencia en nosotros a creer que  to¿la-ltienc. . deJa cosa, de la realidad, ya que la conciencia  tiene la tendencia a olvj,dar. • sua.. pm~_oJ).e.Aciones, la par- te activa del conocimiento, y a considerarlo como la reflexión  de lo dado. Se ha considerado incluso que mientras menos  actividad introduzca el sujeto, más claro es el conocimien- to, más objetivo, más natural. Es como la paloma que se  imaginara que volaría mejor en el vacío, así también el hom- bre se im~gina que sería mejor pensar sin categorías, sin


 

192 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

la constitución de un tiempo, sin aprioris. Esta es la recti- ficación kantiana.

La idea que tenernos de nosotros mismos es una construc- ción. La historia que el sujeto hace de su propia vida, es  una leyenda; el psicoanálisis, en gÍ'an parte, es el estudio  de esa leyenda, que va entrando en crisis a medida que se  revela insostenible frente al recuerdo efectivo y nuevo.

Todos los conceptos freudi

anos que se refieren al pasado  son co~ructivistas, como el concepto de la esce- n~.primor{ial, el de-fOS rec\W:_q9---ª_.Ranta11as. Son parteae  algo que oéiirrió y parte de una construcción que hacernos  sobre lo que ocurrió.

Siempre está Freud interrogando nuestra vivencia de noso- tros mismos como síntoma, no como evidencia que era para  Descartes. En la "INTRODUCCION AL PSICOANAUSIS"  se trata de la impresión de lo ya vivido, impresión que tiene  uno a veces de que lo que está ocurriendo en este momento  ya ha ocurrido, .que estas palabras que está oyendo ya las ha  oído y que la situación ya la ha vivido. Es una impresión que  se da con mucha frecuencia tanto en la vida cotidiana como  en el análisis.

Hay una interrogación permanente sobre la conciencia de  como

 síntoma que contiene un proceso, implica un dra- ma, es resultante de luchas de fuerz

as. En el escenario o en  la superficie de la conciencia aparecen resultantes, algunas  de las cuales son ilusiones inevitables, constitutivas del suje- to mismo: la unidad, la libertad. De aquí el concepto curio- so de 11~ "eca!.riaU ). Un concepto que hay en el aná- lisis, aunque Freud casi nunca lo menciona y que más bien  viene d~ Lacan y de la escuela lacaniana, es el de ~TI  necesaria.

(1) 1. B. Pontalis, "ENTRE EL SUEÑO Y EL DOLOR'! Ed. Surame- ricana, 1978.


 

Estanisiao Zuleta Obras 193

Desde el enfoque de Marx, el concepto de alienación es un  concepto peyorativo; en Hegel no lo era. Peyorativo en el  sentido de que es aquello en el que el sujeto se pierde. Alie- nación es dos cosas: despojo de algo esencial, en el sentido  corriente del término; así en derecho se dice que hay un  derecho inalienable, del q.te uno no puede ser despojado.  Se dice también de un loco que está alienado, en el sentido  de que está despojado de la razón, que es lo que se consi- dera lo esencial en la psiquiatría racionalista. En términos  generales, alienación quie,.$.. .. .decir d.eS:P.Qig.Jlst.-ªlgo funda- mental, 9.~--algci.~o.

En Marx, el hombre es un producto de su producto y de las  relaciones con los otros en el proceso de la producción de  sus productos y de sí mismo. El proceso de trabajo es el pro- ceso de autoproducción del hombre, pero en la forma moder- na del trabajo, a raíz de la propiead, el trabajador está alie- nado, alienado de lo que es esencial al hombre: producirse  a sí mismo; lo que produce es una potencia que lo oprime,  acumulación de capital allá y separación del trabajo con  los medios para llevarlo a cabo, aquí. Entonces el trabajo  produce y produce la condición de su propia opresión,  "Acrecienta 1a potencia que lo oprime".

Ese asunto de la alienación, de que el hombre queda aliena- do en algo, en el marxismo es importante, y hubo marxistas  que desecharon eso como un concepto puramente ideoló- gico, como Althusser y su escuela. La idea es que el con- cePto parece un poco idealista en su formulación, porque  parecería que un sujeto libre, que existió en alguna parte,  en alguna época, o en algún momento, vino a caer en la alie- nación y es necesario que se recupere y se reapropie de lo  que es su ser. Ese sujeto libre no lo hubo en ninguna parte  y ese es el sentido de la crítica. ·

Esa crítica, que desde el punto de vista filosófico puede  ser pertinente, como crítica del pensamiento marxista, no  parece ser suficiente por una razón: en la idea de alienación,


 

194 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

aunque en las obras de juventud de

 Marx conserve un acento  idealista hegeliano, el sujeto libre se pierde en las cosas que  son sus productos y no se reconoce en ellos -para Hegel  era una gran cosa, porque se reconoce en la objetividad que  él produjo-; su producto le es arrebatado y sus condicio- nes de reproducirlo también.

Sin embargo, en el marxismo parece que es importante ese  concepto,

 por otra razón: la crítica que hace Marx al capita- lismo no se reduce a la crítica a la explotación, sino en gene- ral a la forma de vida del capitalismo y a la forma de vida  en la sociedad capitalista de todas las clases. Es para eso  que usa Marx el concepto de alienación, por lo cual no se  lo puede tachar como un esguince filosófico, sino que habría  que reemplazarlo por otra cosa. Así, cuando Marx· dice que  la revolución liberará tanto a los explotados como a los explo- tadores, porque ambos están alienados por la propiedad,  vemos que el problema de la alienación no se puede quitar,  porque sería bajar del análisis marxi-sta a un análisis pre- marxista simplemente resentido: "a los ricos les va muy  bien y a los pobres muy mal, quitémosles los privilegios  para que nos vaya regular a todos", o cosa por el estilo. Es  pasar del análisis marxista al análisis que él llama de socia- lismo pequefio-burgués.

Mucho se habla entre los marxistas de la alienación, de que  alguien está elienado en tal cosa o en tal otra; así, más o  menos, habla San Agustín, quién utilizó el término prime- ro que todos y lo utilizó en un sentido negativo, precisa- mente como Marx y a diferencia de Hegel. El hombre que- daba alienado, por ejemplo, en el mundo, el demonio y la  carne. Lo que él llamaba la carne era el pla'cer, incluido el  sexual, la gula, etc.; el mundo era el deseo de éxito y el demo- nio era la soberbia, el deseo de saber. Para San Agustín, la  alienación era la pérdida de la aspiración esencial, salvar el  alma, en aspiraciones secundarias.


 

Estanislao Zuleta Obras 195

En el psicoanálisis el sujeto está alienado cuancto .. .se-·ittent1- fica con....u.R,a iA:~agtm. El sujeto es deseo, proceso, palabras,  y la imagen es la imagen de una cosa. Cuando él dice "éste  soy yo" en el espejo o en otro. hay una alienación; pero ·

esa alienación es constitutiva, sin ~!la oc ha~· ettjew. La carac- terística del ser

 humano es a&nir al ser por medio de la  identificación con otro y no con ninguna conciencia de sí.  Por otra parte, Marx también lo dice: ''el hombre no viene  al mundo como el yo de Fishte armado de un espejo procla- mando fdosóficamente ••yo soy yo", sino que se reconoce  en el hombre Pablo en el hombre Pedro y sólo identificán- dose con otro hombre conO<:e su propia humanJdad pauli- na" "EL CAPITAL". Marx está muy avanzado en eso y  también dice que el pensamiento es contemporáneo del len- guaje y no que el pensamiento es un texto primitivo, silen- cioso, que luego se traduce a palabras para informar a los  demás, según las ideas que tenía el camarada Stalin y, en  general, todo el que no sabe de eso. Marx, en cambio, decía  claramente que el pen§amiectB es eonteHtpari\!!~Q_.del. ....l,m- ~- y, por lo tanto, que el_nensamienta .c.s...;p~nsamiento  cen q¡ros, de otros, procedente de otros, pare! otros y nunca  concie;cia de sí y del pienso luego existo. Porque preci- samente el le!!!!!aje ;.uiyado es una s;ontradi~~-~~ l?~.. .. tér- ~ "Yotengo un idioma que sólo yo y sólo yo me  entiendo en él': pues, señ.or, ¡no es un idioma!

El concepto de alienación en psicoanálisis de nuevo nos  trae la idea curiosa que tiene Freud de la experiencia. Hay  una ex~Ji'Ja~ial, .1~ de las ide.!!!_~g.~cione.!, .Y h~y  todo un cauu.n.g.. .~~mmo. Un na~~

 que es la libido bacia ...sí, hacia el propio cuerpo; luego hacm  la p~j¡nageft G.e. espe~lar en identiftcación con la  madre y, por lo tanto, imagen omnipoteate. Porque la omni- potencia infantil procede dé-·faid(mtificación necesaria con  un objeto omnipotente; el niño y la madre son postulados  corno omnipotentes; la madre, porque de ella procede el  lenguaje, la ley, el sí y el no, la realidad, lo que ella designa  como realidad. Lo que ella designa como realidad es lo que


 

196 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

constituye para el niño la realidad, incluida la realidad de  él, la vivencia que la madre tiene de él; por eso, cuando ella  no tiene ninguna, es despersonalizan te hasta la psicosis.

Hay una vivencia, esa vivencia es necesariamente alienación  ~otro, identificación con otro, alienación en una imagen,  alienación que es constitutiva, que no es una cosa que se  debe superar así o asa; superarla sería caer en la esquizo- frenia radical. Identificación

 con un nombre que es una  itñPoSición arbitraria: "usted se llamará así

'~ y además con  un EL, con una manera como lo conciben a él. Como dice  Lagache, "aún antes de nacer, el hombre es ya el objeto de  otro", está en el discurso de los otros, los padres, como un  polo de sus esperanzas (él es el que va a triunfar en .todo lo  que yo fracasé, él es el que entra en la leyenda de los padres,  de sus frustraciones, de sus compensaciones, de sus peleas  con sus propios padres ("yo tengo una manem extraordi- nariamente científica de educarlo, haré con él lo contrario  de lo que hicieron conmigo"). El sujeto desde antes de nacer  está metido en una cantidad de discursos conscientes e incons- cientes que lo esperan en el mundo y que son su sitio en el  mundo. Pero, además, es necesario· que así sea. Los padres  que son muy liberales y que no quieren alienar al mucha- chito ni imponerle nada, lo enloquecerán en seguida: "él  va a decidir por sí mismo lo que va a hacer en la vida, no  le vamos a imponer nada; él va· a decidir por sí mismo c()mo  se quiere llamar, él va a decidir por sí mismo todo, entonces  vamos a dejarlo libre y facultativo'~ Porque hay un momen- to en que darle al otro demasiada ljJ?eJjad y abandonarlo  es la misma ~11áyuií"moínento ""en."'qÜe ·ra- "IIoeitadY el  ahañdoño" "ya. .. Íío1 ' se pueden distinguir: "haga lo que quiem,  a mí qué me importa".

El abandono es un término que generalmente molesta mucho,  sobre todo en nuestra época "@h!!td9!Jiana" y Elt~a,  en que gusta tanto la p~, ladep~ia y que hay  tan mala posición para el destete. Entonces el abandono  molesta mucho, pero hay que verlo con más cuidado en la


 

Estanislao Zuleta Obras 197

vida práctica. Cuando una persona se separa de otra, puede  vivirlo como abandono, pero ¿cómo sabemos si no es una  liberación? También se podría formular así: ¿me abat;t<Jonó  o m~e_él? ....

--~---

En el análisis el problema es que la alienación es constitu- tiva, la imposición de un nombre, la identificación con un  nombre, con una figuta, con una estructura. La identifica- ción no es la_ .ú:n,.i~ción, explica.J.acan, n~...!!ax 9'!:~. C?J?:f'!n- dir~~!l ~?n la-~ La p_!Iffiera _es l!..,s.a~­ tura mcoñ~ie ·de una ~~~Jion •.

t.ii9~-~us yirt;u;üt- d~ef. 'Es·if7eslo 'que~·eiPlica el hec o de q.ue .hzyañlfios  q~identifican con un padre o con una madre y resultan  haciendo ..

l!h~~--9.~~~-l_p~a-~!~ _s¿ ).;t,~adre h~o, .Pe.ro. que. él )1J.ln- ca v,!?~.?~c;_r. A.n:tes se imaginaban los sociólogos, que expli- caban todo por la herencia, "mientras se averigua", q~e eso  era hereditario. Lo cierto es que se trata de la captura de  una estructura psíquica con todas sus virtualidades; es decir,  que no necesita haber visto ejercer las virtualidades de una  estructura, sino <U!.~. u.p.a vez que se captura esa estruct~ra  todo lo 9U.e..c l.e. ella. surge está en et tipo qúe se' ident~fica  con~Ua. Este es un problema muy distinto al del imitador,  qu('~ól<?"~j!...Jo ,.Cl~? -~~ vjst~. ~-a~fr. Por ejemplo, ef"ñiu'c'ña- cho que se Identifico con el papa y a los 20 aftos resulta  alcohólico, pero el papá fue alcohólico en su juventud y el  muchacho nunca lo ha visto tomarse un trago. En realidad,  no se necesita tomar trago para ser alcohólico; el tipo dejó  el trago pero la estructura que tenía es lo que el muchacho  captura inconscientemente con todas sus virtualidades.

La lógica de las identificaciones va, generalmente, en esa  dirección; por eso es difícil hacerse consciente de una iden- tificación. El hombre identificado con su mamá suele llegar  al comienzo con la idea de que no hay nada más distinto  en la vida que la mamá y él. Claro, tal vez en algunas cos- tumbres, hechos, ideas abstractas, políticas, etc., pero detrás  de todo eso puede habe:t: una identificación esencial, de estruc- tura.


 

198 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Las idell.tificaciones constituyen un co~jl!JliQ..~iente  y son um~_ serie. Sobre esas identificaciones se organiza uñ yo;  por It>'"Úmto, en p~~nálisis todo es~o se plantea -~gmo  un -..problema- ~e- deh;LnL.pu@_ .~r superado,. Imaginarse  una relación con el mundo sin los mecanj.gwos hteeescientes  de <kÉ.OSa, sin iden!!f~c.~ción, pro,y_~~ciQ..J:!, introy_~cción,  rep~ -Y demás, es la impresión de la paloma -como  diría Kant- que se imagina que puede volar mejor en el  vacío. En psicoanálisis ninguno de esos elementos es peyo- rativo.

En relación al concepto de experiencia, como lo piensa Freud,

  podríamos todav~a dar otro paso. En la psicología tradicio- nal, por ejemplo en la psicología racionalista de los siglos  XVII, XVIII y XIX, se piensa un sujeto que se co

nsidera  dado, constituido, aunque lo va dividiendo por capas: un  sujeto de la percepción, el que produce el conocimiento,  el que piensa, el que critica, el que deduce, el que realiza  las operaciones lógicas, que es el que algunos han defmi- do como sujeto trascendental; y luego se piensa un sujeto  de la emoción, de lo afectivo.

El racionalista arregla las cosas más o menos así: el sujeto  de la ciencia es el sujeto intelectual; éste puede ser desviado  por los afectos, por los odios, por los amores, por los temo- res, por los deseos, que le hacen perder su objetividad, su  neutralidad, etc. El afecto viene, pues, a agregarse a un suje- to sin afecto, para desviar en alguna cosa la mirada o el enfo- que, para hacerlo partidario o para inflingirle prejuicios afec- tivos. Con muy diversas versiones y muy diversos grados  de refinamiento, ésta es la imagen clásica de la psicología  racionalista: !tJJ.J~yj~t!Hi~.lª.2l~~l ..

~~~~-tp.

La formulación freudiana de la experiencia rompe con eso  de una

 manera radical, desde el comienzo mismo, a través  de sus nociones más elementales. La noción freudiana de  <at,e~~· que recorre toda su obra, es cuantitativa. Un pro- ceso psíquico puede ser investido o desinvestido, hay un


 

Estanislao Zuleta Obras 1( }1)  juego de cá?'d~_cont/~is en toda represión que cola- boran allí a que ex:)nílsa de mi con.c._i~l!fJ.<t .u.n.J~¡rnino,  el sue olvidé, porque es mcompatible. . ...con-.Ja. .. idea~ tengo

de.-.m-í -m-i§roo, con la e.s. t.r uctu..r..a... ..d...e... ....m... .l concien.cia ... con los

deseos actuªl~~~ otra filerzá que lo atrae, es la afinidad que  tien~. ... c.ó'ñ. · otro conjunto reprimidO-del~ que h<!<:~ :~P.aife, de  un conjunto de fantasmas·, ·temores:· deseos~- ideas incons- cientes. A esas fuea·as Freud las llama catex:is y contraca-

t-ex-is. ·-- --

Aquí ya no se pueden colocar en dos términos separados  lo

afectivo e intelectual. El retiro de la catexis puede ser sobre  un objeto particular, por ejemplo cuando hacemos un due- lo, en una relación amorosa. En este caso la catexis se hace  en contra de la noción..., I¡!-1 afect~ ~la cgaeienchr rrtr"'St'm dos  cosas en Freud; la conciencia es función de un iUS<Iº d"-afec- tg¡ l' llQ una variable mdependiente, una mirada pura de una  lucecita que hay en el centro del alma. La éonciencia es un  efeyto de un juego de catexis y contracatexis y no una luce- cita escondida de un sujeto intelect"Qal. Mejor dicho, noso- tros no somos conscientes de nada a pesar de nuestros fan- tasmas, nuestros complejos, nuestros dramas y nuestros  mecanismos inconscientes, sino a través de ellos, y si.,n.....ellos  no hay nadª-...de qué lier .c.o:Dsci~ñfes:-ta nociÓn de experien- ciase ha transformado profundamente.

Vamos a hacer un estudio de la identidad -sin lo cual no se  conoce realmente nada en psicoanálisis- y la vamos a tratar  en su evolución, en relación con ~~ :!ibj.d.G, Esto se puede  seguir en los textos en que Freud plantea el tema del amor,  como "Introducción al narcisismo", el capítulo VII de "PSI- COWGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL YO" (sobre  diferentes formas de identificación), "Una elección particular  del objeto en el hombre" y "Una degradación general de la  vida erótica" 1


 

ACERCA DEL NARCISISMO

Amor, Magia y Religión.  Amor y Narcisismo.

\


 

Estanislao Zuleta Obras 203

Es muy característico, si se estudia la serie de las discusio- nes alrededor del psicoanálisis,.· .desde sus comienzos hasta  nuestros días, que hay un punto en el que casi siempre se  falla, que hay un elemento desconocido por la mayor parte  de las objeciones y, sin embargo, es precisamente lo esencial.  Nosotros poco sabremos del psicoanálisis si no tenemos en  cuenta este problema: la; realidad están siem-

f.J'l*'~'Oli.eetithti= . . ··~··

Toda 2roblemátjca Qs la libido opera en la· constru·cción  de una idm:ztiaaEl y ele -wna · reaUaaé ... Cuando hablamos de  libidó,'"lo primero que hay· que tener en· cuenta es que nos  enfrentamos ante el p~_g de ,invertir ob.!!'tos, en el senti-

do más amplio. Hay que subrayar, en primer lugar, l-amoví-

Udad de la libido. No sólo en el sentido, del cual hablamos  antes, de que la sexualidad humana -que en términos más  generales Freud llama libido- no tiene un objeto predeter- minado, un d~j~do, iñstintivo, una coi'telaci6n  necesaria cdfÍÚn objeto, como ocurre en la sexualidad ani- mal, de donde se trata de una respuesta a·un estímulo espe- cífico.

No se trata, pues, ahora~ solamente de· un tipo de movilidad  hacia determinados objetos del deseo, ni tampoco de la.multi- plicidad de las sedes de las pulsiones o zonas er6genas( 1),  como las llama Freud. ·Se trata de una movilidad mucho más  general: la libido pned.t invgtir el p¡opip ~. siempre lo invis- te, a no serque la cuestión ya esté demasiado grave, cuando un  desinvestimiento global da una fonna extrema de_psicosis. El  propio yo y, en diversas .formas, también el pt;Ópio cuerpo,  es una parte de la libido que Freud estudió en "Introducción

(1) Este tema es muy bien tratado en el libro de S. LECHOURE. Psico- analizar (hay edición castellana).


 

204 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

al narcisismo" y es lo que ha6venido a denominarse ~9A~~o;  un término muy general y que a veces, como ocurre con fanta  frecuencia en psicoanálisis, ha caído en manos de formulacio- nes vulgarizadas. Se convierte en un término peyorativo o  en una caracterización particular de ciertas formas de perso- nalidad.

V amos a denominar narcisismo, con Freuq, a ·la parte de la  • libido que inviste aspectos del propio yo y del propio cuerpo.  La exposición de Freud, como expresión inicial, tiene diversos  problemas, cierta dificultad de desprenderse de su teoría  anterior, aunque él mismo entiende que ésta es insuficiente  y que sobra a partir del descubrimiento del narcisismo. Sin  embargo, le da dificultad la despedida; es corriente en un  pensador despedirse de algo en lo que venía creyendo desde  hacía años. A Freud re da dificultad despedirse de los instintos  del yo y los instintos sexuales y descubrir que no hay tales  - instintos del yo, sino que todos son sexuales. Lo que pasa

es que una parte de la libido inviste al yo.

Los instintos del yo y los instintos sexuales, estaban tomados

 de la biología y de lo que todo el mundo cree: que lo funda- mental es el instinto de conservación y, además de éste, el  amor. En realidad eso no tiene nada que ver con el psico- análisi~. El psicoanálisis había adoptado eso por comodidad y  sin teoría.

En "INTRODUCCION AL NARCISISMO" (1.914), Freud  se va dando cuenta de que hay que despachar ese biológico. Desde luego, biológicamente, los organismos operan

! en el sentido de la instintividad de la reproducción y en el  1 sentido de la defensa del individuo, del ••instinto de conserva-

) ción". Todos los organismos animales operan así. En el caso  { del hombre, la cosa no es tan clara, y el psicoanálisis realmente

no había aportado a eso nada, sino que había recibido sin  critica este dato, con su pareja de ..instintos sexuales" e  "instintos del yo", que en realidad eran una especie de susti- tutos de los ..i nstintos de conservación". El hombre, para


 

Estanislao Zuleta Obras 205

comenzar. no tiene instinto de consetvación. La obseiVación  más elemental del niño la capta rápidamente. Puede aprender  que tal o cual cosa es peligrosa.

Todos esos famosos instintos del yo van a ser reemplazados  por otra cuestión que es el n!!cisismo, esa parte de la libido  que igualmente coge asP'ectos del yo, digámoslo así para  facilitar la cosa. Es más que la libido sobre el yo, po.n¡ue hay  udne rnarcisismo primario que timciona ant08-4e.-1a organización

yo~---.-.... _.. ...... - --- - · --------·- - - · - -

----

Podríamos intentar ahora un tipo de exposición algo diferen

te  al de Freud, que más bien ha sido desarrollada después, pero  que es muy próxima a la suya. Se puede pensar en varios  autores y en varias obras: Los "Escritos" de Lacan, los prime- ros de los cuales incluyen dos que se refieren con bastante  pertinencia al tema, ..El estadio del espejo'' y ·~LA AGRESI- VIDAD EN PSICOANALISIS"; de Green, ceLo ARCAICO A  POSTERIOR!" (1.982), también de Green, otro libro que  tiene ya unos diez años, ..EL NARCISISMO, ESTRUCTURA  O ETAPA". No voy a seguir en detalle esos trabl:lios; haré un  resumen para tener una cierta indicación del narcisismo en  forma histórica. No historia de la teoría del narcisismo, sino  historia de las formas del narcisismo en la vida de una per- sona.

El tema del narcisismo primario se estudjmucho hoy, pero en  gran parte está en estado de hipótesis. Parece ser que el narci- sismo en e] hQJRete" es deti'udQ. .C0. . ,.31iaPo pa¡;te, ~to  de que es o~tp, de~ .4-t?.~O., .de-. Q.U<t ~§..ruú~~~I1~ de  qurei\es "to rodean, de la madre, decimos generalmente. Esa  impresión de afecto es un fenómeno que tiene unas conse- cuencias supremamente import_ªn_!~_s y se produce en muchas  formas; pÓr. .. 'fos mrui1puleos~-- caricias y demás, siendo muy  importante la voz. El niño distingue tanto mejor y más rápi- damente el tono de voz, cuanto'que no' distingue d sentido.  Los m~joresesfiidios sObre esa relaci6n con: la voz' y c·on los  cuidados iniciales son de Piera A....u...l.,a._g...nier, quien hizo un

... -


 

206 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

estudio muy importante sobre "LA MADRE DEL ESQUI- ZOFRENICO". Maud Mannoni se refiere al mismo tema  en "EL NffiO ATRASADO Y SU MADRE", éste es un libro  importante en la historia de las investigaciones sobre la infan- cia, porque se muestra que muchos de· los casos diagnostica- dos como atraso mental son problemas psíquicos en la rela- ción

con la madre y pueden ser superables con un tratamiento  puramente psicológico. Entre otros estudios más modernos  están los de Michel de M'uzan, en su libro ·~DEL ARTE A  LA MUERTE". Desde luego, la base es el estudio de Freud  "INTRODUCCION AL NARCISISMO".

La investigación posterior ha refinado y replanteado todos  estos problemas del narcisismo y ha visto muchas consecuen- cias que Freud ni sospechaba. Uno de los fenómenos que ha  impresionado en la observación moderna es que existe, sin que  sepamos por qué, una relación muy próxima entre lo que  podemos llamar n~gis.ismo pri.Jttario y lo que podríamos  llamar, usando un término médico, el apa~gico  o el sistema de defensas del organismo. EI fenómeno es esle:  niños que tienen un síndrome hospitalario, con variaciones  muy rápidas de unas salas a otras, y que no lograron fijar una  relación afectiva ni siquiera con ningún sustituto materno,  por ejemplo una enfermera, o que tienen una relación con  la madre muy problemática, por rechazo inconsciente de la  madre al nifl.o, presentan el fenómeno bastante curioso de que  son víctimas de toda clase de enfermedades, cualquiera que sea  el nivel higiénico y nutricional en que se encuentren. También  es muy frecuente encontrar una relación bastante estrecha  entre la depresión y la enfermedad orgánica. Dado que la  depresión es el mal de la época, es un tema de obligatorio  tratamiento, lo cual se hará más adelante.

La relación entre una posición psíquica y la enfermedad orgá- nica, la habían planteado desde hacía tiempos, con base en su  intuición, los filósofos y los literatos, se encuentran en todas  partes en .. LA MONTAÑA MAGICA" y en .. LOS BUDDEN- BROOKS". Nietzsche decía que ••cuando una nifta va muy


 

Estanislao Zuleta Obras .'O 1

desabrigada al baile, puede tener 11n resfriado si no la sacan  a bailar, pero si tuvo éxito en el baile, seguramente no le dará  nada".

La inversa es también una observación muy impresionante. El  hecho es que en ciertas psicosis graves, que llegan a estados  de manía, combinando manías de grandeza y otras formas,  seguridades locas sobre sí mismo, resultan curiosamente  inmunes a la enfermedad orgánica, en estados gravísimos  de desnutrición y de desabrigo, en inviernos en Europa, revol- cándose en medio de la nieve, no les da nada, cosa que deja  bastante desconcertados a los médicos que los tratan.

El narcisismo primario no se refiere a la primera infancia;  narcisismo primario tenemos toda la vida y puede fallamos  en la vejez o en cualquier otro momento. Primario se refiere  a la identid.ad ,Rrim~a, al sg¡..Y.m.i~l~.~..i.~, y no a la  secundaria, que es la identidad de la diferencia e los sexos,  ni a ot·ras fóññ.TsOeideiiiídad:-·-··· .• ······ ·- -··· ....... -·. ·····--· .

En el ''ESfADIO DEL ESPEJO", Lacan había mostrado  que el nifto

 se reconoce en el espejo alrededor de los nueve  meses y, por lo tanto, en un período en el cual todavía ni  siquiera tiene la motricidad, no puede caminar. Hay pues un  anticipo inmenso, en ese pu_nto, de la potencia identificadora,  porque el reconocimiento en el espejo es la identidad con una  imagen. Eso tiene sus precondiciones: un pñmer ingresÓ-en  el lclJ.~ (no en el idioma), es decir, en el hecho de que se  int:o""áu~_E.L~eñi~Ie.-_~o~t. '!l!e ..

~n!4.9.S ..C9J1!raJ.?,uestos

remitan ...

~.~-~.mi<\.9$.. .c<m~rª.P\l~stos,. gue po:-~~. quiera decir  ausencia y presencia. Todo esto requiere una cierta relación  con la madre; es a través del reconocimiento permanente que  la madre hace de él como objeto de su deseo, de su amor, de  su narcisismo, que se reconoce en el espejo como el objeto  de su mamá. También es bastante doloroso ver al nifto cuya  imagen en el espejo lo aterra, lo cual también se da y conduCI..~  a una esquizofrenia primordial.


 

208 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

La medida en que la madre delira al niño, es la medida en que  el

 nifi.o se humaniza. L,!.m!,4.re,.n:aJJ:sta,yqsH.iYW.i. .. !l.2~ani­ .za al nifi.o. Piera Aulagnier trae muchos ejemplos a este respec- iO;ñi'oSirando casos de madres de esquizofrénicos que vivieron  la relación con el embarazo como un estorbo: "que empujaba  para acá, entonces producía agrieras, que empujaba para los  rifi.ones ... ", como si tuvieran un cuerpo ·extrafi.o. En lugar  de delirar un nifi.o imaginario, lo ven con un .realismo miedoso.  DesPuli!" cte ñaCido, ie' pre'gimtan a la se"t\cira: ¿'ustecf pó·; qué  no le habla al nifi.o? y dice la sefi.ora: ''yo por qué le voy a  hablar si él no entiende nada, ¿acaso estoy loca para hablarle  a una persona que no entiende nada?". Ese realismo es el que  va a dejar al nifi.o en la esquizofrenia. Dice Piera Aulagnier:  "Le faltó la ilusión que nos hace vivir".

La otra madre, la que delira y parece bastante loquita, comien- za a inventar al nifi.o, inventa que se le parece al abuelito,

~ .....~-__......- .........

que quiere tal cosa, que le choca tal cosa, que le gusta que le

cuenten tal cosa. Claro que no se parece a nadie, se parece  a un bebé, pero la madre que lo delira, que lo inventa, es la  que lo humaniza. De ese delirio va surgien~Íá impresi'Oñde  srqué~éi'ñiiforequiere para reconocerse en el espejo. Somos  inventados por ilusiones, más bien que creados por seres realis-

1 t..~~~ nÍfi.o' 'se va'i(ieii'tíñc'arido con esa. imágen qÚe'Tá madre  tiene de él. "Leyendo" esa imagen es como se descubre a sí  mismo como existente. En ese sentido es que es promovido,  dc;!~~~2.L.gwM12...&.!!!f.S'j$ismo ~ÁIIUlrrlial s;Ómo ipterlori- zac!ón de un amor algo locC? ~ Jllimiti\lo...dd..q!!~.f'!limos objeto.  Cuaiiaoesa··ra.rra,. fiáY "üñ síntoma grave en el oniéñ"iñi'Si'lnt.  Los casos que muestra Piera Aulagnier en su estudio a veces  son peores. Por ejemplo, le pregunta a t!na por qué no le teje  vestiditos al nifi.o y ella le contesta. "yo para que le voy a  tejer vestiditos si no cómo va a nacer, cuando nazca lo  haré". ¡Eso ya es más grave, porque no sabe con cuántos  brazos va a nacer!

El hecho es que al hombre lo inventan, le inventan que es un  hombre y es a ese invento a lo que finalmente corresponde;


 

Estanislao Zuleta Obms 209

porque lo que se ve es que cuando la madre le habla, le echa  cuentos y le canta, el nifío no comprende nada del contenido  del mensaje, del aspecto semántico, pero el tono sí, y la dife- renciación del lenguaje corno música es muy fina y muy  rápida, así como del tono rnuscul?r. El nifio adquiere desde  que nace una capacidad de diferenciar el tono muscular de  la madre y el tono de la voz; esas son sus tOñilas pnniifiVas  de comuiiicacion·c-on la madre. Es decir, efnÍfio .sabe que la  rnadfe "lo "esta cafgando con angustia y toda tensa, paseándolo  para que se duerma ligero y entonces más llora; pero si está  tranquila y carifíosa se duerme con facilidad. El tono muscu- lar lo siente rápidamente.

Eso es lo que hace falta para que luego se derive una fonna

 primordial de narcisismo. Ese naWsismo se mantiene en lo  que llamamos ~o; más que todo es al cuerpo, es esencial.  Sobre eso lós estudios apenas están iniciándose en los últimos  affos y parece tener una relación muy importante con el apara- to inmunológico.

Vienen luego las primeras formas de identificación investidas  igualmente de una corriente narcisista. Se puede decir que el  narcisismo se complica tan pronto comienzan a presentarse  las distinciones dentro del Y o. Esas distinciones son: por  ejemplo, la fonnación del Super Yo. Para estudiar este asunto  podemos seguir a Lacan. Lagache tiene un texto más sencillo  de leer, .. Psicoanálisis y estructura de la personalidad"; Lacan  casi no encuentra más regafío que decirle que él lo había hecho  antes.

Tal como vimos antes, se puede hacer una diferenciación del  ,Sttper.Jo en dos campos el Ys..i4.9~1 y e~ t9..~~ gel_Yp, según  'tac1rrt. Otros hablan del Super Yo proptamente dicho y del  Ideal del Y o. Lacan dice que Yo ideal es la parte que corres- ponde a lo imaginario, al Yo ideal como omnipotencia, como  identificación con la omnipotencia de lá'. riiaore,. . ~del padre,  de los objetos primordiales~ Los .Q..bjetos primordi~~~  omn.i.p--o..t.e--n-.t.·e·-s..- --e.n.._la realidaufectiva como dOWl!W~Jo

__ ...... ..-- ·-····.


 

210 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

necesario, como fundadores de.l~,, legisladores primarios,  como quienes determinan el lengucúe y el nombre, la realidad  de las cosas y de uno mismo. La identificación es el movimien- to primordial. El capítulo VII de ..PSICOLOGIA DE LAS  MASAS Y ANALISIS DEL YO", de Freud, comienza dicien- do: ~·La primera relación que tenemos con una persona es la  identificación ... Como estamos ante eso, entonces la identifi- cación con un objeto omnipotente genera, desde luego, ese  drama que es el drama del hombre en su comienzo: su impo- tencia real y su omnipotencia psíquica, que no se puede ejer- cer sino por medios mágicos: negar la realidad, delirar, alucinar  la realidad; es decir, es una omnipotencia que se relacioua con  la realidad- psíquica, mientras que la otra se relaciona con la  realidad efectiva.

Desde luego, el niño también es omnipotente. Digo el mno  porque allí tenemos ·una- génesis, pero eso queda siempre.  Hay una dimensión de nuestra vida en que ~e mantien~ aquella  fuente de un Yo ideal, es decir, de una esúnúición de sí por  encima de la adversidad, de las normas, de las condiciones.  Como formación reactiva contra la depresión, se manifiesta  abiertamente, o en los casos de la psicosis maníaco-depresiva,  se desata como manía.

En la psicosis fue donde primero describió Freud el problema  del narcisismo, obsetVando el fenómeno de la maníade.grande- ~a. En la forma directa de la identificación con una figura  gi-andiosa, fabulosa, histórica, como Napoleón; también se  da en muchas formas indirectas y mucho más difíciles de  captar, incluso en las formas de la ~g!pa-de-Hrante, que es el  caso que Freud obseiVa de aquel individuo que se consi- dera a sí mismo el ser más vil que pisa sobre la superficie de  la tierra y se considera culpable de todo lo malo que está  ocurriendo en la vida familiar y nacional; para eso tiene que  ser muy importante el tipo, y a su modo también eso es manía  de grandeza. Freud muestra cómo esta manía ~~ ... gr.an~eza, en  su forma directa o indirecta, es un intento tiña! ante la angus- tia de que el Yo mismo va a desaparecer, se va a disolver. Ante el

~


 

Estanislao Zuleta Obras 211

fenómeno de la disolución del Yo y la pérdida del Yo, que  es lo que ocurre en una gran parte de las esquizofrenias, el  hombre se ~ic..nt~ habJado, es decir, que.habhl.Il.

..P.O_t~l (psicosis

de influencia), se siente invadido por otxo~ __

quc le dictan .actos,  sentimientos. pensamientos y-discÜ.rsos. Esa desaparición es  tal que incluso en el lenguaje pierde la posibilidad de una  autodeterminación y llega a estados muy avanzados; en la  clínica se· ve, directa y experimentalmente, que no se reconoce  en el espejo.

Ante el peligro de ese hundimiento final de la identidad, se  produce un movimiento de repli~t:---~-~~tjvo, aportando  toda la libjg_g_ __ aL.Ya.; es cuando se genera toda esa man.iª· ci.e  gra_.D.d.eza= y generalmente a co!>'ta de la libido del mundo,  como dice Freud, a costa de la atención a los otros, el amor,  el interés por las circunstancias y por los acontecimientos;·

se vu~J~-1arla ..s.obre-el-~o._ _CQIDQ rcClliSo final, por el terr

or  de la disolución. Ese es el camino por el cual va un Yo._qye  no···tie~e- casi de qué pegarse. El hecho es que fallaron las  formas clásicas de la estabilidad del Yo, por ejemplo las identi- ticaciones inconscientes pero permanentes, parciales con

  objetos diversos, relativamente sintetizadas, formas sedimen- tadas, que llamamos rasgos de carácter. Todo aquello que  constituye una cierta identidad del Yo más o menos estable,  está tan en peligro que, precisamente por eso,puede inventarse  cualquier identidad, porque ya no encuentra nada con lo  que sea incompatible en él, ya el vacío está, ya es una batalla  en la última trinchera, antes del hundimiento.

La libi<!Q. se retira del..J!!HJtdO.- en .. e.sos ~asos. y_ el individuo  siente ese fenómeno y trata de producirlo teóricamente;  apela geñeraTñieiíte al lengu¡úe de la religión. Por ejemplo, el  delirio del fin del mundo, que en cierto modo es lo que está  ocurriendo: el retiro de la libido del mundo y de toda impor- tancia con respecto al mundo. Ese es un fenómeno que cuando  nos explota en la psicosis, nos permite analizarlo sólo, pero  que siempre está. Siempre hay una dimensión del_narcisismo  del Y..o ideal y hay otra del. Ideal <l~l, Xs>; es decir, aquella que


 

212 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

consiste en haber sido capaz de adecuarse a todas las normas  que son condiciones de la aprobación de los otros y que es  ·contrapuesto al Yo ideal, que está por encima de todo.

Lacan afirma que hay mucho de autodestructivo en el narci- sismo. La idea del problema es ésta: están investidas varias  cosas a la vez.

 Cuando un o inviste el Y o ideal y el Ideal del Yo  (el nií'io de cartilla, el que se ajusta a todo lo que le mandaron  y sabe que va a ser premiado por eso, con un gran sf), son  figuras potenciales, son figuras proyectivas, son la tendencia  hacia metas que no son logrables sino en la psicosis absoluta,  el delirio absoluto. En ese sentido pueden funcionar y funcio- nan como un motor, en cuanto que se da la comparación de  nuestro Yo actual con los ideales, como se suele decir última- mente, porque esos dos de Lacan parecen no ser todo, sino que  hay un verdadero conjunto. Los últimos trabajos de Piera  Aulagnier, por ejemplo "LOS DESTINOS DEL PLACER",  son muy buenos sobre el problema de la identidad, y están  sencillamente escritos; ella prefiere hablar del conjunto de los  ideales del Yo, personales, derivados de personajes que rodea- ron nuestra vida y que están más o menos idealizados o que  realmente son muy valiosos. Todo ese conjunto de ideales del  Yo, en el contraste que formaron con nuestro Yo actual, con  nuestro Yo real, son, digámoslo así, motores de la aspiración,  del anhelo, del descontento de sí mismo; pero pueden ser  también un freno, porque se puede volver simple depresión.

Todo el asunto aquí es dialéctica. Y lo que se llama patología  es imposibilidad de dialectizar. Es decir, un Yo ideal qQ~. ..llO  pue

da entrar en una relación dialéctica con un Ideal del Yo,  sino que se contraponen rígidamente en una simple alternativa,  o lo uno o lo otro, lo que produce es una n;1anía que excluye  las normas y todo lo que se llama el Ideal del Yo y desata  sólo el Yo ideal; o produce una de esas formas que adquiere  a veces la neurosis obsesiva, de adhesión absoluta, a veces loca,  a las normas-:-y- a vécés a las nonnas puramente absurdas. Es  lo que algunos analistas han llamado con gran malicia l~er~~  ?bediencia, muy propia de los burócratas, que les ordenaron ·


 

Estanislao Zuleta Obras 213

hacer ésto y aunque se den cuenta de que es inconveniente Jo  hacen:

 "no se mueva de su escritorio mientras yo no regrese",  le dice el jefe al burócrata y al rato surge un incendio en la  esquina y él no se mueve de su escritorio. Esa terca obediencia  es parte de la fórmula sola del ideal del Yo, porque se impide  toda iniciativa. Para tener iniciativa hay que contar con el  otro, con el Yo ideal.

Sólo dialécticamente sirven, sólo si el uno apoya al otro, en  lugar de contraponerse. Hablamos de dialéctica en psicoanáli- sis, cuando dos tendencias que son en sí relativamente contra- puestas, encuentran la manera de enriquecerse, en lugar de  afirmarse una por la liquidación de la otra. Entonces es magní- fico que un tipo sea histérico, si al mismo tiempo es obsesivo:  pero si es sólo histérico, la cosa es de tratar. Es decir, lo que  realmente es patológico no es tener tal o cual neurosis, sino  tener esa sola; ¡el que tiene varias es el que va bien!

No hay tal ..W.ud, no hay más que tt4nde~ci~s neur9tic.<:l& y_~us  c~m!>Jn.ªciones. Tampoco hay ningún lenguaje absolutamente  justo; hay lenguajes que tienden a la fci.rma metafórica, otros  a'ia.fonna metonímica, y si se combinan bien hacen un gran

lenguaje; si queda uno solo, hace una -afasiª-...-En el psicoanáli-

sis no hay nada patológico en el sentido médico; no ocurre que  un agente externo, sea un animaliiJo, un trauma o cualquier  cosa, venga a perturbar, porque lo que perturba es lo que nos  es necesario a todos para vivir. Sólo son equilibrios detennina- do!i..lo.que .es patología. . en psicoaiiáiisis~ No hay.nadie que no  tenga lo que tiene Shreber, lo que tiene el esquizofrénico y  que, además, no lo necesite. La proyección del paranóico la  tenemos todos. La iñtroyección, todos los mecanismos de  defensa, son esenciales, son el mecanismo mismo del pensa- miento, de la actividad. El único problema es dialectiz,ar. Uno

~ ....___ ., __

ve que hay tendencias histéricas en el pensamiento. Por ejem-

plo, el histérico tiende mucho a la concjliación. a que una cosa  es conclÍiable con otra; es el hombre que en las discusiones  entra diciendo: ''pero en el fondo están de acuerdo, lo que  pasa es que lo dicen de manera distinta ... En cambio, hay


 

214 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

una tendencia a la separac10n que es muy frecuente en el  obsesivo, "esto es perfectamente diferente de ésto. Primero

··qne···roa6 definamos. cada cosa tiene su propia lógica y esto  pertenece a un asunto que no tiene que ver con eso". El  obsesivo siempre define con toda precisión y sabe de qué está  hablando y de qué no está hablando.

Un pensador no está por encima de ambas cosas, sino que dia- lectiza. Sabe encontrar vínculos donde las cosas parecen leja- nísimas y también

 sabe distinguir dond

e parecen casi idénticas.  En Marx se ve ese. fenómeno curioso; a veces se pone histérico,  nos dice que la mercancía tiene aspectos metafísicos y resabios  teológicos y que en el mundo de la mercancía pasa con el  fetichismo lo mismo que pasa en el mundo de la religión; es  decir, que los productos de la mente humana se separan del  hombre y parecen dominarlo y haberlo incluso creado. Enton- ces resulta que las mercancías se nos aparecen como ideas  religiosas. Pero en cambio nos dice que "20 varas de lienzo=  1 levita, parece igual, pero no es a~í". La primera está expre- sando su valor en la otra. La función de la una es función  dinero; expresar el valor de la otra; en cambio, la función de  la otra no es más que ser eUa misma valor, y son completa- mente distintas.

Ese juego de poder diferenciar lo que parece una igualdad  y poder asimilar lo que parece más lejano; ese hecho, por  ejemplo, de qu

e un individuo como Freud nos distinga con  tanto cuidado un movimiento de autoafirmación que va  en una dirección, con relación a otro movimiento de aut<r  afirmación que va en otra dirección, y en cambio le parece que  el ·miedo de un muchachito de Viena (Juanito) a salir a la  calle, porque teme un caballo, es el mismo totemismo y tabú  de Jos primitivos; esa manera de juntar cosas lejanas y distin- guir Jo que parece idéntico. eso es dialectizar. Es decir, ser  a la vez hi~té!ÍC.Q

.. .Y....Qb~~i~ pero a la vez, enriqueciendo lo  uno a lo 'otro y no que uno solo se tome y empobrezca al  otro.


 

Estanislao Zuleta Obras .' ,. .

Lo mismo pasa con el narclSlsmo. Si es total, es lamcntahk,  si no hay

 ninguno, es peor. El problema es qué tanto se diah··  tiza el descontento consigo mismo, anhelo de ir más allá, para  que no se convierta, en un Super Yo sádico, verdaderamente  autodestmctivo; pero que tampoco sea el sujeto que se babea  de la felicidad, regodiándose de la grandeza de su Yo actual,  como el jorobado que se pasea frente al espejo haciéndose  guiñ.os, encantado de su belleza.

Dialectizar es todo el problema, no escoger. Por lo tanto, nad

es peyorativo. No emplear la conceptualización analítica en  términos peyorativos: ''ese narcisita, histérico, anal, etc.";  pues el que no sea anal está fregado, oral también. El problema  es dialectizar.

En la parte segunda de la "INTRODUCCION AL NARCISIS- MO", Freud hace una primera serie sobre formas de amor.  Hay uno que es principalmente narcisista; hay otro que él  llama de complementariedad (aposición). Como se trata de  dialectizar, ~1 estudio del narcisismo no se puede llevar a cabo  con finura, si no se combina con el estudio del amor. Hay for- mas de amor que-liquidan el narcisismo a nombre de la adora- ción del objeto. No pocos poetas han perecido por ello:  "Hoelderlin, por ejemplo. Hay formas en que el narcisismo  realmente no deja campo para interesarse por nadie. El proble- ma, entonces, hay que verlo junto: a~ ..nan;isismo.

Las fonn_.M_.QR ..!!l. .. i4en!idad·; el l!ffiOt'. .y eLnarci_sismo, no se  pueden separar. Hoy se está trabajando mucho sobre este  tema. Este afio se han publicado varias obras; veremos un  capítulo de una que se llama "EL AMOR EN FREUD", de  Julia Kristeva.

PREGUNTA: En esa dialética de que usted hablaba, entra  de alguna manera la esquizofrenia?

Sí. Esto se puede ver en varios campos. Por ejemp

lo, Fran\ois  Roustang en su libro ..UN DESTINO TAN FUNESTO".


 

216 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

estudia la historia del psicoanálisis y muestra cómo en la con- frontación de Jung con Freud, se estaba contraponiendo dos  tendencias. Una tendencia esquizoide, Jung, y una tendencia  paranoide, Freud. Es muy interesallte ver que el pensamiento  esquizoide es un pensamiento que solemos llamar fusiona!  (es decir, fusiona, agrupa todo con todo); todo se vuelve sím- bolo de todo y, en las formas graves, que llamamos patológi- cas, se nota en el lenguaje esquizofrénico la polisemia absoluta,  en la cual un signo quiere decir todo. E1lengu~e no empobre- ce por falta de articulación y de precisión en el léxico. En  cualquier signo se proyecta cualquier sigmficado. Hay algo  esquizoide, por ejemplo en el "chévere" de la juventud actual  y en esa forma de hablar que_c.arece de la posibilidad de  encontrar una precisión linguistica; a todo lo llama ..

la cosa"  y el único verbo que sirve es ''hacer". Ya no encuentra el  verbo para cada cuestión, la distinCi'ón. la precisión.

Dialectizar es necesario, porque es la parte de la movilida

d.  Es tieso un pensamiento que no sea capaz de salir de una  formulació~ precisa y encontrar metáforas que cambien la  formulación y encontrar equivalencias, sino que se mantiene  en la única y exclusiva. Eso puede llegar a ser una patología  de pensamiento. En eso estamos hoy, en la discusión de los  discursos y de las formas del pensamiento. Ese es el psico- análisis de punta hoy, aplicado a formas del pensamiento  y formas del discurso y a los estilos literarios.

Pero vamos a seguir con el problema. Hemos encontrado un  punto en que uno queda remitido de nuevo a l

a psicología  prefreudiana, mientras no tenga presente que la identidad  está en cuestión, que no hay ningún Y o constituido, y que  la realidad es un trabajo permanente que se puede perder;  que no es un regalo a los órganos de los sentidos y se puede  perder sin que la vista falle. Si uno pierde de vista que ese  es precisamente el elemento psicoanalítico, vuelve a una  psicología prc-analítica de la frustración y la gratificación,  y se retira del psicoanálisis, sea hacia los perros rusos o hacia  las ratas norteamericanas. *

* *


 

Estanislao Zuleta Obras 217

l. AMOR, MAGIA Y RELIGION

Freud parte de una gran tradición y de una gran problemática  cuando aborda el tema del amor. Lo aborda en un sentido  muy próximo a la

 idea griega, como él mismo lo dice en una  nota a "PSICOLOGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL  YO", donde afirma que "el concepto de libido no es tan mo- derno ni tan novedoso, básicamente lo que yo llamo libido es  lo que Platón llama Eros; es suficiente leer ''El Banquete" de  Platón para darse aproximadamente cuenta de qué llamo yo  la libido". Y así como en Platón tiene la connotacion más  directamente sexual y también interés, amor a la filosofía  y todo lo demás, así también la tiene el concepto de libido  en el caso de Freud.

Antes de hacer un panorama muy general, es necesario conocer  "EL BANQUETE" y ''FEDRO", por lo menos esos dos textos  de Platón. Son muy curioso

s, no son idénticos; Platón se  contradice por uno y otro lado, tiene una riqueza de plantea- mientos extraordinaria, sin ninguna síntesis sistemática. Por  lo demás, parecía haber llegado en "EL BANQUETE", con el  último discurso de Diotima, a una teoría de amor, muy racio- nalista, digámoslo así: el amor que en el fondo es carencia de  algo, y búsqueda, carencia y camino al mismo tiempo. ''FE- DRO" es más caótico, complicado, escrito de manera mucho  más rara y es un diálogo posterior; algunos biógrafos suponen  que hubo un amor pasional entre los dos y que ..FEDRO''  es un intento de curarse de ese asunto.

El tema del amor es muy difícil de abordar; la ciencia no  le tiene mucha simpatía y la filosofía racionalista hizo lo  posible por sacarle el cuerpo. Kant, tanto en su vida como  en su obra, trató de sacarle el cuerpo; otros, principalmente  en su obra. El racionalismo clásico -de Descartes a Kant-,  que hizo la ciencia moderna y al que debemos tanto, incluido  el psicoanálisis, aspira a la universalidad. Ellos aspiran al  discurso racional y lo racional es válido para todo, aspiran al  discurso que no esté muy cerrado sobre el sujeto emisor y el


 

218 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

destinatario a quien se dirige, y con el amor el asunto no es  así. En la frase "dos más dos son cuatro", no importa quién  la dice ni a quién se le dice; pero •'yo te quiero", lo más im- portante es quién la dice y a quién se le dice, lo demás es  precisamente lo que no importa. No tienen una lógica muy  parecida; en la una la expresividad del sujeto y sus anhelos,  en la otra no; en la una la particularidad del destinatario y

. en la otra la universalidad válida para cualquiera.

El vínculo que Freud plantea, a mijuicio, en una forma nueva

y más comprensible entre el pensamiento y el amor, es tan  viejo como la filosofía de Platón, por lo menos (En los dos  textos citados de Platón está establecida la relación entre el  pen~iento l{ cl. .. amor.L Y hay otra relación que tamuién es  muy antigua entre el amor y la religión y la magia. Me refiero  a la vivencia específica.·del ehánioramiento en cualquiera de  SUS momentos como idealización . .de._un...Q.Qiy!O, que es a la  vez el t~stigo princip~l" e·ri la vida, el objeto d'el ~.o. ....algo  que parece una relaciÓn particular pero al mismo tiempo le  ha cambiado el sentido al conjunto de las relaciones con el  mundo. Vivencia que se puede describir así o de cualquiera  otra manera, y que se encuentra en todos los poetas. En la  evolución cristiana, probablemente al final de la judaica, se  separó un poco la idea de sexualidad y de religiosidad; pero  eso es una rareza cristiana y no es lo corriente en las religio- nes; ''en la mayor parte de las religiones, la sexualidad y la  religión están íntimamente vinculadas, así como la sexuali- dad y la magia. Por lo demás, esa pareja magia-religión tiene  un vínculo íntimo con el tema del amor.

La sexualidad es directamente cultivada por la religiosidad  asiática con mucha frecuencia; había textos sagrados que eran  al mismo tiempo textos de técnicas sexuales, como el Kama- suthra, en Babilonia y en muchas partes. El cristianismo trató  de separar el amor y la sexualidad, sea del pensamiento en el  sentido racional, de la lógica, de la ciencia, sea de la religión  y la magia. Magia y religión probablemente no son la misma  cosa, pero tal vez son igual de primitivas, en el sentido de


 

Estanislao Zulcta Obras 219

pri!!,!~rdi¡!~s. La magia es más bien una autoidealización en  la que el sujeto cr~e en los grandcs.paderes.a.e:·su:·óe~eo"sobre  el mundo; la religión es la· idealización de otra potencia a. la  cual más bien se·ruega. La diferencia entre ambas se ve bien en  el sacerdote y el Shamán; éste conjura, trata de producir  efectos sobre él mismo, danza, baila, produce humos, produce  palabras encantadoras, embruja; el sacerdote reza, se sacrifica,  ruega, se humilla a una potencia que supone le va a hacer  caso. En ambos la postulación de la omnipotencia está presen- te de una manera iñuy· irifarii1t:-c·<>'ñT61aomnipotencia del  otro que protege al niño idealizado en un dios, o la del nifio  mismo cuyos deseos cambian al mundo. En ese sentido, ambas  figuras son igualmente primordiales y tal vez existan, como lo  han pensado mucbos antropólogos, algunas formas interme- dias.

El hecho es que una cosa tan primonlial como la magia y la  religión, está fumUda. en. nues-tra impotencia o.rigin~ria, en la  estructum de. ... nuestra génesis. Están ligadas, por es~ mismo,  de la manera más originaria al amor,- es decir, a Jos objeto~  primonliales que son los objetos·de la idealización, a los que se  le_!_P..:rQyecta, ·de los que se recibe la primera fi-gura idealizªda  por i~entificación, con la cual hay un primer rasgo unitario y  una primera identidad. Estas son, pues, las ilusiones primordia- les del sujeto.

Todos los pueblos tienden a encontrar algunas de esas figuras,  según sus estructuras familiares y económicas, primordial- mente maternas o paternas. La economía, por ejemplo, juega  mucho en formas de jardinería primordialmente maternas,  en formas de ganadería primordialmente paterna. Pero el  hecho de que esas figuras, sea en el conjuro de la magia, sea  en el ruego y la oración y el sacrificio de la religión, resulten  tan universales, procede de la universalidad de nuestra iptPQ-:  tencia e inmadurez originaria.

Es muy discutido hoy por psicólogos muy notables, como  Edgar Momn ( ..ESTUDIOS SOBRE EL METODO"), como


 

...........

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220 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

Jürgen Habermas, etc., en qué medida el pensamiento de  Freud estaba ajustado o no sobre este punto. En "EL POR- VENIR DE UNA ILUSION", Freud considera que la religión  es una ilusión relativamente inevitable hasta hoy, lo cual no  quiere decir verdadera. El pensamiento de Freud allí es muy  complejo, porque para él hay ilusiones que son inevitables,  pero no por eso son verdaderas. Freud es de un determinis- mo muy radical. La ilusión que tiene el sujeto de actuar libre- mente, es una mera ilusión. Eso ya lo había dicho Spinoza,  y Nietzsche también, sólo que en Freud el problema es otro: la  ilusión hace parte de la estructura misma del sujeto para la  unidad del Yo, la espontaneidad de su conducta, es decir,  que el sujeto es ilusorio, pero hay una necesidad de la ilusión,  lo que no quiere decir una verdad. Uno no puede rehteionarse  en la práctica con los demas ni con uno mismo, sobre una  convicción íntima, inmediata y evidente del determinismo.  Nadie le dice al nifio, que está embarrándola allí en la sala y  untando la visita de barro: ..comprendo, lo que estás haciendo  lo haces porque hay causas que te llevan a hacerlo,., porque  entonces acaba con la visita y con él, sino que lo trata como si  fuera libre: "no hagas eso, no lo vuelvas a hacer porque está  mal hecho", como si hubiera decidido hacerlo libremente,  lo regafia responsabilizándolo y, por lo tanto, postulándolo  libre, aunque sepa por qué lo está haciendo. No puede funcio- nar de otra manera, y el que funcione de otra manera puede  estar llegando a la verdad, pero probablemente también a la  locura.

Dice Nietzsche del determinismo. "aquel que lo siente en sí  mismo está loco, aquel que lo niega es un tonto". Es decir,  qtie tanto como sentirlo, nadie lo siente; todo el mundo  siente cierta espontaneidad de donde deriva muchas cosas  agradables y desagradables. Agradables como el sentimiento  de orgullo de haber hecho algo, de haberse superado, de haber  logrado; desagradable como el sentimiento de culpa y el remor- dimiento por haberla embarrado. Agradables y desagradables,  pero de todos modos lo está sintiendo como espontáneo,  aunque sepa que es absurdo pensar en una conducta humana


 

Estanislao Zuleta Obras 221

o animal que no se explique por las causas que la produjeron  sino por alguna decisión fuera de toda causa, por alguna  potencia rara.

Hay ilusiones de las cuaies no se puede decir que son supera- bles. Lo que podría discutirse del texto de Freud es que él  cree que la religión, con toda su dogmática y sus prohibiciones,  es un tipo de ilusión superable; no todas las ilusiones, pero  la religión, en particular, sí, y la mayor parte de las ideas que  están adjuntas (inmortalidad, etc.), en las cuales es cada vez  más difícil creer, siendo una persona relativamente razonable.  Freud creyó en 1 .925, cuando escribió "EL PORVENIR DE  UNA ILUSION'', que la religión es superable por la cultura.  Probablemente Kant pensaba lo mismo desde mucho antes, y  Spinoza con seguridad también lo pensaba. En ese sentido,  el texto de Freud pertenece a la corriente racionalista, pero  a diferencia de los racionalistas reconoce por ejemplo, no es  fácil hablar de normalidad si uno quiere hablar en un sentido  propiamente freudiano, y la dificultad es mayor si se trata del  amor, porque Freud, manteniéndose dentro de la gran tradi- ción, tiene el amor por un delirio.

.. . .

Sin duda el amor es un delirio, pero a lo mejor es una magní- fica

cosa ese delirio; y qué sabemos si la gran poesía, en la  que no sabe por qué lo sabe, también tiene mucho de delirio.  Sócrates, más bien que enfrentarse a la tesis de un racionalismo  tes, más bien que enfrentarse a la tesis de un racionalismo  helado, a la tesis que rechaza al amor como una forma deli- rante, no realista en la consideración de las relaciones huma- nas, prefiere dar el paso muy freudiano de defender el delirio  y la verdad que contiene el delirio, como hizo Freud con  tantos delirios, con los. de Schreber y muchos otros. Platón  dijo alguna vez en forma curiosa: "nunca podrá ponderarse  cuantos beneficios le debe Grecia a la locura", y en verdad,  muchos de los beneficios se los debe a la locura de Platón,  cuyas manifestaciones más evidentes se encuentran en ''EL  BANQUETE" y en "FEDRO". Allí tenemos un punto en el


 

222 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

cual la r

eflexión antigua sobre la búsqueda del fenómeno  del amor fue probalemente más hondo que en ninguna otra  parte.

Lacan estudió "EL BANQUETE" en un seminario que no  ha siqo publicad_o pero hay un libro de Ivone Brest, llamado  .. LA PSICOLOGIA DE PLATON", donde hay un resumen,

Lacan dice que "El Banquete" es uno de los textos más  desmistificadores del amor; hay cinco discursos sin ninguna  síntesis y luego hay otra escena medio dramática, medio  teatral, no un discurso, de un enamorado borracho que entra.  Ese conjunto es, sin embargo,en su desorden, en sus búsque- das, en su audacia, en su desmistificación, uno de Jos pensa- mientos más profundos.

La visión judaico-cristiana tiene textos muy interesantes,  como •EL CANTAR DE LOS CANTARES", y ha dado  virajes sobre el tema del amor. Sobre el texto citado hay dos  interpretaciones: una mística y otra sensual, pero no son  excluyentes y probablemente en ese momento del desarrollo  del judaísmo la sexualidad no era nada diferente a la religión  y el amor sexual era algo mucho más cercano que una metá- fora. La mística cristiana evoluciona luego, en el siglo XVI,  en ese mismo sentido a medida que se desarrolla en los grandes  poetas místicos, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús;  su expresión es cada vez más abiertamente amorosa y sexual.  Los psiquiatras y psicoanalistas, que suelen ser poco respetuo- sos del ámbito sagrado -lo sagrado es lo separado y ellos no  separan nada- han elogiado ••LAS SIETE MORADAS" de  Santa Teresa como uno de los más extraordinarios tratados  del orgasmo femenino. San Juan poco disimula la cosa: ••des- cubre tu presencia y mátame tu vista y tu hermosura, mira que  la dolencia de amor, ay, no se cura sino con la presencia y la  figura", o cuando dice: ••oh, dichosa aventura, salid sin ser  notada/ estando ya mi casa sosegada/ oh, noche amable más  que la alborada/ oh, noche que juntaste amado con amada/  amada en el amado transformada". La cosa puede ser tan


 

Estanisiao Zuleta Obras 223

sagrada como sexual; pero en la mística cristiana la temática  religión~amor, religión-sexualidad vuelve a aparecer. Denis de  Rougernont escribió un libro, ••EL AMOR EN OCCIDENTE",  donde muestra que muchas de las metáforas que emplean San  Juan y Santa Teresa, refiriéndose según la idea de ellos a la  divinidad, son tomadas de Petrarca al que conocían y el que se  refiere a Laura, quien no era ninguna divinidad sino la novia.  EllQs citan a Petrarca, que es anterior, de manera que ellos  sabían que esa es una cuestión válida en términos directamente  sexuales y amorosos. A Fray Luis le fue más mal; lo metieron  a la cárcel dos años por traducir ••EL CANTAR DE LOS CAN~  TARES" al castellano; es decir, por traducir la Biblia, porque  les pareció que era difícil encontrar una explicación mística.

Ese conjunto de textos tan religiosos hay que tenerlos en  cuenta, junto a los textos en los cuales los filósofos tratan  de evadir pero vuelven a encontrar la relación del pensamiento  y el amor; Platón trató de unirlos a su modo, y luego se han  hecho esfuerzos inmensos e inútiles por separarlos; esto es el  problema que Freud y los psicoanalistas vuelven a replantear,  en una forma éxplícita, detallada.

El psicoanálisis plantea el amor como un p..robletna d_el des~~  rroJlo__huma.no, como un problema de la igentiQ;!d, de  ingreso al lenguaje, de la forinad6n de un sujeto del deseo,  de ráTdeirti'aad secundaria, es decir, sexual. Esto último el  naturalismo occidental terminó por c"'onsiderarlo como un  hecho dado (femenino ó masculino); pero, los griegos lo consi- deraban más bien como posiciones, lo mismo algunos pueblos  primitivos, como los Sioux. La idea del homosexualismo,  por ejemplo, es una idea del siglo XIX, es una idea cientifista  moderna; los griegos no hablaban de eso, había personas de  los dos sexos en el sentido biológico que tomaban posiciones  masculinas y femeninas. Le daban más importancia a las posi- ciones que a las definiciones biológicas de los sexos. Es a partir  de la psiquiatría racionalista de los siglos XVIII y XIX que se  cree que la cosa es normal de una manera, y que debe haber


 

224 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

algunas causas endocrínicas o de algún tipo que la desvíen  de lo normal.

El tema del amor está en todos los poetas y grandes literatos.  En el desarrollo de Europa Occidental, después del cristianis- mo, hay otros momentos muy importantes que es necesario  estudiar, especialmente cuando en los Siglos XI y XII y XIII  se comienza a formar el llamado amor cortés: .los trovadores y  el amor en la muerte, el amor contra todas las normas, por  ejemplo Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, etc. Un amor  imposible, amor que la sociedad prohibe y que resuena en la  novela de caballería y en los poetas del gay-decir d

el sur de  Francia, que tienen mucho que ver con Dante y probablemen- te hacen parte de una formación religiosa cátara. Los cátaros  se desarrollaron en el sur de Francia y en el norte de Italia;  allí fue donde esa religión, que es una especie de herejía del  cristianismo, tuvo su gran auge. La idea de los cátaros es una  teología según la cual Dios y el diablo son dos grandes poten- cias y que la pelea entre ellas no está ganada de antemano,  como se imaginan los cristianos, los mahometanos y tantos  otros. El mundo es obra, en gran parte, del diablo, como cual- quiera que lo examine puede deducirlo inmediatamente, según  ellos, y no solamente de Dios. Entre l0s dCls sigue el combate.  La inmensa responsabilidad del hombre consiste precisamente  en que gran parte de ese combate se hace en el corazón huma- no y depende de la conducta del hombre quién gana. Si ya  todo estuviera ganado no habría problema, pero para ellos  el problema es que la lucha está en curso. Los cátaros eran  místicos; cerca de un millón fueron asesinados por orden del  Papa en la famosa cruzada contra los albigenses. Digo asesi- nados porque ellos practicaban la no resistencia y se dejaron  matar sin pelear, entraban cantando a las hogueras cogidos de  la mano porque con eso ayudabctn a Dios a vencer al diablo.  Es una de las cruzadas menos heróicas y a los católicos no les  gusta recordarlo. El amor cátaro lo llaman algunos y se ha  llegado a sospechar que Dante era un hereje, por Beatriz y por  la idealización de Beatriz en el cielo como la figura. Los trova- dores cátaros y la gente de esa región exaltaron el amor a un


 

Estanislao Zuleta Obras 225

grado de idealización que Cervantes parodia en el Quijote con  Dulcinea, pero que hizo parte de la poesía de la vida de una  época entera de la cultura europea y que sigue teniendo  mucha fuerza soterrada ..

Desde "EL BANQUETE" hasta hoy, nos encontramos con  contradicciones curiosas pero reincidentes: el amor enceguese,  obnubila no deja pensar bien. Pero la inversa también está  obsesionando desde Platón hasta hoy: el amor inspira, es el  que nos pone frente a nuestras propias posibilidades, nos hace  descubrir lo que éramos. Goethe en el "WERTHER" dice:  "cuando estaba con ella era mucho más de lo que soy, porque  cuando estaba con ella era todo lo que puedo llegar a ser".  El amor inspira, el amor desinhibe, el amor permite acceder a  algún saber que sin él no se tiene, el amor enceguece. Esa  parejita la estamos repitiendo desde hace 2.500 años, y otras  muchas. Ese conjunto de paradojas es lo que Freud trató de  una manera nueva que da muchas luces.

Vamos a vincular, a partir de la clínica, esas dos teorías: la  de la sexualidad y la del amor; es decir, qué es desde el punto  de vista de la sexualidad y desde el punto de vista del amor,  una depresión, una histeria, una obsesión, etc. En todo caso es  una enfermedad amar, y no amar también.

2. AMOR Y NARCISISMO

*

* *

La concepción de Platón sobre el amor tiene la enorme ventaja  de su multiplicidad, si se la compara con versiones como las  del amor cortés del siglo XII o el amor cristiano, que no es  fácil reducir a una sola posición, pero que en todo caso tiene  vínculos con la fórmula judaica tal como se manifiesta en el  ..CANTAR DE LOS CANTARES''.


 

226 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Después de Platón, pero antes del cristianismo, se introduce  un tema que va a marcar profundamente toda la concepción  psicológica y filosófica del pensamiento occidental, y que  encontramos en una versión más o menos completa, por  primera vez, aunque son mitos antiguos, en "LA METAMOR- FOSIS" de Ovidio; es el tema del narcisismo, el cual se comu- nica directamente con el pensamiento psicoanalítico porque  Freud lo retoma explícitamente. Este tema tuvo una gran  importancia en los primeros siglos de nuestra época en todo  el pensamiento neoplatónico, principalmente en Plotino, el  más importantes de los filósofos, neoplatónicos. Además de  él, el problcma.del narcisismo pasa a ser una de las preocupa- ciones también del pensamiento cristiano casi indirectamente,  aunque en una forma muy franca, como en Sa11to Tomás,  que es muy próximo a los griegos en ese punto.

El mito de narciso es muy conocido. Narciso era un joven  muy bello, desdeñoso de todos los que de él se enamoraban,  hombres o mujeres; por eso algunos pidieron que como castigo  le ocurriera lo mismo, que se enamorara de alguien que no le  hiciera caso a él, y se enamora de su propia imagen. Hay  muchas otras versiones a partir de ahí; algunas introducen un  tema muy bello, el de las relaciones de Narciso con la ninfa  Eco (de donde proviene la palabra eco), que había quedado  castigada de tal manera que no podía hacer más que repetir  aquello que oía, de modo que estaba muy apropiada para rela- cionarse con Narciso. Esta historia, desde un punto de vista  psicoanalítico, se encuentra en el libro de Julia Kristeva,  "HISTORIA DE AMOR".

Sin un estudio sobre el narcisismo no podemos hacer un  comentario freudiano sobre la multiplicidad de las teorías  de Platón acerca del amor. En Píatón el tema del narcisismo no  aparece, aunque hay un elemento en "EL BANQUETE" que  algunos han interpretado como un estudio de narcisismo.  Platón se pregunta continuamente si la atracción que hay  implícita en el movimiento de la pasión amorosa,. viene de que  lo semejante desea lo semejante o, por el contrario, desea


 

Estanislao Zulcta Obras 227

aquello que le es diferente. En este tema opera por medio del

 eclecticismo absoluto que es lo que hace tan rico su texto, y  considera ambas cosas: lo semejante ama lo semejante y  también ama aquello que más se le diferencia. Platón sale  siempre, en el tema del amor, por el camino de la multiplici- dad; allí, sin embargo no encontramos todo. Creo que es un  poco forzado y anacrónico, retrospectivo, introducir en él  una doctrina del narcisismo que no la hay, como lo es tam- bién introducir una imagen cristiana del amor (la caridad).  El hecho de que haya una gran multiplicidad no significa,  por supuesto, que Platón abarque el tema.

Ahora bien, al introducir el problema del narcisis

mo, Freud  encuentra una tradición de la que no trata. En 1.914 Freud  escribe un artículo en un tono aparentemente menor, "IN- TRODUCCION AL NARCISISMO", que es un artículo  breve, pero con el cual los conocedores se dieron cuenta que  se producía una revolución en toda su teoría y que iba a  tener que cambiar las nociones principales que él mismo había  introducido. Sin embargo, en el artículo no dice nada de eso  y esto lo hace aparecer sólo como un aporte interesante  procedente de ciertas observaciones nuevas sobre la psicosis  y el enan'loramiento. Es frecuente en la historia del pensa- miento de Freud, y un poco desconcertante para el lector  que no lo conoce, ese tono menor, que se produce con fre- cuencia precisamente en los momentos en que se producen  los grandes virajes en su teoría. Un ejemplo: en 1 .921, cuando  va a introducir el tema del instinto de muerte, tema bastante  complicado y debatido, hace un artículo que se llama "MAS  ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER", con algunas obser- vaciones sobre las neurosis traumáticas, sobre el ingreso en  el lenguaje y una gran cantidad de temas de la máxima impor- tancia, que de nuevo van a cambiar el psicoanálisis. Al termi- nar, Freud sorprende por su estilo tan desafecto y dice algo  así: ''si ahora me preguntaran hasta qué punto estoy yo de  acuerdo con lo que acabo de escribir, no sabría bien qué  contestar; podría decirse que es una manera de lanzar una  hipótesis y llevarla hasta sus últimas consecuencias con el fin


 

228 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

de interrogarse qué puede salir de allá.,. Su estilo de exposición  de suyo merecería ser tratado aparte.

El problema del narcisismo en Freud deja de lado todo comen- tario

 en el sentido de la interpretación que se hace desde todo  lo que la tradición ha dicho, que desde Plotino lo trata como  el enamoramiento de una imagen, el enamoramiento de sí  mismo, el cierre de sí mismo, el tema del egoísmo, etc. Un  g

ran mitólogo contemporáneo y amigo, Jung, lee la ••JNTRO~  DUCCION AL NARCISISMO" en ese sentido y cree que  Freud está entrando en la gran tradición de la mitología, que  es su fuerte, y a lo que finalmente quería reducir el psicoaná- lisis con la teoría del inconsciente colectivo. Pero en la corres- pondencia Freud lo desengafía y le muestra que no tiene  ningún interés en ninguna posición de valoración del narci- sismo, que lp único que le interesa es estudiar una economía  de la libido; economía, no en el sentido especializado del  término, sino como estudio de combinaciones de cantidades  y sus efectos, que es lo que hoy suelen llamar economía los  filósofos.

Para que no vaya a haber equivocos en este punto, haré una  pequeña digresión teórica sobre el carácter del pensamiento  psicoanalítico y su relación con la diaiéctica, con el fin de  introducir a la manera como Freud aborda el tema.

En general, resulta muy tentador para muchos tomar el psico- análisis como una gran lección de dialéctica. Para tomar un  ejemplo destacado, en uno de los últimos trabajos de Althusser,  llamado ..FREUD Y MARX", éste sostiene que el psicoanálisis  es una lección de dialéctica que el marxismo debería aprender,

y lo sostiene con el siguiente argumento: la dialéctica es una  cuestión de conceptos y no una cuestión de leyes (un error  muv frecuente en marxismo ha sido el plantear el problema  de la dialéctica como un problema de leyes); dice Althusser  que el psicoanálisis lrablija con conceptos dialécticos como los  de sobred~erminación, desplazamiento, transferencia, conden- sación, regresión, etc., y qüe-la-dialéctica es precisameñte un


 

1'-t

Estanislao Zuleta Obras 229

problema de conceptualización y no de determinar unas  pretendidas leyes universales, como en Hegel o en Engels,  leyes del paso de lo cuantitativo a lo cualitativo, de la unidad  de los contrarios, de la negación de la negación, etc.

Althusser hace un ataque muy duro contra esa formulación  dt.~ la

 dialéctica como un asunto de leyes que no se sabe bien  si son del ser o de la lógica, que confunde continuamente de  una manera muy molesta

 la contradicción, puesto que no se  sabe si se trata de la contradicción lógica o de la oposición  real entre dos fuerzas, ambas positivas, que t il'nl'n intereses  opuestos, como las clases sociales, por ejemplo. Eso ha sido  también comentado por otros marxistas, unos con referencia  al psicoanálisis, otros no. pero sí con mucha Sl'nsihilización  al costo que ha significado para el pensamiento marxista  recibir esas leyes de Hegel como tales.

Eso parece muy tentador, y uno podría fácilmente decir que  en cierto modo el psicoanálisis es un pensamicn to que se  podría llamar dialéctico. Hay, sin embargo, que hacer algunas  advertencias. Algunos estudios modernos sobre la dialéctica  pueden estar en gran parte inspirados en el psicoanálisis,  principalmente en los estudios de Derrida, entre los cuales  hay uno directamente sobre el psicoanálisis, "FREUD Y LA  ESCENA DE LA ESCRITURA"; hay otro que se llama "UN  HEGELIANISMO SIN RESERVA", el cual se encuentra,  junto con el anterior, en el libro "LA ESCRITURA Y LA  DIFERENCIA"; y hay un tercero, "LA ESCRITURA, EL  SIGNO Y EL JUEGO EN EL CAMPO DE LAS CIENCIAS  SOCIALES", que está dedicado a demostrar una cierta idea de  la dialéctica, aunque a Derrida le gusta muy poco abusar de  esa palabm. En realidad lo que el llama dialéctica es más bien  un tipo de pensamiento que estudia procesos en los cuales  no se pueden definir escenas fijas y, menos aún, determinar  funciones de un elemento, porque sólo las col!!binaciones  cons_~en el sentido. --· · -

Lo que Derrida llama dialéctica, en el sentido en que podemos  decir que hay una dialéctica en el psicoanálisis, es simplemente


 

230 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

el hecho de que el pensamitmto psicoanalítico -a pesar de las  azarosas formulaciones especulativas, que a veces son agrava- das cuando se sigue tcorizand o en el aire, por fuera de la el íni- ca, del estudio positivo de problemas, sacando nuevas y nuevas  doctrinas psicoanalíticas-, de todas maneras adhiere a p roce- sos muy complejos como son los problemas psíquicos y logra  pensarlos (a veces entenderlos y no tan frecuentemente modi- ficarlos), por muchas que sean sus rarezas, sus especulaciones  curiosas, algunas inverificables porque pertenecen al reino de la  especulación pura.

Hay discusiones en psicoanálisis en las cuales yo no entraría,  porque pertenecen al reino de la especulación absolutamente  pura y están por fuera de la clínica: que si la libido es mascu- lina, bisexual o femenina (Freud decía que era masculina), si  el instinto de muerte funciona sólo o es innato, etc. Hay una  teorización especulativa azarosa e inverificable que no hace  parte del fuerte del pensamiento psicoanalítico, sobrevalorada  por ciertas escuelas, a pesar de que han hecho buenos aportes  clínicos y teóricos, como la escuela de Lacan.

Ese concepto de dialéctica tiene una herencia que en realidad  nos engafiaría un poco si se lo adjudicáramos al psicoanálisis.  Hace parte del concepto de dialéctica derivado de Hegel, que  es su herencia moderna, un evolucionismo optimista, de tal  manera que es difícil encontrar a alquien que en la moderni- dad tenga un pensamiento dialéctico y no sea un evolucionista  optimista, es decir, que no esté convencido de un proceso en  el que las contradicciones finalmente son suprimidas, supera- das, conservadas, pero en todo caso la cuestión es evolucionista  y optimista; claro que no es un evolucionismo lineal, sino un  evolucionismo con saltos, con vueltas atrás, pero al fin y al  cabo es un evolucionismo optimista. Es una concepción  optimista del proceso histórico, en Hegel llevado por la idea;  y en Marx por la lucha de clases casi siempre -en otras oportu- nidades, por ejemplo en el capítulo cuarto del primer tomo de  "EL CAPITAL", pone más el acento en el desarrollo técnico- científico, y combina luego ambas cosas; pero de todas mane-


 

E~1anislao Zuleta Obras 231

ras, sea lo uno o lo otro, la historia va hacia grandes solucio- nes.

Ese tipo de concepción evolucionista, ni en la vida individual,  ni en la vida colectiva, es propio del pensamiento psicoanalíti- co; de manera que si, por comodidad, se prefiere decir que el  antiesencialismo de Freud es una dialéctica, hay que recordar  que en todo caso no tiene un evolucionismo optimista. La  historia de la persona, vista por Freud, la formación del sujeto,  luego la formación del Yo, del Super Yo y demás desarrollos,  no son una evolución, ni una maduración, ni una línea normal  de la cual hay desviaciones. En eso difiere Freud de las otras  psicologías. El formula ésto como un corijunto de drc1mas;  un drama es un tipo de relaciones de objeto, un conjunto de  duelos, de pérdidas, intentos de reparación, intentos de recons- trucción, regresiones, fijaciones; nada queda allí completamen- te superado. En ese sentido decía Freud la frase, por lo demás  inadmisible, de que en el inconsciente no hay tiempo, nada  queda allí radicalmente superado como para que no podamos  regresar a raíz de cualquier otro drama, y regresar a lo más  primitivo. Además, nada es allí necesario como una madura- ción garantizada por un mecanismo cualquiera, biológico o  espiritual o lógico. Allí no hay nada garantizado, se ingresa en  el lenguaje o no; pero si se ingresa, se ingresa en un drama que  incluye como primeras significaciones de las oposiciones  fonéticas la ausencia y la presencia y el em.uentro con la muer- te; si no se ingresa, entonces se queda en una esquizofrenia  primordial.

Es posible que se ingrese en el lenguaje, es muy frecuente, pero  no

 es una necesidad; no hay ninguna necesidad, no hay ningu- na maduración nonnal. No hay más que la serie de los duelos,  el destete, pérdidas de objetos, pérdidas de posición, el naci- miento de un hermanito, la renuncia a la satisfacción alucina- toria, el rodeo que llaman realidad. En Freud la palabra reali- dad casi que se identifica con adversidad, reconocimiento de  la adversidad, de la necesidad del rodeo, de la no coincidencia  del deseo con el objeto de su satisfacción, etc. Es decir, en


 

232 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Freud no encontramos a un pensador optimista, ni evolucio- nista en el sentido de un optimismo; tampoco en el sentido  de la evolución biológica, a la cual hizo un pequeño aporte: la  primera formación del cerebelo.

No es que Freud niegue a Darwin, me refiero a evolucionismo  como ideología de progreso necesario; no como concepción  de las mutaciones naturales, psíquicas o personales, evolucio- nismo en el sentido de Hegel, es decir, de un desarrollo donde  no hay más que superaciones y donde cualquier cambio  histórico debe ser saludado como una superación, puesto  que es un cambio y la historia no cambia nunca hacia atrás,  a la manera como el camarada Engels saludaba la esclavitud  como un gran avance histórico, porque, después de todo,  era un cambio.

Esta es, pues, la advertencia teórica. Si se considera que su  núcleo fundamental es oposición a la metafísica y al esencialis- mo, se puede decir que el psicoanálisis es un pensamiento  dialéctico. Es cierto lo que dice Althusser acerca de que la  dialéctica no son unas leyes a las que está extrañamente some- tido el ser, el ser social, según unos, o el ser en general, según  Engels, ni tampoco tiene ninguna implicación trascendente.

Freud va a mostrar el narcisismo como condición del amor y  como barrera para el amill,·armismo tiempo, en una economía  compleja, porque hay varios momentos del narcisismo.

Hay un narcisismo primario en el cual es a.l.a..lLrime.rª_forma de  l!!_jc:lentidad del sujeto a lo que la pro.E!ª-libido inviste con el  amor y con el deseo; es originario, pero recibido, es decir,  viene de otro. Si no se es el objeto de ningún afecto, no se  tiene ni eso, pues no hay nada que proceda sólo de sí. En  Freud es donde menos se puede dar una psicología individual,  porque el sujeto en los repliegues más íntimos de su ser es  efecto del otro, marcado por el odio del otro, por el amor  derofro o

¡;¿;··el abandono del otro; no se reconoce a sí mismo


 

IU

Estanislao Zuleta Obras 233

jamás, si no es reconocido a través de la mirada del otro; no se  constituye ni siquiera ningún s._.í mismo .

Por eso, al comenzar su libro "PSICOLOGIA DE LAS MASAS

 Y ANALISIS DEL YO", Freud nos dice que la diferencia  entre psicología colectiva y psicología individual parecería  muy profunda, pero en realidad es una cosa muy secundaria,  ya que psicología individual no es nada propiamente hablando. •

El homb'reés un ser orgánico y un ser social, si lo estudiamos '  como ser orgánico hacemos fisiología, si lo estudiamos como  ser social hacemos psicología, es decir, desde el comienzo está

ya ante el otro, constituído por el otro;··consiltuído coino  sufefo' der lenguaje, como sujeto del deseo, como sujeto de

la norma, reconocido por medio de la identificación, y no  hay nada que estudiar como individuo.

El narcisismo no podrá en este caso entrar en ninguna pareja  de bueno o malo, como ocurrió en la tradición pre-cristiana;  es decir, el narcisismo es constitutivo. Pensamos incluso  por alguna reflexión y por algunas experiencias clínicas mo- dernas, que hay un tipo de narcisismo primario que está  profundamente vinculado al sistema biológico del organismo  y más concretamente al sistema inmunológico. Uno de los tra- bajos pioneros más bellossobre el tema· es d'e Maud Mannoni,  una gran psicoanalista francesa, y se llama "EL NIÑO A TRA- SADO Y SU MADRE"; tiene diversos aportes al tema de la  infancia. Hay trabajos posteriores en los cuales se ve que  determinado tipo de dramas entre niños muy pequeños y la  madre, en lugar de producir como efecto un conjunto de  síntomas psicológicos que a veces se producen, más bien  producen un conjunto de enfermedades orgánicas; al niño en  las mejores 'condición es alimen ti das. e- higiénica~ le caen en  serie todas las enfermedades, es decir, hay una falla del aparato  inmunológico.

Psicopatólogos muy notables como Michel de M'uzan y otros,  han estudiado ciertas enfermedades psicógenas que son muy  graves y hasta pueden ser mortales si no hay intervenciones


 

234 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

muy drásticas; entre ellas están la colitis ulcerosa, algunas  formas de úlcera, algunas formas cardíacas, etc. Los psicopató- logos han estudiado casos de individuos que resultan víctimas  de todo tipo de contagios y de enfermedades y que no salen  de una, a veces durante uno o dos afios, y luego se resuelve  el problema y no les vuelve a dar nada; generalmente, por  fortuna, es un problema pasajero.

La inversa se da en al!,'Unas formas de la psicosis; frecuente- mente se observa en la hospitalización de psicosis gravísimas,  especialmente tipo de manías, es decir, ideas fijas o identifi- caciones curiosas, que empobrecen el sistema de los signos.  Es muy típico que un solo acto o una sola fórmula lingüística  se convierten en algo que ya quiere decirlo todo; por ejemplo,  "barrer", entonces barren todo el día y con eso expulsan el

1"-0-·-····

mal, adquieren la facilidad, la fuerza, se vuelven todo y hacen

todo con una escoba en la mano; el lenguaje se vuelve, pues,  polisémico absoluto, es decir, que el lcngu~e se vuelve tan  metafórico que es suficiente una frase o una conducta, para  querer decirlo todo. En ese tipo de manías, parece ser que  en el individuo, antes de caer en la catatonía, se produce una  última descargd de libido o de amor sobre sí mismo, tan  fuerte que resulta inmune de la manera más extrafia, con la  peor alimentación, incluso a veces se niegan a comer, y no se  enferman de nada.

Esto ha hecho meditar mucho sobre el problema del narcisis- mo primario, que

 se encuentra en estado de investigación;  todavía no hay conclusiones, pero hay observaciones muy  interesantes. También hay observaciones sobre problemas muy  similares en ciertas condiciones. En condiciones en las cuales  los individuos requieren desplegar una actividad inmensa,  sacan fuerza y capacidad de resistir a la desnutrición, a la falta  de higiene, a los inviernos rusos en la segunda guerra mundial,  donde se podría pensar que una neumonía acabaría con todo  el mundo; resulta que el organismo puede variar su fortaleza  frente a la enfermedad orgánica. La medicina antropológica

'ambién está estudiando este problema.


 

Estanislao Zuleta Obras 235

El hecho es que hay un primer elemento del narcisismo que  llamamos primario, no porque el organismo lo produzca  como produce el pelo, sino porque procede de las relacio- nes primonliales. El narcisismo que se desarrolla luego, cuando  el Yo está constituido, el que se desarrolla más tarde, cuando  además de estar constitu ído el Yo están constituídos los  ideales del Yo, y el que se desarrolla como secundario, cuando  además se establece ya no la identidad como tal sino la iden- tidad en la diferencia de los sexos; es un verdadero abanico.

Freud llama narcisismo al efecto que vuelve sobre diversos  momentos de -Ia-coñ.stituCión de sí mismo como Yo, como  Yo ··con sus ideales, como Y o con su determinación sexual,  como identificaciones relativas, a veces inconscientemente de  un lado y conscientemente del otro, como veremos en la  histeria. Ese narcisismo es condición del amor, porque si no,  no hay ni siquiera quien -ame;··también es el límite del amor,  a que al amor se le vaya la mano hacia la adoración del sujeto  sacando de sí todo valor, como ocurre a veces en la figura de  un enamoramiento absoluto. En algunos casos se da que el  amor hacia el objeto deja al Yo en la devaluación absoluta,  es decir, no hay juego. El caso de Holderlin fue estudiado en  una forma muy detenida por Laplanche ( 1) .

Lo mismo ocurre con las formaciones sociales. En la polémica 

Platón-Aristóteles

, el problema ya es ese; el freno para la  constitución de la comunidad es el amor a sí mismo, cosa  que Aristóteles considera perfectamente razonable, ya que él  no es partidario de la gran comunidad, como si lo era Platón,  quien proponía una comunidad absoluta en la que nadie  supiera quien era su padre para que las cosas quedaran claras,  donde cada cual va a ocupar un lugar según su vocación y  su disposición y• no según la propiedad, que será común, es  decir, la sociedad entera como una sola familia de puertas  abiertas.

(1) ..HOLDERLIN Y LA CUESTION DEL PADRE ... (Hay traducción  castellana).


 

236 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

El freno a la comunidad era el narcisismo, aunque entre los  griegos no se llamaba así todavía. Aristóteles habla del razo- nable amor que el individuo tiene por sí mismo, por lo que  le es propio, por su obra. Este tema' se vuelve en Freud, desde  luego, mucho más complicado que en Aristóteles, en la "PSI- COWGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL YO", aparece combinado con el problema de la neurosis, con el  problema del enamoramiento y todo lo que retiene al hombre  de precipitarse en la comunidad.

En ese sentido, si queremos comenzar a pensar el narcisi~nio  en términos psicoanalíticos, ya no nos resulta calificable en  un peyorativo "narciso"; tampoco valorativo. Es un problema  de combinaciones, es una gama de narcisismos, es una manera  de sefíalar, de construir nuestra propia singularidad; no se  puede, por una parte, ser alguien y, por otra parte, a posteriori,  tener por ese alguien que se es un determinado aprecio o  ninguno; si no se tiene ninguno es que no se fue nadie. Es  decir, el asunto no es de ninguna consideración a posteriori  sino de la constitución misma del sujeto. En ese sentido, el  narcisismo es la condición y la barrera del amor y de las formas  del amor.

Pero hay otro punto. Rápidamente, Freud entra el tema con  diversos términos, a veces equívocos, a veces un poco metafísi- cos, o por lo menos me parecen a mí muy inasibles, con  perdón de los teóricos que los aprueban abiertamente, como  el tema del instinto de muerte. El hecho es que para Freud  es muy claro que esa imagen de sí no es sólo el objeto que  Narciso tenía de su amor; esa es también el objeto de la agresi- vidad. Ese punto es claro y es clínico. Si nosotros logramos  inJroyectar lo que en otros amamos y ponerlo como parte de  nu;si:io Yo para amamos en alguna forma a nosotros mismos,  si logramos e!?X.~ctar lo que en nosotros odiamos para verlo  en otros como lo más odioso, entonces esa imagen no es sólo  la imagen de la contemplación encantado de Narciso; es tam- bieft la imagen de un objeto del odio.


 

18

Estanislao Zuleta Obras 237

También hay en Freud una fenomenología muy amplia que  apenas podemos aquí esbozar, pero sin la cual nadie se hace a  una idea de qué significa el amor en Freud. El amor en Freud  es, por decirlo así, en sus términos, siempre ambivalente.  En Freud encontramos un personaje que rompe- c·an cierta  tradición bastante vieja de hablar maravillas del amor y pestes  del odio. Esa tradi~i_ón es clásica y no se le puede adjudicar  al cristianismo, ya que es anterior, incluso en sus formas más  autodestructivas. En el cristianismo hay varias formas, como  la de "ama a tu prójimo como a tí mismo", que implica el  amor a sí; de eso se prende Santo Tomás para mostrar que hay  derecho y que es razonable amarse a sí mismo, no por si  sino por ser una criatura de Dios. Hay otras figuras cristianas  más autodestructivas: el sacrificio por el otro o, por ejemplo,  aquella tan poco practicada de la otra mejilla, que está en el  Evangelio de San Mateo. Esto de la otra mejilla lo encontramos  también en la tradición china; Confucio dice: ''sed como el  sándalo, que perfuma el hacha que lo hiere".

Las tradiciones más diversas aparecen de acuerdo en ese punto:  grandes elogios al amor; la condición de la felicidad es en toda  tradición occidental la erradicación del odio, y también en la  cultura oriental. En Freud la cosa no es tan clara, para él todrelación interhumana es ambivalente, es una combinación  de hostilidad y amor; eso no es, según Freud, una mala cosa,  sino una buena cosa. Parafraseando lo que se dice al final de  "MAS ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER", una relación  amorosa que no contuviera nada de hostilidad, sería no sola- mente impotente, sino que sería una simple contemplación  be.ata .del objeto, incapaz de toda relación reai que contiene  elementos de hostilidad, incapaz de toda crítica, de todo  inten_t!)_ __ de ayuda, de todo intento de transTormación, de  toda efectividad; só)o hay combinaciones, lo dramático es el  desprendimiento o desintrincación de las pulsiones y que  vayan solas, o la una o la otra. Nos encontramos es ante com- binaciones de diversa índole y diversos resultados ue amor y  odio; por eso la frase cristiana es muy unilateral, debería  completarse para que la cosa quedara bien redondeada: "ama


 

238 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

a tu prójimo como a ti mismo y odia a tu prójimo como a ti  mismo ...,  porque también sería un tipo de narcisismo muy ton- to er que no tuviera nada contra sí mismo.

En Freud ya no nos encontramos con el bien y el mal, ni con  ningún tipo en el que quepa un nuevo maniqueísmo, ni siquie- ra en esas figuras que en la tradición de occidente fueron  tan firmes; desde luego muchan gentes han predicado el  odio, pero solamente como un pretexto de que se odia a los  que son enemigos del bien de todos y del amor de todos.  En los hechos se descuartizan, pero la prédica del occidente  es la valoración del amor como lo excelente.

La hostilidad contra sí mismo y contra los demás -formúlese  contra sí mismo en cualquier de sus niveles, desde los más  débiles: la tensión necesaria entre el Yo real y el Ideal del  Yo, hasta los niveles más fuertes: las formas de depresión-,  de todas maneras es altamente fecunda. La depresión siempre  contiene un nivel determinado de autoagresión, que suele  tomar la figura de la culpa, inconsciente casi siempre en  la depresió.n neurótica .. Y dclirantemente consciente en la  depresión psicótica (culpa persecutoria).

Pero muchas otras figuras de la hostilidad para consigo mismo  y para l

os objetos de amor, están vinculadas al tema de la  culpa y son primordiales. En "EL MALESTAR DE LA CUL- TURA" es donde mejor se trata el tema de la culpa. Para  Freud el problema de la culpa es anterior al problema de  l~.ley ·Y de las normas; suele decirse que la ley creó el pecado,  especialmente por parte de los que no son partidarios de la  ley sino del reino del amor, como los cristianos primitivos,  como los gnósticos, como los utopistas y muchos otros. Es  decir, si al viejo caprichoso no le hubiera dado por decirle a  Adán que no comiera el fruto de ese árbo, no habría ocurrido  ningún problema, pero le dio por eso. Si no hubiera existido  prohibición, no habría pecado y no habría más que paraíso:  fue la ley la que creó el pecado.


 

Estanislao Zuleta Obras 239

En Freud encontramos por el contrario, que la culpa como  sentimiento es anterior a la norma, porque procede de la  ambivalencia, procede de la hostilidad hacia objetos que  amamos y con los cuales, además, estamos identificados;  hostilidad que se vuelve sobre nosotros mismos y es vivida  como culpa. En ese sentido es anterior al reino de las normas  y no procede de haber transgredido una norma; eso lo va a  reforzar, eso va a sobreagregarse, a sobredeterminar las culpas  después. Pero hay un juego de la culpa, que se puede encontrar  en un pequeño artículo que se llama ..El delincuente por  sentimiento de culpabilidad", en el cual Freud estudia cierto  número de casos de delincuentes que tienen ciertas partícula~  ridades curiosas, una de las cuales es que resulta muy fácil  descubrirlos, pues dejan demasiadas huellas. Freud mostró  que esos delincuentes padecía un sentimiento de culpa profun- do e inconsciente, y querían tener una culpa consciente,  presentable para sí mismos, y un castigo para poder salir de  la otra más profunda, más difícil de vivir, de soportar; enton- ces hacían un robo, los cogían, los metían a la cárcel y se  acabó el problema. El que queda reprimido es el otro, el que  procede de la otra fuente del que se quiere escapar con él,

de la fuente de hostilidad reprimida, inconsciente hacia un  objeto amado, entonces se busca otra culpa en la transgresión,  es decir, es preferible una culpa que tenga un origen secunda- rio, como la ley, a una que tenga un origen primario; hay  algunos que casi van detrás del bolillo.

El sistema de la hostilidad y del amor, es una combinatoria,  y un comentario a una cuestión tan vasta, tan compleja y tan  bella como la tipología platónica del amor, si va a ser freudiano  requiere introducir varias nociones: la noción de narcisismo  y complejidad, combinatoria, economía o dialéctica, y la  noción de su combinación necesaria con el odio y con la  hostilidad . .

El odio hacia alguien puede proceder, por ejemplo, de que es  una persona que denuncia en nosotros algo que no queremos  saber de nosotros mismos, porque lo es de una manera tan


 

240 Torno 1 El pensamiento psicoanalítico

exagerada que funciona para nosotros corno un espejo de  aumento, sobremanera molesto, entonces el esfuerzo de  diferenciación, el no al otro, "ese no soy yo, ese es el que  yo odio", es una de las figuras del odio corno hay otras.


 

IDSTERIA, PSICOSIS Y OBSESION

El Proceso Pri

mario- La Psicosis.


 

Estanislao Zuleta Obras 243

Las diversas formas de elección de objeto son también un tern

fundamental en el pensamiento de Freud: las condiciones en  las cuales se elige un objeto corno objeto de amor, corno  objeto de deseo, corno objeto de odio.

Vamos a hacer el estudio de las estructuras psíquicas, corno una  parte de la caracterología psicoanalítica. Aunque ya se conoce  el terna, voy a suponer que partirnos de cero para hablar de  la histeria, de la obsesión, de la paranoia, etc.

Con el despliegue de estas grandes estructuras podernos tal vez  dar mejor cuenta de problemas tipológicos y algunos proble- mas que son de gran importancia en la vida personal y colecti- va (aunque los estudios sobre sus efectos en la vida colectiva  son relativamente recientes, constituyen precisamente uno de  los aportes más nuevos en el pensamiento psicoanalítico).  Freud estudia en ..

ENSAYOS SOBRE LA VIDA SEXUAL Y  LA TEORIA DE LA NEUROSIS", con gran extrañeza, un  caso que él trató de una señora con una histeria de angustia  muy franca; histeria de angustia o histeria de conversión. La  histeria de conversión tiene sus manifestaciones más impor- tantes en formas aparentemente organicas: parálisis, ceguera,  sorderas y otras similares. La histeria de angustia, corno su  nombre lo indica, hace más consciente un monto muy alto  de angustia y tiene manifestaciones más frecuentes en forma  de fobias: agorafobias, claustrofobias, zoofobias y otras más,  a veces muy lirnitantes en la vida, hasta llegar a impedir salir de  la casa, por ejemplo; generalmente están en combinación con  alguien: mamá, cónyuge o alguien con quien hay una relación  anímica muy estrecha en la ambivalencia de que hablábamos.

El otro problema que inmediatamente resulta cuando se pasa  a un análisis corno los que vamos a intentar, es el problema  de la relatividad de los términos amor y odio cuando tenernos  que introducir la pareja de lo consciente y lo inconsciente;  encontramos hostilidades inconscientes sobre grandes amores  conscientes, y lo inverso; es decir, vamos a introducir un nivel


 

244 Tomo 1 El pensamiento psicoanaJ ítico

de complejidad nuevo en el análisis del amor y el odio que es  propiamente psicoanalítico.

Lo primero que en psicoanálisis se estudió en una forma más 

o menos detallada fue la histeria y, casi inmediatamente, la  obsesión. En "ENSAYOS SOBRE LA VIDA SEXUAL Y LA  TEORIA DE LA NEUROSIS" se encuentran textos sobre  ambas cosas. Sohre el tema también es necesario estudiar  "EL HOMBRE DE LAS RATAS'' ("Un caso de neurosis obse- siva"), que aparece en "CINCO PSICOANALISIS O HISTO- RIALES CLINICOS", y que se llama así porque comienza  la primera sesión con una asociación de la que no quiere hablar  y es un martirio con unas ratas. En "CINCO PSICOANALI- SIS ... " también está el caso de Dora o "Análisis pardal de  una histeria". Ambos trabajos son fáciles de leer, son apasio- nantes como novelas y están supremamente bien escritos.  Hay bibliografía más moderna que la de Freud, más difícil  de conseguir, y mejor en muchos sentidos. En cuanto a la  histeria, está el estudio de Perrier titulado "FOBIA E HISTE- RIA DE ANGUSTIA"; en cuanto a la neurosis obsesiva, hay  muchos estudios en castellano, como "DESENMASCARAR  LO REAL", de Leclaire, que trae tres casos de neurosis obse- siva, con mucha teorización. "HISTERiA Y OBSESION,  SUS RELACIONES EN LA OBRA DE FREUD Y EN SUS  SUCESORES", de André Green, estudia la pareja desde la  obra de Freud hasta la obra de Jos discípulos de Lacan, en la  obra de Melanie Klein, es decir, en la historia del psicoanálisis  hasta hoy; es un resumen muy bien hecho, tal vez un poco  injusto con Lacan al final, pero en conjunto es muy bueno.

Algunas sugerencias de Freud, y en algunos estudios mode

r- nos, para abordar el tema, se refieren al problema del lengua- je. Freud hizo una introduccción al tema desde ese punto de  vista en "EL MULTIPLE INTERES DEL PSICOANALISIS",  en donde hay un pasaje titulado "El interés del psicoanálisis  para la lingüística", supremamente interesante desde el punto  de vista en que vamos a ocuparnos de la histeria y la obsesión.


 

Estanislao Zuleta Obras 245

Las estructuras que vamos a describir, nunca las encontramos  en estado puro; casi siempre encontramos combinaciones.  Es muy difícil el problema de diagnóstico diferencial en psico- alisis, además los analistas no se preocupan en absoluto  por ningún problema de diagnóstico. Generalmente nos encon- tramos co

n elementos depresivos, elementos histéricos, meca- nismos que uno puede sospechar que están en el orden de la  psicosis; es decir, no hay una línea divisoria en absoluto, ese  es un error que algunas tendencias modernas han alimentado.  No hay una línea divisoria que nos diga aquí es neurosis y  más allá es psicosis. Los psiquiatras llaman "border Line .. a  los casos que están entre los dos; esa teoría de los ca<>os límites  la ha asumido francamente uno de los mejores psicoanalistas  del mundo actual, Pontalis, quien dirige la revista "LA NOU- VELLE PSYCOANALISE". André Green también tiene un  trabajo sobre los casos límites muy reciente ( 1.982).

No tenemos ninguna manera de trazar una línea divisoria entre  psicosis y neurosis, en la práctica se pueden interferir; también  hay evoluciones. Freud nos cuenta en uno de sus ensayos el  caso de una señora que fue su paciente y que comienza con  una franca histeria de angustia y en el proceso de tratamiento  resulta con una neurosis obsesiva de las más claras y las más  graves. Ese fenómeno se puede dar también en términos  colectivos; ha sido estudiado el caso muy interesante de toda  una región de un país, que pasa de una histeria colectiva a  una paranoia colectiva, que se expresa como un movimiento  armado que tuvo en jaque al ejército de Francia en dos déca- das. Los estudios más nuevos son los que se refieren a muta- ciones en el campo colectivo. La neurosis colectiva es un térmi- no que estaba ya en freud, quien incluso dice que una de las  maneras de escapar al trabajo de producir una neurosis privada  es sumarse a una neurosis colectiva y que por eso son tan  atractivas.

Hay un trabajo malicioso de Freud que se llama .. ACTOS  OBSESIVOS Y CEREMONIAS RELIGIOSAS", donde hace  una comparación de los rituales de los individuos obsesivos


 

246 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

y la liturgia de la religión, y llega a la conclusión de que en  efecto la neurosis obsesiva es una religión privada, pero sólo  porque la religión es una neurosis obsesiva colectiva.

La idea de una neurosis colectiva se ha desarrollado bastante;  un aporte curioso es el de Sartre, quien comenzó con unos  ataques terribles contra el psicoanálisis y una negación rotunda  de la posibilidad misma de la noción del inconsciente; en el  tercer tomo del estudio sobre Flaubert, ..EL IDIOTA DE LA  FAMILIA", tiene un capítulo, "La neurosis colectiva", hay  aportes al tema. Esa es una evolución muy interesante. H3y  muchas otras de ese mismo sentido; de un gran no, a una  comprensión creciente, incluso a aportes.

La histeria se puede abordar por muchos lados. Se puede  abordar por las estructuras del Yo, por las formas de la libido,  o desde el punto de vista de su concepción del tiempo, del  espacio, dellengu¡ije, etc.

Uno encuentra que en cierto sentido todo el que no tenga  una neurosis obsesiva muy grave es un histérico, como todo el  que no tenga una histeria muy grave es un neurótico obsesivo.  Lo que llamamos salud es una buena combinación de neurosis  y psicosis; lo que llamamos enfermedad es una unilateralidad:  tener una sola. Como decía Freud, aquí no nos encontramos  con ninguna noción de enfermedad en el sentido de un agente  externo, como un tumor, etc., sino más bien una economía  de algo que de todas maneras somos todos y que de pronto  se unilateraliza.

Una observación que se ha hecho muchas veces, que se encuen- tra e

n Freud y en casi todos los tratadistas, es la de que en la  histeria hay una movilidad muy grande de las identificaciones,  a diferencia de la neurosis obsesiva, que se mantiene muy  inflexible. Se dice, entonces, del Yo histérico que es muy  lábil en el sentido que tiene el término castellano: maleable,  o, por lo menos, aparentemente muy maleable; a veces da la  impresión de que cambia con mucha facilidad, muy sugestio-


 

Estanislao Zuleta Obras 247

nable decimos en el lenguaje corriente, entra en una relación  nueva y parece como si fuera otra persona. En análisis se tiene  la impresión de estar trabajando con plastilina, en material  muy fácil de manejar, pero lo que de él se logra se desbarata  fácilmente y volvemos a otra cosa ..

Lucy lrigaray, quien trata la relación con el lengua,je de estas  neurosis, en uno de sus· trabajos, "COMUNICACION LIN- GUISTICA Y COMUNICACION ESPECULAR" (1), dice  que hay en la histeria un fantasma de no haber sido suficien- temente amado y, digámoslo así, una necesidad muy grande,  supremamente aguda, de aprobación, y de aprobación inme- diata, de aprobación por el testigo actual, por el que está  aquí y ahora. En cierto sentido, no hay nadie que no tenga  alguna necesidad de aprobación, pero aquí se subraya es la  exigencia de actualizar.

La posición del histérico conduce a tener una inmensa sensi- bilidad con relación a las características de aquellas personas  para quienes habla y, por lo tanto, de aquellas cosas 9.ue  a esas personas le serían aprobables o reprobables, para elegir  en una gran sutileza todo lo que al testigo actual le resulta  aprobable y halagüefio. Se dice del histérico, por ejemplo,  que es sensacional como seductor, inconscientemente y a  veces conscientemente, tiene la capacidad de captar aquello  que al testigo actual podría aprobar, lo cual tiene sus costos,  y es que cuando está hablando para dos que piensan y sienten  completamente distinto, tartamudea, ya no sabe qué hacer y se  le genera una angustia inmensa. Esa maleabilidad puede llegar  hasta el punto de que el histérico cambia de pensamiento cuan- do cambia de interlocutor, pero para poder conquistar una  aprobación, para tener la impresión de ser aprobado; nunca la  tiene por completo y siempre queda insatisfecho por mucho  que le palmoteen el hombro, por mucho que le hagan signos  de que sí, siempre queda insatisfecho con el grado de aproba-

( 1) Cahiers pour l'analyse No. 3.


 

248 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

c1on que ha logrado y promete que lo principal lo va a dar o  a decir después, para que no se crea que ya lo dijo todo y que  ya se puede juzgar; es un hombre del aplazamiento, de la  promesa diferida.

El histérico, pues, tiende a buscar relaciones que le resulte

compatibles, círculos en los cuales haya grandes acuerdos,  acuerdos fundamentales, y casi podría llegar hasta el extremo  de que le molestan reuniones de más de dos, porque no le  permiten ejercer a fondo sus cualidades y sus demandas de  aprobación.

En el lenguaje el histérico se caracteriza por una manera de  convencer muy particular. Voy a hacer una comparación con  el obsesivo. En el lenguaje obsesivo frecuentemente se da el  caso también de que está muy interesado en que su discurso  sea verosímil, pero la verosimilitud la ajusta por medio de  formas lingüísticas de referencias reales y no por medio del  deseo de que el otro se identifique con él. En el análisis y en  la vida también, uno encuentra frecuentemente que el histé- rico le cuenta a uno lo que sintió y le trata de transmitir lo que  estaba viviendo, la angustia que

 sentía, y cómo sentía que le  subía y le bajaba por la garganta una bola, y cómo se puso  de frío, o cómo estaba de entusiasmado, etc. y uno no sabe  siquiera qué estaba pasando, ni dónde estaba, ni con quién  estaba. El obsesivo hace prácticamente lo contrario, empieza  a contar que estuvo en un paseo y que a tal hora llegaron a  tal sitio donde había una casa verde al lado de una piedra  muy grande, más o menos a una cuadra de un río, y no le  cuenta a uno qué sentía él. Se polarizan así, uno no sabe qué  es peor, si el paseo con todas las medidas y todas las horas,  con todo el itinerario y sin saber qué pasó, o el sentimiento  puro sin saber qué estaba ocurriendo, ni dónde estaban ni con  quién estaban.

Estoy exagerando, desde luego. Viendo las estructuras en su  forma pura, uno tiene la impresión de que se completarían  y así es. Es decir, si se les pudiera poner de acuerdo y revol-


 

Estanislao Zuleta Obras 249

verlos y sacar de allí un solo discurso, sería un relato excelen-

 te. Aquí de lo que se trata es que de dos necesidades del  lenguaje, la una expresiva y la otra referencial, el uno pone  el acento en una a costa de la otra, y el otro hace la inversa.

El esquema de J acobson, sobre los aspectos del lenguaje,  nos permite distinguir y diferenciar fácilmente los tipos de  comunicación humana lingüística. El cuadro, en una forma  sencilla, supone que toda comunicación lingüística implica  seis términos:

REFERENTE

CODIGO

TERCERO  GARANTE

EMISOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . RECEPTOR

FORMA DEL LENGUAJE

CONTACTO

El esquema es un poco incompleto; por eso inventé poner una  cosa que

 la vamos a llamar -porque así la llaman algunos  analistas modernos y algunos lingüistas-, tercero garante.  el que garantiza la verdad de la cosa. Este tercero garante  puede ser la opinión pública, puede ser el' Otro de Lacan,  el orden simbólico, en fin: pero es una cosa que no aparece  en el proceso que describe Roman Jakobson, un notable  lingüista que nos dice que hay seis aspectos fundamentales  del lenguaje. Es decir, que todo proceso de comunicación  supone un emisor, un destinatario o receptor de ese proceso;  entre los dos se forma un circuito de comunicación eficaz,  efectivo, con ciertas condiciones, por ejemplo que haya por  lo menos parcialmente un código común; desde luego, si el  uno habla en chino y el otro habla en castellano, no hay  ningún circuito. Nunca el código es del todo común, pero  se puede chequear redefiniendo: .. cuando yo digo tal cosa,  con eso no quiero decir nada peyorativo, te explico, lo digo


 

250 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

sólo como

 término descriptivo", entonces está ajustando el  código.

Todo texto redefine en cierto modo el código vigente en  genera

l, el del léxico del diccionario; además nunca es comple- to y frecuentemente no necesitamos que nos lo definan, como  cuando tenemos oportunidad de leer en un idioma extranjero  la frase nos da el~sentido de la palabra, sin necesidad de ir a  buscarla al diccionario, porque por el contexto vemos que  no puede querer decir otra cosa: si .. arrojando las cobijas se  levantó de ... " y no sabemos cómo se dice cama, sabt-mos  que se levantó de la cama, porque no podía estar en otra  parte acobijado. Así, gran parte del código lo conocemos por  la combinatoria y otra por la sustitución, es decir, porque nos  lo definen o porque nos dan una palabra equivalente: ..l echo  quiere decir cama", aunque no hay palabras que sean absolu- tamente equivalentes; pues como dijo ya Flaubert, el gran  escritor francés, no hay sinónimo en el idioma. Lecho sí  quiere decir cama, pero es más apropiado decir está en su  lecho de .muerte que en su cama de muerte y no se puede  decir cama del río sino el lecho del río; lecho sugiere más  yacer, cama sugiere más instrumento; es decir, en ciertas  frases son equivalentes, pero en realidad no hay palabras  sinónimas.

En pocas palabras, pues, para que entre un emisor y un recep- tor haya un proceso de comunicación, es necesario que haya  por lo menos una parte del código común, lo suficiente como  para que les pennita redefmir y ajustar la parte que no es  común.

Es necesario también un referente común; se ve continua- mente en procesos de comunicación que no nos estamos  entendiendo porque yo estaba hablando de una cosa y el que  me oye cree que estaba hablando de una distinta. Tenemos  que chequear continuamente que el referente sea común; a  veces es muy fácil ese chequeo: "hombre, no te ofendas, yo

no estaba hablando de tu mamá sino de. tu suegra cuando


 

Estanislao Zuleta Obras 251

dije tal cosa, la prueba es que la describí así y tu mamá no  es así", entonces el tipo se pone feliz porque estaban hablando  mal de la suegra, no de la mamá. En ese caso es muy sencillo,  pero a veces es suprernarnente difícil, por ejemplo en econo- mía, en sociología, en filosofía, cuando hablarnos de "clase  social"; en ese caso no es tan sencillo que ..no era de tu mamá  sino de tu suegra", sino que tenernos que hacer todo un proce- so teórico para decir: ..no, sefior, cuando yo hablo de clase  social hablo como marxista, me refiero a una posición en las  relaciones de producción y no a un nivel de ingreso corno  hablan ustedes, que llaman una clase social a los que se ganan  entre cien mil y doscientos mil pesos". Aquí ya es un proble- ma teórico.

De todas maneras la comunicación necesita un re fe rente  común o ajustable en el proceso de la comunicación entre  un receptor y un emisor; un código y un referente que deben  ser relativamente comunes o en todo caso ajustables. Todo  texto posee un emisor y ese emisor en el texto expresa parte  de lo que él es, por la manera corno habla, por el tono, por el  acento, por el estilo si escribe, por las cosas que dk-e; muchas  cosas que hay en el texto son informes sobre lo que es el  emisor. Claro que en esto se diferencian mucho unos textos  de otros; en el texto científico, por ejemplo, el emisor tiende  a cero y esa es una característica que define el texto científico.  Aquel que dice "dos más dos son cuatro" no nos informó  nada sobre él; la comunicación tiende al máximo, es universal,  la entiende todo aquel que tenga las premisas, pero la expresi- vidad tiende a cero; el que dice que los ángulos internos de  un triángulo suman dos rectos, no nos informa nada sobre él  mismo, ni si está bravo o está contento, ni si es hombre o es  mujer, ni si es d.e derecha o es de izquierda; en cambio, lo que  nos dice lo puede decir en una forma tal que para todo el que  tenga los prerrequisitos inmediatamente anteriores, sea válido.

En el caso contrario, el sujeto está delirando; todo lo que dice  informa sólo sobre lo que es él y la comunicación llega al  mínimo porque no le entendernos lo que está diciendo. Un


 

252 Torno 1 El pensamiento psicoanalítico

poeta lírico está más cerca Je.J que delira. porque su discurso  -y

 esa es una característica d~ la lírica· está centrado sobre  el emisor; el emisor es el objeto mismo del discurso, Jo que él  siente por su amada, lo que él siente con relación a la soledad  o a la compañía, etc.: es decir, un poeta lírico está tomándose  a sí mismo como referente.

Jakobson llama mensaje -yo puse fom1a del l':nguaje, que es  más claro-· al hecho de que la manera como decimos algo  afecta ei senlido de Jo que decimos: es lo que podríamos  llamar estilo. La manera de decir indica nuestra actitud ante  aquello de lo que hablamos; actitud de oposición o de adhe- sión. Eso comprende una cantidad de cosas como la combina- ción de las palabras, hasta el punto de que podt'mos incluir  -y eso es lo que hace J akobson--, por ejemplo, la forma poéti- ca, rimada, el léxico que utilizamos. que puede ser indicativo  de que algo no nos gusta o que nos gusta mucho. Es muy dife- rente decir: "tráigame un jugoso bisteck'', a decir: "tráigame  un pedazo frito de cadáver de vaca", aunque, desde luego. el  referente es el mismo: la forma del mensaje indica que la acti- tud del individuo es muy distinta ante la cosa; el segundo es un  vegetariano espantoso, mientras que el primero es un carnívo- ro, ha informado sobre sí mismo y no sólo sobre aquello que  quiere que le traigan.

Si combinamos el referente, la forma del mensaje y el código,  ese conjunto, a su tumo, indica a quien pensamos dirigirnos,  quién es nuestro destinatario. Si estuviéramos hablando con  determinado tipo de personas, no utilizaríamos tal léxico  porque supondríamos que no lo entenderían, o bien trata- ríamos de utilizar un lenguaje más preciso porque supondría- mos que lo que estamos diciendo para esas personas es una  pura redundancia.

Hay un aspecto supremamente interesante que los psicoanalis- tas tratan, por ejemplo Michel M'uzan, en "OBSERVACIO- NES SOBRE EL PROCESO DE CREACION LITERARIA":  el destinatario a su tumo decide, en gran parte, qué podemos


 

Estanislao Z..;leta Obras 253

decir en un sentido profundo, ya no solamente en un sentido  descriptivo; hay destinatarios que nos inspiran, esa era una de  las ideas que Platón tenía del amor: "aquel que es capaz de  engendrar en nosotros bellos discursos, aquel que deja embara- zado de nuevas verdades desconocidas a su amante, es el seamado". Pero hay otros destinatarios que nos inhiben. que tan  pronto aparecen por allí, nos ponemos a tartamudear y se nos  olvida lo que estábamos pensando y cómo era que íbamos a  argumentar. A veces son autoridades que queremos descono- cer y en el fondo reconocemos, y quisiéramos pegarles una  gran vaciada; no se nos ocurre nada en medio de la discusión y,  luego, cuando mordemos la almohada solitariamente bravos, se  nos ocurren toda clase de discursos con los cuales apahullarlos,  pero ya es tarde. Unos nos •inhibent otros nos inspiran, eso  tiene mucho que ver con el juego de los afectos.

El destinatario no es el elemento pasivo al que le va a caer el  producto, sino que de él depende, en gran parte, la posibilidad  de la elaboración del mens&je.

En cuanto al contacto, que pone Jakobson en escena, es, desde  luego, literal; un emisor y un receptor tienen que entrar econtacto por algún medio; eso es muy importante para la  forma y el sentido del mensaje. Por ejemplo, hay cosas que  por teléfono no se podrían decir: ..yo estoy aquí" sería una  barrabasada, pues el otro no sabe que quiere decir "aquí".  Tomemos la escritura como una forma de contacto y la pala- bra hablada como otra forma de contacto. Son tan diferentes  que hay personas con una gran habilidad para escribir, y lo  hacen muy bien, y, en cambio, no podrían hablar igual de  bien. Hay otras personas que hablan muy bien, pero tienen  muchas inhibiciones para escribir. En realidad, las diferencias  entre esos contactos, son extraordinarias. Por ejemplo, cuando  el hombre escribe, lo hace para un destinatario virtual, mien- tras que cuando conversa lo hace para un destinatario actual;  cuando habla puede chequear el efecto que sus palabras están  produciendo en quien las escucha o, por lo menos, hacerse a  alguna idea, espera algún mugido de aprobación o alguna


 

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254 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

mirada de duda que le dirige el movimiento de su discurso, lo  vuelve a retomar, a recalcar, a ser más explícito o le permite  seguir. En cambio, cuando escribe, no se puede dar ningún  lujo de esos, tiene que estar en el texto lo que haya de convin- cente en lo que va a decir y no puede estar esperando a ver  cómo está recibiendo el otro la cosa. Hay más, el destinatario  es virtual, pueden ser muchos los lectores y pueden tener  ideas muy diferentes y estar en situaciónes muy diferentes;  aún cuando sea una carta personal, el hecho de que sea escrita  ya es distinto a hablar, porque no puede chequear cómo le  está cayendo lo que decimos y porque no sabe en qué estado  de ánimo la va a recibir, si en un ataque de depresión o en un  ataque de entusiasmo; también porque la puede leer en diver·  sos momentos y cuando haya tenido nuevas y diferentes  experiencias.

Someterse a un destinatario requiere otro proceso que puede  ser muy complejo. Michel M'uzan estudia esto en el primer  capítulo del su libro "DEL ARTE A LA MUERTE". El con- tacto es parte muy importante del discurso, porque es una  forma de relación distinta con el destinatario y el destinatario  es esencial en todo discurso. Lacan,de manera lacónica, como  acostumbra, dice: "el estilo es el hombre, el hombre a quien  uno se dirige", con lo que quiere decir que con la manera de  hablar elige :y descarta quiénes son los destinatarios de su  discurso. El e~tilo no solamente dice quién es él sino quienes  son los destinatarios de su discurso.

Ten~mos, pues, seis aspectos. A veces llegan a ser casi alarman- tes. Para un escrito -y éste es uno de los problemas que  encontró con mayor agudeza Michel M'uzan-, es esencial  lograr construir lo

 que él denomina un destinatario ideal;  un escritor no escribe para un público real, a no ser que se  trate de lo que está de moda, de una especie de Corín Tellado,  que escriba para la demanda y que sea lo contrario de un  escritor en el sentido fuerte de la expresividad. Los románticos  acentuaban mucho esa diferencia, y decían que para ser un  buen escritor hay que ser ~apaz de orr la voz de su corazón


 

Estanislao Zuleta Obras 255

s bien que los gritos del mercado. Pero para poder ser un  escritor en el sentido en que M'uzan está trabajando en la  '1'eoria de la creación literaria", es necesario haber construido  un destinatario ideal, lo suficientemente exigente como para  que le exija coherencia estética y lógica, coordinación, y no  simplemente ir desembuchando todo descaradamente, consi- derándose maníacamente genial, pero también lo suficiente- mente permisivo como para que le permita sacar lo que tiene  reprimido y verbalizarlo; un destinatario ideal es eso.

Construir un destinatario ideal es muy difícil; por eso el proce

- so de la escritura es siempre dramático, por la dificultad de

 construir un destinatario ideal que todo autor construye c

on  base en los destinatarios reales que han sido fundamentales  para él, a partir de los objetos primordiales, generalmente el  papá y la mamá y sus sustitutos, los padres ideales, etc. Final- mente construye alguien que le estabiliza su estilo y aquel que  es su destinatario ideal; a veces hay un destinatario real tan  importante que le impide escribir; esto es muy frecuente en la  historia de los escritores, como en el caso de Proust.

Maree! Proust es un extraordinario escritor, como se sabe,  bastante tardío. Su gran obra, ''EN BUSCA DEL TIEMPO  PERDIDO", comenzó a ser escrita bastante tarde; entre tanto  sus habilidades de escritor eran una maravilla y una verdadera  exhibición. Especialmente hay un texto que se llama "Pasti- ches", en el cual cuenta la historia de un acontecimiento  que ocurrió en Francia: una estafa a un banco con una má- quina para hacer diamantes. Proust cuenta el ..caso Lemoine':  que así se llama, según la prensa, pero en el estilo de Balzac,  ..el asunto Lemoine en una novela de Balzac ... ~·, luego en  el estilo de Flaubert, ..el asunto Lemoine en una novela de  Flaubert", y sigue con Renard, Víctor Hugo, etc. Mientras  tanto, no sabemos cuál es el estilo de Proust, porque no ha  publicado casi nada. Hay en Proust una dependencia inmensa  de lli madre. Para poder escribir su gran obra, que es gran  parte una ceremonia fúnebre, tuvo q.ue esperar a que la madre  muriera. El destinatario real era demasiado fuerte, para cons-


 

256 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

truir un destinatario ideal; por eso es algo tardío. Nos encon- tramos, pues, con el fenómeno tan curioso de un hombre con  una habilidad literaria probada y llevada prácticamente a lo  que llamaríamos circense, todo inhibido, y que de pronto  desembucha aquel mamotreto maravilloso que está enredado  con el problema del destinatario. El destinatario puede impe- dir, puede promover, puede inspirar, inhibir. Nunca es indi- ferente a quién hablo para saber qué hablo, ni siquiera con  relación a mí mismo.

Es decir, en lingüística elemental, se podría decir que el  lenguaje tiene esos seis aspectos principales, que todo discurso  los contiene y que se relacionan entre sí y que incluso se  pueden clasificar los discursos según los aspectos que más  se subrayan.

En un discurso científico la función expresiva del lenguaje  tie

nde a cero; en cambio, la referencial alcanza su máximo.  Lo importante allí es el referente, que esté tan bien descrito  que cualquiera lo coja. Un geógrafo, por ejemplo, no es un  poeta que nos está contando si el paisaje le pareció muy bello  o muy feo, sino por dónde va el río, cuántos afluentes tiene,  en fin. Para un poeta lo fundamental es la función expresiva;  Hoelderlin dice, por ejemplo: ..En la noche hacia el cielo  crecen las rosas". Como informe del empleado de un jardín  botánico eso es lamentable, porque también crecen en e]  día y además no van a crecer hacia otra parte; pero es que el  poeta no está hablando de eso, su referencia es otra cosa, todo  allí es metafórico: cuando se acaban las preocupaciones inme- diatas del día, los deberes, entonces vuelven a aflorar las  grandes aspiraciones que estaban ocultas. Es decir, si no lo  tomamos en el campo expresivo, no entendemos nada.

Cada tip

o de (;.Omunicación, cada forma, pone el acento  en uno o en otro. Desde el punto de vista lingüístico, esto  nos sirve como base; en psicoanálisis la cosa cambia mu- cho.


 

Estanislao Zuleta Obras 257

Aunque empíricamente no hay problema en saber quién es  el emisor

, en psicoanálisis sí. En análisis el problema de saber  quién está hablando no es tan claro, porque puede ser que en  el momento en que está produciendo determinada demanda,  por ejemplo, puede estar confundiéndose con el niño que fue  y está hablando desde una regresión, o simplemente está  identificado con la mamá y está haciendo una perorata, incons- cientemente, al estilo de las cantaletas que la mamá le hacía  al papá. Tampoco es muy claro, por la misma razón, quién  es el destinatario. Gran parte de lo que solemos llamar en el  psicoanálisis la transferencia -aquel proceso por el cual se  transfiere al analista dramas sentimientos y demás, que se han  tenido con otras personas, principalmente con los objetos  primordiales-, es una oscilación permanente del destinatario.  Muchas veces en lo que consiste el análisis de la transferencia  es que el analista trae a cuento que "en este momento le estás  hablando a tu mamá, ese reproche se lo hacías a tu mamá, de  no ponerte suficiente atención, de no distinguirte de tus  hermanos"; como está bravo porque le toca el tumo a otro  paciente, el analista coge que el destinatario ya es la madre.  Esto no es suficiente y deja de ser tan fácil al introducir el  problema del inconsciente.

Como se dijo antes, el histérico desata la función expresiva  e

n términos de lo que siente, lo que está viviendo, la impre·  sión que tuvo, y pone el acento con una clarividencia parti- cular en el destinatario; mientras que el obsesivo pone el  acento a veces de una manera fastidiosamente exclusiva en  el referente, en término de lo que pasó, a qué horas. Los  relatos están polarizados así.

Es en términos objetivos, y no en términos subjetivos, como  quiere promover la verosimilitud el obsesivo. Es en términos  subjetivo, comunicando una vivencia, como quiere hacerse  creer, volverse verosímil, el histérico; a veces, en casos muy  exagerados, el uno está pendiente del destinatario de la manera  más extraordinaria y el otro a veces se desentiende del destina- tario y su discurso está impulsado por el deseo de chequear


 

258 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

él mismo lo que él es; el destinatario no le preocupa, el desti- natario le bosteza encima, se le caen los ojos mientras está  haciéndole la visita, mira el reloj y el otro sigue: "te voy a  contar además la historia de otra tía que no conociste .....  y sigue contando. Es el caso también de aquel con quien se  habla por teléfono y puede uno dejarlo que hable un rato y  después decirle "sí'', pues al sujeto no le interesa el destina- tario; este sujeto es un Yo que no necesita una

garantía real,  tiene un vieja garantía. El fantasma del obsesivo, dice Lucy  Irigaray, es el haber sido el objeto predilecto del deseo y del  amor de su madre y, por lo tanto, tiene una garantía antigua  para siempre y no necesita que actualmente le estén diciendo:  "sí, cómo no, usted tiene toda la razón, usted es maravilloso".  No, él siente que es maravilloso sin necesidad dt: eso y le  parece que todo lo que a él le ha ocurrido vale la pena de ser  consignado en el lenguaje, aunque el otro esté que se muera  del sueño y del bostezo y se ponga bizco de la aburrición,  de todas maneras le sigue contando la historia; hace lo contra- rio del histérico. Sus posiciones en el afecto difieren inmen- samente.

Desde el punto de vista del lenguaje, evolucionan el estilo  del uno y del otro en la conversación misma. Hay un tipo de  obsesivo al cual le parece extraordinariamente interesante  todo lo que cuenta; él no escoge lo que le puede gustar o  interesar al otro; emplea la asociación de una manera que  podemos denominar metonímica, es decir, por contexto,  no por afinidad de sentido, y el discurso le resulta supre- mamente disperso.

Suponiendo que un histérico y un obsesivo abren el periódico  y ven una misma noticia y comienzan a conversar. Al hablar  el obsesivo, esa idea del robo de los 13 millones y medio de  dólares lo lleva a hablar de cómo se produjeron esos cables las claves, los medios de comunicación, los télex; ésto lo  lleva a hablar de la electrónica, ésta le recuerda al Japón habla de las japonesas y del erotismo japonés y se fueron  los 13 y medio millones hace rato. En cambio, el histérico


 

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tiende a la idea flja, este robo le recuerda otros que se queda- ron sin descubrir y finalmente todo lo que se ha quedado  sin descubrir, cuenta lo que más lo ha herido, lo que perso- nalmente él nunca ha sabido y llega al intimismo. Con la mis- ma noticia cogen por caminos diferentes; tienen su estilo de  hablar y así hay que hacerles su estilística.

A veces se encuentran en un café tres personas con estilos bien  diferentes y no circula la conversación, no chis-porrotea la  conversación con vida, sino que dos callan mientras uno habla,  a ninguno le preocupa lo que está diciendo éste, con la espe- ranza de que algún día se calle para soltar lo suyo. Otras veces  la conversación se anima y unos discursos fomentan a los  otros; otras veces se suceden monólogos en forma bastante  triste, de aguardiente en aguardiente. Eso se ve en la vida  corriente.

Esto aquí simplemente se agudiza, se vuelve más extremado, lo  podemos captar porque lo llevamos a lo patológico, lo cual  nos permite

 de todas maneras hacer una lingüística más com- pleja o más viva, no porque la otra sea muerta, sino muy  descriptiva y menos tendiente a ser explicativa, aunque más  científica pueda ser, no sé.

En este esquema nos podemos apoyar para ver algunas dife- rencias

 entre histeria y obsesión. Hasta ahora las he expuesto  de una manera casi fenomenológica para que las reconozcan  en ustedes mismos y en la gente que conocen. V amos a expo- nerlas de una manera psicoanalítica, es decir, por los mecanis- mos inconscientes que rigen uno y otro caso, y los dramas.

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l. EL PROCESO PRIMARIO

V amos a tratar de avanzar un poco más en el tema de las  características del lenguaje en el histérico y en el obsesivo,


 

260 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

planteando algunos problemas y manteniéndonos todavía  en la consideración de ambos casos como estructuras psíquicas  y como tendencias, más bien que entrando en las formas más  francamentl' patológicas, porque así es más fácil reconocer  en una forma más vivencia! los dos fenómenos.

En ese sentido, un tema que aún no se ha expuesto es el de  la manera como Freud describe las características del Proceso  Primario. Esto se encuentra en casi toda su obra, pero la  descripción más completa está en "LA INTERPRETACION  DE LOS .SUEÑOS", en el capítulo sobre ·•La elaboración  onírica". Se trata de un estudio sobre los sueños, en el cual  logra encontrar, en la forma misma de elaboración de los  sueños; una serie de características que son bastante particu- lares: condensación, desplazamiento y figurabilidad ( l ).

El proceso de condensación se da de una manera casi directa  en el contenido manifiesto de los sueños: cuando soñamos con  una persona que resulta también otra; al interpretar tenemos  que preguntar por las asociaciones con una y con otra para  ver a qué se debe esa condensación. Es muy frecuente también  la condensación en el espacio: una casa que tiene característi- cas de varias casas que hemos habitado o visitado. En general,  la condensación es uno de los grandes elementos del trabajo  de la producción del sueño.

El desplazamiento es descrito por Freud sobre todo con rela- ción al afecto y a la importancia: es decir, que un elemento  del sueño que está muy cargado de afecto podría resultar ser  en el sueño mismo un elemento muy secundario, pero estar  representando otra cosa; este es el desplazamiento del afecto.  Generalmente, un elemento representa a una persona porque  hace parte de un contexto; por ejemplo, un sueño en que se  quiebran unas gafas y el soñante tiene una tristeza muy pro-

(1) En la traducción de Ballesteros "CUIDADO DE LA REPRESENTA- BILIDAD". Obras, T.I. Pág. 429, edición de 1 .948.


 

Estanislao Zuleta Obras 261

funda, lo primero que asocia con gafas es una abuelita, y por  ahí va el desplazamiento al elemento del sentimiento sobre la  persona.

Freud considera la condensación y el desplazamiento como  fenómenos fundamentales del psiquismo inconsciente y los  vuelve a encontrar cuando estudia "EL CHISTE Y SU RELA~  CION CON LO INCONSCIENTE,.. Muestra que ese par de  fenómenos son los que rigen la construcción del chiste.

Mucho más adelante, en "TOTEM Y TABU", Freud trata de  explicar el fenómeno de la magia, del pensamiento mágico, encuentra que no

 se reduce al fenómeno que no podría consi- derar más manifiesto: la omnipotencia de los deseos que se  deben cumplir en la realidad por medio de algunos rituales,  fenómenos que están en la infancia de todos. El sentimiento  de omnipotencia procede de la identidad con los objetos  primarios a los cuales se vive como omnipotentes, porque de  ellos proceden las normas, el idioma, las prohibiciones y  todo, según el niño. El niño vive la omnipotencia de los  padres de una manera tan grande que adjudica cualquier  asunto a un deseo de estos; si se cae, por ejemplo, se enoja  con la mamá.

Toda la magia es la conservación de ese tipo de causalidad  adjudicada al deseo de alguien y, desde luego, todo el pensa~  miento mágico se mantiene en esa direación y es muy difícil  erradicar porque fue una experiencia profunda. Así, por  ejemplo, ·a la medicina impersonal, que busca una causalidad  completam

ente ajena al orden del deseo, frecuentemente se  le oponen t~orías seinimágicas o mágicas, q"Qe si bien no son  verdaderas, consultan mucho más esa causalidad del deseo y  en el fondo de nuestro inconsciente todos somos supersticio- sos y todos tenemos una tendencia mágica. Es posible que la  hayamos abandonado conscientemente hace mucho tiempo  y que cuando nos pase un accidente consideremos que es una  casualidad y que no tienen que ver con malos deseos de nadie;  es posible que por falta de racionalización todavía creamos


 

262 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

que el nifío está enfermo por un "mal de ojo", es decir, porque  alguien tuvo un mal deseo, una mirada daiíina. Esa otra medi- cina sigue aliado, la medicina folclórica que llaman, y formas  de medicina no científicas producen una atracción sobre  mucha gente porque no les trata su propio cuerpo como algo  anónimo, impersonal, presa de la estadística y de los aparatos,  sino que se los trata como algo que es un núcleo de deseos y  de la hostilidad, que se sienten más cerca de la vivencia y de  la infancia.

La magia, pues, tiene que ver con ese fenómeno y está arraiga- da allá; una causalidad por el deseo es lo que la magia busca.  Sin embargo, cuando Freud describe en ''TOTEM Y T ABU,. el  fenómeno de la magia, muestra que hay dos tipos de magia,  como ya lo habían visto algunos antropólogos desde el siglo  pasado, Taylor por ejemplo. La magia imitativa y la magia  contagiosa. La primera procede por una forma similar a la  de la condensación, que suele denominarse también metáfora:  se fabrica un mufieco que representa al sujeto que se quiere  petiudicar; se le clavan alfileres, en fin, se le manipula con el  principio curioso de que lo semejante es eficaz sobre lo seme- jante, por eso se llama imitativa. La magia imitativa es un  proceso muy frecuente en las comunidades primitivas, incluso  se mezcla continuamente con la técnica y difiere un poco de  la religión, aunque no en su eficacia, y si alguna es más eficaz,  esa es la magia. Allí donde el religioso ·no manipula sino que  ruega a un ser omnipotente, el brujo no reza, no se inclina  como el sacerdote, no se humilla, no se autoculpa; él baila, él  echa humo, él manipula, é.l se autoafirma, pertenece a una  sociedad mucho menos jerarquizada. La jerarquización de la  sociedad y no la experiencia es lo que hace pasar de lo uno a  lo otro, sin que lo uno deje de conservar lo otro.

Ahora bien, esa magia imitativa se extiende mucho, por  ejemplo,

 al conjunto de ritos; en lugar de rogativas para que  llueva, ponerse a regar orines y hacer uno mismo que llueva;  la búsqueda de fecundar las tierras, no por medio de abonarlas,  sino, por ejemplo, teniendo relaciones sexuales encima de los


 

Estanislao Zuleta Obras 263

terrenos que van a ser sembrados, es una de las primeras  formas de impulsar la agricultura en los más diversos y sepa- rados pueblos, con el mismo principio imitativo de que lo  semejante produce lo semejante.

La magia contagiosa opera por otro lado, no por el lado  metafórico sino por el lado que se llama metonímico, por  contexto. Para poder manipular a alguien hay que conseguir  algo que pertenezca a su contexto, por ejemplo, su cinturón,  parte de su cabello y con eso es suficiente, porque el principio  teórico es que lo que estuvo en contacto sigue siendo eficaz  sobre aquello con lo que estuvo en contacto.

No quiere deCir esto que en los estudios antropológicos el  par de

 procedimientos se excluya; quiero mostrar simple- mente que el sistema de Freud ha encontrado que la condensa- ción y el desplazamiento es de una gran universalidad. Lo ve  primero en los sueños, luego como las formas de producción  del chiste, luego como las formas de la magia y, en general,  es de una inmensa universalidad, es decir, son leyes del Proceso  Primario que salen en una u otra parte.

Ahora bien, la figurabilidad es otro fenómeno también encon- trado en principio a propósito de la interpretación de los  sueños. Consiste en el devenir imagen de una preocupación, de  un pensamiento. Es un fenómeno que hace que los sueños  tengan una formulación generalmente tan plástica, visual;  el sueño es una especie de alucinación normal, cotidiana y  tiene la característica de una alucinación, por

 ejemplo, la fe  de un sujeto en lo que está soñando, cosa que no tiene la ima- ginería, porque podemos crear historias imaginarias, pero  sabemos que lo que estamos imaginando no está ocurriendo,  .mientras que en el sueño ese saber está por fuera, ese saber  sólo viene al despertar. Uno se puede imaginar un dragón que  se le viene encima y no tener el menor temor, pero si se sueña  eso se despierta sudando del terror.

La figurabilidad es un fenómeno enigmático; Freud lo com- para a ciertas formas de la pintura en las cuales el espacio, las


 

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figuras y los colores, se vuelven altamente significativas y  muestra incluso cómo hubo pintores, por ejemplo, Pieter  Brueghel, que hicieron directamente en forma de cuadro el  mismo proceso de la figurabilidad. ·srueghel tiene un cuadro  muy conocido que se llama "Refranes Flamencos", el cual  es un conjunto de refranes pintados, no hay ninguno citado;  de ellos algunos son muy conocidos entre nosotros, como  "echar perlas y los cerdos" para significar el hecho de decir  cosas muy elevadas y muy sutiles a personas de muy mala  voluntad y de poca comprensión; allá dicen "echar rosas a  los cerdos" y en el cuadro está un señor echando rosas a los  cerdos; también está "el pez grande se come al pequeño",  "confesarse con el diablo" y está el diablo pintado en el confe- sionario.

Así miismo es el sueño: pintar textos, eso es lo que se llama  la figurabilidad. Parte de nuestras visiones y de nuestras  percepciones nos permiten, a veces preconscientemente, a veces  inconscientemente, encontrar allí. Un ejemplo, muy caracterís,  tico es éste, que parece tomado de Brueghel: Un individuo  que es bastante moralista se indigna mucho al saber que un  amigo de él está haciéndole la corte a la

 esposa de otro amigo,  y exclama: ''caramba, pero éste sí anda por las alcantarillas";  pero a la otra noche sueña que él va por entre un gran tubo y  que hay excrementos por donde va caminando, es decir, su  frase se le convierte en la imagen del sueño, porque la esposa  del otro también le gustaba mucho a él. Entonces el sueño está  realizando el deseo de lo que le adjudica al otro: ir por entre  las alcantarillas. ¿En qué forma?, en forma de figurabilidad; el  devenir imagen de un pensamiento, de un deseo, de una preo- cupación es otra característica del proceso primario.

En cierto modo eso siempre lo habían sabido por lo menos  los pintores y todos ellos se reconocen a sí mismos como  pensadores en forma de imágenes; eso esta en el ''"TRATADO  DE LA PINTURA, de Leonardo. En ese sentido todo el  mundo es pintor, por lo menos cuando estamos dormidos,


 

Estanislao Zuleta Obras 265

porque logramos reproducir de la manera más nítida y más  fiel, rostros y figuras que hace añ.os no vemos, cosa que le  quedaría difícil hacer a un pintor.

Claro está que hay otras características en el Proceso Primario,  pero

 las anteriores nos sirven para la caracterización de la histe~  ria y la obsesión. Entre otras cosas, Freud señ.ala que hay una  especie de gramática del proceso primario y que en el proceso  prmario no entra la disyuntiva "esto o lo otro", no entra,  por tanto, la ley de la contradicción, propia de la lógica,  no entra la diferencia entre sucesión y causalidad: "ésto  ocurrió después de esto" y "ésto ocurrió a causa de esto",  que son dos cosas muy distintas en la vida despierta. Nosotros  sabemos que hay muchas cosas muy distintas en la vida des-- pierta. Nosotros sabemos que hay muchas cosas que se suceden  sin tener ninguna relación de causalidad y estaría loco el que  creyera que hubo un temblor de tierra a causa de que él se  sacó un moco; en cambio, sabemos que tiene un ojo negro  a causa de que le dieron un puñ.o. Es decir, en la vida despierta  la sucesión y la causalidad son para nosotros claramente dife~  rentes, pero en el proceso primario no se diferencian.

En "ANALISIS DE UNA NEUROSIS OBSESIVA" dice  Freud, planteando nuevas diferenciaciones, que "allí donde  la histeria condensa, la neurosis obsesiva separa". Por ejemplo,  la histeria condensa la censura, que a veces es el castigo, y el  deseo con relación a una misma cosa. Este ejemplo lo trae  Freud va· en la ..

INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS",  pero luego en otros estudios sobre la histeria lo desarrolla  todavía más. En el deseo sexual la histeria se coloca en un  nivel genital, mientras que Ja obsesión está caracterizada por  la regresión bastante marcada a la etapa anaJ. Una muchacha  cuyos deseos sexuales son reprimidos, produce los síntomas  del embarazo y de esa manera queda condensado, por una  parte, el deseo, como ya realizado, y por otra parte, el auto~  castigo por la realización de lo prohibido, en un sólo síntoma.


 

266 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Pero mucho más característico es la descripción que nos hace  Freud en

un texto que se llama "GENERALIDADES SOBRE  EL ATAQUE HISTERICO", donde muestra que en el ataque  histérico se condensa otro problema de la historia en el sentido  .inconsciente profundo: la fuerza de la bisexualidad. Si el  ataque hist6rico resulta tan incomprensible en sus movimien- tos y tan incoherente, casi como convulsiones puras, aunque  en realidad no son convulsiones, es porque en realidad el  histérico o la histérica están representando al mismo tiempo  los movimientos de un violador y de una persona que trata  de evitar ser violada. Si se sabe eso, se puede empezar a leer;  el síntoma es ya él mismo una condensación de dos tenden- cias.

En cambio, en la neurosis obsesiva lo que domina es el sistema  de la separación. Lo que aparece en la conciencia es el final  de un proceso cuya cadena ha sido en gran parte anulada e  invertida. Por ejemplo, "EL HOMBRE DE LAS RATAS''  tiene ideas obsesivas, porque el obsesivo generalmente no  reconoce tener deseos sino ideas que se le ocurren y nunca  se sabe de dónde le llegan. Sin embargo, el análisis permite  restablecer el proceso de las ideas obsesivas. "EL HOMBRE  DE LAS RATAS" en un momento cuenta que tuvo la idea  de cortarse el cuello con una navaja de afeitar, cosa que a él  mismo le asustó; haciendo el análisis se encontró que la dama  de sus pensamientos, para gran frustración suya, se fue porque  estaba enferma una sefiora a quien tenía que acompafiar, se  fue para un balneario y lo dejó solo preparando sus estudios  para graduarse y poderse casar con esa dama; siguiendo con la  serie de ideas, se le ocurriría que "en lugar de estar aquí  haciendo estos estudios debería estar con fulana, si no se  hubiera atravesado aquella maldita vieja a la que habría  que cortarle la cabeza". Todo esto fue restablecido por el  análisis, pues esto desaparece de la conciencia y lo que aparece  es el castigo: "debes cortarte la cabeza por tener ideas asesi- nas", entonces a él se le viene la idea de cortarse la cabeza con  la navaja de afeitar y se aterra porque todo lo demás queda  anulado.


 

Estanislao Zuleta Obras 267

El proceso de la anulación es uno de los mecanismo de defensa  que reina en la neurosis obsesiva, como también el de la sepa- ración. Como pensador, el neurótico obsesivo es un partidario  del esencialismo y del rigor, que no se vaya a con fundir nada  con nada, que se considere hasta qué punto es incompatible  su conc..-epto con otros conceptos que podrían aparecérsde.  su teoría con otras teorías que podrían también dárselas de  ciencias y no son más que ideología. El rigor de Althusscr,  por ejemplo, deja entrever la neurosis obsesiva casi que entre  líneas: en todo es rigurosísimo: que no se vaya a confundir la  época ideológica con la época científica de Marx.

Podemos seguir en muchos campos esa oposición de histeria  y obsesión. Por ejemplo, hay una vivencia del tiempo muy  diferente entre el histérico y el obsesivo. En la medida en  que el fantasma del histérico es el de no haber sido suficien- temente amado y su deseo es el de una inmensa aprobación  que nunca le parece suficiente, el tiempo que rige en su vida,  podríamos denominarlo así, es el aplazamiento. Aplazar,  '"luego lo haremos mejor"; aplazar siempre que habla: "des- pués les diré la cosa más ampliamente". Prometerse a sí  mismo y aplazar para después. El tiempo está siempre en  suspenso en el orden de una promesa y de una autopromesa.  Ahora bien, eso no es suficiente refutarlo de una manera  lógica y decir, por ejemplo, que aplazar no es correcto, que  lo que podemos hacer hoy no lo podemos hacer mejor dentro  de dos afios, que lo que no hicimos hoy ya no se hizo. Eso no  se puede refutar, el aplazamiento es esa vivencia de que no  hemos terminado de dar la prueba de que merecemos una  aprobación y no terminaremos nunca.

El tiempo del obsesivo es algo completamente diferente.  Leclaire decía que en el tiempo del obsesivo se trata de con- vertir el futuro en el pasado; ésta es una formulación supre- mamente interesante porque una característica del obsesivo  es la planificación absoluta. El obsesivo va a hacer un paseo y  necesita tener el itinerario exacto de dónde va a ir, por dónde  va a ir y a qué horas va a estar en el sitio; el mapa le encanta


 

268 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

y el itinerario. De tal manera que es como si elpaseoya estuvie- ra hecho y trata de cefíirse exactamente a su itinerario; hay  una angustia de que algo imprevisto ocurra, hay una falta de  apertura al futuro como golpe de dados que enriquece y que  obliga a impbÍVisar la vida. Hay, pues, esa voluntad de conver- tir el futuro en pasado, mantiene su libreta con sus apuntes  sobre todo lo que va a hacer y con quién se va a ver y a quién  va a llamar y a qué horas, y trata también de conservar el  pasado, no el pasado de la memoria involuntaria de Proust,  el pasado vivido que de pronto irrumpe como añoranza, como  nostalgia, como remordimiento, sino un pasado debidamente  organizado, por ejemplo en un album de fotografías de diver- sas épocas de la vida, de diversas edades de sus hijos y tratar  de tenerlo empaquetado y metido en el bolsillo, disponible,  pero que no le asuste el pasado irrumpiendo de repente como  nostalgia, como remordimiento, como vivencia inesperada en  esa memoria involuntaria que tan bellamente describió Proust  en "EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO". Proust, probable- mente llevaba las cosas tan lejos por eso, él detestaba la foto- grafía como un enemigo personal, él lo que amaba era otra  cosa: un pasado no disponible que le irrumpiera y lo reviviera,  no archivable.

También se ha dicho que el obsesivo trata de convertir el  tiemp

o en un espacio y en un espacio que quede lleno, sin  huecos. El horario del día, el itinerario del día, el mapa del  paseo, ojalá todo esté como si el tiempo fuera un espacio y  ese espacio estuviera lleno de acontecimientos, medido y  previsible.

Se han descrito muchas otras oposiciones entre la histeria y  la obsesión. A propósito de la vivencia del cuerpo, que es  múy distinta también, hablaba de la experiencia. del espejo.  Las diversas formulaciones psíquicas ven el espejo de maneras  supremamente diferentes; ya cité un trabajo de L. lrigaray  que se llama "Comunicación lingüística y comunicación espe- cular", en el cual muestra cómo se ven de diferentes en el


 

Estanislao Zuleta Obras 2h'J

espejo las diversas estructuras psíquicas. Por ahora, vamos a  ver la histeria y la obsesión.

Las manifestaciones de la psicosis abierta, no como tendencia,  ante el espejo, son gravísimas; el paranoico ve otra persona,  generalmente el padre o algún representante; el esquizofrénico  no se reconoce en el espejo, es muy frecuente que entre por  primera vez a un sitio donde hay un espejo de cuerpo entero  y al verse a sí mismo salude sin darse cuenta de que es él.

Con la psicosis la cosa es compleja, en cambio con la neurosi

no; son simples tendencias, diferencias de matiz. Por ejemplo,  en el histérico hay una gran disconformidad con su propio  rostro y no le gusta mucho el asunto de verse demasiado en  el espejo, porque no está conforme con su propio rostro, le  parece que hay algo allí que no está bien; prefiere afeitarse  rápidamente y no tener que ver ese espectáculo que lo deja  insatisfecho. El obsesivo, en cambio, se regodea reparando en  el espejo todas las particularidades de su ser con bastante  aprobación. Esto procede de los fantasmas de que hablé al  comienzo, de haber sido el objeto muy adecuado del deseo  y el afecto de la madre, en el caso del obsesivo, y haber sido  suficientemente amado, en el caso del histérico.

Esto es altamente independiente de la realidad, es decir, de  las características estéticas del personaje. Se ve, por ejemplo,  en l:¡s damas histéricas, así sean lindas, el descontento con  su figura y con su rostro; y en las damas obsesivas, la felicidad  con que se arreglan y se mantienen ante el espejo aunque sean  un camello con faldas.

Lo dicho antes acerca de los discursos, son tendencias. Ninguno  de los

 discursos•, como el del histérico y el obsesivo al comen- tar la noticias de prensa, deja de ser coherente. Aunque ambos  vayan por lados diferentes, el uno por el lado metafórico de  una insistencia en el sentido para terminar en su sentimiento,  en el reconocimiento de lo que él ha perdido y le resulta irre- cuperable, y el otro por el lado del contexto; de todas maneras


 

270 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

estamos ante dos discursos muy diferentes al discurso psicóti- co, porque ambos poseen toda la lógica y respetan las premi- sas, los prerrequisitos, los presupuestos del discurso.

El discurso del psicótico, como la imagen ante el espejo, co

mo  la impresión del cuerpo, como el problema con el espacio,

 pasa a un campo muy distinto al de la neurosis. Es decir, el  discurso psicótico no reconoce los presupuestos del lenguaje.  El discurso tiene presupuestos lógicos y presupuestos existen- ciales; por ejemplo, cuando un individuo dice que "hace 8 días  decidí vender el carro", hay un presupuesto lógico: que tenía  carro. Lo que caracteriza el discurso delirante es que eso no  es necesario, el hombre puede decir: "hace 8 días decidí  vender el carro" aunque uno sepa que jamás ha tenido carro.  Ahí el problema es menos de matiz, el problema es que él no  sabe quién habla, es la identidad misma la que está confundida;  e$o no quiere decir que lo que está diciendo sea una falsedad  absoluta, eso quiere decir que no sabe quién habla. Si uno  logra hacer el análisis, puede resultar algo por este estilo:  que un tío tenía un carro y mató a alguien con ese carro y se  sintió tan culpable q\Je decidió vender el carro por lo que  le dieran y que hace ~ días él hizo algo de lo que se sintió  culpable, entonces, se identifica con su tío y resulta diciendo  que "hace 8 días decidí vender el carro". Eso no se lo entiende  nadie, sobre todo si sabe que nunca tuvo carro, pero no quiere  decir que no haya allí ninguna verdad, sino que es una verdad  de muy difícil acceso porque ya no está en los presupuestos  del lenguaje.

Los presupuestos lógicos del lenguaje son muy evidentes;  si alguien dice que dejó el cigarrillo, significa que fumaba;  si uno dice •'Pedro sabía que Pablo iba a venir", lógicamente  significa que Pablo vino, porque si no, no sabía sino que creía.  Hay una cantidad de presupuestos que ya no se pueden reducir  a los seis aspectos, sino que son presupestos todavía más  esenciales de la lógica misma de la comunicación. El estable- cimiento de una base común es algo con lo cual comienza una  comunicación entre dos personas, si no se supone que esa


 

Estanislao Zuleta Obras 271

base común exista ya; por eso, cuando la base común existe,  es tan frecuente que todo el mundo se ponga a hablar de ella,  digamos, de qué tiempo está haciendo, de cómo ha llovido,  del temblor de tierra y de todo lo que es una experiencia  común. Es muy fácil iniciar una conversación cuando no hay  que explicitar una base común.

Es muy característico del paranoico que el referente lo tiene  como algo absolutamente dado, aunque seaYpuramente perso- nal. El paranoico no se pone a explicar, ni a discutir, ni a expo- ner que él en realidad está siendo objeto de una persecusión,  si el delirio básico es persecutorio; eso lo da por sentado. El  lo que trata es quiénes entran en el complot, qué medios están  usando y qué consecuencias puede tener, pero el hecho le  parece como si hubiera sido un terremoto, que todo el mundo  lo tiene que dar por sentado, que existió y que existe; es decir,  allí tampoco respeta uno de los presupuestos del discurso:

que se establezca, si no hay una experiencia común, el referen- te, explícitamente, y que se determine su grado de realidad.

De la misma manera ocurre con los requisitos existenciales.  Es muy frecuente oír decir: "el martes estuve recorriendo  almacenes con mi mamá en busca de una blusa y no pudimos  encontrar una que nos gustara". Es una frase muy corriente  si no fuera porque la mamá se halla muerta hace 20 años.

En el discurso del psicótico ya no se trata de las tendencias  que estábamos viendo en la comparación entre el histérico  y el obsesivo; de lo que se trata es de una ruptura con las  condiciones mismas, en los presupuestos y prerrequisitos de  la comunicación, lógicos y existenciales, sin los cuales no se  puede entender nada; esto es característico del discurso deli- rante.

Después de este primer esbozo de histeria y obsesión, veremos  una caracterización de los procesos psicóticos en general,  paranoicos, esquizofrénicos, para apuntar hacia el tema de la  depresión. Un tema que hay que tratar con mucho cuidado


 

272 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

porque es un fenómeno de nuestra época, es el fenómeno de  nuestra

 época; un fenómeno que es casi colectivo y del cual se  defiende la gente de mil maneras: con el entusiasmo vacío,  por medio de las drogas, por medio de exaltaciones en frío,  es decir, sin esperanzas y sin futuro. Así como en la época de  Freud el motivo de consulta más frecuente era la histeria, la  impotencia y algunas veces la obsesión, en la época actual el  motivo más frecuente de consulta psicológica, psiquiátrica y  psicoanalitica es la depresión. Pero la depresión pertenece a  ambos campos, a la neurosis y a la psicosis. Entonces, voy a  hacer un cierto trabajo sobre la psicosis para que luego situe- mos la depresión.

2. LA PSICOSIS

*

* *

Es bueno que desarrollemos un poco más los dramas de la  psicosis y hagamos algunas comparaciones directas entre  neurosis y psicosis. Hay un trabajo de Freud que, a pesar  de ser muy viejo, sigue siendo importante en esa comparación;  se llama "LA PERDIDA DE LA REALIDAD EN LAS NEU- ROSIS Y LAS PSICOSIS", y es probablemente el primer  trabajo comparativo.

Esta exposición estará basada en dos trabajos modernos:  "Observaciones sobre la estructura psicótica", de Piera Aulag- nier, y ''Observaciones sobre las psicosis", que es el último  capítulo de un libro extraordinariamente bueno de Francois  Roustang, llamado "UN DESTINO TAN FUNESTO'' (1). Lo  curioso de estos textos es que optan por dos formas de  interpretación o dos tipos de problema, corno génesis de la  psicosis, completamente diferentes, y resulta que son dos  trabajos complementarios y ambos son en ese sentido, unila- terales. Si se tornan en conjunto, se tiene una idea bastante

(1) Hay traducción castellana.


 

Estanislao Zuleta Obras 273

más completg de lo que puede ser la génesis de la psicosis.  Ambos trabajos se refieren a fenómenos psicóticos extraor- dinariamente graves y en ambos se tiene en cuenta un fenó- meno que no es muy frecuente, que puede servir de modelo,  y es la psicosis originaria, que también ha estudiado Madame  Gran off.

La psicosis originaria se da cuando un nifio no entra nunca

 en el lenguaje, no entra nunca en el reconocimiento en el

 espejo. En los casos de Madame Granoffnos encontramos con  casos de nifios de 8 afios que no han hablado nunca, lo cual  hace que el tratamiento sea muy difícil. Se necesita una voca- ción especialmente clara para dedicarse a este tipo de casos,  porque hay que trabajar con espejos, con leche, con senos,  con excrementos y demás, en una forma bastante paciente  hasta encontrar alguna entrada a la imagen de sí, a una nueva  forma de relación y al lenguaje. Generalmente también es muy  difícil el diagnóstico, porque los confunden con el atraso men- tal de origen orgánico que no tiene tratamiento alguno.

En todos los casos, lo que allí ha fallado es la estructura misma

  del Edipo, es decir, la posibilidad misma de una triangulación  y esto puede fallar desde el primer momento. Piera Aulagnier  ha hecho estudios sobre el problema de la relación de la  madre con el esquizofrénico y, según la huella seguida por  ella, este problema comienza en e

l embarazo. La relación

  de los padres con el niíio comienza mucho antes de que el  nifio nazca, gues éste ya tiene un sitio en el mito familiar, en  la leyenda familiar, ya tiene un sitio en el inconsciente de  los padres, un sitio reparador de los fracasos de ellos o un  sitio de corroborador de lo que consideren sus éxitos;. con  el nifio se pagan deudas a los abuelos y se hacen muchas  cosas aún sin saberlo.

La primera cuestión que señala Piera Aulagnier es que el nifio  no encuentra un reconocimiento de ese tipo en la madre;  desde el embarazo se nota un fenómeno curioso. En el trabajo  titulado "LA MADRE DEL ESQUIZOFRENICO", de la citada


 

274 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

analista, todas las encuestadas, madres de esquizofrénicos en  condiciones muy severas, se refieren al embarazo: algunas  cuentan que durante ese período estuvieron mejor, más alivia~  das de los riñones, probablemente porque el niño con su  cuerpo colaboraba a impulsar la vejiga y evacuaban más  fácil; otras dicen lo contrario, que sentían bastantes males- tares gástricos, probablemente porque el niño empujaba los  intestinos hacia arriba. Todo ese tipo de respuestas son un

· indicador de que el niño no está siendo vivido como lo que  · llama Piera Aulagnieur, el niño imaginario, sino como un

objeto dentro del cuerpo. Uno de los fenómenos curiosos  · de la maternidad es el investimento del nifio, cuando todavía  no es un niño sino un feto en desarrollo, con una cantidad  de afectos y

de camcterísticas imaginarias, y un cuerpo que  es imaginado por la madre como ya completo, significativo  y con el cual ya se puede entrar en relación. Esa es la ilusión  que nos hace vivir, para retomar los ténninos de Aulagnieur.

La madre del esquizofrénico en cierto sentido es más realista.  Se dan fenómenos curiosos como cuando preguntan a la  madre el por qué no le habla al nifio recién nacido, a lo cual  responde: "para qué le voy a hablar si no entiende nada",  lo que es cierto pero fatal, porque la ilusión de que el niño  es ya un ser humano es la que lo convierte en un ser humano.  Por lo demás, no solamente el nifio tiene una relación con el  lenguaje en el sentido de entender o no, sino de vincular la

· voz a la presencia de la madre, al seno, al calor y al afecto,  y por lo tanto a un aspecto dellengulije, su aspecto musical.  También es verdad que el nifio en el seno materno puede  impulsar, estorbar y producir presiones sobre la vejiga, pero  es precisamente todo ese realismo tan extraordinario lo que  hace que falte en la economía del embarazo el investimento  libidinal, el amor de un objeto que por ahora es ilusorio o,  por lo menos, ilusoriamente humano.

Un niño imaginario es el que se convierte progresivamente  en un ser humano; en cambio, la reducción a su realidad  efectiva es una dificultad de afecto, que a su vez puede difi~


 

Estanislao Zuleta Obras 275

cuitar mucho el parto en el sentido psicológico; es decir,  dejar del parto fundamentalmente el duelo de pérdida de  algo, más bien que el encuentro de algo esperado. Desde ese  momento se desarrolla cierta dificultad de que el niño desee;  eso se puede dar en dos formas extremas: en el abandono o  la angustia, que ante el niño que desea, lleva a la madre a  anticiparse a todo, en todos los órdenes, de limpieza, de  vestuario, de alimentación; es lo que llaman con el desapa- sible nombre de madre atragantadora, que le da angustia que el  niño le reclame y -entonces se anticipa, pero no permite que  se convierta en un sujeto del deseo, sino que ella misma  vuelve a recuperar el narcisismo de antes, poniendo al niño  como un emblema de ese narcisismo.

En una época primitiva, cuando los primeros psicoanalistas  (madame Schehaye, por ejemplo) trataron el caso de la psico- sis, pusieron mucho el acento en una forma radical de abando- no o desamor, en una forma muy aparente: se conocían  casos como el del síndrome hospitalario, ya mencionado.

Lacan estudió el Estadio del Espejo en varias épocas de su  vida. Hay un artículo de 1.939, otro de 1.949 (que aparece en  los .. ESCRITOS") y un seminario de 1.962 donde vuelve sobre  el tema y donde

 más recalca que ese reconocimiento en el  espejo procede del reconocimiento del otro, de ser reconocido  como objeto del afecto, como objeto del deseo del otro. El  siguiente es el caso de un paciente de Piera Aulagnieur en  sus primeras sesiones, antes de una interpretación: .se trata de  un esquizofrénico alucinado, internado en varias oportunida- des; cuando comienza el tratamiento está enfermizo, parece  contento de ese tratamiento que seguirá muy regularmente.  En la cuarta o quinta sesión cuenta que el domingo precedente  salió a tomar fotos y habla de imágenes, de semejanzas, y enea~  dena de la siguiente manera: ••ta imagen del espejo es una  imagen borrada, todo lo que uno puede dejar sobre el espejo  es un poco de vaho, es una imagen a la cual uno da un borrón,  suerte de escritura mal hecha; si yo me miro en un espejo  esto podría ser un espejismo efímero, es la imagen cuyo perso-


 

276 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

naje y asunto es el poseedor de ojos". Yo le pregunto qué

 entiende por esto -dice Piera Aulagnieur-, él responde:  ..bien, hay una imagen en el espejo, lo que admiro es la obra,  la materia que constituye el espeJo; pero la imagen es los  ojos de nosotros, que la poseen,. Ffjense que tan literal con  la clínica es el drama del no reconocimiento de sí.

El lenguaJe falla porque fallan los presupuestos lógicos existenciales del discurso. Pero hay otros problemas con las  fallas del lenguaje. Un problema opuesto al del obsesivo es  la imposibilidad de dudar; el sujeto está despojado de la  palabra porque no puede dudar, debido a que nada de Jo que  él produce como discurso pertenece al reino de lo verosímil  ni de lo probable. Eso implica un juego entre lo que se dice  y lo que se piensa; lo que se dice, las máximas, lo que se  cree, lo qUe otros dicen, las autoridades. investidas (finalmente  es la madre), el discurso del Otro, es qecir, aquello. . en lo que  uno ingresa sin fúndar, el lenguaje mismo. Si Jo que yo d.igo es  lo que c:ticen -otros y esos otros no son- cuestionables, no hay  dudas, pero entonces tampoco soy yo quien habla, y si no,  hablo desde ia manía: lo que yo digo es la ley misma, el. deseo  mismo y la verdad misma y entonces el que dude es porque  es sordo o porque no entiende nada o porque está entre mis  enemigos y se hace el que no cree en lo que es evidente. De  todas maneras se habla desde la evidencia, la evidencia es la  máxima de los otros o es el discurso propio. Esta dificultad  de una relación modulada se puede encontrar, por ejemplo,  con un analista, pero con cualquier otro también; general- mente ellos lo estudian en la transferencia, pero no es nece- sario.

Ya fuera del orden de la psicosis, se puede ver, por ejemplo

con qué soltura y finura Cervantes construye al Quijote y  a Sancho, cómo le construye a cada cual un lenguaje distinto  y cómo ambos están un poco fuera de la realidad. Sancho está  demasiado cerca de lo inmediato, de los intereses del apetito,  de la comunidad, mientras que don Quijote está viendo las  estrellas a través de las ramas y softando el nuevo mundo;


 

Estanislao Zuleta Obras 277

el uno habla con el apoyo permanente de los refranes, de lo  que se dice, negando que es él quien lo dijo o contando la  historia de alguien que dijo "donde estoy yo está la cabecera",  para molestar a Don Quijote y para que éste no peleara tanto  con Miranda sobre quién estaba a la cabecera; Don Quijote en  un lenguaje lírico lanza el fuego y no necesita citar a nadie:  "ya no hay caballero que saliendo '(le esta playa entre en  aquella llanura y allí en una desolada playa marítima ... "  y empieza lo que fue y lo que tendrá que venir, en fin, la Edad  de Oro y el discurso a nombre propio.

La gracia en la obra de Cervantes es que entre las dos polariza·  ciones de los estilos, ambos pueden funcionar como una  crítica de la realidad; el uno a nombre de un sueño de recon- ciliación (Don Quijote), el otro porque es demasiado sencill(Sancho); por ejemplo, el gobierno de la Insula Barataria es  una crítica de la realidad, el hombre es tan claro y tan sencillo  que es demasiado buen gobernante para que lo puedan soste- ner en alguna parte, porque no tiene en cuenta toda la traba  de intereses de los nobles y de sus enemistades, sino las nece- sidades elementales y la justicia más elemental. Lo que era una  burla resultó una crítica, es decir, están antes de la ideología  o después de la ideología dominante, pero no están en ella;  esa es la pareja, por eso pueden ir juntos, por eso pueden  creer juntos -el uno por ingenuidad y el otro por la fuerza  de sus sueños- en tantas posibilidades que la ideología des- carta, la realidad.

En la psicosis nos encontramos a alguien que habla desde una

 afirmáción que no admite la menor duda por ser él quien lo  dice o no admite tampoco la menor duda porque es el discurso  de otro que habla a través de él, del cual no es más que un  transmisor, un altoparlante; en ambos casos el sujeto queda  despojado del discurso, como sujeto de la palabra y como  sqjeto del deseo; es decir, el sujeto no está constituido, porque  el sujeto humano es sujeto sólo en esa medida, en la medida en  que sea sujeto de la palabra y del deseo. En otro sentido el  término sujeto no tiene ninguna significación real porque, por


 

278 Tomo 1 El pensamiehto psicoanalítico

ejemplo, en la percepción un sujeto puede estar perfectamente  asesinado, delirando lo que está viendo como algo terrible- mente amenazador, interpretándolo de cualquier manera según  el drama de su discurso, de sus afectos y de sus fantasmas.

En esta genealogía de la psicosis nos encontramos con una  dificultad de la separación; el sujeto se queda siempre en  una relación especular con la madre, según Piera Aulagnieur.  Roustang insiste mucho, en cambio, que con la madre o con  el padre, pues lo esencial es que sea c.on uno sólo; pero el  problema tampoco es necesariamente por lo que solemos  llamar desafecto, sino por una cierta forma hasta pasional de  relacionarse con el niño. En general, uno solo, el padre o la  madre, funciona

 como madre al comienzo; es decir, al comien·  zo no hay una distinción de la división entre los sexos; uno  solo ha investido todo lo que es él y todo lo que él tiene  y lo que él proyecta en el hijo, Renuncia a todo, a todo  proyecto propio, a todo anhelo propio, a todo deseo propio,  a toda vida propia y adjudica al hijo la misión de ser lo que  él no es y no va a ser, una misión pesadísima. Cargado con  ese lastre, dice Roustang, el individuo tampoco aprende a  Vivir por sí mismo, tampoco construye la posibilidad de una  diferenciación, de una distancia sobre sí mismo, una opacidad  para consigo mismo y con los otros.

Una de las cuestiones que falla en la psicosis, y que ha condu- cido

 a muchos a idealizar, es la represión. En los discursos del  psicótico se encuentra una pasmosa lucidez, pues el inconscien·  te no encuentra una resistencia, pero tampoco una unidad del  Yo. Si el Yo es la sede de la resistencia, es porque necesita  mantener una lucha continua por una unidad relativa. Si todos  los discursos, las tendencias, pulsiones, afectos ambivalentes,  se vienen al tiempo, el individuo queda fragmentado. Es nece- sario sintetizar, seleccionar, apartar, para que se funcione  sobre la base de la otra ilusión necesaria, unidad de propósitos,  intencionabilidad.

Hay ilusiones necesarias, ilusiones que no son superables "in  vivo", aunque lo sean en teoría. No nos hagamos historias,


 

Estanislao Zuleta Obras 279

Spinoza y Nietzsche parecen ir mucho más lejos que Kant,  porque quieren erradicar la noción de libertad y mostrar que  es una noción puramente ideológica. Según Spinoza, "sólo ·

viene de la ignorancia que tenemos de las causas de nuestros  actos, desde luego todo está determinado". Casi en los mismos  términos, Nietzsche dice que ••eso es una metafísica de verdu- gos", eso sirve para poder castigar, echar al infierno, meter  a la cárcel; primero se le dice que es libre y luego por eso se  le declara responsable y se le masacra, así se construye el  culpable, así se construye el pecado.

Sin embargo, Nietzsche, quien era supremamente agudo, ve  más adelante que no es superable y tiene una brillante fórmula  sobre el tema del determinismo de toda nuestra conducta,  nuestros anhelos y deseos: '"el que no lo niegue es un tonto,  el que lo sienta está loco". Ahí ya dió en el clavo. Esta fórmula  reconoce la necesidad de la ilusión. Este es un tema esencial- mente freudiano: la ilusión no es lago que se pueda desechar  a nombre, por ejemplo, de la ciencia.

Como lo muestra Piera Aulagnieur, las ilusiones de las madres  sobre sus niños son constitutivas del devenir humano del  niño. Asimismo nos ocurre en varias otras cosas. En el libro  ••Entre el suefio y el dolor", de Pontalis, hay un ensayo que se  llama ••LA ILUSION SOSTENIDA", donde se estudia el  fenómeno de la eficacia de la ilusión, de la necesidad de la  ilusión. Uno puede discutir sobre tipos de ilusión; esto se ha  hecho en psicoanálisis desde que Freud escribió "EL PORVE- NIR DE UNA ILUSION", cuyo tema es una larga discusión  sobre la necesidad de esa ilusión que es la religión y en qué  medida se puede salir de eso; su idea es que esa ilusión no es  necesaria, pero no que sea vivible sin ninguna. Nosotros produ- cimos espontáneamente ilusiones, como algunos árboles  producen mangos y otros guayabas. Nosotros producimos así  ilusiones, idealizaciones, fantasmalizaciones, que son constitu- tivas de nuestros amores, por ejemplo.

Freud a veces se pone equivocadamente radical en su carácter  explicativo y empieza a meter la pata; dice, por ejemplo,


 

280 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

en el estudio sobre el Moisés de Miguel Angel que a él la músi- ca no le produce ningún placer porque no le gusta emocionarse  sin saber por qué. ¡Pero así no habda descendencia, si tuviem  que andar a cada momento averiguando por qué se estaba  emocionando; es decir, desconociendo que precisamente  gmn parte de la emoción viene del no saber por qué o de  creer ilusoriamente que se sabe por qué.

Tenemos, pues, que en el discurso del psicótico se notan todas  la

s huellas de un abandono del orden de lo probable; por eso  ha sido compamdo de manera minuciosa con el discurso de  algunos sofistas griegos que negaban la posibilidad del error  y era la manera que tenían de demostrar cualquier cosa. El  discurso habla de algo o no habla de nada; si habla de algo  siempre es verdadero y si no es verdadero no está hablando  de nada. El conjunto de las tesis de los sofistas con todos sus  enredos y las paradojas que introdujeron, como la imposibi- lidad del error, es muy próximo al discurso psicótico, aunque  no en los mismos términos.

En el discurso neurótico se ve el esfuer.~:o por encontrar un  vínculo que lo una a lo verosímil de alguna manera; en el  caso del obsesivo, ese

 vínculo está lleno de referencias lingüís- ticas a lo verosímil, citando sitios, testigos, etc. hasta el punto  que se le olvida lo que estaba probando con tantas referencias.  El histérico aspira por medio de la seducción a encontrar que  se le crea por la identificación con él, contando con todo  detalle y muy bien, casi en el orden de la lírica, qué sentía.  De todas maneras., ambos hacen tanto esfuerzo porque están  en otro asunto, en otra vía, porque ambos creen que algo  puede ser verosímil o inverosímil, pero no hacen mayor  esfuerzo para demostrar nada. Todo les parece que demuestra  todo, todo es evidente.

En el discurso delirante todo es evidente, aún sin respetar  las

 precondiciones, los prerrequisitos del discurso (un re fe- rente común, aquello de que estamos hablando o aquella  persona de que estamos hablando); cada una de nuestras frases


 

Estanislao Zuleta Obras 281

tienen requisitos lógicos, de todas maneras sería raro que  alguien

 saliera con que ..soy tan olvidadizo que no recuerdo  dónde- dejé parqueado el carro" y ese alguien no tenga carro.  Los prerrequisitos lógicos fallaron allí, entonces está por  interpretar prácticamente, desde la identidad de quien está  hablando y a quién es que está acusando de olvidadizo.

Se dijo ya que el Yo histérico es algo lábil, maleable, que  puede

 optar por identificaciones nuevas con relativa facilidad,  mientras que el Yo del obsesivo es rígido y resulta muy difícil  que se identifique con alguien. Una maleabilidad relativa una rigidez relativa. En la psicosis nos encontramos con una  cosa muy distinta.

En "EL DUELO", Chejov pone en escena dos personajes: el  primero, Samoilenko, es un médico militar que puso una  especie de hotelito en su casa porque le gusta mucho cocinar  y regalar a los amigos; está convencido de que todo el mundo  puede cambiar con solo que tenga un buen trato, que a todo  el mundo no le falta más que un poco de buena madre para  volverse una maravilloso persona. El otro, Von Koren, como  zoólogo está convencido de que los hombres son inmodifi~  cables como las especies animales y que es tan ridículo tratar  de cambiar a un hombre, ayudándole o haciendo cualquier  cosa por él, como tratar de convertir un gusano venenoso en  una abeja; a los hombres hay que tratarlos como son, a los  hombres convenientes, laboriosos, pensadores, ayudarles, y a  los otros tratarlos con insecticidas, como seres dallinos. Chejov  polariza bellamente en una historia dos posesiones que va en  el conjunto a refutar, como suele hacerlo; eso es de su método,  una mala dialéctica que su relato refuta en ambas polarizacio- nes. "La sala número seis" está también construida con el  mismo modelo.

Ahora bien, esa dos posiciones, la de que el hombres es de  plastilina y podemos hacer con él lo que queramos con solo  tratarlo bien, y la de que es un caso perdido hecho en roca  quebradiza, que no se puede cambiar a un hombre, lo cual se


 

282 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

encuentra en la ideología en difercn tes for

mas: en tifeminismo,  racismo, etc., esas dos posiciones, se pueden situar como si  estuviéramos en una discusión entre un histérico y un obsesivo.  Pero con la psicosis pasa una cosa mucho más curiosa, allí  no se trata de que el Yo sea más o menos rígido o maleable,  allí se trata de un problema distinto.

Hay un tipo de esquizofrenias que tienen la característica de  q

ue se precipitan literalmente sobre cualquier identidad que les

 ofrezcan. El hombre que les predica algo se hace grandes ilusio- nes sobre sus capacidades de convicción o íncluso sobre sus  dones de Don Juan, porque también se puede tratar de c~o.  Dice Roustang que hoy en día, detrás de lo que se denomina  liberación sexual encontramos con frecuencia la bella esquizo- frenia que pasa de mano en mano detrás de todo el que le  ofrezca una identidad. En una pequefia conversación le mues- tran las ventajas inmensas y la razón absoluta de ser comunista  y responde: ''camine vamos por el carnet de una vez"; pero  ese mismo es el que se convierte a cualquier cosa, a los rosa- cruces, a la secta de los Santos de los Ultimos Días, a los de  Alfa y Omega; es decir, el primero que llega se lo lleva porque  está que se precipita detrás de cualquier identidad, y por eso  es tan poco cre1ble una convicción que no presenta ninguna  resistencia. Una convicción real que sea nueva no puede ser  repentina, porque tiene que modificar una estructura de  convicciones anteriores, de posiciones anteriores, lo cual es  un proceso doloroso que tiene mucho de duelo, de duelo de  sus antiguas convicciones, que si eran reales no se pueden  descartar así. Entonces hay un proceso de resistencias, rabias,  identificaciones y ambivalencias, al final del cual se puede  producir una modificación en el pensamiento. Pero cuando  no hay ninguna resistencia, sino que se precipita en la primera  propuesta de cualquier orden (religiosa, político, sexual, etc.)  y lo único que le falta es quien venga a contarle quién es él  para encontrar algo en qué apoyarse, ese ya es otro caso, ya  no es la discusión entre Von Koren y Samoilenko.

El inverso no tiene juego alguno tampoco. El paranoico no  entra a ninguna cosa que se le proponga; él está en su asunto y


 

Estanislao Zuleta Obras 283

es uno quien tiene que entrar en su asunto, si es que todavía  no se ha dado cuenta que es un profeta. Por ejemplo, San  Juan, el autor de ..

El Apocalipsis'', un texto que hoy en día  diagnosticaría como un delirio paranoico cualquier enfermera  de una clínica, arrast muchísima gente. El paranoico muchas  veces no hace la cosa tan fuerte como San Juan, sino que  produce su teoría; el asunto es quién se le suma o quién no;  está de acuerdo, aquel que no hay que tenerle compasión  o tenerle cuidado porque puede ser alguien que está en un  complot contra nosotros; el que no se sume a su teoría es  digno de compasión.

En otra dirección, el obsesivo se somete a una gran cantidad  de normas, variadas abigarradas y pintorescas. Esas normas  son de una arbitrariedad tan extravagante que la relación con  la norma se convierte en una burla a la ley. Es el caso del  que no se puede acostar antes de poner bien alisados los  pantalones debajo del colchón, antes de mirar tres veces al  closet, antes de revisar todas las llaves, que no haya una  gotera, si no, se muere de angustia y no puede dormir. El  histérico quiere que su caso sea considerado como especial,  dada su sensibilidad y dado el problema en que está, quiere  zafarse un poquito de la cuestión de la ley. O sea, el uno la  vuelve demasiado rígida, hasta la extravagancia, y el otro la  quiere elástica, dado su caso y dado que estamos en el orden  de la comprensión, de la amistad, del "para qué tantas normas  si aquí nos entendemos entre nos".

Es distinto en la psicosis, porque aquí la relación con la nor

ma  es un desconocimiento extraordinario, a veces extravagante.  Piera Aulagnieur trae el ejemplo -hablando a las madres esqui- zofrénicas- de que si una persona jugando a las cartas hace  trampa, hace una transgresión de las normas del juego, pero  las reconoce a su modo; pero si declara que "el dos vale más  que el as" porque le vino un "dos", eso ya no es una trampa,  ya que él es la ley, su deseo es la ley; no es que su deseo se  vaya a acomodar a una ley o a transgredirla. Si uno se pone  a jugar ajedrez y declara reina a un peón y entonces jaque  mate, no hay ajedrez posible, porque el otro puede hacer


 

284 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

lo mismo; ajedrez hay sólo en la medida en que cada cual  reconozca qu

e tiene las mismas limitaciones y posibilidades,  reglamentadas y legisladas. Lo mismo ocurre con el lenguaje,  si se quiere asignar cualquier significación a las palabras; si  a nombre de la libertad poética hace como cierto poeta que no  quiero mencionar ahora por razones obvias y quien colocó  el adjetivo fúnebre en un texto y lo explicaba así: "lo que  pasa es que cuando yo digo fúnebre por ello entiendo algo  como saltarín", eso no lo entiende nadie; cuando se quiere  escribir con tanta libertad, ya no se quiere decir nada. Las  normas son la esencia de la comunicación, son condiciones  del deseo, son condiciones de la correlación del uno con  el otro; si no se reconocen, se fue todo con la proclama de  que la ley son mis deseos. Es el imperativo categórico que  propuso el Marqués de Sade: "debes hacer todo aquello que  a mí me produzca placer".

Hemos hecho una comparación entre la neurosis obsesiva y la  histeria, por una parte, y algunas formas de psicosis, por la  otra, en todos los campos, en el lenguaje, el deseo, la relación  con las normas, la forma del Yo, y mostrar así que son muy  diferentes.

En la depresión nos encontramos en un terreno en el cual  hay muchos t!quívocos, porque no es fácil saber si una depre- sión es neurótica o es psicótica. Hay muchos otros casos que  llaman "border line", casos límites entre la psicosis y la neuro- sis. Desde luego, no podemos hablar primero de los casos que  están en el límite sin saber en el límite entre qué y qué; por  eso era necesario exponer la neurosis y la psicosis, para ver  luego los casos en los cuales la curstión está en el límite  y no es una diferencia de esencia, en el sentido de que son  incompatibles, de que si hay lo uno no hay nada de lo otro  y que no se pasa de lo uno a lo otro.


 

DEPRESION. DUEW Y CULPA

La Culpa y la Depresión: el Caso Proust..  El Espacio en la Depresión_  Reacción contra la Depresión en las Fonnaciones Colectivas.


 

Estanislao Zuleta Obras 287

Vamos a ver la depresión desde el punto de vista psicoana- lítico: la depresión psicótica y neurótica, y desde el punto  de vista sociológico como depresión colectiva.

Este problema es tan importante para todos nosotros, para  nuestra época y para nuestro futuro, si acaso tenemos un  futuro, que nos detendremos en él y lo vamos a tratar, en  parte, a través de los grandes artistas que nos han enseñado  algo sobre esto. El tema fue tratado por Freud en "DUEW  Y MELANCOLIA", que es el último capítulo de la "META- PSICOLOGIA". Me separaré un poco de la línea puramente  freudiana y trataré el duelo en los artistas. Está ''LA CASA  USHER" (sugiero la traducción de Julio Cortazar), de Edgar  Allan Poe. Uno de los libros más extraordinarios que se han  escrito en este siglo, es "JOSE Y SUS HERMANOS', del  cual puede verse el capítulo titulado "EL DUELO DEJA- COB". Otra obra, una pequeña novela, es "EL DUELO ..,

de Chejov. La obra de Proust es muy extensa y nos podemos  referir a dos capítulos de "EN BUSCA DEL TIEMPO PERDI- DO"~ "Las intermitencias del corazón" y "Albertina ha  desaparecido··.

Con estos trabajos de Thomas Mann, de Proust, de Chejov  y de Allan Poe vamos a organizar una teoría del duelo para  que avancemos hacia la idea de la depresión. Otro libro reco- mendable es el de León Grimberg. "CULPA Y DEPRESION'',  uno de cuyos capítulos es sobre Thomas Mann.

Para tratar, en primer lugar, el problema, desde el punto de  vista

 psiCOCJllalítico, es conveniente el trabajo de Daniel Laga- che

, "EL TRABAJO DEL DUELO". El problema del duelo  en psicoanálisis es uno de los más importantes. Casi toda  la evolución del desarrollo humano es una sucesión de due- los. El duelo puede ser ya al nacer: entrar en una forma  de existencia con ese desamparo inicial doloroso que se  desarrolla durante afios y afios; ya hay un primer duelo y  todo lo que viene de ahí en adelante son duelos. La simple  organización del tiempo del tetero, después del destete, ya  es un duelo; el nacimiento de un hermanito (el "intruso"),


 

288 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

porque uno deja de tener la posición de privilegio que tenía  ante la madre.

El duelo no es lo mismo que la depresión ni la melancolía. El  duelo es un conjunto de hechos: uno cumple determinados  afios, tantos como para que ya no lo carguen, para que ya sea  un viejo, para que ya no le

 vuelva la menstruación, en fin, el  solo hecho de vivir hace duelo. El tiempo pesa sobre nosotros  como permanente producto de duelo, porque vamos hacia  la muerte y porque esa es la definición del hombre: es el

  único ser que sabe que va a morir, definición que no es grave;  hay una más concisa: el único ser que sabe, aunque no lo  quiera reconocer, que está muriendo continuamente. Es decir,  las posibilidades efectivas de ser algo, están desapareciendo; ya  no puede ser tal cosa, porque ya no tiene la edad para eso  o porque eligió otra cosa. Elegir es matar otras posibilidades;  cuando elige casarse con una mujer que ama, abandona otras  posibilidades. Llevar una línea política, ser comunista, por  ejemplo, implica abandonar otras posibilidades, como ser  banquero, porque un banquero comunista es una ridiculez.  Cada elección es una muerte. En cada uno hay muchos posi- bles que han desaparecido; por ejemplo, como pianistas ya  estamos muertos, como bailarín de ballet yo estoy muerto.

Siempre hay un duelo y lo que importa es saber esto. El  nacimiento de un hermanito deja desplazado a un nifio con  relación a los sentimientos de la mamá, relativamente. Para  este muchachito va a ser un duelo como ya ha tenido otros;  pero hay un momento en que se da cuenta de que hay otras  cosas que compens

an lo que ha perdido. Refiriéndose al  hermanito dice: "Ah, pero no tiene dientes, no tiene pelo,  no lo llevan a pasear al parque", entonces está compensando  con las ventajas que él tiene. En tratamiento de niños lo  mejor es insistirles en ]as ventajas de las diferencias, en lu_gar  de compensarlos dándoles más tetero y tratando de que vea  que él también es bebé; lo mejor es que haga el duelo y que  incrementen las ventajas.


 

Estanislao Zuleta Obras 289

Esa lección deb~ríamos cogerla para siempre, esa es la lección  de la vida. Todo lo que se pierde también nos libera y todo  duelo puede ser también una liberación. ¿Cuál de Ian mujeres  a las qut• el ma1ido abandonó podría decirme con claridad <.'n  qué medida eso fue un abandono o una liberación?, o ¿cuál  de los hombrc:·s a los que su mujer abandonó podría decirme  en qué medida lo abandonó o se liberó de ella? Hubo pérdida,  pero una pérdida puede ser una liheración, y CSt' es el juego de  nuestra vida; el solo hecho de tt-n~..~r años es una pérdida.  La pérdida está siempre frecuentando nuestra vida, pero  toda pérdida puede ser una liberación o una conquista, nos  deja ser otros.

En el mencionado texto de Freud lo primero que ~..·ncontramos  es la idea de

 pérdida del objeto. Freud considera como pérdida  la muerte de una persona querida, pero puede ser también  muchas otras cosas. El proceso del duelo es muy complicado; lo  primero que ocurn.· es que nuestra libido estaba investida en  un objeto privilegiado y ese objeto desaparece. Cuando hay  un objeto privilegiado, ese objeto en cierto modo tiene rela- ción con el mundo enkro, porque todo lo que deseamos  tien1..' que ver con él: deSt:amos triunfar en una cosa, pero no  desearíamos triunfar si la persona que amamos no se diera  cuenta que tuvimos ese triunfo, y si esa persona se muere  podríamos pensar: ..qué lástima esto que me van a dar ahora  no lo va a saber nunca ella, ya para qué".

Duelo hay siempre. Se concibe el psicoanálisis de la pubertad  en términos de dudo, como lo hace Jackeline Rouss~au en  "PSICOANALISIS DE LA ADOLESCENCIA': El problema del  adolescénte fue expuesto durante mucho· tiempo como un  problema de identidad: ¿qué soy ahora, un niño o un hom- bre?, ¿una niña o una mujer? El problema de identidad se ha  vuelto en nuestra época muy complicado: desde cierto punto  dt· vista los hombres se han hecho más prematuros, tienen  más facilidad de relaciones sexuales que en una época ante- rior: pero, en cambio, por probkmas económicos hoy tit·nen  menos autonomí:J que antes. a los 25 años o más son hüos


 

290 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

de papá, con relaciones sexuales desde los 14. Nuestra época  está en una crisis grave, no sólo está la crisis económica del  capitalismo y

 las dificultades de un socialismo estatal; el hecho  es que nuestra época está en crisis por otras cosas, porque uno  no tiene ya claro qué es ser adolescente, qué es ser nit'!.o, qué  es ser viejo, es decir, no tiene clara su identidad; nadie tiene  claro tampoco qué es ser hombre y qué es ser mujer, y poco  consuelo es que le digan a uno "unisex" o lo vistan "unisex".  El problema es que uno necesita la identidad y no me refiero  a ningún tipo de identidad, sino el hecho de que uno necesita  una identidad.

La adolescencia es un duelo inmenso; uno deja de ser niño. pero  no sabe qué va a ser, ni qué significa ser mujer, ni qué significa  ser hombre. Por eso, frecuentemente, el adolescente plantea  lo que algunos psicoanalistas llaman la demanda contradicto- ria, es decir, le piden a los padres cosas contradictorias. Uno  quiere al mismo tiempo liberación y protección. La demanda  contradictoria siempre produce duelo, porque el objeto no  está funcionando como quisieran nuestros deseos o nuestras  aspiraciones.

Todo nuestro desarrollo es un conjunto de duelos. Si alguien  alguna

 vez ha hecho algo importante es porque algo le ha  fracasado. No crean en el éxito, aquel a quien todo le resultó  bien desde el comienzo, sólo el fracaso da chance de hacer  algo. Afortunadamente eso es algo de lo que no carecemos, no  crean en ninguna pedagogía de regalarle todo a nadie y no  contar con la importancia del fracaso. Nada más importante,  afortunadamente, que saber fracasar, habernos ilusionado con  todo el mundo, con nuestra mamá, con nuestro papá y luego  con todo lo demás y haber tenido 14ue hacer duelos una y  otra vez; desilusiones que son <~n parte liberad ones, reconve r- siones, vueltas sobre sí. Hay que creer en la eficacia del fraca- so, que también puede anularlo, a uno, claro está.

Si el hombre se quedara adherido a su primer amor, su mamá,  ¿qué podría ser de la vida? Si no fuera por ese gran desengaflo,


 

Estanislao Zuleta Obras 291

¿cómo podría decir luego, como Goethe, que es hijo de varias,  de la madre y lut>go de la amada y Juego de la otra amada?  ¿Cómo podría dedrlo. como Goethe. con esa alegría? El tuvo  varias porque tuvo desengaños y tuvo que aceptar el desengaño,  no 1..: tuvo mkdo y no le tuvo miedo a morir, a morir continua- mentl'; el poema "DICHOSA NOSTALGIA'' termina con estos  versos inolvklables: "y si tú no puedes comprender éste ¡mue- re y transfórmate!, no será mas que un huésped melancólico en  la tierra tenebrosa".

*

* *

LA CULPA Y LA DEPRESION: EL CASO DE PROUST

Vamos a hablar de la depresión como fenómeno individual y  colectivo, desde el punto de vista psicoanalítico. Como fenóme- no colectivo tal vez es de muy fácil obSt.·rvación: conocemos  sociedades enteras que viven en la más profunda depresión, los  Juto son un caso conocido. y los Sioux de norteamérica, estu- diados por Erik Erikson.

Nadie puede dejar de tener en cuenta, si estudia con agudeza  un fenómeno social o político, la depresión. Eso no es nuevo.  En uno de los más destacados estudios políticos de coyuntum  que se han escrito jamás. si no el mejor, "EL DIECIOCHO  BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE': de Marx, en el cual se  muestra la importancia que ..:stá adquiriendo de pronto el caudi-

llismo, no se usa el término depresión, pero es inequívoca la  observación d..: que "los pueblos en épocas de mal humor pusi- lánime dejan que los voceadores más chillones ahoguen su  miedo interior".

No se trata de hacer psicologismos o no, esto es un elemento de

 la explicación de un fenómeno político, que le resulta necesa- rio a cualquiera, independientemente de su doctrina particular.

En "EL EJE NARCISISTA DE LAS DEPRESIONES'', d..:  Rosolato, encontramos casi al comienzo la afirmación: "La  madre, objeto central de las depresiones': Demósle la palabra  a un sabio en el tema: Maree} Proust; deprimido él mismo has- ta el punto de que un analista que hi7..o un notabilísimo estu- dio de ..En busca del tiempo perdido" dice que esta obra es  una ceremonia fúnebre. No tuvo que inventar mucho. pues  t:l mismo Proust dice: "Estos libros son como cementerios,


 

292 Torno 1 El pensamiento psicounal ítico

buscamos por todas partes en el recuerdo las tumbas queridas,  a veces encontramos algunas cuyo nombre ya está borrado",  hablando de imágt:nes y figuras qut: han tt·nido una gran  influencia en la vida y qut• no se recuerdan sus nombres.

El trabajo de Proust es de un inmenso valor psicoanalítko;  en Jos poetas --como d~cía Fn·ud···- es donde tenemos qm•  estudiar psicoanálisis. El siguiente es el comienzo de la historia  de ..

SENTIMIENTOS FILIALES DE UN MATRICIDA", un  pequeño artículo de Proust:

"Cuando Monsieur Blarenberghe, el padre, mu- rió hace algunos meses, me acordé que mi padre  había conocido a su mujer bastante. D

espués  de la muerte de mis padres yo soy, en un senti- do que sería fuera de propósito precisar aquí.  un poco menos yo mismo y un poco más el hijo  de ellos; sin separarme de mis amigos me a<.·erco  de buena gana a los suyos y las cartas que escri- bo ahora son en su mayor parte las que yo creo  que ellos habrían escrito, las que ellos no pue- den escribir ya y escribo yo en su lugar, felicita- ciones, condolencias, sobre todo a amigos que  apenas conocí".

Este primer párrafo contiene ya un. elemento importante en  el e!'tudio del duelo: la muerte de los padres, en este caso de  una manera muv consciente, le ha hecho '"un poco menos yo  mismo y un poco más el hijo de ellos'? Luego explica que ha  empezado a hacer lo que piensa que e1los harían. En ''DUELO  Y MELANCOLIA'; de Freud, se encuentra que uno de los ele- mentos del trabajo del duelo es la identificación con el objeto  perdido.

Proust escribió al señor Blarenberghe COíl motivo de la muerte  d

el padre de éste. El señor Blarenbergue se puso demasiado

  triste por la muerte de su padre, hasta el punto de que durante  unos cuatro meses no pudo reiniciar sus actividades, incluso  por consejo de los médicos. En su Tel>'PUesta a Proust, una  respuesta supremamente be1la que indica una persona muy  sensible, le explica que tmtre otras cosas a eso se debe la  demora en contestarle. Veamos una parte de la respuesta:


 

Estanislao Zuleta Obras 293

"Por tardíamente que sea, quiero en todo caso decirle hoy  que he sido extremadamente sensible al recuerdo que usted  ha guardado de nuestras antiguas y excelentes relaciones y  profundamente afectado por el sentimiento que le ha inspi- rado de hablar. así como a mi madre, en nombre de sus  padres tan prematuramente desaparecidos. Yo no había  tenido personalmente el honor de conocerlos sino muy poco,  pero muy bien hasta qué punto mi padre apreciaba el  ~uyo y cuánto placer tenía mi madre siempre que tenía la  oportunidad de ver a la sei\ora Proust. He encontrado muy  delicado de su parte y muy sensible que haya sabido enviar  de ellos esta especie de mensaje de ultratumba".

Dl·spu~s de unas consideraciones muy interesantes sobre el  n:cu\:'rdo, la~ imágenes. el ojo que se enceguece para el presente  y para Jo que nos rodea y queda como perdido en el vacío,  trata de captar y resulta una y otra imagen más o menos  nítida, emblemática dt' lo que fue aquella persona. Recuerda,  pues, la imagen del muchacho que le está escribiendo y cuenta  cómo la carta que acaba de recibir tan sensible y tan bella  modifica el sentido de la imagen un poco convencional que  él tenía de ese muchacho y ve ahora la profundidad de los  sentimientos filiales.

Algún tiempo después Proust escribe de nuevo a este joven  que es director de una oficina de personal de los ferrocarriles,  pidiéndole informes sobre una persona que trabaja allí para  saber si se puede recomendar o no. El otro le responde con  una carta que le llega un poco tarde por un cambio de sección  y en el cual, después de darle la información, dice:

"Me siento muy afligido por las noticias que usted me ha dado  del estado de salud desde la muerte tan prematura de sus  padres y si esto puede servirle de consuelo, quiero decirle  que también yo estoy bastante mal física y moralmente y me  ha sido muy difícil superar la conmoción que me ha causado  la muerte de mi padre. Habrá que esperar siempre, no se qué  me reserva el afio 1907, pero deseemos que nos aporte a uno  y a otro alguna mejoría y que en algunos meses pueda venir".


 

294 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Esta carta llegó un poco retrasada y Proust se disponía a

 responder agradeciendo, pero en el momento en que iba a  hacerlo llegó el periódico. Proust dice que se puso a leer  "Le Fígaro" por t:se vicio que tiene de masoquismo y de  voluptuosidad de hacemos llegar todas las tragedias del mundo  mientras nos tomamos el café con leche. En el periódico  encuentra la noticia de que este muchacho acaba de asesinar  a su mamá. Es a causa de esta noticia que Proust escribe  "SENTIMIENTOS FILIALES DE UN MATRICIDA".

La crónica roja describe en detaUe la historia: "Qué me has  hecho, hijo mío -gritaba por la escalera- y luego se vino  hacia adelante

 y estaba toda apufialada''. El muchacho regresa  a su casa, los vecinos gritan. El muchacho entra en su cuarto,  se dispara en el rostro, luego se acuchilla y así lo encuentran,  con un ojo colgando sobre la almohada. Esto no lo digo por  morbosidad, sino porque es interesante para el análisis que  viene.

Lo que más interesa de todo este asunto es el análisis de  Proust

y la manera como reacciona ante esto. Curiosamente  el análisis lo hace a base de textos literarios, citando palabras  del "REY LEAR", cita a "Ayax" vendado. en e<;te caso ven- dado por la locura, masacrando a los suyos sin saber qué está  haciendo. Pero lo que más le recuerda este ojo colgando sobre  la almohada es a Edipo y ahí cita largamente a Sófocles:  "Edipo al descubrir el horror de su crimen se sacó los ojos".  Proust se refiere al parentesco de dos duelos:: el duelo que él  vive por la muerte de sus padres y el duelo del muchacho.

Proust refiere el caso de Edipo a una circunstancia precisa:

"Con horribles gritos se arroja ,·ontra la puerta, arranca los  batientes, se lanza en la cámar:1 donde Yocasta está ahorcada  y viéndola así el desgraci3Jo tiembla de terror, desata la  cuerda. El cuerpo de su madre ya no estando retenido, cae a  tierra, entonces él arranca los alfileres de oro del vestido de  Yocasta y se arranca sus.propios ojos. .. ".


 

Estanislao Zuleta Obras 295

El problema que más interesa es la parte final del texto de  Proust, donde repite las palabras que, según la crónica roja,  decía la madre: ••Qué has hecho de mí, qué has hecho de  mí...", y hace el siguiente comentario:

••si nosotros quisiéramos pensar en él, hay tal vez alguna  madre verdaderamente amante que no pudiera en sus últimos  momentos, a menudo mucho antes, dirigir este reproche a su  hijo: "Qué has hecho tú

, hijo mío, de mí..."? En el fondo  nosotros matamos todo aquello que nos ama por las preocu·  paciones que le causamos, por la inquietud, por la ternura  misma que le inspiramos y ponemos en duda continuamente.  Si nosotros supiéramos ver en un cuerpo querido el lento  trabajo de destrucción proseguido por la dolorosa ternura  que Jo anima, ver los ojos cómo se van volviendo mustios; los  cabellos que durante largo tiempo fueron indomablemente  negros van en seguida blanqueando, las arterias endurecién- dose, el corazón se va viendo forzado, vencido el coraje ante  la vida, el caminar se vuelve cada vez más lento y pesado; el  espíritu que sabe que ya no hay nada más que esperar, cuando  antes era incansable e invenciblemente lleno de esperanza. La  felicidad misma, la alegría innata que parecía inmortal, que  la hacía tan amable en compai\ía con nuestra tristeza se va  apagando y se seca para siempre".

•vrat vez aquel que supiera ver esto, en este momento tanllo

  de lucidez que las vidas más embrujadas por el suei\o pueden  muy bien tener, ya que incluso la de don Quijote tuvo su  momento de lucidez; tal vez aquel que viera cómo Henry  cuando acabó a su madre a golpes de puílal, retrocedena  ante el horror de su vida y tal vez se arrojaría sobre un fusil  para morir en seguida.

•·En la mayor parte de los hombres una visión tan dolorosa,  suponiendo que estén a la altura de esta visión, que se eleven  hasta ella, se borra rápidamente a los primeros rayos de la  alegría de vivir. Pero, ¿qué alegria, qué razón de vivir, qué  vida pueden resistir a esta visión?... ¿cuál es la verdad?,


 

296 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

¿quién tiene la razón?, ¿la visión del dafio que hacemos a  los seres queridos o la alegría de vivir?, ¿dónde está lo verda- dero?".

Proust termina dando paso a la depresión: ..en algunos hom- bres la alegría de vivir borra la visión del dafio que hacemos  a los seres queridos, del odio a los que amamos, en otros esa  visión borra la alegría de vivir". He aquí una versión de la  depresión, con todos sus elementos, por un maestro del  tema: Marcel Proust. Este es un comentario a la frase del  comienzo: que la madre resulta ser el objeto central de las  depresiones.

En el texto citado se puede ver cómo Proust, en lugar de  tomar la reacción que se consideraría corriente ante el caso,  hace el movimiento

 contrario; es el vínculo de un problema  que puede amenazar el valor de la vida, las razones para  vivir. Ese problema

 es la culpa, descrita en este caso como  el dafio irreparable que hacemos a los seres que amamos,  a los seres que nos aman, y mientras más nos hayan amado,  más dura se nos hace. En la descripción, Proust adjudica  todos los problemas de su madre al amor que tenía por él,  lo cual no deja de ser exagerado, porque a las personas que  no tienen hijos también les pasa esas cosas, como ~1 mal de  los rifiunes, del corazón, el encanecimiento, etc.

El tema de la culpa es un tema mayor. Lo que permite hacer  una cierta tipología de las descripciones es el estudio de la  culpa, así como la relación con la madre.

La tipología no es simplemente que depresiones psicóticas  conducen a formas de delirio, muy conocidas, como culpa  persecutoria o culpa delirante, en relación con las cuales  Freud comentaba hasta qué runto se deja ver el narcisismo,  es decir, la manía detrás rle la autodevaluación. El individuo  se siente el ser más miserable que pisa sobre la tierra, siente  que todos los males a su alrededor se deben de cierta manera  a él, a lo dañino e indigno de su vida y de su conducta, a todo


 

Estanislao Zuleta Obras 297

lo que ha hecho y dejado de hacer; pero para llegar hasta aquí  se necesita tener demasiada omnipotencia. Hay un fondo de  omnipotencia que es muy propio de la culpa, y mientras más  terrible y más delirante se vuelve la culpa, más se va saliendo  el fondo de omnipotencia.

La depresión neurótica se caracteriza porque la culpa ha logra~  do ser reprimida y no aparece sino el sentimiento de tristeza  y la falta de valor de la vida; a veces el hombre puede adjudicar  la culpa a una especie de dicha anterior inmerecida y que luego  terminó:

"De dónde te l'iene, dices, esa tristeza extrafia  trepada como el mar, sobre la roca negra y  desnuda? cuando el corazón nuestro hizo una  vez su vendimia vivir es un mal, es un secreto  de todos conocido".

(Baudelaire ).

La culpa allí queda relativamente borrada; de todas maneras  Baudelaire, cuya madre quedó viuda cuando era un niño, le  hace la obseiVación de que "cuando uno tiene un hijo como  yo, no se vuelve a casar".

Con la culpa encontramos en psicoanálisis mucha.'> dificultades,  muchas tipologías, una economía muy complicada. La com- plejidad del problema se puede ver en el estudio de Freud  "EL DELINCUENTE CON SENTIMIENTO DE CULPA",  donde se muestra el caso del individuo que tiene un problema  difícil de vivir: una culpa inconsciente y la quiere convertir  en una culpa consciente, es decir, hacer algo que resulte casti~  gable y castigado y por eso no es tanto el esfueno para no  dejarse coger.

Como puede verse al comienzo del texto de Rosolato, la  expiación, la reparación y la reconciliación, son tres procesos  que funcionan como tendenci~, pero que pueden quedar  aislados, vinculados a la culpa, sea consciente o inconsciente.


 

298 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

aislados, vinculados a la culpa, sea consciente o inconsciente.  Puede ser solamente la expiación la que se lleva hasta el fin,  hasta

el suicidio, por ejemplo. Puede ser el fracaso por expia- ción, sentirse tan culpable de odiar a un padre exitoso que  sea necesario fracasar y fracasar. En fin, hay casos en los cuales  la depresión es terriblemente devastadora de las posibilidades  de las personas. Pero hay otros en los cuales es extraordinaria- mente fecunda y productiva, por ejemplo cuando rige el  mecanismo de la reparación~ hacer algo que repare el daño que  se ha hecho, escribir "EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO",  por ejemplo. Aquí rige la reparación, en busca de la reconci- liación, de la reconciliación con el otro como condición ue la  reconciliación consigo mi'!lmo y la aceptación de la vida, es  decir, superación de la depresión.

Es muy difícil, por lo tanto, calificar la depresión como una  cosa mala o como una cosa buena. ya que hay una simbología  y una combinación de posibilidades, como en todo. Esos tres  mecanismos siempre los tenemos; la religión los maneja muy  bien. La religión estudia profundamente nuestro inconsciente,  porque procede de él. Esos tres elementos se pueden encontrar  en el "ANTIGUO TESTAMENTO", y a veces también en el  "NUEVO TESTAMENTO".

*

* *

2. EL ESPACIO EN LA DEPRESION

Los fenómenos de lo que denominamos en conjunto la depre- sión son muy vastos y muy importantes, sobre todo si tenemos  en cuenta, no solo los fenómenos directamente depresivos,  sino también los tipos de lucha y formas de reacción frente a  la depresión.

Para facilitar un poco las cosas, fijemos un vocabulario más o  menos permanente. Llamemos depresión al fenómeno cuando  se mantiene en los límites de lo que en psicoanálisis se consi-


 

Estanislao Zulcta Obras 299

dera neurótico. Llamamos melancolía cuando nos encontra~  mos una estructura psicótica. Y hablamos de duelo cuando  nos limitamos a lo que en psicoanálisis se llama la pérdida de  objeto. Una pérdida de objeto no significa necesaria

mente la  desaparición de un objeto amado. tampoco la pérdida por  desafecto; puede significar un cambio de posición frente aobjeto, es el caso típico cuando al niño le nace un hermanito.  Pero hay también otros casos, como cuando se producen en  nosotros necesarias transformaciones por cambios de edad,  por cambios de relaciones o porque nos hayamos superado  en algún sentido. Hay otros duelos que los kleinianos deno~  minan aspectos perdidos de nuestros rasgos anteriores, los  cuales tenían tamhién una carga narcisista que hemos perdido  aunque signifique una superación. Hay muchos fenómenos  intermedios, por ejemplo Melanie Klein escribe un trabajo  que se llama "LA MUJER QUE NO PODIA LLORAR'' (que  es ella misma, aunque no lo dice).

La vinculación con fenómenos intelectuales de todos estos  problemas de depresión, es íntima, como se pudo ver en  Proust. En el duelo por la pérdida del objeto una de las reac- ciones inmediatas

, espontáneas, es precisamente la relación  más típicamente intelectual: la preh•tmta por la causa. Si,  por ejemplo, se va la dama de quien alguien está enamorado,  la causa por la cual se fue es esencial pam saber cómo es e 1  sufrimiento o incluso si debe haber sufrimiento, porque si

sólo se fue para hacerle se

ntir su ausencia y hacerse amar  más no hay porqué sufrir, pero si se fue porque se enamoró  de otro la cosa cambia.

La i¡-tvestigación de la causa es la investigación por el

grado  del sufrimiento inmediato; una búsqueda del porqué está

 implícita en todo duelo, y el duelo tiene una relación intima

 con la investigación y, para comenzar, con la investigación  originaria. Recordemos el caso Juanito de Freud, en el cual  el niño comienza a hacerse toda clase de preguntas y a pre- guntarle a la mamá en el momento en que nace su hermanita,  y se producen sus fobias y sus dramas. En todo caso hay una


 

300 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

gran incógnita: ¿qué pasó aquí?, ¿quién soy yo, ahora que  ésta está aquí?

Hay, pues, una relación del duelo con muchos fenómenos  intelectuales. Hay una relación muy estrecha con el humor.  En general, el humor está íntimamente ligado a la depresión.  Si se siguen las biografías de los grandes humoristas, como  los humoristas rusos del siglo pasado (Chejov, Gogol), no hay  nada de raro que haya una depresión tan evidente. Gogol,  tal vez el más grande humorista de Rusia, era un hombre de  una depresión que comenzó por ser más o menos neurótica y  luego se desató en una depresión psicótica que concluyó con  la quema de parte de su obra y el suicidio.

Ha sido muy reconocido el hecho, que es clásico, de las rela- cione

s entre el duelo y el romanticismo propiamente dicho.  Me refiero, por ejemplo, al romanticismo alemán, es decir,  al romanticismo como reacción contra los excesos del racio- nalismo, no como simple sentimentalismo como lo tomamos  con frecuencia aquí. El romanticismo tiene todos los elelmen- tos del duelo por un gran objeto perdido: una época idelizada,  por ejemplo la Edad Media, un tipo de vida, una idealización  de la naturaleza y de la infancia contra la edad adulta, la pro- ducción del objeto inalcanzable, etc., es decir todos los ele- mentos de la depresión están presentes como conjunto en el  fondo del romanticismo.

Por lo tanto, las vías de entrada hacia el tema de la depre

sión  por el lado de la cultura son demasiadas, y entonces sería un  mal camino; más bien centrémonos en decir algo sobre la  depresión o en qué consiste la depresion y entremos en con- travía, es decir, que la depresión nos alumbre en campos de la  cultura y de la psicología colectiva.

En el tratamiento de la dt>presión individual hay que tener en  cuenta su relación con el espacio. Hay un espacio del histérico;  hay un espacio del obsesivo, lleno de itinerarios prefijados y  marcados, de mapas pintados o no; hay un espacio del para-


 

Estanislao Zulela Obras 301

noico, lleno de amenazas y de posibles salidas y refugios, no  suele sentarse dándole la espalda a la puerta ni estar en un  sitio donde no tenga clara la salida.

Así, cada cual tiene su especialidad, no solamente si es pintor,  aunque en los pintores se ve más. Hay un espacio de Van  Gogh, con la perspectiva que se le viene a uno encima y que  no es el espacio de Cczanne.

Hay un espacio del depresivo, así corno un cuerpo y un len- !:,>uaje. Algunos han comparado con los fenómenos de la eto- logía, que estudia Konrad Lorenz, a1 territorio depresivo muy  marcado, investido corno refugio. Sin hacer patología, una de  las situaciones que dejan ver clarnrnentc este fenómeno es el  su frirniento que tiene una persona con

 tendencias depresivas  cuando se produce un trasteo; el trasteo es una expulsión para  el depresivo, el espacio está muy rnatemalizado. El depresivo  no goza imaginándose a sí mismo en la figurn del viajero  solitario, explorador; quiere estar en su territorio. Cuando  viaja tiene la tendencia a la idealización del lugar, pero esta  idealización no se da en él desde una relación con la prdxis, en  cuanto que es cómodo para vivir, no se inunda, queda cerca  del trab~o, en fin, piensa el espacio corno reingreso o corno  desierto en el cual está perdido y expulsado. El mundo tiende  a volverse una pareja de refugios idealizados y lugares desérti- cos en los que está semipcrdido, con una desorientación que  frecuentemente supera la del histérico; porque la orientación  del paranoico es hoy buena, no se le olvida nunca dónde  estuvo y no se pierde nunca de donde lo lleven. En cambio,  el depresivo pierde las referencias y no sabe para dónde va al  salir de su territorio, y cuando viaja ve en una chocita cam- pesina la posibilidad de convertirla en un nicho, en un pequeño  vientre bondadoso que lo acoja, en el cual refugiarse del  mundo hostil y extraño. La oposición desierto-nicho está  permanentemente en su idea del espacio, la selva de la ciudad  y el refugio, el interior bueno y el exterior enrarecido, la  madre que nos va a botar en un nacimiento traumático en  lugar de albergarnos en sí. El mundo se muestra como un  desierto en relación con el fantasma de la madre.


 

302 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Uno ve lo curioso que es un depresivo buscando vivienda.  porque le puede encantar una cantidad de casas independien- temente de sus relaciones prácticas, con su trabajo o con sus  proyectos, porque no es la acción lo que lo relaciona con el  espacio. Desde luego, la racionalización tiende a apoyarse  inmediatamente en razones, pero lo que debemos ver es la  tendencia a ver desde un punto de vista el mundo. Busca una  vivienda como refugio y no como lugar de trabajo o lugar de  acción. El hombre de acción ve el mundo desplegado frente a  él comu un conjunto de posibles y de obstáculos, según sus  proyectos.

*

* *

3. REACCION CONTRA LA DEPRESION EN  LAS FORMACIONES COLECTIVAS

Ahora retomamos el tema de la depresión, desde la vida perso- nal hasta la vida colectiva. Para Freud el individuo siempre se  define por un conjunto de pertenencias a formaciones colec- tivas: a una familia, a un grupo de edades, ••ta barra de la  esquina", un grupo estudiantil.

Siempre nos encontramos ante grados de pcrtem·ncia, grados  de profundidad de la pertenencia: es decir, grados de identi- ficación con el grupo. En momentos de gran exaltación colec- tiva se desborda el narcisismo; la corriente de libido que se  dirige al yo, se pierde y se dirige al grupo. De ahí que los  soldados salgan tan tranquilos a hacerse matar en la guerra, sin  temor. No por una característica que podríamos llamar psico- lógica, como es el cor~e: éste se da más bien en el ámbito  propiamente individual de la confrontación con otro, de la  lucha y el riesgo mientras estén personificados. Todo el mundo  sabe que los soldados se pueden hacer matar sin coraje indi- vidual, porque es suficiente que la identificación con el grupo  pase de cierto límite para que no se pierda la libido del yo y  se quede en el grupo. El individuo se siente inflado hasta el  grupo y el temor de la muerte personal desaparece. Ambos


 

Estanislao Zuleta Oh ras 303

fenómenos se ven claramente cuando Hamlet se refiere a los  que van a luchar y morirán sin saber bien porqué y no vacilan  en hacerse matar por un terreno en que apenas si cabrían sus  cadáveres, mientras que él, que tiene la misión de vengar al  padre y enfrentar a Claudia, vacila. No se trata de que los  primeros sean veinte mil soldados más valientes que Hamlet,  sino que es el otro problema.

La relación con las formaciones colectivas se puede analizar  ubicándonos en una posición diferente, concretamente en las  relaciones sociales de producción, según la terminología  marxista.

Como vimos antes, desde el punto de vista psicoanalítico se  puede concebir el desarrollo humano como una serie de  duelos. El duelo puede ser desde el comienzo, desde el naci- miento. Vienen después el destete y la aparición del "intruso":  el duelo del ingreso en el Edipo y el de la salida del Ed ipo; el  duelo en la adolescencia, cuando se produce aquella crisis de  identidad que ha sido estudiada por Jacqueline Rousscau y  Didier Ancieau en "Psicoanálisis de la Adolescencia'.'. Siguen  los duelos de la edad, del envejecimiento, de la menopausia,  del climaterio, etc.

El duelo se produce por un objeto perdido, porque se haya  muerto o porque se haya ido o nos haya dejado de querer.  También porque las relaciones cambiaron, como ocurre en  el caso

 del "intruso". El movimiento más profundo y más  grave que puede ocurrir en el duelo es el de la regresión. Con  motivo del nacimiento de su hermanito, el niño puede perder  el control de los esfínteres. Pero en la vida adulta también  puede haber regresión, por ejemplo ante un fracaso amoroso;  el individuo echa para atrás en el desarrollo del psiquismo.

La actitud ante el duelo es una clave de la vida. Pero también  puede ser una clave de la sociedad. Es decir, se puede pensar  el capitalismo desde ese punto de vista.


 

304 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Los duelos tienen algunas compensaciones, relativamente.  Mientras menos compensaciones genera una sociedad para  dejar de ser un nifio o si la adolescencia está cada vez más  infantilizada, como es el caso• nuestro, esos duelos se pueden  convertir en algo muy traumático. Si llegar a ser adulto no  tiene ninguna compensación, esos duelos pueden llegar a ser  vividos, y están siendo vividos por nuestra juventud, de una  manera muy compleja. Esto explica también el caso de ciertos  hippies medio adolescentes, llenos de canas; individuos que  están tratando de seguir siendo adolescentes y son una especie  de jóvenes falsificados.

Las formas de las relaciones de la edad están confundidas en  cierto sentido. En una sociedad campesina como la nuestra,  de colonos, de pequeftos propietarios y de peones, a los quince  aftos se es prácticamente un adulto: se tiene un trabajo, vida  sexual, vida amorosa; es mu

y poca la diferencia entre los  quince y los cuarenta afios, no se tiene un saber diferente. En  cambio, en la ciudad, con la división del trabajo, con la califi- cación requerida de la fuerza de trabajo, con los prcrrequisitos  de estudio, esos quince afios del campesino se le van hasta los  veinticuatro o veintiseis afios, cuando sale a buscar trabajo,  proveniente de alguna universidad con albrún cartoncito  enrollado, pero ya sin compensaciones. Por otra parte. en la  ciudad se ha dejado de ser niño en otro sentido, porque la vida  sexual comienza más temprano que hace dos generaciones, ya  no existen las prohibiciones de antes; la identidad de la edad se  ha vuelto un problema. Como también se ha vuelto un pro- blt!ma saber qué significa ser hombre o mujer. Los métodos  de significación por la división del trabajo, por la división de  los oficios y demás, se derrumbaron. Las formas de identidad  anteriores quedaron devaluadas y han producido la gran crisis  de la modernidad, que afecta. en lo fundamental, las relaciones  naturales. Con ''relaciones naturales" quiero decir la manera  como una sociedad establece, solicita y dett•rmina, en forma  simbólica, las diferencias naturales. Las diferencias natumlcs  son las que existen en todas las sociedades entre niños y  adultos. entre jóvenes y viejos, entre hombres y mujeres. Toda


 

Estan islao Zuleta Obras 305

sociedad vuelve simbólicas estas diferencias, les asigna fun- ciones y así puede vivirlas. Pero toda sociedad tiene que  tratarlas de una u otra manera. Cada sociedad organiza, dentro  de normas determinadas, prohibiciones y síntomas, una fonna  de sentir y las funciones de sus diferencias naturales.

Otro problema es el de cómo nuestra sociedad nos prepara  para el duelo. Para aceptar el duelo, que es una pérdida, la  condici

ón es que por otro lado sea una conquista. Si es sólo  pérdida, si la conquista es la entrada a una fábrica, a una  cadena de producción, empezar a pagar arriendo, estar en una  oficina ocho horas diarias con un jefe mirándolo mientras  escribe, tomar bus cuatro veces al día, desde luego que el  anhelo de ser adulto no debe ser muy grande.

Una de las figuras por las cuales se puede desear ser adulto, es  la de unas buenas relaciones con la generación anterior. No me  refie

ro solamente al padre, sino a la generación anterior. De  tal manera que crecer significa la promesa de llegar a ser como  alguien que en la infancia fue un ideal y que se mantuvo en la  pubertad junto con otros ideales. Pero, si ya no hay ideales  en la pubertad, y si ser adulto es una sola caída, entonces la  negación a la pérdida de aspectos del yo se puede convertir  en el drama de toda una generación. Tener una fi!:,'llra que se  sostenga en el desarrollo es uno de los problemas más impor- tantes. El niño tiene muchas figuras itlcalizadas, pero son  simplemente simbólicas, como cuando a los cinco años se  quiere ser bombero; esa figum no se sostiene, porque es un  símbolo de la omnipotencia urinaria, de1 deseo de tener una  manguera con la cual apagar el mundo y mojar edificios  enteros, y una vez superado el momento de ese desarrollo  sexual, de esa afirmación fálica, autoerótica urinaria, el deseo

de ser bombero desaparece. Hay un momento en que es más  o menos un ideal colectivo, como forma de afirmación fálica,  el de ser policía y andar de vt.~rdc metiéndole miedo a la gente  con un bolillo. Pero esas imágenes no se sostienen. Por eso me  refiero a una identificación que pueda ser personalizable y  sostenerse en un desarrollo, que no sean simples momentos  simbólicos.


 

306 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Otra posibilidad es la de tomar por sí mismo, por su propia  cuenta, el problema del desarrollo, en una dirección que en  psicoanálisis generalmente se trata con el concepto de subli- mación. Perder que a uno le den, pero ganar en poder hacer;  investirse. poner la libido en el placer de hacer. El placer no  es sólo recibir. también está el de hacer. Pero aquí nos encon- tramos con un probk'ma de nuestra sociedad: la limitación  para poder hact.•r algo en lo que uno se pueda reconocer como  su autor. algo que sea pérdida, que se desprenda de uno, que  deje de ser de uno, y en lo cual al mismo tiempo uno se  objetiva.

Cuando Freud hact.' sus primeros esbozos psicoanalíticos de  la sociedad, se re tierc a cualquier tipo de sociedad. Por ejemplo  cuando escribe ..EL MALESTAR EN LA CULTURA .. , en el  sólo título queda claro qut' se refiere a cualquier cultura, no  a nuestra cultura. Freud muestra que cualquier cultura implica  la coacción, la represión. la renunciación, un tratamiento a la  hostilidad; muestra que hay en el lazo interhumano aspectos  que siempre generarán malestar. Mejor dicho. dicha obra es  una especie de antropología que se puede resumir en tres  palabras: el hombre no es un ser naturalmente social, como sí  lo son las hormigas o las abejas. El hombre, por ejemplo.  necesita que le cnseñt·n un idioma que es inventado, institu- cionalizado. impuesto. arbitrario. Del mismo modo, las rela- ciones de los hombres entre sí están org~mizadas por leyes.  por sistemas de prohibición. En todo caso el hombre no es un  ser instintivamente gregario y. por Jo tanto, la sociedad es  siempre una convención coactiva.

El problema que ahora nos interesa es más particular: se trata  de indagar sobre la relación cntrt' la depresión y la sociedad  capitalista actual. Ya dijimos que así como en el momento en  que Freud comenzó a trabajar lo clásico era la hiskria, hoy  se da una demanda masiva por la depresión. Hay un desarrollo  histórico en las neurosis. El psicoanálisis nos da la posibilidad  de darle a la historia una dimensión humana nueva: ya no se  trata solamente de cómo SI..' desarrollan las relaciones 'objetivas


 

Estanislao Zuleta Obras 307

entre los hombres, sino de cómo son vividas. Preguntemos,  pues,

 por la depresión colectiva en nuestra sociedad y porqué  ha llegado a ser un fenómeno que requiere de formaciones  colectivas, políticas o religiosas (con "o .. y no con ..y", porque  cuando es formación paranoide la politica misma es religión).

En un estudio psicoanalítico u

n autor francés estudia la depre- sión en la llamada democracia de la sociedad capitalista y  analiza las tareas de la educación y las formas contradictorias  que resultan de la misma.

Una de las características de nuestra sociedad es la genera- lización, en cierto sentido, de la educación. Lo que todas las  sociedades transmitían por identificación, nosotros lo com- pramos como mercancía. Los expertos le venden a uno la  enseñanza de cómo debe comer y qué debe comer; el nutricio- nista vende eso. Le venden a uno hasta el cómo debe hablar.  Hay muchachas que estudian glamour para aprender a caminar.  Las señoras, para cuidar al hijo, llaman primero al pediatra a  ver a qué horas le dan a qué horas no le dan y qué le dan al  nifio. Y así todo el mundo necesita comprar un saber. En ese  sentido, nuestra sociedad está haciendo la educación cada vez  más extensa, lamentablemente más extensa.

Ahora se enseñan actitudes contradictorias como la solidaridad  y la competencia. Nuestra sociedad no funciona sin la compe- tencia; la competencia es el motor. El individuo necesita  trabajar para algo, aprende que no puede trabcijar por el gusto,  por el valor de uso que crea, por el efecto social que va a crear;  tiene que trabajar donde lo alquilen y no es él el que decide  lo que va a hacer. Esto lo determina la demanda. El individuo  termina trabajando por el sueldo, por el status y, finalmente,  para competir; tiene que competir, ganarle a alguien, adquirir  el gusto de diferenciarse. Hay que formar gente competitiva  y, en ese sentido, producir un tipo de narcisismo competitivo.  Pero el mismo pensamiento capitalista, por decirlo ast', ha  descubierto la dificultad, en lo que llaman relaciones públicas  o, más crudamente, ..

ingeniería humana", de combin<tr con la


 

308 Tomo l El pensamiento psicoanalítico

competencia la necesaria colaboración, hacer que la compe- tencia no entrabe la coordinación de la empresa.

La otra salida, como dije antes, es la sublimación: la posibi- lidad de crear algo por gusto. Hay tales condiciones en la  sociedad de nuestra época, que cada vez es ésta una salida  menos práctica, menos realizable, y, sobre todo, que no  puede ser impulsada y está siendo cada vez menos impulsad·a  por la educación.

La sublimación no es sólo una movilización de las pu!siones,  desde unos objetos hasta otros. Es necesario que esta movili- zación conduzca al sobreinvestimiento y al placer procurado  por una nueva actividad; no por una nueva finalidad, sino por  una actividad en cuanto tal. Debe tener aspectos lúdicos estéticos que impliquen la personalidad entera de quien  realiza la actividad y den así la satisfacción a las exigencias  narcisistas. Jugar y sufrir; estar obsesionado, por ejemplo,  con la palabra, con la vibración de los

 fonemas y las sílabas;  gozar con las reglas y las figuras de la retórica; poder decir lo  que otros han olvidado escribir: sentirse en un estado estático,  seguido de depresión, cuando parece que el poema adquirió  su autonomía; tal es la actividad sublimatoria del poeta, que  crea a partir de sí mismo y que va a colmar una parte de sus  esperanzas; actividad intelectual de creación, satisfactoria en  sí misma, irrigada por la fuerza de la libido sostenida por la  carga emocional que en cierta forma es un orgasmo, con sus  características placenteras y deprimentes.

Este problema de la obra y de) reconocimiento de la obra, se  puede ver con claridad si nos situamos en el Renacimiento.  El producto del trabajo artesanal es un producto muy per- sonal. En cierto modo un artesano es un artista: hace las mesas  a su modo, se reconoce en ellas, tiene sus secretos de fabri- cación y su orgullo de fabricante. Un artesano de la época  puede hacer violines que requieran tener sonoridades que  todav fa no se conocen. La educación en esa época es básica- mente transferencia; es entrar en un taller de alguien que sabe,


 

Estanislao Zuleta Obras 309

idealizarlo y tratar de ser como él. De la educación de los pin- tores del Renacimiento lo que hay que preguntar es en el  taller de quiénes entraron, y no cuántas clases recibieron ni  cuántas materias ganaron. Miguel Angel nunca sacó un tres,  Jos filósofos grie!,>oS jamás ganaron una materia, sencillamente  no habían materias, conversaban con Sócrates o con Platón,.

lo cual resultaba visiblemente más útil que sacar cinco en  Filosofía.

Todo ese proceso se rompe en nuestra sociedad. En nuestm  sociedad se hace una producción cada vez más heterónoma,  menos autónoma. La división del trabajo en todos los campos  hace que el trabajo sea cada vez más parcial y que compro- meta menos la personalidad total; que sea más inútil y que  el producto sea más uniforme, para poder calcular su precio.  El producto es menos personal y es más imposible recono- cerse en él como autor: ¿quién se va a reconocer como autor  en ninguno de los productos en una sociedad industrial?

La discusión, llamémosla así, sobre el sentido del concepto de  trahajo y del concepto de alienación, entre Marx y Hegel,  versa sobre el tipo de trabajo en que están pensando cada uno  de ellos. El problema no ~s que Hegel esté acertado y Marx  esté equivocado. o a la inversa. El problema es que no están  pensando en lo mismo. Hegel hace un estudio del trabajo en  el cual indica cómo por medio del trabcijo el deseo dei sujeto  se convierte en una cosa, se objetiva. El hombre pierde su  subjetividad privada en una alienación: ésta es una pérdida  de algo esencial. El hombre se pierde. pero al perderse se  objetiva, se enriquece, encuentra que era una cosa distinta  y mayor de lo que creía. Esto se da porque se reconoce en  sus obras, pasa de que creía. Esto se da porque se reconoce  en sus obras, pasa de la subjetividad privada a una forma  de vida interpersonal, ya que la obra es válida para muchos.  En Hegel la alienación es una buena cosa, porque el sujeto  se encuentra en su producto. En Marx, es una pésima cosa,  porque el sujeto no se encuentra en su producto, sino que  éste se vuelve contra él; el producto es una mercancía y esa


 

310 Torno t El pensamiento psicoanalítico

mercancía va a incrementar la potencia que lo domina, el  capital. Marx dice que es un enriquecimiento que se vuelve  empobrecimiento y es una potencia que se vuelve castración  (la palabra es de él; no se trata de freudializarlo, ni mucho  menos).

Kant, en la primera parte de "LA CRITICA DEL JUICIO",  muestra las diversas formas del arte, pero siempre apunta  hacia el arte como torma de vida de la utilidad; por ejemplo,  hasta ahora, por razones sociales e históricas, casi que se ha  reducido a lo público o a lo religioso, templos y palacios y  cosas por el estilo, y Kant advierte que la arquitectura debe  acceder a todo, debe ser la belleza del objeto, sea una vivienda,  un palacio, una mesa o cualquier objeto. Según Kant, la  arquitectura debe ser el objeto útil, bello. Kant piensa en el  arte, pero no como una actividad

 particular de unos señores  denominados artistas, sino corno una posibilidad humana  universal. Al final del texto, luego de la enumeración de las  artes como la música, la pintura, la poesía, afirma que el arte  superior es la conversación~ que ésta contiene el teatro, la  poesía, la imitación, la figuración; que es un arte que está  hecho y dado sólo para el momento y para la improvisación.  Es decir, se trata de una idea del arte y de ia tendencia a lo  artístico, tal como está elaborada en las nociones de Hegel  acerca del trabajo. Kant concebía el arte con una finalidad  que era penetrar y darle un nuevo destino a la vida cotidiana,  y no como una actividad particular de gente bohemia, des- prendida y rara. Esa visión kantiana fue rápidamente borrada  hasta el punto de que hoy nos parece raro el mundo desde el  cual se podía ver así.

Marx comienza, con gran rigor. el análisis de la sociedad capi- talista, desde el análisis de la mercancía. Es decir, la produc- ción de un objeto. Pero e"a producción tiene una clave, que  no es el efecto útil que renga en la sociedad, no es el efecto  que produzca en otros ni en el que la produce al producirla,  que puede ser destructor. La única clave es que ese objeto  conserve un poder sobre el trahajo, al cual Mar,x llamó valor.


 

Estanislao Zuleta Obras 311

Es un objeto destinado al cambio, pero esto no tendría mayor  importancia, pues las tribus primitivas también cambian. El  problema es que el cambio de forma conserva el valor. Si se  cambian camisas por dinero y el dinero por medios de produc- ción y fuerza de trab&jo, que producen más camisas, y esas  camisas por dinero, ese ciclo genera más y más poder. Poder  sobre el trabajo social, tanto pasado, en forma de mercancía,  como vivo, en forma de salario. Si las camisas no se cambian  por dinero, se pierde su valor; si el dinero no encuentra en qué  convertirse y la fuerza de trabajo no encuentra manera de  cambiarse (no hay quién la compre por dinero), pieide su  valor. Todo pieide su valor si no entra en la retorta.

Lo interesante de la mercancía no es su valor de uso, ni  ninguna otra de sus características particulares, fuera de  aquella. El trabajo adquiere así una reglamentación propia,  debe ser cada vez más productivo de valor, no de cualquier  cosa, sino de valor. Entonces hay que hacer el nuevo cálculo  e introducir la nueva razón~ es decir, hacer las cosas de una  manera cada vez más perfecta, calculada, medida y matema- tizada. Pero no importa lo que le pase al que las produce ni  al que las consume. Lo que importa es que produzcan más  valor en menos tiempo y con menos costos, etc. Nadie se  reconoce en ellas. Nadie entiende cómo se hacen. Cada quien  entiende la partecita que le corresponde; se pierde la inteli- gencia del proceso. Es un producto que no se puede investir  como un emblema del narcisismo, como la obra en el sentido  artesanal o artístico. La mercancía no es una obra y termina  por ser el producto de una división del trabajo completa- mente anónimo. Lo que sí no es anónimo, ni social en ese  sentido, es ¡la apropiación! Marx decía que la producción  es social y la apropiación es privada. Social allí quiere decir  anónimo. ¿Quién hace una camisa? Todos; el que siembra el  algodón, el que transporta, el que saca el hierro de la mina  para hacer los medios de transporte, el que saca petróleo para  moverlos, etc. Todo el mundo la produce y el propietario no  es todo el mundo. El promedio de esa producción se conserva  en monopolio de una clase sobre los medios de producción.


 

312 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Si nos atenemos al concepto de proletarización, no en el  sentido de la extracción de plusvalía, sino en el sentido de la  división capitalista del trabajo "EL CAPITAL" cap. XII). nos  damos cuenta de que lo que está ocurriendo en nuestra socie- dad es la proletarización de todo el mundo. La heteronimia,  la división del trabajo, la pérdida del control, la pérdida de  la inteligencia del proceso, la dependencia de un mercado, la  especialización creciente hasta perder de vista el conjunto, la  producción del analfabeto sabio (aquél que sabe de física  atómica y es un analfabeto en todo lo demás). Hebcrth Gintis  y Samuel Bowles escribieron un libro sobre la educación y  la historia de

 la universidad norteamericana y desde

 el título  se puede ver el sentido de su crítica: "DE LA TORRE DE  MARFIL A LA ESTACION DE SERVICIO"; describen cómo  la universidad, hace dos siglos, era una torre de marfil. Allí se  iba a estudiar Derecho, Ingeniería o Medicina; se suponía que  todos saldrían aprendiendo griego, latín, una o dos lenguas  extranjeras, conociendo la historia del arte, una cultura. Pero  a ella iba una élite, por eso se habla de una torre de marfil.  Ahora se produce para una demanda un especialista en una  determinada actividad, y nadie gasta tiempo en formar a un  individuo capaz de pensar, porque estorbaría en el banco, en  la empresa o en la oficina del gobierno. Eficacia, eficacia, esa  es ia evolución de la educación regida por la ley interna de la  mercancía. Porque la educación es la producción de una mer- cancía, una futrza de trabajo calificada para un mercado, depende, por lo tanto, de la demanda.

En una sociedad así la vida adulta no produce una compen- sación, en la creación o la producción de una autonomía  mayor. Se dificulta inmensamente hacf~r el duelo de la infan- cia, de la pubertad, de la juventud. Eso es depresivo, tal como  lo dice Rosolato en "EL EJE NARCICISTA DE LAS DEPRE- SIONES".

¿Por qué una sociedad así genera tantas figuras que denomina- mos formaciones reactivas contra la depresión, el entusiasmo  vacío o cualquiera otra que modifique la realidad? Porque


 

Estanislao Zuleta O

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todo lo que modifica la impresión de la realidad es inmediatamen- te vivido como una conquista contra la autoridad. Recordemos  que los "camisades" concebían la realidad como producida por  una palabra; esa palabra determina el sentido de la realidad,  convierte un drama en un signo; de esa manera una imitación  de la realidad, aunque no lo sea en sí, es vivida curiosamente  como una historia contra la autoridad, más o menos difusa,  más o menos encarnada. Es lo que ocurre con la droga. Al  modificar la experiencia de la realidad, tienen la impresión  de haber obtenido una victoria; y es una impresión narcisista  fuerte contra el discurso que constituye esa realidad y, por lo  tanto, contra la autoridad. No existe ninguna victoria, pero  se tiene esa impresión. El entusiasmo vacío o la formación  colectiva con tendencia paranoide, son figuras que va produ- ciendo la depresión general y son formaciones reactivas contra  la misma depresión.

Se han creado mitologías contra la depresión. Un caso típico  es el nazismo. El nazismo no sólo produjo una formación  colectiva de tipo paranoico, con una terrible eficacia militar,  sino que también produjo una mitología anticapitalista; no  una crítica, que es otra cosa. Una mitología en relación con  la vida campesina, la vecindad con la natumleza, la raza, la  comunidad; junto con la exaltación de las figuras propias de  la mitología germana de los Nibelungos, Gothan, etc. Es una  mitología opuesta a la forma del desarrollo capitalista. Hitler  propone en .. Mi Lucha" volver a la institución del mayorazgo;  desde luego eso es imposible, pero caía muy bien. El mayoraz- go es el mantener la unidad campesina, la propiedad campesina  media, el campesino orgulloso de su tierra. Mientras tanto, la  hacienda capitalista liquidaba la pequeña producción campe- sina y las relaciones en el campo eran con más frecuencia sala- riales y tecnificadas.

Algunas de las formaciones colectivas han intentado no sólo  configurar una formación paranoica, sino producir ademáo;  una mitología que la acompañe, aunque no tenga ninguna  relación con lo que está pasando. El nazismo propuso la divi-


 

314 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

sión de razas y negó la división de clases. Es un rasgo típico del  nazismo el cambiar una oposición real por una diferencia mí- tica. Lo que se dice en "Mi Lucha" es algo muy disparatado,  pero es muy eficaz. Y fue eficaz en la nación más tecnificada y  más culta de la época.•Estas formaciones reactivas serían inex- plicables si no estuviéramos en una sociedad muy deprimente.  No .se puede hacer sociologismo, diciendo que eso se debió al  atraso del pueblo alemán. De atraso se hablaba en el caso de  los mujics con Stalin~ pero los alemanes, ¿dónde tenían Jos  mujics?, y siguieron a uno peor que Stalin. No se puede  considerar que lo malo es el subdesarrollo, pues hay tipos de  desarrollo que son peores que el subdesarrollo.


 

EL ANTINOMISMO, LA LEY Y LAS PERVERSIONES


 

Estanislao Zuleta Obras 317

F.l probkma d1.' la ley estú vinculado con la depresión, aunque  también con muchos otros problemas psicológicos y con  muchas otras organizaciones psíquicas; ha sido y es uno de los  grandes temas dl'l psicoanálisis. Con más frecuencia se estudia  cuando se aborda lo que suele denominarse, con un término  muy desagradable, las perversiones.

En determinados momentos de la historia, uno de los cuales  es la decadencia del Imperio romano, se produce el fenómeno  del antinom ismo, que es la oposición a la ley.

El antinomismo es un fenómeno contemporáneo, se vio muy  claro en el mayo francés de 1968, por ejemplo: .. Prohibido  prohibir". Uno de los primeros antinomismos que conocemos  en la historia es el gnóstico y el cristiano. El cristianismo en su  origen fue un antinomismo; algunos cristianos primitivos  escribieron tratados antinomistas,

La teoría antinomista se repite muchísimo. Se encuentra en  Rousseau, en algunos del Renacimiento. Se repite con todas  sus características; pero cada vez se considera a sí mismo  completamente nuevo y desconoce sus antecedentes. En la  modernidad, se considera lo más nuevo del mundo cuando  está repitiendo a Rousseau casi de manera textual, o a Epifa- nio, de comienzos de

 la era cristiana, quien escribió un libro  perfectamente antinomista y que parece de un libertario  contemporáneo. Epifanio se oponía a toda ley, por ejemplo  a la prohibición del incesto, y consideraba que el mal venía  de la ley, que ra la norma la que creaba la transgresión. Es la  misma iínea que volverá a tomar Rousseau, quien consideraba  que la comunidad había sido destrozada por la ley, porque  una comunidad auténtica no necesita ley alguna.

En el marxismo hay una corriente inaugurada nada menos  que por Car.los Marx, fuertemente antinomista, que mantiene  la misma idea: el Estado, la Ley y el Derecho en su conjunto  sobran desde el momento en que haya una comunidad autén- tica. Incluso marxistas modernos, como Umberto Cerroni,


 

318 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

quien escribe "LA TEORIA DEL DERECHO SIN MARX",

...

siguiendo la huella de Marx, consideran que el derecho en  conjunto es burgués y que en el momento en que se introduzca  la comunidad, en el sentido de la sociedad, se supera el Dere- cho en general. Es lo mismo que pensaba Marx, no sólo en su  juventud, sino también en su vejez, por ejemplo ~n la "CRITI- CA DEL PROGRAMA DE GOTHA" (1875), a 30 afl.os del  joven Marx. Marx opina que todo derecho es una injusticia,  también el derecho igual, el derecho del mundo socialista,  porque de todas maneras es aplicar una norma igual a indivi- duos desiguales.

El antinomismo es un fenómeno muy importante por sus  manifestaciones históricas y también individuales, que son,  sobre todo, las que estudia el psicoanálisis. Una de las mani- festaciones más agudas del antinomismo -y es uno de los  grandes síntomas de la decadencia del Imperio romano-, es  el cristianismo. El cristianismo aparece a los contemporáneos  de los primeros siglos como un antinomismo. Incluso las inter- pretaciones de Hegel comienzan por mostrar más que todo la  visión que el cristianismo tenía de sí mismo, que era una visión  opuesta a toda ley (el amor es suficiente).

En el caso del cristianismo, esto luego se borró, porque el  cristianismo medieval se convirtió en el apoyo a unajerarquía  eclesiástica y a una autoridad: además se opuso al antinomismo  con el mismo vigor con que fue antinomista antes, sosteniendo  la teoría más inversa al cristianismo primitivo: que todo poder  viene de Dios. El cristianismo medieval hizo olvidar a mucha  gente que el cristianismo originario había sido opuesto a toda  ley y que, por ejemplo, el "Sermón de la montafta" era leído  como abolición de los Diez Mandamientos, tal como dice  Hegel. Los Diez Mandamientos es la ley, la ley mosaica, pero  son prohibiciones: a esas prohibiciones Cristo les opone algo  que las deja abolidas: el amor. Es decir, después de la fórmula  "Amaos los unos a los otros", lo otro queda abolido, eso de  "no robar'', "no matar", etc., es absurdo, pues supone que no  se ama y Cristo no se mete con eso. Todo antinomismo supone  lo mismo: que el reino del amor es la abolición de la ley.


 

Estanislao Zuleta Obras 319

Así, pues, la posición más rígida que encontramos en todo el  conjunto antinomista implica: una posición inicial, que es la  abolición de toda ley a nombre del amor, de una sociedad que  no requiera leyes ni prohibiciones porque todos sus elementos  se aman~ y otra posición, que es la crítica de la propiedad y de  lo individual; el abandono de la familia que proclamaba Cristo,  de la familia como algo que se separa de la comunidad.

El antinomismo, generalmente, se coloca al fin de los tiempos:  el fin de

l mundo está cercano; esa era una de las razones por

  las cuales se recomendaba ir repartiéndolo todo, en la época  del cristianismo primitivo. Cuando se descubrió que la cosa se  demoraba entonces cambiaron la idea y se invirtió la cosa, la  familia pasó a ser uno de los valores cristianos principales. Pero  el cristianismo, como todo antinomismo, comenzó por opo- nerse a la familia, como el marxismo a la propiedad y a la  familia, y a todo lo que separe a los individuos en una existen- cia privada. El antinomismo sueña con una vida pública en la  que se disuelva el hombre entero y que no quede ningún  ámbito de existencia privada. En términos de Marx, es necesa- rio superar la oposición de lo público y lo privado, cualquier  ámbito en el que se afirme el hombre egoísta.

Esta es una tendencia que uno puede encontrar en muy diver- sas corrientes aparentemente contrapuestas, como, por ejem- plo, el cristianismo primitivo y el marxismo. El cristianismo  primitivo y el marxismo mantienen muchos lazos comunes y  el más importante es éste. Por lo demás, Epifanio, quien murió  a los 17 años y escribió todo un tratado que es una condena- ción permanente del más grave delito que ha tenido la huma- nidad en toda su historia: la propiedad privada. La propiedad  privada separa a los hombres, opone a los hombres, introduce  la hostilidad y 'la competencia, requiere el derecho; sin eso no  se requeriría ningún derecho. Toda la mitología occidental de  la Edad de Oro es una oposición, por lo menos a la propiedad,  al derecho y al trabajo. En Marx esto adquiere otra versión:  que el trabajo no sea el campo en el cual el hombre sacrifica  parte de su tiempo para poder sobrevivir y se pierde o se


 

320 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

aliena, como diría él, sino que sea el sitio donde el hombre se  realiza,

 se supera y encuentra sus propias posibilidades. En  .. EL QUIJOTE", de Cervantes, se puede ver en el ..Discurso  a los cabreros" el antinomismo más duro: .. Dichosa edad y  tiempos dichosos aquellos a quien los antiguos dieron el  nombre de dorados, y no porque el oro fuera -en ellos lo que  es en nuestra edad de hierro sino porque en aquella venturo- sa no se conocieron estas palabras de tuyo y mío". Luego  nos explica cómo la tierra, nuestra primera madre, daba sus  frutos sin que la violara ningún arado, sin que la estuvieran  molestando y violando: una imagen de tierra virgen y de  trabajo y técnica como violación de una madre virgen, que es  la misma que tienen hoy ciertos ecólogos: la ciencia y la  técnica son malas, la naturaleza es buena; las primeras son  una violación de la naturaleza y producen polución.

El antinomismo siempre encuentra las mismas huellas y la  misma idea de una reconciliación con una naturaleza buena  de la cual el hombre se desprendió por culpa del pecado ori- ginal, (el árbol del conocimiento) la ciencia y la técnica, por  el trabajo y la propiedad. El retomo a esa naturaleza buena,  sin leyes, sin trabajo, sin arados que violen a la mamá, eso es  el gran sueño antinomista, sea moderno, como se puede encon- trar en la Francia del 68, sea antiguo, cristiano primitivo,  cervantino o el de uno de los más duros antinomistas: Rou- sscau.

Vemos siempre los mismos principios. Es muy interesante ver  ese conjunto, porque a los antinomistas no les gusta que los  traten en conjunto; el último considera que su movimiento  es algo inédito en la historia y no le gusta que le recuerden sus  antecesores. Por ejemplo, al marxista no le gusta que le recuer- den que los cristianos primitivos decían lo mismo que Marx:  también ellos iban a vivir sin Estado, sin derecho, en una  comunidad transparente, sin intereses privados, no lo llamaban  propiamente comunismo sino el Reino de Dios, que sí era de  este mundo. Después se descubrió que era de otro, que este era  el de los reyes, los señores feudales y los Papas, que el de Dios


 

Estanislao Zuleta Obras 321

era mejor dejarlo para después de la muerte; pero esa idea no  se le había ocurrido a los cristianos primitivos.

En Rosseau el asunto, en cierto modo, se agudiza mucho y  tiene mucho

 que ver con algunas tendencias del mundo moder- no. Uno de sus textos más inquietantes y más interesantes es  el "Discurso sobre el origen de las lenguas". donde nos explica  que al comienzo los idiomas eran maravillosos, todo era cantar,  poetizar, la prosa vino después con la decadencia, con la pro- piedad privada, antes no había sino poesía y el lenguaje  comenzó por el amor, porque, según se imagina él, en el buen  salvaje primitivo la cosa es de amor. El no estaba muy enterado  de cómo viven los primitivos, ni de la reducción de cabezas ni  de nada de aquello que sabemos hoy; se imaginaba que mien- tras más primitiva fuera una sociedad más vivían enamorados  unos de otros, y todo el mundo de todo el mundo. A Rousseau  le molestaban mucho las consonantes y consideraba que las  lenguas primitivas estaban hechas de vocales básicamente y  que las consonantes vinieron después a dañar la cosa. con  diferenciación, y mientras más dañado está un pueblo. como  los alemanes y los nórdicos, más consonantes tienen. están  más lejos del origen; ahí se le salió la latinidad al hombre.  Además, otra decadencia espantosa de la que ya se había  quejado Platón vuelve a sonar en el discurso de Rousseau: el  descubrimiento de la escritura. El cree tener avcri!:,'llado que  Homero no sabía escribir y que los grandes poetas eran grandes  precisamente porque no sabían escribir: por eso hablab¡¡n en  verso para que las cosas se recordaran, porque querían que  fuera en la pasta viva de la sensibilidad humana donde quedara  escrito su discurso, y no en un papel que cualquiera inkrpreta  como quiere, sino en la comunicación vit¡¡l, lo vivido, no lo  escrito quL· es lo muerto, lo de los notarios: la escritura hace

parte del Estado, del contrato social, porque se hundió la  comunidad auténtica. pero cuando vuelva a surgir, volveremos  a olvidar la escritura, felizmente.

SÍl'mpre que se produce la decadencia de algunas formas de  identidad y de la posibilidad de transmisión de generación


 

322 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

en generación de ciertas formas de autoridad, el antinomismo  entra en escena otra vez y reinventa todo su juego: la naturaleza  es buena, la cultura es mala, llámese cultura el derech<?, el cultivo,  la escritura, las

 normas. Esa es una convicción que no se les  quita, aunque se les caiga la casa encima por los terremotos,  los piquen las serpientes, los azoten las epidemias naturales.  Esa es una cosa que hoy también se considera moderna. Pero  el antinomismo es tan viejo que es casi transhistórico. Con el  antinomismo se producen ciertos valores como el de que la  espontaneidad es buena y la reflexión es mala. Eso está en el  ambiente de nuestra época como estuvo en la época del  cristianismo primitivo.

Existe una relación entre la ley y las perversiones. Un modelo  de perversiones, el que más se considera, es el fetichismo. Es  la fonna más geneml, y en cierto modo no hay ninguna  perversión que no sea una forma de fetichismo. También se  considera frecuentemente, por sus relaciones muy estrechas  con la ley. la pareja masoquismo-sadismo, que a veces se da  unida, pero que casi siempre se da separada. Un importante  estudio sobre el masoquismo aparece en el libro ..DEL ARTE  A LA MUERTE'', de Michel M'usan. AHí aparece el caso de  un masoquista que acusa al sádico de que se ..raja" al final  y no lo pela como él quisiera por miedo a la ley, por miedo  a entr..tr en el código penal y a producir dañ.os irreparables,  entonces no lo achicharra con los hierros candentes como él  quisierJ :el sádico es acusado de flojo por el masoquista.

Hay muchas formas de perversiones, pero lo que más nos  inten~sa es ese núcleo fetichista, sád ice-masoquista. En ••EN- SAYOS SOBRE LO SIMBOLICO", ••GENEALOGIA DE  LAS PERVERSIONES", de Guy Rosolato, hay en primera  instancia una problemática de la ley en el campo de las perver- siones, y esto también ocurre en el campo de la depresión.  Son muy complejas las relaciones entre ambas cosas. Si toma- mos como ejemplo el caso de Proust, vemos la relación mucho  más estrecha.


 

Estanislao Zuleta Obras 323

En la genealogía de las perversiones siempre hay un dafio muy  grande en la ley, en la autoridad familiar, que es la primera  vivencia de la ley. Suele ser que se disputan la ley los dos  padres, desautorizándose uno a otro; esto se encuentra fn:- cuentcrncntc en los antecedentes de la perversión. Un caso  muy frecuente también es el de la ley pervertida ella misma.  Así se refieren al terna la mayor parte de Jos autores: Piera  Aulagnieur "EL DESEO Y LA PERVERSION", Resolato, etc.

La ley pervertida ella misma es la ley no transmitida sino im- puesta, es decir, la ley en la cual el padre omnipotente o la  madre omnipotente, imponen una ley que ellos mismos no  siguen. La ley pervertida la suele tener el Estado, que impone  un código moral y civil que los mismos que ejecutan no siguen.  Pero lo que nos interesa aquí es que eso se da en la familia. La  "CARTA AL PADRE", de Kafka, es una denuncia permanente  de eso: "nadie podía hablar en la mesa pero tú hablabas todo  el tiempo, no se podía regar nada en la mesa y los grandes  regueros estaban alrededor tuyo, cuando uno come no puede  hacer ninguna otra cosa, mientras tanto tú sacabas punta a los  lápices, etc.". Esos son detalles muy importantes porque lo  que capta Kafka es la posición de una ley pervertida, que se  encuentra luego en "EL CASTILLO" por todas partes y en  toda su obra, el legislador que transgrede lo que él mismo  impone como ley. Es decir, que no se trata del padre mortal.

Hay dos figuras: el "e~~r;-~·10rtal" y el "p~~re om?~~ot~~t~"·  Rosolato no las llama ast, sino "Padre id'ealiiado' y 'padre  muerto''. Un "padre omnipotente" es el que produce leyes  a las cuales él mismo no se considera sometido. El "padre  mortal" es el padre sometido a la ley que él mismo propone  y, por lo tanto; más que imponer, transmite. Las religiones,  sobre todo las religlcincs de la"ley·:.=¡a·más• . Ciásica es el judaís- mo, contra la cual el cristianismo afirmó la oposición a la ley- hacen mil rituales para indicar esa transmisión. Frecuente- •

mente son rituales referidos simbólicamente a la castración,  como es el caso de la circunscisión.


 

324 Tomol El pensamiento psicoanalítico

Entre los efectos de la peJVersión de la ley hay que tener en

 cuenta ese que nos introduce de la manera más directa y más

 abrupta en el campo de las peiVersiones. El padre que trans- mite

 una norma lleva a cabo la inscripción en un orden simbó- lico, por ejemplo en el lenguaje; desde luego, las nonnas que  impone son las notmas a las cuales está sometido. En todos  Jos órdenes debería ser así. La inscripción en un orden simbó- lico por una transmisión de la norma es lo que suele denomi- narse, en el psicoanálisis de hoy, la ..castración simbólica".  Una pulsión de diversa índole queda inscrita en un orden  simbólico y no solamente las pulsioncs fálicas a las cuales se  refiere el término castración. Por eso hablamos de la castración  oral, es decir, la inscripción de las pulsiones orales en un orden  simbólico, así sean agresivas, incluso las pulsiones alimenticias,  que se inscriben en una estructum de valores y de combina- ciones permitidas y prohibidas, que terminan siendo nuestros  !,'Ustos.

Uno de los fenómenos de la castración -y por eso la genealo- gía de la peJVersión se encuentra siempre con la arbitrariedad  de la ley en sus orígenes- es que no puede hacer una distin- ción entre una castración simbólica y una castración real y  entonces protesta contra todo tipo de norma, cualquiem que  sea, como una imposición arbitraria y terrible. Eso Jo encontra- mos en muchas gentes. como dificultades inmensas, como

· grandes inhibiciones intelectuales, por ejemplo. Es el caso de  algunas personas que no pueden aprender ciertas cosas porque  son nom1as, como la ortografía, por ser una imposición arbi-

. traria.

Otro caso más grave es cuando no se puede coger el lenguaje  como haces de sentido, y se da en ciertas formas esquizoidcs.  En t.'ste caso el sonido acerca las palabras más que el sentido.  Por ejemplo, por el sentido nosotros acercarnos "hablar",  ••hablo" ...hablaba", "hablado'', etc. como una haz de sentido  y .. abrir" hace parte de otro sentido. Pero si no tenemos las  palabras como haces de sentido sino como sonidos y nos  guiamos por el parecido sonoro, la ortografía se va al diablo


 

Estanislao Zuleta Obras 32S

y muchas otras cosas. Ese ya es otro problema, ya no es una  oposic

ión a las normas, sino una falta de captación de los con·  juntos, es un problema más bien esquizoide: el resultado es  parecido: escribir "mamá" con ·~ota", "porque así soy yo".  El resultado es parecido pero el origen es distinto; no se debe  equivocar uno ahí en el diagnóstico. El más frecuente es el  antinomismo: .. como es una norma debe ser transgredida", y  cierta imagen que va adquiriendo el antinomismo, especial·  mente en su desarrollo, de que si toda norma es mala, toda  transgresión es buena.

La imagen de una castración real por una ley pervertida,  determina toda la maniobra perversa. La maniobra perversa  es básicamente inconsciente; sin embargo, es relativamente  fácil de descifrar. Las perversiones están llenas de rituales;  no son simplemente gustos, son verdaderos montajes escenifi- cados. No se puede describir el masoquismo como un simple  gusto de ser golpeado, o por el dolor, o por una combinación  del dolor con el placer. Es toda una escenificación de la humi- llación; se necesita la mujer con botas, con tacones, con arreos  de correas, la venus de pieles del maestro Sacher Masoch. Así  se anuncian en la prensa norteamericana y disfrazadas así  andan por las calles de Nueva York, unos y otras, haciéndose  propaganda para capturar masoquistas, a los que les cobran  fuertes sumas en dólares por azotarlos.

La escenificación y los rituales tienen una particularidad muy  notable. Piera Aulagnieur en .. ASPECTOS TEORICOS DE  LAS PERVERSIONES" (publicado al lado de "Aspectos  clínicos de las perversiones", de J. Clavreul), que es Jo mejor  que existe, creo, sobre el tema del masoquismo y el sadismo,  muestra que todos esos rituales son formas de negar la dife- rencia de los sexos.

El pervertido necesita una ley para poderla burlar, pero la  necesita y la convoca una y otra vez. Por eso en el maestro  Sade siempre se trata del presidente burlado, de cómo el  canónigo fulano siempre pedía nifias y una vez Jo engafiaron


 

326 Tomo I El pensamiento psicoanalítico

con un niño y entonces protestó diciendo ..estáfame siempre  así", porque resultó más homosexual de lo que él sabía. La  ley en Sade es la religión o el Estado, y siempre aparece como  si no hubiera gusto sin tener alguien

 a quien elevar a) rango de  la ley para burlarlo. Eso es típico del ritual de las perversiones,  en ese sentido las perversiones son mucho menos libertarias  de lo que uno se imagina. Sin la autoridad no sobreviviría,  necesita revivir una y otra vez la ley pervertida que padeció,  para burlarla, y ei ritual es la burla de la ley, y no se puede  hacer sin la ley, la transgresión de la norma no se puede hacer  sin que alguien represente la norma.

Dentro de los depresivos, uno de los que más rigurosamente  trató el tema de las perversiones, es Proust. .. EN BUSCA  DEL TIEMPO PERDIDO'' trae descripciones de perversiones,  como las del prostíbulo de Jupien en •·sodoma"; en ese  prostíbulo, además de los aparatos para masacrar a la gente,  aparecen los retratos en colecciones, una cuestión que parece  ser autobiográfica, según Painter, quien hizo la biografía más  quisquillosa y minuciosa de Proust; es detectivesca, no inter- preta nada, pero trata de pillarlo todo. Entronizar los retratos  de los padres amados donde se van a llevar a cabo los rituales  de la perversión, eso está en el prostíbulo d.: Jupicn, en la  "MADEMOISELLE DE SAINT LOur·· y es muy frecuente.  Proust sabe. de qué está hablando porque conoc.(a el ambiente  "in vivo".

Esa es una forma de convocatoria de una ley que necesita  ponerse en escena una y otra vez para burlarla. Conozco un  caso de un transvestista, por chequeo no por análisis, que era  un dirigente del conservatismo del Valle del Cauca, pero como  andaba disfrazado de mujer y fue pillado en algunas oportuni- dades, quiso hacerse psicoanalizar a ver si evitaba los peligros  evidentes de que encuentren disfrazado de mujer a un dirigente  conservador. El hombre no sólo era transvestista en este sen- tido, lo que disgustó sobremanera a su mujer, sino que se había  generalizado su transvestismo hasta el punto que votaba por el  MOIR y salía corriendo a contar los votos "a ver si vamos


 

Estanislao Zuleta Obras 327

ganando los conservadores"; era transvestista en política  también.

La cuestión de transgredir una ley y de ser el malito contra una  ley, ella misma petversa, se convierte en la verdadera pasión. Si  se generaliza es porque se crea la incapacidad de concebir otro  tipo de ley que no sea perversa.

También está el problema del deseo en la petversión, estudiado  por Piera Aulagnieur, quien dice que la petversión es una últi- ma trinchera contra la psicosis, es una prevención final. Para  poder sostener una última identidad, es necesario que esa iden- tidad tenga muchas condiciones, que, por ejemplo, sea antile- gal, que niegue la diferencia entre los sexos y demás; lo que  amenaza al hombre de la petversión ya es la psicosis y por eso  su deseo es de una compulsividad de un grado alarmante, es  decir, la frustración del deseo es siempre molesta, pero para un  perverso es alarmantenemente molesta, es peligroso y entonces  hace que el tipo de deseo sea terriblemente conminatorio para  el sujeto. Es muy difícil prescindir, incluso incurriendo en los  mayores peligros. Es lo que ocurre frecuentemente con exhibi- cionista y vouyeristas; el tipo arriesga su carrera, todo lo que  ha hecho en la vida, todo su prestigio, por ir a que lo vean  desnudo un ratico unas muchachas que van a pasar. Todo ese  riesgo se corre porque la psicosis anda muy cerca; todo esos  rituales se requieren para volver a manifestar una identidad y  por eso se vuelve tan compulsiva la cosa.

Lo que courre en la petversión es que nos encontramos con  una ley que se impone al sujeto y no la puede ya vivir como  la invitación a un conjunto del que participa quien la impone  o quien la representa, sino como el sometimiento a una volun- tad. Es decir, tiende a vivirla en términos persecutorios, cosa  muy frecuente hoy por la extraordinaria disención entre las  gtmeraciones, entre otras cosas. Por eso la ley es vivida, sobre  todo en la juventud, en términos persecutorios. También hay  teóricos que conciben el poder, la ley y el Estado en términos  puramente persecutorios, prácticamente paranoides, como el


 

328 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

famoso panóptico de Foucault, que lo están mirando por todas  partes y donde le suene a poder o a la ley protesta potque  cree que toda la ley es perseguidora; eso hace que su concep- ción del mundo sea tan curiosa, tan indiferente ante las dife- rencias; donde algo le suena a normas le parece que es igual,  que es igual el psicoanálisis que la confesión católica, que es  la misma cosa Marx que Ricardo. Eso es típico de una visión  persecutoria de la ley.

Ahora bien, esa visión es muy frecuente en las perversiones,  allí podemos seguir el hilo de diversas formas de negación de  la ley, derivadas de un mal origen en la relación con la ley.  Uno de esos orígenes malos puede ser la mutua desautoriza- ción de dos legislaciones materna y paterna: "no le haga caso  a ese que está loco", ••no le haga caso a esa que es una beata",  y entonces no le vuelve a hacer caso a nadie; o bien, uno de  los dos rige pero en una forma arbitraria, es decir, imponiendo  aquello que él mismo transgrede.

Hay otras formas más duras, más drásticas, que ya no generan  propiamente la perversión, sino que tienden a producir más  bien posiciones esquizoides o esquizofrénicas, o posiciones  paranoides. Una ley impuesta puede desatar una paranoia  directamente, como el caso conocido del padre de Schreber,  el paranoico que estudió Freud(l). El papá de Schreber había  producido un librito, .. Gimnasia médica" del cual dio 40 edi- ciones y que es una especie de antecesor directo del nazismo;  enseñaba la disciplina y el rigor consigo mismo, pero el hombre  no se reducía a la gimnasia médica, ni mucho menos, sino que  en el tratamiento de sus hijos fue muy cuidadoso de que apren- dieran la ley: ..l o que más necesita aprender un niño es la  frustración", y entonces hacía que les ofrecieran papillas y el  seno y se los retiraran inmediatamente, desde que estaban  recién nacidos. Organizó un tribunal que se reunía en su casa,  eran sus hijos, su mujer y él, para ser juzgados todas las serna-

( 1) Freud se equivocó por completo en lo que respecta al padre de  Schreber. Es verdad que no conoció las circunstancias de éste.


 

Estanislao Zulcta Obras 329

nas en todas sus faltas. Con gran ingenio mecánico construyó  los

 aparatos para comer y para dormir, de hierro, que obligaba  a sus hijos a tener una determinada posición; estos aparatos  están dibujados en el libro sobre el

 caso Schreber. El doctor  Schreber hijo se sentía perseguido por Dios; es muy fácil ver  la conexión de los dos personajes. Schreber hijo era un teólogo  notable y dect'a que Dios estaba muy lejos de ser tan perfecto  como las religiones lo mostraban, que tenia, por el contrario,  bastantes defectos, uno de los cuales es que no conocía a los  hombres, porque estaba acostumbrado a tratar sólo con los  muertos; otro defecto es que por ser eterno no podía aprender  nada de la experiencia y si se equivocaba una vez, se equivoca- ba para siempre.

El esquizofrénico generalmente afiora una ley, incluso una ley  terrible; se somete a las dictaduras más alarmantes, políticas o  personales o procede a la castración real, que se en.::uentra en  la clínica continuamente: corte, literal, como hacían algunos  de los cristianos primitivos, claro que por orden de Jesús, ya  que así interpretaban el texto de San Marcos: "Porque hay  hombres que vinieron castrados del vientre de sus madres y  hay hombres que fueron castrados por otros hombres, pero  también hay aquellos que se castraron a sí mismos para seguir  al Seíior", cosa que leyó Orígenes, el padre de la Iglesia, el  apologista, y procedió; era un creyente.

Son aventuras con la ley: la perversión, la esquizofrenia y,  en parte,

 también la depresión. Claro que dejaremos abierto  un problema que es muy difícil de tratar: las relaciones más  íntimas entre perversión y depresión. Uno puede tratarlas en  un caso, por ejemplo en Proust, donde están ambas, pero en  teoría no las conozco. Simplemente planteo el problema de  la ley, porque es un problema mayor en el psicoanálisis, en la  historia, en la política, en la vida personal y colectiva y se  relaciona íntimamente con la depresión.


 

CONTROVERSIA CON DELEUZE  A PROPOSITO DE EL ''ANTI-EDIPO

El anti-Edipo como actitud ante  la depresión y la culpa


 

Estanislao Zull.'la Obras 333

DISCUSION -1-

Las pokmkas sobre l'l complejo de Ed ipo aparederon casi  inmed iatamen k tkspul's de que se presentó la teoría freudia- na. Algunas vink·ron (h'SUl' cerca; Malinowski. por ejemplo,  sólo objetaba la validez del complejo de Ed ipo para lo que  se denominaba en esa época sociedades matriarcales (matriar- caks no hay. hay matrilincaks. matrilocaks). Aquí me referiré  ti..tndamentahnt'ntL' a una muy importante porque resume gran  parte de las anteriores, las mejores, y porque es la que resulta  de más actualidad. Se trata tk la crítica que hicieron Deleuze  y Guattari. principalmente en su libro ..EL ANTI-EDIPO''.

Dl'ieuzt' tiene una relación con f<reud que no es simplement

de desacuerdo, como hay tantos por lo demás, sino que es·  un desacuerdo acompat'iado de una gran preocupación: y se  ha convertido tksde hace mucho tiempo, por decirlo así, en  una especie de enemigo íntimo. Siempre está muy preocupado  de todo lo que en el seno del movimiento psicoanalítico ha  ocurrido y, sucesivamente, de manera muy curiosa, se ha  sumado a aquellos que han tenido algún conflicto con f<reud,  incluso en el pasado, conflictos que ya están muertos, lo mis- mo que sus participantes.

En el año 1962 escribió Deleuze un libro muy notable, c

omo  muchos de él, llamado ·•NIETZSCHE Y LA FILOSOFIA";en  ese libro, sin que ello viniera muy a cuento, no se le escapa  su ataque contra Freud. En una nota dice que sea fácil  suponer lo que Nietzsche habría dicho de Freud, que era un  pesimista, tal como había considerado a Schopenhauer y  esto es tanto más fácil de suponer -continúa Deleuze- cuanto  que hubo entre los discípulos de Freud un nietzscheano  auténtico, Otto Rank. Deleuze tiene la costumbre, cuando se  trata de Freud, de hacer flecha de toda madera; en este caso  la madera es Rank, un ••nietzscheano auténtico". Es un fenó- meno muy curioso porque Deleuze es un hombre capaz y  conoce muy bien a Nietzsche.


 

334 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

El motivo .por el cual hubo entre Rank y Freud una escisión  que determinó la salida del primero del movimiento psico- analítico, es un motivo particularmente anti-nietzscheano de  parte de· Rank, y esto es lo más curioso de la historia. Rank,  como es sabido, produjo la teoría del trauma del nacimiento.  Después de haber hecho libros psicoanalíticosbastante nota- bles, como "EL MIT

O DEL NACIMIENTO DEL HEROE" y  algunos otros, produjo una teoría general, según la cual el trau- ma fundamental en la vida del hombre era el nacimiento, y Jos  otros traumas, en última instancia, remitían a él. Describe  con bastante profundidad la separación uc un matrimonio  como angustia de nacimiento, y así algunos otros fenómenos.  Aunque muchas de las descripciones son muy pertinentes,  tiene el problema de que reduce todo el asunto al trauma  del nacimiento. Hay un trauma del nacimiento, eso es real,  no del momento en el que se nació, sino en el sentido de un  fantasma de nacimiento traumático al que se remite una gran  cantidad de problemas de la vida. La idea de Rank era que por  ser el origen el hecho primero, tenía que ser el más importante,  y el análisis, si se quería ganar tiempo y hacerse en dos o tres  meses, y no en años como lo hacía Freud, debería rápidamente  coger Jo más importante, el nacimiento.

Freud no estuvo de acuerdo con

 eso y da esta respuesta: "es  como si los bomberos llegaran a un edificio en llamas y sólo les  interesara apagar la lámpara por donde comenzó el incendio".  Es muy frecuente en Freud ese estilo de polémica, lateral y  apenas con un ejemplo.

Ahora bien, Nietzsche es conocido precisamente en la histori

de la filosofía por ser un crítico de la idea del origen como Jo  fundamental y lo que determina el sentido ;eso se encuentra,  sobre todo, en el tercer capítulo de "LA GENEALOGIA DE  LA MOkAL". Deleuze conoce muy bien eso, Jo expuso muy  bien en sus libros sobre Nietzsche; sin embargo, considera que  Rank es un nietzscheano auténtico y que sirve de prueba de  lo que Nietzsche habría dicho de Freud. Este es un ejemplo  curiosísimo de posición antifreudiana de Ddeuze; es particu-


 

Estanislao Zuleta Obras 335

lannente sintomático que se apoye en Rank y que declare  nietzscheano auténtico a quien tiene la idea de que el origen  detennina el sentido, idea perfectamente opuesta a la de  Nietzsche; es muy raro en un pensador tan serio y que conoce  tan bien ese terreno.

En un escrito posterior, que se llama .. INTRODUCCION

SACHER MASOCH", Deleuze intenta un estudio sobre el  masoquismo, desde luego contra Freud, pero también apoyán- dose en que hubo un gran freudiano, Jung, quien sí entendía  cómo era la cosa, al contrario de Freud, quien no tiene en  cuenta las escenificaciones, los mitos universales y el incons- ciente colectivo, reduce la cosa a las pulsiones y no podrá  nunca dar cuenta del asunto. Aquí es Jung; en ••EL A.NTI- EDIPO" serán Wilhelm Reich y otros. Entre Jos que estuvie- ron en el camino con Freud, Dcleuze retoma prácticamente  a todo el mundo, con tal de que en detenninado momento  haya entrado en conflicto con Freud. Todos los que hablen  en una dirección específicamente antifreudiana son acogidos,  aunque no tengan entre sí nada que ver; es un fenómeno  curioso aquello que indico con el nombre de enemigo íntimo,  porque está siguiendo todos los conflictos que fueron perso- nales en su momento e incluso fueron ya olvidados; ya nadie  se acordaría de un conflicto entre Rank y Freud, si no fuera  porque lo menciona Dcleuze, generalmente, incluso los freu- dianos, citan Jos textos de Rank como textos muy buenos y  como grandes momentos de la historia del psicoanálisis.

Señalé antes algunos rasgos de un fenómeno que llamé con  cierta dureza ••demagogia teórica", uno de los cuales es la  introducción de una toma de partido, en pro o en contra. Ya  el t

ítulo del ••ANTI-EDIPO" nos da la idea de que curiosa- mente Dcleuze presenta el asunto como si fuera posible  tomar una actitud a favor o en contra del Edipo. Es un fenó- meno curioso, porque muchos psicólogos no se pondrían en  eso de estar en contra del Edipo. El problema con Deleuze  es que está en contra del Edipo; otros lo que piensan es que se  trata de un invento de Freud, que no hay tal complejo de  Edipo, que no hay inconsciente.


 

336 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Lo que es más interesante todavía, es que el a favor o en  contra no lo deja

 en el Edipo, sino que lo extiende, por  ejemplo, a un fenómeno como la esquizofrenia. El subtítulo  de la obra mencionada es "CAPITALISMO Y ESQUIZ()..  FRENIA". Además, se propone aquí crear una nueva con- cepción de la psicología, que él propone denominar ..esquizo- análisis"'. Su actitud ante la esquizofrenia no deja de ser muy  curiosa, porque no se trata, como ha ocurrido recientemente,  de nuevas interpretaciones de la psicosis (Piera Aulagnier,  Roustang, etc.), que van más lejos que la!> de Freud o las de  Lacan, u otras que estén en contra de las propiamente psico- analíticas, contra Sechehaye. Perrier, Lacan,etc., y propongan  otra; tampoco se trata de una interpretación que niegue todo  eso y proponga una explicación biologista ( ..es un fenómeno  orgánico, de química cerebral'"). Aquí no se trata de eso, aquJ·  se trata de estar a favor o en contra de la esquizofrenia: más  claramente, a. favor.

El otro problema es que Deleuze y Guattari toman el psico- análisis de una manera difícil de precisar, porque no lo toman  propiamente como una teoría que interpreta unos hechos, que  pueden ser mal interpretadqs, o que tiene una serie de hipó- tesis que pueden ser falsas. Tratan el psicoanálisis -el complejo  de Edipo, el pensamiento de Freud sobre la castración, el  problema de la represión, etc.- como los marxistas tratan el  capitalismo, es decir, como algo que hay que combatir; el  capitalismo es un hecho y no un simple error que tienen en  la cabeza un conjunto de gerentes o unos obreros en unas  fábricas. Pero ellos consideran que el psicoanálisis oprime el  deseo humano como el capitalismo oprime el trabajo humano:  ese es su modl~lo de rderencia permanente.

Los autores hacen una comparación entre la teoría del deseo  que ellos proponen y la teoría de la producción de Marx. Toda  su teoría del deseo está dedicada a la crítica de la idea de que  el deseo tenga algo que ver con la carencia. idea que por lo  dt·más es de Sócmtes, de Platón, de Aristóteles y de otros, no  solamente de Frcud. Ellos creen que la teoría de la producción


 

Estanislao Zulcta Obras 337

de Marx es más o menos la que ellos tienen del deseo. Son dos  esferas tan extraordinariamente lejanas que, al forLar el concep- to marxista de producción -muy prestigiosa en esta época  (1972)-, y aplicarlo a una teoría del deseo, lo que hacen es  tergiversar la teoría de Marx. Dicen, considerando que éste es  el pensamiento de Marx:

''No existen esferas o circuitos relativamente independientes,  la

 producción es inmediatamente consumo y registro. El  registro y el consumo determinan de un modo directo la pro- ducción, pero la determinan en el seno de la propia produc- ción de producciones, de acciones, de pasiones... " (El Anti- Edipo).

Esto está considerado equivocadamente como un paralelo de  lo que

 afirma Marx, quien sí dice que ..l a producción es inme- diatamente consumo, el consumo es inmediatamente produc- ción, la distribución es inmediatamente producción, esto nos  daría el vértigo hegeliano, por eso tenemos que introducir  distinciones". Esto si lo dice, pero lo critica en seguida, e el  ..PRELIMINAR A LA CRITICA DE LA ECONOMIA POLI- TICA": ..esto da el vértigo hegeliano", todo sería entonces lo  mismo.

El ''ANTI-EOIPO" va en la dirección de las indifcrcnciaciones  y Marx, en cambio, es un clásico de las distinciones. En el  primer capítulo sefialan los autores lo que consideran uno de  los más graves errores del psicoanálisis: introducir la diferencia  entn.' el hombre y la naturaleza. En general, la posición es indi- tercnciar.

Antes de que nos embarquemos un poco más en detalle en la  discusión, y (fLjando de lado esa costumbre un poco molesta  de introducir conct:"ptos prestigiosos traídos de otro campo  --como la "'producción" marxista del deseo---·, de los que está  lleno t'l libro, y el aspecto ese de convertirlo todo en un  combate, no en una nueva investigación que podría ser una  corrección de los errores psicoanalíticos, sino en una toma de


 

338 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

posición a favor de... , lo cual no deja de ser curioso y gusta  extraordinariamente hoy, hay que reconocer que el libro de  Deleuze y Guattari es un libro de mucha importancia, un libro  apasionado y

 apasionante, bien escrito, escrito como quien  defiende una causa. aunque no resulta clara la definición de  esa causa. Se ve que esa causa está amenazada por Freud, por  el psicoanálisis, aunque ellos están pensando más en Lacan a Freud incluso no Jo citan casi nunca en el texto directo, y  cuando lo citan en los ''CINCO PSICOANALISIS., es muy de  paso y en textos descriptivos de momentos del desarrollo del  psicoanálisis, como el e

studio sobre Schreber, en el cual Freud  no hizo más que comentar un libro de un paranoico al que no  conoció y de quien desconocía sus antecedentes, los problemas  de su padre y todo lo que sabemos hoy. Cuando hablan del  deseo y tratan de introducir una redefinición están pensando  en lo que dice Lacan ~cuando hablan del Yo, cuando hablan  de una redefinición de la psicosis, están pensando en Lacan  o en Melanie K le in. Es muy poco lo que se puede llamar aquí  una confrontación, sea con Freud o con otras tendencias  actuales del psicoanálisis y prácticamente se tiene en cuenta  en este texto la tendencia de Lacan.

Le doy importancia a este libro y lo considero una verdadera  encrucijada en el pensamiento actual, porque ha nacido de  un rechazo a la depresión y la culpa, que están vinculadas y  nada puede ser más moderno que esto. Todo el problema,  el secreto, el prestigio y lo que tiene de apasionante este libro,  lo que lo ha hecho vocero de una parte de la juventud (la que  lo ha leído en Francia, que tampoco es mucha; pero sin que  lo sepa, la gente le toma simpatía a esta posición c0n solo oir  mencionar algunos de sus planteamientos) es el hecho de que  e-stamos en una época a la cual corresponde muy pro funda- mente la actitud de Deleuze y Guattari.

Es importante en este libro la posición de rechazo a la depre- sión. Algunos psicoanalistas han estudiado este rechazo en  casos particulares. Byon, haciendo estudios sobre algunos  tipos de psicosis, ha mostrado cómo es de frecuente una


 

Estanislao Zuleta Obras 339

particular intolerancia frente a la depresión; pero la intoleran- cia frente a la depresión se extiende a una gran cantidad de  circunstancias de la vida, principalmente aquellas en las cuales  la negación a hacer un duelo, el rechazo a todo sentimiento de  culpa, resultan decisivas. Una de las más conocidas es la crisis  de la pubertad, en la que hay un fuerte rechazo a la depresión.  El rechazo a la culpa está muy vinculado al rechazo a la  depresión; por ejemplo, en lo que se suele denominar la crisis  de la pubertad, hay un momento que es muy característico, en  el que se produce con relación a los padres, con los que hay un  choque y una crisis, lo que se suele denominar ~-~mandas

· . contradictorias, que también son típicas en los matrimonios  y;engeneral; en las relaciones humanas.

En las crisis de la pubertad se formulan frecuentemente las  demandas de autonomt"a contradictorias, haga lo que haga el  otro, hará mal, porque si cuando le dice .. ¿quiero ir a un paseo  de tres días, puedo?", le responde "sí, claro, vaya", entonces  piensa "ah, pues claro, ya no les importo", y si la respuesta es  "no, no vaya", piensa ..ah, pero me siguen tratando como un  bebé". El problema de las demandas contradictorias es ese,  que se hacen dos demandas al tiempo y cualquiera de las dos  frustr~(ala obra. Como el marido que le pide a la mujer que  reemplace a la mamá y que, además, sea una amante apasio- nada, entonces cualquiera de las dos cosas que ella haga frustra  a la otra. Nuestra vida está llena de demandas contradictorias  y no es precisamente la parte más cómoda de vivir. En ese  momento de la crisis de la pubertad como crisis de generación  que se puede prolongar mucho en determinadas circunstancias  sociales e históricas, se suele producir un rechazo muy fuerte  a las posiciones de la culpa y la depresión.

Este rechazo se expresa frecuentemente en dos formas. Por  una

 parte, se puede hacer en forma de proyección, es decir,  cualquier esbozo inconsciente de sentimiento de culpa procl~­ de, por el mecanismo de la proyección, a buscar un culpahk,  como la hostilidad busca un perseguidor; o procede, por olra  parte, por lo que Freud denominaba formaciones rcad iv as


 

340 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

La formación reactiva es un fenómeno psíquico muy conocido  en el psicoanálisis; es uno de los mecanismos de defensa y  consiste en que, en lugar de prod].lcir la simple negación de  algo, como hace la represión, el olvido, produce lo contrario.  El más conocido es el caso de la repugnancia en la histeria,  sobre todo en cierta histeria femenina de la· pubertad, que  era muy típica en la época de Freud. Es una gran repugnancia  por todo lo que sea sexual, directa, indirecta, alusiva o simbó- licamente; la carne, por ejemplo, produce vómito. Pero se hace  el análisis e inmediatamente, casi sobre la marcha, surgen los  deseos sexuales, los cuales no sólo están reprimidos, sino que  se ha producido una formación reactiva; allí donde deberían  aparecer los deseos sexuales, en los momentos precisos y sobre  los personajes en los cuales deberían aparecer, surgen en su  lugar las repugnancias.

Con respecto a la depresión, uno de los mecanismos más  frea.ieñtes .. hoy. es la proaüccibri --de .uña-foririidóíCreacfiva  que es el entusiasmo; allí ·donde p-óoriáfño~-mfi'tiT~J~~_p~s1'6"n,  declaramos el eritusiasmq~, Es-· un· fenómeno que puede8er  colectivo, pQTqlJ~ la depresión hoy 1ifmde..a seú~óléctw~r:--·--

Sin duelo no se puede hacer ninguna obm; eso lo vio Freud  desde 1915. Ninguna obra, ni siquiera el "ANTI-EDIPO",  aunque sea para predicar que no se necesita duelo alguno,  que es un invento del psicoanálisis, que el psicoanálisis es el  capitalismo, que la culpa es un invento de un padre paranoico  y perseguidor, que no hay nada más bello que la !t)4iferencia-

. ción e~uizoide. Ese es el mensaje del libro -no la arg

ume·n:.  -taclÓ~.:..:_;. el mensaje es interesantísimo, es de nuestra época,  corresponde de la manera más íntima al mundo en que esta- mos viviendo y es la forma moderna de la negación.

La culpa es un fenómeno complejo, tiene elementos de trans- gresión de normas en que uno cree, es decir, que comprometen  nuestros ideales; el Ideal del Yo está comprometido en las  nonnas transgredidas que generan culpa, además compromete  otras cosas, la agresión a objetos que amamos, con los que


 

Estanic;lao Zuleta Obras 341

estamos identificados, y que se vuelve sobre nosotros, etc.  La cul

pa genera inmediatamente un proceso que las religiones  han captado bien, casi todas porque el budismo es un poco  diferente;es decir, el sentimiento de culpa está siempre conti- nuado con una secuencia que es expiación, reparación, deman- da de reconciliación. Esa es una secuencia que las religiones  han visto muy bien, lo mismo que las religio.l!~.Pnvagas, para  decirlo en términos de Freud; la neuroSis obsesiva, por ejem- plo, es una religión privada, claro que Freud agrega entre  paréntesis, ..sólo P-orq~~- _1~ re.Ji&ió.n_.e_s_y~!l.P.~ID'9~ .

.21!~

colectiva... ·· · · ·

En la neurosis obsesiva, que es una religión privada se ve muy

  bien la secuencia, sólo que aquí todo está reprimido. En la  neurosis obsesiva la culpa desaparece de la conciencia; sin  embargo el sujeto se somete a una serie de rituales que son,  como se puede demostrar rápidamente en el análisis, de expia- ción, de reparación y de demanda de reconciliación; y la  angustia terrible se genera cuando deja de hacer cualquiera de  esos rituales. A primera vista parecen absurdos, no tienen nada  que ver con nada; es necesario poner los pantalones deblijo de  la almohada o no puede donnir, es necesario mirar cuatro  veces en el closet antes de apagar el foco, etc., etc. y se va  llenando de rituales hasta que le copan la vida y se agrava la  cosa; el mismo sujeto no sabe porqué está cumpliendo esas  leyes, se llena de liturgias para ir al bañ.o, para afeitarse, para  todo se llena de órdenes que tiene que seguir de la manera más  estricta; se ve, pues, como si estuviera en una liturgia complica- dísima, de esas que no se sabe de dónde vienen, pero que es  pecado no hacerlo. Hay un estudio de Freud sobre esto,  llamado "ACTOS OBSESIVOS Y CEREMONIA REUGIOSA".

La fonna de negar la culpa ha sido muy tradicional; es una culpa  que está referida a problemas originarios de Edipo, de deseos  y hostilidades vinculados al Edipo, reprimida, que sale sólo en  el síntoma, es decir, que es necesario hacer todo el trabajo de  interpretación para volver consciente todo el problema.


 

342 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

En la forma de la depresión hay dos grandes tendencias. Ha

una tendencia que es la más frecuente hoy, que se llam~  depresión simple o neurótica, en la cual la culpa cas·l siempre  queda inconscieñte~. como-en la neuro

sis obsesiva' y lo que  se hace consciente es sólo la depresión, ~1 ~entimientq_fle _q!!~  no tiene valor ninguno la vida. Hay otra forma que solemos  llamar iiiehmé:óliaoaep-resióñ psicótica. La depresión hoy en  día es tiiñ""importarlte porciue es la encrucijada entre la psicosis  y la neurosis y abre el paso de la una a la otra. En

 la forma  psicódca la culpa se hace consciente, pero, además, delirante~  el individuo se considera culpable de los crímenes más atroces  y se autodesprecia en la forma más terrible; frecuentemente  conduce al suicidio, tan pronto brota una forma melancólica,  el suicidio está al borde; ésta es menos frecuente hoy y es  mucho más privada, depende de un drama inicial mucho  más agudo. Lo que es muy frecuente es la forma de la depre- sión simple denominada así por los psiquiatras y psicólogos,  o forma de la depresión neurótica, para los psicoanalistas;  pero es lo mismo como sintomatología, puede que la interpre- tación varíe, pero el cuadro es el mismo.

Es interesante interrogarse, porqué en nuestra época la depre- sión ha llegado a ser el gran problema, y qué tiene que ver con  la estructura de la vida; ese es un problema supremamente  complicado de sociología moderna.

La grandeza de "EL ANTI-EDIPO'', su interés, su importancia,  es que desarrolla una lucha encarnizada contra la depresión,  aunque curiosamente es una lucha encaminada a negarla, a  considerar que la depresión es traída por algún culpable que es  una imagen paterna, principalmente Freud, también Lacan y,  más en general, el padre paranoico, como dicen. La idea curio- sa en este libro es que el psicoanálisis "edipiza" a la gente, no  la vida que ha llevado en la infancia con sus padres, sino el  psicoanálisis.

La discusión sobre el complejo de Edipo se hace más agu

da  -como puede verse al principio del cap. N de "EL ANTI-


 

Estanislao Zuleta Obras 343

EDIPO"- aU!J_dicar que el que inventa complejo es un padre  paranoico y que el gran error de Freud es haber creído que el .  complejo de Edipo es algo que parte del hijo, que tiene el"  hijo, cuando en realidad es algo que inventa un padre para·  noico. Es una discusión curiosísima porque evidentemente  existen padres paranoicos que a su turno tuvieron complejo  de Edipo y, desde luego, también hay padres no paranoicos  con los cuales también se tiene complejo de Edipo. Es intere·  sante ver esta secuencia en el mencionado capítulo, nos  encontramos con el siguiente texto:

"¿Cómo empieza un delirio? Es posible que el cine pueda  captar el movimiento de la locura, precisamente porque no  es analítico ni regresivo; explora un campo global de coexis·  tencia".

"Un film de Nicolai Ray, que se considera que representa un  delirio a la cortisona, un padre con pluri*Cmpleo, profesor dcolegio, que hace horas extras en una estación de radio de  taxis, tratado por desórdenes cardi'acos, empieza a delirar  sobre el sistema de la educación en general, la necesidad de  restaurar una raza pura, la salvación del orden moral, luego  pasa a la religión, la conveniencia de un retorno a la Biblia,  a Abraham. ¿Pero qué ha hecho Al>rahagt_? Precisamente  quiso matar a su hijo y tal vez la única equivocación de Dios  fue la de detener su brazo, ¿pero él, el protagonista de la  película, no tiene también un hijo?".

"¡Vaya, vaya!, lo que la película muestra tan claramente,  para vergüenza de los psiquiatras, es que todo delirio es  primero pedagógico, catexis de un campo social, económico,  pohlico, cultural, racista, peda~ógico, religioso; el delirante  aplica a su familia, a su hijo, un delirio que le desborda por  todos lados y sólo en última instancia y a posteriori, se vuelve  familiar".

Este es un ejemplo clásico de la clínica de Deleuze y Guattari.  Dejemos de lado el hecho de que se trate de una película y


 

344 Tomo 1 Ei pensamiento psicoanalítico

supongamos que se trate de un caso; es muy probable que un  caso de delirio paranoico pueda comenzar por un problema  en la oficina o en la religión, cte. Esto demuestra que este  sefior puede tener o no un problema con el padre, porque no  comienza por ser consciente del problema que tuvo en la  infancia, pero no podemos decir que el delirio paranoico es  educativo y luego él Jo aplica a su hijo, porque al fin y al cabo  no todos los educadores están delirando, es decir, uno puede  hacer una crítica específica de la estructura de la educación  y mostrar que contiene formas de dominación de tipo para- noidc, como tendencia; pero, si estamos hablando de un sefior  delirante, eso es una estructura. No puede decirse que porque  tiene un problema educativo y otro religioso, se volvió, por  aplicación a su familia, paranoico.

Pero, ¿qué interés tienen los autores en esta discusión tan rara?  Uno puede discutirles en términos puramente de interpreta- ción que un delirante no comienza por la conciencia del  delirio, que el delirio probablemente se produjo en una rela- ción, digamos, como la que tenía Schreber con el papá, y no  en una nueva visión de la religión. Pero, ¿por dónde comienza  la cosa a ser consciente'!, ¿por dónde está el orden de causali- dad?, ¿a qué viene todo esto?

Todo esto viene a punto, a que hay que poner un culpable.  E

ste señor sacado de la pe) ícula está siendo escogido como

 el padre culpable, éste es el pedagogo racista, que se acordó  que tenía, como Abraham, un hijo que quiere matar. Sólo  porque hay padres culpables, hay complejos de Edipo: sólo  hay hijos que son víctimas y padres que son culpables; entre  éstos están Freud y muchos otros. A esto llegan los autores.  Este es el otro mensaje, mensaje que .;ayó muy bien a la juven- tud de Francia del 68~ mejor djcho, no fue que cayó sino que  salió de allí, de todo aquel carnaval que pensaba cambiar el  capitalismo y estaba era ~n contra del papá, no quería ser  como el papá, con razón ;pero al fin y al cabo es de todo aquel  carnaval de donde surge un combate que es muy interesante  de analizar.


 

Estanislao Zulcta Obras 345

..EL ANTI-EDIPO" probablemente no nos dé grandes aportes  teóricos, pero como tema, como problema de la posición de  una generación, de la posición ante la teoría, ante la cultura,  ante la política, ante la culpa y ante la depresión en última  instancia, es un documento extraordinario. Hay un comentario  freudiano a este libro, escrito por J. ChasSC!,'Uet-Smitgcl, llama- do ••toS CAMINOS DEL ANTI-EDIPO".

DISCUSION 11

*

**

Vamos a continuar la discusión con la posición de Dcleuze y  Guattari. En realidad, su posición oscila mucho. Uno podría  pensar, si tomamos ••EL ANTI-EDIPO .. , que tienen la idea de  oponer al psicoanálisis algo que ellos mismos dicen que es  una oposición interna, desde el psicoanálisis; a veces, no  siempre, en el sentido de que por lo menos afirman lo esencial,  es decir, la generalidad de la sexualidad, la sexualidad infantil  y el carácter general del descubrimiento del inconsciente, a  diferencia de Sartre que niega el inconsciente.

Veamos el texto donde quieren plantear un poco más positi- vamente sus formulaciones:

"No decimos que Edipo y la castración no sean nada, se nos  edipiza, se nos castra, y no es el psicoanálisis quien inventó  estas operaciones a las que tan sólo presta los recursos y proce- dimientos de nuevo cuño, pero basta esto para hacer callar este  clamor de la producción deseante; todos son csquizos, todos  somos perversos, todos somos libidos demasiado viscosas y  demasiado fluidas y no por propio gusto, sino porque allí nos  han llevado los flujos desterritorializados".

•• ¿Qué neurótico un poco grave no está apoyado sobre la roca  de la esquizofrenia.? Roca que esta vez es móvil aerolito.  ¿Quién no frecuenta las territorialidades perversas más allá de  los jardines de infancia de Edipo? ¿Quién no siente los flujos


 

346 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

de su deseo y la lava y el agua? Y sobre todo, de qué estarnos  enfermos?, de la esquizofrenia incluso como proceso? o  bien, ¿de la neurotización violenta a la que se nos entrega y  para la que el psicoanálisis ha inventado nuevos medios,  Edipo y Castración? Estamos enfermos de la esquizofrenia  como proceso o de la continuación del proceso hasta e1 infi- nito en el vacío, horrible exasperación, la producción del  esquizofrénico entidad o de la cónfusión del proceso con un  fm, la producción del perverso artificio, o de la interrupción  prematura del proceso, la producción del análisis neurótico?

"Se nos enfrenta a la fuerza con Edipo y la castración, se nos  echa sobre ellos, sea para medirnos con esa cruz, sea para  constatar que no somos mensurables por ella; sin embargo,  el mal de cualquier modo está hecho, la cura eligió el camino  de la edipización, todo alfombrado de residuos, contra la  esquizofrenización que debe curarnos de la culpa'' (El Anti- Edipo, pág. 73).

Me parece que éste es uno de los textos que condensan de  manera más clara su posición~ se puede reforzar con algunos  otros en el mismo sentido. El libro tiene entre otras particu- laridades la de que se repite muchísimo; sobre cualquier tema  uno puede sacar treinta citas que dicen lo mismo, aproxima- damente.

Esto que acabamos de leer es probablemente uno de los  puntos

 fundamentales que nos puede orientar sobre el pensa- miento de estos autores. Hay un gran diagnóstico que parece  válido para la sociedad en conjunto: la neurotización es  forzada por la ley, se nos somete a la ley, se nos somete a  la edipización y por eso resultamos neuróticos. En el fondo  todos somos esquizos, si nos dejaran ser esquizos, ese sería  el ideal.

En general, el texto ~onSidera la esquizofrenia como un ideal;  dice que la esquizofrenia como entidad clínica, metida en un  sanatorio, ya es un producto de haberlo tratado de edipizar,


 

Estanislao Zuleta Obras 347

de no haberlo dejado ser espontáneamente esquizofténico;  y no es esa esquizofrenia la que tienen como modelo, sino  otra para la que desde luego no hay clínica; toman de algunos  textos de poesía o de mística, algunos poemas y algunos  textos de Antonin Artaud y algunos textos de Bataille son  los que sirven de modelo para lo que más o menos quiere  decir esquizo.

Como problema teórico hay aquí una confusión bastante  curiosa, se

 confunde esquizo (cuando no se dice, como a  veces también se hace, esquizofrenia) con lo que Freud llama- ba el proceso primario. Siempre que los autores nos describen  el ideal de la esquizofrenia, que eso fluye, eso es móvil, eso  desea, es prepersonal, tiene todo lo que Freud llamaba la  movilidad de las cargas, aquí lo llaman la máquina deseante  y nos advierten unas cuarenta o cincuenta veces que máquina  no es una metáfora; pero desde luego la siguen empleando  siempre como metáfora, porque no pueden emplearla de  otra manera.

Todas las descripciones de lo que llaman la máquina desean te,  que es el mismo ideal esquizo, lo mismo que llaman el deseo  como producción o la producción deseante, todo esto es  precisamente lo que Freud llamaba el proceso primario; Freud  lo describe como movilidad de la catexis, es decir, de los inves- timientos deseantes de unos objetos hacia otros, del Yo hacia  el mundo, del mundo hacia el Yo, movilidad que sigue proce- sos no lógicos; es decir, no está sometida a la lógica del pro- ceso secundario, que es la lógica de. la contradicción y la  disyuntiva: o esto o lo otro. En el proceso primario no hay  disyuntiva, puede haber una condensación, por ejemplo en  un suefio se puede estar en un sitio que tenga rasgos de dos  lugares diferentes. En ..LA INTERPRETACION DE WS  SUEROS", Freud muestra que la disyuntiva, la negación  y la duda, no operan en el proceso primario.

Cuando aquí nos hablan de diferencias no disyuntívicas, están  prácticamente tomando lo que Freud llama la lógica del


 

348 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

proceso primario. Cualquiera puede ir a ..LA METAPSICO- LOGIA", o verlo en ..LA INTERPRETACION DE LOS  SUE:ÑOS"; lo que pasa es que lo que en Freud es un aspecto,  la operación del proceso primario, en "EL ANTI-EDIPO"  está tomado como un estadio idear, al cual se le denomina,  además, esquizo.

En realidad hay algunas formas· esquizoides, no tanto de  esquizofrenias como entidades clínicas, como ellos mismos  dicen, sino de formas esquizoidcs en las cuales las leyes del  proceso primario se hacen valer en forma relativamente cons- ciente, preconsciente; eso también es verdad sin necesidad  de que se trate de un delirio, es infrecuente, pero es posible.

Aquí tenemos una serie de premisas que realmente son el  veidadero fondo del problema. Ellos saben ··--así comienza la  cita anterior- que el psicoanálisis no inventó el Edipo ni la  castración, sino que simplemente los encuentra en los análisis,  pero en algunas partes de la obra parece como si el psicoa- nálisis fuera el que forzara las cosas. En realidad estos no son  autores ingenuos. Ellos saben eso, pero el problema es que  ellos tienen una premisa, que es la del momento en que escri- ben, mayo del 68. Ellos recogen un conjunto de textos liberta- rios anteriores; textos de Cooper y Laing, que son preanalíti- cos y que apenas mencionan con simpatía porque saben que  son muy difíciles de defender; también algunos textos del  feminismo. En una palabra, la parte final de la cita mencionada  permite ver con mucha claridad que se parte de una premisa

\ fundamental: el mal viene de la ley, de c_ual_quier J.~y; s!Jt_ 0 ~ey el hombre es bueno; eso es ~ou~e.~u .~..!!H2s}? ~~0.1.1.?~.?.·

Deleuze y Guattari parten de esta prt'misa: el hombre es bási- camente el inconsciente es decir, el proceso primario; el proceso  primario es bueno el mal viene de la represión~ la represión  viene de la autoridad, de la iey; de los que obligan a organizar  cbmo rdZón, como Yo, como norma, lo que es un proceso  libre, creador y productor, que es el inconsciente. Ese es el  fondo de la doctrina difícil de sostener hoy.


 

Estanislao Zuleta Obras 349

Para poder sostener esta tesis, ponen a Freud a decir lo que no  ha dicho, que el inconsciente es el mal. Lo que sucede es que  ellos van a sostener que la razón es el mal, van a ser los adalides  del irracionalismo de nuestro tiempo y para algo van a sostener  que el inconsciente es el bien, que el inconsciente es el hombre  natural y que es la ley la que introduce el mal, la ley y la  razón.

Dicen: "El inconsciente es negro. A menudo se reprocha a

 Reich y a Marcuse su rousseaunianismo, su naturalismo,  una determinada concepción demasiado idílica del inconscien- te; pero, ;,si no atribuimos al inconsciente horrores que no  pueden ser más que los de la conciencia y de una creencia  demasiado segura de sí mi-,ma? ¿Es exagerado decir que en  el inconsciente hay necesariamente menos crueldad y terror.

que en la conciencia de un heredero, de un militar, de un jefe  de Estado?".

•'El inconsciente posee sus horrores pero no son antropomór- ficos, no es "EL SUEÑO DE LA RAZON" el que engrendra  monstruos sino más bien la racionalidad vigilante e insomne".

Aquí han entrado, pues, a decir su palabra; no es ••El sueñ.o  de la razón" (cuadro de Goya), que es un emblema del racio- nalismo; cuando termina la razón, cuando se somete la razón,  surgen monstruos. Ellos lo invierten: es la razón insomne y  vigilante la que produce monstruos. Es curiosos que Deleuze  firme un texto as{, ¿qué pasó con Kant que era su gran amor,  sobre el que escribió un libro tan bello?, ¿qué pasó con Spino- za, sobre el que escribió dos libros bellísimos? ¿vuelve otra vez  la militancia del irracionalismo?

Es el irracionalismo lo que tiene de moderno y de atractivo  ..EL ANTIEDIPO", hoy, cuando continuamente se está tratan- do de confundir el capitalismo con la razón. al contrario de lo  que pensaba Marx: que no había nada más irracional que el  capitalismo. Hoy cuando continuamente se trata de confundir  \a razón con d banquero. la razón con el militar, la razón con


 

350 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

el jefe, se está inventando la revolución irracional. La revolu- ción irracional es la de Cooper y Laing por ejemplo; a ella se  llega por el L.S.D. según Cooper, Laing prefiere el alcohol.

Ahora se predica la parapsicplogía, la sensibilidad de las  plantas,

 la cruz de cinco metales, esa es la revolución; en  cambio, el capitalismo es

 la razón. Esto hace parte de esa  militancia, ésta es la parte más refinada, la cresta de la ola,  pero hace parte de esa militancia moderna, de ahí procede su  modernismo y su atracción. El nuevo rousseaunianismo que  ellos mismos proclaman viene ahora a volver a producir la  idea de un ser natural, naturalmente bueno, al cu

al le cae el  mal siempre desde afuera, desde la ley, no se sabe por lo demás  cómo. Este es un pensamiento viejo, y a que no so lamen te tene- mos que pensar en Rousseau, sino también en cualquier u topis- ta cristiano o gnóstico; ahora la gnosis está otra vez de moda,  también detrás del rousseaunianismo y detrás del irracionalis- mo, como revolución. Entre los primitivos gnósticos, Epifanía,  que vivió en el siglo 111 y murió a los 17 afias, dejó un tratado  en el que dice que el mal vino al mundo con la primera ley,  con la primera separación, con la pretenciosa separación de la  naturaleza y el hombre. Lo mismo que en el "EL ANTI- EDIPO" también está denunciado. Allí vino el mal de una  vez, como viene siempre en los génesis, la propiedad, la ley,  la separación, las normas. Un retomo al hombre natural, sin  leyes, sin normas, esa es la formulación del amor, la positi- vidad absoluta, allí donde hay ley es porque no hay amor.  Eso lo tienen claro los cristianos, los gnósticos y todos los  utopistas de toda la historia, de Grecia y, después de Grecia,  los padres de la Iglesia, los utopistas del capitalismo, hasta los  de hoy; ésta es una cosa que no tiene nada de nuevo, lo único  nuevo es formularlo contra el psicoanálisis.

Esa ola tiene este principio: la norma viene a violar a un ser  ./ natural. Desde luego, Deleuze y Guattari no son lo suficién- -¡-;n;·ente ingenuos, como podían ser los anteriores, para creer  en una conciencia virgen, primitiva in tocada, a la cual una  violencia externa viene a marcar con normas y con leyes.


 

Estanislao Zuleta Obras 351

~--~ª~·~n .9u~. el_ o.~ge~ .d.~ la,c,<;>pc!~n~i,,a e~_l~.v.iole~.ci~!.e!l:t.~e  -.. -?btr~'l. .. S:.2.!i'!$. nnrq~_t: .ha~ 1~ íd(), ~ Der~~_a y han leído a Lacan;  saben que el origen mismo de ra· violencia es el hombre, el  intercambio, la situacion; que no hay conciencia sin violencia  y que no hay ninguna virginidad originaria de una cnnciencía  luego manchada por una violencia externa, pero entonces no  lo ponen en la conciencia, sino en el inconsciente, a lo que

llaman el esquizo.

Ellos ya saben que no sería del caso organizar la idea de Rou- sscau acerca de un lenguaje de amor, hecho básicamente de  gestos y de vocales, que luego fu~ dañado por un lenguaje  que no era del amor sino de la comunicación. Ellos no. siguen  esa historia porque saben demasiada lingüística.

Sin embargo, no sabemos a qué ley se refieren, porque siguen  hablando

 con la misma generalidad de todos los que creen que  la ley es el mal. Se sabe que el proceso primario es antes de  la ley, que la ley organiza la represión, cualquier ley, la simple  ley de coherencia, la unidad; porque el proceso primario tiene  ·-como ellos dicen con toda razón- el principio de multipli- cidad, las pulsiones son múltiples, cada cual sigue su propia  línea y los deseos que promueven, en la medida en que se  vinculen a representaciones, son múltiples, cuando se trata  de conseguir una unidad, de hacer cualquier cosa, se necesita  sintetizar y ese ya es un procedimiento represor. Dicho en  otros términos, el Yo es la sede de la represión, sin represión  no hay tal Y o. sino esquizo y en eso tienen toda la razón.  Para hacer algo se necesita tener una cierta síntesis.

Si una multiplicidad de tendencias no se sintetiza, reprimiendo  algunas, promoviendo otras, si uno al mismo tiempo quiere  atacar y huir, no puede hacer nada; si uno quiere una cosa otra y otra, en el orden del deseo sexual o en los otros órdenes,  es necesario la operación de una síntesis para poder hacer  algo, para pasar a la moti!idad en términos de Freud.

Por eso decía Frcud que el camino real hacia el inconsciente  era el sueño, porque como durante el sueño nos apartamos


 

352 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

de la moti1idad, retiramos la atención del rrundo, entonces  es posible que su¡ja en nosotros mucho más variabilidad que  durante la vida despierta en que tenemos que vigilar más la  unidad, ser rr.ás represores.

No hay que tenerle miedo al concepto de represión, porque no  tiene nada que ver con la policía que reprime las· huelgas.  Cuando se quiere jug-ar a que es lo misrro que la policía que  reprime las huelgas, entonces lo que se quiere es no ver que  la ley está implícita en el lenguaje mismo.

El proceso primario no se SÍ!!UC por las vías del lcnp:uaje articu- lado. el sueño tiene su propio len!,.'llaje, su propia gramática:  allí por ejemplo no hay un orden de sucesión y un orden de  causalidad. sino que la sucesión es directamente causalidad:  "t.'sto ocurrió después de ésto", significa: ..esto ocurrió a  causa de ésto": allí no hay un orden de disyuntívicas, allí  no opera la ley de contradicción. es decir, la piedra angular  dl· la lógica. Pero allí tampoco · y eso es lo que lo hace perte- neú'r al proceso primario-· rigt' el sistema del discurso lingüís- tico: es decir. es un proceso productivo e indecible, porque  para decirlo ya tien ...• que dejar de ser inconsciente.

Ya l'l modo de ser del lt'nguaje, del lenh'li<Üc en el cual se des- cribe

 "EL ANl'J..-EI>IPO" o de cualquier otro lenguaje, es  la aceptación de la ley. <.k la represión. del sistema de la con- tradicción y de la disyuntiva: n!ejor dicho. el señor Ddcuzc  escribl· y lo hace muy bi~:n. pero sus .. máquinas descantes"  no escriben. de tal manera que no es solamente algún psicoana- lista ~1 que lo somete y con un ldcal del Yo muy alto. porque  se necesita tener una ckrta distancia entre lo que uno es y

lo que uno aspira a ser, para esforzarse tanto y no simplemente  se trata dl• un ..despliegue del flujo de las má<)uinas descantes".

El siguiente es un rasgo que probablemente es una consecuen- cia nect·saria. a mi juicio desgraciada. de lo que ellos están  planteando. pero en todo caso abiertamente conft.•sa. Dcspués  de que nos hablan del inconsciente. en los ténninos en que nos


 

Estanislao Zuleta Obras 353

hablan, como proceso primario, como productividad (y es  verdad que el inconsciente es productivo, no sólo de síntomas,  inhibiciones y angustias, sino de todo lo demás), y debido a  que el proceso de la represión está simplemente combatido  más bien que estudiado, concluyen:

"El inconsciente no plantea ningún problema de sentido, sino  únicamente problema de uso; la cuestión desde el deseo no es  qué quiere decir, sino cómo marcha, cómo funcionan las má- quinas deseantes, las tuyas, las mías, qué fallas forman parte  de su uso, cómo pasan de un cuerpo a otro, cómo se engan- chan sobre el cuerpo sin órganos, cómo confrontan su régimen  con las máquinas sociales, si un dócil mecanismo se engrasa  o, al contrario, se prepara una máquina infernal; qué conexio- nes y qué disyunciones, qué conjunciones, cuál es el uso de  la síntesis. El inconsciente no representa nada, pero produce,  no quiere decir nada, pero funciona".

"El deseo efectúa su entrada, no se ha sabido plantear el  problema del lenguaje, más que en la medida en que los  lingüistas y los lógicos han evacuado el sentido y la más alta  potencia del lengu~je ha sido descubierta cuando la obra ha  sido considerada como una máquina que produce ciertos  efectos, sometida a cierto uso" .

..

Mako Louri dice de su obra, que es todo lo que usted quiera  desde el momento en que funciona. Y funciona estén seguros,  pues la he experimentado,. ("El Anti-Edipo").

Más adelante dicen que el que introduce el problema del senti- do es

 el rr..ecanismo de la edipj;lación, de la represión y de la  ley; que en psiFoanálisis el problema nunca es de sentido, no  es de qué quiere decir. Eso es interesante, porque ahí comenzó  el piscoanálisis; lo primero con que se encontró Freud fue con  que se negaba que los síntomas histéricos tuvieran sentido,  se negaba que los sueños tuvieran sentido. Desde este momen- to Freud descubrió los mecanismos de elaboración de los  suef!os: la condensación, el desplazamiento, la figurabilidad.


 

354 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Todas las formas de la movilidad, de la plasticidad onírica  fueron descritas en detalle, pero sobre una idea: había que  buscar el sentido de los suefios, porque no se trataba sola- mente de la descripción de las operaciones del contenido  manifiesto, se trataba de buscar un contenido latente. La  base de toda la operación analítica era el rescate de un sentido  perdido por la represión, por el temor a conocerlo; había que  rescatarlo.

Ahora Deleuze ..descubre" que no hay problema de sentido.

Es curioso que Deleuze afirme esto, en primer lugar p()rque  su texto tiene una fuente fundamental, que es la ..

HISTORIA  DE LA LOCURA", de M. Foucault. ..EL ANTI-EDIPO ..  procede directamente de allí; es más, las mayores invectivas  contra el psicoanálisis están en la ultima parte del libro de  Foucault y en ..EL ANTI-EDIPO .. simplemente son reto- madas.

Foucault es el maestro de Deleuze y Guattari, eso por todas  partes lo dejan notar y a veces lo citan, pero en este momento  no pueden traerlo a cuento, porque según Foucault, el arte  fundamental moderno es la interpretación (o sea, Freud,  Nietzsche, Marx) y la i_J}._te.rpretación es _!a --~~!Cl!!t:~. d&.Jtn_  sentido que está _distorsionado p~r_ un -~~~~~-~~-_P.oq~r ~~~I  idea1 democrático en Nietzsche, el fetichismo en Marx y la  represión en Freud. Esto no lo· pueden -citar,.porqiíepara  ellos ya no hay problema del sentido ni, por lo tanto, de la  interpretación ¿Interpretación de qué? No hay más que  cálculo de los efectos.

Eso conduce a una forma de analizar; nos hacen incluso la  promesa de cómo va a ser, claro está que no plantearán el  problema de qué quiere decir nada, porque eso ya está eva- cuado; entonces, ¿qué se hará?, nos preguntamos y ellos en  primer lugar nos advierten: ••se abandonará aquella hipócrita  actitud neutral del analista'•. Aquí si es a pelear: ..f uera de  aquf porque le pongo choques eléctricos si me viene con el  Edipo y con papá y mamá", así lo dicen; aquí es el análisis


 

Estanislao Zuleta Obras 355

militante, porque vamos a buscar la esquizofrenización, salir  del asunto del Edipo y de la territorializacíón. ••El esquizo- análisis es a la vez un análisis trascendental y materialista";  trascendental en el sentido kantiano, de buscar las condicio- nes en las cuales opera el inconsciente, y Deleuze es kantiano.  Veamos.

"El esquizo-análisis es a la vez trascendental y materialista, es  crítico en el sentido que lleva la crítica a Edipo o lleva a  Edipo al punto de su propia autocrítica; se propone explorar  un inconsciente trascendental en lugar de metafísico, material  en lugar de ideológico, esquizofrénico en lugar de edípico, no  figurativo en lugar de imaginario, real en lugar de simbólico,  maquínico en lugar de estructual ... ".

Si no hay ese principio de interpretar, ¿qué principio queda?:  promover, esa es la conclusión a que llegan. Freud había dicho  que el analista no debería promover tal o cual cosa, sino inter- pretar, eso es lo que quería decir neutral; es decir, que la ideo- logía del analista no debería entrar en el asunto. Si un analista,  por ejemplo, es ateo, corno suele ocurrir, y un individuo viene  con el cuento de que va a entrar al seminario, el analista no  tiene más qué hacer sino averiguar qué significa eso en él. pue- de ser un proceso salvador, el individuo ouede estar fiiado a  una imagen materna en una dependencia y con esa entrada al  seminario se está liberando de una dependencia materna inme- diata. Si pensamos en un analista que hace parte de un gruoo  revolucionario y el analizado le dice que va a entrar a ese  grupo, de nada le sirve su ideología: tiene que saber qué signifi-

ca esto para el analizado, porque puede

 ser para éste algo auto- destructivo o un intento de suicidio.

Ahora, como ya no se va a buscar el sentido, porque ese no es  el caso, se va es a promover. La crítica al sentido está articula- da con una teoría del deseo aiena al pensamiento psicoanalíti- co, y es natural porque la teoría psicoanalítica del sentido y,  por tanto, de la interpretación, está esencialmente vinculada a  su concepción del deseo, de manera que si vamos a deiar aboli-


 

356 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

do el sentido v ya no hay problema de qué quiere decir esto,  entonces vamos a tener que cambiar también la teoría del de- seo. El cambio aquí es este: la teor~a del deseo de Freud está  articulada con una teoría de la identidad (Deleuze dice: de la  carencia de identidad) v con toda la teoría de la ley.

El deseo y la ley, el deseo y la prohibición, están siempre reu- nidos en alguna forma. Freud explicaba -cosa que le molesta  mucho a Deleuze- que en realidadJl.<2.E..i!~d~_ll-ªb.~r-.~!!~ prohi- bición sino de aquello Que resulte ser deseable: que si en todas  partes está. prohibido 'ef Íncesto; és' "iioroue el incesto e e: llTI  deseo, ya Que a nadie le está prohibido comer arena, oor ejem- plo. Según "EL ANTI-EDIPO", los tres errores sobre el deseo

_se llaman: la carencia, la ley y el significante. Aquí se va pro- ducir una doctrina puramente positivista del deseo, abierta- mente naturalista, como ellos mismos la Uarr~an, es decir, que  el deseo no tiene nada que ver ni con una carencia, ni con una  prohibición, ni con ninguna arti<:ulación en un orden legal, es  algo natural, se dá en el inconsciente, sin ruptura, va que ésta  es impuesta y es una mala cosa.

La historia del deseo tal como ha sido pensada en occidente  desde hace mucho tiempo, está articulada con una carencia:  el deseo es deseo de ser y, por lo tanto, sólo tiene deseo un  ser que tiene alguna falla de ser. Es algo que penetra permanen- temente el oensarr iento de occidente; así termina, por eiernplo,  • EL BANQUETE" de Platón: el discurso de Sócrates es la  descripción del deseo corno deseo de ser, por una falta de ser;  en toda doctrina del deseo se encuentra eso. Lo específico en

\ Freud es que la falla de ser no es una falla objetiva, que falte  algo concreto, sino QUe es una falla de identidad Y que los  óbietos perdidos son obietos perdidos, causas del deseo, preci- samente porque son referentes de identidad v los obietos

· deseables, aquellos de los que uno se enamora locamente, son  promesas de una nueva identidad.

"EL ANTI-EDIPO" es una ruptura rr.uy fuerte con Freud,  porque ¿qué queda de un inconsciente que no está separado,


 

Estanislao Zuleta Obras 357

al cual no es necesario, por tanto, encontrar un acceso por  la interpretación, por la liberación de una represión, va que  toda separación fue artificial e impuesta por un papá paranói- co que se ve por todas partes?. ¿qué inconsciente es aquel que  no se necesita interpretar, al que no es necesario acceder por  medio de una búsqueda?, ¿y qué deseo es aquel que no tiene  que suoerar nada, que no busca nada perdido, es decir, que no  es más que '"producción de sustancias", '"intercambio de sus- tancias", '"conexión de máquinas", la máquina boca con la  máquina seno, la sustancia semen con la sustancia tal, etc.,  etc.?.

Descrito así el orden del deseo, es independiente de las normas  y

 de la carencia, pero ya es muy dudoso que ese deseo sea  deseable. Los análisis de Freud conducen a una posición muy  compleja del deseo, porque si el deseo no es deseo de ser, de  recuperar, de reconstruir, de encontrar una identidad siempre  fallida, deseo de muerte también, porque el motor de la vida  precisamente es el sostenimiento de esa carencia y

 de esa ten- sión entre una identidad y un ideal, entre un Y o actual y un  Yo ideal, entre un Y o actual y un Ideal del Y o, entre lo que  uno encuentra ser como falla, con relación a un ser anhelado,  por ejemplo, al ser de otro, testigo privilegiado, y al cual uno  quisiera parecerse. Es decir, todo el motor del deseo, es la dife- rencia entre un ser y una carencia de ser; sin carencias viene la  circulación de las sustancias.

Hay puntos, a mi juicio, bastante desacertados. Por ejem

plo,  me parece suoremamente desacertado el tratamiento que

 se  hace de Nietzsche, del cual se usa y se abusa en todo el texto.  Es muv interesante pensar que Nietzsche no es ningún desco- nocido para Deleuze, quien ha escrito dos libros sobre el filó- sofo: "NIETZSCHE Y LA FILOSOFIA" y '"NIETZSCHE".  En ambos ha demostrado un conocimiento detallad ísimo del  pensamiento de Nietzsche y una tendencia a no ver un aspecto  del pensamiento del mismo. Uno puede leer cuantas veces  quiera el prime.ro de los libros mencionados y siempre se  encuentra con que Nietzsche es el crítico del ideal ascético, el


 

358 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

promotor del eterno retomo, de la voluntad de dominio como  interpretación productora y no come dominación fascista, y  en ~so Deleuze tiene toda la razón. Pero Deleuze omite el he- cho de que hay en Nietzsche toda una variante de su pensa- miento inscrita en toda su obra: la necesidad de las normas.  En "MAS ALLA DEL BIEN Y DEL MAL" se muestra con  todo detalle que si el espíritu no está sometido a las reglas, no  encuentra ninguna productividad· y que precisamente ha sido  más productivo cuanto más rígidamente ha estado sometido a  las reglas; muestra el caso de los poetas y cita concretamente  el espíritu de Moliere, que sometido a la métrica, a la rima y a  todas las reglas de juego es muchísimo más libre que el espíritu  de un tartamudo que habla sin regla alguna. Al que tenga algu- na duda sobre este punto, lo invito a que lea en ..El. CASO DE  LOS !DOLOS", un capítulo que lleva como título '•La liber- tad que yo no amo ... La libertad que Nietzsche no ama es la  que se proclama sin normas, contra las normas. Ese,porsupues- to, era un aspecto de Nietzsche que. tenía que ser olvidado por  Deleuze.

En "EL ANTI-EDIPO" se hace un gran elogio de la movilidad  esquizoide; desde luego tiene toda la razón en cuanto a la mo- vilidad. Cuando falta todo peso de una identidad, la movilidad  de las identificaciones explota y es total, pero el ejemplo que  dan es muy desgraciado:

'-¡'ampoco podemos separar a Z arathustra de la gran política  y de la animación de la raza que obliga a Nietzsche a decir: yo  no soy alemán, soy polaco. Aún ahí, las individuaciones no se  forman más que en complejos de fuerzas que determinan a las  personas como otros tantos estados intensivos, encamados en  un criminal, no cesando de atravesar un umbral al destruir la  unidad ficticia de una familia y de un yo: yo soy Prado, soy el  padre de Prado, me atrevo a decir que soy Lezeps, yo quisiera  dar a mis parisinos, a los que quiero bien, una noción, la de un  criminal honesto; yo soy Cambrigde, otro criminal honrado,  una cosa degradante y que molesta a mi modestia, es que yo  soy todos los hombres de la historia" (Nietzsche).


 

Estanislao Zuleta Obras 359

El texto es lo último que escribió Nietzsche, es un texto deli- rante; elogiar esto es poco honesto. Este es el momento en que  Nietzsche deja de pensar; él es todos los hombres de la historia,  pero ya no es Nietzsche.

DISCUSION -111-

*

* *

En ..EL ANTI-EDIPO" se deja de lado todo problema de sen- tido, todo problema de interpretación. Cuando se deja de lado  todo problema de interpretación y se quiere proponer de todas  maneras alguna cosa, es necesario cambiarlo por un problema  de intervención, en el sentido de un buen funcionamiento, de  una correccion.

Dando algunas muestras de lo que será el tratamiento, los auto-- res nos declaran directamente que, en efecto, no será ni mucho  menos, un tratamiento en términos de neutralidad benevolen- te, sino de intervención directa. Dicen en la pág. 118:

"Sustituir la pseudo-neutralidad benevolente del

analista edi- piano, que sólo quiere y escucha al padre y a

 la madre, por una  actividad malévola, abiertamente malévola: "ME HACES CA·  GAR CON EDIPO, SI CONTINUAS DETENEMOS EL ANA- LISIS", o bien, cesa de decir ¡papá, mamá!; por supuesto,  Hamlet vive en ti como Werther vive en tí y también Edipo todo lo que tú quieras, pero tú haces crecer brazos y piernas  uterinos, labios uterinos, un bigote uterino, al revivir los muer- tos reminiscentes, tu Y o se convierte en una especie de teore- ma general que demuestra constantemente la vanidad de la  vida". ("El Anti-Edipo").

Así, pues, proponen el proceso esquizofrénico, aun cuando el  Edipo, que hasta ahora parecía ser una imposición de los ana- listas, venga del paciente, como bien lo saben los autores. Es  posible que la edipización analítica se haya dado, que analis-


 

360 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

tas muy torpes reciban un material y lo acomoden en el Edipo  rompiendo todas las reglas del análisis.

La regla más importante que da Freud a todos los analistas se  puede resumir en la siguiente formulación: no aplicar nada que  se sepa por fuera del caso, el análisis tiene que ser inventado  de nuevo en cada caso, extraído del material: nunca aplicarle  al material nada que se haya conocido por fuera. Esa es la regla  de oro en lo que respecta al análisis.

En "EL ANTI--EDIPO'' lo que se propone es no interpretar  sino, de una vez, impulsar, incluso con amenazas, con una nega- tiva rotunda, al material que se tiene. En este caso citan curio- samente a Werther y Han1let porque son tan militantes Deleuze  y Guattari que son en realidad militantes en todo; militantes  de un partido imaginario, pero de un dogmatismo extraordina- rio. Por ejemplo, Goethe y Shakespeare son enemigos de ellos  y Freud es acusado, entre muchas cosas, de lector de dramas y  novelas burguesas, por gustar mucho de los escritores mencio- nados. Ahora oírr.os esto y pensamos: ¡ni Stalin!, pero como  no es más que un partido imaginario, más bien da risa que  miedo ese tipo de acusasiones.

E8a politización a ultranza, aunque purarr.ente imaginaria, fue  muy corriente en Francia en los cinco o seis años posterio- res al 68. Por ejemplo, una revista de literatura, ..TELLE  QUELLE'', publicó un artículo de un semiótico en favor de  Mallarmé, un poeta francés; pero no podía hablar bien de  Mallarmé sin volverse enemigo de Baudelaire y acusarlo de ser  partidario de la burguesía, mientras ponía al primero de revo- lucionario. En realidad, a ninguno de los dos se les ocurrió  nada por el estilo; la única relación entre ellos, según Mallarmé,  es la de considerarse un discípulo de Baudelaire y de aspirar a  su altura. P.ero aquí no se podía sino hablar en términos de  militancia radical e imponerla imaginariamente donde no se  la encontraba; de manera que no nos extrañemos al encontrar  que Hamlet y Werther es algo que se debe expulsar del trata- miento si acaso al paciente se le ocurre mentarlo.


 

Estanislao Zuleta Obras 361

Es importante ver los términos en los cuales ellos tratan de for- mular su csquizo-análisis por contraposición al psicoanálisis.  Hay un capítulo de "EL ANTI-EDIPO" en el que hablan de la  vergüenza del psicoanálisis en la historia, en la política y en la  sociología.

Deleuze y Guattari no hacen ninguna crítica cuidadosa de "El  malestar en la cultura" ni de la "Psicología de las masas" ni  de nada, como se puede ver en las páginas 108-11 O de "EL  ANTI-EDIPO", donde hacen esa "demostración de la vergüen- za del psicoanálisis". Es interesante ver lo que oponen:

"Este es, pues, el objetivo del esquizo-análisis, analizar la natu- raleza específica de las catexis libidinales de lo económico y lo  político y con ello mostrar que el deseo puede verse determi- nado a desear su propia represión en el sujeto que desea, de  ahí el papel de la pulsión de muerte en el ramal del deseo y de  lo social. Todo ello ocurre, no en la ideología, sino mucho más  por debajo; una catexis inconsciente, de tipo fascista o reaccio- nario, puede coexistir con una catexis consciente revoluciona·  ria".

Esto lo presentan como una novedad extraordinaria. Ahora  bien,

 esto se puede leer en Freud directamente y en términos  más claros. Freud explica en la ••psJCOLOGIA DE LAS MA·  SAS" que hay diferentes formas de la identidad y diferentes  formas de los ideales del Yo. Explica, por ejemplo, que el pro- letario romano, en la medida en que es proletario, se contra- pone en sus intereses a los propietarios romanos, porque es un  proletariado expropiado de la propiedad territorial; pero, en  tanto que se identifica como romano, se siente orgulloso de las  victorias de Roma sobre Cartago y, por tanto, toma como  ideales los romanos que lo oprimen, está colaborando en su  propia opresión. Freud trata con mucha limpieza y con ejem- plos concretos el problema de las diferentes identificaciones y  los diferentes ideales, que pueden hacer que un movimiento  con intereses revolucionarios apoye motivos reaccionarios.


 

362 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

Esto lo hace tan detalladamente

 que ha seiVido luego para  estudiar el caso del nazismo.

Luego Deleuze y Guattari muestran que el inconsciente tam- bién tiene mucho que ver con las razas y lo dicen as1:

"La catexis revolucionaria inconsciente es tal que el deseo aún  en su propio modo recorta el jnterés de las clases dominadas,  explotadas, y hace correr flujos capaces a la vez de todas las  segregaciones en sus aplicaciones edípicas; capaces de alucinar  la historia, delirar las razas, abrazar los continentes".

Esto se ha dicho muchas veces. Lo que me interesa mostrar es  que, cambiando un poco el tono y dejando todo en la máxima  vaguedad, se trate de hacer aparecer como una contraposición  al psicoanálisis lo que éste ha hecho. En efecto, el psicoanálisis  ha estudiado fenómenos del racismo, especialmente en

el sur  dt> Norteamérica; ha mostrado cómo los puritanos cuáqueros  blancos, durante un período muy largo en que llevaban una  vida sexual muy reprimida, proye

ctaban todos sus deseos repri- midos en el negro y deliraban al negro, al cual consideraban  como un animal sexual extraordinariamente potente, lleno de  ganas de incendiar, de violar a todas las mujeres. Es decir, sus  cieseos reprimidos los proyectaban en el negro al que luego  salían a quemar. Eso ha sido estudiado en casos y en piezas  de teatro. En "EL ANTI-EDIPO" resulta que se puede hasta  alucinar las razas y abrazar la historia. Pero eso ha sido estudia- do por los psicoanalistas; nos quieren cambiar el lengu~e y  descrestamos con las novedades más viejas del psicoanálisis; ese  es el método general, pero hay momentos en que el asunto  empeora, cuando se hace demagogia teórica directa engaftando  al lector.

Se cita, por ejemplo, a Derrida en un texto sobre la interpreta- . ción de los suefios; pero como la cita era limitada y queda en  el contexto del ataque de ellos a Freud, el lector que no está  en antecedentes va a sacar la deducción de que Derrida les está  apoyando; en realidad Derrida dice que eso es Freud y lo dice


 

Estanislao Zuleta Obras 363

en homenaje a Freud en un texto que se llama "FREUD Y LA  ESCENA DE LA ESCRITURA". Hay, pues, ese tipo de proce- dimientos que ya son bastante sospechosos y hay que denun- ciarlos porque son abusos de la ignorancia de un lector.

Esto ocurre varias veces con Derrida (pág. 109). Derrida acaba- ba de publicar algunos afios antes ( 1.967) dos obras que son en  efecto un acontecimiento teórico: .. LA GRAMATOLOGIA" y  ''LA ESCRITURA

 Y LA DIFERENCIA", dos de las obras  más importantes de nuestra época y que contienen uno de los  grandes homenajes filosóficos a Freud que se han hecho en  este siglo, cosa que desde luego Deleuze y Guattari no cuentan;  para ellos todo lo que se haga para poner los textos a militar  aquí por debajo de cuerda, como si Derrida fuera de su causa,  es bienvenido. Esto se hace en varias cportunidades con uno u  otro de esos textos.

Hay algunos momentos•qile pueden ser muy interesantes, en  los cuales Deleuze y Guattari describen ciertos aspectos del  pensamiento psicoanalítico. Si dejamos un poco esta jerga tan  curiosa, nos preguntamos porqué necesitan decir "máquinas  deseantes" y, además, aseguramos treinta veces que eso no es  una metáfora; porqué necesitan decir continuamente el "cuer- po sin órganos" y también aseguramos que no es una metáfo- ra, que el deseante es el cuerpo sin órganos. Uno se pregunta:  por qué será? Yo no encuentro otra respuesta que la de cierta  voluntad muy francesa de originalidad, porque si dijeran: un  "aparato pulsional" -ellos dan como ejemplos de máquina!>  deseantes la boca, el ano, es decir, las sedes de las pulsiones de  Freud-, estarían diciendo lo mismo que Freud y se trata es de  hacer una cosa original. Si en lugar de ·"máquinas" prefirieran  "estructuras", entonces les dirían e structuralistas y dejarían  de ser originales; ellos quieren ser "maquinistas" con tal de ser  originales y tener un pensamiento maquínico, como lo llaman  ellos mismos. ¿Por qué necesitan que las máquinas produzcan  y corten flujos?, porque si no, sería el análisis del primer capí- tulo de la "METAPSICOLOGIA", sobre las sedes, los fines los objetos de las pulsiones y eso para ellos es necesario ocul-


 

364 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico

tarlo, aunque sea lo mismo que se sigue trabajando en la medi- da en que se diga algo.

Hay una cierta voluntad de originalidad muy francesa; en esa  época y hasta hace poco en Francia se dió mucho esa tenden- cia de cada pensador a poner su propia tienda, a vender artícu- los con su propia marca de fábrica y a organizar su propia jerga  más o menos cerrada, cuanto máS completa tanto mejor; imi- tando así lo que hacían los partidos políticos dogmáticos y  convirtiéndose en un partido político dogmático de ~n solo  miembro, con ~jerga y sus propias maneras de definirlo todo,  que permitieran reconocer la marca de fábrica.

Ahora bien, en muchas partes nos encontramos con descubri- mientos

 similares a los anteriores, a propósito de su trabajo  sobre la sociedad, que denuncia la vergüenza del psicoanálisis  en su trabajo sobre la historia, la política y la sociedad y mues- tran lo que ellos pueden hacer. Hay un punto que me parece  notable:

"La comunicación de un código o de una axiomática, de una  combinatoria que informa los flujos.; lo mismo ocurre en el  campo de lo social, su codificación o su axiomática definen  primero una comunicación de los inconscientes".

"Este fenómeno de la comunicación que Freud encontró de  forma

 marginal en sus observaciones sobre el ocultismo, cons- tituyen de hecho la norma y rechaza a un segundo plano los  problemas de transmisión hereditaria que agitaban la polémi- ca entre Freud y Jung". ("El Anti-Edipo", pág. 286).

Aquí se detiene uno y dice: ¿el problema de la comunicación  de los inconscientes, que Freud encontró de forma marginal  es una observación sobre el ocultismo? Qué descaro!, están  suponiendo que el lector no conoce a Freud. Este problema  está en todas partes ¡;;O la obra de Freud, lo encuentran en  "LA INTERPRE1ACION DE LOS SUEÑOS", en 'el caso  Dora'' (1.900), donde lo dice directamente:


 

Estanislao Zuleta Obras 365

''Aquel que tiene oídos para escuchar y ojos para ver, sabe que  lo

s mortales son incapaces de guardar un secreto, aquel que los  labios calla, baila en la punta de los dedos y por todos los  poros la traición se afana. Uno siempre sabe inconscientemente  del inconsciente del otro".

Y en la conclusión de ..Totem y T<abú" dice:

''Ninguna generación está en capacidad de negarle a la genera- ción siguiente ningún hecho importante; el inconsciente es la  gran tradición, incluso no se necesita la hipótesis de la herencia  psíquica, porque hay una transmisión inconsciente".

Sobre esto podría citarles desde 1.900 hasta 1.939, es decir,  toda la obra de Freud. Según Deleuze y Guattari, fue en una  observación marginal sobre el ocultismo donde encontró la  posibilidad de la comunkación ... , pero ellos, en cambio, la  han encontrado en todas partes. Ellos lo han et'lcontrado así:  sucede que ••en el cámpo social común, la primera cosa que  el hijo reprime o ha de reprimir o intenta reprimir es el in- consciente del padre y de la madre.,; esto es citado de Freud de Lacan, pero puesto como descubrimiento de ellos. Conti- núan: "El fracaso de esa represión es la base de la neurosis",  eso sí es de ellos, pero en realidad es la base de la psicosis.

Ahora bien, es muy visible que estos autores, aunque tratan de  hacer flecha de toda madera para atacar al psicoanálisis, reco- gen en su ejército personas muy poco coordinadas~ por ejem- plo, Reich con Foucault, que no tienen nada que ver y hasta  a Derrida lo tratan de acomodar de algún modo ahí. Sin em- bargo, la influencia de Foucault es abierta y es confesa; ade- más, el libro trató de militar en una posición que Foucault  abrió desde la "HISTORIA DE LA WCURA", texto del cual  se reclaman directamente, que consideran ejemplar y que,  además, han repetido por todas partes ante~ de citarlo:

"El médico, en tanto que figura alienante, es la clave del psico- análisis, tal vez porque no ha suprimido esta estructura última


 

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y porque ha conducido a ella todas las otras, el psicoanálisis  no puede, no podrá oír la voz de la sinrazón, no podrá desci- frar por lo mismo los signos de lo ,insensato. El psicoanálisis  puede romper algunas formas de la locura, pero permanece  ajeno al trab~jo soberand de la sinrazón" (M. Foucault, "HIS- TORIA DE LA LOCURA", pág. 607).

Esta cuestión de la voz soberana de la sinrazón y de escuchar  la voz de la locura, es muy curiosa, porque si algo se puede  sei'l.alar como mérito de Freud es que por primera vez en la his- toria de la humanidad, desde que se callaron las pitonisas e.rie- gas, hay alguien que oye al loco. Cuando Freud lee a Schreber,  nos encontramos con que, por primera vez, después de tantos  siglos, hay alguien que oye el discurso de un loco y trata de  comprenderlo; el caso Schreber termina con estas palabras:  "el futuro dirá si la teoría del doctor Schreber es tan verdade- ra como yo creo o si mi propia teoría es más delirante de lo  que yo quisiera". No sólo lo oye sino que termina mostrando  que ese discurso contiene una verdad esencial, aunque su for- ma es la de un delirio absoluto.

La acusación de que el psicoanálisis no puede oír la verdad de  la sinrazón es una acusación curiosísim'a; ¿desde qué psiquia- tría se puede hacer?, si ninguna oye, si lo que caracterizó al  psicoanálisis fue oir. Esta gente acaba de decirnos que no h¡¡y  nada que interpretar, que, al contrario, hay que intervenir, y  ahora nos vienen con que el problema del psicoanálisis es ¡que  no oye, ni comprende!

La "HISTORIA DE LA LOCURA" es un texto un poco viejo,  del ai'l.o 61, donde Foucaul decía eso; tuvo gran auge y muchos  discípulos, entre los cuales estaban Deleuze y Guattari, muy  conocidos y destacados y muchos otros que luego fueron orga- nizando una posición cada vez más militante a favor de la sin- razón y de la locura y contra la razón. Me parece que la cosa

· terminó por cansar a Foucault, por parecerle peligrosa y, sobre  todo, tonta, necia e 4ndigna de sus propias investigaciom:s. Por  ejemplo, 17 ai'l.os después del texto citado, Foucault es entre-


 

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vistado por uno de los discipulos que probablemente menos él  desearía haber tenido. el señor Levy, uno de los nuevos filóso- fos que van mucho más lejos que estos porque ya Marx tam- bién quedó en el sector de los padres represores al lado de  Hitler; van también contra Nietzsche (Glucksmann). Es inte- resante ver algunas respuestas de Foucault en la entrevista de  1.978; dice:

..Lo que usted califica de naturalismo designa en mi opinión  dos cosas: una cierta teona, la idea de que por debajo del  poder, de sus violencias y de sus sacrificios, quería reencon- trar las cosas mismas en su vivacidad primitiva; tras las pa

re- des del asilo, la e~pontaneidad de la locura; más allá del si~te­ ma penal, la fiebre generosa de la delincuencia; por debajo de  la prohibición sexual, la frescura del deseo. Y también una  derta opción estética moral; el poder es malo, es feo, es pobre,  estéril, monótono y muerto, mientras que aquello sobre lo que  el poder se ejerce es bueno y es rico".

Aquí ya encontró Foucault bastante bien para dónde va este  irracionalismo y sabe defenderse de la insistencia, diciendo:

"Es necesario renunciar a una doxa izquierdista; se contribuye  a de_jar las cosas como están y cualquiera puede cantar el  mismo aire sin que se le preste ninguna atención. Este inver- sión de las verdades y los valores a la que acabo de referirme,  ha sido importante en la medida en que no se quedaba en  simples vivas, en un viva la locura, en un viva la delincuencia, en  un viva el sexo, sino que permitía nuevas estrategias; verá  usted, lo que hoy me molesta y merla pena, es que todo ese  trabajo realizado desde hace tantos aftos ( 15 años), con fre-- cuencia en medio de dificultades y a veces en la soledad, no  funciona ya pata algunos más que como signo de pertenencia,  están del ludo bueno. es decir, están del lado de la locura. del  lado de los niños, del lado de los delincuentes, del lado del  sexo".

Aquí vemos cómo el maestro de Deleuze y Guattari se refiere  al resultado de su procedimiento. Después de hacer investigado-


 

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nes notables sobre hechos históricos, seguidos con detalle,  como hizo Foucault con la locura, con las cárceles y con  muchas cosas, todo viene a parar en una pareja simplísima  del bien y del mal, en una pareja maniquea de la más clara  simplicidad y de la más fácil escogencia; con los nifíos con- tra los adultos, con los perseguidos contrcl los·perseguidores,  con la sinrazón contra la razón; estoy con l9s nifíos, soy el  lado bueno, la espontaneidad, el buen salvaje contra el mal  civilizado ... y siga y desarrolle el fantasma edípico que  mueve "EL ANTI-EDIPO': que es esto: la madre, la natu- raleza, la espontaneidad, el orden de lo corpoml, el orden  de lo inconsciente, es bueno; el padre, el poder, la razón,  ha violado a la madre y ha hecho mal en quitármela. hay  que matarlo. Eso es un Edipo, un Edipo del más vulgar,  un simple complejo de Edipo mal liquidado y mal analiza- do y que, sin embargo, rueda en la historia por todas par- tes. Se tmta de una tendencia muy generalizada; si fueran  solamente dos casos, no me detendría tanto ni los moles- taría tanto con este libro (''EL ANTI-EDIPO'). Pero, no  son dos casos, ni son dos cualquiera, son dos personas muy  inteligentes y muy cultas, que escriben, además, muy bien  y que tienen una gran trayectoria filosófica.

Hoy, casi todas las causas que comienzan en una oposición  razonable, indiscutible, tienden a caer en un drama edípico  de este tipo y es bueno advertirlo; porque el psicoanálisis  es una gmn ayuda para que no ocurra. En la dirección que  llevan los ecólogos la cosa comienza muy bien : la polución  del aire y el agua, las fábricas botando desechos, la tala de  árboles, la bahía envenenada, los peces muertos, etc., todo  eso es perfectamente racional, hay que estar contra eso.  "La forma moderna de la técnica está produciendo eso",  dicen algunos. Otros van un poco más lejos: el capitalismo  fJja sus utilidades a escala de la unidad productiva, la fábri- ca, y no le importa lo que le pase a la sociedad; si se enve- nena el Cauca, la fábrica gana y se quiebmn los pescadores,  pero los pescadores no son los duefíos de la fábrica. Yendo  un poco más allá de la técnica también se puede acusar a


 

Estanislao Zuleta Obras 369

la "forma de la técnica", como diría Marx. Todo eso es muy  razonable, prácticamente no hay nada que discutir frente a  una posición ecológica, pero el fantasma edípico, el mismo  de "los anti-edípicos': viene detrás en seguida y les sugiere  que vayan más lejos, que la naturaleza es buena y la técnica  mala. Ya ese es un paso peligroso, porque no se podría sos- tener. La vacuna contra la viruela es menos natural que ésta,  pero es mejqr la vacuna que la viruela. Hay cosas naturales  que son muy buenas, pero también hay volcanes, anima- les venenosos; los virus son todos de la naturaleza, el hombre  no ha creado ninguno. La naturaleza es buena y mala y debe  ser corregida. Pero es que ya está el fantasma: la naturaleza  €S la madre y la técnica es el padre que la violó; como la

. madre-tiene que ser sensitiva, cntónces viene detrás la sen- sibilidad de las plantas y la ecología ya no sigue por don- de comenzamos tan razonablemente, sino que levanta el  vuelo manejado por el fantasma edípico hacia el delirio.  Este es un caso más simple que ..EL ANTI-EDIPO".

"EL ANTI-EDIPO'" es una especie de esa tendencia moder- na a recibir una crítica y no poderla sostener en el nivel de  la razón, sino desviarla inmediatamente contra la razón; la  espontaneidad es buena, en cambio el esfuetzo, lo no espon- táneo, es malo, la norma, la ley. Como la ciencia no está del  lado de la espontaneidad, entonces lo que está contra la  ciencia comienza a ser bueno y empk.zan las aguas raras,  los homeópatas y los parapsicólogos a barrer.

''EL ANTI-EDIPO'~ desgraciadamente, hace parte, la part

más ilustre, la cima de una tendencia moderna muy frecuen- te y que sí debiera ser psicoanalizada, más bien que tratar  de vacunarla de antemano contra el psicoanálisis.

PREGUNTA: Me parece que todo el planteamiento es muy  interesante, pero de todas maneras me parece .importante  que se plantee la necesidad de entender este fenómeno a nivel  sociológico; usted lo está planteando como un problema de  la modernidad y eso yo creo que no es gratuito.


 

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Desde luego, hay que hacer una distinción; es un gran rega- lo q

ue se le hace al capitalismo ponerlo del lado de la razón,  para poner la revolución del lado de lo irracional; es un rega- lo, además, perfectamente inmerecido. El capitalismo tiene  una forma de la racionalidad, la racionalidad cuantitativa,  previsiva, que sistematiza la organización, la. cuantificación;  esa forma se puede estudiar en sí, la racionalidad de la empre- sa que trabaja con el mínimo de costos y el mínimo de tiem- po para el máxim

o de utilidad y que pone entre paréntesis  lo que les ocurre a los trabajadores y a los consumidores,  porque tiene una meta absoluta, el máximo de utilidad. Esa  es una forma de la racionalidad que hay que discutir en sí  misma, pero no creer que esa es toda la racionalidad. El  capitalismo marcha en tal forma que tiende a someter todos  los sistemas de relaciones humanas y de producción de toda  clase de bienes a ese tipo de racionalidad; entonces, una  lucha contra el capitalismo a veces puede pensarse necesaria  como una lucha contra la racionalidad. A medida que se  desarrolla la forma mercancía y la división del trabajo que  le corresponde, da la impresión de que la sociedad entera  ingresa en el tipo de racionalidad capitalista; esa es una racio- nalidad perversa de tipo anal, propia de las neurosis obse- sivas y que cubre a una sociedad entera.

Eso ya lo vieron Ferenczi y, luego, Norman Brown. Cuando  hagamos un cierto estudio de la vida social, veremos que  en ciertos niveles no podemos hacer un estudio indepen- diente, por ejemplo, económico. Tendríamos que apoyar- nos;- a mi juicio,

 en lo mejor que hay, la economía de Marx.  No conozco nada mejor en cuanto crítica a la racionalidad  capitalista. Y no creer, cosa que no le ocurría a Marx, que  esa sociedad era racional y que, por lo tanto, había que estar  contra la razón, que es lo que se tiende a predicar hoy.

FIN1tt:DE

EL PENSAMIENTO PSICOANALITICO