FICHA CATALOGRAFICA
150.195
394 Zukia. ¡:stanislao
El petl';amiento psicoanal ít i=:o 1 ht anislao
Zulcta Mcdellín: P~·r,·l.'!k·iú<l 11 )X5
37 2 p.; (Universidad: E:.p,•io: 1)
ISBN: 958 950M.; 3 6
l. Psicoanálisis. l. Título. (Serie)
Edición preparada por Ramón Bohórqucz
Carátula: Sobre un cuadro de Santiago Mart ínez: .. El Apoca-
lipsis.,
Primera Edición: Noviembre de 1985
O Editorial Percepción - Medellín -Colombia -A. A. 51 103
Depósito Legal
Impreso y hecho en la Repúb!ica de Colombia
·Estanislao Zu/eta
El Pensamiento
PSICOANALITICO
SERIE UNIVERSIDAD
Colección: ESPEJO
EDITORIAL PERCEPCION
MEOI\lliN - COLOMBIA
APARTAOOAEFIEO 51103
CONTENIDO
Introducción 9
La Sexualidad 31
Sexualidad e identidad 47
Formas de la sexualidad 63
Movilidad de la libido 79
Teoría del Inconsciente 93
El inconsciente y la represión: punto de vista
Sartreano 103
La fenomenología y la teoría del inconsciente 113
Teoría del sujeto en Lacan 127
Lo real, lo simbólico y lo imaginario 128
El YO ideal (m) y el Ideal del YO (1) 131
La imagen especular (i) I 33
El padre (P) 136
La madre (M) 137
El otro (A) I 38
El otro (a) 140
El complejo de Edipo 147
Lo simbólico y la realidad 157
El edipo y el mito del origen 168
Las filosofías de la conciencia y la alienación 183
Acerca del Narcisismo 203
Amor, magia y religión 217
Amor y narcisismo 225
Histeria, Obsesión y Psicosis 243
El proceso primario 259
La psicosis 272
Depresión, duelo y culpa 287
La culpa y la depresión: el caso Praust 291
El espacio en la depresión 298
Reacción contra la depresión en las formaciones colectivas 302
El Antinomismo, la ley y las perversiones 317
Controversia con Deleuze a propósito de "El Anti Edipo" 331
Discusión 1 333
Discusión 11 345
Discusión III 359
Prohibida su reproducción total o parcial,
por cualquier sistema de impresión y con cual-
quier finalidad, comercial o académica,
induídas las lecturas universitarias.
INTRODUCCION
Estanislao Zuleta Obras
Muchos de los problemas del desarrollo del
psicoanálisis proceden de los errores de Freud, de sus tendencias neuró-
ticas. ¿Por qué en el caso del psicoanálisis, un individuo ha marcado con su personalidad una teoría de un
modo tan eXtraordinariamente importante,
si eso no se da casi nunca en las
ciencias naturales o en las ciencias exactas? Las manías o problemas personales de Einstein,
probablemente, no ten- gan nada que
ver con la Física.
Estas disciplinas tan mal constituídas que
llamamos ciencias sociales, en el
sentido de que son el estado de nuestro saber sobre ciertos campos, son sólo teorías con algunos
aciertos, con algunos
principios explicativos, con ·muy pocas
posibi- lidades de demostración en un sentido
riguroso. El hecho de que en torno a ellas sean las discusiones tan
exaltadas, de que se dependa tanto de un fundador, es indicativo de que toda- vía
la cosa no está bien constituida, en
un sentido científi-
~ co. Cuando una
ciencia se constituye más o menos
bien, -comienza generando
sus propios sistemas de demostración.
-La geometría
·ya no tiene ninguna dependencia de sus fun-
dadores y la apelación a ellos es inútil y
absurda, pues cual- -quiera puede demostrar un teorema sin decir que eso es ver- -dad
porque lo dijo fulano.
En psicoanálisis todavía dependemos mucho de
las posicio- nes, de las dificultades y de los errores de Freud: Las mismas
~relaciones entre
los -grupos psicoanalíticos son mucho más
, neuróticas que otra cosa y esto se expresa en la manera como
-
se tratan entre sí, como se explotan,
como se declaran herejes
unos a otros, en lugar de discutir posiciones
como en un campo científico. Después de casi un siglo
de iniciados los trabajos de Freud, el estado actual del psicoanálisis ~s Uf.l ~onjunto de co.llocimiento~
.
.Y...Jl.QS:!:.!in~~--Jn.UY.
.P9.~9 _ge~élr.tO: lla4ª!~~n Ull .·Seilti~() .. -~ien~~fi-~-~!--a~~q~-~.-.CQfl,
~Uy notab}~S avances-
que
han 'hecho cambiar muchas cuestiones en
la mentalidad del hombre, en la literatura,
en la filosofía, en las ciencias
sociales y hasta últimamente en la lingüística.
No quiero decir con esto, que no haya allí el acontecimien-
12 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
to mayor del pensamiento humano, en el último siglo, sino que su forma
de desarrollo no ha llegado ni
probablemente vaya a llegar -algunos dicen
que tampoco se propone- a una formulación
propiamente científica, en el
sentido que le damos en el caso de la Química o la Física. Este tipo de doctrinas, como casi todas las ciencias que
tienen por
obje- to el hom"Qre, las
relaciones humanas, la psicología (en
este caso el Psiquismo y la conducta), tienen el problema de que las resistencias para acceder a esta
clase de saber, son muy diferentes a las que se puedan
producir, por ejemplo, para aprender geometría, porque para ello se pone en
cuestión precisamente tolJQ.~Jlll~.JJno c.re.!it.
Para
decirlo burdamen- te: un~ .110
ppede:
.estudiar psicoanálisis poniendo entre parén- tesis to9f1s sus,.ideai., sus vínculos familiares, sus afectos y todo lo.gemás.
No puede decir, vamos a estudiar psicoanálisis (como se puede hacer con la química... ) y seguir siendo Mahome- tano, e irse
muy bien con las cuatro esposas. Con el psico- análisis está la cuestión del
padre, del deseo, de la infancia, de la constitución misma de un ser deseante y hablante, lo cual hace de ese estudio algo particularmente
difícil.
Para que no nos
hagamos ilusiones sobre lo que pueda ser
una cátedra o un seminario de psicoanálisis,
hay que recor- dar a Freud cuando dijo
que "había descubierto una ciencia
¡que tenfa la
curiosa particularidad de que sólo se podría ¡aprender por medio del
sufrimiento personal"( 1). El apren-
dizaje del psicoanálisis no es independiente
de un proceso en el que uno mismo se ponga en cuestión, no es independien- te de los problemas que uno vive y no
puede tener otro obje- to
que el estudio in vivo de esos mismos problemas.
Freud pensó mucho en este problema. El creía
que la resis~ tencia al psicoanálisis
era inevitable y en el fondo sana. No
era muy partidario de que no se manifestara esa resistencia
( l) El análisis profano.
Estanislao
Zuleta Obras 13
pues, tal cosa le
parecía sospechosa. Era como una manera de sumarse a una doctrina, en este caso tan de difícil
acceso y tan dolorosa personalmente con
respecto a las ilusiones que solemos
tener de nosotros mismos, que el hecho de que alguien se acoja
sin ninguna reserva es más bien
sospechoso de una asimilación maniaca,
de una identificación loca, que de un
-apiertd~aje real que necesita vencer las resistencias.
Algunos problemas iniciales y
lo que de ellos se va despren- diendo
se pueden
ver en el estudio de Octavio Manoni que
se llama "EL ANA LISIS ORIGINAL"(l ). Hay otro muy notable de Didier Anzieu que se llama el "AUTOANALISIS
DE FREUD"(2) donde muestra y reanaliza los suefios
que Freud nos dejó a medio analizar, los
problemas de Freud. Están también los estudios filosóficos, como el de Laurent Assoun, "EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS",
que muestra los problemas teóricos y
filosóficos que estaban implícitos en
los primeros descubrimientos de Freud. Del mismo Laurent, ''FREUD Y LA FILOSOFIA", que ahonda las relaciones de freud con Kant y con los filósofos que él conocía. Simplificando un poco la cuestión,
el hecho es que Freud se encontraba
en un estado de desconcierto muy gran- de, allá por los afios 1885-86: al momento de la muerte de su padre se afectó demasiado. cosa curiosa, porque
estaba muy alejado de él, porque su padre tenía más de ochenta afios· y era de esperar esa muerte. A Freud le llamó mucho la atención ese dolor tan profundo por una muerte tan espe- rable y sobre todo
de un p~~Ee de quien había estado
tan alejado. ·
Hay otra serie de problemas: Freud había tenido una for- mación muy
curiosa. Estudió medicina, en gran parte, dice
él en su autobiografía, para huir de su gran pasión, la filoso- fía, la especulación, la preocupación por los
grandes pro-
(1) En "CLAVES PARA LO IMAGINARIO" (hay edición castellana).
(2) Hay edición castellana.
14 ro 1110 1 FI p~nsamil'nto psicoanalítko
blcmas del origen, para someterse a una nom1a ci~nt ílka. Las lecturas
de su juventu-d fueron básicamt•nte filosóficas. Conocimientos
filosóficos grie¡ms en su idioma, literal u ra latina
en su idioma. Aprendió l~astellano a
los diecisiete años para estudiar El QuUotc. Su formación er.1 propiamente humanista,
aunque fue fonnado en la escuela
médica y más
precisamente como neurólogo, si bien
nunca quiso practicar la medicina sino dedicarse
a la investigación. Como neuró- JJ.lgQ._ comenzó a hacer algunos estudios sobre el cerebro y el
cerebelo e hizo algunos aportes a lo qu~ entonces se sabía: pero detrás de ésto tenía una
formación completamente dife- rente
a una ciencia restringida, de
muy poco vuelo, incluso las cátedras de filosofía que se consideraban esenciales en medicina en otro
tiempo, habían desaparecido; por ejem-
plo, la lógica se suprimió porque la medicina
había caído bajo el modelo de la ciencia que en la época realmente servía de paradigma: Termodinámica y Mecánica. Todo el enfoque neurológico estaba fundado en la experimentación para encontrar problemas
cerebrales y nerviosos en las perturba- ciones de la conducta o del habla. freud escribió un libro sobre la afasia, en esa época, antes de ser psicoanalista. Sin embargo, hubo
un fenómeno que le impresionó
mucho y fue el estudto sobre la
histeria. Ese problema lo vio en París con Charcot, consiguió una beca para
estudiar con él que tenía un instituto en el cual se dedicaba a
estudiar la histe- ria, básicamente.
La histeria era la enfermedad de moda en el
tiempo en que Freud inicia su
trabajo, tal como ahora lo es la depresión.
:C:asi toda la
consulta que no era por obsesión o por una
.:'psicosis era por
histeria. Ha evolucionado el
sistema capi~a ,¡ lista, han evolucionado
las neurosis y ha evolucionado el ' psicoanálisis mismo. La histeria que Freud trataba, descrita bellamente en uno de
sus primeros trab(\jos "Particularidades
sobre el Ataque Histérico",
hoy no se encuentra sino en regio- nes campesinas, en tanto que él la estudiaba en Viena y en París. Estamos por hacer también un tipo
de historia de la civilización
con nuevos instrumentos, es decir, la historia
no
1 ... tanislao
Zuleta Obras 15
solamente
de nuestras ideas políticas, sino también de nues- 1ras neurosis.
La historia
desafiaba un poco el pensamiento
de la época; éste era ya un primer problema para
los médicos qu~ no tenían, a
diferencia de freud, una basta formación filosó- tica y sobre todo
literaria. freud mismo decía "debo mucho más a los poetas que a toda la psiquiatría junta". El sabía que su gran deuda
era con Dostoievski y Shakespeare. Lo que aparecía rígidamente científico
era una cuestión muy nítida: todos esos
ataques, esos dolores, esas convulsiones,
esas zonas del cuerpo que quedan sin sensibilidad, tienen una causa orgánica en el cerebro; pero si no tienen causa orgánica, se
trata de una comedia o de una conducta inten- cional, y en ese caso
tienen un sentido. Si no es una con- ducta intencional y lo que está pasando se debe a razones puramente
orgánicas. . . entonces hay que averiguar esas
causas orgánicas.
Era lo que parecía evidente en esa época.
Quiero establecer esas posiciones para
dejar muy claro todo lo que Freud vino a
romper: que una conducta humana tenía sentido si era intencional y voluntaria, si no, no tenía sentido, solamen- te causas. Desde luego, si uno se mueve espectacularmente porque está conectado a un tomacorriente,
sus movimien- tos carecen de sentido; lo que tienen es una causa. En cam- bio si va
en búsqueda de algo, sus movimientos tienen sen- tido, una motivación y son
intencionales. El hombre no se puede
explicar sino por lo uno o por
lo otro. Eso estaba implícito,
pero entonces no cabía ya la histeria allí, y no cabía porque resultaba muy fácil demostrar
que no era una comedia y que no es· que
las mujeres fueran particularmen- te comediantes en la esencia de su ser. Se creía en esa época que la histeria era sólo de las mujeres
(histeria viene de hyste- ron, útero), de manera que de Charcot y Freud se burlaron cuando
proclamaron que a los hombres les daba también.
El tipo de fenómenos histéricos son estados que ni el mejor actor del mundo podría fingir. Por ejemplo, el fenómeno
16 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
de la anestesia histérica de zonas que no
responden ni con estímulos eléctricos, ni con quemaduras.
Había la impresión
de que sí era orgánica la histeria ya que
eso
no lo podía actuar nadie. La gran histeria produce alte- raciones corporales asombrosas; por ejemplo, la
pseudocie- sis histérica produce un embamzo con suspensión de la mens- truación
durante meses y meses y crecimiento del estóma- go. Eso no se puede
fingir~ Y no es orgánico porque
tam- bién se pudo descubrir que la hipnosis
suprimía todas esas manifestaciones histéricas.
No podían entonces ser orgá- nicas, porque con la hiPnosis. no se estaba cambiando nin- gún sistema
nervioso, ni siquiera químico. Hay más, la his- teria era curable en cierto
modo por los santos milagrosos. Cegueras, cojems y parálisis histéricas eran
curables. La his- teria todavía se da
aunque no tan frecuentemente como en la época de Freud. Es un fenómeno impresionante, por ejemplo,
la histeria de conversión, que en lugar
de manifes- tarse en angustia, se manifiesta
en conversiones orgánicas, como si fuem una enfermedad orgánica.
Fread se encontró que la forma dual para
explicar la histe- ria -o es voluntaria la conducta o está
determinada orgáni- camente- no servía. El se puso a tratar casos de histeria y procedió con el primer movimiento que inicia
el psicoaná- lisis, ..
el movimiento fundam.eP.tal, que luego le va a marcar toda su historia hasta ·hoy, y que consiste en dar la
palabra al paciente, pero no para clasificarlo como la psiquiatría, sino para tratar de entender. Freud sospechaba
que lo que las histéricas hablaban no era independiente
de lo que les estaba ocurriendo. El empleó plimero hipnosis, que suspen- de los síntomas, pero que cofrece muchos inconvenientes; por una
parte esos síntomas pueden regresar después, por otra,
no todo el mundo es hipnotizable, ni todo el mundo debe hipnotizar; es riesgoso en ciertos tipos
de psicosis. No era un instrumento
viable.
Estanislao
Zuleta Obras 17
Freud comenzó a pensar en el sentido desde otros términos y ese es un problema
decisivo para tratar de entender el
psicoanálisis. Antes, lo que no fuera voluntario no podía tener sentido. Así,
un discurso tenía sentido si el autor se hubiera propuesto decir algo, pero en
ese concepto de sen- tido, por definición;
un suefto no podía tener sentido por- que un suefío es algo que nos ocurre sin
proponérnoslo. Durante el sueño el "sofíante" es el
espectador y no el autor de
lo que está softando. Rápidamente se ve que los sueftos nunca podrían haberse descubierto antes,
precisamente por- que el pensamiento de
la época estaba dominado por esa
dualidad en la que ni siquiera podían ser considerados. Frcud rompe con esa dualidad para pensar el psicoanálisis. Ese fue su trabajo. Uno Jo ve primero
en la histeria, cuando comienza a encontrar sentido a los síntomas, se da cuenta
que detrás de cada uno de esos síntomas l:l:f!Y u.n acontec~~.
miento
olvidado, que si se pudiera recordar cambiaría. la -sítuacion · presente. Así comienza Freud los primeros
tra- bajos sobre la histeria,
tratando de ayudar a recordar. Rápi- damente se da cuenta que en el relato
que le hacen sus pacien- tes incluyen
sueftos y comienza a preguntarles por Jos pasa- jes de esos suefíos que remiten a recuerdos de infancia y a otros problemas y también a acontecimientos olvidados. Se va
dando cuenta de que es un prejuicio
científico el que
los
suefíos no tengan sentido.
Hasta entonces había dos versiones respecto a los
sueftos: los que tenían
una idea puramente mágica, folclórica,
reli- giosa de los sueftos, y decían que tenían
sentido premoni- torio de algo que va a ocurrir; y los científicos, según
los cuales el cerebro durante el dormir se
desconectaba y pro- ducía locamente imágenes que no tenían sentido. Eran
dos posiciones polarizadas: las de los que interpretan los sue- ños como
echar las cartas o la científica. Freud pensó que en cierto sentido, más bien, tenía razón el pueblo, aunque no en
un sentido premonitorio, sino en un sentido muy
importante para entender los conflictos de una persona. 'tt!l
18
Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
Comienza el trabajo más grande de su vida, en el
que funda toda su obra, en el que
está el conjunto implícito de su doc-
.trina entera, "LA INTERPRETACION
DE LOS SUE~OS". Fue publicada en 1900 y lo que conocemos de la teoría
del psicoanálisis viene después.
"LA INTERPRET ACION DE LOS SUE~OS" es
el punto fundamental, cambia el método de
reflexionar, cambia la
dea del sentido mismo de la conducta, cambia
la idea de la eterminación del hombre por una causa o por una inten- ión, interés
o propósito. Freud estableció lo que él
llamó
la interpretación de los sueftos, el
lenguaje de los sueftos; sus formas simbólicas, la
gramática, la lógica de los
sueftos y todavía
hoy la lingüística le debe a su análisis sobre
el len- guaje de los sueftos, 60-70 afios
después, porque se encuen- tran ahí los mecanismos del lenguaje humano. Era
una obra muy difícil de escribir. Para
poder formular el lenguaje de los sueftos, había un conjunto tan
grande de hipótesis que era muy difícil
demostrarlas una por una en casos, en
ejem- plos. Es un trabajo admirable
-incluso para filósofos que no tienen
nada que ver con el psicoanálisis-, un modelo
de libro moderno que rompe con
mecanismos de lectura tradi- cional de todo orden, incluso con una idea del
lenguaje. · ·
Por ejemplo, antes de
Freud, había otra idea del lenguaje
que era evidente para todo el mundo: el lenguaje es un
medio de comunicación; hay un emisor
que emite un mensaje para un receptor, por medio de un código. Al descubrirse que los
sueftos son lenguaje, resulta que el lenguaje
es algo ante- rior a la comunicación; porque un suefto no se suefta para contarlo, ni se rige por las leyes del lenguaje/Lo esencial del lenguaje no es lo que se pensaba: un mecanismo codi-
) ficado,
convencional para lograr comunicar un mensaje de
un emisor a un
receptor, sino que hay una especie
de len- guaje primordial que está en nosotros antes de toda comu- nicación, del que por decirlo así, estamos hechos y que
sigue sin embargo las reglas lingüísticas,
Estanislao
Zuleta Obras 19
Lo que les quiero mostrar es el camino que lleva Freud; rápi- damente
ha pasado de los síntomas de la histeria
a los sue- .!1~;. pero hay un müvlñlTeñio·-··<ie- eñnquecúñie-iito; ·¡;ües íos- síntomas también se pueden
interpretar. Recordemos el trabajo
"Particularidades sobre el ataque histérico': el viejo ataque histérico
que ya no se ve casi nunca. El lo
describe muy bien, con sus convulsiones.
Este tipo de ataques se dio en otras épocas, por ejemplo en el siglo XVIII en Francia y en Espafia en formas epidémicas. Conventos
enteros se
afectaban y era cuando venía el tratamiento
religioso.
~taq~~ ..hist~rico habf~ sido
descrito <;qfl!O u_na do~l~ ~d~~: tj!
}ad;
lo cual era un paso inm~n~o_,_pero muy
difícil dt;Jmten- .der ·para explicar la histeria.{_Uf1~. dob1~ .--~~~fi_H~~i¡~~n-' por-
que el análisis de los
movimientos que hace la persona, en el momento
del ataque,
deja ver que está escenificando dos
personajes en un solo acto y por eso parece tan inintelegible todo lo que hace; porque son a la vez, la
violada y el viola- dor los que están
luchando con una mano y con la otra, por
lo que parecen grotescas convulsiones y movimientos curiosos. Pero hay una escenificación de dos
personajes que implica una doble
identificacié>J!. L:L!-.!l __ pa§9 .. !!?:~~-nso h.~~i~. el conocimiento de la histeria.
~.!!!!ª-.14~!ifi~.l:l2.!&i~sex~- inconsciente con el otro sexo, muy duramente reprimida, y los fenómenos de una situación histéricamente
estructu- rada. Fran9ois Perrier la define
así "una situación histéri-
camente estructurada se caracteriza por
una identificación
· parcia.l e inconsciente con el padre del
sexo opuesto"(l ). En el caso
de un hombre con la madre, en el caso
de una mujer con el padre; pero tiene que ser ambas
cosas -par- cial e inconsciente-,
porque puede llegar a ser total y cons- ciente, como ciertas formas de homosexualismo femenino y masculino, pero ya eso no es una histeria sino otro pro- blema.
(1) Fobias e Histeria de
Angustia. LaPsychonalyse No. 3.
20 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
El camino
hacia la histeria empezaba a esbozarse
con 'La Interpretación
de los Suefíos' y ésta empezaba a
pennitir entender la histeria. Más adelante volveré sobre lo que es una estructura histérica.
Primero quiero hacer un recuento
del camino de Freud en cuanto a
lo que su pensamiento
rompía. Otra cosa es lo que
sabemos hoy, por lo demás mucho
más que Freud, como es natural, sobre
todo en ciertos temas, por ejemplo, sobre los nifios -él
no trató sino un sobrino y el hijo
de un ami- go- y sobre los psicóticos -él no trató a ninguno-. Lo que
me interesa no es exponer que
Freud ha hecho todo, ni que el psicoanálisis
sea Freud, ni que Freud no tenga
muchos errores, sino, qué fue lo que su pensamiento
rompió y per- mitió ver algo nuevo con respecto a los criterios de la cien- cia, de la filosofía y de la psicología
de entonces. No había ningún cambio posible, como no lo hay hoy, en ~iguiatr.íª. .....
pues ésta
trata de ver qué le pasa al paciente en la química
y la física del cerebro;
ni en psicología, que está viendo moti- vos, frustraciones y gratificaciones que llevan al sujeto a
conducirse así y asá. No hay
posibilidades de entendimien- to alguno
porque la una ve actos con sentidos elegidos por un sujeto y la otra ve mecanismos
desconocidos que mue- ven un cuerpo.
Freud no siguió ninguno de esos
caminos. Primero siguió el psiquiátrico-neurológico
y psicólogo propiamente no fue nunca. El p~icoanálisis tiene muy poco que ver con la psicología, con todo lo que se ha combatido como expli- cación
psicologista: motivos, hábitos, gratificaciones y frus- traciones, el principio
de placer-displacer. El psicoanálisis nunca tuvo QUe
ver con eso.
Cuando
c()mienza ta posibilidad
de interpretar los suefios \~e estaQ!~-~--YM . .liin_hól(~ª~-~~.Y. .. comP.~.ta, una especie de lenguaje
íntimo; símbolos de la muerte, del nacimiento,
de la sexualidad; símbolos de todos los elementos del cuer-
Estanislao
Zuleta Obras 21
i: po proyectados en el mundo
y en los objetos, y una cierta !..lógica
que posteriormente
explicaré en forma más clara.
Luego,
Freud estudió otras cosas que no eran solamente los ..!Íntomas neur..Q.tig.Qt los
de una neurosis establecida como la
obsesiOñ-y la histeria, sino que hizo el paso a lo que él llamaba la "Psicopatologfa de la vida
cotidiana" que es otro de sus primeros libros. Todo esto entre
los aftos 1900-
1905,
• "Psicopatologfa de la vida
cotidiana" llamó al conjunto de
acontecimientos que parecen inexplicables y que
podría- mos
llamar una micro-patología: los olvidos,
como los olvi- dos de nombres propios y sobre todo aquellos cuando deci-
mos: "lo tengo
en la punta de la lengua",
"pero es rarísimo que se me haya olvidado", "si
siempre lo he sabido'', pues una cosa
que uno oyó hace mucho
tiempo y no le dio nin- guna importancia es de otro
género. Hay dos tipos de olvi- do, el de aquello que simplemente
no nos ha impresionado, es decir, cada uno
de nosotros ha visto un millón de rostros en !>U vida y de
los cuales
ha olvidado casi todos; pero hay otros
olvidos que son por el contrario muy
dicientes, por- que no se debe a que no
tenga ninguna importancia lo que se ha olvidado, sino más bien a causa de la
importancia que tienen. "LA
PSICOPATOLOGIA DE LA VIDA COTIDIA- NA'' es un
libro supremamente bello donde ofrece canti- dades de ejemplos con gran
generosidad: errores al escri- bir, errores al hablar, lo que él llamaba actos fallidos, como dejar caer una cosa, etc.
Freud
en ese mom.ento ya ti~~ establecido su método, el
.~to~ que se llamaba J.,-~·- .... ~. "''-····--·--~
le la H:t>re._~ciació!ki; que
corres- poñcie a su teoría del sentido.
La libre
asociación era la peti- ción al paciente
que dijera lo que se le
ocurriera sin presen- tar censura de
ningÚn tipo, es decir, ni estética -no callar- lo porque parece muy
feo, obsceno o vulgar decirlo-, ni moral
-porque le parece mal hecho-, ni lógico -porque le parece
disparatado-. La libre asociación está :fundada
--.---~ ...···~ -···~ ...... ·~ ........
... .. .. ............. .,. -··--....
~--·
22 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
es en la idea de que esas asociaciones tenían
vínculos de se
n-
tido, inesperado para el mismo que hablaba con sus
preocu-
paciones fundamentales y con lo esencial
del material.
Aplica as( el método, por ejemplo: va con un amigo
en un ferrocarril (el
amigo sabe cuáles son las preocupaciones de
Freud
con relación al psicoanálisis, y las
teorías de éste con relación a
los olvidos); el amigo va a pronunciar
un verso en latín y se le olvi
da
una palabra, "ad liqua", es una
palabra muy conocida para él y e] verso también; Freud le propone que ensaye
el mecanismo de la asociación, que comÍI.'nza más o menos así: "¿qué se le ocurre con ad liqua? Líqui- do o agua. ··
Sí, pero hay que seguir, ¿qué más asocia con agua? Asoció unas inundaciones recientes que se habfan llevado una casa con unas familias. ¿Qué más
asocia? y enton- ces asocia licuar, el milagro de San Genaro, cuya sangre
se 1icúa todos los años y si no se 1icúa va a
pasar una cosa horri- ble. El amigo le cuenta
esta historia a f'reud y él va tejiendo hasta que va
descubriendo qué era la cosa del
olvido: la ad 1iquia que no quería pensar y por eso la reprimió,
era más bien la menstruación de la dama
de sus pensamientos, que si no le
venía pronto iban a quedar arruinadas familias como cuando no se Jicúa la sangre de San Genaro. O
sea que no es un azar el que no se pueda responder con tanta tranqui- lidad,
porque se me olvidó, porque estaré
cansado, porque s(, etc.
La posición
de búsqueda- del sentido es lo que le permitió
hacer
su obra. La búsqueda del sentido hasta
el fin.
Freud no se da por
vencido porque no entienda un sueño. Tenfa una capacidad inmensa de un trabajo que es muy difícil
y necesario en el orden del pensamiento y que Des:- ca~;tes llamaba "la susp~~sión del juicio"; es decir, Freud tenía una gran capacidad para oir algo o ver
algo y darse cuenta que era muy
significativo, pero sin precipitarse a
decir qué significaba, ni a la inversa,
a declarar "como no
Estanislao
Zuleta Obras 23
entiendo
no significa nada", sino a dejar en suspenso mien- tras otro material permite iluminarlo.
Su arte de la interpretación en la búsqueda
del sentido tie- ne mucho que ver
con esa tenacidad paciente, porque sigue
buscando el sentido, pero no se precipita ni a decir que no lo tiene, ni a decir que ya Jo sabe, sino que va buscando
más asociaciones. Eso hace parte de su estilo
personal sin lo cual no habría hecho esta obra . .Ahí se estudian tlnas <;uan-
.J.i§ .. ~uestiones del
.lengu~e.,~
olvido de palabras extranjeras, agrafia y otras. El
libro termina con un capítulo que es
muy importante para esta introducción al
pensamiento psicoana- lítico: :·Determinismo y fe causal".
Como J29,Sición
teórica se puede destacar ~)_determinismo, pues aqu( estamos ante
una doctrina del determinismo psí- ..9.t1ico. El
principio que r:reud trata de
sustentar allí es que':
nada en la vida
puede considerarse espontáneo, libre, no
determinado.
Todo está determinado, no hay
conductas no determinadas. Toda
posibilidad de una ciencia que ten- ga como
objeto la conducta humana tiene que
partir de esa premisa; una ciencia,
a diferencia de una ética que vaya a
determinar cuál conducta es buena o cuál es mala. Una ciencia explicativa que pueda describir, esquematizar
otras leyes de determinación y hacer
explicación. Nadie se puede dar el lujo
de hacer una ciencia de la libertad.
La afirmación muy radical de Freud es la de muchos filóso- fos,
como Spinoza, Nietzche y otros, pero en Freud trae nuevos argumentos, no es simplemente la repetición de lo que dice Spinoza o Nietszche, sino una nueva argumentación y una argumentación precisa y unas referencias que son nuevas, además, del determinismo. El
determinismo queda aceptado como una
posición clave, péro ahora hay que bus- car leyes, formas de determinación,
procesos.
Freud va
a dar luego un rodeo por el humor. ¿Qué es el chis- te? ¿Por qué hace reir?
¿Qué es la risa? No es nada patoló-
24 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
gico, ni propio de una estructura neurótica,
pero tampoco es algo voluntario. En cambio, de pronto me puede resultar un chiste,
puede ser que en la situación más
solemne, allí donde es más
inoportuno, tenga que tragarme el pañuelo
entero para no soltar la carcajada; ¿qué es eso? Nadie pue- de negar que
tenga sentido, sin embargo no tiene relación
directa con la voluntad.
En esa pareja pre-freudiana --intención, causa
orgamca--- no
cabían los sueños, no cabía la histeria.
Despué's se vio que
tampoco la obsesión. Tampoco caben
los olvidos, ni los acontecimientos de
la vida cotidiana. En seguida se ve que
no cabe el humor, ni el chiste y todo lo
demás, el amor, el deseo. Lo que no cabe es el hombre. Entonces hay que
-.,cambiar
todo el enfoque sobre el hombre.
Lo que parecía un esquema del que no había
manera de salir
para
considerar una conducta humana, se puede defi- nir como una opción: o una conducta
es intencional, en ese caso tiene propósitos,
motivos
y
un sentido, defiende inte- reses, etc.; o una conducta no es intencional, en
ese caso debe tener causas, por ejemplo, causas orgánicas que
pueden ser de muy diversa índole: mecánicas,
tóxicas, hereditarias, infecciosas, pero
causas orgánicas; ~n tal caso se puede expli- car p~ro no se puede entender,
tiene causas pero no tiene un sentido y
todo el problema se reduce a esa parte.
Lo
_que Freud fue progresivamente mostrando en
"LA
HIS- TERIA", "EL SINTOMA HISTERICO", "LA INTERPRE- TACION DE LOS SUEÑOS", "EL CHISTE Y SU RELA-
CION CON LO INCONSCIENTE",
"LA PSICOPATOLO- GIA DE LA VIDA COTIDIANA", etc., . etc., es-
que no se
¡_pu~de_ _ penS<l;r !a --~?nducta ?u.man~ redu.cien~Q ~1_ ~ombre_ La _eso:
~eterm1nac1on orgámca o mtencJOnahdªd.
Eso era
cómodo desde todos los puntos de vista ideológicos;
por ejemplo, era muy cómodo
desde el punto de vista jurídi- co. Si la cuestión era mtencional, era
susceptible de la apli- cación de la pena, responsabilidad, culpa, dolo. Desde
el punto
de vista religioso se le podía
considerar una persona
Estanislao
Zuleta Obras 25
ética, susceptible de la misma manera del juicio
moral. Si
no era intencional, cualquiera
que fuera su conducta, no era susceptible de un juicio, ni de un
juicio moral.
Indudablemente -~J esquema era tan cómodo
que hasta esta- -º~ sostenido por -hi necesidad de la
mentalidad jurídica, ética, religiosa.
Por lo demás todo eso, no solamente la con- sideración de ü....o.. s fo-rmas de causalidad;'quedaba desafiado por un enfoque nuevo; también todas las nociones
adjun- tas, como el desarro11o del psicoanálisis irá a mostrar: l~s nociones de culpa,
libertad, libre albedrío, mérito, castigo,
yena, pecado.
Todo eso iría a quedar en cuestión, porque dependen de aquella consideración que esCinde todo tan ..cómodamente en lo intencional y lo
determinado orgáni- camente. Lo que se estaba amenazando con ese primer pasó
~ra un conjunto inmenso,
el conjunto sobre el cual estaba ...p~nsado el
hombre, en
la metafísica, en la doctrina jurídi-
ca; y no solamente pensado
sino tratado: las cárceles, los códigos. iSin
embargo, ese aspecto del pensamiento psico- analítico no era fácilmente
notable, era un problema epis- temológico muy complejo, un problema
de teoría de la cien- cia; y es que
cuando una ciencia introduce una nueva for- ma de causalidad, eso no se ve sino cuando la cosa está muy desarrollada. Eso no llamó la atención, y así el capítulo que señalé, ''Detenninismo y fe causal'~ no
produjo un gran escándalo; parecían
consideraciones
interesantes, curiosas; algunas de mucho
alcance teórico pasaron prácticamente
sin ser comprendidas. En cambio,
el gran escándalo se vie- ne a producir·en otros puntos y en otros momentos y a eso vamos. El problema
teórico será tratado más adelante, en
una forma más amplia y más compleja, cuando tengamos
nuevos elementos como la teoría
del inconsciente y otros para volver al
pensamiento psicoanalítico sobre la conduc-
ta humana.
Otros elementos, como el problema de la sexualidad, fue- ron desde el comienzo del desarrollo del
pensamiento de Freud motivos de escándalo,
y en cierto modo en nuestra
26 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
época siguen siendo motivo de muy ardua polémica. Hay hoy, tanto
como había hace ochenta y pico de aftos, una polémica desatada de nuevo, que en determinados momen- tos apenas ha menguado, sobre el psicoanálisis. Si uno sigue la historia que
muchos han hecho ya de la recepción
del psicoanálisis en el pensamiento occidental, en Francia,
en Alemania, en Inglaterra, en EE. UU., hay
momentos de acep- tación y momentos de muy aguda lucha. Ahora estamos de nuevo en momentos de lucha, que son
generalmente fecun- dos.
Hay una polémica muy fuerte
sobre el psicoanálisis, y con- tra el psicoanálisis procede hoy una serie masiva de obje-
ciones que tienen muy diversos orígenes.
Todavía quedan muchas de las objeciones
clásicas, aunque generalmente han
variado en noventa aftos. Por ejemplo, J!.L4e_ _ .~nero h2!!!.~.!!.~~~~: continúa el reproche permanente a Freud de tener un pensamiento pesimista sobre la naturaleza huma- na; de género religioso y
procedentes de todas las religio- nes: la judaica, la
cristiana, etc. Hoy hay nuevas objecio- nes que proceden de ciertos
grupos o ciertos movimien- tos que suelen denominarse, por generalizar, "liber1arios", que también comprenden algunas prácti.cas,
algunas pro- fesiones relativamente nuevas como los sexólogos; algunas posiciones relativamente nuevas como los
anti-psiquiatras, algunas posiciones
filosóficas también relativamente nuevas
como las de Deleuze, Guattari y otros.
En conjunto, podemos ver hoy una gama de opostctones al psicoanálisis, a veces muy duras y muy drásticas, que son, en parte,
las que hubo siempre, y, en parte,
algunas nue- vas. Como están
muy difundidas y id psicoanálisis no lo está tanto, me permito polemizar sobre esas
objeciones. Algunas son más o menos
bien hechas en el sentido de que por
lo menos se detienen a meditar en los temas sobre los cuales van a objetar; otras son objeciones de
conjunto suprema- mente vagas o declaratorias: declaran que el psicoanálisis es autoritario pero no van en detalle a la
cuestión, o bien
Estanislao
Zuleta Obras 27
que está superado. Unas de las más frecuentes,
antiguas y modernas,
se refieren a la sexualidad. Desde que
se comen~ zó a
presentar las
obras freudianas, el tema de la sexuali- lidad en Freud
resultó ser muy escandaloso; pero tanto en
las objeciones antiguas como
modernas, es muy frecuente que se ignore
de qué se trata en la sexualidad de Freud; es
decir, se opera con cierta
ingenuidad. Los que hicieron la acusación
de que el psicoanálisis es un pansexualismo o que Freud le da demasiada importancia al factor
sexual, a costá\
de otros
que podrían ser culturales o económicos, {t~tc., j demuestran prácticamente
que ignoran de qué se trata. .reo que lo
más sano es que comencemos por pensar de nuevo
~ál es el problema de la
sexualidad en Freud.
LA
SEXUAUDAD
Sexualidad
e identidad Fonnas de 1a sexualidad Movilidad de la Ubido
Estanislao
Zuleta Obras 31
LA
SEXUALIDAD
Es un grave error creer que Freud le dio más importancia a la sexualidad que la que le habían
dado otros pensadores antes de él, como
si él estuviera
pensando la sexualidad igual que
ellos y solamente le hubiera
dado más importancia que 'la que ellos le dieron. Pero no se trata de eso; se trata de que en el pensamiento
de Freud la noción misma de la sexualidad
~~ tran~forrna .
.por completo, y se trata de sab;¡. ef senH'do" de esa transformación. · · · ... , · · .~ .....
. ' ..... ·
El libro
por el cual nos podemos
guiar es otro libro corto inicial, supremamente
importante, "TRES ENSAYOS PARA UNA
TEORIA DE LA SEXUALIDAD", de 1905; seguimos
en esos primeros cinco afios del
siglo en los que se elabora el esbo-· zo inicial de la teoría.
Algunas cosas que en la época parecieron algo escandalosas ya no le parecen
a nadie. La época
era bastante represora, estamos en Y!w..~-~ .. de. .. c.olllkn.Z.Q§
•.. <!~L .§!819..:.. Por ejemplo, el tema de la sexualidad infantil que Freud allí
plantea y desa- · ·
rrolla en P'uiia. foññiC'exfriúfiiñente completa para ser 1905, originó molestias que hoy no serían tales
para ningún edu- cador religioso o no religioso. Parecía un escándalo, y Freud
comentaba de manera maligna, hablando de los educado- res religiosos
y represores de la época, colegios de
curas, confesionales, muy de Viena, que había una cuestión parti-
cular en la sexualidad infantil: "P.9!. una. p_~te no e~me,• y_ PQ~ ()~~ ... ~!..~.J~rol!!!>.i~".
Es un comentario
maligno por- que los muchachitos estaban muy vigilados, que no
fueran a hacer
ciertos juegos, que no se fueran a entrar juntos al bafío, que no se masturbaran, etc., etc., P~?. aqemás se .!lecla~'
ra,2_~ oficialm,ente que no. ~~bí_l;l .. s~~.mtlidad infªntU, ,qJ.le
.la
~;:~t7t:gis~~9~~?t~r:~~ ·····~~~~!~~u~~.~~n:
{rt~~s:º-~iis~~
y, por otra,
está prohibida, que es la lógica de la represión
Eso
es una cuestión más bien propia, muy particular, de
32 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
la
formación judaico-cristiana en alguno de sus momen- tos históricos.
De otro
lado, los Nambicuara, por ejemplo, o
muchos otros primitivos, no necesitarían que ningún psicoanalista
vinie- ra a contarles que existe la sexualidad infantil; ellos
no sola- mente la reconocen
sino que la promueven. Ese problema, el
hecho mismo, ya no asustaría a
nadie; pero en la época de Freud
sí, de manera que muchas de las discusiones ini- ciales no tienen importancia
para nosotros, porque son dis- ~usiones sobre
puntos que están ya dados por superados. Antes de
entrar en la exposición en detalle de la teoría
freu- diana de la sexualidad, de las etapas de la infancia, la orali- dad,
la analidad, la uretralidad, la falicidad y todo lo demás, y su
lógica interna, consideremos el conjunto del proble- ma. Si seguimos
el orden de Freud, muy propio de él, que
después en .. La metapsicología" será
defendido teórica- mente como orden de exposición, tenemos
que en los "TRES ENSAYOS SOBRE
LA TEORIA DE LA SEXUALIDAD"
se hace
una consideración sobre algunas cuestiones que se saben acerca de la homosexual!4~Hi.; en
este momento se refiere
prin- cipalmente-aTa--homosexualidad masculina. Tal como se plan- teaban las cosas en su época, sigue el camino de las
pregun- tas clásicas, si se trata de algo adquirido o innato, una
cues- tión decisiva entre las preguntas clásicas: si se nace o se llega
a ser, si son circunstancias de
la vida, problemas de la edu- cación, experiencias, o bien, es algo que se puede conside- rar innato. Hoy mismo también
se plantea si se trata de algo traumático o de algo hormonal; más o menos la
misma pre- gunta.
El camino
de la reflexión de Freud -éste sigue
los textos más
conocidos y más
importantes que existfan hasta el
momento, como los de Havelock Ellis- lleva
a un impasse porque no se puede encontrar una solución en una vía
como la que él plantea, en el sentido de
algo adquirido, entendien- do que
determinada educación o determinadas circunstan- cias produzcan tal tendencia;
tampoco en el sentido de algo
Estanislao
Zuleta Obra!> 33
innato, en cuanto a que se pueda predecir. El se está basando en los estudios de la época que desde luego son muy restrin- gidos
con relación a los conocimientos de nuestro tiempo sobre el tema.
A quien quiem profundizar sobre el tema, en un
sentido moderno,
conociendo la investigación actual, le recomen- daría el ensayo de Rosolato, en su libro "ESTUDIOS
SOBRE LO SIMBOLICO"O ), al final,
en "BisexuaJidad y diferencia de los sexos", donde el autor trae a cuento todo lo
que se sabe, con la ciencia actual, sobre las hormonas y las formas de medición actuales sobre el tema, planteando todo lo que en el momento en que Freud escribe se
ignoraba. Sin embar- go, la posición es aproximadamente la misma: de lo que se tmta es
de mostrar que la condU<;!..'!.J!.~llil.~2<..1;!~j,
como Freud describe
allí, ~ mux .v.:!fi~da;...,gu~ p.ay homosexua-
flj~_mos que son 9casionalcs, tendencmles, hay
bisexua.Us- fwo y hay homosexualismo exclusivo. Pero de todas mane-
ms no hay
ninguna correlaciÓn necesaria con ningún dato orgánico, eso es lo que se sabe hoy, eso es lo que Freud tam- bién presumía. Es
decir, que no tenemos ningún dato orgá-
lnico
que sea una correlación necesaria con
la tendencia homo-
sexual dominante, en sentido hormonal o de
característi- cas sexuales secundarias, o anatómico. Freud dejaba un gran
margen de hipótesis en ese sentido; hoy se deja mucho menos y también se puede precisar mucho más.
Cuando Freud llega a un impasse es interesante
anotar lo que en cierto momento dice: ''Habíamos iniciado este tra-
bajo con el fin de responder sobre el origen del homosexua- lismo. No hemos
logrado lo que nos proponíamos, por lo
que no podemos dar cuenta de las teorías
..Pero en cambio, sí hemos
encontrado una cosa mucho más interesante de
la que buscábamos y es que hemos encontrado que la sexua-
(1) Hay edición
castellana
34 Tomo l El pensamiento psicoanalítico
lidad humana es algo muy diferente de lo que
creíamos . Nos habíamos representado como excesivamente íntima la conexión de _la
pulsión sexual con el objetQ sexual".
Esto es típico del estilo de Freud, en una búsqueda
llega a un
callejón
sin salida, pero eso le permite cambiar un enfoque y un concepto. Entonces sigue con un nuevo tema. Ahora bien, el problema nuevo que se encontró era que la sexuali- dad
humana había sido pensada tmdicionalmente bajo el modelo de la
sexualidad animal. Incluso en la tradición judai- co-cristiana se consideraba típicamente que
la sexualidad era la parte animal del
hombre. Bajo el modelo de la sexua- lidad animal y bajo una
formulación puramente naturalista, se pensaba: es una necesidad natural,
tiene un fin
natural, que es la reproducción de la especie; tiene medios natura- les: la maduración de los órganos sexuales durante
la puber- tad, etc. Propiamente no planteaba mayor problema; el úni- co problema
era que estaba extraftamente vinculada con
el diablo. Pero hacía parte de la naturaleza,
tenía todo el equipo instintivo.
Lo que Freud plantea es precisamente que la
sexualidad humana no puede ser pensada por el modelo de la sexuali- .d ad animal; para
comenzar, ino es un instinto,, y es aquí don-
~-······
de
la cosa comienza a ponerse distinta. No es un instinto
si definimos esta palabra como se suele hacer en biología, como una conducta heredada y adaptada, es decir, no apren-
.. , dida. En el caso de los animales la sexualidad funciona corno un mecanismo
instintivo que, para simplificar, se puede
designar corno un mecanismo estímulo-respuesta,
sobre la base
de la maduración de determinados órganos,
madura- ción que está inscrita en el esquema de desarrollo del orga- nismo; en una fecha
determinada, etc., se genera Jo que sole-
mos llarnlj.r el mecanismo estímulo -respuesta. Un sexo fun- ciona generalmente corno estímulo para el otro sexo y se responde con una conducta
sexual adaptada. Ese estímulo puede ser de muy diversa índole: olfativo,
los perros; visual, los caballos, las
mariposas y muchos otros; en fin, quírni-
Estanisfao
Zuleta Obras 35
cos y, a veces, mensajes eléctricos. El objeto en el momento
de
su predisposición produce un estímulo
y el estímulo desa- ta una respuesta,
entendida como una conducta que se desa- rrolla y que tiene un esquema
preestablecido de manera innata, es
decir, instintivo.
-·-·~ ---- ..
En
los hombres no ocurre lo mismo; las diferencias que Freud
va a
sefialar son enormes. Comencemos por
las más visibles: entre
los animales una cuestión que se
puede demostrar fácilmente en la
experimentación es que el estímulo opera ! J?.~I .. ª-f .. mi~mo. ___
En otras palabras, ~-.aJ1a.m~íi}~]-iiJi~iiindiiñ::: Je. del .objeto real Los etólogos últimamente han hecho muchos experimentos sobre eso; ptariposas que
al entrar
en
celo se ponen de un amarillo más subido
y si a la pared
se pegan unos papeles de un amarillo fuerte,
los machos buscan los papeles más
bien que a las hembras. Lo mismo
se nota
cuando el -estímulo es olfativo, como en el perro; no le interesa tanto lo que nosotros llamamos el objeto en
el sentido humano: la peiT'a, el tipo de perra, si le falta una pierna, si tiene sarna, en absoluto. El olfato y eso es todo.
Si no
lo tiene entonces no es nada~-Es decir, que no es un objeto en el sentido de una
sfntesi'i compleja de muchas características,
sino un estímulo, que al suprimirse, se supri-
me todo. Hay más, ese estímulo es adecua9o a_.
)..lna función
_en la especie: la procre~ciÓn. ·En las hembras de los mamí~-· feros superiores y en casi todas las hembras de los anima- les, el
coito sólo es posible cuando están fecundables. Allí
no hay
nada por gusto. Eso se desata porque las condicio- nes de realización son
las mismas que las de la fecundidad.
[f:nt~ los h<?l!l_br~s?. ~nó~ Por lo demás, éstos hasta ignoran cuándo se dan las condiciones de fecundidad. La mujer es la única hembra entre los mamíferos superiores que
no tie- ne el deseo ni el placer condicionado a ningún ciclo, aun- que sí tiene
un ciclo, pero sin relación con el
placer y el deseo.
J>]!ay una característica que es típica
del J!\s_tinto: el ()bJ.tJ.- to está predeterminad().
No solamente en el individuo del
36 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
otro sexo,
sino el individuo del otro sexo en
determinado momento,
en el momt!nto en que produce un estímulo
par- ticular. Hay una característica
de la sexualidad humana: el objeto no
está pretletenninatlo.
Freud comienza a estu- 'Jiar. . e.sla "caraderis-1 ka
por "ün punto que era muy conocido en la época y que n.•stdtaba un poco escandaloso, lo que llamaban las aberraciones, ( Ellis había
escrito un recuento descriptivo), ese
problema tan curioso, tan gcnemlizado y
tan difícil de detlnir. Si uno
supone que hay una sexuali- dad natural, una sexualidad adulta. heterosexual,
genital. ·
y otras sexualidades que entonces difieren
de esa por razo- nes
patológicas
extrañas. llamamos a estas otras, aberraclO- n~~· Esa
era la posición antes dt> Frcud. Las aberraciones eran de muy diversa
índole, allí se incluía
el homosexualis- mo y toda la serie que
hoy denominamos fetichismo, que son aquellas condiciones que en muchas personas se convier-
ten en condición del deseo. Hay algunos que son muy típi- cos, muy visibles, más fáciles de explicar; hay otros que
son un poco más difícil. Uno muy frecuente
que ocurre tanto en homosexuales como en heterosexuales es el ~ ~g_i~-2- de
diversa índole, principalmente en Jos iridivi-
d uos masculinos que no tienen la menor posibilidad de obte- ner el placer sexual si no comienzan por disfrazarse
de muje- res . .fetichismo hay de muy diversa
índole, fetichismos que tien~·ñ·-rasgos·· síquicos
aparentemente de tendencia maso- quista, pero que son básicamente fetichistas. Es tal1' fre-
cuente que hasta hay en Colombia prostíbulos
especiali- zados en eso; por ejemplo,
individuos que obtienen su pla- cer sexual embolando a una mujer, con caja de embolar,
después de lo cual en lugar de cobmr la embolada pagan y se van .. ;
a sus juntas, a sus bancos, a sus gerencias. Exis- te una gama tan vasta que cubre desde los animales, los niños, los cadáveres (necrofilia), los excrementos,
etc., etc. Es una gama que _mues.tra. có~o está de suelto el deseo
sexual huma- no con relación al objeto y a sus condiciones y cómo es de poco natuml. Sin una liga el hombre no
funciona, con la liga está divinamente,
con los zapatos de tacón, con la
argollita, etc.
Estanislao
Zuleta Obras 37
k
En
psicoanálisis es necesario tener en cuenta que una cues-·•; tión es una J~ruJ.~;;ncia y .. Qtra .c.uestión
e~ un<\ es.tpl~.tl:'r:a.. Las ~r~encias son universales; una tendencia homosexual 1ie:
ne todo el mundo
(el primer postulado de Freud es la
bisexua- lidad
humana), lo que no significa que todo
el mundo ten-
ga una estructura homosexual de la libido, es decir, que el deseo le funcione en
determinadas condiciones que llama- mos homosexuales. Jl!!a. .J~ndencia fetichista tiene todo el
mundo, no hay nadie a quien sea indiferente el tipo de obje-
to, la manera como tenga otras condiciones fuera de las
pro- piamente sexuales. Pero una estructura fetichista ya sig- nifica otra cosa, una condición sine qua non del deseo. El hecho de que todo el mundo
sea relativamente fetichista, como
tendencia, es universal. De la misma manera todo el
mundo, como tendencia, es sádico y también masqqu~~- .. ,S!._. Pero hay una e~tructum de la libidQ, que ~s la que vamos .. ~ .!.. e~plicar luego cuattdo .veamos la Jógic;a del _probl~t:na. Con- fundir la tendencia con la estructura
es muy peligroso en
el análisis
práctico, porque se le adjudica a una tendencia una conducta concreta, lo cual es aberrante, porque la ten- dencia es universal; por ejemplo: se debe
a las tendencias homosexuales el haber hecho tal cosa, y no puede ser
así puesto que las tendencias
homosexuales son universales.
A una ley general no se puede achacar fenómenos particu- lares. Para
explicar un fenómeno concreto hay que
ser sufi- cientemente determinante, es decir, introducir una causa- lidad suficiente y
específica. Una conducta, un drama, una
angustia, un síntoma, una inhibición, nunca se pueden expli- car por una
tendencia general. Es un error que se comete
con mucha frecuencia en otros ámbitos; en marxismo, por ejemplo, a veces se cae en un error de ese mismo tipo, d~. ser insufiCientemente determinante. Sartre lo dice con mucha
gracia en una oportunidad: "Es verdad, Valery
es un peque:· fioburgués,
pero no todo pequefioburgués es Valery''. De- manera que el hecho de ser
pequeí'íoburgué·s no explica sut
...1
poesía. Cuando vamos a introducir, no digamos
una cien- cia,
que sería muy pretencioso todavía hablar de eso, pero
38
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
sí por lo menos una disciplina explicativa, _EI).ª···t~orí~ con fun(}a~~n~o.~ expJ!c;:ªij_y9s; hay que tener presente
que el nivel
de explicapión de lo concreto debe ser un nivel con~ creta, suficientemente
determinado, y . n9. tendencia$. De la misma manera que a nadie se le ocurre
por leyes gene· rales explicar hechos
particulares: "ese sefior que se tiró del noveno piso de un edificio murió a causa
de la ley de la gravedad". Bueno, sí, claro; si no, no hubiera caído. Pero
la ley de la gr~.Y.~gii'Jt _,gpe~~-.p~ra todos, y no estamos en esa
circunstancia. ~~ tendencia~!~n.,.!:!nive~al~s, a diferencia de las estructuras. ~ff.ñi.ciupi) ~ay que explicarla en par- ticular, porque ya no es universal.
Los animales se
diferencian en que ese abigarrado
mundo de los
objetos del deseo humano
contrasta enormemente con el estímulo
como condición del deseo animal, si lo pode- mos llamar deseo. A medida que se
desarrollan las investí· gaciones
sobre las condiciones reales del mundo animal,
nos desprendemos de la tendencia
a proyectar en los ani- males . nuestr~:;. propias condiciones. No nos
damos cuenta
-~:U~ij·~t~{~~o-~~~t.~r!-f~e~:o~ec~~~~;~~ili~:~a
d~o~~ 'obJetos ·en el
· tiempo y de su in dependen da con relación a nuestra percepción. Imaginamos lo .mismo de los anima- les, aunque no tengan lenguaje, aunque no tengan esas mis- mas características y ni siquiera sus órganos perceptivos tengan e
1 mismo mundo de objetos. El mundo de los obje- tos es algo a lo que se accede,
tal como se verá al estudiar el problema del lenguaje en el psicoanálisis.
Por ahora, una comparación rápida: uno se imagina que una coneja con sus gazapitos tiene una relación de objeto, como si fueran sus hijitos, a los que protege; que si viene el zorro se hace matar por un instinto de protección de sus hijitos y que considera a estos animalitos de la misma manera como el hombre con· sidera a los animales, a los hijos y a los
otros hombres y a sí mismo. J?ero no hay tal, la experimentación
más sencilla demuestra inmediatamente ,9...U.~ .. ~.9. -~~?tt objetos, que .. §9.1!....
sólo
estímulos ta1n'QI~.n_._ .Si se le suprime
a la coneja por medios
Estanislao
Zuleta Obras 39
anestésicos, o cualquier otro medio, el
sentido del oído, se los come en
seguida porque hay un chillido que es
el que estimula toda la conducta de protección; si falla,
si no lo oye, se los come. Lo mismo se ha hecho en una y
otra especie; se puede ver, por ejemplo, en el estudio de Conrad Lorenz sobre las aves "LA CONDUCTA ANIMAL Y
HUMANA").
n~~f!.l~~~~. ~~ .
..tienen el_ .rnund()
~e ()~j~~?~ .. 9.~.~ ..-~!}~~~~~· 9jL§L Q_l:>j~J~L§~L pmd.u.ce.
y. .. se .co.nstiUY-~ en.Jm~ .~~tn!~=- _
-· . mt,erb.umana •. .
@gº.(~~!<:~ y)ó~c~ ~u.y ~ompleja y
no
se da a la percepción como nosotro:;. crttemo~. En
gerieral, ·
yesefpunto eri
que el psicoanálisis probabiemente va a
ser más fuerte. la realidad no se da a la
percepción. Se puede, por ejemph;·perder la reaiidad sin. que fallen
'1os órganos de los sentidos. La realidad se da en otras condiciones: lin-
.,s.QJsticas, lógicas;· teú1p~rales, · ·iriterhumanas,
afectivas,. P.f?f<f
!)9 se. da a la perce.P.(iÍÓtl: Así lo esclarece la teoría psicoana~
lítica
de la realidad, y de la pérdida
de la realidad,
es decir, la psicosis.
De lo
que se trata aquí es de una teoría de la sexualidad
bastante nueva, distinta de la que concibe la
sexualidad como una necesidad natural que se desarrolla en los órganos sexua- les con fines de
reproducción de la especie. Se trata de esta- blecer que no está
predeterminada por un mecanismo
innato, sino que encuentra y pierde sus
objetos en el proceso de una
-~((;>ría persoií&L'"Pórque H'no soiainente se' puede enconha'r
H,._ o o ;,•o,o
el
problema de llJ,_xariabilidad inmensa del obj~íQ.~sino tam-
'\
· bién otro problema:···~j!ú~~}if]Ji)¡i iü.@.bidón.~de.la.sexualidad
. .§Í!L!liQJWn.._.p¡;o.blema....oisáR4eo..
en
determinadas épocas, en
detenninadas circunstancias familiares,
sociales, religiosas; es decir,
circunstancias de represión, de origen económico, por ejemplo.
La represión de la sexualidad puede llegar a
niveles altísimos; como sabemos hoy, en algunas regiones puede decirse que el ochenta o más por ciento
de mujeres
. no conocen
jamás el placer sexual, que son lo que llamamos
frígidas,
hasta el punto de que eso no se considere como
un problema, porque
precisamente eso no tiene nada qué
40 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
ver con la reproducción.
Pueden tener 15 hijos y no haber conocido jamás el
menor placer sexual. También la
!n.U2.9- t~ncia. en el hombre puede llegar a ser completa y en muchas formas; una de las más
complc.tas e~ lé:!_ql..!~ prQt:e~le d~___llis histerias de angustias profundas, pero hay muchas otras que pro~t.~d.C!1.. de la depresión profunda. ¡,Orgánicamente qué hay'?
No hay nada. Ante una hipnosis cambia inme- diatamente.
-
Freud hizo una distinción de las ..QUisiones sv.xuales en 1res ""'"-- -·· -· .......- ,e·--··-··
partes: su sede, sus objeto~_sus fines (vcase "LA METAPSI-·
COLOGIA").
LlamamoslSede\de las pulsioncs a las zonas erú- genas, es
decir, las partes' del orgañisrñü"'ifc "donde· surge'ü"ñ'a
"ptiisión
sexual. El organismo entero es una
zona ~rógen.ª que
la historia del individuo califlca y descalifica segú'i1Tos casos.
\LOs · (,1)]eios1 son aquello en lo
cual tiende a satisfacerse
esa emoción; pueden ser personas, pueden ser
los ó.ri~anos sexi.i'~i les, pueden no serlo; pueden ser personas del mismo sexo. del otro sexo, de la misma edad o de
una edad completamen- te distinta
como en la gerontotilia, donde tienen que ser ancianos, y en la paedofilia, donde tienen que ser
infantes: pueden ser de otra especie, animales de tal o cual tipo.
Los
1(illtiU?l!~s!.~n. $Crpasivos
o activos. Si el deseo que acoge al
individuo es el deseo de ser visto, como el exhibicionismo, o e! deseo de ver, como
el voyerismo, tenemos un
fin pasi- vo en el primer caso
y un fm activo en el
segundo caso, de acuerdo con
el sentido que les da Freud, y que nada tiene que ver
con femenino y masculino. Ocurre lo mismo
cuan- do el placer funciona
intensamente sólo en el caso de que uno sea
duramente azotado o que azote a otro. Así, pues, los fines, los objetos y las zonas son
variables. !:li~.P~tfJis-
~*-=~a.Plf!h1~~3;ct~, /ªsi~~l:íi~ft'1s~~~s~I'·
cf~~~~ient~ freudiano~ mientms que la sexualidad animal es biológica
e innata, no histórica.
No se trata,
pues, de darle más o menos importancia a la sexualidad. ~ trata.de. otra idea de
la ~x.llalid.ad.
1 ... tanislan
Zukta Obras 41
hn las discusiones teóricas este tipo de
problema es muy importante;
a veces se producen discusiones mal
planteadas conceptualment(\
y no sólo con respecto al psicoanálisis. A veces se oye esta objeción al marxismo: que Marx
tal vez le dio demasiada importancia a la economía. No se tiene en
~ -.....__.·---·-· .. M--
cuenta que Marx redefine la econom1a, que Marx no está ,-e"risaña<:;
··· t;ñ · 10 <iut.~ ·¡,iensáñ. . 1ü·;;···cconomtstas · prFmar5tistas;--· ml"'T!ña manera
de cambiar;·· distribuir, repartir, ahorrar los
l,ienes que si.' producen en una sociedad, sino en la repro- ~sción_ de
las :;ociedades mismas, de sus clases, de sus:T~Th ciones sociales, y no solamente la producción-intercambio dehicnes. Así mismo ocurre con el coriéepto. de sexuaÜ~ TaJ:·"qí.'ie
contiene algo diferente, que es un concepto nue- vo, que inclusive tiene que
estudiarse polémicamente con
tL conceptc) ·-
nahimlista de sexualidad, que nos traen como una gran novedad ahom
nuestros sexdlogos: el derecho huma-
no
al consumo como una necesidad.
El siguiente texto de Freud es muy diciente,
para ser de 1905, sobre la radicalidad con la cual toma el carácter no natuml de la sexualidad humana:
"Puede afirmarse que la proyección de sentimientos
libidi- nosos
sobre personas del mismo sexo desempeña en la
vida psíquica normal un papel tan importante como cuando
recae sobre personas del sexo contrario,
presentando aún una
·mayor significación en lo que se refiere a la génesis de los estados patológicos. Para el psicoanálisis la falta de toda -telación de dependencia entre el sexo del
individuo y su elección de objeto y la
posibilidad de orien1ar indiferente- mente esta última hacia objetos masculinos
o femeninos, .)lechos comprobables tanto
en la infancia individual como
;en la de los pueblos, parece constituir la actitud
primaria y original
a partir de la cual se desarrolla luego el tipo sexual fiaormal o el invertido por la acción de detenninadas restric-
;·-ciones según
el sentido de las mismas. Así, pues, en
sentido . :-a»sicoanalítico, el interés sexual exclusivo del hombre por la · ;~~ujer constituye también un problema y no algo natural
42 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
basado últimamente en la atracción química"
(Tres ensa- yos ~obre la teoría de la sexualidad, Cap. I).
Resulta, pues, según Freud, tan difícil explicar
por qué un individuo llega a ser heterosexual como explicar por
qué llega a ser homosexual. En ambos casos se trata de expli- s;a_r; porque ninguno de Íos ·dos ··casos- es natural. Hasta. este
punto había llevado su posición
tan radical ya en 1905. Era una discusión
completamente desviada y traída de
los cabe- llos la de ver qué tanta
importancia da al factor sexual, más que al económico o a cualquier otro, cuando de lo que se trata es de cambiar la concepción comple-ta ··a·e la-·sexu."alidad, y. con. . ella._la_ con.c.~.P-Ci.ÓJL 4eJ hg~ppre, QIY. sus relaciones --~~n el mundo animal, con lo innato, con lo adq¡,¡irido,
de su cuet};~---coñ-8\í'hlsioria y con el lenguaje. Hu.bo .. mÜy bÚ·e.rios Iedo.res:- aunque escásos,. en Rusia,
en Alemania, en Austria, en la propia Viena, pero los demás dejaron
pasar lo impor- tante, con discusiones
completamente ajenas al tema, con
discusiones sobre un factor
cuantitativo. Fuera de eso, las
discusiones morales: cómo queda el pecado, cómo queda el derecho, cómo acusar a alguien en presencia de ese deter- minismo. Es decir, no llegaron al fondo.
Por eso es mejor exponer la teoría de la sexualidad en una. forma
directamen- te polémica.
La actitud de Freud también ha sido bastante calumniada. Desde luego había en Freud bastantes
prejuicios de su tiem- po, de su clase,
de su grupo social, de las ideologías en que
se formó, fuera de evidentes
ignorancias personales y de temas que no
se sabían en la época. Pero también
se ha calum- niado a Freud. Una .. cosa-
es rec.onocer que hay prejuicios _en Freud y
otra cosa
es inventarle lo.s que no tiene.
Porque t'ariibién hay un gran esfuerzo ~n Freud por la lucha contra los prejuicios en que
surgió. Sobre la base del desconoci- miento de la obra de Freud, de su pensamiento,
se le suelen endilgar una serie de posiciones, una de las
cuales se refiere a los prejuicios de
Freud sobre el homosexualismo. Que
1-stanislao
Zu1eta Obras 43
Freud consideraba que el hom.~s.exuaJismo es Uf1a ~nferm~dad y una desviación rara que}il:i:y que tratar en no sé qué forma, es algo
que le han endilgado sobre todo últimamente los
"libertarios" que necesitan conseguirse un padre
castrador para sentir que est~n en la liberación y si no
lo tienen lo inventan. Uno de los que
inventan con más frecuencia es a Freud.
Pero cuando él trata un caso, su
meditación sobre el tema es bastante
-libre. Un ejemplo: le llevan una muchacha
de unos 17 afios para que le
haga un tratamiento; dice así:
"PSICOGENESIS DE UN CASO DE HOMOSEXUALIDAD FEMENINA,. ( 1920). Las situaciones como la del propieta- rio que encarga al arquitecto una casa conforme
a sus pro- pios gustos y necesidades, o la del hombre piadoso que hace
pintar al artista un lienzo o motivo e incluir en él su
retrato orante, no son compatibles con las condiciones del psicoaná- lisis. No es nada raro que un marido acuda al analista con la pretensión siguiente: "La
nerviosidad de mi mujer ha alte- rado nuestras relaciones
conyugales; cúrela usted pam que
volvamos a poder ser un matrimonio feliz". Pero muchas veces resulta imposible realizar tal encargo,
toda vez que no está en manos del
analista provocar el desenlace que lleva
al marido a solicitar su ayuda. En cuanto la mujer queda libre de sus inhibiciones neuróticas se
separa de su marido, pues la continü'ieión'· de! niatí-hn:onio
sólo se había hecho posible merced a tales inhibiciones. Son los
padres quie- nes demandan la curación de un hijo
que se muestra ner- vioso y rebelde; para ellos un nifio sano es un nifio
que no crea dificultad ninguna a los
padres y sólo satisfacciones les
procura. El analista puede conseguir en
efecto el res- tablecimiento del nifio pero después de su curación sigue aquel sus
proPios cammos mucho más decididamente que
antes y los padres reciben de él todavía mayor desconten- to. En resumen, ~.2~-~~j~gjf€?~P..t~t._q.l!~. . :tlP.Jl.Qm.h~~
~~, .. .so,m~ ..t..a.... .a~ análisis por su propia volunpl<:!__.Q..Q.O..:f.9.-l!~.Qtt..Q..~.~?J.Q...im.P.9Jl"'
........... ~·- ......... ~ ........ -~ ........... -~~·-·· ........ --... -~-r·--·~ 1!.1. .P.i que sea éL.m~_S.!!,l_<l_ _
~;.~~ des:~.~w~' !!,1~~!!~!9.~§.~_.,?_ _
~ sus familiares, o los que cuentan con él o los que se
supone
...;....,......--• ........... - .... -A..........
~.-
44 Tomo 1 U pcnsam
icn to psicoanalít ko
que le aman.
Nuestro caso integra aún otros factores des- favorables".
"La
muchacha no era una enferma, no sufría por motivos internos ni se
lamentaba
de su estado y la labor planteada no
consistía en
resolver
un conficto neurótico sino en trans- formar una de las variantes
de la ~~g~~~~.!.l-.-~?'~a! ~-~!1~: tal en otra distinta. Esta labor de modificar la
inversión geni- tal u homosexualidad no es nunca
fácil; mi experiencia me ha demostmdo
que sólo en circunstancias especialmente
favorables se llega a conseguir
y aún entonces el éxito con- siste únicamente en abrir a la persona
homosexualmente limitada el camino hacia el otro sexo vedado antes
para ella, restableciendo su plena función bisexuaL Queda entonces entregado plenamente a su voluntad el seguir o no dicho camino abandonando aquel otro anterior que
traía sobre ella el anatema de la sociedad;
as( lo han hecho algunos de los sujetos por nosotros tratados.
Pero es de tener en cuenta que ~ctml?Jé.n. Ja sexualidad normaí repq~ .. ~}r~. .~ynaTimitª-~ ci9n de la elección
de obj(!tp y que en general la empresa
:CÍe convertir .. en . heterosexual a un
homosexual llegado a su completo desarrollo no tiene muchas más
probabilidades de éxito que la labor
contraria, convertir a ún heterosexual en homosexual,
sólo que esta úitima no se intenta
nunca
_por evidentes motivos prácticos".
Aquí no habría que hablar de
prejuicios anti-homosexuales; es difícil encontrar en la literatura más moderna y ultra- libertaria una posición más libre sobre el tema que la que
Freud ya tenía en 1905 y en 1920. De manem
que se
hace necesario defender al psicoanálisis, en general, y a Freud, en particular, de algunas objeciones .pummente inventadas. Hay otras en que el asunto es más complejo. Frecuentemen- te nos encontramos con un desajuste en el pensamiento de Freud,
es decir, con relación a los prejuicios de su tiempo, .:le su clase, de su sector social. Hay prejuicios que se con- servan mucho más en la obra
teórica que en el trabajo clí- nico; h!Y. un
desajuste. En la obra teórica uno nota
que Freud
..... ". ........ ----··- --
1 -..tanislao Zulcta
Obras 45
n>nserva
una cantidad de preJUICIOS de la época. Un
ejem- plo: .,l!..J::CJ!:!i.~!~.~ .. ~!!.tU'~mi¡J.i~Y.!.§.. como los
llamaríamos hoy: 1.'!1 la
"INTRODUCCION AL NARCISISMO" una de las obras más interesantes de Frcud y con más innovaciones, de pronto salen
cuestiones sobre la mujer, en momentos en que acaba de hablar muy bien de problemas del amor y de la elección de objetos: de pronto abandona
todo camino de observación, interpretación.
explicación y comienza a hablar de la mujer ideal: {aquella que no se
ama sino a sí
'misma y es extraordinariamente amable por eso, como
los 'gatos
y las grandes fieras, como los niños.
pequeños, se basta
a 'SÍ misma y ese ~~i~i~wo es atractivo;/ Y. ¡así Freud suelta !~--E~oblemas _Personales y sus prejui~~C?S __ gencJ1ll~-~- Cuando se pasa a los casos, a esas
mismas mujeres que ha llamado ideales,
las llama mujeres frígidas y se pregunta qué les pasó que son incapaces de desear, de
enamorarse, qué fijación tuvieron, qué
problema; J.as _
desi.dealiza. tl~Y. _
~IL _<j~~itJstc.,. que es muy interesante
corno motor del pensamtt!'ñró·,
··eñfre·
ll. ..rutrte teórica, que conserva
muchos prejuicios. y la ..
Par~ ~. el
tratamiento clínico; es decir, la confrontación con el
caso, en el cual ya no se sostienen
esos prejuicios. En el momento
en que té lle-ga una
muchacha que tiene una
frigidez
sexual completa
deja de pensar en los gatos y ve qué fue lo que le pasó a esta mujer. El tratamiento del caso
·está mucho más
libre de prejuicios que el tratamiento teó- rico, donde trata
de globalizar y donde vuelven problemas filosóficos e ideológicos a intervenir· más nítidamente.
Prejuicios
hay, desde luego, pero no son tan constantes corno
uno podría creer. Freud, corno cualquier pensador, hizo
su trabajo en un lar~ísimo período de tiempo, más de cua- renta años. Un trabajo que contiene muchas rectificacio- nes, muchos errores y vueltas atrás; es decir, nunca se pue- de imaginar como una gallina que hubiera
puesto un huevo, acabado y completo. Está.
lleno de .. contradi~iQn.es,. de. .. ree:.:. iifj.ca.ciones•. _
.de.---~ue resultaron falsas aunque
se sostuvieran durante años y años con una terrible
terque- :dad por parte de Freud.
Teorías enteras que él
mismo tuvo
46 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
que reconocer como un disparate. Hay que tener
en cuenta esto, lo mismo que la mutación de las nociones; por ejem- plo, lo que piensa
Freud de la angu_stia en 1900 cuando escri- be la "INTERPRET ACION DE LOS SUEÑOS", lo que pien- sa en 1905 cuando escribe ..TRES
ENSAYOS SOBRE LA TEORIA DE LA SEXUALIDAD" y lo que prensa en 1925, es diferente. Cambió, no era tan bobo como para pensar siempre la misma cosa al estudiar el tema durante tanto
tiempo.
Hay un .sJp,.~jl,l,s.t~ en
niveles de su obra, la obm de
investiga
- ción direCtá ·sobre un caso es mucho más--libre. ·que
la obra de teoriz¡¡ción
.g.en.erl!J. A la obra de teorización se lle
ga
con un
iran esfuerzo; por ejemplo, a la teoría
del Edipo, del Yo y el Ello, se llega con
un gran esfuerzo de oscilaciones y
oscilaciones hasta que finalmente la suelta en 1923. En cambio, en textos muy anteriores sobre casos
ya está per- fectamente vista y dicha. Hay un <l!'!.saiu.síe
entre el
análisis en la práctica, en un caso
que tiene ·que· sacar adelante, y el
trabajo de escritura de la teoría del psiquismo y también en el curso de su obnt.
El problema de la sexualidad sobre el cual he
hecho tan larga polémica,.¡¡.
.l\lJ,., R~,.!._g:l,!,..,h.!_s.islg
.I"ldJuWp. No solamente
se le ha dado una valoración histórica y sexual a una cónducta que parecíá naturnl e instintiva, y que rio lo
es. Esto se puede. abordar desde muchos
ángulos; por
ejemplo, los
"nifios de los
lobos", que llamamos, de los cua- les se ha logrado conseguir
unos 48. Otros han
denunciado parte de esos casos como
problemas de esquizofrenias, que no se podrían
llamar de abandono solamente. Fuera de la
discusión, sí hay un conjunto
de hombres que han logrado vivir fuern
del contacto con los hombres, alimentados por lobos (en la India, Amamla y Kamala) y que tienen muchas particularidades obvias; por ejemplo, no hablan sino que aúllan,
no andan en dos patas sino en cuatro, ~dR.-,.el.
.. , ,ilRtendjdp, ,liJ.,.m§QQQ.v~¡Q,.huwara , e.~~tJlÍnÍWi,; pero
tam- bién
tienen una particu1ridad: .9Y~~ru?~.l!9.!!. ..
!~-~t:~~
Estanislao
Zuleta Obras 47
~~1.!.~.~-~z .l!t l!!! t~~r<U!.~ªY..L~.t?. ~ill,~ú~ t_ipo •... Y. -~~ e~ la mJ¡_s_. ~rio.sa. ¿Por qué, estando sumerg¡.dos en la
animalidad?,
¿no era la animalidad
lo más propiamente sexual?, ¿la scxua_
;_ lidad,
lo mas animal del hombre? .A! C..O.~~r,~ry.o~. ... l~~- Jo.. !l}~J extravagantemente refinado y humano, histórico, sirnbóli- cof Áqueiio. que ..Se. puede "supnniii·~·
v"olver -a·· reéoriquistái\"
.,...,..-att;.;
por problemas afectivos, por duelos, por angustias que ponen en cuestión nuestra
identidad, que se desata o se suprime
por relaciones simbólicas, es una
de las cuestiones que más nos aleja de la animalidad: la sexualidad.
El tema de la sexualidad
había que replantearlo ante todo en su forma; la sexualidad humana tiene u.na fo.rma especí-
..
:ft~, _procede
de-· una· historia, y el.
paso que da FreÜd, deci- sivo, ~<m~.k-~l!~l!~~-9. ..~~":-~l_l~. tiene
un vínculo esencial con un tema que sí es· nuevo
·con relación a las teorías de la necesidad, de cualquier
índole incluso refinadas como la de Marx, un vínculo esencial con la identidad. Para poder dar tJn_ paso_ más en -lÍi'"teor~-·de.l"ii""se·xuatí(fad hay que tratar
('ii'i>roblema·· de···¡¡¡· "Ideritiíial~. que
no e.s. natural tampoco, sepÜede .. perder
:...::.psico.sls-, y tiene un vínculo esencial· des- .d..,...e-.·~e. f-coiñienzo con la sexualidad.
. . .
1. Sexualidad
e identidad
*
* *
Antes de una discusión un poco más detenida
de las. objt.-.... ciones que frecuentemente se hacen
hoy a la concepción freudiana -principalmente las que provienen
de sexólogos, anti-psiquiatras,
femmistas, deleuzianos y libertarios de diver- so plumaje-
va~?s a esta~lecer claramen~e 1": ~g,p_:}~• .
:,S2!.l_!~da .~Q.n~e.P~~.um-natu.ra.lis.la...á.Uª-..~f.W!l.l~
'En a con::.- cepción
de Freud la sexualidad humana no es un instinto,
no
funciona con el esquema instintivo estímulo-respuesta,
· =como una conducta
heredada y adaptada, no tiene un obje- ~to predeterminado, ~~º- _qu_~ .~A~~~nt~-~llll .•
QP~!Q ..Sl...ru.
.s;.:w;.§g.~~·
48
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
d? UQa 1!!~~-~Ij~- !!!_l;IX ... ~~.!.~~.~It;; no
tiene un fin predetermina- l<Io ni parte de una sede (los órganos genitales), como se 1pensaha, sino de un conjunto variable de sedes
diversamen- \te
marcadas y que Frcud denominaba las zonas erógcnas.
Para poder dar
un paso más en el intento de exponer la con- cepción freudíana de la sexualidad, es necesario establecer el problema de la relación de la sexualidad
con la identi- .dad, que es
precisamente lo más característico de
esta con- cepción.
Comencemos por
hacer una distinción teórica de tres térmi- nos que. .... ~e pueden confundir y que usamos con frecuencia: ~~~~~s.idad; deseo; demanda.
Si consideramos
l!L!l~.~~~i.~a<l.
desde un punto de .vista pura- mente teórico, ésta se
remite al estado del organismo. Pura- mente teórico Po'fQu~···~~··el I-iombre no hay necesida.des puras, siempre están vinculadas en un orden simbólico
y formula- das al mismo
tiempo como deseos y como demandas. }dt_
. necesidad l')9 n~n~ historia, El
individuo -·SUponemos por a hora ra·· necesidad no más--
tiene sed porque hace ralo qut• está en un desierto: esa sed no
es indicativa, histórica; es decir, no nos habla de lo que fue su infancia, de lo que ha sido
su formación, de sus preferencias, sino del estado actual de su organismo, de un conjunto de carencias
que se expresa orgánicamente por un conjunto de mecanismos como la sed, ·
de la misma manera que otras carencias se expresan como hambre. La necesidad es, pues, la expresión de un estado actual del organismo, y, para decirlo
en una forma más fisio- lógica, de un
desequilibrio actual del organismo, que se reequi- libra por medio de un consumo o de alguna conducta .
.Una diferencia notable del deseo y la necesidad es que el
deseo
sí tiene historia. El objeto del deseo
ha sido produ- cido en una .his.toria. Cuando .u n . mdíviduO~-·por ejemplo,
Üene un deseo sexual por determinada persona, ese deseo sí es
muy expresivo de lo que ha sido su vida, y también el
Estanislao
Zuleta Obras 49
hecho de que carezca de todo deseo, como ocurre en algunas formas de
la inhibición,
no expresa ningún equilibrio, sino su
historia. Mientras que la falta de sed no
expresa ninguna his- toria personal, la carencia de deseo es tan
indicativa de quién ha sido uno c~-To. e~ .e l tipo de deseo .que se t~nga.. ·En
. cambio, ni la carencia de necesidad implica nada de quién ha sido uno, ni la necesidad tampoco. Freud trata la relación deseo-necesidad con un concepto que suele
definirse como "apoyo", ••superposición";
esto es, que el deseo en el hom- bre queda superpuesto a la necesidad desde el comienzo:' a la necesidad de
alimento inmediatamente viene el deseó
oral, la sexualidad oral, y al conjunto
de las necesidades se sobrepone de manera casi inmediata una
formulación que y a no procede de la necesidad, que es característica de la
capacidad humana, tan temprana, de simbolización.
A pro- . pósito
del deseo en el orden oral, Freud
citaba muy desde el comienzo el fenómeno del chupo: la
presencia en la boca de un objeto que remede el seno, y la succión
de ese objeto,
se
convierte en placentera, independientemente de toda satisfacción en el orden de la necesidad.
Es una catacterística muy peculiar del
hombre el sexualizar rápidamente la necesidad. En los mamíferos, como se puede
"Ver-can· 'tos
perritos-·peqüéños y otros similares, el chupo no es nada satisfactorio, tan pronto
constatan que no está salien- do nada
se enfurecen y botan eso. En cambio,
en el niño, desde muy temprano, uno o dos meses, ya es satisfactorio el
chupo solo, y si no se lo dan él lo inventa con el dedo, con la punta
de una almohada; eso no es problema de deci- dirlo uno o no. Es decir, .:!:!~..P.!~.§t:nc~a __se qonvierte po~ ~í.
.,!!lj~llla en
s~.ti~f~ct,(}~~~
indt:pendientemente de s~ relactón
~n .la necesidad orgánica. Desde muy temprano
comienza a funcionar
mi ·inicio
· de· expresividad al respecto, como es
la sonrisa,
·por medio de la cual mueve el niño los músculos de la cara en el sentido contrario de como
los mueve cuando succiona. Y a es una expresión de no succión, pero no
de rechazo sino de satisfacción.
50
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Lo que Freud llamaba la sobreposición de la
necesidad y el deseo. es Üna
"cosa
muy "..iempr~a. fañ-""temprana. que reai.- mente nosotros nunca nos encontramos
en la vida práctica con ninguna
necesidad pura. La verdad es que en el hombre ¡el lado del deseo, el lado d.el ordéri siriibólico, se impone ior :encima del de la
nec.esidad .. El orden simbólico no es un orden
secundario y afiadido a un orden primario y efecti- vamente eficaz al orden de la necesidad.
El orden simbólico rápidamente comienza
a predominar, rápidamente co_men- zamos
a depender de él. Es muy fácil ver en los nifios fenó- menos que
nos parecen lo más natural, como el hambre, cómo comienzan a depender del tipo de relaciones
interhumanas. Es muy conocida la
anorexia infantil: hay que regalarle al
nifio una cucharadita por el
papá, otra por la abuelita, pero él no quiere
saber nada de comer; porque si no le
funciona el orden de relaciones
afectivas, no ·quiere que se lo reemplacen
· por ofertas
alimenticias. La cosa cuando va más
allá, es grave; hay
toda una serie de psicosis en que ya se suprime la posibi- lidad de comer y hay
que recurrir
a la alimentación por sonda o por vía
intravenosa. O, a la inversa, cuando se
sobreinviste el fenómeno alimenticio como emblema
compensatorio de otros fracasos, se produce la· bulimia, la necesidade de comer muchísimo por
fuera de toda relación con la necesidad orgá- nica. Entre las dos, an9~xia y bulimia, no rige_ la necesidad
:sino diferentes combl.naciones en el orden simbólico,
·
Así, !e·n· el caso
de la simple alime.ntaciórt.; para no hablar
de otros-"ñiveies, "e"S" "muy
viSible hastá" qué punto rige en el hom- bre el orden simbólico
sobre un orden orgánico que, incluso, ya no funciona, si no logra ser simbólicamente ·calificado y·
a~eptable.~~~CDe.stá vinculado a una. fqrmutación
.. sini:. · .~_g.fjg~.. organ~ado .
en una historia, se dirige
hacia obje~os encontrados en el curso de una historia.
\Lá_.~.tÍ!.l.~Q~~~s la.~~mera c.~??~ ... e.l deseo
~u~ J?O pu.ede ~xpre '§ifrse_, .(olll)ularse, para sí mtsmo o para el otro, más bten se reprime Y.. ~ __q~:~ya_hl;l<:.i~· .. ~~~ti~~2~~--~n los análisis de Freud
Estanislao
Zuleta Obras 51
es muy visible el caso del deseo de saber en la investigación originaria, que no se vuelve capaz de asumir sus objetos. El niño
en sus
primeras investigaciones se ocupa de objetos fundamentales: ¿por qué hay hombres y
mujeres? ¿cómo vienen los niños al mundo? ¿por
qué él mismo es hombre, o mujer? ¿qué quiere decir eso? ¿cómo
es posible que dos sean los padres de él y en qué sentido lo son'?. ~!_no formula
~~i~~estigación y la reprime, por
angustia, entonces s(>l9 s.e puede
formular como demanda. Ya no
es el deseo de :fl:~ber sino
la demanda ·que geriéra ·c;r niño preguntón,
aquel que es tan cansón porque no hay
manera de satisfacerlo, que está
preguntando continuamente una cosa y otra
y tiene uno cierta vaga sensación de que a él mismo no le interesa lo que está preguntando y a
veces uno piensa que lo hace sólo por molestar, pues las preguntas parecen muy
desencaminadas.
Pero, precisamente, ~.2_t?!nªJJQ.:l -~~ .~J P.~.S~.Q~qg_e. .. !l<? .•
~!:':2.~~~ ~y··~itWk~fi!;~lr-··6~rci·a~~·:·t}r~J~~~foo.:Aie·~¿;-·~;~~;Y;i!:· .. pÜsta·, pero múestiit. cuáf es la posición general.
Puede ser
también demanda de objetos: el niño que quiere que
le compren tal juguete, y si lo tiene, en seguida s
e cansa, y
quiere que le compren otro y otro. Hay algo que quiere pero que
no logra organizar, no logra desear consciente- mente, no logra
formular y entonces demanda y demanda, y le pueden llenar
closets de aparaticos y sigue pidiendo,
porque no es eso lo que
realmente quiere. Precisamente por eso no
se puede satisfacer.
Siempre, en toda vida humana, enyontgtrno~ todo esto:
demandas,
deseos; apoyados, des\fe luegQ, sobre nuestr<)S_
]':újidameilt~~ ()XS~Ui.~.Q§,¡. qu~ ·narn~~os pec~siq~d~.~- El
punto en
el cual¿1a. ~d~ntida_d'entra e:n .Guestión -la
sexualidad está siempre
presente, todo está entonces sexualizado y eroti- zado-, ~.! ..J?.lfJ1J() que permite . medJ!.a! .. so.~r,~. .. f¿.L9~~~?. .. >.:: la demanda. Cualquier
función de la vida humana puede
52 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
~ser ::tPªH~ada ~n esa dimensión, como función
erótic4; es lo que hay que tener en cuenta para poder de1inTr eiproblema de la sexualidad
en que está pensando Freud.
Freud
trata desde sus estudios iniciales el tema de la inhibi- ción._J_!;~~n.~i?i~~?~··¡es
la imposibilidad del desarrollo de una func10n etermmada muy valiosa para el sujeto. Podemos suponer que ha llegado a tener una
significación particular y que esa
significación se refiere a algo que por alguna razón él encuentra prohibido. Otros han idicho que
inhibición es una prohibición que se convirtió
en una imposibilidad. Pero hay una prohibición inconsciente.
Cuando digo que hay una prohibición
inconsciente quiero decir
que, por ejemplo, en una agrafia (inhibición para escri- bir),
una persona que sabe y le interesa
mucho escribir, de pronto resulta,
por alguna razón, con una inhibición radical para escribir,
sencillamente no puede escribir. Y no
hay allí ningún problema técnico, en el
sentido de que no conozca la gramática o de que tenga poco vocabulario; no es que le falte qué
escribir, no es que no le guste; al
contrario, él lo desea, y sin
embargo se siente paralizado de
angustia cuando ante una hoja en blanco coge la pluma
en la mano. No hay posibilidad alguna, por medio de recomendaciones, de que tenga buena voluntad, de que haga fuerza de voluntad, de
que se proponga mejorar esa
situación. Todas esas recomen- daciones resultan tan inútiles como aquel
consejo que daban en una coplita
antioqueña para el mismo caso de la inhi- bición para escribir: Tome nati{la
caliente/ encima tome agua pura/ coja la
pluma en la mano/ y escribirá con soltura/
Lo mismo se le puede decir al psiquiatra; no es cosa
de dar en un caso semejante ni pastillitas ni ánimo. Cuando se pro- duce una inhibición hay que saber qué
pasa. Porque hay algo que está
prohibido, algo que sin él saberlo llegó a que- rer decir "escribir". La función, dice Freud, está
erotizada, o sea, sexualizada. s~-ha "convertido en una función
sexual,
..... ,.-~ ·••«t~ ..· · .. -..._. • ,. .•.•. . . ' '··~ .•. •· .· -
Estanislao
Zuleta Obras 53
histórica,
comprometedora de la identidad, es decir, aquella
---.....
~---·---···-..- .. _
...... --~--··· ..--
.. ·~~--~·"·• • - ...................
_..,. __ ....................._., ..........
t
_q11e está
inscrita en un conjup.to ele
norma~. Lo que ha
ocu- rrido es precisamente eso,
que la pluma y la página en blanco se han convertido en una realizació
n
sexual; que considera una inmensa
trasgresión
poner allí su marca en esa página virgen
y considera que esa trasgresión está relacionada con muchas otras que le fueron prohibidas. Hay
que llegar a descubrir porqué llegó a
esa asimilación, porque él cree que
quiere solamente escribir y que misteriosamente le está impo-
sibilitado.
~JttJ:liqición. corre
por nuestra vida y estamos llenos de
ella sin saberlo. Pero,
generalmente, no tratamos sino aqueflas ..
. que son.
dolorosas, aquellas que se contraponen
rígidamente a un proyecto consciente que
para nosotros es muy valioso. Las inhibiciones sexuales pueden pasar
desapercibidas cuan- do se es impotente pero, además, se es sacerdote y a esa im- potencia
se la
Uama castidad. Entonces no hay problema y no hay
nada que tratar. De la misma manera puede haber
miles de otras que nosotros consideramos inhibiciones, que simplemente se
nos pasan porque no entran en
conflicto con un propÓsito valorado y sólo
~ tratan cuando entran en conflicto con dicho propósito.
~ irihibjdóri¡es,_,pues,
la prohibición de algo en lo que incons-
...
~~e.iítemente se
ha convertido aquella función. Hay múchos
tipos de síntomas que se aproximan mucho a la inhibición, y es
difícil, o más o menos metafísico,
saber si es
un sínto- ma o una inhibición. Por ejemplo, la agorafobia
es una fobia a los espacios abiertos o
una inhibición para salir a la calle, que es más o menos lo mismo, una fobia que funciona en gran parte como una inhibición de una
función esencial para el mismo
individuo.
...
~~ 1mtt9J:~.te. .. e~ ...ve:r:.
que.la..YlllQ!l!f!9n ..
~~.~~Lq~e. Freud.Je_
da a
la inhibición cubre las funciones del C(lt:JjtpJ.tP:.:a~[JgJ., ~o~:=i-l:-.ru;.ri~~!!#~[f(i;~-~LJ~:n&liru~ .. Y.. : no sólo las inhibi- ciones directas como la fobia o las medianas
como lo que
54
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
ll11.mamos_e:_I ."~g~eo'\. ~lJªr:ta.mudeo. En
cuanto a este últi- ·mo;··es caractéiísticamente psicológico que en algunas situa- ciones
particulares o leyendo algunos textos, desaparece por completo;
y en otro tipo de situaciones empieza a sacu- dir el discurso de la manera más
alarmante y a detenerlo
por todas
partes como si el sujeto tuviera un
temor incons- ciente de que algo que no quiere decir se le soltara, y es esto lo
que ocurre y hay que averiguar.
El problema de la inhibición nos muestra que las
funciones más diversas, que son susceptibles de inhibición, son
fun- ciones que tienen siempre una dimensión sexual y, en ese sentido, se remiten a la historia del sujeto, a
su identidad, a la formación de su ser. No hay funciones que no tengan
. una dimensión sexual. La sexualidad debe ser,
pues, ante
·todo vista en el sentido de esta amplitud; si pensamos así
en la. sexualidad,_y~!l:l:OS la complejidad del problema en ·sus · formaciones más
simples y sus vínculos con la identidad. ·
~~-.f.eJ~<!!s!i hay
doctrinas modernas muy complejas,
pero si nos
restringimos a Freud, el problema se reduce a unos tipos de identidad. !i~.E_J!~.identid~~-q~~l.l~~~~~-s~p.? mªti?-1 procede de la identificación con los objetos primor- cHale~;· muy generalmente la madre en el sentido .psicoana- lítico; que no es la madre
biológica, sino la que desempeña papeles
frente a la crianza del niño, que le permiten figurar para éste como ~1 objeto primordial de sus deseos, de sus iden!lfJ9.~ciones, de la satisfacción de sus necesidades. Puede ser el padre biológico que desempeña
funciones maternas: le da el tetero al niño, lo carga, etc. La madre en ese
sentido, ya no objetivo, que funciona como obieto primordial de los deseos y las identificaciones; puede ser una
hermana o un her- mano mayor.
!:~LP.tim~ra .r~l<t~i~t:I. _4e. ~!Jjet() que tenemos con u,na pe.r:_ sona, dice Freud en "PSICOLOGIA DE LAS MASAS Y ':AÑALISIS. ~EL YO", es
la . r,s•. _.qe )d~~l.i.fiSYf.iéP· Lacan escnbto textos que se han
i!fíó M\iy ramosos por- que son más
o menos experimentales, y muy claros algu-
Estanislao
Zuleta Obras 55
nos, sobre ese tema, como
los de la teoría del Estadio del Espe-
jo. En el fondo, el espejo no es necesario, no
se necesita tener espejos
para que ese estadio ocurra, ni
siquiera se necesita la imagen. En los ciegos de nacimiento
ocurre igualmente a través de la voz y el nombre. El espejo
es una manera de mostrarlo: el niño se reconoce
en él alrededor de los nueve meses, cuando todavía generalmente no camina, es decir, en un período
de motricidad todavía muy
dependiente y muy torpe; sin em- bargo, ya tiene
un avance intelectual notable si lo considera- mos desde el punto de vista del conjunto de las especies. Por lo tanto,
es inútil intentar toda búsqueda de una descripción paralela del desarrollo humano con una serie de animales cada vez más desarrollados, porque nos
encontramos con lo que Lacan
denominaba un desarrollo paradójico.
El niño se reconoce en el espejo a los nueve meses; en
cambio, para alcanzar el equivalente de. ra 1nú!Ügenéi"a prnctica de un chim-
pancé le hacen falta unos cuatro años o más. Pero el chimpan- . cé no se recondce ·en el espejo jamás, ni ningún animal. Esto se puede observar
experimentalmente: se mantiene al niño frente a un espejo y hay un momento
en que ya es muy
claro que se
reconoció: se sonríe. El reconocimiento
es jubi- loso,
salvo en ciertos casos ~esquizofrenia primordial- donde es atemorizador.
Es interesante saber porqué en un período
tan temprano ocurre
esto, por qué puede también no llegar
a ocurrir y por qué el hombre adulto puede
perderlo. El esquizofré- nico -en determinadas estructuras- sencillanienté.lo.pieidé ·-y· ve en el espejo a un individuo al que saiuda. Hay unas
·formas de la paranoia
en las que se delira sobre el
espejo la imagen nítida del. padre, a plena luz y con
los focos pren- didos. El fenómeno de verse en el espejo no es nada
naturaL
Tendemos a creer que lo que lla,mamos realidad es algo que c;:stá a
llí
w,Y. .. q~e_ ~itnple_rnez:¡t~ percibimos., .Y olvidamos todo lo que es necesario para acceder y construir aquello que consideramos generalmente como algo que está dado y que no es
sino abrir los ojos y ver. Cuando vemos cómo se pierde
la realidad sin que pase nada en los órganos de los sentidos,
56' Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
sin que se dañen
los ojos, por ejemplo, es cuando
mejor podemos descubrir
que la realidad es una cuestión muy compleja,
que depende de estructuras muy delicadas.
La imagen en el espejo es una de
las primeras manifestaciÓt~
del· récoiiodrrúen to de SÍ mismo.
Este reconocimiento'' debe' vincularse a l.a~ formas primordiales del
lenguaje. ·
~L~s _formas prlm<:>rdialest9.~-! lengua]~ son parejas fonética~ ~-n oposición, generalmente, que remiten a otras parejas de pposición. Freud, con la observación de un sobrinito, cons:·
truye un ejemplo que se ha hecho clásico,
incluso entre los lingüistas,
de cómo el niño empieza a entrar en el lenguaje.
El nifio jugaba con una botella en la cuna y cuando la sacaba
decía: "a", y cuando la escondía decía:
"o"; hacía ese juego con bastante gusto. Luego vio Freud que ese jue6'1lito estaba muy generalizado
y que cuando la mamá se iba decía: "o" y cuando
regresaba decía: ''a". Y luego estaba más genera- lizado aún
porque cuando jugaba con el espejo y aparecía
su propia imagen el nifio decía: "a
... , y cuando desaparecía decía: "o".
~ decir, había ya una primera oposición foné- tica simp'~-= .. :.~a" - .~:o~·' como
emblema
generar de toda opO- sición de
presencia y ausencia, de sí mismo y de todos los objetos importantes en el mundo. Y del
intento de mani-
_pu_!l!_r.._ l~.-~'I;J~~S~-- y _
~~-·--p~s._g_ncia,_ no soportada como algo que es vivido sin nada qué
hacer, sino p.roducida..pm,.él. . como una actividad en el juego
"a-o". 'E'so _ya es
leQ.gu~ .toda.V!a l1:2 es idioqw,¡_
~~ üiioma.
. es co-11-vencionaL Es un Tenguaje
en el
sentido de que parejas de oposiciones de sonido remiten a
parejas
de oposiciones de sen ti do.
El niño
comienza por ese
lado a construir su lenguaje, no
es sino que sus oposiciones
binarias iniciales se especialicen; "o"-"a" son generales, pero él podría
poner mona para la mamá, to-ta para él y co-ca para otra cosa y va formando
así un lenguaje que se puede seguir subdividiendo, porque )_! ti.~!l~. • C:J.. r:n..~canismc interno_ del l~nguaje, que e~ al mis~~ .~11)-.P.P,.~Lrrt~Panis.~g __
q~l. Tt!.~O_l)._oci,t:nie.oto qe sí ~pmo objet<:>, como
algo que se puede perder, desaparecer
del espejo, desa- parecer como desaparece la madre, es decir, como algo que
Fstanislao
Zuleta Obras 57
es mortal. El
nifio accede al lenguaje cuando
accede a la au:- aencia y a sí mismo como objeto que se puede ausentar.
BlJengyaj~ _y_ J~- m'!lerte [surgen _e p. el
momento en qu~ ~
_da en
el infante la primera organización psíquica: el ·reco: nacimiento de sí como objeto. El lenguaje y la muerte son
Una consecuencia
lógica de esto. Apenas el bebé es ..alguien", ya puede hablar
y desaparecer. Los temores a la muerte son
muy primarios, porque
no proceden, ni mucho menos de que a uno le hayan contado de
la muerte de una abuelita, sino que pr()(;~p.en gel mamen to en que uno. . _se __ ha.. dadQ,_c.u~nta..
de _que está
viv.o;.....es desde allá donde se
articula la conse- cuencia lógica extraordinaria de que precisamente por eso
se puede morir. Porque si los
animales no saben que se viiñ· a morir es porque
tfimpoco saben que están vivos, es decir,
no son para sí mismos un
objeto.
Esa
primera idc'ntidad;_ la identificación
de sí, co~ un rasgo corporal,
por ejemplo, con una 'ítriageñ;··coñ'""üñ "ñomhre~-oori. un sonido-, está eñ cuestión en casos niúy"gfaves que,lliúiiañi"os- "esquizofrenias
originales":· Algunos han sido tratados con iñiñ"éxito y son de los' trafamientos psicoanalíticos más bellos que se conozcan. Madame Granoff, por ejemplo, curó cuatro casos de esquizofrenias originarias y publicó
un libro muy famoso sobre eso. Las
esquizofrenias originarias son, pues,
los.casos de niftos de nueve a
diez afios que nunca aprendieron
a hablar ni a reconocerse en el espejo; es decir, que no se trata de una
persona que cayó en una esquizofrenia, sino
que nunca encontró una
id.~J?:ticJ.~d. Son frecuentes en casos de !i~P._i@Ismo-~s~cesivo~ es decir, -huérfanos
de guerra que pasaron por muchos hospitales y no tuvieron
tiempo de fijar un afecto ni en una enfermera ni en nadie, por estar cambian- do continuamente,
por un largo período, de sitios, de
per- sonas y por estar siendo tratados
de afán. No encontraml) un campo en e) cual identificarse e investigár un áfecto y pasó el tiempo y _ya no._lo ~ncuentran. En los cuatro casos meñdonadós -los nifí.os
se han curado y aprendieron a hablar;
es decir, no había ningún
problema cerebral; simplemente
58 Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
falló lo esencial, la iderltiQ.l:ld primari~ •. entonces
no había desde 'donde aprender a· hablar,
ni a amar, ni a desear, ni a nada.
La identidad comienza por ser ese esbozo inicial del reco- nocimiento
de sí
mismo en una imagen. la imagen de
otro, la imagen en el espejo, en un nombre, en
algo que es el objeto de un afecto de otro y si no es el objeto de un afecto de alguien no se reconoce nunca.
Existe una serie de formas de la identidad. Por ahora, nos interesa. qtra forma de identidad, que es la que llamamos
la i id~~~4~ª'-~~~~~~'1 que
es la identidad en la ?ifer~ncia deTos sexos,
cuando de los 3 a los 5 años -penodo
que, más
adelante, llamaremos ~~fP.Ac.g- se ingresa. como ide~.!i: dad en un sexo.
Identidad como mujer, identidad como hombre, iñdéPéñdientemente
del sexo que biológicamente se tenga. La identidad y el sexo biológico pueden coinct<j~r, suelen coincidir, -porque, genemlmente, hay también
una iñducCión de los padres a que
coincida. Pero con el solo hecho de que
haya una inducción psicológica -incons- ciente- de los padres a que no coincida, el hombre se iden- tifica nítidamente
como una figum de mujer en sus deseos,
se vuelve
homesexual, y en todo, en la posesión de sus objetos, en la estmctura más íntima de su comportamiento.
Es una ,identidad. conquistada en el
juego de sus relaciones -y- no es
l_ln dato. de Ja biología.
Llamamos· complejo de EAi,p.Q entre otras cosas, al mecanis- mo en el ·cua1 se ·producen
las identidades secundarias y se
·_establecen
las relaciones del deseo y las normas, lo cual ocurre en inter-relación permanente, las identidades y las formula-·
ciones del deseo; las identidades sexuales se juegan en el seno de la angustia de castración, en el momento de arries- gar el
deseo.
··.
Tenemos establecido que e.JQ.entidad) en términos psico- analíticos, no es algo dado por la simple maduración orgá-
Estanislao
Zuleta Obras 59
nica, cerebral, sino que es algo que se puede encontr~r o no. . enccmtrar y uria··.ye;¿ éri~_q~t,t~§9". .
~2::P.tie4~- ~c~riseija'r o-p-érder~ Cuando éstá en juego la identidad
sc<;~J1<i.;m.-ª
podemos encon- trarnos ante un problema, digamos,
de .l:úsieJia. Cuando está en juego la identidad J?rÍtl1:P:i
a nos
encontramos innegable- mente ante un problema psicótico. Hay otras identidades: unas hacen parte de la pñmária,'.por ejemplo la que
1Iaman hoy la .. identidad con el objeto del deseo del otro·~ que tiene sus propias vías;
otra que se llama la .. configuración de los ideales del Y o y la identificación con
ellos". 1.<:.~~-gt9.~
~s~~::-. blecido también que el probl.ema
de la sexualidad está vincu- lado de m~mera inextricable con el
problema de la identidad,
· y···que -~? .. S..~!l. ~o~--l'.~?~~~~asseparabl~s .. Que lo_ <;¡Ue está en. . .iue_go en el deseo ._es ..si.~mpre la identidad~ Que hay diversas
maP~f?~_ _ qe .. e~~'.lf. ~1! _j~~g~: unas
muy dramáticas, en ciertas estructuras
psíquicas partiCulares como la histeria, la obse-
sión, la depresión, manía, melancolía,
esquizofrenia, para- noia; otras, pasan máS desapercibidas,
pero ,l~~.u!islMl~ ~-~~!~~S~-t~@n. El hombre siemprect1fiere de sí y siempre
esta·· en
cuestión su identidad; nunca nos encontramos el problema de que tiene una identidad
lograda o que no tiene ninguna. Eso no sucede nunca, porque cuando
parece tener pura y absoluta, es porque se trata de una psicosis ...Loco es
un individuo -decía Lacan-
que se imagina que él es Napo-
león, aunque se trate de Napoleón. ...
La identid~d. es una _noción
sin .la, .cual no podemos asen.~ar '?ectivamente una teoría psicoanalítica de la sexualidad,
porque tendemos a recaer una y otra vez en una posición naturalista; sea de convertir la sexualidad
en una necesidad,
~Jo~/~r;;~-~ c~~·-~~8 ~·::!~~ifa~~f~J~s~~:::~~~~~:~\ eri ra-'iífstoria
de algUna maduración nat_ural, con sus desvíos,! que llamaríamos patológicos en la nie.di4a en que se separan l cre···uíia Hnea natural, que no e.~_is.t.e. Ya vimos que es tan
oifícil explicar cómo
un. individuo llega a ser heterosexual como
explicar el modo en que se
llega a ser homosexual. De todas
maneras, ninguna de las dos cosas es natural.
60 Tomo 1
El pensamiento psicoanalítico
El problema del placer sexual en el hombre es un problema
que
tiene elementos que nos podrán parecer
paradÓjicos si no tuviéramos en
cuenta ese trabajo de unificací6ñ- de la
sexualidad, que está siempre vinculado a la identidad.
-·
·-------••.-.....,.-...._,__. .....- ........ ., ... a ....
,..,,, • '' • • ••··
•• ·~·~·.,•·• • •• • .....
~•"''
Desde 1905 Freud se planteó un problema que consideraba difícil de resolver: los place!.e.~ .
.P.~l!!.ni!!~!~-~ ... J~.impo_~~!.es en lli. §e.X.:.!Jªl!_ga~--~~!!!!'l~a. Ninguna doctrina naturalis
ta del
placer podía dar cuenta de un fenómeno tan conocido como
es lo que denominamos ~1 placer preliminar: el ~o_njunto de -caricias,--besos y demás,
que demora- la realización- del acfo ·se_xuaJ _y_ la d~sG_ar~ _
Qrg~stica final;- la -demora lo 'más
~~
-l?.Y~~g~_y __goza
con.ello. Eso es expresivo de la diferencia
entre la
necesidad y el placer, porque nadie muerto de la sed--se po~~ a
jugar con dos vasos, con su agüita del uno para el otro y goza
jugando, sino que se la toma tan pronto
como puede, con lo cual se
ve claramente
que);l_n~-~~-~idad..no.e.s
del miSJllQ ..Q!.Q~n. que
el _p.lac,c.t.... En cambio, ~9.V.J~.~~~J+~lidadJo que se hace es..
<lif~rir,. apl~ar, incrementar
di(li~rvé.Z'
más el deseo 'eñv~~i ·¿e satisfacerlo. Freud expone lo que podría ser la expli- cación de ese fenómeno en su
texto "El placer
preliminar .. en los "TRES ENSAYOS SOBRE UNA TEORIA DE LA SEXUA- LIDAD".
Hay
en la sexualidad humana, en el deseo
humano, un con- ._ junto de trab~jos
de unificación, por~~-!J"!!~~tr..o.s_
d.~s.e_os _s9_n dispersos:
s<;>n anales, orales,
uretrales, fálicos. Hay un trabajo de-·-pr;dÜcir,
unificar e incrementar la sexualidad dispersa
hacia la posibilidad de una descarga. Además, el. incremento del deseo es al mismo tiempo una
condición de formulación
··cada vez
más nítida de la identidad de un sujeto del deseo; q-ue.
p_unca .está
dado. de antemano, -que es el producto
de un traJ:lajo, que está
continuamente amenazado. Así como las
amenazas a la integridad de una persona se llaman peligro y
el
efecto de esas amenwas es el miedo al peligro, así la unidad
de
una identidad está continuamente amenazada- y: el efecf()- .d'eüruialñenaiá
a· ia
id"tmiliiad se ua:m~t.. .imwiJI. La ang\istm __
Estanislao
Zuleta Obras 61
es el sentimiento de un peligro Y.!l. el. qu_e
la integridad no está ~0íestióri sino que es un peligro de otra· cosa: pór· eso la angustia no sabe
Claramente de qué se angtistia, porque lo que está
en cuestión es la. .ideJJUQ.ail.
La cuestión de quién soy yo e'S"li
que
aparece en la angusit, y no qué me va a pasar. Eso también lo describieron así los filósofos.
Heidegger decía que cuando un individuo va a la guerra y teme que lo
maten o lo hieran, siente miedo; pero si va a
la guerra y teme ser cobar- de, tiene
angustia.
El deseo y el amor .-después hablaremos de sus diferencias-
están
sj~mpre vecinos
. a la cuestión de )a angustia,.
porque, ,P.~~isamente, están·
vecinos al problema de la iderilidad; de tal
manera que hablar de un amor sin
angustia puede parecer agradable y
delicioso,
pero se puede también estar seguro
de que es falso: No hay amores sin angustias.
Hay ll!l~ tipolog.fa de !~" ~~~aJi~a<f,; que
Freud sostuvo con algunos desarrollos en e¡ libro de 1
905 e• tres ensayos~:·), pero
sin que allf se agote el tema. Es
una tipologfa que es
muy útil y que se va a encontrar
como problema en todo el vocabulario
freudiano y en todos los psicoanalistas, quienes,
aunque tengan desacuerdos e~tre sí, hablan ese mismo len-
~~~:: Ji4·iir~~:~i~~~-áfft!1fdsot:ée: ~;~~~~:~d c~~aj~~
siones, y Freud no lo expone cabalmente en ese
texto. Hay que
desarrollar
mucho y buscar en otras partes,
otros textos como .. INTRODUCCION AL PSICOANALISIS",
.. NUE- VAS CONFERENCIAS SOBRE EL PSICOANALISIS", ' 4 ESQUEMA DEL PSICOANALISIS .., etc.
Están expuestos en un ' orden que podríamos
considerar
histórico, pero no es una evolución
en el sentido lógico, en el sentido orgánico. Sí es una historia .en el sentido de que t.a sexualidad
··oraClt~ qralidad, es iñiciat, se da primero; Ia
. sex~aíidad ail..!i.T es una forma posterior e implica
problemas t1j>1camentt! . .PP!ite..dores.
_q,na_ relación con una ley distinta. La. se_xualidad oral no ti_e:tte....J>..!Q..}J.i!üS?i.QP.~~ ...
WQ.,P.tix!fJQ!W~¡
... en cambio, todos los fenómenos adjuntos a la sexualidad
62 Tomo J El
pensamiento psicoanalítico
!!!!al.~.~.L!!~..IJ.Jf.IJ, P.!~~.~bi<,:,io?-e~ ... Ese es ya otro
problema, porque cada
una de estas sexuaTI<fades no es sólo una mucosa que está comprometida en la excitabilidad,
la boca y el área de la boca
o el ano y el área del ano, sino que es una lógica dife- rente una ·diferente
relación de objeto, posición ante ~1 ot,r.o, relación con el tiempol
relació~ con las noññ.as·y·eso e~~() que hay que aprender.
Los tipos de sexualidad no constituyen una evolución, porque no
es
necesario el paso de una etapa a <Jtra; uno
se puede fijar en cualquiera
de ellas y también regresar. El fenómeno de la regresión está estudiado con mucho cuidado por Freud en el texto sobre
uno de los casos de las llamadas
Etapas de la Vida Sexual, un texto excelente pan1 el estudio del tema de
las zonas erógenas y su significación de conjunto: los
objetos, las personas, el tiempo, los rasgos correspondientes.
Es recomendable el artículo •• ALGUNAS PERMUTACI
ONES DE LOS INSTINTOS Y ESPECIALMENTE DEL
EROTISMO ANAL"
(se debería traducir "pul~iones" en lugar de "ins- tintos"). Es un texto supremamente importante para ver la lógica del erotismo anal.
Haremos una introducción al tema de las pulsiones, las zonas erógenas y ese tipo de formas de la sexualidad, que
llamamos oralidad, analidad, uretralidad, falicidad, es d~fir, la teoría
de las zonas erógenas o ~orú1_ de las puliiones; Jo que no§
vuelve a llevar a la identidad en un sentido
íntimo: tipos de -s;-• .. - •• • ••. • • • • -·~ ..... ---~- ..... • .. . ··.-..:'"-··-
.• --
ld~ptidad, problemas
de carácter, y nos hace dar un paso para comprender' ·aé "que "nociones
estamos hablando, antes de
entrar
a discutir con los sexólogos y otros.
Si queremos
una discusión sobre la sexualidad
en Freud, tenemos que definir primero cuál es su concepción
de. j~ sexualidad, saber que es simbólica, que no es una necesi<J:~d ºatui'lil,.que'esfa
viiiéülada al problema de la identidad.
":
* *
Estanislao
Zuleta Obras 63
2.
FORMAS DE LA SEXUALIDAD
La denominación de las formas de la
sexualidad o etapa.~ de la libido procede
de las zonas erógenas privilegiadamente
comprometidas: oral, at:w.l •. fálica u~tt:.a
l, etc.
Aunque, en
realidad, todas las zonas erógenas están comprometidas en las relaciones sexuales,
en cualquier momento, hay unas gue están
comprometidas en una forma privilegiada, aunque no por una evolución natural, como se puede observar en algunos casos en los animales; la evolución
de una enerva- ción mayor de cierta zona no parece
ser lo que determina, ni mucho menos, en el desarrollo de las
etapas de que vamos a hablar, el pase de
unas a otras. _Ert general, no hay ninguna
evolución, en el sentido de maduración biológica indepen- di~~te de las relaciones interhumanas, que resulte sexual- mente
determinante.
Una de las
cosas del psicoanálisis que más ha molestado
--y no sólo a los filósofos- es el vocabulario psicoanalítico
o los conceptos. El lenguaje de Freud, tal como se lo advir- tieron algunos amigos en su tiempo, es bastante duro y mo- lesto;
insiste mucho en que las cosas no se dulcifiquen,
que no
se hable por medio de
eufemismos, que donde debemos decir
sexualidad digamos sexualidad y no coloquemos pala- bras que suenen mejor, como
amor, porque ..uno comienza por ceder
en las palabras y termina por ceder en las ideas" y ya no piensa sino en lo que suena bien y
sea bien visto. El resultado es un
lenguaje bastante duro.
Entonces una caracterología con esa titulación -fuera de
que,
como
se sabe, el lenguaje mismo freudiano ha
sido asu- mido prácticament~ por todo el psicoanálisis, con aftadidos, pero quedando
ese lenguaje- tiene mucho de curioso para
un filósofo. Es un lenguaje
que mezcla cosas muy diversas: Freud habla
de conceptos de la termodinámica -la resistencia, la represión-, de conceptos que son mitos -el complejo de Edipo- y
otros de sonoridad espantosa -el complejo
de castración-, que siendo además
cuestiones de un sonido muy particular, Freud las proclama como asuntos
universales.
64
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
En general hay en el estilo de Freud muy poca tendencia a seducir. Hay una carta de Jung en la cual le dice: "el futu- ro está en manos
suyas porque usted es un polemista,
un brillante polemista que sabe entregar las cosas de manera
seductora en su carácter de histérico, mientras que yo con mi carácter de obsesivo no sé polemizar".
Ef sabe que su
lenguaje es bastante duro. A veces uno encuentra que en el texto de Freud se llevó a cabo casi el arte de quedar mal con todo el
mundo. Eso es muy notable en los textos políticos, donde queda muy claro que prácticamente todos
los partidos van a quedar bravos con esa
posición. Y también en la expo- sición
del psicoanálisis.
Todos esos conceptos son de muy difícil
asimilación porque son correlativos y están referidos unos a otros, y la manera
como están designados a veces
no facilita el acceso a ellos y más
bien incrementa lo que de todas maneras
va a venir: la resistencia contra el psicoanálisis. En
cuanto al lenguaje freudiano, entonces, hay que definir cada
cosa en su propio sentido dentro del
contexto de un pensamiento.
Quedaron pues, clásicamente definidas las llamadas
etapas de 1ª
----~~MaJJ9.ªd. .. CQQ U.J:t.?___ 4esignación que se refiere
a las .z~mas erógenas pri.monlialmet:tte comprometüJ~s:. Como vimos antes,. desde
muy al comienzo las relaciones del
niflo ~on. necesida4_es 1?-~~<;>.rdi~t~~--~cOmó
_eJ·~am9i~:-:: ..
~~ y-q~_§ p{)n~u -~ J~ relactón m1erhumana,
y el placer queda inme- diatamente agreÍÚtdo;~:.:iux_fapüésto, a
la satisfacción
de]a n.e~e~jd;i_d ... .Y•. muy_.,rªP..W.íi.tn~r.:tte
s~ inde..P~n.~a. En la etapa 1 or~ es muy visible; en el hombre la succión se convierte ;rápidamente en un
placer por sí mismo, independiente
de la necesidad de calmar la sed y el hambre, y rápidamente se independiza y se simboliza, es decir,
queda marcado con ·el valor de la presencia y de la ausencia del objeto, por ejem- plo, la madre, más bien que con el sentido de
satisfacción de una necesidad orgánica.
Estanislao
Zuleta Obras 65
El hecho
de que un punto quede articulado a una
relación, yin- cuJa~o,' siíriholízado y se destaque como placer independiente <l.ef ordcnde
la satisfacción
de una neC9Sicla4~j-~.G-~Qi:\iunto de tl!§~q~"~~. ..
.!Q~ ..
W-1:~- _se, ~.furc d.~c;.ir. .ql-wiql.lt~d.a.se.x¡.¡.gli.zad.o
•. en e1 sen ti do freudiano de la sexualidad. _Si ya t:~ .. un..PJ.~~er que no .s.lep~nds: de la satisfacción de una
necesidad, que.esffyjficuta.: <12 .. .\UJ.!Lobjctq y gue está simpo.Hz ..é!QO. . es.~~ un Placer Sexu~r, Eso es lo que quiere decir sexual en su sentido extenso.
Cuando
hablamos de estas etapas, no es que uno salga alguna vez de una porque entró en otra. Eso sería una tergiversación del tema. La
etapa oral";cs dominante al comienzo,
puede dejar de serlo, pero siemph.~ estará allí; no llegará
el momento
en que ya no esté, sino
que estará organizada en diversas
formas, con otras formas de la sexualidad.
Se puede expresar asf: es una etapa en la cual la relación de
objeto tiene sus yarticularidades, como por ejemplo la relación con el tiempo;·
tiene su propia lógica. Dentro de esa lógica
debemos destacar algunas
cosas para que nos hagamos una noción de qué
quiere decir oralidad y oraL
La etapa que llamamos~ orar ;~e cl;lracteti?:a poc una posiciQt:!~ M.te .el obje~o, una posición 'de espera pasi.ya, lo
que gy_isr~. 9.ecir que el objeto oral no es
el. objeto de una con.quist;apgr..
'.medio del..
<,lespliegue de UJ:UU!CJiyi~ª-.cl •. ~jqo de l.l.T!~ ~.32.~!1!: El seno o el dedo no son el
objeto de una conquista sino de una
espera. Ese objeto no es tampoco objeto de una prohi- ,RJ,c_iqp, ni .dé un condicionamiento. normativ<?•
.. s.Qmo
sucede f..\l_an,9...Q, ..®tram.os.en.Ja.analidad;
~qyf__en~~li~os en _4-nchoque _sgn la ley, porque. ~omienza el co_n~rol de los esfípteres,
a ,Q.rohibírseiJ.Q~: aquf oQ, en la. cama no, a
tal hor3: no. . En ··cambio, en
la oralidad .rio .. hé:\Y un orden .. de la p_rohJj?,~c,;i(>n
S90.. ~l __ c'!J.al ~e confront~ •. sipp un drama de la priva~iÓJ! 1. • 9~~ ~~ ..c()rrtpJ.~t<pn~n.!~ <Jisg~~9: El nifío se puede sentir
privado y entonces se desespera en el llanto; primero alucina el objeto, alucina que tiene el seno, pero como la alucinación
no satis- face, entonces continúa hasta que estalla en el llanto, pero no espera. La espera infantil es muy difícil y para el nifío
66
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
es muy difícil aprender a esperar. Ingresar
en un tiempo en el mal sea necesario esperar es una labor muy
difícil para el hombre, es el
aprendizaje de mantener el deseo en
un tiempo diferido, aplazado en su
realización, porque nu~tr.g
.P..o.sici9n .. 9._ri.ginal es la realización inmediata.
Todas J,as._forma.s
.9~ rcgre.~iQ!1_ en la vida
posterior, en las cuales la forma oral
comienza a predominar de nuevo con sus
fantasmas, tienen esa sintomatología. De nuevo un~!. relación muy mala con el tiempo, con la posibilidad de la espera. Eso ocurre, por ejemplo, en muchas formas de 'am<)r
que son incapaces de esperar; en muchas de las relaciones con lo que solemos denominar la adición a las drogas, al alcohol,
etc., donde vuelve la lógica de la etapa oral con su iJ1!llensa dificultad
de esperar.
Para que entremos en este camino de exposición
comparada, podrfa utilizarse la forma
de los fantasmas verbales. L. lrigaray en "EL
FANTASMA Y El VERBO"
muestra qpc ...«m .lªs relaciones
primitivas
hay algunas que se pueden exp~!.~!. -~_n detenninados verbos infiniJivos (no tienen indicación de tiempo, número, géneró ni persona) que son más abstractos,
más generales~ más intemporales, más
vecinos en ese sentido de la imprecisión del deseo inconsciente. Si uno considera un verbo, por
ejemplo ..
absorber'~, o
•'aspirar", o ..comer", "consumir': verbos
en los cuales mantenemos la posición de incorporar algo,
convertir algo en uno mismo, cse. .. cs. el
tipQ_
d.c infinitiv()s _qu~ rigen los fantasmas ora~es ..
tos fan ta!imas orales, quieren de~ir que
las relaciones prirol: .ÜYª§, .son. relaciones.. .. de. una .~propíación identificadora; con- vertirse en aquello que uno absorbe y también
en aquello que uno come, que es el
fantasma del canibalismo, en su conjunto, y en sus formas sutiles como
la comunión, por ejemplo, que es una
forma simbólica: "Tomad y bebed que ésta es mi
sangre; comed que éste es mi cuerpo". Y
conver- tirse en el objeto sagrado y en
el personaje representado. O la forma de
canibalismo bastan te más bárbara: echarle mano
Estanislao Zuleta Obras
67
a la presa del individuo más prestigioso. Es decir,
las formas
de la incorporación son el fantasma que de todas
maneras rige, sea· que se pr'<lctique como
canibalismo, que se sueñe; es una demanda
del otro, por la cual convertirse en
él. apro-" piarse sus cualidades, -su ·su"S"GiñCia;su.·esencia, su· fdcntidad. Esa relación es totalitaria. La analista mencionada lo com- para con una relación como la que hay en dar, recibir, de- volver.
Regalar es transmitir algo que
uno aprecia, pero no tanto ~omo para creer que
el que recibe va a ser transformado
por e~c regalo, porque eso
es concebir el regalo desde el punto
d.e vista oral. Es que todo se puede hacer
desde el punto de vista oral: organizar
amores, relaciones de dependencia, de todo tipo; no
es solamente estar en la cuna berriando o mamando, ~.f.IJ~l,!.ie.c ~Q.sa. .. qij.t:. ~~vP4.~..si~.-b.a.<;er. CQn...J~tl{>,gj~a..,
. ~l. tiemp9 y el.tQ1~Jit(l_risrpq d.~ ht~r.!Ji}Wi..,~.
Si sólo se asocia con la oralidad la imagen del
niño chupando el seno,
la imagen del niño y la virgen,. no se comprende
la lógica del asunto, l&s combinaciones, que es realmente lo
.in.teresant~. Uno hace
un regalo a un ser que es independiente de uno, ya que si es dependiente de uno no es un regalo sino un deber darle lo que él
necesita; o si él puede ordenar que se lo dé, tampoco es un regalo.
Debe haber una relación que no sea
una relación global, fusiona{, como
la del niño y la madre,
sino distanciada para que entre los
dos circule algo que podría no circular, porque si tenía que circular es el pago de una deuda o la satisfacción de una
necesidad, pero no un regalo.
El regalo es algo apreciable y valioso para el que lo da y para el
que recibe, pero no tan valioso como para aspirar a que •1e
voy a regalar esto para que cambie
su ser", ••para que· deje de ser lo que es", _porque
entonces ya le está dando ~!.seno, ese yª .es. un ¡~~?J?.._<?T~I.: Simbólicamente está tratando de
investirlo, de habitarlo, por medio de
un regalo, de pose- sionarse de él, de
absorberlo.
Hay veces que
nuestros padres u otras personas
de esas que son dadas
a ha\>itar en _las gentes, nos hacen ciertos regalos enve-
68
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
nenados, que si los aceptamos, comenzamos a usarlos con la condición de que vamos
a cambiar en lo que ellos quieren que seamos: el rt;_galo dominad~r.
La J.Q_gjca
Qral.p.;ye,Q.~J.rnl?r~n~~cualquier
dimensión de nu~. con.duc;;.ta, .. Hay que sacarla de la cuna ·y del séno en la boca
para meditar en la lógica de ese
tipo de relación, de ese tipo
de emoción. Por ejemplo, el deseo de ser
atendido, no de merecer algo y como recompensa. sino sin merecer
nada, porque
la posición de la demanda oral es la posición del nif.io que no
necesita merecer nada.pan1'i)eclir: Es Ía posición de .. la
...€asfv'ida<r_·güé exige
'uña· entrega· incondicl<?riái. ihy otras réhiCióries que
son condicionales: uno sabe· que si se maneja
bien, se manejan bien con uno. Pero la etapa primordial de
relación de objeto, la etapa
oral, es incondicional: se deben manejar
muy bien con uno sin que eso tenga qué ver nada
con cómo se manejo u no.
Cuando las relaciones tardías se impregnan
del sentido de la oralidad, del anhelo
de ser absorbido y de absorber. del anhelo de incondicionalidad
y del totalitarismo general de la orali-
dad, se ve continuamente
ese fenómeno del "'hijo calavera"
y el "marido atarván. que
quieren ser adorados a pesar de
estarla embarrando siempre, no a causa de que debe ser reco- cido lo que él~or su cuenta hace. en una forma de recipro- cidad, sino todo lo
contrario, debe ser estimado en una forma
incondicional, haga lo que haga
y precisamente no haciendO nada. El deseo de ser querido así, en la forma de una madre embelesada incondicionalmente con su bebé,
puede v.olv_14
tardíamente y puede fijarse en la
vida y determinar conductas. E& eso
lo q"IJe nos interc.sa captar
cuando enunciamos un mO- n:t~Q to de la libid_0 .. m1.~. l~arrtamos oralidad.¡ P.QI.<l.IJ.e .. e.s..i.ina
,.p.osición ..
de ~ .. oi.isn10..
ant~ .l.Úl otro
pninordja), .un anhcl.D Jk, fusibn, .una .exclusi(m .de un tercero; es una
relación glo.lwl.
Hay relaciones posteriores muy elaboradas que
pueden im- plica
r
la participación de muchos; se trabaja con, se conversa con, se colabora con, es decir, puede ser con muchos, pero no se mama con nadie. _J;¡~a relación primordial exclu~e.....tadQ..
Estanislao
Zuleta Obras 69
~rcero1 y en ese sentido también es parte· desu tutalitarisrnA. Un tercero sólo puede venir
allí a perturbar de la manera más desastrosa, como el papá
o el intruso (el hermanito), especial- mente si existe la
mala suerte de que la mamá les ponga bolas; si no, no perturban.
Esa relación primordial totalitaria, con
esos fantasmas de incorporación,
de identificación, al mismo tiempo de un lado
y del otro -en forma
especular llamada Lacan··-, le puede dar su
colaborac
ión,
su lógica y su sentido a muchas otras rela- ciones posteriores; y si la seguimos
llamando oral cuando la encontramos en
otras formas en ciertas formas de psicosis,
de depresión y en muchas otras formas de la vida, tipos de relación, amistad, amor, dependencia, que ya
están proyec- tados sobre otros objetos- ya
no nos estamos refiriendo al drama inicial, aunque frecuentemente continúa
teniendo mucho_ poder..No!! -~ef~rJmo.s,.,H,Ja.)9$!S?... ..~. ..
~- .. ~?!El~a •. ~
es.liL.!Q~~~-Q.~ .la . .P~.~!~~!l.9f.. .
~'· .Pero, lo que domina
es ei~tipo"' de .. drama.
es decir, el tipo de relación con los
otros, con el tlemP.~. ~ la.identida.d;; ~~ ,lp
,;aue decid;:,..;.~~l ?:?.,1_1.~. -~~~na" del .. S~~r.P.Q.. ;r:~s4~J?..)}'J~~jp.y~y_·
n~~~r.~Y~.s_. Por eso'
puede haber fijaciones en un drama, regresiones a un período por el cual ya se pasó hace tiempo. Freud destaca muy bien el problema de cómo en determinadas
circunstancias de fracaso,
en. un tipo de rela
ción,
se puede producir la regresión a un sistema muy anterior ( .. SOBRE ALGUNAS
PERMUTACIO- NES DE LAS PULSIONES Y ESPECIALMENTE DEL ERo- TISMO ANAL").
A partir del momento en que Freud produjo los ''tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad" ( 1905), se
produjeron mu- chos otros, algunos muy próximos al texto
de Freud,
como los
de Abntham Ferenczi. Poco después Lou Andrea Salom~ escribió ..Sexual y Anal' ~ y luego han proliferado otros traba-
jos. Podemos mantener como referencia
el de Freud, sabiendo que, aunque es muy incompleto, todos los otros se remiten
a
él, asf sea para afirmar los desacuerdos.
70 Tomo 1 El pens;imiento psicoanalítico
En estos trabajos lo que se quiere destacar ~s ql,l~)a relación -~Wl.~~ p¡i.t;ger ¡)~Jl.S?, _C,!!®d.o.Npensarrios en'er:P.~.
kl~~-~-!:f-~ __ 1.~ .. -~_n..~~!g!.c!.Y qu_e r1o lo est& cuando pensamos e~. .~ pro9Iem.a cie la oralid~d. El hombre allí se enfrenta por pri-
mera vez con los' "'noes": ..
eso no, no lo coma", "no lo toque.,; el control de los esfínteres,
no es cuando uno quiera sino cuando
dejan, no es donde a uno le vino la gana
sino donde se puede; en fin, en un tiempo marcado y en un espa- cio. designado por la ley; en el conflicto que por primera vez queda asumido para siempre del cuerpo y la ley .Eso
es entrar ya en la etapa anal.
La. ~.a.oal..YJ.tlro.aJ9.i:lcl.?..
t:.ll nues~r~ _le~guaje con
tinuamente .. POI .ese ,sentido-de la. relación inicial .con Ja ley 1 tan Lo el rele_ff~f .9.9?10 el explotar. Al mantenerse
el nifio en el drama del
aprendizaje del control de los esfínteres
utiliza los dos lengua- jes para oponerse a. _la ley, pero también es una manera de conquistar
...
~os dos lenguajes··;quieren decir_ no hacer
cuaf!.<i9
.JQ..siw.ten...en la bádi:iiifita,: o donde lo sienten, y hacer cuanc!Q ..n.o. . ..se. ...esperaba
de .él ese regalo. Esto queda vinculado para
siempre en el lenguaje a nuestras protestas;
ese primer contacto nunca
apacible,: siem_p_r~ .
conflictivo, ~ nuestro cuerpo y la ley, que hará p;ecisame~t~'"que -los elementos de la analidad y los excrementos y las
relaciones con la analidad _v.ayan a ser
.Jlar4 __ siempt~ y c.o...J.o~la:¡
le.o.g¡¡a:¡_;~Jnib91~~-A<!~l.~~~
~)"La embarrada",
por decir lo menos, porque los espa- ñoles que son muy
religiosos lo dicen de manera mucho más
nítida: "me cago en Dios" y
ponen en contacto, pues, lo.s dos elementos centrales de la ley y de Ja
analidad. Eso siem- pre vendrá en todos
los lenguajes de_ ruptura escatológú<~
una
apelación ampl!sima ... a. .. .J9.4.o_ .. ~J _
vo~bulario e~~.r..em~ ~.iaJ, en
eJ cu.al .senl ~-X;P.!!~~~-!!H~stra 2t'2~-~i6n ~ ~~~ norm~,
La otra
par.te del asunto C<S que
se vincula una necesidad con .üii.:PJª.é.~--- Este
,Wacer -~i.ora .. está
.ca.Iificado cómo. triui~KriS _;:>_i_ón o
dematJda !k amo.r.;~porque, además,
es.tma telaQ6n
del ~V<e.TPQ_ ~Q!l-.~ pero muy curiosa porque es una relación
-"Sln... .eLju.ic.io
.. d~ ot~9.· Es la primera vez que el otro comienza
Estanislao
Zuleta Obras 71
a funcionar como testigo, el que se va a
alegrar porque no nos or.\~n la cama y cosas así, o el que se va
a enojar; el
r::'. . . 1 t
~~9~<?-JUezj..ql,l~ .. -~- .Y~-~,Il Jl. r~v~_sar en tr~ .. nosotros
y nq.es.tro
~JJ?.O~.-~f q~e hay
qu~ __ªgradarle. al
que,,ha.y _qu~.-~n.eJ~!;.. Ese es el otro rasgo permanente.
En ese núcleo que
llamamos la analidad .~ur_g~y -~~----~!J:~arza
.llJll=.~p.t:Íme-ra
v.ez .una.relación ,P.ermanente con el
otro como
~~1°~~ ~~;:J&a6~-:~~¡~?q~i~ ~iiirJ-~~u~inhi~~~~~~~~~~~¿-·
·
y tod_g,_)Q.mQll.e.)~..f~~c:t~ -~-~1-~os_.a:fes.~ará a
nosotros porque
ese otro WA..s>Jro prymordi'.ILJ<?<f..':l~laLfi.Y.l.qJI~
-~epend~mos
en .:~!:lJ~.~!o,_,
~f.!:. ~t.9r4.~n. .. 4~ ... !~--~~m,a_n,ga,_
.9~.1 ....
9~,~Y9r .. d~~)$1,1W9-e-. ·
..sti:la4, 4el' amor~. de. la . .identidad,. y .
q~e- n.o~ po,nd_rá pues
_esa otra condición.
Entonces es mucho más que el traslado de•
~~~ .excitabilidad
de unas mucosas bucales o unas
mucosas anales: -~<~ ...l..
VJ,íl,J:~q__;rii!!l.Í~~i9.R
... d.~ .. J!!.X~!!SJ9..U.. ...S.<l!.!...
~.l• . o?tr~~ ......
JUJ-¡il ___
introdu<;ción de la relación c_ov .. la~ley.. Ahora
el pro- blema ya no._es"'de"pilv'acióñ':'·'co~~- podría 'ser para el niño estar privado del seno; el problema ahora ya es de prohi- ción.
Tal como vimos antes, para poder comprender la teoría
freudiana
de la sexualidad,
hay que tener muy claro que
tfi- 'áePtLi ~olií.f~ ,~P. •• x.4lQ~Ju,.~~-~~ ::~ ~}{ualidad C<?Jl . ..!.!t},9~~!~#.d;.! Hay que tener eso muy claro
para poder formular tina teoría freudiana de
la sexualidad, cualquiera que sea el tipo
de freudismo que vamos a elegir después,
de Lacan, de Pontalis o de cualquiera otro.
Ahora vemos que ese vínculo es comple
jo,
que la oralidad implica un tipo de relación
con el otro, un tipo de identidad en una identificación primaria, es decir, una
identificación anterior a la diferencia de los sexos. Una identificación secun- daria ya es otro problema que se organiza en otro sitio; ese
se llama Complejo de Edipo.
72 Tomo
1 Fl pensamiento psicoanalítico
:;-
La id~~ti.ffi3!r:i~.rto.n.~"-~!1 escena)~j.P.~.n ti9acl
prímp_r9.íal .
. Y":fa
'fl;lsión, la identificación con
otro, ese tipo de tota.Ji_taris- .mo.,..
.. d~: exCluSión del tercero, esa dificultad de difºri~
. J!Q.~~<;tE,_ _
q~ :llacer rodeos, esa manera
de dirigirse de ínnw.Q.ía to..
.J:lLobje.to del deseo sin plazos;
y de allí también esa tendcricia a la desesperación
que en el niño es
la explosión de !Jan to·, que puede adquirir luego muchas
otras formas
en el adulto, como la dificultad de ingresar en el tiempo,
de someter el deseo a una norma: "sf, pero todavlá no",
"sí, pero no aquí", etc.
Ese tipo de deseo exigente, urgente, que no acepta plazos,
que se refiere al otro como
al otro
con el cual se aspira a
una _fusión absoluta, a una comunión
total de las almas, ~_(), lógica de la oralidad que sigue continuamente en
nuestra vida; después "se puede volver me la física, religión y tam hiim tipos de matrimonio, de
relaciones matrimoniales y muchas otras
cosas.
La literatura freudiana trata esto en una forma
bastante es- quemática. Tal v~z donde
mejor se •trata es en las obras finales
como "ESQUEMA DEL PSICOANALISIS",
esaito a los ochenta y
pico de años, en Londres, y que es una
exposición dogmática, dice él mismo; es
decir, una exposición que no está justificando polémícamcnte cada
momeriro de su desa- rrollo, sino dando lo~_rt;sl!Jtados a que ha llegado. De todas
mal' eras, hay muchas otras cosas Ínejores después. Eso sí, hay que buscar en uno y otro lado.
PREGUNTA: ¿Podría precisar un poco más la relación con eU.i~n!IW ~n, lg analidad?
Hay UJ1. tiempo d~JªJ_(!y..__st;i!1.t.r9dl1ce un tiempo legal, y por 1~ tanto J:i¡}c.IJ.ll.a....,ttQS.iJl.Uüi.a.d._de t.cans.gredir con el tiem.P.Qi hacer
esperar al otro es una de las manías
del carácter más aburridoras. Hacer
esperar para cualquier cosa, para salir de la casa, etc., es. .. _una .d.~. l:;t.s .. {o.rrnas clásicas de la hostilidad .en
?,l_c.ar~cter
<mal. M:mipular el tiempo del otro de
tal manera que si está muy de afán tenga que esperar o afanarlo si se
Estanislao Zuleta Obras 73
está demorando mucho, pero siempre jalarte por el tiempe-¡· cito, contra su tiempo, imponiéndole otro
tiempo. También
, hay la
compulsión en muchos casos a la transgresión en el tiempo mismo:
el individuo que se siente esclavo si le toca ir a
una parte a una hora determinada,
y tiene que ir después1
.. porque se sentiría demasiado mal
si aceptara eso, que lej acomoden a qué horas. En la hora
el problema es que la J'Spera es vivida como aiio ']ñ.soportable; eso es frecuente
en ~~h(;s ~~p~ct~s de la vida. Hay algu.nos que por ahora no menciono porque los
veremos con más cuidado, ciertas
elecciones de objetos sexuales.
Hay otros que son más fáciles de ver, como las formas de la adicción
a las drogas, al alcohol, en fin, la adicción como estructura del
carácter, porque cuando ya el carácter
se vuelve de adicción
puede uno tener adicción a cualquier
cosa, a la
lectura y a muchas otras
cosas. J,.a dificultad de tener huecos
J)l) el tiempo es característico de la persona que tiene
la adi9- ~n.~ Rellenar
todos los huequitos que le queden, no poderse
pasear un rato con las manos en los bolsillos
sin que esté ocurriendo nada, sino
rellenar el hucquito que le va
a quedar
entre tal y tal hora con
una lecturita o con unos tragos o con alguna
cosa, porque si qu~::dan huecos es imposible esperar:
.J;la)Wios..
temporalidades:. Ja una está Y<!. determinada por una ..Qrganización legal y el punto de vista del otro, o contra el ·
punto de
vista del otm.._y la organización legal, pero determi- nado por él. La. .. .o.tra .orat.ks. a)1 terior
y ~S. m
á.~. !?J.~n _J_apriy~
~gificyltad_.d~ .•
e.§Q.~@r. Es otro tiempo y
aquí encontra- mos que
&L·~e.IQ
prablema.1íde las .llamadas et<illa§....J}e la ~ibid,p e.& .~1 c.onjunt.o. .. d.e.. .
.laJ9.&Ü(.~. •
~-!l~CL~lu&r~s-~.sL<!~~
en
,,s¡.u.~. . ..irun:. .
e.§~ ..1~ r<:Iªc ión con. ~L.Q.tr.o •. ~Q.n.-~LJL~WP.O s ...
~RJl. 1.ª ~ JWUillll;,
y no simplemente.
esa tendencia reductora al pro- blema de la mucosa oral o anal, que también es. Visto así no se sabe nunca qué dirección es la del
regreso, porque el regreso básicamente es a esa lógica.
74 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
La analidad ha sido estudiada por Freud en
otr.as direccio- nes muy interesantes. Sobre esto sí tiene Freud trabajos muy buenos. Si se desea avanzar un poco en ese tema y verlo
con más profundidad, es recomendable la
lectura del ensayo
..
ALGUNAS PERMUTACIONES DE LOS INSTINTOS Y ESPECIALMENTE DEL EROTISMO ANAL", donde Freud \~.~udia toda
la lógica y la simbólica de la
analidad: el p.}fi:o, s..!.X.~~!~.!!!.~!!..t.?.~~ ... e] gipero, __et,t;eg.a.}g_
COfl!.2_.1l.~. ~ncepto anaf.
La analidad produce sus propias
teorías; se puede leer en el texto de Freud: "TEORIAS SEXUALES INFANTILES". Todos tuvimos alguna
vez la leyenda del nacimiento anal y se
vuelve a repetir en los sueños y sigue la creencia
incons- cien te . Cuando Jos padres ilustrados
traen la ~vista sueca y le muestran al niño por dónde nacen los niños, de
todas maneras esa antigua teoría queda
allf latente. Como los primitivos -dice Freud---, convertidos a la religión oficial del dominador siguen en el fondo de su COJ1lzón rindiendo tributo a
sus antiguos dioses, así seguimos nosotros en el inconsciente con nuestras viejas teorías, y es muy intere- sante ver cómo surgen esas teorías
en los sueños, en los roa-
-
teriales artísticos, etc. Se puede ver claramente que se trata
;: de una posición frente al otro, una relacióu con las nonnas-- ¡y con el tiempo.
Para profundizar en ese drama que es la analidad,
en ese conjunto de ideas, de teorías, de problemas con el
tiempo, el tipo de relación interhumana, tipo de tensiones, formas de
transgresión, es bueno ver un
conjunto de obras más amplio. Puede
estudiarse en ..EL
CARACTER Y EL EROTis- MO
ANAL'" desde el punto
de vista del carácter, sus rela- ciones con el dinero, la avaricia, la tenacidad o la
terquedad; en ..Las teorías sexuales
intimtiles" y en una carc~cterología freudiana más compleja, un caso de neurosis obsesiva, en los
"CINCO PSICOANALISIS... Lo importante es hacerse una idea compleja
y no acceder a una definición simple:
''Llamamos analidad el momento en que la posición
de la
Estanislao
Zuleta Obras 75
libido está vinculada a las funciones de la excreción o la re- tención". También
es eso, pero es tan in suficiente que
a partir de eso nadie podría entender
porqué darle tanta im-
.
portancia a la cosa .
.JL!l!-.~.f1a_l.ig_!HÍ. e.s
l¡e){~al es
porque se trata. de toda una dr<t:. -m-·á··ti·c a que. involucra las formas de identidad, de relación
. . .. ·.
U~. .tempqralidad, }as posiciones de objeto. t~--~~XJJs.l pof-
que es un placer que no deriva de la necesidad, de la satis· facción, sino de esa
dramática de conjunto, que está sim-
.
bolizada. También e.s .. un placer sexual porque está en juego
.
el deseo.
El problema
de la k:!~P~i!!li~~está, a mi juicio, bien
expuesto en el libro de Moustapha
'Safouan, "LA SEXUALIDAD FE-
MENINA". La etapa fálica ha
recibido ese nombre, pero es
perfectamente común a los dos sexos. El problema
más importante de lo que se ha denominado en psicoanálisis la etapa
fálica, es el de un tipo de narcisism.o
e.n. el
s.entido de cierta aútonomización,
que es la n~cÍón primordial de dicha .dapª'~ 9i.:}ánista,. m11stu rbatoril}.
••
.w· •. ; ..... .._. .............
~.·~·
Aunque hay muchas reflexiones freudianas, sobre
todo en el
primer Freud, en tomo al problema de la masturbación infantil, a veces no se entiende en sus
textos cómo es el asunto y por qué le da tanta
importancia. Especialmente Freud parece
creer que hay problemas neurótico~ que se derivan, no de la masturbación infantil, sino de la prohibición de la mastur·. pación infantil,
y que es un tipo de comportamiento
que por
alguna razón entra muy directamente en relación con la culpa.
Hay muchas formas de la culpa y precisamente el psicoanálisis ha permitido hacer
distinciones. Hay una forma de }.a,_c.l:').P.~L .9l1e
e~ .anterior a la transgresión de. toda.
nmm.a, incluso anterior a la existencia de cualquier norma, más
primordial que cualquier transgresión, y es la s,ue procede de la hostilidad
a
un objeto amado. Como ese ob}eto amaao, si es'"et ol5jefo
~-••••• -- ......
Go ...·:'""•· .. •••••• ......."-'""'f·'"
76
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico·
f;'ñmordial, es también un objeto de identificación,
la hosti- ~idad que tenemos hacia él se vuelve sobre nosotros,
y eso es ~o que llamamos culpa: llna ~specie de __rabia con~~~ mismo ¡p_or haber odiado y agredido real o_imag~nariamente a ar.g¡.iren·.
Freud trata eso sobre todo en el texto ''EL MALESTAR
EN LA CULTURA" y en "DOSTOIEVSKY
Y EL PARRICIDIO".
Pero hay fonnas distintas de culpa, ~omo la
_culpa por una transgresión
directa como la que se puede producir en )i- ~tapa anlil, que es muy distinta de
la culpa que se -produ~e por la autonomización. La masturbación
es una forma de autonomización, en el
individuo se refugia en su
autosatisfac- ción proclamándose en cierto
modo independiente de un objeto. Pero,
además, hay otro sentido de esa
autonumiza- ción: Jo que en realidad
resultaría difícil de ejecutar, en la
f.ao__tasfa puede hacerlo.
La prohibición del incesto, aunque sea común a
todos los pueblos, .es un criterio del otro .... El. señalamiento desde_ el __ origen
sobre qué objetos pueden y cuáles no pueden ser
objetos del deseo.
El problema de la autonomización hay que exponerlo desde un !JUnto de vista masturbatorio y de la lógica de la mastur-
bación. Freud no
lo expone bien; hay cosas
acertadas pero no está
en conjunto bien expuesto, no porque no sea así, sino porque no
se entiende.
:"-Esa a:utonomización
genera un tipo \de culpa\ muy distintó
1' a la .culpa que uno tiene cuando al "no
.. del
otro le dice "sí";
porque éso no tiene ninguna autonomización, es UJla
oposición al
otro. El otro dice: "no
haga eso"; el
"sí lo hag0'' está
muy..Jejos .de ____ ser aut0nomo, Al contrario, la oposición directa al otro t.~s otra forma de la dependencia.
Es muy frecuente verlo hoy en la pubertad: yo soy completamente dependiente de mi papá si hago todo lo que a él
le parece bien, o también si hago todo lo que
a él le parece mal; por-
Estanislao Zuleta Obras 77
porque no estoy haciendo algo diferente que me parece a mí, .a.ipo_algo
en .relacjón a lo que a él le parece.
~!. que
está en la rebelión permanente, está en una
relación Jle_ __ qep~nQ.~n~ia, es decir, ahf no hay
un movimiento de auto- nomización, ni mucho menos, y
muy frecuentemente se ve que n
o tiene contenido la acción misma, como
ocurre en los niños, y no sólo en los
niños, en quienes hay muchas con- ductas
que, si no fuera porque están prohibidas, no se vería qué gusto les podrían sacar; .pero sí le sacan mucho
gusto,-
,.p,recisamente, a la transgresión.
Hay otras formas
de la culpa: Ja culpa en una autonomiza-: -~
ción y por la rea)ización
fantástica de un· ~onjunto prohibido ·'
que ya no es un "no"
concreto, "esto no", "en los pan talo-; nes no se
haga popó", sino un conjunto más vasto .Y que st; ·
.,refiere, e.n general, a las
condiciones del de.s~o. Esto se vin-f
cula con el cstfmulo de un órgano
--el clítóris en las niñas:
y el
glande en los niños
-- y el cuidado de la integridad,
es· decir, el temor a que allf mismo
donde se consigue un dís-i
frute vinculado a fan tasfas liberadas de condiciones, allí{ mismo se pueda tener una pérdida y un castigo, oscuro temor; que Freud denominó, desde el principio, complejo de cas-\ Jración. .
.,
El problema del complejo de castra~i()n es b.astante vasto,
.Y no se puede
ver independientemente de la estructura
del Edipo; pero para dar una primera idea, lo que ocurre es
esto:. una forma de narcisismo
fuertemente localizada en una zona:
-clftoris, glande ,
con un problema de aútonomización con' respecto al otro y
también a las condiciones del
deseo, que·
son condiciones del otro; problema de autonomización que' funciona por eso mismo, porque está
fuera de las condiciones· del otro, como una transgresión muy global, con el oscuro
temor de que esa
transgresión puede producir la pérdida de la identidad allf mismo donde
funciona como placer el apoyo
masturbatorio de las fantasías.
78 Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
~~;s2o:~:~ii<? ...gt;;·tr~:!~~~~nsr1~vra~¿b~~6 ·
~*~~~~]~~~?!~~
clínica;
en el sueño
del perro que va a morder,
en el horror
de las tijeras y en todo aquello que en ciertas circunstancias comienza a poblar
nuestros terrores y nuestras noches, se ve muy bien
que la idea de castración está
muy-clara, aunque no esté
el término. Er: la clínica podemos encontrar
un apoyo masivo, también en la clínica
de la psicosis, porque cuando no
,hay complejo de castración es porque estamos en la psicosis. ·El complejo de castración
representa f\lertemcnte la presencia
del otro como
amenaza que se opone a la afirmación ~~1 ·sujeto. Ese juego tenso
es esencial en la vida psíquica.
Sin él '
me rodea la psicosis.
Un conjunto muy
vasto de zonas erógenas encuentran tam-
bién sus condiciones de organización general y, sin
embargo, no están allí tratadas por Freud y no han sido desarrolladas casi nunca. Freud .. asimila la etapa
oral, sin decirlo siquiera, como primordial y originaria, a las
funciones aliro_enticias. Pero en
cambio las funciones que tienen una inmensa'imj)ür- tancia precisamente
sexual, las respiratorias, no se sabe
bien si quedan incluidas o si son otra
cosa. Parecen quedar inctyj-
das; sin embargo, deberían haber sido <;>bjeto de un trata- miento aparte
y por sí mismas, tal como lo proponen hoy algunos psicoanalistas como F. Roustang. Además, las otras que son de gran importancia primitiva,
mirar-ser mirado, que desembocan finalmente en exhibiciones,
vouyerismo, y que se sexualizan tan fuertemente en la vida, tampoco fueron objeto
de un tratamiento suficiente. Algunos pasajes de "La
interpretación de los sueños", como
el suefio de avergonzamiento ante la propia
desnudez, muestran que sí son típicos, que sí tienen organización,
pero finalmente no hay
un buen desarrollo. Lo que tenemos es
una indicación suficiente para avanzar
en lo que por ahora nos propone- mos:
.la teoría freudiana de la sexualidad. . Eso nos permite discutir con los sexólogos que objetan el
psicoanálisis sin tener en cuenta de qué se trata al hablar de la sexualidad en psicoanálisis.
Estanislao
Zuleta Obras 79
Vemos, pues, que la sexualidad está necesariamente
articulada a un
conjunto
muy vasto, a una vivencia del tiempo, a una v
ivencia del otro, a una
vivencia de las normas, y que sin
esa vinculación a una identidad del
sujeto no se puede entender nada de la sexualidad. Esto es lo que nos interesa por ahora. La sexualidad, por ser placer independizado de la necesidad,
plantea, necesariamente, en su esencia, la relación de un sujeto (identidad),
con el otro. La sexualidad humana se juega,
pues, en
el campo de las relaciones interhumanas.
'
*
* *
3. MOVILIDAD
DE LA LIBIDO
Comencemos con algunas observaciones sobre el
tema de }Q~. sk.W.n1>
.:L dcJª )J~!gp e.ru:I f!.arc_i~~w~ ... ~n _el_.~rpg_~ .:y_, __ ~!.l ~e-~e.ral, en las elecciones del objeto, tanto en lo
individual como en lo ~h~~ti~o~· .l><>rqúe alü ·enco.iiira·iiiü~--üñü''{Ie'-i(;S"¡;·;c;I:)l~;~s-;;rs importan tes de los que se ha
ocupado el psicoanálisis y de los que debiera ocuparse todo el pensamiento
sobre la conducta humana individual y
colectiva.
Haré el planteamiento
en un camino muy diferente al que suele acostumbrarse y al que
siguieron Freud y los psicoana-
1
istas. Se trata
de observaciones por mi
cuenta., sueltas, sobre un tipo de problemas que parecen
contradictorios o paradó- jicos y que, sin embargo, se ofrecen fácilmente a la
observación.
Consideremos en
primer lugar la rola ti va
.,ti.g.Ui~~--4~.
J<:> .. ,q~c:. . ..S.W.~llamar. . .e.LX..O. el carácter, y la extraordinaria
dificul- · tad, en la clínica- privada, para producir algunas
mutaciones
en un carácter ya constituido.
La mayor parte de las consideraciones más o
menos psicoló- gicas, y frecuentemente también el
sentido común, plantean el carácter como algo inmutable; es como
quien dice "su modo de ser".
80 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Desde un ángulo más cercano a la observación analítica, vemos que, aunque genemlmente resulta diffcil una mutación de carácter, esto no es así en una forma
absoluta, no todos los casos de carácter son igualmente difíciles de
modificar. Es
..J.l!.!Jid.Q .
.Ql.l.~. .--Yn. carácter
b~sicamente obsesivo
o de tendenc{cis obsesivas,
es mucho m~s difícil de modificar qu-e un carácter hist~_r_i~q~-
son mudio más fijas las identificaciones
perrria- ñ:¿rlics,' inmutables, en el
primero que en el segundo. ,
Suele denominarse- rasgos de carácter_i.l todo el conjunto -~-k:
.r~l,l_cstas
.se.dimentadas
a diversas situaciones vividas, en 'tas
que unos individuos tienden a respoqdcr con una dckr- minada fórmula, mientras otros responden con fórmulas ldiferen tes.
Una caracterología freudiana aborda el
problema desde varios ángulos que se relacionan entre sí. Por una parte, ~g(lp las
-~!si9_n~s _
li_~i-~i:r:t_~l~.~,.-~?.!!!i:r:t~!!.!_es,
se habla de carácter anáC'
carácter or:aL carácter fálicg, etc. Por otra
parte, seg(&n las ~as_ P.!i~qu.ica_~-~!?.f!Ü.lJ.llJltes - depresión, obsesign, ·¡:;¡s=-·
~ ,&e habla.,Ac.,~9.~tl:l~_teres paranoid~s, caracteres
esqui- --z<>idcs. sin que esté comp"romcfído -el proceso mismo de lo que es una
esquizofrenia o .una paranoia, sino·--- ~.Q
ntsg,os.~.ds:.....wwicJ.et;
es decir, que dominan en ciertos rasgos- de carácter el mismo tipo de problemas que en las
grandes formaciones
psicóticas destruyen la unidad del Y o.
Sabemos que en una formación.
paranoica los mecanismos de defensa
-que.
.. dominan..soc...p~.e,~iGn .e. -i-ntroyección, y especialmeñt
e el mecanismo
m:oy~c.tiv:o.
es .muy visible:
el estar ignorando los propios
sentimientos con una represión global y viéndolos en los otros como dirigidos hacia
nosotros; así, una hostilidad determinada
hacia alguien queda convertida en un sentimiento' nítido de
que alguien nos persigue, Todo este conjunto carac- terológico es algo que en la clínica privada resulta muy di ffcil
de modificar; es un punto sobre
el cual se extiende el pesi- mismo clínico;
se podrán mejorar ciertos síntomas,
una fobia que le impide salir a la call~, una inhibición que le im- pide tener relaciones sexuales, etc., pero ya el conjunto, el
Estanislao Zuleta Obras 81
carácter mismo, es como una esp~dc de
cerrojo. Incluso en el histérico
es
equivoco. Decía a
veces Freud que nos ilusionamos mucho con el
histérico creyendo tener grandes éxitos en
su transformación, mientras tenemos ia
impresión de trabajar con el obsesivo en la roca más dura, con las máximas
resistencias y la necesidad del máximo esfuerzo para lograr unas modifi- caciones; en cambio en el histérico a veces tenemos la sor- presa de inmensas modificaciones que
no nos costaban esfuer- zos mayores,
como si
estuviéramos trabajando en plastilina,
pero asf mismo son poco
durables y se voivían a
reorganizar en seguida.
El psicoanálisis siempre ha tenido un cierto problema frente al carácter. Muchos analistas (no es el caso de Freud) ni
siquiera abordan el pwbkma; se reduéen a lo que podríamos llamar sintomatología. En algunos textos de Freud se dice que el .9C?.S.!ino qe una pulsión r<;pr.i.I!l iQ.~ .P,~e-~~ J~!)<;! ..
!\?9:Pi.i~l9.11 .. ~5;;
~11.!: ~.í?..~_orrw.9.Ja fQ:rrrw.ci_9,[1 4S u.n ~asgp,ci.~ ..
~'!Ut~"~~r. Este ejem- plo se encuentra
desarrollado en el estudio "ALGUNAS PER~ MUTACIONES
DE LOS INSTINTOS Y PARTICULARMEN- TE DEL EROTISMO ANAL"..
Según Freud,
el asunto resulta mucho más fácil de tratar psico- analíticamente cuando se
trata de un síntoma. En un síntoma, el hecho está, por decirlo así, en plena efervescencia y las
ten- dencias están en combate. En el carácter
parece que ya está .todo organizado
y . se repite 'ii ve~é_s con efic.acia; el hombre va
. . . ~ . . . . . . .. r.equciendo sus problemas a una serie de rasgos de ~arácter.
Algunos son parecidos a sin tomas, pero no son síntomas cos- tosos
en el sen ti do de que el Y o quede su pera do, sino
que son gustos: se vuelve exageradamente ordenado, hasta
el punto
de que cualquier desorden le produce angustia, exage- radamente limpio,
con ciertos datos un poco raros como lavarse 18 veces, y algunas cosas por el estilo; en ese caso está al borde del carácter-síntoma, pero no siente el síntoma como tal,
como algo que se le impone por fuera de lo que quisiera ser, sino que
el sfn toma entra en la
racionalización . Cuando se habla del carácter es porque el individuo se vuelve e.axgi~.Q.,
dice Freud; el hombre cree
que asf debería ser todo el mundo
82
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
y que los otros son desordenados y puercos ya
que no hacen lo mismo qu-e él. Cuando se fija en formas de carácter, empe- cinamiento, terquedad; cuando un fenómeno de esos, en lugar de tomar una vía francamente sintomática,
se presenta con rituales que el mismo sujeto no comprende,
leyes extrañas y absurda.<> que se ve obligado a obedecer,
eso -que llamamos
.Jiu_to!U!!to!o&fL.!lb~"L.~,
.. .m?~_ ..t'.ien. -~ ~fU.~I:l. en
signos de f.ªJjc.te¡, Todos
tenemos signos de carácter, hablo de uños exagerados para que se vea más claro, pero son
parte del Y o de todo el mundo.
Ese tipo de identidad que procede de
identificaciones con series de .(IgU:ras primordiale~, .
.Y,.posteriqres~ que procede de_ cierta
manera en .. Ia cual
todo el mundo logra encontrar
alg(m ,i>.~cto -ei,ltre · sl)s ·· ~zt~~W::mi.Jné.9n~fi~ntes y
su ~,?nm:a. de :f~n~io.nar. en. el. mJ.m.Q.o,...s .qu0-~~ar.
...wJ....~J1f~er ~ ~JJ. tiene una firmeza y
posee una dificultad extrn"or-
dinaria de modificarse. Hay momentos en los cuales el aparato así construido, el hombre ya hecho, puede sin embargo entrar en cuestión, no sin gran angustia y a veces
felicidad. Momen- tos de esos son las crisis: la.-~v4~.Mt p11bertad, momento en el que
entra en juego todavía lo que va a. ser'
ei Carácter "de
ti- - nitivo"; momentos
de grandes acontecimientos en la vida personal, como un gran duelo;
también el momento más co- nocido, más típico, más celebrado por la
literatura mundial,
el enamoramiento.
~También encontramos que los elementos que parecen más
:
definidos, esculpidos como en una
roca, lo que sabemos de 1a \identidad de un hombre, !.ft~~~~:tá.~~al,U...,QQBW Uw:u~~tlwtiu. También
son objeto
de un trabajo per- ¡manente, no son un ser, son una ~!!Q~cta que se reitera., que l tiene sus amenazas {que se expresan como angustias) y que se t.puede
variar a veces de la manera más
impresionante. A
'Freud
le interesaba mucho ver eso.
Freud habla de masas en un sentido bastante particular; al comienzo del texto él se refiere
a las masas en el sentido de lo que podríamos
denominar más propiamente multitudes.
Estanislao
Zuleta Obras 83
Este concepto de masas no corresponde al de los
marxistas, principalmente
los de este siglo. Cuando los marxistas hablan de
masas se refieren a la parte de la
población que es explo-
. tada y dominada en diversas
formas, a diferencia del prole- tariado que es
explotado y dominado de una forma
precisa por medio de la plusvalía, o del
campesinado que es explo- tasJo también de una forma precisa.
'
f¿J~r!i~_illg~.Frx'Q.sl.~~-q
xi.\ ...
~.tQ""'es decir,
que no están defi- ní as por una condición socio-económica,
tipo de propiedad o
tipo de relaciones de trabajo. Son en .acto. en el. sen.ti.d,Q,.
~~~~lfJ;uq~~Í~.~~~~ti~!<f-~~ :~!~ít~~e
!:esa~8 e~ general; luego habla de
un tipo de masas que él llamas las
"masas artificiale~~·.
'
Lo que po~íamos llamar
~~~~·-~~i9iJ.i..;rs~~~. .. f~~~!!l.crE.9. ..d&..Ja
•• multib.\d. .. ,q,g.e,_
_¡,t~f~? protestar por
afgo o para celebrar la victoria
de algo, ~ ...!E?.f!.mu~nJ~ .
.P.~?!i.~,P:*-l:?li~~s ~spq~~ ._!!.earnente, eucuentra. a veces algún guía o vocero, algo o
.alguien contra qué ..i rse,. despliega una capacidad extraor-
dinaria de audacia, iniciativa histórica y coraje y los. mak yJ.4!l.o~. <J.l,l~ ha.c~11- .P~rt_e -~" .~.scLJPa.S.a,ad.quje~ .¡¡n,.co~p,w ~¡~p.t.Q ... (:P~t:~!!'~'o, que es perfectamente diferente
del com- portamiento que cada cual tiene por sí
mismo; es•· .c•.u•: a:..ndo
el
:·Jl..,•_=,. ..
~t.-i
.).noividuo
deja .A~ .~~i~W:~<i2Jl1~.2W.ml~~~..&.SW;q
•. ,tjR2 ~
.
.Qfial).izac¡ion~s,.,(.a.la familia,
o a los colegas de la oficina, etc.). Todás
esas otras organizaciones quedan disueltas; en términos de Freud, ~!Yié!.<?.~.lm.J¡..JilliQS2
¡ .tsuks.J¡~..2U:~§.
Y se presenta un
fenómeno completamente particular y muy \
enigmático.
·
,JaQs J:aiWl&"·4el stmh;t.ar qua ie haA. monia~5?... .. E~~~ ...!2.~..R,Ü;... _¡net9§ -M'!9! .. _d..e-l! .. Y!9!l. ... 9.Y.~-..§QP.. ..
.kn. . Jlf~':~l-~~¡y>~~~ Al hombre
temeroso, prud
ente
y tímido se le
olvidan esos rasgos de
~e adelante aullando con
la antorcha encendida ~·eü·~a¡:jñJQ.tiAQj La libido del Y
o,
el narcisismo se pierde; y el individuo
que probable-
84 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
mente hace dos horas, cuando estaba en el
bafio, se encon- traba preocupadísimo por ver un
pequefio puntico en la nariz, se despreocupa de sí y se lanza de frente en la bala- cera, con la más clara sensación de que no ocurrirá nada; la patria, el partido, la cau~. ha. capturado-.toda)a. . lib~fl<>..~
€il.X.P ..ha .. p.erdido.
-
tEste
es un fenómeno cotidiano que hace tan misterioso á1
fser
humano que es tan difícil que acepte que le suban el
l''!preciobargo ade los chicles, del
cigarnllo, del bus, y que
sin em-
cepta que lo
enfrenten a bala y sigue
avanzando; ¡ ~--_perso'!:~~~~~--~~_ri<?.~ -~~~ ~! ~bpmano.~~. .
~que ·.nos ."ltm· ~----~.~m4Y!r..I.a ~~on.2,.tl}ía de~ 'l~b¡do .como.
-lWQ;:~
lJ .os....fenQDJ®OS __ esenclife~,,.~q~Jí!í,~l§tia: Ese
personaje que \ vive bastante
crispado, sépalo o no, ante la posibilidad de :la muerte
que siempre está ahí, de pronto la desprecia
y ·\a la voz de algún generalote disfrazado de verde: "¡al ata- lque!", sale sin
vacilación, sabiendo que al frente están las
¡ametralladoras, es un personaje
que no deja de ser inq}Jie--
\tante.
¿Cómo estudiar esas variaciones?
~ ... _
Aquí vamos a tener que tratar de ser un poco metó<!!fos y seguir a
Kant, quien en
el último
capítulo de la "CRITICA DE LA RAZON PURA., nos ofrece una
metodología extra- ordinc.ria. Una de las cosas que allí dice es que cuando
no tenemos la manera de explicar un fenómeno,
no es bueno comenzar a .inventar fuerzas desconocidas que
lo expliquen, porque desde luego así se
explica todo, pero ¿de dónde sa- camos las fuerzas?
La situación de la que hablamos es un fenómeno
tan asom- broso que realmente no ha
podido dejar de notarlo la hu- manidad en muchos períodos (Grecia, El Renacimiento, etc.). Se ha hablado de las gentes de kls .. pueblos puritanos _que ante .. ~alq\l~r ..fenQme.no. de masas
resultan de una crueL.'
~dad inaudita. ¿Qué es lo que
ha ocurrido? ¿A qué debemos (~~,s~~::~o!ari:~jiJa~:J:!:r!
Estanislao
Zuleta Obras 85
a esas fiestas de la matanza colectiva que son tan frecuentes en
la historia:
masas arrobadas por la religión, con unas capaci- dades no menos locas que las otras, de ser buenas, como los cátaros que entraban cantando a las hogueras,
cogidos de las manos y convencidos de
que por ahí derecho salían hacia la
vida permanente: cuando a uno le proponen eñ
privado entrar cantando a una
hoguera, le queda más bien difíciL
En general, pues, hay una
d-···~·······
iªJprsión. ..
!~Es inútil hablar de la verdad
o no verdad; no creó""que·
hayá habido una causa tan tonta sobre la tierra
como para que no cuente con miles y miles de mártires, y por eso también no hay nada más tonto que
hablar de que alguien dio testimonio de la verdad con su sangre.
No hay mentira tan aberrante como
para que no se
haya dado testimonio de ella
con la sangre y con cantidades de sangre. Cuando se desata la hasta
entonces comprimida capacidad de
ferocidad y de pronto hay alguien, un gran líder, que dice: "masacradlos a todos", ¡qué felicidad!, ¡ay!, ¡qué fiesta de la matanza sin
remordimientos, de la matanza feliz .del ~>t;ro ma.lp,y.:y:o ..bu$<UQ.!.
Esa es nuestra
historia. Se pueden hacer las
observaciones: Jie..-Pr.9ntu.....k
.... nm.Pión 4e. seres relativamente
racionales ,al
s_qnv~rtirse en..dermisii.d'as· Y.~4emi&t~aO&~·.~~o~:~e sape·:~éi!rn~9S.~ ,,
..se. transfonna ..
en,.q,t.w~En la "PSICOLOGIA
DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL YO", Freud cita a
Schiller, quien dice:
••Es extrafio;
consideramos uno por uno,
todos ellos son
pasablemente inteligentes, pero cuan- • do están reunidos no forman más que un solo
: imbécil".
Freud critica un poco la posición puramente
negativa y mues- tra que lo anónim~so.Jss!iYQS,.~e de
nofl!!.~.~. . es cruel, es como si algo hubiera fallado, algo qÜcTes"ef é~rol interno de su propia
conducta, lo que él llamaba el ~~
J,ambií=n. .. .es- ~Mirto q~.~&.. . . . ~ .. ~Q.r,din!l.!i~~-.. Y, .• P.r~ ~B;..~!~-~!:.?
t.~ .
..!~ .!.!l~S.. e)!; trªqrg.i~~:rü~~? .. no
86 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
sólo los cancioneros, el folclore; han hecho
los idiomas, cosa que
ning(ln individuo por sensacional y genial
que fuera sería capaz de hacer. Es
decir, no se trata solamente de
decir para mal o pam bien, sino que el hombre en masa.es o_tra cosa y que
tiene una tendencia muy fuerte"a
eñtrar en masa y mien- tf'cls más graves son los conflictos
ÍJ1 timosdé ·sü ·s~r:li dificul- tad que tiene de vivir los conflictos
de su persona, de sus recuerdos, de sus
temores, de sus anhelos, de sus amores e inhi- biciones, de sus deseos e
incapacidad de lograrlos, más anhyla
sumarse a una masa.sin conflictos, a una masa absói~ta, au na masa que le plantee dificultades y ojalá
homogénea, dogmá-
jtica,
cerrada, con la cual quedan disueltos y resueltos todos los Eblemas que generan angustia, trabajo de superación.
Así se producen, por
ejemplo, con tanta frecuencia las gr¡1n_q~~ conversiones. El hombre lleno de angustias, de dificultades
per- SOñáies~qtre. sólo podrían ser superadas con grave
trabajo, con una producción personal,
con un enfrentamiento consigo mismo y un trabajo con otros
genemlmente difícil y resulta
· de pronto
que Cristo tocó en su corazón y se acabó el proble- ma; hay un grupo y todos cantan en un coro maravilloso: adiós
problemas personales, aquí
entramos en una nueva vida. A veces no es Cristo, a veces es un partido u otra cosa, pero es la masa
la que resolvió el conflicto.
Todos conO®Ill9S esta tentación de
estar juntos, de ser un gmn
-~<)89tros; d~ _adqu.¡rq. un gran grupo en el cual
investir'todiLJa ·libido y de ... cmnwrtir
.nú.estro Yo.más !ntinío.. . nuestro Yo
. . ·----
.a~tual e~. mi~W~l'Q., Q,e~ grqpo-?...-~-~~~---~-.punto
de comen~a viv~. lo
.. 9~.~ ~~~ tien~ d~--pª_r.tic-qh.tr ~mo peligro. .
d~. ~i~ión Y. <k separac1Ó:n }.;~~t:.R2f.)R..&'t-n!JAl. ... Por hablar
el.mismo lenguaje, la misma jerga. La mimla declsión ~..la- obedieneia es ~nt.9nse.§..h\. fia.um
...
~....li f~;licirlad. ~ Ja ... .felicidad es semr--a-l& ,S.jl.t}.~.Y~-~~~.!!!.9rir. pru:Ja .causa. en
las. fa~ces de los
leon.~s -alegremente. .. como
.lo-~n.l
os .cristia~r-I'odavía lo
hacen, aunque ya no con leones. Eso es
conocidísimo, recorre la historia.
Estanislao
Zuleta Obras X7
Una cosa similar, más difícil de exponer, es
el ~~mor. -~Hay ·-.._. muchas formas de
enamoramiento. Freud en la obra. ....
rrieitcibna- da atrás nos da una serie muy
breve que después él y otros van a desarrollar. .t_~_un tema que hace parte
del mismo problema. 'UA-J?. .
IJ..iW..~ -~~E-:gtJQ.s .. tt~~an4_o_ ~~-- !tb!Jr;_ la.
i.n.Y.ªri-~h!t~g~d
,_tlu~ ~-"e~s.19~~---~r,~s!iT;n~~~c~~~r.ra;.a.~Ts~~1J*'r-e~ ~~-<:.~. ~ho ~~e~ ],~-~r~~r.:J{ifi~!.·-~¡m~biáao·.itc~-~~ ,lf,s. t;l1isinas; é'$ifp~sAd.~. . #!itaz<?n qy.m~.ficablc, comtHl- ~on esta otra. co~~ esa variabilidad
monstruosa del hom-
Ju:e.,:.del p·aare-''de'
familia' que está
preocupado porque d_gªto
~J!iri9.. UJ1?
patica·-y·vá
a sufrir la niña, y una vez que sale a la calle
y se_ encuentr~ e_n_1 una manifes~asi<?,n
~a!~_.,a.!!ilY~<t.LPJ.~~l;l;:
.g~ • .Y no
de gatos sino ue seres humanos. -· · .. ·
Esa variación de carácter tan terrible y ese
conservatismo, ese núcleo
en eLcual amenaza continuamente una revolución del tipo hasta
que ya sea
irreconocible, o bien una continuidad perfectamente previsible: "ahí viene fulano, apuesto a que va a
contestar tal
cosa",
y preciso, contesta tal cosa. Ese contraste -~e..Ja xari~óo l' d~ '~ t~rau~~tnq.nf..a.g.t¡.,~ua.riacióli..hast~lo. . .tr.t~J;a.no.CJ.ble--o/'-e.sa.J;.iesura a-lo. ..
pr.e.Y.lS~&se c_Qptraste es .:gre~i-~ap1ent~ ~t ~~rre,n<? ~.n el
~~~ se 4e.~e,p~f1.~~~ ~L~m-{)f."-
Por lo que tiene de variación, desde Grecia ya
fue observa- do que el amor tenía
bastante de Q~Jir.io. En la antigüedad se observó _]~.mutación .. de .. los.
inaiY.iClü.os. ~.na,m.o.rad..Q.~ ,ÚllP~!!_~. Ji~U~!L!~~!9.~ .. _C\l<U!.d:9.-~ ·- en.sunorazt__ ae .q ij_e .t99..9. . ha ,,cambia.d.o~ •. .d.e .. qu.e. ..
son .. o~~ Goethe dijo que
el hombre es hijo de dos mujeres, 1a madre y la amada, por- que la una lo produce y la otra hace
de él otro tipo. En ..FEDROH
se produce un fenómeno muy interesante: dis- cuten al comienzo de e'ste diálogo de Platón, Lisias y Sócra- tes; Lisias en una fonna
bastante maliciosa y malintencio- nada hace una
discusión contra el amor y les recomienda a los jóvenes que no se metan con personas
que estén ena- moradas de ellos, porque el amor es mal consejero. En pri- mer
lugar, el amor idealiza al otro y en lugar de verlo como .saz_ lo ve lleno de ,m.W,jps, de posibilidades, y lo -exalta de taf manera
que vié.A.dolo.....as(,no. .•
lo..Jllilillile.~adu..a..aaaa.
por- que no hace
más _que exaltarlo de la manera más
beata. míen•
88 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
tras que la
persona que no está enamorada de él, ve sus aspectos
positivos y negativos y le puede ayudar a corregir sus defectos, la ve en una forma completamente relativa, además como una persona efectivamente
reemplazable. El amor exagera hasta el máximo la diferencia entre una persona
""y-.· ófrá;··l'í~t'sur-·erpüñfo- que .c onsidera.
a una"-personas deter- nüriáda como irreemplazable y
frente a ella. aunque sus dife- rencias sean muy pequeftas,
considera a las otras insignifi-
cantes. En ese sen ti do es un 4~!LrJQ •... 9~.1~~-- al otro más bien que coñcehlrto:··¡a··promüeve
.. como el juez mixJmo;eT4i~j}go p"tiviJ~glapó;_-aqijer·a.ifté et· cual· y:·s·óro···aiite cí""cüaT te -lntere·~ realmente quedar bien, aquel ante el cuai quedar rtal getj;l un dolor. inaudito. Lisias dice, finalmente, qúe ei amor"cs un delirio
que tiene como objeto una persona y la relación
de uno con esa persona. A esto contesta
Sócrates que efectivamente el amor es un delirio. y que con eso se habría refutado el amor si no
fuera porque _!!Q_gued~U~.lll-LQ_<]!l.f_
to<!_<?__ ~-~~t?~ mala cos~,. Es cierto, es un delirio, pero ¿acaso por ,ese delirio ño ..descubrimos algunos posibles, que sin ese delirio no des-·
·cubriríamos?, ;,acaso también
cuando el
poeta
está en el mo- mento mismo de encontrar lo mejor
de su creación~e cierta manera, no delira?
El que está muy puesto en razón segura- mente no delira, pero no hace poema
alguno. Sócrates ha pasado a defender el delirio.
Freud en la "INTRODUCCION AL NARCISISMO" quiere introducir este problema de{§:-movlli<la<I de -~_lilii~ ~-~
~_E~l~Ji~id<?., ~é?~.<? ... s.~ diri_gc.~un ser_y se.retir
a
d~ él;
¿qué pasa con la ·libido cuando un ser es decisivo para nosotros, desaparece, se
mueve o, peor, se enamora de otro?. Decisivo porque estamos enamorados de él, y estamos enamorados
de··e-t·porqii"e''para ~osotrós" es. . Ün. rc"súmerÍ de todo lo bueno ·que~ pUede·
haber ·en ~uestra ._.vi.<Ja y ··una promesa de _t:rañs..· formación, un testigo ante el cual
queremos demostrar que no estamos reducidos a lo que parecíamos
ser. En ese caso, en e! duel9,
¿qué pasa con la libido que estaba allf
invertida, en un objeto que falló y en el cual estaban montadas las nos- talgias,
aftoranzas, anhelos, promesas, confianzas, en el cual
Estanislao
ZuleJa Obras
había esa pequeña mutación
que genera el amor y que es tan difícil de disimular?.
Cuando un individuo {':Stá enamorado, muy enamorado, hay algo nuevo
allí en el caminado, en la manera de sentarse, en la manera
de mirar por la ventana, da la impresión
de que ciertos posibles se están abriendo paso y que son
difíciles de ocultar, aunque diga: ..no me
interesa nadie.,_ Pero cuando todo eso vinculado a una figura, a una mirada,
desaparece, ¿_cuál es el destino de esa libido? Es a
esto a lo que se denomina, en
psicoanálisis, ~·
Tenemos,
pues, Qi .. Yi~~-~-~l~~ --~-1;~~~~ el
de~one!_EU~Stf9." Super Yo y capacidad crítica en un lfder, el despojo de nues-
TroñaiCisíSmo a nombre de un grupo religioso, nacional, polí- tico, etc.;
y el juego de nuestra identidad en la relación con una persona;
6 la tiesura que nos hace
llegar a ser un viejito cascarrabias de 80_ años, muy parecido a
lo que fuimos cuaB- do estábamos
chiquitos. Esa tiesura y esa movilidad. huma- ~~:z_!os ..~9.Il!.b.~s.
y
de_lOs' ·¡rueblos: frente a ~as circu~stan:. cias y a1a historia, individuaJ -y-'colectiva, son
el objeto de es"fúdio 'deí psicoanálisis, que no puede ser cambiado ppr ~'inguna caracterología de no sé
qué Kresmer o de no sé qué '-·-·
~~anguine.
El siglo XX también se ríe de la psicología de los
pueblos. Los
ingleses
estaban tan tranquilos con la psicología
del pUeblo chino: gente a la que no le
importa nada ni el progreso ni el futuro, gente entregada a lo inmediato, a
la contempla- ción, al opio, a mirarse el ombligo; de pronto resultaron
más revueltos de lo que Inglaterra haya
sido nunca y les cam- biaron en un momento.f.,g~s P~... .
Q!.P..s!~~.A~.JQ~.P!J:eplp~" psi-
cologías tiesas, olvidan un problema:
que hay
u.na ~cp~pmfa ~a; ..
e~onomí& dd.P.~se.r::§.~P..~95!r...
.. ~~Q!!2)!1.(~ ... ~. ..~
.ij,gad; JlU e el ca rJC~L.!.~. .. Y.E.~- .. .Q9$i9 iU~d.
.Q.~~~!il~.QiU.Q3:d, -~~o gi<L.amhwtl,~.~.Me.4.e: rgn;p~r d.e. .. la manera -más fantástica: que el.b-,qm_bre
es~ enjH.e~<l'~.Y que el estudio de esas condi- ciones en ias cuales Ji!. h
mbre está en 'ue o tiene
con el
narcisismo, el amor s1co s s. Sin esto no fiay conocumen o e pSicoanálisis, pero es e allí el psicoanálisis ya no es comparable con
otras psicologías.
TEORIA
DEL INCONSCIENTE
El Inconsciente y la Represión, Punto de vista Sartreano. La Fenomenología y la Teoría del Inconsciente.
1--stanislao Zuleta Obras 93
TEORIA _DEL INCONSCIENTE
Cuando se habla de insconsciente en Freud, y en los
psico- análisis de
todas las corrientes, se trata fundamentalmente del ..proceso primario"'. considerando el
"proceso ·secun- dario" como consciente-preconsciente, con sus mecanis-
mos y contenidos inconscientes, que Freud denomina~ "fantasmas~' y que
en algunas tendencias del psicoanálisis
se ha denominado la ..i
mago": imágines primordiales que
tienen un peso muy importante
sobre nuestra vida y cons- tituyen, por así decirlo, la
organización escéniCa de nues- tros deseos, de nuestras formas del
deseo.
Como vimos, en sentido propio del psicoanálisis,
llamamos ''la madre" a lo
que se podría denominar el objeto
primor- dial de los deseos, las necesidades,
las identificaciones, el amor, etc.; el objeto primordial y también
el primero pro- hibido.
Las funciones
de la madre son básicas; si falla su
afecto, está en cuestión todo, desde el reconocimiento jubiloso
en el espejo. Pero esa imagen de la madre, de
la que se depende ·en ,una
forma tan terrible,
es una imagen que
tiene muchas
variantes. Hay formas que son destructoras; así en con tramos continuamente en la clínica de la psicosis
la figura de la madre devoradora, es decir, el temor a
ser devorado por una imagen materna o por un símbolo de la
madre. Puede ser también la ballena o el dragón, es el que cuida a la doncella y si uno
vence al dragón tiene acceso a la doncella. Tal for- mulación es de una universalidad increíble; la encontramos en el Japón, en Islandia, en todas partes.
Son figuras muy complejas porque son muy
primitivas y dependen de nues- tras relaciones iniciales.
Está la madre devoradora como peligro y también está la madre "atragantadora" -designación bastante
molesta-, la que obliga a comer al nifio que no quiere. Igualmente encon- tramos una
figura famosísima, desde el antiguo Egipto, en
-\
94 Tomo l El pensamiento
psicoanalítico
todas partes; l
a
bruja, la madre fálica, que se llama en
psico- análisis,
con falo y con todos los símbolos del falo multipli- cados: con una cumbamba
bien caliente, bien nariguda, gorro
puntudo y montada en una escoba voladora. Todas
esas ••imagos" inconscientes irrumpen como elaboraciones culturales, frecuentemente religiosas, en los más diversos sitios.
Siempre hay una gran ambivalencia:
la madre no es solamente refugio y protección e incondicionalid
ad
del amor, tal como
solemos pensarla, sino también amenaza terrible. Esta ambi- valencia constituye las imágenes
de la madre, son los tipos de fantasmas maternos que encontramos, y que
en la evolu- ción de nuestra vida pueden adquirir de pronto una fuerza muy grande y llegar hasta inhibir las
posibilidades del amor o darle una
orientación exclusiva. También están las imagos
paternas.
Los contenidos del inconsciente se expresan por un conjunto de
símbolos que son siempre símbolos de las
mismas cosas; símbolos
del
nacimiento, de la muerté, deÍ propio cuerpo y, en su sentido
más
general, símbolos sexuales. Es decir, lo
que es inconsciente es también un lenguaje de símbolos. El hombre no puede
estar nunca ante el mundo sin interpre- tarlo a la luz de sus deseos y
temores. El hombre nunca evo- luciona en el conocimiento, como un observador que primero constata lo existente, observa, repite sus
observaciones, luego generaliza, produce
leyes. El hombre está comprometido en el universo en una forma afectiva desde el
inicio; está em- barcado en el mundo rodeado de objetos que lo amenazan y que son símbolos de sí mismo, de sus
temores y de sus deseos, rodeado de
grutas que son al mismo tiempo refugios y
bocas terroríficas, rodeado de alturas que son sfmbo_lo de potencia fálica
pero también amenazas. Rodeado de prome- sas y amenazas. El hombre no está nunca imparcial ante el mundo, y ese mundo originariamente estuvo
siempre ya interpretado; no hay un mundo sin interpretar al que viniera luego alguien, con fmes de dominación política,
por ejemplo,
htanislao Zuleta Obras 95
a
interpretar, y nos comunicara una interpretación. El ·mundo está siempre desde el comienzo
interpretado por nuestros temores y deseos,
convertidos desde el comienzo en símbolos.
Los avances del hombre en la tecnología pura, donde se puede \ hablar de avances, son maneras
de convertir una originaria interpretación
simbólica del mundo en una
interpretación téc- nica, sin que la simbólica desaparezca jamás. El hombre, siem-
pre que estuvo ante algo el mar, la lluvia,
un lago, un río, las planicies,
los rayos, las grutas y piedras-, estuvo interpretando
en un sentido fundamental, y siempre estuvo
ante otros hom- bres
interpretándolos, a sus hermanos, competidores intrusos;
a sus progenitores, en función igualmente del lenguaje
de su cuerpo.
Freud dice que los hombres no
pudieron conquistar el fuego
durante mucho
tiempo porque era difícil superar
el deseo de 9rinarse en él. Una afirmación
alarmante; los tecnólogos y los antropólogos
inmediatamente le reclamaron: ¿cómo dice
esto?, ¿de dónde saca esto?, ¿qué tiene que ver? Fue tan grave la rebelión contra esa afirmación - por el
momento no era más que una afirmación
que se le ocurrió hacer en
"TOTEM :Y T ABU'-' que Freud se vio
obligado a escribir una nota expli- éatoria
de porqué había dicho eso, con la que
termina el libro: "APENDICE SOBRE LA CONQUISTA DEL FUEGO'.
El problema
es que los que leen una frase suelta, sin el sistema conceptual del psicoanálisis,
se pueden quedar muy asombra- dos, pero en realidad no se trataba solamente
del fuego, sino de cualquier conquista técnica,
que siempre es interpretada en ténnimlS-~l!estros. P~2l?~e... ..
<?.~Y. temores. Para el hombre el
fuego, comOñtilgU.ñ otro
espectáculo, nunca deja de ser un
símbolo de sí mismo, para bien o para maL "Somos tan nar- cisos -dice Goethe- que en todo el universo estamos leyén- donos a
nosotros mismos y viendo nuestro retrato". El
fuego será un emblema del deseo por su
relación con el calor, pero también de un deseo terrible, destructor, por su relación con la muerte,
porque el fuego quema y mata la vida. Es al mismo
96
Tomo 1 Ll pen:;amicnto rsko:.tnal ÍlÍL'll
tiempo el espectáculo de
una
llamada que asciende, es decili. algo que su he por
sí mismo.
o sea una imagen fálica, y len!,.>Uas de fuego. lluvia de fue~o; inspiración de los apóstoles y des- trucción de sodoma.
Freud observaba que hay muchos
mitos de los pueblos primi- tivos, y muchos
suefios de los pacientes,
en los L"ualcs ~sc vínculo dd fuego
y del orinar se w muy
estrecho. E.n
casi todas las mitologfas que
conocemos, escandinavas,
hindúes, griegas, d que consiguió el
fuego lo trae dentro de una vara y al traerlo genera un castigo, como Promctev, por ejemplo. La dominación del fuego fue pensada míticamente ..:omc, ¡;na transgresión de algo o como d apoderarse de
una potencia de otro; ese otro era una imago patcma de cuya potcnda !>e aprovechaban
los hombres, la potencia de algún dios.
Según el mito de
Platón, en EL BANQUETE", Zeus resolvió
dividir
en
dos a los hombres, porque el hecho de ser com- pletos · al mismo tiempo mujeres y hombres- les estaba dando tanto
poder que ya se iban a tomar el
Olimpo e iban a destituir a los dioses: por eso los partió en dos y ambos ya no
están poniendo en peligro el Olimpo sino buscándose entre sf
a wr si
dejan de ser dos, lo cual se
llama el deseo, según Platón. Fsa
mitologfa es una sabiduría, en una fom1a
propia; en el psicoanálisis es mucho lo
tomado de esa mi- tología. Hay
una mitologfa individual que llamamos .. fan-
~- tasmas''
y otra colectiva a la que llamamos ''mitos".
En
cierto modo en el mito habita <..·1 hombre,
es decir. no
se puede imaginar un hombre no mftico, porqu~ el
mito es la manera
como, desde ese nudo de temores y
deseos que es su cuerpo,
interpreta al mundo y lo
convierte en un kn- guajc.
es decir, todo le habla: un pájaro o un árbol o un rfo le sugieren
algo como objeto de sus deseos, se le repre-
s<..•ntan como una posibilidad de su existencia. El hombre pinta, hace
poesfas y canta, está captando siempre. por todas partes, posibilidades de su existencia que teme o desea. Nun- ca, cn
ningún caso, es un ser que pueda considerarse neutral ante el mundo.
1-.stanislao
Zuleta Obras 97
·El sistema
inconsciente es un sistema que se guía por
leyes simbólicas que se pueden describir. Freud las describió desde 1900: el desplazamiento, la figurabilidad,
la condensadón,
con
un lenguaje simbólico y unas leyes de
conexión de sus contenidos.
El inconsciente
es activo, está trabajando permancntcmenJ.e, es dinámico, dice Freud; el inconsciente
no es sólo un dc'- pósito donde tenemos
escondidas
muchas cosas que nos chocaría saber. Claro que también es es
to,
una especie de "cuarto de San Alejo" personal. Pero es importan
te saber que es el núcleo
de nuestra existencia y el motor de
nuestro desear, de nuestro temer, que
está produciendo continua- mente
retoños, indicando direcciones de nuestro hacer, tipos de objetivos que vamos a elegir como objetos
de nuestros deseos y también lo
contrario, inhibición, sfntoma, angustia;
lo que nos es inaccesible,
imposible.
La primera teoría freudiana sobre el tema lo
trataba en tér- minos generales con el
concepto de "represión"; algo está
reprimido cuando se contrapone a la estmctura de
nuestra conci~ncia. Por lo tanto, se pensó durante
mucho tiempo que la mejor manera de
estudiar el inconsciente o la única manera -según
lo planteaba el mismo Freud·- eni el estudio de la represión.
¿Por qué razón algo está reprimido por in-
- compatibilidad? El inconsciente no es un concepto
descrip- tivo
sino un concepto dinámico: inconsciente no es
aquello que simplemente no es consciente. Hay muchas cosas de las
qUe no somos conscientes en un determinado momento porque no son objeto
actual de nuestra atención, de nues- tra consciencia; a eso Freud lo llama el Prec.Q.IJ.S.f!~11J~, es decir, aquello de lo que no somos conscientes pero que no
es inconsciente porque está
disponible. Por ejemplo, ahora no estoy
pensando en las primeras amigas de mi infancia
(ahora que lo digo, sí, pero no estaba
pensando en eso); sin embargo, si alguien me pregunta cuáles son las que re-
cuerdo, puedo pensar en ellas y
responder; no eran incons- cientes,
eran preconscientes. Esto de ser
disponible perte-
. 98 Tomo 1 t 1
pensamiento psicoanalítico
ce al preconscien
te, no al inconsciente. Hay otras
formas que son más
sutiles, como lo Prc-rcflcxivo, asf
llamado por los fenomenólogos: cuando uno
está leyendo un libro, sabe que está
leyendo un libro, pero no está pensando
en que está leyendo un libro sino en lo que dice el
libro; desde luego, si le preguntan: ¿qué estás haciendo?,
responde: leyendo un libro. Eso es
pre-reflexivo.
Lo que Freud denomina
preconscientc es aquel conjunto de lo disponible como recuerdos, ideas, saberes, que no están actualizados como conscientes ahora. El iuconscien
te tiene de común con él el hecho
de que es algo en que no estamos
pensando; pero hay dos diferencias fundamentales:
que está ª-2-~-ª0.d.Q.tm .. nosotros- sin. . que lo sepamos y que estamos evitando su irrupción por medio de mecanismos
específicos. Es activo, dinámico, tiende
a surgir, y a veces su.rge, por Jo menos
disfrazado como síntomas, como actos fallidos, o, como puede
verse en "PSICOPATOLOGIA DE LA VIDA COTIDIANA", de mil maneras.
Tomemos, como ejemplo, un caso clfnico: una madre ansiosa que
se caracteriza porque tiene
el temor de que al nifio le ocurre algo espantoso,
que lo vaya a pisar un carro
cuando a traviesa la calle, o
le caiga
encima alguna cosa, o se caiga por la ventana del apartamento; y para
que no le vaya a ocurrir, le pone
rejas a las ventanas,
hace una restricción drástica de sus posibilidades de actividad o
circulación. Cuan- do se hace el psicoanálisis de una conducta así,
siempre se
ha encontrado lo mismo: hay una hostilidad inconsciente hacia el nifio, que está tan reprimida que no podría ser reco- nocida. Si uno comienza el tratamiento con el error de
decirle eso, sin duda alguna que no va a seguir el tratamiento porque ella se va y le tira
a uno la puerta: "qué hombre tan estúpido, ahora me viene con que yo soy hostil a un niño del que estoy
pendiente todo el día". Eso no se puede decir. así;
hay que permitir que ella lo descubra en
sus suefios, en sus formas intermedias.
Que lo descubra precisamente para que se le quite
.Eso es lo que llamamos un contenido
inconsciente.
Estanislao
Zuleta Obras 99
En cierta
manera el contenido reprimido tiende a retomar;
es decir,
la hostilidad logra ejercerse hasta cierto punto, aunque no sea más que por barrotes, por prohibiciones,
da- ñándole todos los paseos al muchachito porque lo puede morder un perro o embestir una vaca. De todas maneras se lleva a cabo lo
reprimido. Es una hostilidad por alguna
causa, que es la que tenemos que descubrir primero. Puede ser que, por ejemplo, el niño se haya convertido
para la madre en una demanda de que ella sea igual a su mamá,
y ella le tenga......._
terror a serlo. Puede ser que el niño sea un
freno para sus realizaciones de otro
tipo o un rival ante el marido, del cual
quiere ser una hija; en fin, puede haber varias
razones, pero el hecho
es que en la manifestación de la ansiedad lo que está ocurriendo es una hostilidad. Esa hostilidad
es un senti- miento inconsciente, dinámico, en el sentido de que es ex-
plicativa de su conducta, es un drama
que está organizado con los problemas
con su madre, con su padre, con sus demandas, con otros problemas inconscientes.
El inconsciente no es una estructura
cualquiera. Estructura, por una parte,es todo lo que no sea una suma; un
organismo es una estructura. Estructura quiere decir interdependencia de las partes, quiere decir que si se quita una parte no queda un resto sino que se desbarata todo. Una sociedad es una estructura: no se puede quitar a la clase obrera porque tam- bién la burguesía
se acaba, porque las partes son interdepen- dientes, aunque estén en conflicto. A
un ser vivo no se le puede partir en cuatro pedazos porque se descompone
todo. Lo que estamos viendo es -dicho en términos de
La can-,
no una estructura que un
sujeto contempla, estudia, observa,
como las figuras y las formas,
que también son estructuras, sino
"la maquinaria original que pone en escena al sujeto y le asigna sus deseos y sus temores, sus imposibilidades y sus posibilidades". Es eso el fondo de lo que consideramos como el inconsciente.
No se puede
llegar en una apertura directa a mostrar el incons-
ciente, por una simple definición. Tenemos que
acercamos a
100 Tomo 1
El pensamiento psieoanal ítico
él por medio de ejemplos, para ver los mecanismos
incons- cientt!S, que no son lo mismo
que los contenidos inconscien- tes. La madre fálica es un contenido inconsciente que todo el
mundo tiem~ y no es
un mecanismo inconsciente. En cam- bio,
la proyección es un mecanismo inconsciente: ver en
otro lo que está ocurriendo en uno, "cómo
me odia este tipo a mí, cómo me persigue
por toda.<i
partes", es un mecanismo, aunque el
contenido inconsciente también existe
allí, el odio que yo le tengo a él. El término
subconsciente no aparece nunca en
psicoanálisis, aparece el preconsciente y el incons- ciente.
En el caso de la
madre ansiosa hay dos
posibilidades: una, que la
hostilidad se acabe porque cambien las relaciones, encuentre un
nuevo amor que ya cambie la situación
del niño; otra, que esa hostilidad inconsciente se haga consciente
y entonces ya tenga acceso al tiempo, al desgaste. Pero,
para nosotros
en el análisis, lo importante es saber de dónde pro- cede, porqué se fijó y porqué se agudizó; porque hostilidades hay siempre. Nadie tiene ningún niño con el que no tenga hostilidades, por mucho que lo quiera. Es decir, toda relación interhumana
es ambivalente. -
Los mecanismos inconscientes, por ejemplo la represión, son uuiversales. La represión es una función del Y
o, el Y o es la sede de las represiones. Una persona a
quien le falle la represión está en un estado gravísimo de psicosis. La repre- sión es una parte de la
estructura misma del Yo, sin
eso desa- parece su ide.ntidad, porque la
multiplicidad de
nuestras ten- dencias necesita una unificación
cualquiera. Porque si uno al mismo tiempo desea pegarle a
alguien y además darle un beso
y huir de él, no podrfa hacer nada si no
reprime dos de esos deseos. Por eso la represión es la función yóica...más
im- portante. Uno de los puntos más mal
entendidos es que los términos psicoanalíticos, como represión, no son nunca peyo-
rativos, son parte de nuestras
tendencias necesarias y son tan
necesarias la represión como la
reflexión o el deseo~ no es, pues, una cosa que uno se
pueda imaginar por el modelo de
htanislao Zulcta Obras 101
la represión poticiva; no, la represión es una función de unifi- cación. Cuando se dice que no hay ninguna rdaciün humana
que no sea ambivalente. eso es bueno que
sea así: lo que resulta patológico en el sentido
psicoanalítico e~ la unilatera-
lidad. es decir, que tengamos una sola tendencia. que desapa- rezcan nucstrc:~s otras
posibilidades
y se nos someta a un mecanismo repetitivo. Freud señala, por ejemplo, en .. MAS ALLA DEL PRINCIPIO
DEL PLACER" y en otros trabajos.
que un amor en el cual no htfuiem
nada de agresividad y toda la hostilidad
estuviera anulada y reducida a cero. ya no sería propiamente un hmor, sino la contemplación bca ta e impo- tente del objeto. porque en la sexualidad hay algo de agre- sión; además no le podría
ayudar a nada, porque ayudar im- plica
criticar, estar en contra de algo, es decir, tener un margen de hostilidad, y si no tienen más, d
empalago y la beatitud angelical serían algo terrible, pero eso ya no sería un
amor, sería una cierta bobada
mezclada con psicosis.
Otro ejqmplo
que sirve para visualizar casos de ideas incons- cientes. deseos
inconscientes, y su carácter dinámico, im- pulsor: en ciertos casos de paranoia se produce
lo que se suele denominar en psicoanálisis "celos
delirantes'' o .. celos
inter- pretativos". Sobre este punto escribió
Freud un ensayo nota· bilísimo: "ALGUNAS DIFERENCIAS
PSIQUICAS ENTRE LA HOMOSEXUALIDAD,
LA PARANOIA Y LOS CELOS". A partir
de él se han hecho muchos otros
estudios, como "LA
PSICOSIS" de Alfons de Wahlens. Aquí es necesario insistir en el carácter tan radicalmente
ajeno a la conciencia. El tipo
está convencido de que la esposa le es infiel; tiene una seguridad loca, porque la seguridad
sobre algo llevada a cierto grado es una
seguridad loca; todo le sirve de
prueba y no admite que nadie le haga
una objeción; no admite el interlocutor sino en caso de que sea un
espejo, que diga lo mismo que él, y si no es asf entonces es
un ciego o es un cómplice de lo que está ocurriendo. El tratamiento es muy difícil. porque el analista tiene que hacer
un trabajo de no dejarse meter ni en el
ciego ni en el cómplice, y de no ser asf se acaba todo. El tipo se busca un confidente, o varios,
102 Tomo l l:l pensamiento
psicoanalítico
y le dice:
"¿Te fijaste cómo
se dieron la mano y se la dejaron
un ratico?"; el otro tiene
que callarse si no quiere entrar en el
complot. Pero si ocurre lo
contrario también dice lo mis- mo: "¿Te fijaste
anoche
en la tiesta
cómo ni siquiera se miraron para engañarme
a mí, para que
yo no
me diera cuenta de que son aman
tes, para despistarme?".
En ton ces, hagan lo que hagan, eso siempre probará todo. Eso es muy interesante porque es un
estilo, incluso un estilo político también, hay que decirlo.
En este caso se puede
ver que hay un personaje a quien le está
atribuida la infidelidad de la esposa
o del marido; lo más extraño para
quien se encuentra
en este tipo de paranoia es llegar a
saber el dato de que está inconscien- temente enamorado del
personaje al cual le atribuye a su mujer como amante. Eso es todo el problema, que él proyecta en ella
todas sus tendencias inconscientes que para él son inadmisibles, precisamente porque no ha sido homosexual. Porque son incompatibles con la estructura de la conciencia. Porque la conciencia no es simplemente una pantalla, sino una estructura
que admite unas cosas y otras no, y otras
cosas las desarrolla; es una actividad y no una pantalla donde se
reflejan cosas.
El problema del inconsciente lo vemos ahora bajo
otro meca- nismo. La madre
ansiosa es una conversión en lo
contrario; éste e'i uno de los mecanismos inconscientes, convertir la hostilidad en un exceso
de amor y en una sobreprotección.
El de los celos interpretativos hace una proyección: proyecta en la
mujer lo que él desea, lo cual le permite -lo
reprimido retorna- ocuparse p~rmanentemente del individuo a quien cree
que ella desea con el pretexto de
espiarlo.
Hay unos mecanismos de
defensa que son muy primitivos, que están en el niño más pequeño, y que en la psicosis se vuelven más
importan tes. Están generalmente en los niños entre los
8 y 9 meses y son los procesos de incorporación y proyección total.
Hay oí.r0s que son más tardíos y más ela- borádos como la represión, el olvido de algo, etc. De todas
maneras es imposible adquirir una idea
real de lo que es el
Lstanislao
Zulcta Obras 103
inconsciente según Freud si no nos damos alr;unos paseos
por
l
a clínica y mostramos casos,
nifios, personas <.:on pro-
blemas, tipos de amor, tipos de imposibilidad de amar; de esto
no nos damos cuenta por medio de deliniciones teó- ricas, las cuales hay que hacer, pero-1nczda rlas
continua- mente con algunos relatos clínicos.
*
* *
l. EL INCONSCIENTE Y LA REPRESION, PUNTO DE VISTA SARTREANO
Al comienzo, en la obra de Freud, estaban íntimamente vinculadas la noción
de represión y la noción de incons- ciente. Antes de entrar en una elaboración teórica más com- pleja sobre el aparato psíquico, lo primero que produce Freud como concepto que escinde lo inconsciente y lo cons- cien
te es el concepto de represión. Este es el
concepto con
que se trabaja
básicamente en el libro con el cual Freud encuentra lo fundamental de su sistema, "La interpreta- ción de los suefios' '. El mismo
funcionamiento del concepto se encuentra en "PSICOPATOWGIA DE LA
VIDA COTI- DIANA'' y en "EL CHISTE Y SU RELACION CON LO
INCONSCIENTE". Freud retoma este concepto mucho más adelante en 1915 y lo coloca como un capítulo de "LA MET
APSICOLOGIA" una de las obras más elaboradas. Ese capítulo se llama precisamente "La
represión".
••LA MET APSICOLOGIA'' ya es la posición de Freud en toda
su complejidad. Freud llama metapsicología a la investigación que va al mismo tiempo en tres direcciones o se hace desde
tres puntos de vista: 1) desde el punto
de vista del principio del placer, o desde el punto de vista económico, es decir, del intento de encontrar equilibrio a las
tendencias excesivas, escapar al dolor o
buS<.:ar el placer,. economizar angustia, sufrimiento, tensión; 2) desde el punto de vista dinámico, es decir los procesos históricos en la formación
de los objetos
104
Tomo 1 U
pensami.:nto psicoanalítico
del deseo, las pulsiones, las re!!resion~s; 31 <.ksdl' el
punto tk visto tópico, que es el enfoque de
un problema. cualquiera que sea,
en cuanto a la relación entre las instanci::~s: el Yo. d Filo y el SuperYo. Freud hizo un trabajo sobre el caracter desde el punto
de vista tópico
que se llama "Tipos libidinales "'.
Lo que Freud llama metapsicológico es un
estudio sobre un tema --la histeria, la obsesión, la depresión.
los SUL'tios. d carácter,
o cualquiera
otro- desde los tres puntos de vista a la vez; eso es lo que se puede llamar propiamente psicoanalí- tico
en un sentido ya complejo, aunque los
otros hayan sido, desde luego, aportes
parciales necesarios. Cuando tra-
temos de responder
desde el punto de vista de Freud a las objeciones antifreudianas, tomaremos el punto de vista meta- psicológico.
Una parte importante de las objeciones contra el inconscien- te, contra
toda teorfa del inconsciente, se ha
basado en su relación
con la represión. Freud sabía muy
bien que la sola noción de inconsciente iba a
producir bastante reacción
entre los filósofos, y no se porqué
él parece estar pensando en la filosoffa
kantiana. El parece estar convencido de
esp, pero eso sólo es evidente dentro de
las filosofías de la con- ciencia, es
decir, en Francia, la filosoffa
cartesiana es una típica filosoffa de la
conciencia; y en Alemania, la fenome-
nología y la filosofía de la conciencia tienen una caracte- rística común:
como consideran que lo psíquico es lo
cons- ciente, hablar de un psiquismo inconsciente es una contra- dicción en los
términos. Lógicamcn te es así, si uno
comienza por definir que lo psíquico es lo
consciente. La discusión se plantea
allí.
Voy a tratar de no calumniar la manera
como organizaron esta
polémica contra Freud, tomando algunos momentos
intere- santes. Sartre es un caso
muy destacado y muy nítido; me refiero al Sartre de 1943 y de antes. Después Sartre evolu- cionó en una
forma muy complicada y ya no fue tan
claro el desacuerdo.
htanislao Zuleta Obras
Fn "EL SER Y LA NADA'', Sartre ~aba nítidamente en dcsa<.:ucrdo y daba sus razones
muy claras, pero está pen- sando sin lu~ar a dudas en esa
concepción del inconsciente en la cual la b<trrcra que ~e para lo conscicn te de lo incons-
ciente
l'S la represión. La teoría de Sartre en ese momento es una k•oría dc la con~.:icncia bastante dura, induso habla de la transparcncia de la conciencia:
en última instancia,
sostiene allí que todo Jo que se
llama inconsciente. precons- ciente. subconsciente y demás, no es
más que
mala fe; el
homtm. ·. sabe Jo que es, lo que
piensa y Jo que siente; pre- tende que no Jo sabe,
que no
siente eso y pretende ignorar Jo qlll' sabe de sí.
Como el ser algo es intencional, ser algo en l'l sentido
psfquico. enamorado, lleno
de odio, cte. y saber que lo es,
es lo mismo; otra cosa es pretender que
no
se sabe lo que se es. El hombre
es transparencia y citaba con gran delicia a Stendhal: ••no hay que pretender
a la can- didez, esa cualidad del alma que
no vuelve sobre sí misma; uno llega
a ser lo que pueda, pero uno sabe siempre Jo que es".
La línea de la transparencia de
la conciencia era la línea sartreana en su fom1a dura. La fe es
lo mismo que la mala fe, porque la fe es la
pretensión de que uno cree algo ctr
· ló ·que no cree,
pero le
gustáría que fuera cierto por
como- didad. Esta es, pues, la línea dura
de .. EL SER Y LA NADA''.
La
objeción a Freud está formulada en los
siguientes térmi- nos, aproximadamente: Freud pretende que entre lo incons-
- ciente
y lo
consciente se establece una barrera que impide a la conciencia acceder a los contenidos que
quedan ocultos y escondidos en el inconsciente;
esa barrera es la censura. Ahora.
bien, Sartre produce una fórmula de lógica cartesiana: o la censura sabe qué es lo que está censurando o no lo sabe; si no lo sabe, ¿por qué lo censura?, ¿qué razones tiene para censurarlo'?, y si lo sabe, entonces no es inconsciente sino que pretende ignorarlo porque es incómodo.
Así se fonnuló, pues, esta primera doctrina de la libertad
"erizada": el hombre es libre y responsable
de todo y tam-
106 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
bién aquello que pretende que no sabe que es y que
simplemen- te
trata
de ignorar por comodidad. Todo "EL SER Y LA NADA" está
construído sobre una idea de la
libertad de ese ti- po. La formulación básicamente se detiene en esa noción. Sar- tre se apoya, a veces mal apoyado, para combatir a Freud, haciendo flecha de toda madera. incluso de la muy podrida muleta de Stekel, a quien cita al final de su obra "LA MUJER
FRIGIDA" donde dice: "siempre que he llevado suficientemen- te lejos un psicoanálisis, he descubierto
que el núcleo de la neurosis era
consciente" "EL SER Y LA NADA" es, pues, uno de
los tipos de oposiciones más nítido.
Hay otro libro
corto de Sartre donde también es completa-
mente duro
con el psicoanálisis,
que se llama "LA TRAS- CENDENCIA
DEL E
GO";
es un libro pequeño y de mucho
menos nivel. La crítica ha sido sostenida por Sartre
de manera implacable, por eso cito ese autor; se podrían citar otros que han hecho
más o menos lo mismo. En todo caso, es una ten- dencia de la filosofía -·podríamos llamarla fenomenológica
que ha sido nítidamente antifreudiana.
El problema en que se embarca Sartre allí tiene consecuencias que son inevitables, que no
proceden de determinad~s errores suyos y que se pueden mostrar en toda
una serie de personas que trabajan en la misma dirección.
Al definir la conciencia como transparencia, toda conciencia es consciente de
aquello de lo que es consciente, pero
también del hecho de ser cons- ciente de eso. Eso procede en una línea muy directa de la filo- sofía cartesiana; en Descartes, lo cierto pertenece al orden
de la reflexión, es decir, cuando yo
reflexiono no puedo equi- vocarme. Por eso en aquello de "pienso, luego
existo", la primera evidencia está en el "yo pi.enso ".
La conciencia
de sí es el territorio de la evidencia; es decir, yo puedo equivocarme digo que "veo una persona detrás de la ventana", porque puedo estar soñando,
delirando, o puede ser una careta; pero cuando digo:
"pienso que veo a alguien detrás de
la ventana", ahí no puedo equivocarme, porque lo
Estanislao
Zuleta Obras 107
que digo es que pienso que la veo. Si digo
que la veo, puedo equivocarme, pero si digo
que pienso que la veo, no puedo equivocarme.
El movimiento reflexivo es el momento de
la certeza,
es una idea típicamente cartesiana. Si yo
digo que veo un perro que me va a morder, puedo
estar softando en una pesadilla y
me despierto y
no veo
ningún perro; pero si digo
que pienso que veo un perro, no importa que esté dormido o despierto. Ese territorio es el territorio
de la certeza, el territorio del "yo pienso", el cogito cartesiano; es el terri- torio
también de la duda, porque si sólo digo "yo pienso., digo "no sé si es así". Eso es lo
que llamo el enfoque carte- siano: el
morp.ento de la certeza es el momento de la
refle- xión; pero en ese momento, precisamente, la clave de toda la
conciencia es ser consciente de sí y la conciencia de sí es el elemento de la certeza.
Ahora bien, gran parte de la filosofía moderna procede en ciert
o
modo de una
ftlosofía subjetiva: en ese sentido; no sub- jetivista en un sentido peyorativo, sino
en el sentido de la conciencia que el sujeto tiene de sus operaciones, de
sus impresiones, de sus sensaciones,
de sus imaginaciones. y el desarrollo de esa filosofía produce las filosofías
de la con- ciencia en diversas
orientaciones: kantianas, fenomenológicas,
sartreanas, etc. En este sentido, en las filosofías
cartesianas era de esperarse
que a una doctrina del inconsciente, que es,
además, implícitamente al comienzo y luego cada vez más explícitamente, una crítica de la conciencia, como es el psicoanálisis, hicieran una confrontación desde el comienzo completa y directa. Generalmente la plantearon en términos de elegir: tómelo
o déjelo, psicoanálisis o filosofía; el psico- análisis es antifilosófico,
definiendo filosofía asf. A veces el
mismo Freud caía en esa posición, asumiendo que el psico- análisis es
antifilosófico...No tengo yo
el propósito -dice- de llenar
los huecos del universo, como le gusta a los filósofos, produciendo una interpretación del mundo;
parece que los filósofos no son capaces
de hacer el viaje por este mundo si no están
provistos de un sistema que les dé cuenta de todo lo que
existe. El viajero que camina en las tinieblas rompe a
JOH Tomo 1 FI pensamiento psicoanalítico
cantar para
ahogar su miedo interior, pero no por ello ve más claro. Es mejor
acomodarse a que sabemos muy poco de este
mundo, a afirmar lo que sabemos y a tratar de
extenderlo con alguna certeza". Esto Jo
dice Freud en "INHIBICION,
SINTOMA Y ANGUSTIA" con bastante dureza contra los filósofos. Y los filósofos contra ¿J alegan que la teoría del inconsciente le permite darse el lujo de contradecirse.
La pelea
era frontal; digo era porque se han suavizado ambas posiciones, no sólo la de los fenomenólcgos. sino también la de los psicoanalistas, que hoy le reconocen grandes méritos a la fenomenología,
Jos mismos que antes le negaban.
La posición de Sartre se excluye del territorio freudiano casi
desde el comienzo. Es de
recordar que el territorio
freudiano empieza con la pregunta: ¿qué es
la histeria? Entonces Sarire tendría que responder aqu f: "mala
fe, comedia. pretende que está paralizada
porque no quiere andar y es todo intenciona- lidad". Sartre
no diría que es orgánica; cuando uno entra en el territorio
freudiano ve el problema de moralismo que está implícito en semejan te doctrina de la transparencia,
el con- cepto que él forjó. Después fue modificándolo a medida,quc se ajustaba un poco al marxismo y se acercaba al psicoaná-
lisis; el tono muy moral habfa que
cambiarlo un poco, pero en esa época
se llamaba la "inautenticidad". Además, la histeria se explicaba por una elección; él no dice histeria, pero se rt>fiere
a ella cuando está pensando en Madame Bovary y en cierto tipo de soñador morboso. Dice
Sartre en un libro anterior a 1943, que se llama "LO IMAGINARIO":
"se puede clasificar a los
individuos según prefieran llev.ar una vida ima- ginaria o real", porque no hay que creer que la "imaginería, el soñador
permanente, el que está construyendo
una y otra vez castillos en el aire, es por compensación, porque trata de compensar la
pobreza de una vida real con la riqueza
de una vida imaginaria; no es por eso.
Es porque prefiere el estado
imaginario al estado real; el
estado real es siempre un estado sorpresivo porque la realidad es lo imprevisible
y lo inago- table. Esa es su definición;
real es lo que no puede ser agota- do,
lo que puede ser explorado de una y otra manera,
mien-
Estanislao
Zulcta Obras 109
tras que lo
imaginario no puede ser explorado. Uno produce una imagen y no tiene
nada que explorar en ella,
no es más que lo que produce.
Lo imaginario no lo puede sorprender a uno y
uno no puede tener en lo imaginario más fracaso que el que quiera
inventar; de resto, se ganó
las loterías que quiera y sólo
perdi6 algo para que alguien que
quiera que lo compadezca, llore con uno. Prefiere
la comodidad previsible del estado imaginario a la riqueza
y multiplicidad imprevisible e inagotable, al desaffo permanente
de Jo real y, por lo tanto, no hay tal que una
vida demasiado. pobre se compense
con una riqueza ima- ginaria. Aquella
so fiadora, Madame Bovary, vive en
lvetot, que es horrible, y
mientras tanto suefía que está en un palacio,
donde hay unos nobles, unas cosas maravillosas; pero si estu- viera allá en el palacio, sentadita
donde dice en su imaginería que quisiera estar, empezaría inmediatamente
a sofíar que se la robó en gitano, que va con ella por unos países
de panteras y palmeras, y que lo que
quiere es no estar donde está. La imaginación es una conducta de negación de la realidad, porque la realidad produce angustia; la imaginería, por lo tanto, es una fuga de la angustia, es una
fuga de asumir la realidad, es una conducta de evasión,
es inautenticidad. Es decir, el problema
es moral, en última instancia. Y así lo va a encontrar por todas partes, aunque sabe callar a tiempo en muchas cosas, y muy bien, pero no asf
todos sus discí- pulos. Por ejemplo, Francis Jeanson llevó ingenuamente a
sus últimas consecuencias la doctrina y
descubrió que sofíar era una actitud
de mala fe y que, en el fondo,
el solo hecho de dormir ya era vergonzoso~ porque si uno describe
fenome- nológicamente qué es dormir, resulta que dormir es tener una gran inatención
sobre el mundo, porque si uno está atento a
lo que está pasando no se va a
dormir nunca.
Lo interesante es ver que la guía de la
intencionalidad y su libertad, conduce a un moralismo muy difícil de sostener. Sartre lo sabe llevar con gran finura porque
es un extra- ordinario escritor, un
pensador suficientemente prudente
110
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
para no facilitar tanto las cosas al adversario, como hace Francis
Jeanson. Sartre no diría que dormir es de mala fe; él
dice con más finura que el sueño, el proceso onírico, es
el efecto de una conciencia que cayó en un estadio simbólico Lo que no queda muy claro es la conciencia
del soñante, que es un desafío para el cartesianismo desde siempre. Desde que Descartes escribió las "MEDITACIONES
METAFISICAS" se dio cuenta que el sueño planteaba un problema, como también la locura~ entonces los quiso apartar como pudo. Pero, si se apartan
el sueño y la locura, es IIlliY difícil abrir una discusión
con Frcud.
El problema con la conciencia del dormir, es que no se trata
de
una conciencia reflexiva; mientras yo sueño con una cosa no estoy
pensando que estoy soñando, y cuando pienso que
esto es un sueño es porque ya me estoy despertando. De tal
manera que el carácter no reflexivo es la forma misma de su definición. Porque
podemos tener -como describen tan limpiamente los fenomenólogos-
formas de conciencia no reflexivas.
Cuando leo un libro estoy pensando lo que
dice el libro y no estoy pensando en
que estoy leyendo un libro, pero lo sé. En el sueño el problema es que no sé que
estoy soñando; además, el fenómeno más interesante del sueño
es el fenómeno de la fe, es decir, que hay una diferencia
entre hacer historias imaginarias y soñar;
la diferencia es que cuando uno sueña
cree que está ocurriendo aquello en que está soñan- do y cuando teje historias imaginarias por muy refinadamente que
lo haga sabe que no está ocurriendo eso, que no está ocurriendo nada sino que uno está
••englobado". Por eso es tanto más
agradable un buen sueño que cualquiera de las
historias imaginarias que nos hagamos. El
sueño es alucinación, no es imaginería, y la alucinación incluye fe, como
lo han sabido todos los santos,
verdaderos héroes de la alucinación. El sueño
está hecho con fe, es decir, durante el
sueño hay fe en lo que sucede como algo que efectivamente está suce- diendo,
lo que no ocurre cuando uno está imaginando; yo
me imagino que me gané la loterfa,
pero sé que no me la he ganado, pero si sueño que me gané la lotería
al despertar
Estanislao
Zuleta Obras "'
digo: "Lástima que fuera un sueño". En el momento en que la historia imaginaria incluya
fe, es un delirio; una historia
imaginaria con fe es un delirio.
El saber
radical de la conciencia lúcida
sartreana --·por lo me-
nos
la de 1943 ·- tiene el problema de la extraordinaria difi- cultad
de acercarse a cualquier punto del territorio freudiano.
El síntoma, ¿es mala fe o es
orgánico?; y así, el olvido, el acto fallido, el síntoma
obsesivo, el sueño, la histeria.
es decir, el
territorio freudiano entero. Y hay que ver, cuando no puede
evitar el territorio freudiano, la teoría
que se le ocurre. Sería demasiado
largo describirla, pero es interesantísima, delicio- sa de leer, aunque falsa. Está en "EL
SER Y LA NADA", Parte III, Capítulo III, l y 2.
Tenemos entonces este problema: una negación
radical del
inconsciente a nombre de una filosofía de la conciencia; un ejemplo, Sartre 1 936 a l 950. Un filósofo tiene la audacia de ser consecucn te y de
llevar una tesis hasta sus últimas conse- cuencias; a eso se debe, como dijo uno de los del gremio, y no de los menores -Descartes-, que "no hay
nada sobre la tierra tan absurdo ni tan disparatado como para que no haya
sido sostenido por algún filósofo"; ejemplo, que no
existe el
movimiento, que el mundo es una
apariencia, etc. Lo bueno es que son
consecuentes. Elaborando su doctrina de la. libertad, escribía Sartre unos diez años
más tarde un pe- queño libro sobre Baudelaire; el libro comienza mostrando que la vida
de Baudelaire es muy complicada: "No tuvo la vida que merecía. De esta cláusula consoladora, la vida de
Baudelaire parece una magnífica ilustración; no merecía por cierto aquella madre, aquel consejo de
familia, aquella per- petua estrechez, y ¿hay algo más estrecho que aquel pre-
maturo final? Sin embargo con la reflexión surge una duda"; y empieza a mostrar su doctrina de la
libertad: cómo todo lo que le pasó a Baudelaire fue elegido. El libro termina con esta otra fórmula: ••La elección libre que el hombre hace de sí mismo
se identifica absolutamente con lo que nosotros
llamamos su destino", de tal manera que todo lo que le ocu-
1 12 Tomo
1 Fl pensamiento psicoanalítico
rno en la vida
y los dramas que tuvo los eligió éL Lo intere- sante
es que Sartre es consecuente con su doctrina.
Mucho después, cuando escribió un
texto muy bello sobre Paul Nizan, cita: "La elección libre que el hombre hace de sí mismo, se identifica
absolutamente con lo que nosotros
llamamos su destino", y comenta: ••Ahora pienso que yo escribí eso, ¿cómo fue posible que yo hubiera escrito eso?; pero hay
algo más grave que haberlo escrito y es que cuando lo escribí pensaba a-,f, creía
que eso era así". Esto fue
mucho más tarde y el el último Sartre
volviendo sobre sus comienzos.
Lo más
interesante es ver cómo una doctrina de
la libertad que está centrada en la transparencia de
la
conciencia y en la ne- gación de la menor
posibilidad del inconsciente, conduce en
última instancia a una teoría general de la responsabilidad de la elección y a una moralización general de
toda consideración de la vida humana,
incluido --por lo menos en sus discípulos--- el acto infame de dormir. Este es un momento fuerte, un momento escandaloso, en el que un fenomenólogo dice no a
la teoría del inconsciente. Lo interesante es que lo dijo con
todo su aparato teórico.
Hay evoluciones más complejas que nunca
dijeron no y que simplemente fueron cambiando de posición; es el
caso muy estudiado, quizá más que el de sartre, de Merleau Ponty. Tomé
el ca~o de Sartre porque es muy nítido, es un gran no. Ya
el último Sartre es otra
cosa muy complicada; por ejemplo, en .. EL IDIOTA DE LA FAMILIA",
a veces parece volver a la elección,
otras veces asume el psicoanálisis de una manera tan radical que entonces ya el psicoanálisis
se come todo el campo: lo que hay
que estudiar no e
s
sólo la neurosis de Flaubert, sino la neurosis de la sociedad francesa y su
relación con la neurosis de Flaubert, la relación entre una neurosis privada y una neurosis colectiva~ el juego de la una con la otra es la posibilidad de la obra de Flaubert. Es un Sartre muy
rico, muy
complejo, pero no n0s interesa por ahora, porque esta- mos estudiando las pol6micas contra el
inconsciente.
*
* *
Estanislao
Zulcta Obras
2.
LA FENOMENOLOGIA Y LA
TEORIA DEL INCONSCIENTE
113
En la exposición
anterior desarrollamoss la polémica sobre el
inconsciente. tomando el ejemplo
de las objeciones de Sartre. Se puede encontrar esa crítica en su pequefío libro ··sos- QUEJO DE UNA TEORIA DE LAS EMOCIONES", en
el cual, tomando el tema de la emoción
en particular, como el de la imaginación
en otros tcx tos y en general el inconsciente en .. EL
SER Y LA NADA", hace una crítica directa y explí- cita al psicoanálisis y principalmente al problema de una
teoría
del inconsciente .
Los textos de Sartre son muy interesantes
porque permiten ver claramente un conjunto múy vasto de opositores al
psico- análisis y sobre todo los temas esenciales de esos opositores; mucho
s
de ellos son anteriores a él. Se inspira principalmente en Politzer, autor de ••cRITICA DE WS FUNDAMENTOS DE LA PSICOLOGIA",
que es una crítica del psicoanálisis. Pero hay una corriente que inspira todavía
mucho más a Sartre y
es la que
procede de los fenomenólogos alemanes, es decir,
de los discípulos de Husserl y Heidegger. El libro
••ooSQUEJO DE UNA TEORIA DE LAS EMOCIONES"
comienza por
una presentación de la fenomenología a partir de
Hussserl y Heidegger, que en ese momento en
Francia no es muy conocida.·
Entre los psiquiatras alemanes -los de la escuela de Gestalt o psicología de la
forma y los discípulos directos
de Husserl y Heidegger- Binswanger es probablemente el más conocido y el más representativo de lo
que ellos llaman psicoanáiisis
existencial. Binswanger fue amigo personal de
Freud e incluso escribió un libro muy bello
después de la
muerte de éste, ••sJGMUND FREUD, HISTORIA DE UNA AMISTAD'' pero en
realidad su posición fue muy adversa al psicoanálisis; la amistad iba por otro lado.
Binswanger escribe un libro sobre los suefíos,
••EL SUEÑO Y LA EXISTENCIA",
una réplica al psicoanálisis. Luego Fou- cault, de quien nos ocuparemos más
tarde cuando hayamos
114 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
expuesto el problema del Edipo, le hizo a este libro un pró- logo más largo que el
mismo libro, y allí hace una compa- ración entre
la posición de un fenomenólogo como Biswan- ger y la posición de Freud.
Hay en Sartre un problema que tiene más importancia de la que se cree en la posición
puramente de combate con la teo- ría del inconsciente, por parte de psicólogos, filósofos, psiquia- tras. Además,
extiende sus alcances hasta la sociología
y la teoría de la historia. Dice Sartre:
"La contradicción
profunda de todo psicoanálisis reside en presentar
a la
vez un lazo de causalidad y un lazo de com-
prensión entre
los fenómenos que estudia. Estos
dos tipos de relación son incompatibles;
por esa razón el teórico del psicoanálisis
establece
unos lazos trascendentales de causa- lidad rígida entre los hechos estudiados, mientras que el que
ejerce prácticamente el psicoanálisis se cerciora del éxito estudiando
sobre todo los hechos de conciencia en térmi- nos de comprensión, es decir, buscando con
flexibilidad la relación intraconsciente
entre simbolización y símbolo" (Sartre, "BOSQUEJO DE UNA TEORIA DE LAS EMO- CIONES").
Aquí no se sabe de qué está hablando Sartre,
porque nun-
ca cita de cuál analista se l:"!ita; esto puede ser de Stekel en un libro muy malo que se l, •ma
"EL SENTIDO DE WS SUEÑOS",
según el cual: "una.
almohadilla para alfileres significa siempre en sueños los pe~.nos de una mujer; entrar en un
vagón de ferrocarril significa realizar el acto
sexual''. Esto. por supuesto. es una exposición falsa del
sentido de los suefios.
Para Sartre hay dos órdenes que son incompatibles:
un orden de comprensión
y un orden de explicación. Entonces, sim- plemente hay que
elegir: una conducta como la emoción se comprende o se explica: pero no se
puede comprender y explicar, eso
pertenece a dos órdenes incompatibles. Esa
Estanislao
Zuleta Obras 115
incompatibilidad se puede desarrollar en muchos
sentidos; por ejemplo, en la primera filosofía de Sartre -hasta "EL SER Y LA NADA''-· existen las conciencias, que son inten-
cionalidades, espontaneidades, y las cosas. Pero una
cosa no es nunca una conciencia y una conciencia no es nunca una
cosa. Las cosas entran en el orden de la
causalidad, hay cau- sas que explican
lo que les pasa dentro de la exterioridad,
dentro de la espacialidad. Las
conciencias entran en el orden de la
intencionalidad. Eso es ya más o menos
Descartes refi- nado; la vieja oposición: la sustancia
pensante y la sustancia extensa.
Hay, pues, en Sartre, un orden de explicación que es válido para las cosas y un orden de comprensión que es válido para las conciencias.
Entre las cosas y las conciencias es muy difí-
cil para Sartre encontrar un intermedio, aunque, desde lue- go, no puede negar que los hombres son en
cierto modo eso: el
cuerpo, el gesto, el lenguaje, el orden social entero; que no se podrían
tratar como una conciencia ni tampoco propia- mente como una cosa en el sentido de una piedra. Para Sar-
tre siempre fue muy difícil encontrar
un intermedio entre la conciencia y la
cosa; esto lleva de antemano a declarar
como incompatibles un orden de la comprensión
y un orden de la explicación. El psicoanálisis surge, precisamente, supe-
rando esta concepción. Lo primero con que se encontró Freud en los hechos de la histeria fue exactamente con esa forma de pensar el problema.
Esto de oponer explicación y comprenswn ha
sido, pues, un momento de la oposición
al psicoanálisis, y también al marxismo. En la corriente
alemana encontramos una posi- ción muy similar con relación a la historia;
Dilthey y todos sus discípulos tienen la
misma idea: como la historia es la historia
de hechos humanos, se trata no de
explicar nada por sus causas, sino de comprender; hay que comprender un mundo, es decir, ponerse en la situación
de los valores que tenían los hombres
que vivieron en ese mundo, los pro- yectos, aquello que ellos amaban, aquello
que consideraban
116 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
valioso, aquello que consideraban
repugnante. Entender el mundo es comprender la historia; las ciencias
hum
anas son objeto de la comprensión, no de la explicación como las ciencias
naturales. Es decir, lo mismo llevado a
un campo más general, al campo de la historia. En ese caso, la
acusa· ción va contra Marx, quien pretende al mismo tiempo ~por ejemplo en "EL DIECIOCHO BRUMARIO"- compren- der lo que
ocurre en una sociedad y explicarlo.
En un pequefío libro muy claro, muy preciso, muy
malo y muy útil,
que se llama
"LA RAZON Y
SUS ENEMIGOS EN
NUESTRO TIEMPO'~ de Karl Jaspers, los enemigos son el marxismo y el psicoanálisis. El cristianismo es concebido allí como un aliado de la razón, cosa que no pensaban los cristianos tampoco. Jaspers dice que
esa pareja de enemigos de la razón de nuestro tiempo, son enemigos
precisamente porque tratan de explicar
aquello que es propio de la liber- tad
y la libertad es inexplicable; si fuera explicable no sería libertad.
El tema
de la libertad, proyecto, intencionalidad, compren- sión y, por lo tanto, la aproximación al otro por el
lado de la comprensión, es muy típico de la filosofía alemana moder-
na. Esencia y formas de la simpatía, dice Max Sheller; la sim- patía es el instrumento de la
comprensión, ponerse en
el lugar del otro, una forma consciente (no la freudiana) de identificarse en el sentido de comprender, en ese sentido
en que se le dice al otro:
"te comprendo
muy bien, yo en tu caso
haría lo mismo", lo que no quiere decir que se
esté entendiendo nada, porque uno
puede hacer lo mismo que el otro sin entender qué está haciendo.
Es el gran
respeto por la libertad el que
lleva a historiadores muy interesantes,
como Dilthey, a formular claramente que si se trata de com- prender
una época hay que comprender sus valores, lo que los hombres en ella aprt'cíaban y lo que temían,
lo que era para ellos su realizactón y
lo que era su perdición, los pro- yectos privados y los grandes proyectos
colectivos implí- citos; eso es comprender
una época. Entonces, tratar de
Estanislao
Zuleta Obras 117
explicarla
es creer que la historia es lo mismo que una ciencia natural, que explica.
Esa dicotomía que Sartre utiliza para demostrar que
todo psicoanálisis tiene que ser falso porque pretende entender una significación y, al mismo tiempo, explicar una conduc- ta, es
una dicotomía
fuerte. El descubrimiento de Freud de la
necesidad de ir más allá de la
pareja -intencionalidad que uno
puede comprender o causalidad que uno
puede expli- car- era muy difícil,
porque significaba enfrentar una con- cepción reinante, que continúa mucho
después de Freud y que se presenta como descubrimiento antifreudiano
y refu- taciones del psicoanálisis 40 afies
después. Precisamente la misma pareja por cuya crítica comenzó el análisis: inten-
cionalidad -causalidad.
Es muy interesante ver esto en un autor
tan notable como Sar
tre.
Los ejemplos que él da probablemente no nos sean muy útiles
por su terminología,
pero trataremos de aproxi- marnos lo mejor posible a ellos, para que no vaya a ser esto
una manera de calumniado más que de criticarlo. Sartre saluda en el psicoanálisis la extensión de la
significación. En sus ejemplos, que no sé de dónde los saca porque
no cita,
dice que el hecho de que se diga que un robo torpe significa más que lo que conscientemente se
proponía robar,
_que significa una necesidad de autocastigo,
la necesidad de ser pillado, un oscuro sentimiento de culpa, es
una exten- sión de la significación.
Lo que Sartre combate es que esa
extensión de la significación sea inconsciente y repite lo mismo que en "EL SER Y LA NADA'~ lo que los psico- analistas no asumen
es que es de mala fe; entonces
resulta como una cosa que viene de otro
lado, y a ese otro lado lo llaman el
inconsciente.
Toda la primera parte de "BOSQUEJO
DE UNA TEORIA DE LAS EMOCIONES",
y de todos los otros libros sobre la imaginación, lo imaginario, las emociones, pretende
ser pura- mente descriptiva, de descripción fenomenológica: ir a las
118 Tomo l El pensamiento
psicoanalítico
cosas
mismas, según la consigna de su maestro
Husserl; y siempre
termina, curiosamente, con un ataque de moral.
Porque el postulado de la libertad,
de una libertad que para ser proclamada como tal no
tiene más garantía -porque nunca la ha tenido en la historia- que la conciencia, ese postulado remite a la moral.
Uno puede describir la rabia
en una forma fenomenológi- ca, puede
mostrar
una serie de conductas y mostrar que están
dirigidas
hacia otro;
mostrar por qué se produce-n esas conductas en el sentido de que algo del otro
nos ha puesto en cuestión o nos
ha herido, de que el otro haya compren-
dido una verdad de nosotros mismos que nos molesta mucho tener qué asumir o cualquier otra cosa
por el estilo, una conducta de negación del otro, de cosificación del otro, de negación de su validez como testigo, de reducción del otro a
cero, con muchas formas simbólicas y lingüísticas; podríamos hablar de un ataque de rabia. De eso se puede hacer una descripción fenomenológica, y es
bueno hacerla~ pero esto no tiene nada en
contra del psicoanálisis. Los mejo- rt;s analistas
probablemente ya olvidaron la época en que
Lacan, entre 1957 y 1960, se oponía drásticamente a la fenomenología.
Pero no creo que haya quién se oponga hoy en Francia, ni siquiera entre los
psicoanalistas de su escuela.
Volviendo al ejemplo, la descripción fenomenológica,
en el sentido de Sartre, es saber
cuáles son las intenciones implí- citas
en la conducta del sujeto que tiene rabia. Según Sar- tre, por definición,
toda conciencia tiene la posibilidad
per- manente del cogito cartesiano,
es decir, de un retomo reflexi- vo sobre sí
mismo; o sea, pasar de ver al otro como el ser más vil que pisa sobre la tierra, a decir: estoy furioso. Ese paso es
la conversión reflexiva, la vuelta sobre sí, el
cogito cartesiano, el yo pienso.
Toda concierrtia· ·es ·conéiencia pte-
reflexiva del mundo y ·tiene·:
la apertura
pe!J.1'rianente -a -set U...- conciencia- reflniVa:·· de ~·.av:-~ ~sa es la descripción
clásica
Estanislao
Zulcta Obras 1 1< )
cartesiana. Si no se quiere tenerla es por mala fe, porque siempre la posibilidad está
allí.
Desde luego, en una unidad proyectada,
transparente, como la de Sartre,
la idea de un inconsciente no cabe. A Sartre simplemente le da rabia (Ue
le hablen de que puede haber algo
que influencia al hombre y lo impulsa a
hacer algo. Por ejemplo, cuando escribe "LA INF ANClA DE UN JEFE", considera que todas esas nociones, como complejos de Edi- po y cosas por el estilo, son como si tuviéramos arañas
y caracoles en la cabeza, que producen sus
propios miasmas y nos llevan a
determinados actos. En lugar de tener temo-
res, deseos, un mundo constituído por nuestros
proyectos, aparecemos llenos de arañas
en la cabeza, complejos frcu- dianos.
De la sola descripción y la conceptualización, purificació
n, rápidamente nos encontramos
con la re flexión pura y la reflexión cómplice,
con la mala fe, y encontramos también
que la vuelta sobre sí mismo es una posición moral. Una conciencia reflexiva siempre puede dirigirse hacia la emoción; en ese caso, la emoción aparece como estructura de la con-
ciencia; no es una cualidad pura e inefable como el color
ladrillo rojo o la pura impresión de dolor, como debería ser según la teoría de James; tiene un sentido,
significa algo para mi vida psíquica. La reflexión purificadora de la reduc- éión fenomenológica puede
aprehender la emoción en tanto qu~ constituye al mundo bajo
forma mágica. Lo mágico, según Sartre,
es todo lo. que signifique mezcla de
cosa y conciencia; un mundo que
tiene sentido sin que· yo se lo dé,
y que me aterra o me encanta, es mágico; un gesto es mági-
.>cb, y el otro,
para nosotros, pertenece siempre al orden mágico.
La conversión es una purificación al mismo tiempo moral, porque la fórmula cómplice y reflexiva es: "estoy furioso porque es odioso"; es la primera
forma de la reflexión, la reflexión pura da un paso más y dice: "lo encuentro odioso
120 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
porque estoy furioso". Entonces reconoce que
la furia, la rab
ia, es una
forma de constituir al otro. Es muy interesan- te porque termina
en la idea de una superación moral por
medio de la refl(~xión, idea que es muy
ajena al psicoaná- lisis, pero que en la fenomenología resulta casi
inevitable. Y no estoy hablando ahora
del señor Jaspers sino de Sar- tre,
un ateo de izquierda, revolucionario,
a
quien, sin embar- go, su fenomenología lo convierte una y otra vez en
un mora- lista. Estuvo muy unido a sus amigos comunistas,
que a veces lo trataron
un poco mai; cuando no estaba muy en la
línea lo llamaban "rata viscosa", "vtbora de las más lúbricas", "hiena con estilógrafo ", pero generalmente lo llamaron
"com- pañero de viaje'~ De tal
manera que era un ho
mbre que no estaba como muy
apropiado para ejercer una cen:;ura moral
sobre nada y que no quería ser un moralista y que no tenía
ninguna trascendencia a nombre de la cual
declararse juez de nadie. Sin embargo, es la metodología
la que conduce al moralismo, la parejita de lo que se comprende y se explica:
porque lo que se comprende -así fue
siempre- es lo que se juzga;
lo que se explica no se juzga. En el orden de la com- prensión está
el derecho, el dolor, la culpa, la responsabili- dad; pero el derecho no hizo más que heredar de la religión, ahí está
el pecado y el mérito, el premio y la culpa. No hay mnguna teoría de la libertad, como libertad
de elección, en que no aparezca en algún momento el culpable. La doc- trina
de la libertad, dice Nietzsche, es
metafísica de verdu- gos. Primero declara bellamente que el hombre es libre
y, por
lo tanto, responsable y, por lo
tanto, culpable, y luego lo debemos
meter en la prisión, en el campo de concentra- ción o en el infierno para que
pague su culpa.
Ahora bien, fijémonos cómo hay una serie de
supuestos en la posición de Sartre, que vamos a levantar con dos
fines: primero, para hacer una réplica
a la concepción del mismo Sartre, de Heidegger, Mnrleau-Ponty y otros; segundo,
para hacer una introducc1on al
tema del complejo de Edipo. Todo esto
tiene una implicación y es que hay un
sujeto que pro- yecta, una conciencia que organiza sintéticamente -siempre
Lstanislao
Zuleta Obras 121
viene ese término en Sartre, en Husserl: síntesis-, que orga- niz
a
el mundo a la luz dt.' un proyecto. Esta es otra manera de describir la libertad, típica de Jos fenomenólogos: el mun-
do, como conjunto de sentidos, de significación, sólo pu~<k estar organizado a la luz
de un proyecto; es decir que es a
la luz de un determinado proyecto como
el mundo que se despliega alrededor de uno es un conjunto de
obstáculos o de posibles o de medios,
porque son obstáculos o medios para la realización de un proyecto. Por lo tanto, el mundo no es nunca un "en
sí" que está ahí, sino el resultado de un pro-
yecto que lo hace significativo, por lo
cual el hom brc es libre ante el
mundo, porque es su proyecto el que decide lo que el mundo significa. Una montaña es una
montaña y no es que haya ningún proyecto
que la cree; no hay que calumniar tampoco a los fenomenólogos diciendo que son
unos idealis- tas puros; ellos no se imaginan
que la montaña está inventa- da por ningún proyecto. Se habla es de su sentido, porque
la misma montañ.a tiene un sentido muy distinto si el indivi- düo desea
pintarla o desea escalarla o para un aviador
que sólo desea no chocarSe con ella. La
montaña es la montaña, pero su sentido depende de un proyecto.
En esa dirección siempre se mantuvo la descripción
feno- menológica del mundo, sosteniendo siempre una libertad; alguien se eligió
pintor, escalador o aviador. Una cosa que de pronto les
molestó es que Freud reconoce todo eso;
sola-
-mente que pretende ex_elicar tamb!én por qué un individuo llega_a...se¡:
.. .aviador
o pmroro-·escalador. de montañas, y no piensª--9.!:!.~--~~_..d.ebe. .. sim.plemente. a una elección.
Pretende que además de existir una _i_ntcnción hay
una t;X.P.liClldón ck. .. la. iñ'leiiciori,
·:y .. no. sóió' e"so:.
'!lay-Ún si~tema. de
intencio- MS- que,
Incluso, suelen ser c.ontradictorias, unas c~~fi~n~ .tes y otras. inconscientes, y no h.ay .\!.n__ sujeto unif1~.a9.o. _que esté allí dado desde el comienzo,
salvo .. para
"la conciencia. Ocurre lo mismo
que con la libertad, que siempre fue -ya lo declaró Spinoza en el siglo XVII- y
sólo eso fue: "una ijusión-de.. hLCO~nda". Lo mismo es la unidad del sujeto: una ilusión de la conciencia.
122 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
Este es el punto
en el cual
la oposiCion es ya insuperable entre fenomenología y psicoanálisis. "Una ilusión de Ja con-
ciencia -decía Spinoza-, porque
nosotros somos conscien- tes de nuestros apE·titos, de
lo que deseamos, pero no pensa- mos ni
aún en suefios en las causas que nos mueven a desear y, por lo
tanto, nos imaginamos que los deseamos libremen- te". ("ETICA", Epílogo a la primera parte).
Hay una conciencia de la libertad, se puede hacer
una feno- menología
de
la libertad, y hay una serie de nociones vivi- das, como la culpa,
por ejemplo, que proceden de concien- cias de
libertad. Pero la conciencia no prueba
nada: conscien- te de ser
libre no quiere decir ser libre; consciente de ..er cul-
pable no quiere decir ser culpable, etc. El psicoanálisis se mantiene más bien en la misma fórmula de Spinoza, amplia- da por
Freud en el capítulo final de la "PSICOPATOLOGIA DE LA VIDA COTIDIANA": "La libertad es el nombre que damos a la ignorancia que tenemos de las
causas de nues- tros actos''.
Lo que
está predeterminado en la fenomenología es una
cor.~epción del sujeto como unidad y dei
mundo como un corijur.to sir-nificativo, constitufdo por la intencionalidad del sujeto. En
las fórmulas empiristas nos
encontramos con la concepción del sujeto
como un dato, igualmente; pero, esta vez es
el sujeto observador, el sujeto de la experiencia, no tanto del proyecto, y el mundo como una realidad dada que no hay más que observar y constatar.
Ambas formulas entran en un conflicto
muy agudo con el pensamiento psico- analítico, donde no nos encontramos con una concepción del sujeto como una realidad dada, nos
encontramos con el sujeto como una. concienci:1 y luego conw un p:ml;>!ema.
Por lo demás,· -e1 concepto de recilidad en psiéoanálisis es muy complejo; no e~ ~mpi!i~ta, n! COJ1_~truct~vist~ en el sen- tido de una
fenomenología .del proyecto;· que
construye la significación que la
realidad recibe.
Estanislao Zuleta Obras 123
La idea de la realidad_~!! .
.P.~<;ganálisis procede de una
observa- ción evidente: l~alidad es algo Q!!?.
•
.E!!~-2:~-~~!. .P.~.r.c;liQo -en
la psicosis, en el delirio-, sin que se alteren los órganos de los sentidos. Porque uno
puede ser ciego sin perder la reali- dad
y puede
ver perfectamente pero delirar y gener toda clase de alucinaciones. La realidad, pues, es aq__ue1Io que puede set.,.J2e.t~· no ~s_ _
~S2-.-~tn.P.J~gte!lte constátado;
t~mpoco es_ algo constituído....¡wx_ ~!!.-ltrg_y~cto lió re, porque entonces
solamente podría ser perdido por
el que decide perderlo, es decir, la realidad no podría ser perdida sino abandonada por cobardía, por ejemplo. La realidad, aparte de que pue- de ser perdida, nu~~g~!. __mfio. CQpquistada,
siempre está ~n.,. . cierto
modo en cue¡tiQQ.
Vamos a hacer un pequeño
rodeo para que podamos organi- zar
una buena polémica
sobre el Edipo, polémica con auto- res que no se oponen al psicoanálisis
como teoría del incons- ciente, cosa que generalmente aprueban: Deleuze,
Guatta- ri, Foucault, y con parte de la gente libertaria moderna. Generalmente su oposición al psicoanálisis es al Edipo y a veces es extendida, como debe ser, a toda concepción
del complejo de castración, teorías de
las normas, concepción del padre, en
fin; en general, al Edipo. Abordaremos
pri- mero el Edipo, siguiendo la teoría de Lacan sobre el tema.
·,,
TEORIA DEL
SUJETO EN LACAN
Estanislao Zuleta Obras 127
Vamos a
estudiar el pensamiento de Lacan sobre el sujeto valiéndonos para ello del
esquema R, que es el esquema de la
estructura del sujet,o:
S
•
l '
S. ·.
Á
'\
1
R: Realidad
S: Orden
simbólico
í: Orden imaginario
M: Madre
(objeto primordial de los deseos)
P· Padre ("metáfora del nombre del padre")
.1<':· Falo
(significante del deseo ·
128 Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
1: Ideal
del Yo
A: Otro
(algo que el sujeto no organiza, orden de relaciones en el que
ingresa}
i:
m:
s:
a:
F··· M: 1
• .. I:
imagen especular
Yo ideal
Sujeto
Otro (la mirada. el seno,
la voz, los excremento~), causa del deseo. Línea
de los deseos
Línea del proceso de las idcntiticucioncs.
Lo real, lo simbólico
y lo
imaginario.
Simbólico es
todo lo que pertenece a un orden, a
una estruc- tura. Esa estructura puede ser de cualqui~ertipo ,porejemp-·-·
lo, una silla pertenece, entre otras cosas, al orden de los mue-
bLes; p
ertenece
también al orden de los utensilios. No solamen- te-a una
imagen mía privada que me pueda dar terror o amor, sino a un orden de cosas. Todo el lenguaje es simbólico; por medio
del lenguaje nos introducimos en un
orden de relacio- nes.
· Lo imaginario t es
lo que pertenece a nuestra vivencia más ··personal. Si yo veo un
cenicero, es ante todo simbólico; es
un instrumento.
pertenece a los minerales, etc. Pero también
es una tumba
del cigarrillo donde muere el deseo; es
ambas cosas: simbólico e imaginario. Un vaso también: yo deman- do de un vaso que me dé algo que no me
dieron a tiempo y tengo una sed
terrible; ese vaso es una madre
imaginaria- mente, pero simbólicamente es un
instrumento. AI,Jlh.as_cosas constituyen Ja realidad; si se pierde una de las dos, se piefae
fa realidad. Veamos ejemplos de la clínica.
F. Perrier
tenía un paciente que había perdido el orden sim- bólico. Por ]a mañana
tuvo una picada en la nuca, al medio- día
vio una flecha en un parque infantil y por la tarde fue a coger una rosa y se espinó.
Para él todo era lo mismo: estaba agredido por
alguien, en la rosa, en la flecha y en la picada.
Estanislao
Zule ta Obras 129
¿Por qué era lo mismo? Porque para él era sólo
imaginario, es
decir, había perdido los contextos (lo simbólico). Por- que tener una picada pertenece a un contexto fisiológico; ver una tlecha en un parque pertenece a otro contexto, a los juegos de
niños en un parque; y pincharse con una espi- na de una
rosa pertenece a un contexto botánico.
Pero si
uno pierde el contexto entonces sólo vale lo que significa imaginariamente y se entra en el delirio;
ya no puede tib'i=- car···Iae·spíñi-·en
lo botánico,
la fle~n el parque de niños ni la picada en lo fisiológico, pierde la realidad y cree que es víctima de una conspiración .
.La realidad está constituída por lo imaginario y lo simból
i-
.co; si uno pierde cualquiera de
los dos, pierde la realidad.
Este punto es muy importante ahora que hay tantas discu-
siones sobre la teoría del
conocimiento, del conocimiento
positivista, etc. Desde el punto de vista del psicoanálisis la realidad está constituída por lo imaginario y lo simbó- lico. Es imaginario todo, pero también todo
es simbólico; mientras uno se deja ir por cualquiera
de las dos líneas, pier- de la realidad,
y
en la
medida en que las combine, tiene algún
acceso a ella. Veo esta grabadora ahí: puede ser imaginaria; por ejemplo,
la puedo ver como un ataud en el que se pier-
de mi palabra y queda muerta; también la puedo
ver en el orden simbólico, como algo que
le facilita a alguien volver a oír mi charla, es un instrumento. Si no soy capaz de ver sino una de las dos, empiezo a delirar. Y
empezamos casi continuamente a delirar por todas partes, con todo el mun- do, con todos los seres.
Nosotros yernos en alguien un orden simbólico,
alguien nos da norm~, la sola manera como nos mira ya es una
manera de darnos normas;
pero no sólo nos da normas, sino que
nos da
promesa
s. También vemos un
orden imaginario, también nos recuerda
nuestra infancia. A cada cual lo vemos hasta
el fondo de su vida. Freud, quien era un gran escritor (ganó el premio Goethe de literatura, con toda razón),
dijo de una manera muy bella: "Los
hombres son incapaces de guardar
132
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
llama el padre. Este es, a la vez, un
tentador, un prohibi- dor
y
un protector. La identificación con el padre es enton- ces doble: una
identificación con una figura aprobada por los padres, que se llama Ideal del Yo, y la identificación con una figura que sería como los padres, que
se llama Yo ideal.
En la escuela primaria nos dieron
una cartilla. La cartilla
es el Ideal del Yo: el niño de cartilla, el nifto bueno. En la cartilla se niega
todo
lo que e
s
pasión, violencia, tensión interhumana;
no hay
clases sociales, no hay proletarios ni
burgueses explotando a los proletarios; el policía es un ange- lito vestido de verde que
ayuda a los niños a que pasen la calle;
la maestra no es tan rabiosa ni tan meditativa con- tra nosotros; es decir, todo el mundo nos ayuda, según la cartilla.
En nuestra vida el Yo ideal y el Ideal del Yo
pueden entrar en una especie de dialéctica que combina el uno con
el otro
y donde el uno nos ayuda a someternos al otro; somos ambas cosas, aunque éstas también pueden
separarse. <...uando se separan
ocurre
lo que se llama
una psicosis maníaco-depre- siva. En la etapa maníaca
está sólo el Yo Ideal: "yo soy
lo más
grande
que existe
sobre la tierra, yo me identifico
con Napoleón
o ~on algo por el estiloH. En la etapa depresiva: "yo me considero culpable de todos los males que hay en el mundo; si hay nifios
en las
calles con hambre es porque yo no he
hecho lo que he debido~~. entonces se vuelve uno culpable
hasta la persecución (culpa persecutoria).
Sobre el tema resulta útil la lectura del estudio de Freud, "DUELO
Y MELANCOLIA'•: último capítulo de la "METAP-
SICOLOGIA' '. Baudelaire, quien
escribió uno de los poe- mas más
bellos sobre el alcohol( 1
), dice
de los alcohólicos que
"vienen con sus blancos bigotes como viejas banderas
(1) Le Vin Des Chiffonniers
Estanislao Zuleta Obras 133
de derrota, chocando
contra el mundo como poetas; mien- tras
les
esperan horribles peleas hogarefias, expanden su corazón en
gloriosos proyectos''; viene
luego lo otro: la can- taleta
de la mujer,
el hombre enguayabado que se siente mal. Una y otra vez. Ese es
el Ideal del Yo y el Yo ideal. Hay también un
excelente texto de Deleuze sobre el alcohol, llamado "PORCELANA Y
VOLCAN", que se encuentra en el libro "LOGICA
DEL
SENTIDO", en el cual se ve clara- mente la pareja del Yo ideal y del Ideal del Yo.
El Y o ideal es lo que uno cree que
puede ser sin ninguna ley,
sin ninguna norma, y el Ideal del Yo es el que
aprueban los
que dan las leyes y las normas. Entre ambos
estamos todos. Si nos vamos de
un solo lado, vamos para la psicosis.
La imagen especular ( i)
El hombre tiene una primera identidad de sí mismo, especu- lar. Lacan
desarrolló esto en un texto muy conocido, "EL ESTADIO DEL
ESPEJO". El hombre es el único de los seres, entre los mamíferos superiores, que se reconoce en el espejo; el niño
se reconoce en el espejo alrededor de Jos nue- ve
meses, lo cual es fácil de demostrar experimentalmente: cuando a un niño frente
a un espejo se le muestra una cosa
detrás de él, digamos una manzana,
y voltea hacia atrás, quiere decir que ya se
recnoció en el espejo porque entien-
de que la manzana está en otro espacio;
cuando echa la mano hacia adelante a tratar de cogerla, todavía no se reconoce, todavía ve otro niño ahí. El gorila es mucho más inteligente que el
niño en
muchos sentidos; hasta los cuatro años el niño no alcanza al gorila
en inteligencia práctica, pero el gorila
no se reconoce en el espejo.
Esa es una particularidad iden-
tificadora del ser humano, el hombre es otro
para sí mis- mo, es una
imagen que se puede perder, que se puede
desa- parecer. El J:l<?!llbre sabe
que se v~a morir desde el momento :~_q1l~ ~~t:ra en_el ienguaje. · ·· · · ··· · · · · · - -· ·
130
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
un secreto, aquel que los labios calla,
baila en la punta de los dedos y por todos los poros la traición se afana. El que tenga
ojos para ver y oídos para escuchar sabe que Jos hombres son incapaces de guardar un secreto" (El
caso Dora).
La fuerza
de esa visión está en que nosotros ante el otro esta- mos conminados
por lo imaginario y lo simbólico; nos cuenta
mucho más de lo que quiere
contarnos y entendemos mucho menos de lo que podríamos entender; esa es la forma de la
relación interhumana.
Eso significa que todo lo que el hombre
dice tiene demasiado
contenido. La realidad es algo que esta- mos a punto de perder
continuamente, ese es un gran descu-
brimiento del psicoanálisis; la realidad
no es un dato, algo que nosotros podamos
constatar por medio de los órganos de los
sentidos. La realidad se pierde sin que nos fallen los órganos de los sentidos; nos podemos
enloquecer sin encegue- cemos, nos podemos enceguecer sin enloquecemos. La reali- dad no se nos da, no se nos presenta, no se nos regala como un dato.
La realidad se construye por una organización de lo simbólico con Jo imaginario y si no logmmos esa ·organi- zación, no tenemos
ninguna _r~alidad, sino un delir.ip.
El conocimiento no es ningún reflejo -con perdón dé- Lenin-
de la
realidad; tampoco es un invento. El conocimiento
es una combinación de lo imaginario y lo
simbólico, eso es lo que nos da acceso a
lo real. Si nosotros vemos a una mucha-
cha como real es porque la vemos a la vez como
imaginaria y como simbólica. Como
imaginaria es nuestra vieja búSque- da de
un seno, de una madre, de una protección absoluta; como simbólica es una muchacha que está
viviendo en la
misma cuadra de uno y estudia en la misma
universidad, etc. Cuando combinamos
ambas cosas tenemos una mucha- -cha real
a la cual amamos, pero si se nos separan una de las dos cosas entonces ya no tenemos una muchacha
real sino un delirio; se nos convierk en una profesora que nos
mira como juez absoluto y entonces es
puramente simbólica o se nos convierte en un seno de nuestra
mamá que nos espera y nos protege o persigue y entonces es puramente
imagina- ria. Todo lo que no sea una combinación de lo imaginario
Estanislao
Zuleta Obras 131
y
lo simbólico es una pérdida de la realidad y lo llamamos, por ejemplo, p.si.co-si-s .
El Yo ideal (m)
y el Ideal del Yo (1):
El ~es laidentificación con _la im~gcn del padre_ o~ni potente
o de la
madre.
. omnipótcntc; en el
tondo es lo mismo porque para esa' primera
relación de dependencia con la omni-
potencia familiar no hay todavía diferencia de los sexos; la diferencia
de los sexos se aprende en el Edipo. El Yo ideal
es el ~~~---q~~- ,s(_i_<!en~.i.Q.~.a con aquel que. pue~e _hacer cual- quier cosa, es aquella imagen imaginaria de nosotros
mis- mos como omnipotentes,. es la
identificación con la imagen del pa{fre que
puede hacer lo que a nosotros nos prohibe.
El Ideal del Yo es la isiJ.mtiticación
.C0!1. aq~ella tigurl! __que siempre .. daría .lugar a ser aprobada, aquella tigtú·a··-que los p.adres.qu....e_rrían que uno fuera.
··-·· · ··
Algunos ejemplos nos ayudarán a comprender
mejor estos conceptos.
En el cristianismo hay dos figuras: la una se llama Dios y la
otra se llama el Diablo. Dios es un protector, cas- tigador,
prohibidor,
que está por encima de uno dándole normas; ese Dios le dice a uno cuál debe ser el Ideal del Yo. El Diablo es un tentador. Pero ambos son el papá. El
papá es un_tentador y un prohibidor, él se permite el lujo de
acos- tarse con la mamá, cosa que a
nosotros nos prohibe, y se permite
muchos otros lujos: salir de noche a la
calle, fumar y otras cosas que a nosotros también nos prohibe.
El Diablo es aquel que propone y tienta a transgredir
la ley, el que tien- ta a hacer lo que
le está prohibido a uno como hijo; en
reali- dad todos hemos tenido un diablo en nuestra vida: lo hemos
llamado generalmente papá y mamá. El Diablo
es un ten- tador; en la medida en que uno se
identifica con él quiere hacer lo que él
hace. Al otro ser, que es un protector y un prohibidor, las
religiones le llaman Dios. Es bueno conver- tirlos en dos porque
tenerlos como uno solo es muy angus- tiante; sin embargo todos lo tenemos como uno solo y se
134
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
La definición
del hombre~ kt _má~ .PIJÍ.G.tiG.?_,_
que podemos teneTánora-·es que· éi ·hombre sabe que se va a·--ñiorir;_nmgún
1 olfo1ifiitiüil lo· sabe. Por eso" el
hombrenaTnventad·o religio-
ñeíi:·raraC'V'ita~·esa
cosa tan extraordinaria que le va a ocu- rrir. El hombre es también un animal que sabe
hablar; es
.decir, que tiene un
nombre, que no es natural y que no se · entiende con los otros por
señales. Las hormigas o las abe- jas,
por ejemplo, se entienden unas con
otras muy bien por s~ñales, pero no tienen historia, en el
sentido marxista del término.
EI hombre.
sí tiene historia porque ésta es una
res- puesta_.a. la muerte,
lo mismo que la religión. Jnvent.amos
la 'ñi'Storia, el progreso, la tecnología,
para responder
a la muerte, porque el hombre es,
fundamentalmente, un ani- mal que sabe que se va a morir; éste es un
dato lamentable, verdaderamente
espantoso. Hay algunos que lo han pen-- sado
de una manera muy dura. Kirilof, un personaje de Dos- toiewski decía que la vida es como una larga operación alge-
braica cuyo resultado se conoce de
antemano: Igual cero. El resultado de la vida humana: un cadáver (en "DEMO- NIOS'). ¡Cómo es de difícil,
sabiendo de antemano que ese va a ser siempre el resultado, vivir y luchar y tratar de
hacer
cosas!
El hombre es un ser que para sí mismo es una
imagen espe- cular; es decir, alguien
mortal, perdible. Hay una. fórmula de Hegel, muy bella, sobre ese punto: ..Los animales
no saben
que se van a morir porque nunca han sabido que están vivos''. Cuando uno
sabe que está vivo es cuando sabe que se va
a morir, y entonces todo se vuelve muy complejo. Esa imagen especular es la figura inicial del hombre. El hombre es un ser que tiene una imagen de sí que se configura
de una manera imaginaria, por identificación con una imágen. En algunas
formas de la esquizofrenia el hombre no se reco-
noce en el espejo, se ve en
él y saluda. También en algunas
formas de psicosis la imagen especular se
pierde. Hay una figura de la paranoia en que el hombre ve al papá cuando se mira en el
espejo.
Estanislao
Zuleta Obras 135
El hombre
es, pues, un ser capaz de verse en el
espejo, de ver su
imagen; eso es lo que se
quieré. llamar imagen espe- cular. Es un
ser capaz de tomarse a sí mismo por objeto, por objeto
p"é'rd'ible, mortal, que se le puede perder a la mamá; pof""bo]étb; ·incluso, del deseo, como ocurre en el narcisismo. Pero se reconoce
en el espejo si es amado; si no es amado, no se reconoce.
Madame Granoff escribió un libro bellísimo sobre cuatro
casos
curados
de esquizofrenia primitiva. Se trata de
unos niños de los que se pensaba eran atrasados mentales, que no sabían
hablar a los 8 ó 9 años, incluso uno de ellos a los 1O. En un
capítulo titulado "EL NIÑO
DEL LOBO "(l) ·-uno de Jos
niños tenía el delirio de aullar como un lobo- se trata de sacar a un ser humano prácticamente
de la nada, porque tampoco tenía control de los esfínteres.
Madame Granoff se metió con ellos hasta el fondo de su ser; por ejem- plo, jugando con caca, con leche, con espejos, pegándose y mordiéndose. Así los sacó, los puso a hablar muy bien y demostró que tenían una esquizofrenia primordial; es decir, que no habían pasado por el estadio del espejo y no se
habían re(;Q.tl.OCKfo nunca a SÍ. mismos, porque no habían
sido nun- ca amados por nadie, no
fueron amados por hi madre. Cuan- do···hay una carencia de amor hacia el niño, hay una
dificul- tad inmensa de reconocimiento, porque él se reconoc;e -en el esrz.si.o
sólo s~bre la ba~~. .de que es reconocido j:)orJa ma<lr~ corn.<i.,d..objeto
de su deseo:
Hay una forma de psicosis en la que el niño, al mirarse al espejo, ve un monstruo. La humanidad siempre ha tenido sus monstruos transhistóricos; se lo digo a los marxistas. Los dragones, por ejemplo, son de China, de Grecia, de Egip- to, etc. Están en todas partes y en todas
las épocas. La bruja es perfectamente transhistórica, por todas partes la encontrá- mos. v'olándo.
~en su escoba y quiere deCir la mujer fáiicá, la
. .. -~··· ··- ... -···- .... ·--····---·
mamá
con pene.
(1) La Psychanalyse No.4
136 Tomo 1 H ¡wnsamknto psit:oanalitk:o
Hay una imagen
di! sí terrorífica, QUl' es la imagen <k
si cuando uno no corresponde
a un ser amado. ~sa es la im'a- geñ .. terrorífica y se llama generalmente madre; el dragón es una madre devoradora llena de colas, de alas
y de símbolos fálicos, que echa fuego;
la bruja también es una madre.
Todas esas imágenes las ha producido la
humanidad para tratar de convocar el
amor materno y exteriorizar dos cosas: hay
algo amenazador que no es la madre y hay algo que es pro- tector,
defensor, que sí es la madre. Entonces son dos imá- genes distintas, la una
pavorosa, la otra ::~mada; siempre que- remos dividirla pero son la misma. La m.is.rua.
.. primorosa que nos encanta es la amenazadora, pero nos gusta
deji¡-¡:··-aluera esta última.
Cuando no logramos tener un buen nombre, es decir, cuan- do no hayamos
sido denominados con amor, cuando no hay
una palabra y una imagen con la cual identificamos -imagen que
deja la madre con cariño-, no hay idea de sí mismo, no hay imagen especular y, por lo tanto, tampoco hay sentido de la identidad, ni sentido de la muerte ni nada. Ese que vemos en el espejo sólo lo podemos elevar a la cate- goría de imagen reconocible si, al mismo tiempo, es objeto de deseo de la madre.
El padre (P)
Lacan lo llama metáfora del nombre del padre, más
bien que sencillamente padre.
La relación
con el padre es distinta para ambos sexos a la relación con la madre, porque la
rela- ción con la madre es una relación de complementariedad: el niño necesita
a la madre y no necesita al padre. El
niño y la niña necesitan el seno, necesitan el afecto de la madre. El
padre no es necesario, el padre es
admitido como una metáfora; la relación
con la madre es metonímica (relación de
una parte con el todo), en el sentido de que la necesita, entre ambos constituyen un todo y si desaparece la mamá, desaparece él. En cambio, con el padre no hay
una relación
Estanislao
Zuleta Obras 137
de
necesidad, hay una relación simbólica
de identificación, de hostilidad y de
otras cosas.
Lacan dice, en vez
de padre, metáfora del nombre
del padre, porque
la relación metafórica es una relación de sustitución. La definición
de metáfora en gramática es que un sustitu-
yentc representa a un sustituído. El padre lo sustituye a uno; por
ejemplo, en los celos in mntiles se vive fuertemente
esa sustitución; en cambio, la madre no lo sustituye a uno sino que lo complace.
La Madre (M)
La madre es el objeto primordial de los deseos, es
un obje- to que combina la totalidad de
nuestra forma pulsional; quiero
decir, es al mismo tkmpo objeto del deseo, de la necesidad, del amor, de la identidad, de la
hostilidad, de todo. La madre en psicoanálisis puede ser una tía, una nodri- za o el papá incluso; generalmente es la mamá.
Hay que pasar por
una primera identificación con el padre
pam
poder
llegar a desear la madre; ese deseo se produce por una vía secundaria, es decir, no por una necesidad sino por una
identificación con el padre que la desea
(si la desea es algo de lo que no estamos nunca seguros); desearla
como otro, como el padre, como alguien
en contm del cual se está, no simplemente como el que la
necesita, sino como el que compite por ella.
La madre es un objeto hacia el cual apunta el
padre y con el cual
compite el padre en relación al niño. Suponemos que entre el padre y la madre hay una relación de deseo
aunque puede no haberla; suponemos que hay un deseo, porque el deseo es constitutivo, porque el deseo de la
madre hacia el
padre es separador con relación al
hijo; esa separación es
constitutiva, el niño necesita ser separado de la madre. Es necesario
que la madre reconozca a otro como existente,
como objeto de su deseo, además del niño; entonces se pro-
138 Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
duce la línea
(M-P) de
la madre hacia el padre y del padre
hacia
la madre (P -M). Esa línea es fundamental para que se constituya Jo simbólico. Un
ejemplo: aprender <~¡ hablar
es muy difícil, es inscribirse en el otro; lo
último que uno aprende a hablar son los
relativos y Jos pronombres perso- nales
yo, tú, él. El niño al comienzo no se trata a sí
mismo de yo sino
que se trata de él; dice, por ejemplo, "él quiere" cuando se refiere a lo que él
desea. Al principio es muy difí- cil
aprender esas tres cosas porque no tienen un referente objetivo; por
ejemplo, Jlamo a esto "silla" y a esto "mesa",
pero no puedo llamar a nada "Yo". "Yo'' es el que habla, "Tú'' es
a quien se habla, "él" es
de quien se habla, pero no hay un referente permanente puesto que yo
mismo soy "Yo'', "Tú'' y "él'
'.
En la esquizofre-nia eso no se aprende tampoco; un esquizo- frénico no
aprende a decir "Yo", dice "él" refiriéndose a
sí mismo. ¿,Cómo
y por qué se aprende eso? Se aprende eso
cuando circulan las identificaciones, cuando uno se identi-
fica con la mamá, con el papá y, por lo tanto, con uno mis- mo. Esa es la parte central de lo que se llama en psicoaná- lisis el orden simbólico;
eso nos introduce en un orden sim- bólico.
Yo soy ..Yo" con relación a otro que es "él", con relación
a otro a quien se habla y es "tú"; ese es el orden simbólico. El
orden simbólico es un orden lingüístico: no se puede aprender a hablar si no se ha accedido
al orden simbólico.
El
Otro (A)
El Otro está incluído en el campo de lo simbólico y
quie- re decir el Otro
en el sentido más absoluto del término; el
Otro es la ley, el Otro es el lenguaje, las normas que uno no funda y en las que tiene que ingresar,
incluyendo las normas de la arbitrariedad. El primer sentido de
este Otro es la impo-
sición de un código pre-personal; no me
lo impone nadie en particular, ni mi papá
ni mi mamá; fantasmalmente, imagi- nariamente, me lo imponen mis padres,
eso es lo que yo
Estanislao
Zuleta Obras 139
creo cuando estoy muy nifio. Pero en realidad el
padre que ordena eso
tiene en psicoanálisis un nombre muy
curioso, se llama el "padre
muerto''; es decir, el padre que acepta
la norma y por eso puede
transmitirla. Eso a veces se vuel- ve muy complicado, sobre todo en la historia
de las religio- nes: para imponer la castración hay que aceptar la castra- ción, pero como no se puede hacer
del todo porque la his- toria
duraría muy poco, se hace la circuncisión;
primero acepta Abraham la circuncisión para podérsela imponer a Isaac y éste la acepta para imponérsela a
otros.
El Otro es la
imposición de las normas; para
comenzar, está el
lenguaje. Todos nos inscribimos en un
lenguaje que noso- tros no fundamos; por muy grandes poetas que sean
Baudelai- re o Rimbaud, escriben de todas maneras en un francés que ellos no inventaron. El lenguaje es una imposición del Otro. Ésto se llama mesa, ¿por qti.~--~-e.~i:\.1.1 2orque sL. . Es_::Y..~~ .imP-0: siCl6n magníficá:· co.mplefamente arbitraria. A uno le impo- ·
ñ'é'ri'-íñ'uchas "'01-ras cosas: "üna
manera .de .. vestir,
una manera de
comer, al café no se le echa sal sino azúcar, a
la ensalada no se le echa azúcar, ¿por qué
no? porque no, ¡es así!
El Otro
está al lado del padre porque en el
sentido imagi- nario al padre le adjudica
el niño la función del Otro; es decir, se imagina que el papá impuso eso. El Otro es la
impo- sición de las normas, no
en el sentido de un otro concreto. Este
Otro es un abstracto, el que le impone
a uno el lengua- je, los gustos y el que nos hace tomar café con azúcar y ensa-
lada con sal.
Sin el Otro (A) tampoco
hay realidad; esto se puede ver en la clínica de la psiCosis. El hombre
se convierte en un ser terriblemente libre, espantosamente libre, adquiere una liber- tad
siniestra; le da lo mismo el café
con sal y la ensalada con azúcar,
cuando ve a la mamá tiene ganas de tener relaciones sexuales con ella, etc. A éste se le perdió el orden simbóli- co. Freud en "EL CASO SCHEREBER" se refiere a un indi- viduo paranoico que
escribió un libro, y a quien no conoció
140 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
personalmente; Freud dice al final: "El
futuro dirá si el deli- rio de
l
doctor Schreber tiene tanta verdad como yo creo. si su teoría es tan verdadera como yo pienso o si más bien mi teoría es más delirante
de lo que yo quisiera': El doctor Schreber es el más grande teórico de lo
imaginario que uste- des puedan pensar; él mismo era un paranoico y estaba,
por decirlo así, sometido a lo
imaginario; decía quw jefe de la clínica
lo iba a castrar. Si pensamos en la fórmula
"castrar", tal como la
entiende Schreber, vemos que esa es la fórmula
psicoanalítica; castr'!~-~-~.l!Q..Jt~l~_r
pensar, es
acomodar en lo
'simbólico quitánaole a uno lo imagfñaño.-.-------- ·- ---~-- -----
El
otro (a)
El otro
está inscrito en el campo de la realidad; es la causa del deseo. Va
en dos direcciones porque el deseo no se pue- de desprender nunca de la identificación;
siempre que desea- mos es porque estamos buscando alguna identidad, no sola- mente a otra persona sino también llegar a ser alguien. Claro
que estamos buscando a otra persona, pero además de esa otra persona con los senos turgentes, las
piernas elásticas y todo aquello, también
estamos deseando llegar a ser alguien. El deseo, pues, va siempre en dos direcciones: Hegar
a alguien y llegar a ser alguien;
el deseo no está nunca en una
sola dirección.
Llamamos objeto a (el otro) a la causa del
deseo; ese obje- to es el que pone en cuestión la identidad. Al objeto a Lacan le da
diferentes nombres: la voz, la mirada, los excrementos y
el seno; esas son las cosas que
pueden poner en cuestión nuestra
identidad. Hay una voz que si se pierde
desaparece- mos nosotros; hay una mirada que si
no nos reconoce no sabemos quiénes
somos; por los excrementos aquí se entien-
de lo del nacimiento, porque la imagen
primera que tene- mos del nacimiento es anal, algo de nuestro cuerpo que se puede
perder; el seno es la imagen primera de
lo perdible, incluso la primera ausencia
que hay en el mundo es la ausen- cia del seno.
Estanislao
Zuleta Obras 141
Esas cuatro cosas son indicadoras de nuestra
posible pérdida de la identidad. Si no hay voz que nos ame y nos
nombre al
mismo tiempo, podemos desaparecer, lo mismo puede suceder si no
hay una mirada que nos reconozca; los excre- mentos son un símbolo de la desaparición, de lo desechable del cuerpo; el seno es lo perdible inicial.
Si uno no tuviera el temor de desaparecer, no desearía;
el deseo
en
sentido psicoanalítico no es lo mismo que la nece- sidad, como vimos antes; el
deseo tiene una cosa más que la
necesidad. Cuando uno ha caminado por un
desierto sus buenos días, tiene
necesidad de tomar agua, pero no deseo;
el deseo es miedo a desaparecer, ese es el fondo del deseo: miedo a no ser, a no reconocerse, a no ser
recono- cido; por eso el deseo tiene
un vínculo esencial con el amor.
Lacan lo dice de una manera un poco molesta:
el sujeto escindido es el que desea el objeto a y el
objeto a tiene corres-
pondencia
con $laescisión del sujeto. Igual
O a'
El sujeto es siempre un sujeto escindido, es
decir, alguien que busca algo perdido
que es él mismo: su referente de
identidad.
El sujeto
es aquel capaz de tener un deseo y un objeto del deseo. La Madre (M) es el
objeto primordial de los deseos, pero
sin la imagen especular (i) y sin la Madre (M) no hay sujeto, el sujeto está fabricado por la identificación. La iden~ tidad es algo que se puede perder, esa es
la experiencia gene~ ral de la psicosis. Acceder a la identidad es un problema humano; el hombre accede a identificarse con
alguien; esa identificación es
inconsciente; incluso, es lo más profundo
del inconsciente.
El pensamiento de Freud es muy complejo
porque no es un moralismo en el que
"deben hacer ustedes esto, estar
142 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
con lo imaginario, estar con lo simbólico''. Sólo
lo compltüo es realmente
creativo, sólo lo combinado es realmente huma- no; tod_g__Ji_qi~~
e_~-::~mi1~~~ª1 es patológicÓ:-;;- -~s ·el pensa- I-T-tl-e-ñ-fO· Jte_.Eteud. ····- --------- ...... ·-··--
El esquema
de la estructura es didáctico, aunque a
Lacan no le gusta
este término. El interés del esquema es que per- mite apreciar un conjunto de
relaciones complejas tenién- dolas en cierto modo presentl!s todas, mientras
que en el
discurso generalmente se tiende
a no ver el conjunto y, sobre todo, a
no ver que el conjunto es lo decisivo allí.
Este cuadro de la estructura del sujeto lo traje
a cuento como una introducción a la teoría del Complejo de Edipü, porque ésta donde menos se entiende es donde más se simplifica. Este tema, que es el objeto de muchas
discusiones modernas entre filósofos,
psicólogos y antropólogos, hay que abordar- lo desde el comienzo en toda su complejidad.
Lo que hace difícil el cuadro es que Lacan introdujo en un pe
queño
esquema una gran parte de su temática fundamen- tal; es decir, el problema del
orden simbólico, el campo de la ley, la organización de la realidad por el orden simbólico; como ven, el cuadro está en cierto modo
desequilibrado: el orden simbólico cubre más la realidad, en cambio lo ima- ginario
queda constituído por un campo menor.
PREGUNTA: Los cuatro elementos que
constituyen el obje- to a (el seno, la voz, los excrementos. la mirada), se
dice, son los que le dan conciencia al ser de que puede perder la
identidad; eso también tiene, creo, una relación con saber el hombre que se va a morir; ese saber de
todas formas impli- ca conciencia, ¿en qué nivel de la conciencia se encuentra ese saber, es
algo interiorizado, algo inconsciente?
Esos cuatro elementos constituyen cuatro
amenazas. El saber que uno se va a morir es tan primordial que no tiene nada
que ver con algo anecdótico como que le
cuenten a uno que
Estanislao Zuleta Obras 143
la abuelita se murió. El
saber que uno se va a morir procede del acceso al lenguaje.
Así lo explica Freud al comienzo de "MAS
ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER": un nifio (sobrino
de freud) tenía nueve meses y comenzó a produ- cir el lenguaje, no el idioma
que es distinto: decía oo -aa, una
pareja de fonemas opuestos. Esa pareja la
representa- ba con una bocina; con la que jugaba en la cuna: cuando la veía
decía aa y cuando la volvía a esconder decía oo; enton- ces Freud se
puso a seguir al nifio en estos
juegos y se dio cuenta que cuando estaba ante el espejo decía aa y cuando desaparecía decía
oo; cuando la mamá se iba decía oo y cuando llegaba decía aa. Entonces Freud interpreta rápi- damente, como es natural, que
oo es ausencia y aa I.!S pre- sencia, presencia de la madre, presencia de él mismo, pre- sencia
de la boc)na; oo es ausencia de él mismo, etc. Enton- ces ya construyó un fonema que se remite a un sentido y ese sentido
ya contiene la muerte: ya es posible la ausencia de uno
mismo; porque si aa es uno mismo, oo también puede ser uno mismo; es decir, entrar en el lengu<úe
es aprender que uno se va
a morir, ese es el dolor del hombre, entrar en
el lenguaje y aprender que se va a
morir.
PREGUNTA: ¿Cuál es la diferencia entre la pérdida de la iden- tidad
y el saber que la muerte vendrá, ya que el esquizofré-
nico sabe que se va a morir pero tiene un problema de iden- tidad?
El problema
de la muerte en la psicosis es muy
misterioso; generalmente
con una enfermedad que el paciente sabe
que es mortal,
se pueden quitar las psicosis.
Es un fenómeno de clínica muy difí
cil de interpretar. Hay varias fonnas de la psicosis en que la
muerte es el problema mayor, por ejem- plo, en la fbnna persecutoria de la
melancolía (o depresión, como se le denomina
en otras nomenclaturas), que tiene una
relación con la muerte que generalmente
conduce al suicidio. Ese suicidio fue interpretado por Freud desde hace mucho tiempo y la clínica lo muestra una y otra vez como
una identificación delirante con un objeto
perdido y al mismo
144 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
tiempo interiorizado
y odiado; perdido no necesariamente porque
se haya muerto o ido, puede ser simplemente porque no lo quiere, porque
a sus demandas a un objeto (frecuen-
temente la madre), el objeto no responde. Entonces se pro- duce un duelo patológico que funciona así: el personaje se identifica
con el
personaje perdido y al mismo tiempo tiene una gran hostilidad hacia él, entonces el suicidio es en
cier- ta manera un modo de matar
al otro. Desde luego el suicidio no se
da sólo en la psicosis y en la melancolía: a veces la persona es muy consciente de la muerte. como en ciertos tipos de esquizofrenia, pero le teme
más a la locura que a la muerte y se generan delirios extraordinariamenk dolo- rosos; es decir,
que el hecho de que en la psicosis el indi-
viduo pierda la identidad complica sus relaciont:s '-''-'D la muerte,
porque no sabe, por ejemplo, si se trata de la de él o la de la mamá. No
es que niegue la muerte en absoluto. creo
que tanto como eso tal vez no sea accesible al hom- bre: algunas
religiones part·cen lograrlo porque tal
vez la psicosis
colectiva es más fuerte que la privada: dicen de los cátaros que
entraban cantando a las hogueras porque esta- ban seguros de que seguían derecho para el cielo.
EL COMPLEJO DE EDIPO
Lo simbólico
y la realidad. El mito del Origen. Filosofías de la Conciencia y la Alienación ..
Estanislao Zuleta Obras 147
Con el
problema del complejo de Edipo ha ocurrido
en la his~ toria del psicoanálisis algo
muy complicado. Desde muy tem~ prano Freud formuló el
complejo de Edipo. Lo que él equiere
decir con complejo es una estructura de
relaciones determi~ ~
nantes que está vinculada necesariamente al complejo de
.1 castración. Por lo demás,
complejos no hay más; en vulga-~ rizaciones
se habla de complejo de timidez, etc., pero en psico~
análisis no se considera sino lo anterior. En sus primeras
obras a veces Freud
utilizaba en forma no conceptual la idea de complejo y hablaba de complejo paterno, complejo de hermanos; refiriéndose a la identificación con celos ante
los padres. Pero en realidad lo
que queda en la evolución y en el
desarrollo de la doctrina es el complejo de Edipo, cuyo destino final es la castración.
La primera
presentación que hizo Freud del complejo de
Edipo es muy simplista y, como casi todo lo
simple, pare- ce fácil y gusta: es la que se
ha hecho más popular. En ..
LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS,.
se encuentra ya un pequeño apartado que se llama '"Sueños típicos" y
den- tro de éste, uno que se llama "El suefio de la muerte de per- sonas queridas'~ 'Tratando de ver en qué
medida el suefio de la
muerte de personas queridas puede significar la reali- zación de un deseo -que es la tesis fundamental
en todo el libro-, se remonta a que
precisamente hubo d~~e..OSin_!:;OJ!.~ cientes d~_pmerte hacia el padre y deseos sexúales hacia la ma~:~sta -e-s·-la -piitiiera··¡,¡:e¡eñtacitm··d'et·fdipo, y por
eso str''"iemite
al libro de Sófocles y elige el
mito de Edipo. Freud se pregunta por qué esa obra ha impresionado tanto a
la humanidad en las más diversas épocas
y se apoya en eso para mostrar que esa obra despierta en todos
nosotros algo que hubo en nuestra
infancia: deseos inconscientes aquí
aparecen dramática y trágicamente realizados.
Es importante tener claro que deseo en el sentido freudia- no es un término muy fuerte, vinculado a la identidad y constitutivo de la persona. En el mencionado pasaje de .. LA INTERPRETACION DE WS SUEROS", Freud continúa
148
Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
con Hamlet, mostrando cómo éste no pudo matar a Claudi
o y cumplir la orden de su padre porque en Jo que hizo Clau-
dio vio realizados sus propios deseos. Ese aspecto
del Edipo es un aspecto que incluso no podríamos llamar propiamente freudiano. Algunos grandes poetas lo dicen a
veces directa- mente, como Dostoiewski,
en la defensa de Dimitri Karama- zov, al final de ~LOS HERMANOS KARAMAZOV~: el abogado dice que no se
puede acusar a este hombre por un deseo de la muerte
del padre, porque no existe
sobre la tie- rra ningún hombre que no haya deseado
la muerte del padre.
Dostoiewski también habla del inconsciente, de pensamien- tos inconscientes y del suefio como una realización
de deseos.
Freud tenía por donde encontrar
sospechas del inconsciente en toda la literatura; él dice que su obra no le debe práctica- mente nada a la psiquiatría ni a la
neurología en la que él se formó, sino que se
lo debe prácticamente todo a los poe-
tas.
Una formulación simplista del complejo de Edipo
fue, pues, lo primero
que
tuvimos. Y esa formulación, además, era muy unilateral, porque había sido sacada de la propia neurosis personal de Freud, la
cual estaba él investigando en la épo- ca en que se le murió el papá, muerte qu~ le
causó un dolor extraordinario, lo cual era más o menos raro por varias razo- nes: por una parte, porque era muy viejo y era de
esperar que se muriera; por otra, porque
casi no tenían relaciones, es decir, Freud era independiente y vivía de
su trabajo, con sus ideas que no tenían nada que ver con las de su padre, quien
era un judío muy religioso. De
suerte que esto hacía muy raro que la muerte de su padre le
hubiera parecido ..
la noticia más grave que se
puede redbir' '.
La investigación sobre ese extrafio duelo y
unos suetíos fue lo que comenzó a generar
ciertos recuerdos infantiles ya olvi-
dados de mucho tiempo atrás y muy directos; empezó a ver que en
realidad el problema era que había un odio y que ese dolor estaba
hecho de culpa, porque la muerte del padre
Estanislao
Zuleta Obras 149
era la realización de un deseo. Desde muy al comienzo se
ve
el tema de la
culpa inconsciente, cómo el deseo no necesita hacerse consciente para que genere culpa cuando es un deseo
agresivo. En "EL YO Y EL ELLO" dice freud que no sola- mente nosotros somos peores de lo que
creemos y tenemos deseos
terribles, sino también más buenos de
lo que creemos y tenemos unos
sentimientos de culpa espantosos por algo
que nunca hemos hecho.
Freud planteó primero esa idea del complejo
de Edipo, vis- t
o desde
el niño; de la niña todavía no dice
nada. Luego va a escribir dos estudios, "LA SEXUALIDAD DE LA MUJER'' y
"LA FEMINIDAD", pero son más
tardíos. En esta época, que es muy larga, no dice nada del
problema de la niña. Claro que no faltó
quien se precipitara a resolverlo en
para- lelo: "quiere matar a la madre y acostarse con
el papá, enton- ces se llama el
complejo de Electra ". Freud nunca creyó
eso y eso nunca había sido investigado así. En pocas pala- bras, se vulgarizó una noción de complejo de Edipo
en la
que uno pierde de vista prácticamente todo lo que en rea- lidad eso tiene de interés y sólo cuentan una anécdota in
tan- til. Por lo demás, otros lo habían sabido. Diderot decía, de una manera
fuerte, que si el bebé tuviera la fuerza
de un hombre de treinta años ahorcaría
al papá y se acostaría con la mamá. Stendhal decía lo mismo. Eso no era
tan nuevo, pero tampoco ese es el problema.
El problema es nuestra
fundamental ambivalencia, porque si se tuviera
odio por el papá y amor por la mamá,
eso no tendría
ningún problema. Se tiene
odio por el padre y, al mismo
tiempo, una identificación con él; el padre es. al mis-
mo tiempo, un ideal del Yo y objeto de amor. Para Freud fue muy difícil encontrar la formulación del
complejo de Edipo; por eso es importante
estudiarlo en sus trabajos tar- díos y
todavía mejor en otros buenos tratadistas actuales como Moustapha Safouan en su libro "ESTUDIOS SOBRE EL EDIPO"'
(que es un poco complicado porque tiene el fastidioso estilo de los lacanianos,
donde "si no me entiendes,
150
Torno 1 Fl pensamiento psicoanalítico
debes entender que soy muy inteligente",
que parece ser el discurso que le están
dkiendo a uno permanentemente l. En la época moderna
si se va a discutir sobre d tema del complejo de Edip
c,
debe Jiscu t irse sub
re las
t'laburaciones finales de Freud, qukn estaba
buscando y. además. tenía sus propias
dificultades: él nunca comprendió en su aná- lisis la parte de sus relaciones con la madn~ y a este proble- ma que era personal y que se puede explicar. como en todo el mundo,
por la represión, se añadió el hecho de que t:·I generalizó, idealizó no
sólo las de él, sino en general las rela- ciones del hijo y la
madre.
La primera formulación del complejo de Edipo,
en Freud, tan fácil
de leer, se encuentra en el mencionado apartado al comienzo de "LA
INTERPRET ACION DE LOS SUE· ÑOS"; Juego
en "INTRODUCCION AL PSICOANALISIS ", etc.; en los últimos trabajos,
como en el "ESQUEMA DEL PS{COANALISIS"' ( 1930). habla mucho
menos de eso y con más cuidado. Luchando
consigo mismo, en su neurosis, con sus errores y dejándose enseñar de sus
pacientes, que le hacían evidente lo que
no había querido ver en muchos casos, fue
elaborándolo sin haberlo dejado nunca en una elaboración realmente satisfactoria. Se lo puede ver en un período tar- dío, en "EL
YO Y EL ELLO" ( 1922),
tratando el tema:
"El caso más sencillo toma en el niño la siguiente forma: el niño lleva a cabo muy tempranamente una carga de obje- to que
recae sobre la madre y tiene 'su punto de partida en el seno materno; del padre se apodera el niño por identifi-
cación. Ambas relaciones
marchan paralelamente durante algún
tiempo hasta que
por la intensificación de los
deseos sexuales orientados hacia la
madre y por la percepción de que el padre
es un obstáculo opuesto a la
realización de tales deseos, surge el
complejo de Edipo. La identificación con
el padre toma entonces un matiz hostil y se transfor-
ma en deseo de suprimir al padre para
sustituirle cerca de la madre. A partir
de aquí se hace ambivalente la relación del
Estanislao Zuleta Obras 151
nifio con su
padre como si la
ambivalencia existiera desde un principio y se exteriorizara
en este momento".
"La
conducta ambivalente con respecto al padre
y la tier- na aspiración hacia la madre considerada como objeto, inte- gran
para el nifio el contenido del Complejo de Edipo sim- ple, positivo''.
Esta exposición que pertenece a lo que llamo
simplismo de Freud, simplificación, tiene el peligro que suelen tener frecuentemente
las explicaciones simplistas, que uno tie- ne la ilusión de haber entendido, pero realmente ni siquie- ra ha entrado en el tema. Es mejor
reconocer en este cam- po, como en todos los otros campos, que las cosas tienen
un nivel de complejidad
en sí mismas, es decir, que quien le ofrezca a uno que le va a explicar la teoría de la relati- vidad en términos
de aritmética elemental, lo está estafan- do. Hay en cada caso un
nivel de complejidad.
Cuando unas obras tan complejas como las
de Marx, que trataron de ana- lizar la sociedad capitalista, se reducen
a cinco fórmulas, que se pretenden son lo esencial del marxismo, no se está haciendo en realidad ninguna ayuda; es mejor
reconocer la dificultad donde está. En el texto
citado, por ejemplo, Freud no nos hace propiamente una ayuda. Parecería
que la cosa fuera muy clara: hacia la madre el deseo y hacia el padre la identificación y
la hostilidad. Pero el problema no es así.
Son los dos padres objeto de identificación
en todos los casos y en ambos sexos,
idea que luego introduce. Poco más
adelante nos dice lo siguiente:
"El desenlace del complejo de Edipo es una identificación CO!l.J!.~ padre O con la madre; parece, pues, depenaer eñ1mtbos casos c¡e· la .. éñe1'gfa · rehtiiva de las dos
disposiciones sexua- les. Esta
es una de las formas en que la b.i$ex.l.I~tda4 inter-
viene en los destinos
del complejo de Edipo". La-otra es aún más importante;
experimentamos la impresión de que el complejo de
Edipo simple no es ni con mucho
el más frecuente y en efecto, una
investigación más penetrante
152 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
nos
descubre casi stempre el complejo de
Edipo completo que es
un complejo doble, positivo y negativo, dependien- te de la bisexualidad
originaria del sujeto infantil; quiere
esto decir que el niño no presenta
tan sólo una actitud ambi- valente con respecto al pac:tre y una elección tierna de obje- to con respecto a la madre,
sino que se _conduce al mismo
tiempo como una niña, presentando la actitud cariñosa feme- nina para
con el padre y la actitud correlativa hostil y celo- sa para con la madre ...
"Una interven~--b.~~?9!~ad es la que hace tan difí- cil llegar a.íCoílocimiento
de las elecciones de objeto e iden- tificaciones primitivas y tan complicada su descripción".
La formulación se
hace más compleja, ya no es la
historia tan sencilla
de media página; ahora descubrimos que es doble, que el nift.o
se identifica con la madre
frente al padre y con el padre
frente a la madre; que tiene ambos deseos y hosti- lidades. Descubrimos cómo el
nifio entra en esa historia, en la que
hay que entrar.
Porque es necesario precisar que en el complejo de Edipo se puede
no entrar. Y eso se llama una psico~-p.ri.mi,tiva. Entrar
en el complejo de Edipo
quiere decírentrar en una triangulación; esa es la exposición que
acostumbraba Lacan en·-aeñii" época.
Eso puede y suele ocurrir, pero puede -no ocurrir; puede que la madre
sencillamente no acepte al padre ni como objeto de su deseo ni como su
palabra, ni le con- fiera a la ley de la palabra paterna la menor validez y, en
cam- bio, se precipite sola sobre el niño como el emblema de su narcisismo y se posesione de una relación
dual, sin que un tercero pueda entrar.
Ahí el problema es que para el hom- bre e1 mínimo
de relaciones es tres, según se descubrió con la teoría
del Edipo, porque dos ya no es una
relación sino una identificación eu
espejo, ya no sabe el sujeto si .es el otro o él mismo; es
decir, dos no son suficiente para una
relación.
Est¡;nislao
Zuleta Obras 153
La adquisición
del lenguaje encuentra dificultades muy serias
en
la psicosis y en las formaciones más o menos p~g.óticas; lo último que el niñ.o
aprende del lenguaje es el empleo correc- to de
los pronombres personales, porque son signos
de posi- ciones ante el discurso y no de objetos. Para poder
acceder a ellos es necesario que circule entre tres una relación que los
induzca; es decir, que uno pueda
identificarse con el uno
,(yo} cuando habla al otro, con el otro (tú) cuando
le res- po
nden
y con los dos (nosotros) cuando hablan
a uno o con uno (él)
cuando hablan entre ellos. Esa circulación debe ser al mismo
tiempo afectiva, identificatoria, para que se establezca como lingüística.
El análisis de la psicosis, espe-
cialmente de algunas esffi!gQ.fr_t;:nias, lo deja ver con una claridad inaudita. Luis Wolfson, esquizofrénico
norteame- ricano, muy notable por su
libro "EL ESQUIZOFRENI- CO Y LAS LENGUAS",
aprendió como diez idiomas con el fin de ignorar el de la madre y de no tener que
oírlo jamás, porque le penetraba por los
oídos y lo descomponía por dentro. Este
joven, Luis Wolfson, tiene unas particulari- dades lingüísticas muy
interesantes, por ejemplo, no pue- de hablar de sí mismo en primera persona; ahí se eviden- cia la falla producida cuando
no hay una triangulación; él nunca dice "yo" sino "eljoven
esquizofrénico".
Al niñ.o,
al comienzo, en una edad todavía muy
temprana, le .
queda difícil "Yo" y
generalmente se refiere a sí mis- mo diciendo "él quiere.,;
el poder decir "Yo'~ es
algo a que se llega después de una combinatoria de
identificaciones más complejas.
Cuando falla una relación -en el caso de
Wolfson el padre
está vivo, sólo que no funciona ni para
la madre, ni para él, ni para sí mismo--, éste se queda en una relación de dependencia y de persecución con la
madre; oscila entre la bulimia y la anorexia, a veces se come la mitad del mercado cuando lo acaban de llevar y
otras veces se que- da sin probar bocado, porque no sabe si la madre lo va a dejar morir de hambre, si lo va a
envenenar o si él se va a convertir en ella; delira que comiendo una
galletica puede haber allí huevos y que éstos
se desarrollen en la barriga
154 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
de él; es decir, delira un embarazo. En este caso no había
tres sino dos. El no
podía hablar de sí mismo en primera persona,
ni siquiera podía verse a sí mismo: se describe a
sí mismo como si estuviera viéndolo
otro. Esto es indicati- vo de que le ha fallado un para sí mismo muy profundo en la imagen
de sí y en la lengua; le ha falt~do porque cuando uno es algo para sí mismo es porque surgió de una
relación entre tres, y si se quedó
solo en una relación entre dos es precisamente esa posibilidad la que se cierra.
Ese tercero no tiene que ser necesariamente el papá bioló- gico; cualquiera que tenga valor para la madre ya
desempe- fia una función paterna, puede ser un abuelo, un tío, etc.
Cuando la madre está prevenida drásticamente contra toda figura paterna es cuando se tiende a
cerrar sobre el hijo y a producir esa pareja dual de tan alta peligrosidad.
El Edipo es la
producción de un sujeto, sujeto del deseo,
,.... de la palabra, de una palabra
que pueda hablar en nombre propio, de
alguien que se reconozca con una
identidad; ese
es el
fondo del problema.
Algunos antropólogos, como Levi-Strauss, han aprobado el Edipo pero con una confusión. Los antropólogos encon- traron desde el siglo pasado un fenómeno muy curioso, la prohibi<;.i.Qn._d,d.
. .inc.esto; curioso
porque es una ley y, sin em'f5'íiiio,
es universal. Lo universal en el
hombre no es lo legal, lo legal es lo
instituido; es decir, todos los
hombres tienen idiomas distintos, que,
como las leyes, son instituí- dos; lo mismo ocurre con las morales. Todos
sabemos que hay unas regiones del mundo
en que se considera criminal lo que en otras se considera magníficamente bien hecho y, a la inversa, y sabemos que esas son
convenciones. Pero hay una ley que sí es universal,
incluso Platón la menciona en "LAS LEYES', cuando dice, a propósito del Edipo de Sófo- cles, que si su crin1t:n nos parece particularmente
aterrador es porque hay un consenso universal en todos los hombres de todos los pueblos para reprobado. Cuando
Freud dijo
Estanislao
Zuleta Obras 155
que el complejo
de Edipo erc1 universal parecía muy
aven- turado, porque conociendo sólo histéricas de Viena
sin haber visto un
indio, ponerse a decir qué había en
todas las socie- dades y qué no había, parecía aventurado. Pero era por otra razón que él se atrevía a hacer una afirmación
tan extrafia; era porque él estaba pensando ·-cosa que al principio no pudo decir bien-- que el
complejo de Edipo era el ingreso del
hom- bre en la subjetividad, la
posibilidad de ser un sujeto y suje- to en Freud quiere decir sujeto del deseo,
sujeto de la pala- bra; porque el hombre
puede perder el deseo y la palabra y con ellas la realidad, sin que le haya pasado nada en térmi- nos fisiológicos.
La prohibición del incesto también es universal y enton- ces fue descrita como la norma de las normas, la ley
que instaura lo social. Curiosamente
hay una carta de Freud a Fliess donde ya había dicho
eso. Luego Levi-Strauss desa- rrolló "LAS ESTRUCTURAS ELEMENTALES DEL PAREN- TESCO': que
es una de las obra~ más conocidas hoy. Pare- cería entonces que el complejo de Edipo se derivara
de una
ley social. de una necesidad antropológica y que en el fon- do fuera de origen político; político quien~ decir que la socie- dad necesita configurar una unidad mayor
que sus grupos consanguíneos y lo necesitó durante
mucho tiempo por razones económicas; tenían que vivir
en cavemas y tratar con tigres
y hacer guerra, porque eso fue desde el comien- zo, mucho antes de la propiedad privada; para todo esto necesitaban estar unidos, es decir,
configurar un todo.
Ahora bien, la única manera de configurar un todo es
pro- ducir una disención
en el
seno de la familia consanguínea, en las
comunidades que llamamos naturales, que son las de las mujeres, los hombres y los hijos, independientemente de que
fueran monógamas
o polígamas. Si la mujer del clan A está prohibida a los
hombres del clan A entonces las muje- res o los hombres -para que las feministas no se enojen··
del clan B le están prometidas, es decir, que la
prohibición es otra
cara de una promesa y que el conjunto son
sistemas
156 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
a veces muy
complicados de intercambio. Una de las cosas
que se necesita es que entre los clanes haya un control demo- gráfico,
es decir, que no se crezcan
unos, porque muchas veces esos
clanes tienen funciones, unos son pescadores, otros cazadores, etc., y si se crecen unos a cambio
de que desapa- rezcan otros, la forma de la división del trabajo social se aca- ba y con ella la sociedad misma. Es
un control demográfico, un equilibrio
entre los grupos lo que se logra con la prohibi- ción del incesto,
del incesto con las hermanas, con las muje-
res del mismo clan.
Algunos antropólogos dijeron que esto tal vez podía expli- car la
universalidad del complejo de Edipo, que esa
prohibi- ción del incesto era la que había generado, con ese carácter tan universal, el complejo de Edipo. Es aquí
donde se están confundiendo las dos cosas, aunque ambas sean
ciertas: los antropólogos piensan así en
términos de sujetos consti-
'tuídos,
cómo se distribuyen
en la sociedad con funciones sociales
y económicas; el· complejo de Edipo no trata de eso, sino de cómo se constituye
el sujeto. Por lo demás, para evitar
estos equilibrios a lo mejor hubiera sido suficiente eliminar el matrimonio,
tal vez no hubiera sido necesario prohibir el deseo
ni pasarlo a la represión. Aquí se trata de otra cosa, no de la distribución
de sujetos que se supo- nen naturales,
deseantes y parlantes
por sí mismos, sino de cómo un sujeto llega a ser posible, es decir,
de cómo llega a ser posible un sujeto que hable, que desee, que tenga iden- tidades complejas, unas
reprimidas, otras relativamente cons- cientes. Lo que estudia la teoría del complejo de Edipo es la
historia del sujeto, del sujeto como ser que puede desear y hablar y no sólo ser hablado, porque hay
muchas formas de la psicosis y hasta de
la normalidad en que el sujeto no habla sino que es hablado, es decir, de su boca no salen más que frases hechas, ideas comunes y opiniones
prefabricadas por la propaganda y por la clase en que vive y eso se parece -dice Lacan
en el "DISCl:JRSO DE ROMA"-
bastante más a la psicosis que a la
neurosis: el hombre normal con una adaptación loca.
•
•••
Estanislao
Zuleta Obras 157
1 . LO SIMBOLICO Y LA REALIDAD
El orden
simhólico comprende un orden de relaciones, uno de cuyos modelos fundamentales es el lenguaje.
El lenguaje es un
sistema muy particular, que está coordina- d()pc:rosin estar cerraaO;--piiede contínuar. .. desarrolfáñáose d·enfrü dé t.~ieiTas leyes.
"Enese· sé-rÍtido, d.ice Lacan,
no podría flablarse-ae·-·¿iüehayun idioma más rico que otro, porque el idi\.)llla
no es un
depósito de significaciones sino una fábri- ca dentro d~--i:fertas reglaS.- En un··-~~-iii;nto. hlsl:ónéo.-uñ iOiOñfa puede··
fénerÍnássfgnificados codificados que otro, pero al !in y al cabo en este otro también podría decirse todo. l:s una mala pelea la de hahlar de un idioma más rico que otro: eso
lo descubrieron hace algún tiempo Jos etnó-
logos que partían de la idea de que las
lenguas primitivas de pequefias
p,ob1aciones eran pobrísimas, y que :resultaría
ilnposible traducir una cosa de sus knguas a las de los pri- mitivos,
pero rápidam~::ntc se dieron cuenta de que no
había ningún problema.
Las reglas son reglas de producción de
sentido y no simple- ..,. mente (}e obed¡encla;-aürique··-raiñoieñ
lo soñ:-1Tn iaiOÍila ·proüUCt· una síñtaiís-· ae·nrro· ·ae .I a cua] es absolutamente
·obligatorio moverse; al que rompe esa sintaxis probable- mente no
k pase nada en el sentido de que no lo
llevan a la cárcel ni le aplican ninguna pena. lo único que le pasa es que no se le entiende nada, que talla el proceso de comunica- ción. Si yo digo: "ayer
iré aquí", hablé muy libremente, libre de la sintaxis,
pero no dije nada; tendría que decir:
"mafiana vendré aquC' o
••ayer fui allá • '. Esa es una liber- tad que sólo sirve para perder
una posibilidad inmensa, por ejemplo, la posibilidad de hablar wn sentido.
Hay muchas otras formas de liberación de
ese estilo, que veremos cuan- do tratemos
en detalle a los libertarios.
Todos los conjuntos normativos en los cuales se inscribe
el hombre es ..ft>"que se· considera
en conjunto como sistema
158
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
-~i.!nQ9lica. .. .a.....c..Q~L2!9.~.!!. siml?{>_!ico_.
El orden de los con- textos,
el sentido de los contextos, es parte
del orden lingüís- tico; pero va más
allá de éste, es una especie de análisis per- manente del mundo
por su forma de pertenencia, es como
una lógica elemental: algo pertenece a, esto pertenece a los instrumentos, hay otras cosas que pertenecen
a los árboles, otras pertenecen a las
personas, etc. El orden de las perte-
nencias se ve en diversas clases de lógica, pero es evidente que todo tiene pertenencias, también
contextos. Pertenen- cias y contextos hacen parte del orden simbólico en el que
1 hay que ingresar, no están
dadas por la perl;epción ni mucho menos, lo cual se
nota en forma bastante dolorosa en muchas de las formas de psicosis.
En este tema la clínica, es decir, estudio de cosas, es el
pun-
to de apoyo decisivo para comprenderlo pro fundamente. Entre los trabajos buenos que hay, uno de los
pocos que
son fáciles de conseguir en castellano es
el libro de Madame
Sechehaye, "LA REALIZACION SIMBOLICA': que se refiere al caso de una esquizofrénica y está seguido por el libro del caso René, "DIARIO DE UNA
ESQUIZOFRE- NICA' '. La muchacha, una vez curada de su esquizofrenia,
escribe un libro sobre su
experiencia, muy interesante ·por- que era un caso supremamente grave, estaba
desahuciada, en estado de incomunicación y no podía ni comer, tenía que ser alimentada por sonda. Con un tratamiento
muy agu- do, intenso, afectuoso y largo (6 años), fue curada por Mme. Sechehaye, notable psicoanalista suiza,
esposa de Albert Sechehaye, · conocido
lingüista. El libro también tiene
el mérito de oponerse a la opinión de
Freud, según la cual era inútil,
imposible, intentar un psicoanálisis
de un psicó- tico: ella intenta, saca adelante y cura una esquizofréni- ca,
demostrando que Freud estaba sencillamente equivo- cado en su opinión sobre el tema de la psicosis y su posi- bilidad de
transferencia. Fue un avance muy
notable que abrió muchos caminos al psicoanálisis. René describe el pro- ceso
de la pérdida de la realidad, lo cual ayuda a compren- der qué es la realidad,
cómo se pierde, pues a veces donde
Estanislao
Zuleta Obras 159
algo no funciona
es donde se ve más claro cuáles son sus leyes. Marx decía que a los capitalistas se les hacen presentes las leyes del capitalismo en el momento de la crisis, del mismo modo que a uno se le hace presente la ley de la
gravedad cuando se le cae la casa encima .
.El estudio
de la constitución de la realidad nos es muy claro por lo
que solemos llamar la clínica, es decir, las disfuncio- nes, las fallas,
etc. Se pueden conseguir muchos otros textos
en los cuales se trate de la clínica de Ia psicosis: el Lenguaje, el
Pensamiento, el Discurso en la psicosis. En el libro de que hablo se ve qué es lo que quiere decir pérdida de la realidad; en el caso de la esquizofrenia es un problema muy sutil, muy difícil de describir. Hay casos como el
"delirium tremens'' enque se producen dragones e insectos inmensos que se vie- nen encima, pero ese es otro
problema. Cuando ocurre un proceso como
el de René es algo muy sutil: ella misma nos
cuenta que estaba ..viendo la
silla y la jarra, y que la silla segu fa siendo la silla y la jarra seguía
siendo la jarra, pero había algo nuevo allí, había algo en ellas
demasiado particular, como si la palabra silla y la palabra jarra ya no les resultara adecuada, como si estos objetos se hubieran
puesto a existir por sí mismos.
·Esta muchacha se
esfuerza mucho por mostrar, en
una des- cripción
similar
a la que hace Sartre en "LA NAUSEA'··. el
proceso en
el cual lo que realmente está ocurriendo_!s
que e.I sentido de los conjuntos
y de los contexto~ es lo que se le TsiiCperdiendo; las cosas entonces adquieren un·a pre-
.señciá muy curiosa, porque ya no están relacionadas ni unas
con
otras, ni con proyectos propios, ya que al
fin y al cabo siempre hay una relación implícitá
de todas las cosas con proyectos
prop'ios, con temores y deseos propios, que nos
pem1iten clasificarlas, de manera
preconsciente y premedi- tada, como adversas o favorables. René lo dice en esta
for- ma: el profesor seguía allí pero
estaba como una marione- ta, aunque no había
cambiado físicamente; y cuando se reía veía unos dientes
extraordinariamente blancos que daban
160
Tomo l El pensamiento psicoanalítico
miedo, aunque así se reía siempre. Llega un momento
en que
parecería que René
está delirando, en el sentido que se le
suele dar al término,
de sustituir a la realidad presente por
otra realidad imaginaria; pero no
está delirando, sim- plemente está entrando
en un proceso de pérdida de la rea-
lidad. Por ejemplo, una compafierita
del colegio viene corrien- do hacia ella y René dice: "Alicia es un león"; desde luego que los compafieros y los profesores
notan que la cosa está poniéndose muy
rara porque lo dice con miedo, no por bro- ma. Lo que sucede es que aisla la figura, entonces al correr
hacia ella la ve crecer y le da
miedo; todo lo que viene hacia nosotros
crece, según las leyes de la perspectiva, lo vemos más grande mientras más cerca está; pero como
lo vemos dentro de todos sus contextos,
no lo vemos más grande sino más cerca,
ni vemos que se empequefiece cuando se va, sino
que simplemente se aleja, porque
implícitamente combina- mos todo. Cuando lo que falla es el orden de los
contextos, de esas relaciones permanentes
que son el trabajo de lo sim- bólico, el trabajo
continuo del orden simbólico, entonces
ya no sabemos si se está
acercando o está creciendo.
Del orden simbólico hacen parte un conjunto de normas que constituyen además nuestro ingreso en las normas; son las normas de la temporalidad,
el oraeñ-dél tiempo; es decir, que el
tiempo viviO<:s
por el hombre es el tiempo
en el que se inscribe como un orden,
no es simplemente una impre- sión de que algo dura o algo se acaba.
El campo simbólico
contiene demasiadas cosas pero todas en esa línea; simbó- lico
quiere decir, pues, todo lo que pertenece al orden
de las combinaciones necesarias, de los
contextos, y algunos de esos contextos,
son particulares, de una cultura, otros son
más universales. La gramática es relativamente universal y relativamente particular; hay elementos
universales que pertenecen a cualquier
idioma y elementos particulares; hay
implicaciones universales, como la lógica, que es válida en cualquier parte.
Estanislao Zuleta Obras 161
Sin embargo, el hombre se inscr~. .. en el orden simbólico, no por una educádóñ progrésiva, bo~diiJosa o. liberal ilus-
trada, sino a -t-ravés de dram;;ts y ese es el problema
con el
····•··· ..•. . .
psicoanálisis. Si ñaY algo en el pensamiento
de Freud y de
todos los psicoanalistas
--en ese punto no hay diferencias- ,
es que, y esto resulta decisivo, se ha instaurado
allí una con- cepción
dramática del hombre. Cualquiera que tenga
o desee una"co.ñce'¡)dóri del hombre
mucho más suave,
angelical, más progn:sista, una evolución nec~:saria y natural
hacia la superación, o cualquier
cosa por el estilo, no dejará
de ver en freud un pensador pesimista; porque
en Freud de nada se sale o a nada se entra naturalmente:
a la realidad no se entra naturalmente,
se entra en medio de dramas,
que son choques con Jos otros que imponen
las leyes, como vimos cuando hablamos
de la analidad y el control de los esfínte- res.
La edu_9~.K>.n _de la alimentación, cuya primera figura es en
gran parte alimenticia y la segunda es sonora, la llamamos castrru;ión. .o.ral y
nos remite al hecho de que al deseo, tal cÓmo se da
en el niño, se le impone una cultura de una
mane- ra
de comer, un orden normativo. Lo que va
a comer y lo
que no va a comer
no es lo que le provoque, y la forma como va a combinar está
dada por una cultura y cada cultura tiene su lenguaje culinario; incluso,
algunos antropólogos lo han estudiado en
ese sentido, como en muchos otros. No hay
ninguna cultura primitiva porque le falten
normas. Frecuen- temente lo que
llamamos primitivo es porque tiene demasia- das
normas, sobre todo en lo que respecta al parentesco, y a veces a
la alimentación: hay que comer hasta
sentados en una relación con el sol, con determinado tipo de cubier- tos que ellos mismos hacen y que son simbólicos. Resulta mucho más
complicada la mesa de los Sioux que la nues- tra.
No nos imaginemos los primitivos como los
que son menos culturizados que nosotros; son culturas técnicamen- te menos desarrolladas
como duefios de poderes
sobre la naturaleza y saber causal sobre
ella; pero eso es todo.
162
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
El niñ.o entra,
pues, en un drama. Hay una castración oral, pero no sólo en el sentido de imponerle al deseo un orden,
una ley dentro de la cual se puede
realizar, se puede comer, y fuera de la cual no se puede. Además, se le impone la prohi- bición, se puede hacer unas cosas pero otras no:
"si está muy bravo puede gritar
pero no morder", y es muy impor- tante que
aprenda a no morder para que pueda aprender a
hablar, porque sin una cierta represión de la oralidad direc- ta no se puede
conseguir la forma indirecta lingüística; de
manera que es la represión la
que permite avanzar un paso.
El niñ.o no
puede morder pero entonces ;lprende a gritar y luego
a hablar y a insultar y a organizar invectivas contra
el otro; va evolucionando. No se puede
reprimir la hostilidad en absoluto, porque es muy .. p.el.ig:roso y lo que pasa es que se .
vu~lya con.tr.a ... :»Liiísmo; además, la hostilidad no es en sí una mala cosa, depende de sus formas y de
sus maneras de combfn?ció:Q..S:9P.. ..t ?..t Eros, pero en sí es una buena
cosa, incluso contra sí mismo; eso es de .grado
y de tipo; aquí no podemos facilitamos el asunto despachando lo uno o lo otro. Es imprudente
calific~ esos problemas como la
repre- sión y la castración después de haber hecho sobre ellos una simplificación brutal o sin conocer de qué se trata, y sólo porque suenan mal, ¿y a quién no le suenan
mal esas pala-
'bras?
Existe hoy muy difundida en el mundo, y sobre todo en Francia, una tendencia muy fuerte a algo que
puede llamar- se la '"de~g~gja.-teórica' ',
una cierta manera de hacer teoría
en forma demagógica. Un rasgo
de esta tendencia es querer convertirlo todo
en una oposición, seguida de la
promesa de que en esa oposición
se puede tomar partido; por ejem- plo, entre el Edipo y el no-Edipo,
las normas y las no nor- mas. Hay
normas y leyes contra las cuales sí sería muy bue- no tomar
partido, como las de la dominación jurídica y política de una dictadura infame que está en
el poder. Pero, confundiéndolo topo con todo, se mantiene permanente- mente la promesa ·de que se puede tomar
partido y en todas
Estanislao
Zuleta Obras 163
partes se quiere llevar la peleíta política.
Es como si el duelo 4--de los grupos políticos tan fanatizados y tan pequeños
que circularon en Francia durante diez o quince años, se hubie- ra trasladado
a la teoría y se relacionaran entre sí los teóricos como militantes de partidos dogmáticos, con
las mismas tendencias, las mismas
maneras de descalificar al otro por
completo, de reducirlo al absurdo; con la característica a
veces un poco ridícula de que son partidos de un solo miem- bro, el autor de algo.
Ese tipo de demagogia cuando
aborda un tema, la lingüísti- ca por ejemplo,
rápidamente quiere encontrar un partido, el
de los lingüistas que piensan en términos
de descripción, de comunicación y
de actos de información y comunicación,
entonces se funda otro partido, el de los que .P.~n~amps que_ todo lenguaje es órdenes, imposlc10ñes~-1ñd1cacionc~, .. 4.o..m!::- naciOn, y tenemos·-:v-a J!2_s
-·}?-iifff~:···s¡eñ1pré- ·lrntañ··
de intro- ducir, no eréoñ.füñio
de problemas en su complejidad, sino
la
toma de partido y resolverlo todo en
oposiciones. No se plantea qué es el Edipo, algo que si uno conoce en su com- ¡>lejidad, no se le ocurriría ni siquiera el problema
de estar
'··a favor o en contra. Hablamos de la ley y solemos decir que 'el padre, en el seriÜdo psicoanalítico del término, es un sepa- rador con
relación al objeto
primordial; es por eso mismo, porque tiene la función de entrar en
trío y de ser separa-
dor de un dúo (niño-madre), el representante de la ley, por- que la madre
la madre no prohibe, puede privar del
seno o de su presencia, pero eso
no es prohibir, prohibir es una intervención de un tercero. Entonces se adjudica al
padre en este sentido, no al señor
papá, la figura de ser el que intro- duce la ley. ¿Lo adjudica Freud? No. Freud
no tiene nada que legislar sobre eso, es
el niño.
Cuando uno se ahorra
la clínica en su conjunto le queda más fácil hacer
demagogia teórica que cuando consulta la
clínica en cada momento de su exposición. Hay muchos tipos de padres y en el psicoanálisis se
habla de una serie de padres. Por
ejemplo, hay un primer padre que suele
deno-
164 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
minarse elw....f!.,d.J:.t?.-
omrtfpotente; en una nota, en ''EL
YO Y EL EL.LU··;
cap. IV, Freud dice que en ese momento poca importancia
tiene si lo llamamos padre o madre,
que por
comodidad lo va a seguir llamando
padre, porque éste es un momento anterior a la diferenciación de los sexos. Lo que
va a llamar padre es la función de separador y de legislador. La ley es adjudicada.
Desde luego que la madre real, como está
más cerca del niño, es muchas veces porta- dora
de la ley, eso ocurre en casi todas las culturas. Roso lato llama a ese padre, el padre ~<!_~;¡]izado. Me parece
inadecuada esa denominación y
que-seguirlo llamando padre omnipo- tente es
lo más adecuado y lo más fácil de no olvidar y de entender. Ese padre es vivido como
omnip.otente en el sen- tido de que. . ordena
y prorubé···:P9r. . 8u ·aese_o;
es d;cir, el que prodl_.!c~ leyes a .las que. ~1 no .está sometido, leyes
que son
·ñech.as para ei nifto ad hoc: esta ley es
para usted, usted es el que no puede hacer eso, usted es el que tiene que
hacer eso, etc. Es una figura que en cierto modo está presente en todas partes
y que _puede ser relativamente
superada, o regre- sarse a ella, tratar de
identificarse con ella, como ocurre
en los ataques fuertes de ~a,n.ía. El Yo ideal, en .el esquema
del sujeto, es la identificación con ·esa figura; la manía es una clfnica
de la negación de la castración, es una negación global de la
castración en todos los sentidos, anal, oral, fálica, de todo tipo;
esa es una identificación imaginaria y
global con la figura del padre omnipotente. La negación de la castra-
ción oral se expresa frecuentemente en una forma de buli- mia indiscriminada:
devorarlo todo en cualquier orden.
Esa figura es luego sustituida, en su
operación, por otra que suelen llamar el padre mortal
(Rosolato la llama el padre muerto,
lo que tarñoiéñ-~'meparece inadecuado). Es
una figu- ra que 1;¡ansmite
una ley a la cual él mismo está. S01Jletido, que no produce una
ley sino que transmite la ley a lacüat está sometido él mismo. Pero siempre
hay una vivencia pri- mera del otro, el nifi.o
siempre tiene esa imagen de que la
ley es el deseo del otro. En la normativización e_s muy impor-
-taftte esa segw¡da figura. Las religiones escenifican eso porque
Estanislao
Zuleta Obras 165
es la forma de socialización más necesaria;
lo hacen conti- nuamente con los
rituales de la circuncisión que las
religio- nes
antiguas, la egipcia y luego la judaica,
practicaban. Es una castración
simbólica que puede transmitir _el _q_~_.faril-.
6ilri Ia·lia pad~~d~. · -· ·- -
· · ·
---~-·--.. ····
Ese traspaso del poder de una imago del padre
omnipoten- te a
una imago del padre transmisor, del padre que inspira
hacia
la identificación, hacia la creación, hacia la búsque- da, pero inspira dentro
de normas y no inspira a salirse
de todas, tiene mucha relación con lo
que Sl..lele denominarse las perversiones, tema que ahora es muy
conocido y ha sido tratado en -muchos
libros, corno "EL DESEO Y LA PER- VERSION ", de Piera
Aulagnier y otros, "GENEALOGIA
DE LAS PERVERSIONES·~
de Roso
lato( 1 ).
Mediante la observación se puede ver el caso
en que la imagen
del niño con relación al padre siempre quedó con la idea del padre omnipotente y de que la ley es un capricho del padre;
entonces no puede ser introducido realmente en la dife- rencia de los sexos, es dedr, en una identificación secun- daria.
En realidad las perversiones, aunque son muy
diversas, los f~tichismos, las
formas de masoquismo, de sadismo, etc.,
son todas rituales de la negación de la diferencia
de los sexos; en algunas es muy claro y
quienes las realizan prácticamente lo saben, como en el transvestisrno, cuando el individuo que no necesita
ser homosexual, el individio
heterosexual necesita vestirse de mujer
para obtener placer; lo que se está
ritualizando es una negación de la
diferencia de los sexos. Los
psicoanalistas lo dicen en un-a forma
un poco más com- plicada: es una negación de la posibilidad de la castración. Es de recordar
que en psicoanálisis de todo hay que hablar
(1) En "Ensayos sobre lo simbólico ..
166
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
como t~nde~.s!~.Q .co:rno.-estruoR1ra;
como tendencia, la per- versión éS'"él
hecho de que en el deseo hurrtano todo el mun- do es perverso. es decir, el d·eseo
mismo está constituido por Hr- operación
de todas las. zonas e_r.?_gf?!!_~~ y
por la posición de una--~ cantidad de objetos y la necesidad de __fetichis-
mos relativos que marcan, por lo
menos, la preferencia. Como ·estructura,
la perversión es una t;~lac~óJ.l <;()P.)~ l~y, que con- siste en que es necesario convocarla para desafiada.
Descrip- ciones sobre el asunto, se encuentran
eh las Obras Comple- tas del Marqués de Sade. La manera de convocar la
ley está en todas partes; en el estilo de Sade, lo que interesa es el presidente burlado -porque el pobre diablo burlado no
tiene gracia-, el arzobispo a quien le quedaron mal las pros- titutas;
para Sade éste es el gran tema, en
cambio no le impor- ta que dos muchachitos jueguen en el barrio
como quieran.
En general, en todo el mundo la prohibición es también un pocp_ estimulante. Se sabe
que si'"alguna salsa existe para el
deseo
es precisamente una prohibición, pero también
es tendencia. Lo interesante es distinguir que hay otra cosa que
es la estructura; es decir, cuando ya la única condición
para
que funcione el deseo de una
persona es organizar todo un ritual, a
veces muy costoso, como hacerse azotar por una
imagen fálica con botas de cuero, con látigos, para demos- trar qt:e la madre sí tuvo falo y para que le duela
eso para poder tener una telación sexual, eso hace parte ya de la estruc-
tura.
Ese drama de .Ja entrada
a la ley es el que .va a desatar-nues- tra posici
ón ante muchas cosas y el que va a d¿¡_f.J.!l
direc- cióñ.. y las -condiciones a nuestro deseo. Es en este sentido, y no en
ninguno otro, que Freud decía que el Edipo era
el compleJ9. . JliJ:clear de todas las neurosis, es decir,
que es u na ··-núi(j"uinar!~ · donde _ _s.e. _prga,n.Wm--.la.s .. cjiy~~_!l;s _j_~o nes de las inhibiélones;·los de:;.eos,
las identificaciones, etc.
'-··· ... . ·-
Otra característica de lo que llamo
demagogia· teórica es crear series de
conceptos prest~QSOS- que operen como feti-
--~---- ....... --··-· -~ ..
Estanislao
Zuleta Obras 167
ches, y eso ocurre en los más diversos órdenes:
en econo- iiira,' en sociología, en política, en antropología,
en psico-
análisis, etc. Si adquiere prestigio el concepto de produc- tividad entonces se traslada a la lingüística y
viene la pro- ductividad llamada texto. Una vez tuvo prestigio, porque eso es por modas, el concepto de
estructura, todo tenía que ser
estructural y ¡ror si fuera poco ya había que
hablar de la estructuralidad de la estructura. El concepto es impor-
tante, pero una cosa es el concepto y otra el fetiche. Me refiero a fetiches en el sentido en que Marx habló del feti- chismo
del capital, del fetichismo de la tierra, del fetichis- mo de la mercancía.
Fédc!W para Marx es un element<? .. que.. parece
Jl~var en
su (mrrrírsJ,eza_
de
.elemento
Ji!' pod·e-r· ·que
le confieren sus rela- ciones con un conjunto
y las funciones que desempefia e.n un có.fill!P"!9;
por eso para el economista
vulgar, como lo expli- ca Marx, la
tierra es un fetiche porque la
Santísima Trini- dad de la Economía política dice: el capital produce utili-
dades, el trabajo produce salarios y la tierra produce renta. Marx muestra que son tres fetiches;
adjudicarle a la cosa
- como elemento los resultados de la manera
como está inscri- ta en un proceso eyonómico; desde luego, la tierra no pro- duce
renta, la tierra produce plantas, lo que produce renta
, es que unos no tengan tierra y otros sí y ésta
se pueda alqui- lar. El fetiche es eso,
adjudicarle a un elemento lo que es válido
en un contexto.
Los conceptos fetiches ahora pululan y todos los días
inven- tan
nuevos, se considera que ya con eso tienen garantía de cientificidad
y de profundidad, y quienes los utilizan se des-
pojan de toda necesidad de dar
cuenta en qué contexto son útiles
y significativos y en cuáles inútiles. En la cultura fran- cesa, sobre todo, es muy frecuente hoy la manera como se pasea
en las más diversas disciplinas el primer concepto que se ponga
de moda y eso hace parte de la demagogia teórica, que en la modernidad es muy grande. Esto
opera en la adhe- sión a cualquier cosa de prestigio
político. Lo colectivo tiene
168 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
más prestigio político entre la izquierda
que lo privado. Si adherimos a lo colectivo en todos los
campos, sería lamenta- ble.Una huelga colectiva
es una gran cosa, pero pretender
un soneto colectivo en el que cada uno
escriba un verso, sería lamentable.
Otro elemento de la demagof:,ria teórica es el totalitarismo irtte.!Lc.!to: el solo
hecho de encontrar en un autor, 1liime.se Marx, Freud,
u otro, un tema que ya se puede demostrar que está superado
o que es un error, no nos obliga a revisar la
doctrina de ese pensador, sino que hay que abolirla. Es el
mismo fetichismo de los conceptos, pero al revés. El con- cepto, en
este caso, no es que dé prestigio a cualquier cosa, sino que contagia de maldad a todo el sistema
y entonces hay que excluirlo. En relación
con Freud, se aplican con frecuencia estos procedimientos de la
demagogia teórica moderna: el del
maniqueísmo, lo bueno y lo malo; la posi- bilidad de tomar partido; el
procedimiento del fetichismo al derecho:
Jos conceptos llenos de prestigio, y el
fetichis- mo al revés: los conceptos
contaminados que dañan todo hac;ta el punto que no hay que revisar nada
sino botado
todo.
*
* *
2. EL EDIPO Y EL MITO DEL ORIGEN
La tendencia a la simplificación, tendencia propia
del mis- mo
Fre
ud,
resvlta perjudicial y conduce a malos entendi- dos; por eso hay que plantear un tipo de problemas filosó- ficos
que son, en realidad, previos a la comprensión del com- plejo de Edipo y que, por no ser explícitamente plantea- dos en
Freud casi nunca y en los psicoanalistas sólo recien- temente, la exposición
freudiana ha dado lugar a muchos
malentendidos, especialmente por parte
de aquellos que sólo conocen los textos
de Freud y generalmente ignoran los
textos de los analistas actuales.
Estanislao
Zuleta Obras 169
Un problema filosófico hace relación a la co~cepción que Freud tie
ne
del ti~.o. de
lo .arcaic.a..-Y de los _orígenes. En varias
formas del pensamiento, en las ciencias
humanas, en las ciencias sociales y en
la filosofía, se ha planteado desde el
siglo pasado un cierto problema con respecto al concepto del origen . Especialmente los pensadores más
notables del siglo pasado, comenzaron a
sospechar muy agudamente del concepto
del origen.
Se pensaba con frecuencia que el descubrimiento
del origen de algo, de una institución, de una religión, de
cualquier cosa, era fundamental, porque en el origen de algo se
encon- traba la clave, su sentido; generalmente, las investigaciones de pe.iis-adores
nofabiÍísimos del siglo XIX, como Hegel, apuntaban a buscar el origen del
cristianismo, o bien el ori- gen de la filosofía, como si allí estuviera la clave de la cosa.
A mediados del siglo pasado y sobre todo en la
segunda mitad, pensadores
muy notables comenzaron a sospechar del prejuicio de que ~1 _origen_ .tuviera._algo. .. qu~ __ -ver-·:.con. lo
escñéíaf,--con". el -senÜdo o con !<?_
.. fundamental. Esta sospe- cha ··-esra-muy-desái:Toilada en. Nietzsche, por ejemplo; la primera vez
que el problema se plantea en una forma explí- cita es en la "GENEALOGIA DE LA MORAL~, segunda disertación,
numeral 12:
"Dos palabras todavía
sobre el origen y el fin del castigo, dos problemas
distintos o que al menos deberían serlo, pero
que por desgracia se confunden
generalmente. ¿Cómo han procedido en
estos casos los genealogistas de la mor
al?;
han procedido como siempre, han sido
ingenuos, han descubier- to en el
castigo una finalidad cualquiera, por ejemplo, la venganza o la intimidación y luego han
situado con toda ingenuidad esta
finalidad en el origen como la causa fmal
y con ello se dan por satisfechos"
.. Ahora bien, hay que guardarse, por encima
de todo, de aplicar a la historia
de los orígenes del derecho, el fin del
170
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
derecho y en general, en todo otro tipo de historia, nada es má
s
importante que este principio del que debería estar- se completamente penetrado y debería ser aceptado como una verdad
inatacable, quiero decir, que la causa original
de una cosa y su utilidad final
o su empleo efectivo, son algo
completamente distinto, algo que está perfectamente sepa- rado, que una
cosa existente, una cosa que ha sido produ- cida de cualquier manera, es siempre llevada por una poten- cia superior hacia nuevos propósitos, siempre· es~en requi- sición, siempre armada y transformada para nuevos
empleos, para algo completamente nuevo y
esto es válido en el inun- do orgánico, como en cualquier otra parte".
El ejemplo que da del mundo orgánico, aunque él
no lo desarrolla,
es muy sencillo. Si uno quiere estudiar el senti- do de un órgano,
sus funciones, sus relaciones con el con-
junto, nada
es más tonto que remitirse a unos supuestos orígenes; si
queremos saber qué significa la mano en el caso
del hombre, de poco nos sirve saber que es un medio dl' locomoción
para ciertos tipos de monos, ni menos que a
esas manos de los monos se llegó
en la evolución y que pri- mero fueron aletas.
Lo que Nietzsche quiere decir es que la transformación de algo no es sólo de su forma, sino también de su sentido, dl' su significación fundamental, que no
hay una continuidad de sentido bajo un cambio de forma, sino una
transforma- ción permanente de sentido. Si se va a estudiar la mano en su
conjunto, como instrumento, como medio de comuni- cación, como aporte al lenguaje, como posibilidad de mani- pulación
del mundo, etc., de nada sirve estudiar su origen. Eso es un mito,
el mito de que el origen contiene la claw
del sentido.
En el numeral
12 de la segunda disertación de la "GENEA- LOGIA DE LA MORAL ••,
Nietzsche da un ejemplo sobn· el
castigo, para
mostrar cómo ciertos ritos religiosos que
originariamente fueron rituales de desculpabilización
por
Estanislao
Zuleta Obras 171
un chivo emisario expulsado de la comunidad, que
llevaba los demonios con
él, después se convirtió
progresivamente en fenómeno jurídico con
un sentido completamente distin- to. Es tan plástica la forma como el
sentido y, por lo tanto, no hay una clave del sentido en el origen,
si es que
acaso hay un origen, lo
cual casi siempre es una formulación míti- ca;
porque nosotros muy frecuentemente tenemos la ten- dencia a creer que si nos proponemos hablar de algo
que ya está constituído, un conjunto existente, resulta siempre
pertinente la pregunta acerca del origen de ese algo. Aun- que eso ya las ciencias hace tiempo lo despacharon, exis- tía cierta ingenuidad ~n la
investigación,
porque era necesa- rio comenzar el estudio
de algo por el estudio de sus oríge-
nes. Desde luego, nadie ha hecho eso nunca, si ha hecho el estudio serio de alguna cosa. A ningún
lingüista se le ha ocurrido la idea de
comenzar la lingüística con un estu- dio del origen del lenguaje, del
que no sabemos todavía prác- ticamente nada. Un historiador de la religión
cristiana no
se plantea el problema de
los orígenes, todo el mundo ya sabe que
en esa configuración teórico-ideológica hay for-
maciones egipcias que comparten 200 religiones, como el dios que muere todos los ,años y resucita. A
eso se agregan otras cosas y la unidad que conocemos se con figura polí- ticamente en Roma y no
religiosamente. No es pertinente ·r
el problema del origen en ese caso; el problema sería estu-
diar sus funciones, su significación, las confluencias .de diver- sas épocas y diversos fenómenos
de índole religiosa, polí- tica y económica que fueron dándole forma y sentido
final a una configuración como el cristianismo actual.
La idea de continuidad del
sentido, o del origen como cla- ve, está denunciada desde hace mucho tiempo por los
mitó- logos que han mostrado que el estudio de la mitología no consiste nunca en remontarse a ver cuál es la huella del Dio- nisia griego en algún asiático y ver dónde estuvo ese asiáti- co, sino que en cualquier horizonte
donde uno se sostenga, de una mitología que es válida para un pueblo en una época cualquiera, lo importante es es,tl}i@.t
la. . .Jqgi~ª- 4~ su fun-
172 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
cionamiento allí. Lo primero no es supremo, decía Dumezil, un mitólogo muy conocido; lo primero no es lo importante, no es lo que
configura el sentido.
Este movimiento de desmitificar puede seguirse en
el siglo XIX, como
un movimiento general en pensadores
comple- tamente independientes
entre sí. Es curioso ver cómo en este
sentido van en la misma
dirección. Marx no tiene nin- guna relación con Nietzsche,
ni éste con Marx. En su mito-
logía, en su procedimiento, Marx desp~ja ese problema del
origen como problema no pertinente y además lo hace con
gran limpieza; por ejemplo, en "EL CAPITAL" nunca se trata de
estudiar cómo empezó el capitalismo,
se trata de saber cómo
son las leyes de la acumulación capitalista, cuá- les son los
determinantes de un proceso, cómo
funciona. El problema de cómo se formó ese proceso, queda intro- ducido en
forma tardía y lateralmente para un caso en el
capítulo XXIV, pero allí todavía Marx hace una serie de reflexiones muy notables; muestra cómo
existe, siempre que se plantea ese
problema del origen, la tendencia a pro- ducir mitologías. En el mencionado capítulo,
"Sobre la llamada acumulación originaria~·. Marx nos muestra cómo al comienzo lo primero que se produce en los economis- tas vulgares es un mito: al comienzo había hombres muy ahorradores y muy trabajadores, y otros que
despilfarra- ban todo lo que conseguían, los unos se volvieron ricos y los otros terminaron de tal manera que ya no tenían más qué vender
que su pellejo, a eso se deben las
diferencias de las fortunas, y aunque los primeros hace ya muchas gene- raciones que no trabajan,
siguen enriqueciéndose continua- mente, y
aunque los otros trabajen todo el día, siguen
sin tener
nada más que vender. Este es el pecado original de la Economía Política y el pecado original
explica, como se sabe, las diferencias entre los
hombres y sus desgracias.
Marx muestra, pues, con gran finura, cómo el
planteamien- to por el origen introduce inmediatamente un mito, inclu- so un mito de
tipo religioso, una explicación moral
de una
Estanislao
Zuleta Obras 173
diferencia de clase actual, una justificación, etc. Más intere- sante es que él ha generalizado en algunas de sus críticas ese tipo de reflexión. En la "INTRODUCCION
A LA CRI- TICA DE LA ECONOMIA
POLITICA" muestra un rasgo típico de la forma mitológica: coger un fenómeno propio de la .última forma de sociedad, el contráio-·(en
ias socie- dades esclavistas el asunto no es de contrato, no se contra- ta
nada con un esclavo, tampoco en las sociedades feuda-
les; el contrato es la forma jurídica
característica del capi- talismo), y ponerlo como origen de la sociedad. La
misma observación hace Nietzsche, acerca
de Rousseau, y dentro de su estilo: este
hombre no podría ir a
visitar los salvajes sin hacerse acompañar
por un notario de París, para que firmara su contrato social.
La búsqueda del origen como clave conduce
frecuentemen- te a formular un rasgo
actual, volviéndolo un mito, como origen
y sentido de todo lo que ha ocurrido.
Marx mues- tra que el problema del origen del capitalismo no es un pro- blema unitario,
que el capitalismo tiene diferentes elemen- tos
-capitales comerciales, un
mercado, un proletariado, etc.-, que
son independientes, pueden tener orígenes dis- tintos; uno sólo de el
los no produce los demás y puede darse sin que se genere
el
capitalismo. Da el ejemplo del proleta- riado romano y también el de la.
acumulación de capitales mercantiles en
muchos sitios sin que se haya producido capi- talismo. Sólo cuando coinciden
los tres y comienzan a con- vertirse en una estructura
que se reproduce, entonces se convierte
en capitalismo. El origen es múltiple, disperso, no se le puede asignar una lógica específica, cada uno de los
elementos procede de lógicas diversas. Marx no define un origen
del capitalismo que nos vaya a explicar su sentido.
Las sospechas sobre el concepto de origen, hoy también
desarrolladas por algunos
filósofos, se relacionan estrecha- mente con el problema de la manera como uno piense el tFP.G· Una concepción más
compleja del tiempo que la concepción de
análisis abstracto, cartesiano, queda exigida
174 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
siempre que se va
a trabajar con algún proceso que se mueva en
el
tiempo. La analítica es una
división puramente abstrac- ta y esa división conduce a la destrucción del concepto de
tiempo. Se puede enunciar
de una fonna sencilla para que no filosofemos sin ejemplos: el futuro
todavía no existe, el pasado ya no existe, entonces son dos inexistencias; el pre- sente es un límite
ideal entre esos dos, porque se puede
divi- dir cada vez más y entonces se nos desbarata el tiempo ente- ro, entre un
pasado que ya no existe, un futuro que aún no
existe y un presente que es un instante divisible en una línea.
El tiempo no se puede analizar de la fonna cuantitativo-- analítico-matemática. Ese es un asunto que ya saben
los
filósofos desde hace mucho
tiempo. Hegel muestra brillan- temente en la "FENOMENOLOGIA
DEL ESPIRITU'' la imposibilidad de una concepción matemática del tiempo, porque conduce a reducir duraciones
cualitativas a cantida- des divisibles por definición
al infinito.
Siempre que planteamos un problema de proceso_s, ~oncre tos, veremo~Jma.duraei6n efectiva,
que no púede ser
abs- tracta, dentro de la cual ocurren cosas
rápidas o lentas, sino una d~-l(l~i~n- qu~ pertenece a las cosas -Ill!~!Jla.S.,_ que hace
parte de los organismos, de los procesos; que los ciclos y las duraciones son constitutivas de los
objetos y no un reloj vacío con el que se puede
medir cualquier cosa. Es decir, que cada que se van a estudiar procesos concretos, histó- ricos, personales,
procesos de conocimiento, historia de
una neurosis, historia de una religión o cualquier cosa, se hace
en un tiempo concreto, que contiene sus propias dura- ciones, su tiempo de maduración, de difusión, o, como
se ve
en psicoanálisis, el tiempo para saber y para recordar.
Freud muestra de una manera muy sutil que hay dos
tiem- pos: una cosa
es re~t<!~t de repente, por medio de un sue- ño o
por asociación, ·algo que- se había
olvidado desde hacía muchos afios, a
veces desde la infancia; y otra cosa es-hacer
... -... _..
Estanislao
Zuleta Obras 175
vigente ese
recuerdo. El llama
perelaboración( 1) el trabajo pruér-cuar1a c'onciencia
no só~e~·haee consciente ·de aquello
que es recordado de repente, sino que recupera las c~e .hª~!~-~-_t)ecesario m_~o ()iyi_daaó. Entonces
ya no es solamente que aparezca,
strio que ap~ rezcan todQs .. los motivos por los c.u.ales estaba
olvidsdo. Ese
paso'""dé''una toma <1.~--~Jlf:.i.~ncia en'''"iñSi~6ino dicen los ingleses, en 1á fOnna de un rayo, es una cosa; y otra es la posesión de ese recuerdo e~ su vajQr,,
.en ~~ignW,cación e incluso en su
peligrosidad, en todo aquello que .J.o...hacía incompatiblé"'COñ""fa. .. és"fructura
de nuestra conciencia. No ~trata" solamente de tomar conciencia d'e
algo olvidado, sino de mucho más que eso, saQ.er por qué es\aba olvidado,
todas las ramificaciones, todo etJ'froncto· 'qüe trae consigo y que estaba excluído, toda la fonna de la
experiencia.
, Hay en psicoanálisis, y en muchas otras
disciplinas, una cier-
ta concepción
del tiempo que podríamos llamar..Jli.alé.c...tiea
o retrQSPectiva, CO;!l(;ep~i~ll: ~~~ ~i.~mp.o .que. no. es lineal. El psrcóanálisis es una
concepción cerradamente detenninista,
pero ese detenninismo no opera\cn··u·iia-fom11f}1t_i.'iHQ"~;·én el sentido
de que el pasado dete'rmina el presente y el pre- sente detennina el futuro. En el psicoanálisis el pasado op.e-
ra sop_re .... eL p.w.~c:.mte, el presente sobre el paSado,
cada nue- v6 drama es una -re·o rganÍZl:11\0C11··.-i·· ó...n..... ... .9e los dramas. y.a .vividos.
-~ • ....
Si así no fuera, la idea de superar un
conflicto o una neu-
rosis, por medio de un análisis, no tendría sentido; sin la detenninación del pasado por el presente,
el presente no tendría nada que hacer sobre el pasado.
Hay muchos que objetan a Freud como 12.1!§.~ como un individuo cuyo pesimismo consiste fúndamentalmen- te en que hace
del hombre un esclavo del nif'i.o que
fue, una
{1) Traducción
propuesta por La Planche y Pontalis, "Vocabulario del Psicoanálisis·~e Duchowbeiteng.
1-76 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítit·.,
marioneta movida por los lazos desconocidos que ligaban los efectos de la infancia, inmodificable porque ya fue. 1·.:. bueno presentar desde ahora el problema del tiempo
y dt'l origen
en psicoanálisis, en su complejidad,
porque las sim- plificaciones
son las que dan pie a este tipo de objeciones.
Ultimamente en algunas tendencias, sobre todo en
Francia, se ha presentado
con bastante frecuencia la acusación dt· pasadismo.
Para que no nos toque de pronto
tenernos qw. .· tragar otra cosa
por el estilo de ..EL ANTI-EDIPO': tnl' anticipo
a indicar que hay una concepción del tiempo
qul' puede ser ejemplificada en psicoanálisis,
como en pocas
otras materias. Se supone que el complejo de Edipo cst<i en su plena virulencia alrededor de
los 3. a los
6 a!'los. y en seguida viene lo que freud llamaba la disolución o la deca-
dencia del complejo de Edipo, y, si no
decae, pues enton- ces sería bueno que decayera. Es un período de configu- ración, pero ese período reestructura y redefine los acon-
tecimientos anteriores y les asigna nuevo sentido.
De la misma manera va a ocurrir con toda la reflexión
psico- analítica, muy elaborada a veces
hoy, sobre la crisis de la pubertad. La crisis de la
pubertad, por ahí de los 12 a 14 afios, cuando se rep.la.n1ea_J!l .. prol?_lema.
sexual en ~~rminos
ge_nitales, sohrc objeto¡.....e.Jf:-temos y
como relaciones _sexua- les posibles, es una crisis que, entre otras cosas,
...replaatea el. ....oo.m:plejo. d~. _
~dipo y le puede camQiar. la .. ..significación que tuvo. Puede redefinir, incluso,
las identificaciones ya adquiridas en
períodos bastante tardíos. En un caso estu- diado por Freud, una nifia varía su orientación sexual por completo
a los 16 años, que es un período
muy tardío(!).
Esto en cuanto a crisis que son más o menos
estructurales, porque son cambios
fundamentales de la edad, pero hay
(1) ''Psicogénesis
de un caso de homosexualidad femenina"
Estanislao Zuleta Obras 177
muchas otras crisis que no lo son, que se producen en una persona por sus relaciones personales, por un duelo, por la pérdida de un ser querido, por la pérdida de un
objeto, y que también pueden replantear
toda su estructura psíquica. Se supone que el.!Ylálisis, si es algo
que vale la pena, debe ser una crisis
qlfé replantee la· organización .. :e.sjguica,_ iden:!ifi~ catoria
y dem_ás. · ·····
La primera grat;Mr~e-~~!\:lC.~~!!l<:~c?J.l. es el f.?~P.~~jQ....p~ .
~~~P.P..! . que ya es taid10 ·y stempre vtene sobnnlramas que le pre~ ceden: los del destete, los de la forma de alimentación incluí~
da en la
cultura, que llamábamos antes -utilizando un bar~
barismo freudiano-, cast!!~.iqn .• Jltal. Este barbarismo se explica precisamente por··
esa relación del tiempo del pre- sente hacia el pasado, porque la forma de
vivir el comple-
jo de
castración redefine sus relaciones anteriores con la alimentación; por eso también
habran del complejo de cas- tración anal. Lo que
se llama el control de los esfínteres y
el enfrentamiento
de los esfínteres con la ley, es anterior .. al complejo de Edipo, pero éste
redefine su sentido y por
eso es que se habla del complejo de castraéióñ";;rt'ás bien
que de la serie: el complejo
del destete, el complejo de la educación
anal, etc., etc.
Se fija
en uno porque la...!!bido inviste
_4.~ una maneJa t~. ~l narcisismo de las diferencias ·-sex-uil}és, de las .~s for- tnaS'. . de identidad, que son las formas de la identidad
en la dif~ ·los sexos. Generaliza tanto el problema del autoerotismo y el narcisismo sobre los órganos
genitales, que le
adjudica el sentido de lo que vive allí a su
historia
anterior. Y retrospectivamente se lo
va a seguir adjudican- do, no es sólo en el Edipo. Por eso Freud lo llamó el com- plejo nuclear, porque era eLID-ºID~!lJO en_g.ue..se.-orga:n:iftban en. .. ..Y-na nueva unidad
Jm. _b!lsg_qe.da .:dé ··una
.. se8tJ:ndii_ identi- d~ si no
falló la primera, en el espejo, con la madre; por- que si falló esta
primera, ciertamente no va a haber tal Edi- po, sino una
esquizofrenia originaria. El Edipo es la segun- da forma de identtaad, se organiza así y retrospectivamente
178 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
le confiere su
sentido a las formas anteriores.
Todas que- dan, en cierta forma, abiertas como medios de deseo,
como potencias del deseo, y no sólo. son
potencias; la oralidad siempre sigue siendo una forma de nuestra agresión,
una forma de nuestra petición, de nuestro amor, también de nuestra
imposibilidad, de nuestra protesta cuando a cierta falta de amor (fantaseada o real) responde el nifto
con una anorexia total: no come nada, no
quiere nada y no quiere saber de nada
que sea comida. Eso es grave, porque no hay
que creerle a los médicos cuando dicen que "el hambre
los hace comer, eso es una: cosa naturaP'. Eso no es n:\tural, el nifío se puede
morir de hambre. En el hombre
domina lo simbólico sobre lo natural,
ampliamente.
El efec.te- -de"~terioriQad es uno de
los primeros concep- tos de Freud. Uno· ·¿e los
más notables f.Llósofos modernos que ha reflexionado profundamente
sobre el psicoanálisis, en los
textos de Freud, es Jacques Derrida. En uno de sus
textos, llamado "FREUD Y LA ESCENA
DE LA ESCRI- TURA'~ dice que ese concepto es decisivo en Freud desde el comienzo, incluso desde antes del
descubrimiento, pro- piamente hablando, del psicoanálisis, desde
"PROYECTO DE UNA PSICOLOGIA PARA NEUROLOGOS'~ donde él todavía cree que se puede plantear el problema
en tér- minos de neuronas, cosa que después abandonó, pero don- de ya produce el concepto de aposterioridad.
Otro de los aportes de Freud a la fll.osofía
es el concepto de ~· Es un
concepto muy curioso: una experiencia no se agota
en sus resultados, ni en sus recuerdos, sino que
se mantiene siempre como una
reserva para que una expe- riencia
distinta la reinterprete. Al final del
"caso Dora" está muy bien planteado el concepto de reserva.
Dora hizo un análisis con Freud, que
falló por culpa de éste, quien no
entendió muchas cosas y, sobre todo, problemas de trans- ferencia. Era
un buen caso, pero Freud no estuvo a la altu- ra de la cosa, como él mismo
dice; no se dio cuenta de una serie
de problemas que se referían a él, y
estuvo tratando
Estanislao
Zuleta Obras 179
de interpretar la relación de Dora con el papá, la relación de Dora con
el señor K, del que estaba
enamorada, y con la amante
del papá, mujer del señ.or K, de l
a
que también
estaba enamorada. Se mantuvo ahí
y no vio toda
la serie
de cuestiones que eran alusiones
a su relación con Frcud. Es decir, el
problema de la transferencia no lo vio bien, se le escapó y se
le escapó también
Dora, quien dijo no más análisis y se fue. Sin embargo, un tiempo después,
Dora regresa a conversar con Frcud de otros problemas y a con- tarle algo, pero ya
no a análisis. En el comentario de eso,
Freud hace un estudio muy interesante y breve en el que muestra cómo el análisis que falló había quedado, sin embar- go, como una
reserva. y experiencias posteriores, una ida a Dresde, donde estuvo estudiando un cuadro de
la Virgen, un encuentro
con una nueva persona, una lectura sobre un
acontecimiento, reorganizaron \parte del análisis que ella no
"pudo integrar y logró captarlas.
El concepto de~a hace parte del
concepto freudiano de e~~-~~. Es decir, n" ])ay . ex.periew.;.i.a..~ nQ .. ~.~ co..n~H tuya com<:>. .
~es~rva. d~ !:Jlúg
__
iples signtfi~~~os y...-efectos··¡:Ybste- riores· pósibles, pero no .ne~~-sáfios. Ese concepto de expe- rieñcfa. .es necesario ·para tener ese concepto del tiempo, de que también hay un efecto del tututo sobre el presente y del
presente sobre el pasado. Para tener ese
concepto del tiempo hay que tener cierto
concepto de experiencia: Ja experiencia se constit~.Y~J:.Q.I!IO
res>erva; y tener también un
cence-rifo-def"electo de aposterioridiid.
Hay, pues, una nodón freudiana del tiempo; esto es
mejor verlo desde el comienzo en liloso fía, porque lo vemos
como una simpli tic ación aparente: que el señor
Edipo se enamora de la mamá, que quiere matar al papá, y luego surgen toda clase de objeciones; pero, es porque no hemos
comenzado a verlo a fondo. Má~ bien veamos la cosa con su dificultad. Así no se presentan
tantas objeciones tontas, si aceptamos desde el comienzo la dificultad de la cuestión.
180
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Hay una cierta concept
ión
freudiana de la historia, de la rela- ción de la historia con
la estructura, de la relación del acon- tecimiento con el conjunto, del tiempo,
de la relación del presente con el pasado y no sólo de la determinación del presente por
el pasado, de. la experiencia
constituida no sólo como respuesta.
La noción de la experiencia, por ejemplo en 1~ psicología pavloviana o conductlsta, es generalmente plana: la expe-
. rienda es
el choque con la realidad, frustración o gratitica- ción. Se huye de la
frustración y se busca la gratificación, y ahí van
las ratas por los laberintos y las
lombrices por los huequitos y los perros
de Pavlov a almor1.ar.
Hay una concepción e~na._de.. la._e~periencial.- gy~- s.e__.. .. c.ons- tituye siempre como~~ r~sery?l~ resem,~ . dc~··s~ptj_do,
reserva de posibles
efectos nuevos, pero no necesarios. El acon- tecimiento drrá aquello de lo que en mi reserva podrá des- plegarse o
quedará siempre oculto. Ahí hay una concep-
ción compleja del tiempo, sin lo cual
parecen muy absur- das las figuras de Edipo.
Melanie Klein ha descubierto cosas mt!y importantes, que no sabía Freud, ha hecho
grande~ aportes al conocimiento de lo~ nifios, especialmente de los nifios en sus primeros meses. A ella se deben conocimientos
importantísimos acer- ca de la depresión como resultado y superación de un perío- do
primitivo que ella llama esquizo-paranoide (entre los 8 ó 9 meses). Klein fue desde el comienzo
una psicoanalista muy vigorosa y muy independiente con
respecto a Freud. Coi.iendo casos
famosos de freud. como el del "hombre de los lobos", desde el comienzo dijo: mal diagnóstico, aqu( está
viendo una neurosis ob&•siva donde en realidad hay una psicosis. La crítica al tratamiento que
Freud estaba haciendo y que es un clásico
en psicoanálisis, la hizo ella en 1928,
en vida de 1-•reud. Ella era una persona
indepen- diente, capaz, investigadora, con contacto
directo donde Freud no lo tuvo (con los
niños). Lo único que hay q.¡e
Estanislao
Zuleta Obras 181
reprochar un poco, fuera del esquematismo en el
lenguaje que usa, es una
cierta creencia ingenua de que entre más atrás se va,
más se llega a lo más importante,
a lo más pro- fundo; que profundidad y arcaísmo es lo mismo, que mien- tras más lejos se va·
hacia el origen, más se acerca a la
causa. Esa es una ingenuidad inmensa,
eso se da en ciertas tenden- cias del
psicoanálisis.
Desde luego, en el psicoanálisis fue tardío
hacer concien- cia de toda la problemátka
filosófica implícita; como en el marxismo. En el
'4 DISCURSO
DE ROMA" 0953), cuyo
subtítulo es ·~Función y campo
de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis'~ de
J. Lacan, se toma
conciencia del
pro- blema que estamos tratando.
Desde el punto de vista teórico. lo más importante de este trabajo es
una crítica muy radi- cal a la ilusión de creer que micntrds más se va para atrás. más claves se han cogido. Ahf se menciona lo que he dicho acerca de Melanie Klein. Por
eso mismo se fue
el doctor Rank hacia el origen, ese "nietzscheano auténtico", según Deleuze, se fue hacia el origen y no pudo
dejar de descubrir que el trauma
fundamental era el nacimiento, porque más atrás ya era difícil ir. Aquí se le produjo
a Mclanie Klein una cierta dialéctica
del seno bueno y del seno malo, muy
primitiva, que no es un error ni mucho menos, pero que es darle
a lo imaginario, a aquello que todavía no está estruc- turado, que no tiene una organización, que no tiene una
lógi- ca, que, como diría Lacan, es todavía imaginario, toda la fuerza de lo determinante, de lo que produce efectos. Enton- ces ya no se ve qué
viene a ser la estructuración edípica, qué
viene a ser el lenguaje, qué viene a ser la organización, pues- to que lo imaginario, que es lo original,
produjo los efectos decisivos. Ese discurso es un corte teórico y una
exigencia conceptual nueva en psicoanálisis.
Uno de los pensadores que más ha reflexionado,
durante lo
s
últimos diez año!(, sobre las relaciones
entre historia y estructura en el
pensamiento de Freud, es André Green.
Tiene muchos textos sobre ese tema; en uno de los últimos,
182
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
"W ARCAICO" ( 1982), plantea el Edipo,
reflexionando sobre el problema de su ubicación en el tiempo, pero en el tiempo tal como lo piensa Freud, y no que e) drama de la analidad es posterior al de la oralidad, pero anterior al Edi- po. Entonces Jo plantea así:
"El Edipo
es el complejo nuclear de la neuro- sis, este término está tomado aquí en su sen- tido más amplio. Y. sin embargo. no lo es de antemano;
el Edipo aparece al término de la sexualidad
infantil, durante
la fase que lleva este nombre, que puede comenzar
y terminar más o menos temprano. pero cuyo período de plena floración no es discutible (de los 3 a los
6 años). Sin embargo, su acción no
queda limi- tada a la fase de su floración. l.acan ha hecho observar a justo
título, que no es sostenible, en un
sentido verdaderamente estricto, hablar
de los estadios preedípicos. porque más bien habría que hablar de estadios pregenitales, dado que la dimensión
estructural del Edipo está
potencialmente presente desde el origen,
o, en todo caso, lo está ya en los
padres del niño que le dan su estatuto humano".
Es decir, el Edipo es una estructura en la
que se ingresa, es una estructura
triangular en la que se organizan los
objetos de las pulsiones y las
formas iniciales de la identidad. En cierto modo es previo como
toda estructum en que se ingre-
sa, porque el hombre es un ser que ingresa en estructuras, ingresa en el lenguaje que no funda. Es
decir, es una cua- lidad específica del animal humane crear símbolos, pero
sólo a raíz de que ha ingresado previamente en una estruc- tum simbólica
que él no ha fundado. No solamente
crear símbolos, sino también dejarse
esclavizar por ellos. Esa espe-
cificación, la forma d.; ias vivencias
del deseo, las posicio- nes de los objetos y las formas primeras de
la identificación, esa especificación de
la estructum en que uno ingresa es
Estanislao Zuleta Obras 183
lo que se llama
el complejo de Edipo; ingresa tarde (a los
tres años), pero esa estructura redefine lo que pasó antes.
Como en
todo gran pensador, el concepto de experiencia de Kant, de Hegel, de ,Marx, es un problema; nunca es un concepto obvio.
Ahora
bien, esto es esencial para entender el Edipo. No
es una
casualidad que
nuestros amigos Deleuze y Guattari hablen tan poco de los
procesos de la identidad.
Sin eso realmente no se entiende mayor cosa ni del Edipo, ni de nada.
El pro- blema de la identidad en el pensamiento de Freud, nos va a dar las claves del Edipo y nos permite
estudiar otros pro- blemas más directos, mostrarlo en estructuras psíquicas concretas, en una histeria, en una histeria
de angustia, en una obsesión, en la
depresión, etc.
*
* *
3. FILOSOFIAS DE LA CONCIENCIA
Y LA ALIENACION
Mencionamos antes ciertos aspectos del pensamiento de Freud que es
mejor
explicitar como problemas filosóficos, si no. se quiere c:~~r .. eq discusiones mal planteadas. Hay un ~o~to ·d~-=~~~rien9J!, propio de Freud, que in~luye algu- rios aspecws como la
noctón d~Jwa, en el
sentido de que ninguna experiencia es
exhaustiva, sino que se constituye como una reserva, y lo que queda reservado es un conjun- to de sentidos posibles de lo vivido. Posibles en varias direc-
ciones; es posible que alguna vez se recuerden o que se olvi- den para siempre, es posible que produzcan
determinados efectos, o que no los
produzcan, según lo que siga.
(
Esa noción de reserva
es correlativa de la noción de efica- cia retrospectiva. Es
decir, hay una acción del pasado sO'Dre. . el presente Ytambién una acción del presente sobre el pasa-
184
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
do. Es lo
que Freud llama aRosterioridad o eficacia retros- pectiva. Los conceptos
de reserva y
"apos'ieoond·aa-Soñ. .eseñ- ciáTés en
el pensamiento de Freud, desde
antes de haber f
or-
mulado el psicoanálisis como tal. Desde
"PROYECTO DE UNA PSICOWGIA PARA NEUROWGOS",
esos son los dos conceptos rectores de su noción de experiencia, hasta el final de su vida.
Eso es
muy interesante, si se examina filosóficamente. El mejo
r
texto sobre el tema
(reserva y aposterioridad) en "FREUD Y LA ESCENA DE LA ESCRITURA", de J. Derri- da, en "LA ESCRITURA Y
LA DIFERENCIA'', del mismo autor. Hay
otros trabajos sobre problemas filosóficos gene- rales de las ciencias
sociales, como "LA ESTRUCTURA, EL SIGNO Y EL JUEGO EN LAS CIENCIAS SOCIALES ", donde estudia también
este aspecto en Freud, comparado con
Levi-Strauss y Nietzsche.
Derrida toma casi todas las consideraciones
de "EL SER Y
EL
TIEMPO" de Heidegger, en sus reflexiones sobre el tiempo. Muestra cómo el esfuerzo de la modernidad por superar el concepto vulgar del tiempo -que en Heidegger es explícito y directo con una crítica filosófica-,
es eviden- te en otros pensadores del mundo actual: Freud, Levi-Strauss, Nietzsche, etc. y en muchos otros que incluso
no se cono- cen entre sí. Hay una
confluencia del pensamiento moder- no, más que influencias entre autores.
El problema se puede
explicar más o menos en estos térmi- nos: el concepto tradicional del tiempo, que Heidegger
llama, más duramente, vulgar (incluye a Hegel y a Aristóteles), tie- ne la particularidad de que siempre llega a la idea de darle prioridad al
presente, y en el fondo
no sabe hacer con el tiempo más que análisis del presente
o, peor aún, de la pre- sencia. El presente
es la única categoría que resulta
efecti- vamente válida para estos autores, en el sentido de que el pasado
no puede ser concebido por ellos sino
como un pre- sente que ya no es. En
todo caso, y eso es cierto, algunos
Estanislao
Zuleta Obras 185
filósofos racionalistas y
algunos filósofos griegos, tienden a pensar el tiempo bajo la categoría de la presencia: el p¡~Sa do
es un
presente que ya no es, pero fundamentalmente
es un presente,
un presente que fue. Y el futuro es un presen-
te que aún no es, con lo cual -dice Heidegger en "LA ESEN-
CIA DEL FUNDAMENTO~'- se escapa
por completo
toda visión
efectiva del futuro, es decir, de "la fuena
silenciosa de lo
posible". Este análisis del tiempo tiende a hacer impo- sible la concepción
de otra cosa diferente a una sucesión de presentes, a los cuales se les agrega que son presentes actuales unos, y presentes inactuales otros.
Los unos por- que ya no son y los otros porque aún no son, pero después de todo ahí no
queda más que una sucesión de
presentes. También el presente es allí
lo originario, hay una cosa que se
presenta, que se da, luego se suceden otras cuando esa ya no se da, cuando ya es pasado.
En casi toda filosofía occidental so-bre el tiempo está implí- ci
ta
una cierta concepción según la cual el carácter esencial del tiempo es el presente. Der.rida sei'l.ala que una teoría del
presente es necesariamente un sometimiento
del tiempo a la categoría de la
conciencia, porque la conciencia es con- ciencia de una presencia, conciencia
de un presente. Cuan- do yo recuerdo
en el nivel de la sola conciencia -según el análisis clásico, que no era el análisis
heideggeriano, ni menos freudiano, del recuerdo- pongo en escena en cierto
modo dos presentes: el presente de mi
conciencia actual, que es una conciencia que está recordando y sabe
que está recor- dando ahora; y el presente que está recordando y que ya no es,
pero fue en otra época. Y o pongo en
escena dos pre- sentes: uno actual y uno inactual. El actual se refiere al
inac- tual; ese es el puro nivel de la
conciencia.
En el pensamiento de Freud, el cop.cepto de
experiencia es mucho más
complejo; la conciencia· ·no ·es nunca una pre- sencia, como sucede en el empirismo. No hay ninguna con- ciencia __ ~~~ mung_o_.
?.~!l.!al __ que'no
sea una lec.tura _transfe_- r~ La -fñuisferencia no sólo se da en el análisis; en éste
186
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
la transferencia se vuelve experimental, se provoca por la frustración
y se estudia directamente,
porque la situación de neutralidad real del analista
permite ver fácilmente todos los papeles
que el analizado lo pone a desempeñar: el de la madre, el del padre, todos los
antiguos od1os, amores, demandas, dependencias, que en él proyecta en su actualidad. Pero siempre leemos el mundo así, no hay nin.&!llla
presen- cia no interpretada. ... ·· ····· ··· ·····-· ·
··· .....
-... __ ,.,.._..,.._...-........... ,:.
No hay relación humana alguna que pueda ser sólo
con éste que está. aquí y
ahora. Siempre es éste representando pape- les que ha habido; siempre es éste ejecutando
viejas vengan- zas, cumpliendo antiguas promesas. Siempre es éste y
otros; nunca hay mundo tampoco que sea
un logro de un aquí y ahora, es decir, la lectura de un simple golpe de presencia. Todo .. es.. .. reorga.nización ~ tamhiéQ¿royección hacia. En ese
sentido, no hay tal presencia, sino ·-ü':n~·ñüd~pasado y futuro, con el que se interpreta el mundo y el otro.
Freud intr.oduce nuevas distinciones en el concepto de expe- riencia. Frecuentemente
en psicoanálisis se habla de expe-
riencia en un sentido muy fuerte y
particular: una experien- cia traumatizante. El conjunto
de conceptos que vienen a calificar ciertas experiencias, fueron empleados por Freud desde el comienLo,
a veces abusó de ellos y se equivocó. Una de sus primeras teorías sobre el origen
de la neurosis, una teoría traumática,
era la perversión de los niños por los
adultos. La sostuvo durante varios años hasta que tuvo que confesar que estaba equivocado, pues eso
lo había toma- do de los relatos de los histéricos y de algunos obsesivos, sin tener en cuenta que eran fantasmas de
ellos y no reali- dades.
Lo interesante aquí es que el concepto quedó.
Ese trauma particular, como explicativo, resultó
equivocado, pero el concepto quedó en psicoanálisis: hay, efectivamente,
expe- r!,~a. Eso parece tomado de la medicina, (fe los ·traumas por los golpes, los huesos quebrados y órganos
Estanislao
Zuleta Obras 187
dañados. En psicoanálisis es algo parecido,
pero en sentido psíquico, una vivencia
que supera el si~_t~mé!. de. defensas del Yo, es una VIV€Wcia..T.t:a.LÜiia:tica'":-Ta:tribién
es a veces un pro- blema de sorpresa.
Freud estudia lo que se denominaba neurosis traumática,
que
es la que se
genera cuando un individuo
tiene un acci- dente grave, repentino, completamente inesperado, del
cual además sale ileso. Casi siempre
la neurosis
traumática tiene como condición que
salga ileso. Si el
individuo queda heri- do, es muy
improbable que le dé, porque la herida introdu- ce una nueva economía en el narcisismo. La libido que vie- ne sobre el Yo cuando hay
dolor, protege. El dolor protege el psiquismo. Cuando el individuo queda
ileso, el peligro, la imagen de la
muerte, los fantasmas que representa el acci- dente,
dominan sin que haya una angustia que prepare al psiquismo para ofrecerle
sus mecanismos de defensa: la repre- sión, la negación, la proyección, en fin.
El accidente es invasor, todos los fantasmas
inv
aden el Yo. En "MAS ALLA DEL PRINCIPIO DEL
PLACER", Freud
estudia ese fenómeno y muestra
que la tendencia de la neu- rosis traumática es la repetición. Por lo que no se puede
explicar por el principio del placer. La repetición es el
inten- to de volver a vivir lo mismo.
Es muy frecuente que la repe- tición se haga en sueños. Después de un accidente,
vuelve la persona a vivir el accidente en sueños con gran angustia y lo despierta la angustia una y otra vez. [os niños no lo repiten en sueños, sino en juegos, lo vuelven
a hacer jugando.
Freud se pregunta
qué es lo que se busca con la repetición de
una
cosa que no pudo haber sido placentera. Resumien- do, lo
que se busca con la repetición es vivir lo que
se vivió, pero con una preparación; la preparación
es la angustia. Lo que ocurre es que el accidente traumático
es un acci- dente que cae como el rayo cuando los individuos están completamente tranquilos y de pronto aparece
el horror. Generalmente ocurre así, el
carro sale por un abismo, el
188 Tomo 1 El pensamitmto
psicoanalítico
avión se cae,
y el tipo queda bien, estaba sin
ninguna prepa- ración. Ese es el tipo de situación que genera la
neurosis traumática, que generalmente no
es una cosa grave y se disuel- ve sola por el procedimiento
de la repetición. Lo que se busca
allí, dicho en términos más teóricos. es que
para que funcione el principio placer--displacer, según el cual se bus-
.. ca
al placer
y se huye del dolor, es necesario que
haya un sujeto unificado. El problema de las psicologías clásicas es que
al sujeto unificado lo dan por un supuesto y enton- ces el sujetoousca.lo"que lo complace. lo que lo gratifica, lo que le da placer, según esa terminologia, y huye de lo que lo
trustra,
le da dolor, etc. Entonces, ese movimiento
de lo
que lo complace y lo que lo frustra, explica toda la con- ducta. El conductismo es eso, explicar la conducta por ahí, suponiendo que el sujeto es unificado y
que hay algo que lo frustra y algo que
lo satisface, algo que le causa
dolor y algo que le causa placer.
El pensamiento
psicoanalítico sostiene lo contrario. El tra-
bajo más ti.Jerte es precisamente el trabajo
de unificación. El Yo no e.s.. un sujeto dado: el Yo -dice Freud
~iNHI BiCION, SINTOM."A-Y ANGUSTIA"-
es ohi@sión
de la
síntesis, el trabajo por unificar
tendencias diversas. dtsper- s~ctorias: deseos,remores,
iffihelos,·
demandas contradictorias,···-awersas y
dispersas. El trabajo de sínte- sis por medio
de la r~!.Q.ll. .. )!. ._,pc; J! .. angust.ia, es la alerta
cuando está amenazada la precaria unidad del Yo que se haya
logrado. La unidad del Yo puede estar
amenazada por
un deseo propio, por una posibilidad que abre la cuestión
de quién es uno, y por sus diferentes tendencias. Es decir,
el Yo, en psicoanálisis, no es
un dato, porque no lo toma de la
autoconciencia y en ese sentido el psicoanálisis
es un
gran no a la tilosofía de la conciencia, prinCipalmente en su versión
cartesiana y sartreana.
El he~ho d~.-~!.,..t;) hombre
conscient~ .de
sí sea conscien~ t~. ~k .sí.
como
unitario, el Yo que quiere y que no
quiere, que recuerda o que no recuerda,
etc. es~~ que
Estanislao
Zuleta Obras 189
no indica en absoluto que aquello de Jo que es consciente
como.
una tfhid·act~· sea uña unidad.
Ese hallazgo magnífico yaéSfá-enKant;
su 'extraordinaria refutación
de la meta- física del alma se basa
toda en la consideración de que la conciencia
no es garantía ni prueba de la verdad de
aque- llo de lo que es consciente. Toda la metafísica
del alma pro- cede precisamente de la idea
de que el alma tiene la parti- cularidad de ser un ser simple, no compuesto de partes. No es vivido como un ser en el espacio, todas las cosas en el espacio se pueden dividir, no pueden ser indivisibles, como una sustancia
simple. En ese tipo de vivencias es que se ha apoyado toda
la metafísica del alma. El gran
no de Kant, es ya muy diciente porque va en
esa dir~cción. De ahí saca- ban la prueba de la inmortalidad del alma, porque un ser que no es compuesto no puede desaparecer. Lo simple no
es modificable, porque si hay
alguna modificación de una sustancia,
esa sustancia debe ser compuesta. Ni siquiera
se puede
pensar en que una sustancia pudiera desaparecer de golpe; las sustancias no desaparecen, Jo que desaparecen son los atributos. Además, de golpe, no
ocurre nada, por- que el tiempo es un
continuo y no una serie de momentos.
Para que algo desaparezca tiene que comenzar a desinte- grarse en sus
partes. Si no tiene partes es inmortal como el alma. Si uno
lo vive como unidad, entonces es una
uni- dad. A eso es lo que Kant dice no.
Hago todas estas anotaciones porque es muy importante ser prudentes con Kant. Ha habido algunos analistas
de una inmensa prudencia con Kant,
especialmente derivada de su ignorancia
sobre él. Cuando decimos que el psicoanálisis
introduce una mutación en todas las filosofías y psicolo- gías de la conciencia, y también en todas las
psicologías racionalistas, el caso de Kant es muy complejo, porque él inició también la crítica de la
conciencia. Freud así Jo reco- noce; el primer apartado del capítulo sobre Jo inconsciente de la "METAPSICOLOGIA"termina con
estas
palabras:
190 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
"La hipótesis
psicoanalítica de la actividad psíqu
ica
inconsciente, constituye en un senti- do una continuación del animismo, que nos mostraba por doquier fieles imágenes de nues-
tra conciencia, y en otro, de la rectificación llevada a cabo por Kant de la teoría de la percepción externa".
Uno de los rasgos más conocidos de esa
autopercepción del
psiquismo adjudicada al mundo es la magia.
El proceso primario
opera por dos formas (le conexión;una
se llama metafórica (Feud la
llama con4~rt~~i.Q)l),
·y--·e-s la relación s;ut~sem~jantc, entre lo qUe.- tiene
el mismo se~la manera como algo alude a
algo, porque tiene el mismo sentido, la misma esencia y que en una estruc- tura desempeña--la
misma fÜiic!óñ~ ·La magia traduce que
lo semejante es eficaz sobre su semejante, la percepción endoscópica
del propio psiquismo, o sea, del
proceso pri- mario que opera así, en lugar de verse como un proceso psíquico, se ve corno una ley del mundo, así se da en la idea de la
magia. Por ejemplo, construyendo un muñeco que represente a thlano, clavándole alfileres y
poniéndolo boca abajo, vamos a
perjudicar a ese fulano, se le atribuye una eficacia de lo semejante sobre lo semejante.
'
La otra conexión es la w.~o.u.¡.ni¡a, que opera
por el contex- to. Aquello que pcrtenecé :1 un contexto, está imprciña- do del sentido
de ese contexto. E,n la
experiencia humana ocurre así: cuando
tenemos una experiencia fuerte, como un amor, todo
el contexto queda impregnado de
ese sen- tido: las canciones, las cositas,
todos los recuerdos quedan impregnados y
se convierten en em~cos, aunque no tengan un parecido,
sino por CC2_~tg.iualidad.
Hay dos
formas de la magia: la CQ.(!;tagiosa y la siruQ.¡Hica. Esta última es la que opera por lo
serñeTante, y la otra sobre el contexto,
entonces hay que coger un mechón
del pelo.
Estanislao
Zuleta Obras I'JJ
el cinturón o alguna cosa que pertenezca al
contexto y mani- pularlos para tener un poder.
Entre los primitivos es clásico el temor que les da que les saquen un retrato y ver
que alguien se lo va a guardar, como quien
dice ••quedé en sus manos". Estos procesos inconscientes muestran una gran semejanza con la forma
del animismo, es decir, de la lectura de los acon- tecimientos del mu~~r;atural según reglas del deseo y reglas del proc~~~-primario. ·'
Todo el ·movimiento
fundamental de la "CRITICA DE
LA RAZON PURA~·. es una rectificación de la teoría de la per-
cepción externa, un combate contra el empirismo
que ima- gina que todos los conceptos de espacio, de tiempo, los
que allí se llaman de
la sensibilidad, o los conceptos de relación, como el de causalidad, es algo dado
empíricamente en los hechos.
Kant muestra que éstos no son elementos que pro- ceden de la experiencia, sino condicion~s. ._sin-..Ias ...
cnalcs no es P.osible l(!_~e.riencia; sin eSfas"'"condiciones la
experien- cia no sería más que una rapsodia
de sen_saciones. El sujeto
se imagina que su cabeza está vacía, que todo le llega de la realidad, de
la experiencia, de la percepción, y se olvida toda la actividad lingüística, espacial,
proyectiva, etc. sin la cual no habría tal realidad ni experiencia. Es a
eso a lo que se refiere Freud cuando habla de "la rectificación nevada a cabo
por Kant de la teoría de percepción ex rema", es decir de la
teoría de los empiristas y sobre todo de los empiris- tas y sensualistas ingleses.
Kant decía que hay una tendencia en nosotros a creer que to¿la-ltienc. . deJa cosa,
de la realidad, ya que la conciencia
tiene la tendencia a olvj,dar. • sua.. pm~_oJ).e.Aciones, la par- te activa del conocimiento, y a considerarlo como la reflexión de lo
dado. Se ha considerado incluso que mientras menos actividad introduzca el sujeto, más claro es
el conocimien- to, más objetivo, más
natural. Es como la paloma que se imaginara que volaría mejor en el vacío, así también el hom- bre se
im~gina que sería mejor pensar
sin categorías, sin
192 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
la
constitución de un tiempo, sin aprioris.
Esta es la recti- ficación
kantiana.
La idea que
tenernos de nosotros mismos es una construc- ción.
La historia que el sujeto hace de su propia vida, es una leyenda; el psicoanálisis, en gÍ'an parte, es el estudio de
esa leyenda, que va entrando en
crisis a medida
que se revela insostenible frente al recuerdo efectivo y nuevo.
Todos los
conceptos freudi
anos que se refieren al pasado
son co~ructivistas,
como el concepto de la esce- n~.primor{ial, el de-fOS rec\W:_q9---ª_.Ranta11as. Son parteae algo
que oéiirrió y parte de una construcción que hacernos sobre lo que ocurrió.
Siempre está Freud interrogando nuestra vivencia de noso- tros mismos como síntoma, no como evidencia que era para
Descartes. En la "INTRODUCCION
AL PSICOANAUSIS" se trata de
la impresión de lo ya vivido, impresión que tiene uno a veces de que lo que está ocurriendo en
este momento ya ha ocurrido, .que estas palabras que está oyendo ya las ha
oído y que la situación ya la ha vivido. Es
una impresión que se da con mucha frecuencia tanto en la vida
cotidiana como en el análisis.
Hay una interrogación permanente sobre la conciencia
de sí como
síntoma que contiene un proceso, implica un dra- ma, es
resultante de luchas de fuerz
as. En el escenario o en
la superficie de la
conciencia aparecen resultantes, algunas de las cuales son ilusiones inevitables,
constitutivas del suje- to mismo: la unidad,
la libertad. De aquí el concepto curio- so de 11~ "eca!.riaU ). Un concepto que hay en el aná- lisis, aunque
Freud casi nunca lo menciona y que más bien
viene d~ Lacan
y de la escuela lacaniana, es el de ~TI necesaria.
(1) 1. B. Pontalis, "ENTRE EL SUEÑO Y EL DOLOR'! Ed. Surame- ricana,
1978.
Estanisiao
Zuleta Obras 193
Desde el enfoque de Marx, el concepto
de alienación es un concepto
peyorativo; en Hegel no lo era. Peyorativo en el sentido de
que es aquello en el que el
sujeto se pierde. Alie- nación es dos
cosas: despojo de algo esencial, en el sentido
corriente del término; así en
derecho se dice que hay un derecho inalienable, del q.te uno no puede ser
despojado. Se dice también de un loco que está alienado,
en el sentido de que
está despojado de la razón, que es lo
que se consi- dera lo esencial en la
psiquiatría racionalista. En términos
generales, alienación quie,.$.. ..
.decir d.eS:P.Qig• .Jlst.-ªlgo funda-
mental, 9.~--algci.~o.
En Marx, el hombre
es un producto de su producto y de
las relaciones con los
otros en el proceso de la producción de
sus productos y de sí
mismo. El proceso de trabajo es
el pro- ceso de autoproducción del hombre, pero en la forma moder- na del trabajo, a raíz de la propiead, el trabajador está alie-
nado, alienado de lo que es esencial al hombre:
producirse a sí mismo; lo que produce es una potencia que lo oprime, acumulación de capital allá y separación del
trabajo con los medios para llevarlo a
cabo, aquí. Entonces el trabajo
produce y produce la condición de su propia opresión, "Acrecienta 1a potencia
que lo oprime".
Ese asunto de la alienación, de que el hombre queda
aliena- do en algo, en el marxismo
es importante, y hubo marxistas que desecharon eso como un
concepto puramente ideoló- gico,
como Althusser y su escuela. La idea es que el con- cePto parece un poco idealista en su formulación, porque
parecería que un sujeto libre, que existió en alguna parte, en alguna época, o en algún momento, vino a
caer en la alie- nación y es necesario que se recupere
y se reapropie de lo que es su ser. Ese sujeto libre no lo hubo
en ninguna parte y ese es el sentido de la
crítica. ·
Esa crítica, que desde el punto de vista filosófico puede ser pertinente, como crítica del pensamiento marxista, no parece ser suficiente por una razón: en la idea
de alienación,
194
Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
aunque en las obras de juventud de
Marx conserve un acento idealista hegeliano, el sujeto libre se pierde en las cosas
que son sus productos y no se reconoce en ellos -para Hegel era una gran
cosa, porque se reconoce en la objetividad que
él produjo-; su producto le
es arrebatado y sus condicio- nes de reproducirlo también.
Sin embargo, en el marxismo parece que es
importante ese concepto,
por otra razón: la crítica que hace Marx al capita- lismo no se reduce
a la crítica a la explotación, sino en gene- ral a la forma de
vida del capitalismo y a la forma de vida
en la sociedad capitalista de
todas las clases. Es para eso que usa
Marx el concepto de alienación, por lo cual no se lo puede tachar como un
esguince filosófico, sino que habría que
reemplazarlo por otra cosa. Así,
cuando Marx· dice que la revolución liberará tanto a los explotados
como a los explo- tadores, porque ambos están alienados por la propiedad, vemos que
el problema de la alienación no se puede
quitar, porque sería bajar del análisis
marxi-sta a un análisis pre- marxista simplemente resentido: "a los ricos les va muy
bien y a los pobres muy mal, quitémosles los privilegios para que nos vaya regular a todos", o
cosa por el estilo. Es pasar
del análisis marxista al análisis que él
llama de socia- lismo pequefio-burgués.
Mucho se habla
entre los marxistas de la alienación,
de que alguien
está elienado en tal cosa o en tal otra; así, más o menos, habla San Agustín, quién utilizó el término prime- ro que todos y lo
utilizó en un sentido negativo, precisa- mente como Marx y a diferencia de
Hegel. El hombre que- daba alienado, por ejemplo, en el mundo, el demonio y la
carne. Lo que él llamaba la carne era el pla'cer, incluido el sexual, la gula, etc.; el mundo era el deseo de éxito y el demo- nio era la soberbia, el deseo de saber. Para San Agustín,
la alienación era la pérdida de la aspiración esencial, salvar
el alma, en aspiraciones secundarias.
Estanislao
Zuleta Obras 195
En el psicoanálisis
el sujeto está alienado cuancto .. .se-·ittent1- fica con....u.R,a iA:~agtm. El sujeto es deseo, proceso,
palabras, y la imagen es la imagen de una cosa. Cuando él dice "éste soy yo"
en el espejo o en otro. hay una alienación; pero ·
esa alienación es constitutiva,
sin ~!la oc ha~· ettjew. La carac- terística del ser
humano es a&nir
al ser por medio de la
identificación con otro y no con ninguna conciencia de sí. Por otra parte, Marx también lo dice: ''el hombre no viene al mundo como el yo de Fishte armado de un espejo
procla- mando fdosóficamente ••yo soy yo", sino que se reconoce en el
hombre Pablo en el hombre Pedro y sólo identificán- dose con otro hombre
conO<:e su propia humanJdad pauli-
na" "EL CAPITAL". Marx está muy avanzado en eso y también dice que el pensamiento es contemporáneo
del len- guaje y no que el pensamiento
es un texto primitivo, silen- cioso, que luego se traduce a palabras
para informar a los demás, según las
ideas que tenía el camarada Stalin y, en
general, todo el que no sabe de eso. Marx, en cambio, decía claramente que el pen§amiectB es eonteHtpari\!!~Q_.del. ....l,m- ~- y, por lo tanto, que el_nensamienta .c.s...;p~nsamiento cen q¡ros, de otros, procedente de
otros, pare! otros y nunca concie;cia de
sí y del pienso luego existo. Porque
preci- samente el le!!!!!aje ;.uiyado es una s;ontradi~~-~~ l?~.. .. tér- ~ "Yotengo un idioma que
sólo yo sé y sólo yo me
entiendo en él': pues, señ.or, ¡no es un idioma!
El concepto de
alienación en psicoanálisis de
nuevo nos trae la
idea curiosa que tiene Freud de la experiencia. Hay una ex~Ji'Ja~ial, .1~ de las ide.!!!_~g.~cione.!, .Y h~y todo
un cauu.n.g.. .~~mmo. Un
na~~
que es
la libido bacia ...sí, hacia el propio
cuerpo; luego
hacm la p~j¡nageft G.e. sí
espe~lar en
identiftcación con la madre y, por lo tanto, imagen omnipoteate. Porque
la omni- potencia infantil procede dé-·faid(mtificación
necesaria con un objeto
omnipotente; el niño y la madre son postulados corno
omnipotentes; la madre, porque de ella procede el lenguaje, la ley, el sí y el no, la realidad, lo que ella designa como realidad. Lo que ella designa como
realidad es lo que
196
Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
constituye para el niño la realidad,
incluida la realidad de él, la vivencia que la madre
tiene de él; por eso, cuando ella no
tiene ninguna, es despersonalizan te
hasta la psicosis.
Hay una vivencia, esa vivencia es necesariamente alienación ~otro, identificación con otro, alienación en una
imagen, alienación que es constitutiva,
que no es una cosa que se debe
superar así o asa; superarla sería caer en la esquizo- frenia
radical. Identificación
con un nombre que es una itñPoSición arbitraria: "usted se llamará así
'~ y
además con un EL, con una manera como lo
conciben a él. Como dice Lagache, "aún
antes de nacer, el hombre es ya el
objeto de otro", está en el
discurso de los otros, los padres, como un
polo de sus esperanzas (él es el
que va a triunfar en .todo lo que yo fracasé, él es el que entra en la
leyenda de los padres, de sus
frustraciones, de sus compensaciones, de sus peleas con sus propios padres ("yo tengo una manem extraordi-
nariamente científica de educarlo, haré con él lo contrario de lo que hicieron conmigo"). El sujeto desde antes de nacer está metido en una cantidad de discursos
conscientes e incons- cientes que lo esperan en el mundo y que son su sitio en
el mundo. Pero, además, es necesario· que así sea. Los padres que son muy liberales y que no quieren
alienar al mucha- chito ni imponerle
nada, lo enloquecerán en seguida: "él
va a decidir por sí mismo lo que va a hacer en la vida, no le vamos a imponer nada; él
va· a decidir por sí mismo c()mo se quiere llamar, él va a decidir por sí mismo todo, entonces vamos a dejarlo libre y facultativo'~ Porque hay un momen- to en que darle
al otro demasiada ljJ?eJjad y
abandonarlo es la misma ~11áyuií"moínento
""en."'qÜe ·ra- "IIoeitadY el ahañdoño" "ya. .. Íío1 ' se pueden distinguir: "haga lo que quiem, a mí qué
me importa".
El abandono es un término que generalmente molesta mucho, sobre todo en nuestra época "@h!!td9!Jiana" y Elt~a, en que gusta tanto la p~, ladep~ia y que hay tan mala posición para el destete. Entonces el abandono molesta mucho, pero hay que verlo con más
cuidado en la
Estanislao
Zuleta Obras 197
vida práctica. Cuando una persona se separa de otra, puede vivirlo como abandono, pero ¿cómo sabemos si no es una liberación? También se podría formular así: ¿me abat;t<Jonó o m~e_él? ....
--~---
En el análisis el problema es que la alienación es
constitu- tiva, la imposición de un nombre,
la identificación con un nombre, con una figuta,
con una estructura. La identifica- ción no es la_ .ú:n,.i~ción, explica.J.acan, n~...!!ax 9'!:~. C?J?:f'!n- dir~~!l ~?n la-~ La p_!Iffiera _es
l!..,s.a~ tura
mcoñ~ie ·de una ~~~Jion •.
t.ii9~-~us yirt;u;üt-
d~ef. 'Es·if7eslo 'que~·eiPlica el hec o de q.ue .hzyañlfios
q~identifican
con un padre o con una madre y
resultan haciendo ..
l!h~~--9.~~~-l_p~a-~!~ _s¿ ).;t,~adre h~o, .Pe.ro. que. él )1J.ln- ca v,!?~.?~c;_r. A.n:tes se imaginaban los sociólogos, que expli- caban todo por la herencia, "mientras
se averigua", q~e eso era hereditario.
Lo cierto
es que se trata de la captura de una estructura psíquica con todas sus virtualidades; es
decir, que
no necesita haber visto ejercer las virtualidades de
una estructura, sino <U!.~. u.p.a vez que se captura
esa estruct~ra todo lo 9U.e..c l.e. ella.
surge está en et tipo qúe se' ident~fica con~Ua. Este es un problema muy distinto al
del imitador, qu('~ól<?"~j!...Jo ,.Cl~? -~~ vjst~.
~-a~fr. Por
ejemplo, ef"ñiu'c'ña- cho que se Identifico con el papa y a los 20 aftos
resulta alcohólico, pero el papá fue alcohólico en su juventud y el muchacho nunca lo ha visto tomarse un trago.
En realidad, no se necesita tomar trago
para ser alcohólico; el tipo dejó el
trago pero la estructura que tenía es lo que el muchacho captura inconscientemente con todas sus
virtualidades.
La lógica
de las identificaciones va, generalmente, en esa dirección; por eso es difícil
hacerse consciente de una iden- tificación. El hombre
identificado con su mamá suele
llegar al comienzo con la idea de que no hay nada más
distinto en la vida que la mamá y él. Claro, tal vez en algunas cos- tumbres, hechos, ideas abstractas, políticas,
etc., pero detrás de todo eso
puede habe:t: una identificación
esencial, de estruc- tura.
198 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
Las idell.tificaciones constituyen un co~jl!JliQ..~iente y son um~_ serie. Sobre esas identificaciones se organiza uñ
yo; por It>'"Úmto, en p~~nálisis todo
es~o se plantea -~gmo
un -..problema- ~e- deh;LnL.pu@_ .~r superado,. Imaginarse una
relación con el mundo sin los
mecanj.gwos hteeescientes de <kÉ.OSa, sin iden!!f~c.~ción, pro,y_~~ciQ..J:!, introy_~cción, rep~ -Y demás, es la impresión de
la paloma -como diría Kant- que se imagina que
puede volar mejor en el vacío. En psicoanálisis ninguno de
esos elementos es peyo- rativo.
En relación al concepto de experiencia, como lo piensa Freud,
podríamos
todav~a dar
otro paso. En la psicología tradicio- nal, por ejemplo
en la psicología racionalista de los siglos
XVII, XVIII y XIX, se piensa
un sujeto que se co
nsidera dado, constituido, aunque lo va dividiendo por capas: un sujeto de la percepción, el que
produce el conocimiento, el que piensa, el que critica, el que deduce, el que
realiza las operaciones lógicas, que es el que algunos han defmi- do como sujeto
trascendental; y luego se piensa un sujeto
de la emoción, de lo afectivo.
El racionalista
arregla las cosas más o menos así: el sujeto de la ciencia es el sujeto
intelectual; éste puede ser desviado por los afectos, por
los odios, por los amores, por los temo- res, por los deseos, que le hacen perder su
objetividad, su neutralidad, etc.
El afecto viene, pues, a agregarse a un suje- to
sin afecto, para desviar en
alguna cosa la mirada o el enfo- que, para hacerlo partidario o para inflingirle prejuicios afec-
tivos. Con muy diversas versiones y muy diversos grados de refinamiento, ésta es la imagen clásica de
la psicología racionalista: !tJJ.J~yj~t!Hi~.lª.2l~~l ..
~~~~-tp.
La formulación freudiana de la experiencia rompe
con eso de una
manera radical, desde el comienzo mismo, a
través de sus nociones más elementales.
La noción freudiana de <at,e~~· que recorre toda su obra, es cuantitativa.
Un pro- ceso psíquico puede ser
investido o desinvestido, hay un
Estanislao
Zuleta Obras 1( }1) juego
de cá?'d~_cont/~is en
toda represión que cola- boran allí a que ex:)nílsa de mi con.c._i~l!fJ.<t .u.n.J~¡rnino, el sue olvidé, porque es mcompatible. . ...con-.Ja. .. idea~ tengo
de.-.m-í -m-i§roo, con la e.s. t.r uctu..r..a... ..d...e... ....m... .l concien.cia ... con
los
deseos actuªl~~~ otra filerzá que lo atrae, es la afinidad que tien~. ... c.ó'ñ. · otro conjunto
reprimidO-del~ que h<!<:~ :~P.aife, de un conjunto de fantasmas·, ·temores:· deseos~- ideas incons- cientes. A esas fuea·as Freud las llama catex:is y
contraca-
t-ex-is.
·-- --
Aquí ya no se
pueden colocar en dos términos separados
lo
afectivo
e intelectual. El retiro
de la catexis puede ser sobre un objeto particular, por ejemplo cuando
hacemos un due- lo, en una relación amorosa. En este caso la catexis se hace
en contra de la noción..., I¡!-1 afect~ ~la cgaeienchr
rrtr"'St'm dos cosas en Freud; la conciencia es función de un iUS<Iº d"-afec- tg¡ l' llQ una variable mdependiente, una mirada pura de una lucecita que hay en el centro
del alma. La éonciencia es un efeyto de un juego de catexis y contracatexis y no una
luce- cita escondida de un sujeto intelect"Qal. Mejor
dicho, noso- tros no somos conscientes de nada a pesar de nuestros fan- tasmas,
nuestros complejos, nuestros dramas y nuestros mecanismos inconscientes, sino a través de
ellos, y si.,n.....ellos
no
hay nadª-...de qué lier .c.o:Dsci~ñfes:-ta
nociÓn de
experien- ciase ha transformado profundamente.
Vamos a hacer un estudio de la identidad -sin lo cual no se conoce realmente nada en
psicoanálisis- y la vamos a tratar en su
evolución, en relación con ~~ :!ibj.d.G, Esto se puede seguir en los textos en que Freud plantea el tema del amor, como "Introducción al narcisismo", el capítulo VII de "PSI- COWGIA DE LAS
MASAS Y ANALISIS DEL YO" (sobre diferentes formas de identificación), "Una elección particular del objeto en el hombre" y "Una degradación general de la vida erótica" 1
ACERCA DEL NARCISISMO
Amor, Magia y Religión.
Amor y Narcisismo.
\
Estanislao
Zuleta Obras 203
Es muy
característico, si se estudia la serie de las discusio- nes
alrededor del psicoanálisis,.· .desde sus comienzos hasta nuestros días, que hay un punto en el que
casi siempre se falla, que hay un elemento desconocido por la mayor parte de las objeciones y, sin embargo, es
precisamente lo esencial. Nosotros poco
sabremos del psicoanálisis si no tenemos en
cuenta este problema: la; realidad
están siem-
f.J'l*'~'Oli.eetithti= . . ··~··
Toda
2roblemátjca Qs la libido
opera en la· constru·cción de una
idm:ztiaaEl y ele -wna · reaUaaé ... Cuando
hablamos de libidó,'"lo primero que
hay· que tener en· cuenta es que
nos enfrentamos ante el p~_g de ,invertir ob.!!'tos, en el
senti-
do más amplio. Hay que subrayar, en primer lugar, l-amoví-
Udad de la libido. No sólo en el sentido, del cual
hablamos antes, de que la sexualidad humana -que en
términos más generales Freud llama libido- no tiene un objeto predeter- minado, un d~j~do, iñstintivo, una coi'telaci6n necesaria cdfÍÚn
objeto, como ocurre en la sexualidad ani- mal, de donde se trata de una respuesta a·un estímulo espe- cífico.
No se trata, pues, ahora~ solamente de· un tipo
de movilidad hacia determinados objetos del deseo, ni tampoco de la.multi- plicidad de las sedes de las pulsiones o zonas
er6genas( 1), como las llama Freud. ·Se trata de
una movilidad mucho más general:
la libido pned.t invgtir el p¡opip
~. siempre lo invis- te, a
no serque
la cuestión ya esté demasiado
grave, cuando un desinvestimiento global da una fonna
extrema de_psicosis. El propio yo y, en
diversas .formas, también el pt;Ópio cuerpo, es una parte de la libido que Freud estudió en "Introducción
(1) Este
tema es muy bien tratado en el libro
de S. LECHOURE.
Psico- analizar
(hay edición castellana).
204 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
al narcisismo" y es lo que ha6venido a denominarse ~9A~~o; un término muy
general y que a veces, como ocurre con fanta frecuencia en psicoanálisis, ha caído en manos de formulacio- nes vulgarizadas. Se convierte en un término peyorativo o en una caracterización particular de ciertas
formas de perso- nalidad.
V
amos a denominar narcisismo, con Freuq, a ·la parte de
la • libido que inviste aspectos del propio yo y del propio cuerpo. La
exposición de Freud, como expresión inicial, tiene diversos problemas, cierta dificultad de
desprenderse de su teoría anterior, aunque él mismo entiende que ésta
es insuficiente y que sobra a partir del
descubrimiento del narcisismo. Sin
embargo, le da dificultad la
despedida; es corriente en un pensador despedirse de algo en lo que venía
creyendo desde hacía años. A Freud re da dificultad despedirse
de los instintos del yo y los instintos sexuales y descubrir que no hay tales
- instintos del yo, sino que
todos son sexuales. Lo que pasa
es
que una parte de la libido
inviste al yo.
Los instintos del yo y los instintos sexuales, estaban tomados
de la biología y de lo que todo el mundo cree: que lo
funda- mental es el instinto de conservación y, además de éste, el amor. En realidad eso no tiene nada que ver con el
psico- análisi~. El psicoanálisis había adoptado eso por comodidad y sin teoría.
En "INTRODUCCION AL NARCISISMO"
(1.914), Freud se va dando cuenta de que hay que despachar ese ~ biológico. Desde luego,
biológicamente, los organismos operan
! en
el sentido de la instintividad de la reproducción y en el 1 sentido de la defensa del individuo, del
••instinto de conserva-
) ción". Todos los organismos
animales operan así. En el caso {
del hombre, la cosa no es tan clara,
y el psicoanálisis realmente
no había aportado a eso nada, sino que había recibido sin critica este dato, con su
pareja de ..instintos sexuales" e
"instintos del yo", que
en realidad eran una especie de susti- tutos de los ..i nstintos de conservación".
El hombre, para
Estanislao
Zuleta Obras 205
comenzar. no
tiene instinto de consetvación.
La obseiVación más elemental del niño
la capta rápidamente. Puede
aprender que tal o cual cosa es
peligrosa.
Todos esos famosos instintos del yo van a ser
reemplazados por
otra cuestión que es el n!!cisismo,
esa parte de la libido que igualmente coge asP'ectos del yo, digámoslo así para
facilitar la cosa. Es más que
la libido sobre el yo, po.n¡ue hay udne rnarcisismo
primario que timciona ant08-4e.-1a organización
yo~---.-.... _.. ...... - ---
- · --------·- - - · - -
----
Podríamos intentar
ahora un tipo de exposición
algo diferen
te al de Freud, que más
bien ha sido desarrollada después,
pero que es muy
próxima a la suya. Se puede pensar en varios autores y en varias obras: Los "Escritos" de Lacan, los prime- ros de los cuales incluyen dos que se refieren con bastante
pertinencia al tema, ..El estadio del espejo'' y ·~LA AGRESI- VIDAD EN
PSICOANALISIS"; de Green, ceLo
ARCAICO A POSTERIOR!" (1.982), también de Green, otro libro
que tiene ya unos diez años, ..EL NARCISISMO, ESTRUCTURA O ETAPA". No voy a seguir en detalle
esos trabl:lios; haré un resumen para tener una cierta indicación
del narcisismo en forma histórica. No historia de la teoría
del narcisismo, sino historia de las formas del narcisismo en la vida de
una per- sona.
El tema del
narcisismo primario se estudjmucho hoy,
pero en gran parte
está en estado de hipótesis.
Parece ser que el narci- sismo en e] hQJRete" es deti'udQ.
.C0. •. ,.31iaPo pa¡;te,
~to de que es o~tp, de~ .4-t?.~O., .de-•. Q.U<t ~§..ruú~~~I1~ de qurei\es
"to rodean, de la madre, decimos generalmente. Esa impresión de afecto es un fenómeno
que tiene unas conse- cuencias
supremamente import_ªn_!~_s
y se
produce en muchas formas; pÓr.
.. 'fos mrui1puleos~-- caricias y demás, siendo muy importante la voz. El niño distingue tanto mejor y más rápi- damente el tono
de voz, cuanto'que no' distingue d sentido.
Los m~joresesfiidios sObre esa relaci6n con: la voz' y c·on los cuidados iniciales son de Piera A....u...l.,a._g...nier, quien hizo un
... -
206 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
estudio
muy importante sobre "LA MADRE DEL ESQUI- ZOFRENICO". Maud Mannoni se refiere al mismo tema en "EL
NffiO ATRASADO Y SU MADRE",
éste es un libro importante
en la historia de las investigaciones sobre la infan- cia, porque se muestra
que muchos de· los casos diagnostica-
dos como atraso mental son problemas psíquicos en la rela- ción
con la madre y pueden ser superables con un
tratamiento puramente psicológico. Entre
otros estudios más modernos están los de
Michel de M'uzan, en su libro ·~DEL ARTE A LA MUERTE".
Desde luego, la base es el estudio de Freud
"INTRODUCCION AL NARCISISMO".
La investigación posterior ha refinado y replanteado todos estos
problemas del narcisismo y ha visto muchas consecuen- cias que Freud ni sospechaba. Uno de los fenómenos
que ha
impresionado en la observación moderna es que
existe, sin que sepamos por qué, una relación muy próxima entre lo que podemos llamar n~gis.ismo pri.Jttario y lo que podríamos llamar,
usando un término médico, el apa~gico o el sistema de defensas del
organismo. EI fenómeno es esle:
niños que tienen un síndrome hospitalario, con variaciones muy rápidas de unas salas a otras, y que no
lograron fijar una relación afectiva ni
siquiera con ningún sustituto materno,
por ejemplo una enfermera, o que tienen una relación con la madre muy problemática, por rechazo inconsciente de la madre al nifl.o,
presentan el fenómeno bastante curioso de que son víctimas de toda clase de enfermedades,
cualquiera que sea el nivel higiénico y nutricional en que se encuentren. También es muy
frecuente encontrar una relación bastante estrecha entre la depresión y la enfermedad orgánica.
Dado que la depresión es el mal de la época,
es un tema de obligatorio tratamiento,
lo cual se hará más adelante.
La relación entre una posición psíquica y la
enfermedad orgá- nica, la habían planteado desde hacía tiempos, con base en su intuición, los filósofos y los literatos, se encuentran en todas
partes en .. LA MONTAÑA
MAGICA" y en .. LOS BUDDEN- BROOKS". Nietzsche decía que
••cuando una nifta va muy
Estanislao
Zuleta Obras .'O 1
desabrigada al baile, puede tener 11n resfriado
si no la sacan a bailar, pero si tuvo éxito en el baile, seguramente no le dará nada".
La inversa es también una observación muy
impresionante. El hecho es que en ciertas psicosis graves, que
llegan a estados
de manía, combinando manías de grandeza y otras formas,
seguridades locas sobre sí mismo,
resultan curiosamente inmunes a la
enfermedad orgánica, en estados gravísimos de desnutrición
y de desabrigo, en inviernos en Europa, revol- cándose en medio de
la nieve, no les da nada, cosa que
deja bastante desconcertados a los médicos
que los tratan.
El narcisismo
primario no se refiere a la primera infancia;
narcisismo
primario tenemos toda la vida y puede fallamos
en la vejez o en cualquier
otro momento. Primario se refiere
a la identid.ad ,Rrim~a, al
sg¡..Y.m.i~l~.~..i.~, y no a
la secundaria,
que es la identidad de la diferencia e
los sexos, ni a ot·ras fóññ.TsOeideiiiídad:-·-···
.• ······ ·- -··· ....... -·. ·····--· .
En el ''ESfADIO
DEL ESPEJO", Lacan había mostrado que el nifto
se reconoce
en el espejo alrededor de los
nueve meses y, por lo tanto, en un período en el cual todavía ni siquiera tiene la motricidad, no puede caminar. Hay pues un anticipo inmenso, en ese pu_nto, de la potencia
identificadora, porque el reconocimiento
en el espejo es la identidad con una imagen. Eso tiene sus precondiciones:
un pñmer ingresÓ-en el lclJ.~ (no en el idioma), es
decir, en el hecho de que se int:o""áu~_E.L~eñi~Ie.-_~o~t. '!l!e ..
~n!4.9.S ..C9J1!raJ.?,uestos
remitan
...
~.~-~.mi<\.9$.. .c<m~rª.P\l~stos,. gue po:-~~. quiera decir ausencia y presencia. Todo esto requiere una cierta relación con la madre; es a través del reconocimiento
permanente que la madre hace de él como
objeto de su deseo, de su amor,
de su narcisismo,
que se reconoce en el espejo como el objeto
de su mamá. También es bastante
doloroso ver al nifto cuya imagen en el espejo
lo aterra, lo cual también se da y conduCI..~
a
una esquizofrenia primordial.
208
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
La medida en que la madre delira al niño, es la medida en que el
nifi.o se humaniza.
L,!.m!,4.re,.n:aJJ:sta,yqsH.iYW.i. .. !l.2~ani .za al nifi.o. Piera
Aulagnier trae muchos ejemplos a este respec- iO;ñi'oSirando
casos de madres de esquizofrénicos que vivieron
la relación con el embarazo como un estorbo: "que empujaba para acá, entonces producía agrieras,
que empujaba para los rifi.ones ... ",
como si tuvieran un cuerpo ·extrafi.o.
En lugar de delirar un nifi.o imaginario,
lo ven con un .realismo miedoso.
DesPuli!" cte ñaCido, ie' pre'gimtan a la se"t\cira:
¿'ustecf pó·; qué no le habla al nifi.o? y dice la sefi.ora: ''yo por qué le voy a hablar si él
no entiende nada, ¿acaso estoy loca para hablarle a una persona que no entiende nada?". Ese realismo es el que va a
dejar al nifi.o en la esquizofrenia. Dice Piera Aulagnier: "Le faltó
la ilusión que nos hace vivir".
La otra madre, la que delira y parece
bastante loquita, comien- za a inventar al nifi.o,
inventa que se le parece al abuelito,
~ .....~-__......- .........
que
quiere tal cosa, que le choca tal cosa,
que le gusta que le
cuenten tal cosa. Claro que no se parece a nadie, se parece a un bebé, pero la
madre que lo delira, que lo inventa, es la
que lo humaniza. De ese delirio va surgien~Íá impresi'Oñde srqué~éi'ñiiforequiere para reconocerse en el espejo. Somos inventados por ilusiones, más bien que
creados por seres realis-
1 t..~~~ nÍfi.o'
'se va'i(ieii'tíñc'arido
con esa. imágen qÚe'Tá madre tiene de él. "Leyendo" esa imagen
es como se descubre a
sí mismo como existente. En ese sentido es que es
promovido, dc;!~~~2.L.gwM12...&.!!!f.S'j$ismo
~ÁIIUlrrlial s;Ómo ipterlori- zac!ón de un
amor algo locC? ~ Jllimiti\lo...dd..q!!~.f'!limos objeto. Cuaiiaoesa··ra.rra,.
fiáY "üñ síntoma grave en el oniéñ"iñi'Si'lnt. Los casos que muestra Piera Aulagnier en su
estudio a veces son peores. Por ejemplo,
le pregunta a t!na por qué no le
teje vestiditos al nifi.o y ella le contesta. "yo para que le voy a tejer vestiditos si no sé cómo va a nacer, cuando nazca lo haré". ¡Eso ya es más grave, porque no sabe con cuántos brazos va a nacer!
El hecho
es que al hombre lo inventan, le
inventan que es un hombre y es a ese
invento a lo que finalmente corresponde;
Estanislao Zuleta Obms 209
porque lo que se ve es
que cuando la madre le habla, le
echa cuentos
y le canta, el nifío no comprende nada del contenido del
mensaje, del aspecto semántico, pero el tono
sí, y la dife- renciación del lenguaje corno música es muy fina y muy rápida, así como del tono rnuscul?r. El nifio
adquiere
desde que nace una capacidad de
diferenciar el tono muscular de la madre y el tono de la voz; esas son sus tOñilas pnniifiVas
de comuiiicacion·c-on la madre. Es decir,
efnÍfio .sabe que la rnadfe "lo
"esta cafgando con angustia y toda tensa,
paseándolo para que se duerma ligero y entonces más llora; pero si está
tranquila y carifíosa se duerme
con facilidad. El tono muscu- lar lo siente rápidamente.
Eso es lo que hace falta para que luego se
derive una fonna
primordial de narcisismo. Ese naWsismo se mantiene
en lo que llamamos ~o; más que todo es al cuerpo, es esencial. Sobre
eso lós estudios apenas están iniciándose en los últimos affos y parece tener una relación muy
importante con el apara- to inmunológico.
Vienen luego las primeras formas de identificación
investidas igualmente de una corriente narcisista. Se puede decir que el narcisismo
se complica tan pronto comienzan a presentarse las distinciones dentro del Y o. Esas distinciones
son: por
ejemplo, la fonnación del Super Yo. Para estudiar este
asunto podemos seguir a Lacan. Lagache
tiene un texto más sencillo de leer,
.. Psicoanálisis y estructura de la personalidad"; Lacan casi no encuentra
más regafío que decirle que él lo había hecho
antes.
Tal como vimos antes, se puede hacer una diferenciación del ,Sttper.Jo
en dos campos el Ys..i4.9~1 y e~ t9..~~ gel_Yp, según 'tac1rrt.
Otros hablan del Super Yo
proptamente dicho y del Ideal del Y o.
Lacan dice que Yo ideal es la parte que corres- ponde a lo imaginario, al Yo
ideal como omnipotencia, como
identificación con la omnipotencia de lá'. riiaore,. . ~del padre, de los objetos primordiales~ Los .Q..bjetos primordi~~~ omn.i.p--o..t.e--n-.t.·e·-s..- --e.n.._la realidaufectiva como dOWl!W~Jo
__ ...... ..--
·-····.
210 Tomo l El pensamiento psicoanalítico
necesario, como
fundadores de.l~,, legisladores primarios, como quienes determinan el lengucúe y el nombre, la realidad de las cosas y de uno mismo. La identificación es el movimien- to primordial. El capítulo VII de ..PSICOLOGIA DE
LAS
MASAS Y ANALISIS DEL YO", de Freud,
comienza dicien- do: ~·La primera
relación que tenemos con una persona es la
identificación ... Como estamos ante eso, entonces la identifi- cación
con un objeto omnipotente genera,
desde luego, ese drama que es el drama
del hombre en su comienzo: su impo- tencia real y su omnipotencia psíquica, que
no se
puede ejer- cer sino por medios
mágicos: negar la realidad, delirar, alucinar
la realidad; es decir, es una omnipotencia
que se relacioua con la realidad- psíquica, mientras que la
otra se
relaciona con la realidad
efectiva.
Desde luego, el niño también es omnipotente.
Digo el mno
porque allí tenemos ·una- génesis,
pero eso queda siempre. Hay una dimensión de nuestra vida en
que ~e mantien~ aquella
fuente de un Yo ideal, es decir,
de una esúnúición de sí por encima de la adversidad, de las
normas, de las condiciones. Como formación
reactiva contra la depresión, se manifiesta abiertamente, o en los casos de la psicosis
maníaco-depresiva, se desata como
manía.
En la
psicosis fue donde primero describió Freud el problema del narcisismo, obsetVando el fenómeno de la
maníade.grande- ~a. En la forma directa de la identificación con una figura
gi-andiosa,
fabulosa, histórica, como Napoleón; también se da en muchas formas indirectas y
mucho más difíciles de captar, incluso en
las formas de la ~g!pa-de-Hrante, que
es el caso que Freud obseiVa de aquel individuo que se consi-
dera a sí mismo el ser más vil que pisa sobre la superficie de la tierra
y se considera culpable de todo lo malo
que está ocurriendo en la vida familiar y nacional;
para eso tiene que ser muy importante el
tipo, y a su modo también eso es manía de grandeza. Freud muestra cómo esta manía ~~ ... gr.an~eza, en su forma directa o
indirecta, es un intento tiña! ante la angus- tia de que el Yo mismo va a desaparecer, se va a disolver. Ante el
~
Estanislao
Zuleta Obras 211
fenómeno de la disolución del Yo y la pérdida
del Yo, que es lo que ocurre en una
gran parte de las esquizofrenias, el
hombre se ~ic..nt~ habJado, es decir,
que.habhl.Il.
..P.O_t~l (psicosis
de influencia), se siente invadido por otxo~ __
quc le
dictan .actos, sentimientos.
pensamientos y-discÜ.rsos. Esa desaparición es tal que incluso en el lenguaje pierde la posibilidad de una autodeterminación y llega a estados muy avanzados; en la clínica se· ve, directa
y experimentalmente, que no se reconoce en el espejo.
Ante el peligro de ese hundimiento final de la identidad, se produce un movimiento
de repli~t:---~-~~tjvo, aportando
toda la libjg_g_ __ aL.Ya.; es cuando se genera toda esa man.iª· ci.e gra_.D.d.eza=
y
generalmente a co!>'ta de la libido del mundo, como dice Freud, a costa de la atención a los otros,
el amor, el interés por las circunstancias y por los acontecimientos;·
se vu~J~-1arla ..s.obre-el-~o._ _CQIDQ rcClliSo final,
por el terr
or de
la disolución. Ese es el camino por el cual
va un Yo._qye no···tie~e- casi de qué pegarse. El hecho es que fallaron las formas clásicas de la estabilidad del Yo, por ejemplo las identi-
ticaciones inconscientes pero permanentes, parciales con
objetos
diversos, relativamente sintetizadas, formas sedimen- tadas, que llamamos
rasgos de carácter. Todo aquello que constituye
una cierta identidad del Yo más o
menos estable, está tan en
peligro que, precisamente por eso,puede inventarse cualquier identidad, porque ya no encuentra
nada con lo que sea incompatible en él, ya el vacío está, ya es una batalla en la última trinchera, antes del
hundimiento.
La libi<!Q.
se retira del..J!!HJtdO.- en .. e.sos ~asos. y_ el individuo
siente
ese
fenómeno y trata de producirlo teóricamente;
apela geñeraTñieiíte al lengu¡úe de la religión. Por ejemplo, el delirio
del fin del mundo, que en cierto modo es lo que
está ocurriendo: el retiro
de la libido del mundo y de toda
impor- tancia con respecto al mundo. Ese es un fenómeno que cuando nos explota
en la psicosis, nos permite analizarlo sólo, pero que siempre
está. Siempre hay una dimensión
del_narcisismo del Y..o ideal y hay otra del. Ideal <l~l, Xs>; es decir, aquella que
212 Tomo l El pensamiento psicoanalítico
consiste en haber sido capaz de adecuarse a
todas las normas que son condiciones de la aprobación de los otros y que es ·contrapuesto al Yo ideal, que está por encima
de todo.
Lacan afirma que hay mucho de autodestructivo
en el narci- sismo. La idea del problema es ésta: están investidas varias cosas a la vez.
Cuando un o inviste el Y
o ideal y el Ideal
del Yo (el nií'io
de cartilla, el que se ajusta
a todo lo que le mandaron y sabe que va
a ser premiado por eso, con un
gran sf), son
figuras potenciales, son figuras proyectivas, son la tendencia
hacia metas que no son logrables sino en la psicosis
absoluta, el delirio absoluto. En ese
sentido pueden funcionar y funcio- nan como un
motor, en cuanto que se da la
comparación de nuestro Yo actual con los
ideales, como se suele decir última- mente, porque esos dos de Lacan parecen no
ser todo, sino que hay un verdadero conjunto. Los últimos trabajos
de Piera Aulagnier, por ejemplo "LOS
DESTINOS DEL PLACER", son muy buenos sobre el problema de la identidad, y están sencillamente escritos; ella prefiere hablar
del conjunto de los ideales del Yo,
personales, derivados de personajes que rodea- ron nuestra vida y que están más
o menos idealizados o que realmente son
muy valiosos. Todo ese conjunto de ideales del
Yo, en el contraste que formaron con nuestro Yo actual, con nuestro Yo real, son, digámoslo así, motores
de la aspiración, del anhelo, del
descontento de sí mismo; pero pueden ser
también un freno, porque se puede volver simple depresión.
Todo el asunto aquí es dialéctica. Y lo que se llama patología es imposibilidad de
dialectizar. Es decir, un Yo ideal qQ~. ..llO pue
da entrar en una
relación dialéctica con un Ideal
del Yo, sino que se contraponen rígidamente en una simple alternativa, o lo uno o lo otro, lo que produce es una n;1anía que excluye las normas y todo lo que se llama el Ideal del Yo y desata sólo el Yo ideal; o produce una de esas formas que adquiere a veces la neurosis obsesiva, de adhesión
absoluta, a veces loca, a las
normas-:-y- a vécés a las nonnas puramente
absurdas. Es lo que algunos analistas
han llamado con gran malicia l~er~~ ?bediencia, muy propia
de los burócratas, que les ordenaron ·
Estanislao
Zuleta Obras 213
hacer ésto y aunque se den cuenta de que es inconveniente
Jo hacen:
"no se
mueva de su escritorio mientras yo no regrese", le dice el jefe al burócrata
y al rato surge un incendio en la esquina y
él no se mueve de su escritorio. Esa terca obediencia es parte de la fórmula sola del ideal del Yo,
porque se impide toda iniciativa.
Para tener iniciativa hay que contar con
el otro, con el Yo ideal.
Sólo dialécticamente sirven, sólo si el uno apoya
al otro,
en lugar de contraponerse. Hablamos de dialéctica en psicoanáli- sis, cuando dos
tendencias que son en sí relativamente
contra- puestas, encuentran la manera de enriquecerse, en lugar de afirmarse una por la liquidación de la otra. Entonces es magní- fico que un tipo sea histérico, si al mismo
tiempo es obsesivo: pero si es sólo histérico, la cosa es de tratar. Es decir, lo que realmente
es patológico no es tener tal o cual
neurosis, sino tener esa sola; ¡el que tiene varias es el que va bien!
No hay tal ..W.ud,
no hay más que tt4nde~ci~s neur9tic.<:l& y_~us
c~m!>Jn.ªciones.
Tampoco
hay ningún lenguaje absolutamente justo;
hay lenguajes que tienden a la fci.rma metafórica,
otros a'ia.fonna
metonímica, y si se combinan bien hacen un gran
lenguaje;
si queda uno solo, hace una -afasiª-...-En el psicoanáli-
sis no hay nada patológico en el sentido médico; no ocurre que un agente externo, sea un animaliiJo, un trauma o
cualquier cosa, venga a perturbar, porque lo que perturba es lo que nos es necesario a todos para vivir. Sólo son equilibrios detennina-
do!i..lo.que .es patología. . en
psicoaiiáiisis~ No hay.nadie que no tenga lo que tiene Shreber, lo que tiene
el esquizofrénico y que, además, no lo necesite. La proyección del paranóico
la tenemos todos. La iñtroyección, todos
los mecanismos de defensa, son esenciales,
son el mecanismo mismo del pensa- miento, de la
actividad. El único problema es dialectiz,ar. Uno
~ ....___
., __
ve que hay tendencias histéricas en el
pensamiento. Por ejem-
plo, el histérico tiende mucho
a la concjliación. a que una cosa es conclÍiable con otra;
es el hombre que en las discusiones
entra diciendo: ''pero en el fondo están de acuerdo,
lo que pasa es que lo dicen de manera
distinta ... En cambio, hay
214 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
una tendencia a la separac10n que es muy
frecuente en el obsesivo, "esto es
perfectamente diferente de ésto. Primero
··qne···roa6 definamos. cada cosa tiene su propia lógica y
esto pertenece a un asunto que no tiene que ver
con eso". El obsesivo siempre define con toda
precisión y sabe de qué está hablando y
de qué no está hablando.
Un pensador no
está por encima de ambas cosas,
sino que dia- lectiza. Sabe encontrar vínculos donde las cosas parecen leja- nísimas
y también
sabe
distinguir dond
e
parecen casi idénticas. En Marx se ve ese. fenómeno curioso; a
veces se pone histérico, nos dice que la mercancía tiene aspectos
metafísicos y resabios teológicos y que
en el mundo de la mercancía pasa con el
fetichismo lo mismo que pasa en el mundo de la religión; es decir, que los productos de la mente humana se separan del hombre y parecen dominarlo y haberlo incluso
creado. Enton- ces resulta que las mercancías se nos aparecen como ideas religiosas. Pero en cambio nos dice que "20 varas
de lienzo=
1 levita, parece igual, pero no es a~í". La primera está expre- sando su valor
en la otra. La función de la una es
función dinero; expresar el valor de la
otra; en cambio, la función de la otra no es
más que ser eUa misma valor, y son
completa- mente distintas.
Ese juego de poder diferenciar lo que parece una
igualdad y poder asimilar lo que parece más lejano; ese hecho, por ejemplo, de qu
e un individuo como Freud nos
distinga con tanto cuidado un movimiento
de autoafirmación que va en una dirección, con relación a otro
movimiento de aut<r afirmación que va
en otra dirección, y en cambio le parece que
el ·miedo de un muchachito de Viena (Juanito) a salir a la calle, porque teme un caballo, es el mismo totemismo y tabú de Jos primitivos;
esa manera de juntar cosas lejanas y
distin- guir Jo que parece idéntico.
eso es dialectizar. Es decir, ser a la
vez hi~té!ÍC.Q
.. .Y....Qb~~i~ pero
a la vez, enriqueciendo lo uno a lo 'otro y no que uno solo se tome y empobrezca al otro.
Estanislao
Zuleta Obras .' ,. .
Lo mismo pasa con el narclSlsmo. Si es total, es
lamcntahk, si no hay
ninguno, es peor. El problema es qué tanto se diah·· tiza el descontento consigo
mismo, anhelo de ir más
allá, para que no se convierta, en un Super Yo sádico, verdaderamente
autodestmctivo; pero que tampoco sea el sujeto que se babea
de la felicidad, regodiándose de la grandeza de su Yo actual, como el
jorobado que se pasea frente al espejo
haciéndose guiñ.os, encantado de su belleza.
Dialectizar es todo el problema, no escoger. Por lo tanto, nad
a es peyorativo. No emplear la conceptualización
analítica en términos
peyorativos: ''ese narcisita, histérico, anal, etc."; pues el que no sea anal está fregado, oral también. El
problema es dialectizar.
En la parte segunda de la "INTRODUCCION
AL NARCISIS- MO", Freud hace una primera serie sobre formas de amor.
Hay uno que es principalmente narcisista; hay otro que él llama de complementariedad (aposición).
Como se trata de dialectizar, ~1 estudio del narcisismo no
se puede llevar a cabo con finura, si no se combina
con el estudio del amor. Hay for- mas de amor que-liquidan el narcisismo
a nombre de la adora- ción del objeto.
No pocos poetas han perecido por ello: "Hoelderlin, por ejemplo. Hay formas en que el narcisismo realmente no
deja campo para interesarse por nadie.
El proble- ma, entonces, hay que verlo junto: a~ ..nan;isismo.
Las fonn_.M_.QR
..!!l. .. i4en!idad·; el l!ffiOt'.
.y eLnarci_sismo, no se pueden separar. Hoy se está
trabajando mucho sobre este tema. Este
afio se han publicado varias obras;
veremos un capítulo de una que se llama
"EL AMOR EN FREUD", de Julia Kristeva.
PREGUNTA:
En esa dialética de que usted hablaba,
entra de alguna manera la esquizofrenia?
Sí. Esto se
puede ver en varios campos. Por ejemp
lo,
Fran\ois Roustang en su libro ..UN DESTINO TAN
FUNESTO".
216 Tomo l El pensamiento
psicoanalítico
estudia la historia del psicoanálisis y
muestra cómo en la con- frontación
de Jung con Freud, se estaba
contraponiendo dos tendencias. Una tendencia esquizoide, Jung, y una tendencia paranoide, Freud. Es muy interesallte ver que
el pensamiento esquizoide es un pensamiento que solemos llamar fusiona! (es decir, fusiona, agrupa todo con todo); todo
se vuelve sím- bolo de todo y, en las formas graves, que llamamos
patológi- cas, se nota en el lenguaje esquizofrénico la polisemia
absoluta, en la cual un signo quiere decir todo. E1lengu~e no empobre- ce por falta de
articulación y de precisión en el léxico. En
cualquier signo se proyecta
cualquier sigmficado. Hay algo
esquizoide, por ejemplo en el "chévere" de la juventud
actual y en esa forma de hablar
que_c.arece de la posibilidad de encontrar
una precisión linguistica; a todo lo llama ..
la cosa" y el único verbo que sirve es ''hacer".
Ya no encuentra el verbo para cada cuestión, la distinCi'ón.
la precisión.
Dialectizar es necesario, porque es la parte
de la movilida
d. Es tieso un
pensamiento que no sea capaz
de salir de una formulació~ precisa
y encontrar metáforas que cambien
la formulación y encontrar equivalencias, sino que se mantiene
en la única y exclusiva. Eso puede llegar a ser una patología de pensamiento. En eso estamos hoy, en la discusión de los discursos y de las formas del pensamiento.
Ese es el psico- análisis de punta hoy,
aplicado a formas del pensamiento y formas
del discurso y a los estilos literarios.
Pero vamos a seguir con el problema. Hemos encontrado un punto
en que uno queda
remitido de nuevo a l
a
psicología prefreudiana, mientras no tenga presente que la identidad está en cuestión, que no hay ningún Y o constituido, y que la realidad es un trabajo permanente que se puede perder; que no es
un regalo a los órganos de los sentidos y se puede perder sin que la vista falle. Si uno pierde
de vista que ese es precisamente el
elemento psicoanalítico, vuelve a una psicología prc-analítica de la
frustración y la gratificación, y se retira del psicoanálisis, sea hacia los perros rusos o hacia las ratas norteamericanas. *
* *
Estanislao
Zuleta Obras 217
l. AMOR, MAGIA Y RELIGION
Freud parte de una gran tradición y de una gran problemática cuando aborda el tema del amor. Lo aborda en un sentido
muy próximo a la
idea griega, como
él mismo lo dice en una nota
a "PSICOLOGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL
YO", donde afirma que "el concepto de libido no es tan mo- derno ni tan novedoso, básicamente
lo que yo llamo libido es lo que Platón llama Eros; es suficiente leer ''El Banquete" de Platón para darse aproximadamente cuenta de qué llamo yo la libido". Y así como en Platón tiene la connotacion más directamente sexual y también interés, amor a la filosofía y todo lo demás, así también la tiene el concepto de libido en el caso de Freud.
Antes de hacer un panorama muy general, es necesario conocer "EL BANQUETE"
y ''FEDRO", por lo
menos esos dos textos de Platón. Son muy
curioso
s,
no son idénticos; Platón se contradice por uno y otro lado, tiene una riqueza de plantea-
mientos extraordinaria, sin ninguna síntesis sistemática. Por lo demás, parecía haber llegado en
"EL BANQUETE", con
el último discurso de Diotima, a una
teoría de amor, muy racio- nalista,
digámoslo así: el amor que en el fondo
es carencia de algo, y búsqueda,
carencia y camino al mismo tiempo. ''FE- DRO"
es más caótico, complicado, escrito de manera mucho más rara y es un diálogo posterior; algunos biógrafos suponen que hubo un amor pasional entre los dos y que ..FEDRO'' es un intento de
curarse de ese asunto.
El tema
del amor es muy difícil de abordar; la
ciencia no le tiene mucha simpatía
y la filosofía racionalista hizo lo posible por sacarle el cuerpo. Kant, tanto en su vida como en su obra,
trató de sacarle el cuerpo; otros,
principalmente en su obra. El racionalismo
clásico -de Descartes a Kant-, que
hizo la ciencia moderna y al que
debemos tanto, incluido el psicoanálisis, aspira a la universalidad.
Ellos aspiran al discurso racional y lo racional es válido
para todo, aspiran al discurso que no esté muy cerrado sobre
el sujeto emisor y el
•
218 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
destinatario a quien se dirige, y con el
amor el asunto no es así. En la frase
"dos más dos son cuatro", no importa quién la dice ni a quién se le dice;
pero •'yo te quiero", lo más im- portante es quién la dice y a quién se le
dice, lo demás es precisamente lo
que no
importa. No tienen una lógica muy parecida; en la una la expresividad
del sujeto y sus anhelos, en la otra no;
en la una la particularidad del
destinatario y
.
en la otra la universalidad válida para cualquiera.
El
vínculo que Freud plantea, a mijuicio, en una forma nueva
y más comprensible entre el pensamiento y el amor,
es tan viejo como la filosofía
de Platón, por lo menos (En los dos
textos citados de Platón está
establecida la relación entre el
pen~iento l{• • cl. .. amor.L Y
hay otra relación que tamuién
es muy antigua entre el amor y la religión
y la magia. Me refiero a
la vivencia específica.·del ehánioramiento en cualquiera de SUS momentos como idealización . .de._un...Q.Qiy!O, que es a la vez el t~stigo
princip~l" e·ri la vida, el objeto d'el ~.o. ....algo que parece una
relaciÓn particular pero al mismo tiempo le
ha cambiado el sentido al conjunto
de las relaciones con el mundo. Vivencia
que se puede describir así o de
cualquiera otra manera, y que se encuentra
en todos los poetas. En la evolución
cristiana, probablemente al final de la
judaica, se separó un poco la idea
de sexualidad y de religiosidad; pero
eso es una rareza cristiana y no es
lo corriente en las religio- nes; ''en la mayor parte de las religiones, la
sexualidad y la religión están íntimamente
vinculadas, así como la sexuali- dad y la magia. Por lo demás, esa pareja magia-religión
tiene un vínculo íntimo con el tema del
amor.
La sexualidad es directamente cultivada por la religiosidad asiática con mucha frecuencia;
había textos sagrados que eran al mismo
tiempo textos de técnicas sexuales, como
el Kama- suthra, en Babilonia y en muchas partes. El cristianismo trató de separar el amor y la sexualidad, sea del
pensamiento en el sentido racional, de la lógica, de la
ciencia, sea de la religión y la magia.
Magia y religión probablemente no son la misma
cosa, pero tal vez son igual de primitivas, en el sentido de
Estanislao
Zulcta Obras 219
pri!!,!~rdi¡!~s. La magia es más
bien una autoidealización en la
que el sujeto cr~e en los grandcs.paderes.a.e:·su:·óe~eo"sobre el mundo; la religión
es la· idealización de otra potencia
a. la
cual más bien se·ruega. La diferencia entre ambas se ve bien en
el sacerdote y el Shamán; éste conjura, trata de producir efectos sobre él mismo, danza, baila, produce
humos, produce palabras encantadoras,
embruja; el sacerdote reza, se sacrifica, ruega, se humilla
a una potencia que supone le va a hacer
caso. En ambos la postulación de la omnipotencia está presen- te de una
manera iñuy· irifarii1t:-c·<>'ñT61aomnipotencia del otro que protege al niño idealizado en un dios, o la del nifio mismo cuyos deseos cambian al mundo. En ese
sentido, ambas figuras son igualmente
primordiales y tal vez existan, como lo han pensado mucbos antropólogos, algunas
formas interme- dias.
El hecho es que una cosa tan primonlial como la
magia y la religión,
está fumUda. en.
nues-tra impotencia o.rigin~ria, en la estructum de. ... nuestra génesis. Están ligadas, por es~ mismo, de la manera más originaria al amor,- es decir, a Jos objeto~ primonliales que son los objetos·de
la idealización, a los que se le_!_P..:rQyecta,
·de los que se recibe la primera
fi-gura idealizªda por i~entificación, con la cual hay un primer rasgo unitario
y una primera identidad. Estas son,
pues, las ilusiones primordia- les del sujeto.
Todos los pueblos tienden a encontrar
algunas de esas figuras, según sus estructuras familiares
y económicas, primordial- mente maternas o paternas. La economía, por ejemplo,
juega mucho en formas de jardinería
primordialmente maternas, en formas de
ganadería primordialmente paterna. Pero el
hecho de que esas figuras, sea en el conjuro de la magia, sea en el
ruego y la oración y el sacrificio de la religión, resulten tan universales, procede de la universalidad de nuestra iptPQ-: tencia e inmadurez originaria.
Es muy discutido hoy por psicólogos muy notables, como
Edgar
Momn ( ..ESTUDIOS SOBRE EL METODO"),
como
...........
¡
!
.• i.·
220 Tomo l El pensamiento psicoanalítico
Jürgen Habermas, etc., en qué medida el
pensamiento de Freud estaba ajustado o no sobre este punto. En "EL POR- VENIR DE UNA ILUSION",
Freud considera que la religión es una
ilusión relativamente inevitable hasta hoy, lo cual no quiere
decir verdadera. El pensamiento de Freud allí es muy complejo, porque para él hay ilusiones que son inevitables, pero no por eso son verdaderas. Freud es
de un determinis- mo muy radical. La
ilusión que tiene el sujeto de
actuar libre- mente, es una mera ilusión. Eso ya lo había dicho Spinoza, y Nietzsche también, sólo que en Freud el problema
es otro: la
ilusión hace parte de la estructura misma del sujeto para la
unidad del Yo, la
espontaneidad de su conducta, es decir, que el sujeto
es ilusorio, pero hay una necesidad de la ilusión, lo que no quiere decir una verdad. Uno
no puede rehteionarse en la
práctica con los demas ni con uno mismo, sobre una convicción íntima, inmediata y evidente del
determinismo. Nadie le dice al nifio,
que está embarrándola allí en la sala
y untando la visita de barro:
..comprendo, lo que estás haciendo lo
haces porque hay causas que te llevan
a hacerlo,., porque entonces acaba con
la visita y con él, sino que lo trata como si fuera libre: "no hagas eso, no lo vuelvas a hacer porque está mal hecho", como si hubiera decidido hacerlo libremente, lo regafia responsabilizándolo y, por lo tanto, postulándolo libre, aunque sepa por qué lo está haciendo. No puede funcio- nar de otra manera, y el que funcione de otra
manera puede estar llegando a la verdad, pero probablemente también a
la locura.
Dice Nietzsche del determinismo.
"aquel que lo siente en sí mismo está loco, aquel
que lo niega es un tonto". Es
decir, qtie tanto como sentirlo,
nadie lo siente; todo el mundo siente
cierta espontaneidad de donde deriva muchas cosas agradables y
desagradables. Agradables como el sentimiento de orgullo de haber hecho
algo, de haberse superado, de haber
logrado; desagradable como el sentimiento de culpa y el remor- dimiento por haberla embarrado. Agradables y
desagradables, pero de todos modos lo
está sintiendo como espontáneo, aunque
sepa que es absurdo pensar en una conducta
humana
Estanislao Zuleta Obras 221
o animal que no se
explique por las causas que la produjeron sino por alguna decisión fuera de toda
causa, por alguna potencia rara.
Hay ilusiones de las
cuaies no se puede decir que son supera-
bles. Lo que podría discutirse
del texto de Freud es que él cree que la religión, con toda
su dogmática y sus prohibiciones, es un tipo de ilusión superable; no todas las
ilusiones, pero la religión, en particular,
sí, y la mayor parte de las ideas que están adjuntas (inmortalidad, etc.), en las
cuales es cada vez más difícil creer, siendo una persona
relativamente razonable. Freud creyó en
1 .925, cuando escribió "EL PORVENIR
DE UNA ILUSION'', que la religión es superable por la cultura. Probablemente Kant pensaba lo mismo desde mucho antes, y Spinoza con seguridad también lo pensaba. En
ese sentido, el texto de Freud pertenece
a la corriente racionalista, pero a diferencia de los racionalistas reconoce por ejemplo,
no es fácil hablar de normalidad si uno quiere hablar en un sentido propiamente
freudiano, y la dificultad es mayor si se trata del amor, porque Freud, manteniéndose dentro de la gran tradi- ción, tiene el amor por un delirio.
.. . .
Sin duda el
amor es un delirio, pero a lo mejor es una magní- fica
cosa ese
delirio; y qué sabemos si la gran poesía, en la que no sabe por qué lo sabe, también
tiene mucho de delirio.
Sócrates, más bien que enfrentarse
a la tesis de un racionalismo tes, más
bien que enfrentarse a la tesis de un racionalismo helado, a la tesis que rechaza al amor como una forma
deli- rante, no realista en la consideración de las relaciones huma-
nas, prefiere dar el paso muy
freudiano de defender el delirio y la verdad que contiene el delirio, como hizo Freud con tantos delirios, con
los. de Schreber y muchos otros. Platón
dijo alguna vez en forma curiosa: "nunca
podrá ponderarse cuantos
beneficios le debe Grecia a la locura", y en verdad, muchos de los
beneficios se los debe a la locura de
Platón, cuyas manifestaciones más
evidentes se encuentran en ''EL BANQUETE" y en "FEDRO".
Allí tenemos un punto en el
222 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
cual la r
eflexión
antigua sobre la búsqueda del fenómeno del amor fue probalemente
más hondo que en ninguna otra parte.
Lacan estudió "EL BANQUETE" en un seminario
que no ha siqo publicad_o pero hay un libro de Ivone Brest, llamado .. LA PSICOLOGIA
DE PLATON", donde hay un resumen,
Lacan dice que "El Banquete" es uno de
los textos más desmistificadores
del amor; hay cinco discursos sin ninguna
síntesis
y luego hay otra escena medio dramática, medio teatral, no
un discurso, de un enamorado borracho que entra. Ese conjunto es, sin embargo,en su desorden, en sus búsque- das, en su audacia, en su desmistificación, uno de
Jos pensa- mientos más profundos.
La visión judaico-cristiana tiene textos muy
interesantes, como ••EL CANTAR DE LOS CANTARES",
y ha dado virajes sobre el tema del amor.
Sobre el texto citado hay dos
interpretaciones: una mística y otra sensual, pero no son excluyentes y probablemente en ese momento
del desarrollo del judaísmo la sexualidad no era nada diferente a la religión
y el amor sexual era algo mucho más cercano que una metá- fora. La mística cristiana evoluciona luego, en el siglo
XVI, en ese mismo sentido a medida que se desarrolla en los grandes poetas místicos, San Juan de la Cruz y Santa
Teresa de Jesús; su expresión es cada vez más abiertamente amorosa y sexual. Los psiquiatras y psicoanalistas, que suelen
ser poco respetuo- sos del ámbito sagrado -lo
sagrado es lo separado y ellos no separan nada- han elogiado ••LAS SIETE
MORADAS" de Santa Teresa como uno de
los más extraordinarios tratados del
orgasmo femenino. San Juan poco disimula la cosa: ••des- cubre tu presencia y mátame tu vista y tu hermosura, mira
que la dolencia de amor, ay, no se cura
sino con la presencia y la figura",
o cuando dice: ••oh, dichosa aventura, salid sin ser notada/ estando
ya mi casa sosegada/ oh, noche amable
más que la alborada/ oh, noche que juntaste amado con amada/ amada en el
amado transformada". La cosa puede ser tan
Estanisiao
Zuleta Obras 223
sagrada como sexual;
pero en la mística cristiana la temática religión~amor, religión-sexualidad vuelve a aparecer. Denis de Rougernont escribió un libro, ••EL AMOR EN
OCCIDENTE", donde muestra que
muchas de las metáforas que emplean San
Juan y Santa Teresa, refiriéndose según la idea de ellos a la divinidad,
son tomadas de Petrarca al que conocían y el que se refiere a Laura, quien no era ninguna divinidad sino la novia. EllQs citan
a Petrarca, que es anterior, de manera
que ellos sabían que esa es una cuestión válida en términos
directamente sexuales y amorosos. A Fray
Luis le fue más mal; lo metieron a la cárcel dos años por traducir ••EL CANTAR DE LOS
CAN~ TARES" al castellano; es decir, por traducir
la Biblia, porque les pareció que era
difícil encontrar una explicación mística.
Ese conjunto de textos tan religiosos hay
que tenerlos en cuenta,
junto a los textos en los cuales los
filósofos tratan de evadir pero vuelven a encontrar la relación del pensamiento y el amor; Platón trató de unirlos a su modo, y
luego se han hecho
esfuerzos inmensos e inútiles
por separarlos; esto es el problema que Freud y los psicoanalistas
vuelven a replantear, en una forma éxplícita, detallada.
El psicoanálisis
plantea el amor como un p..robletna d_el des~~
rroJlo__huma.no, como un problema de la igentiQ;!d, de ingreso al lenguaje, de la forinad6n de un sujeto del deseo, de ráTdeirti'aad
secundaria, es decir, sexual. Esto último el
naturalismo occidental terminó por c"'onsiderarlo como un
hecho dado (femenino ó
masculino); pero, los griegos lo consi- deraban más bien como
posiciones, lo mismo algunos pueblos
primitivos, como los Sioux. La idea
del homosexualismo, por ejemplo, es una idea del siglo XIX, es una idea cientifista moderna; los griegos no hablaban de eso, había personas de los dos sexos en el sentido biológico que
tomaban posiciones masculinas y
femeninas. Le daban más importancia a las posi- ciones que a las definiciones
biológicas de los sexos. Es a partir de
la psiquiatría racionalista de los siglos XVIII y XIX que se cree
que la cosa es normal de una manera, y
que debe haber
224 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
algunas causas endocrínicas o de algún tipo
que la desvíen de lo normal.
El tema del amor está en todos
los poetas y grandes literatos. En el desarrollo
de Europa Occidental, después del cristianis- mo, hay otros momentos muy importantes que es necesario
estudiar, especialmente cuando
en los Siglos XI y XII y XIII se comienza a formar el llamado amor
cortés: .los trovadores y el amor en la
muerte, el amor contra todas las normas, por ejemplo Tristán e
Isolda, Romeo y Julieta, etc. Un
amor imposible, amor que la sociedad
prohibe y que resuena en la novela de caballería y en los poetas del gay-decir
d
el
sur de Francia, que tienen mucho
que ver con Dante y probablemen- te hacen
parte de una formación religiosa cátara. Los cátaros se desarrollaron
en el sur de
Francia
y en el norte de Italia; allí fue donde
esa religión, que es una especie de herejía del cristianismo, tuvo su gran auge. La idea
de los cátaros es una teología según la cual
Dios y el diablo son dos grandes poten- cias y que la pelea entre ellas no está ganada de antemano, como se imaginan
los cristianos, los mahometanos y tantos
otros. El mundo es obra, en gran
parte, del diablo, como cual- quiera que lo examine puede deducirlo
inmediatamente, según ellos, y no
solamente de Dios. Entre l0s dCls sigue el combate. La inmensa responsabilidad del hombre
consiste precisamente en que gran parte
de ese combate se hace en el corazón huma- no y depende de la
conducta del hombre quién gana. Si ya todo
estuviera ganado no habría problema,
pero para ellos el problema es que la
lucha está en curso. Los cátaros eran místicos;
cerca de un millón fueron asesinados por orden del Papa en la famosa cruzada contra los
albigenses. Digo asesi- nados porque ellos practicaban la no resistencia y se dejaron
matar sin pelear, entraban cantando a las hogueras cogidos de la mano porque con eso ayudabctn a Dios a vencer al diablo. Es una de las cruzadas menos heróicas y a los
católicos no les gusta recordarlo. El amor cátaro lo llaman
algunos y se ha llegado a sospechar que Dante era un hereje, por
Beatriz y por la idealización de Beatriz en el cielo
como la figura. Los trova- dores cátaros y la gente de esa región exaltaron el
amor a un
Estanislao
Zuleta Obras 225
grado de idealización que Cervantes parodia en el Quijote con Dulcinea, pero que hizo parte de la poesía de la vida de una época entera de la cultura europea y que sigue teniendo mucha fuerza soterrada ..
Desde "EL
BANQUETE" hasta hoy,
nos encontramos con contradicciones curiosas
pero reincidentes: el amor enceguese,
obnubila no deja pensar bien. Pero la inversa también está obsesionando desde Platón hasta hoy: el amor inspira, es el que nos pone frente a nuestras propias posibilidades, nos hace descubrir lo que éramos. Goethe en el "WERTHER"
dice: "cuando estaba con ella era
mucho más de lo que soy, porque
cuando estaba con ella era todo
lo que puedo llegar a
ser". El amor inspira, el amor
desinhibe, el amor permite acceder
a algún saber que sin él no se tiene, el amor enceguece. Esa parejita la estamos repitiendo desde hace
2.500 años, y otras muchas. Ese conjunto
de paradojas es lo que Freud trató de
una manera nueva que da muchas
luces.
Vamos a vincular, a partir de la clínica, esas dos teorías: la de la sexualidad y la del amor; es decir, qué es desde el punto de
vista de la sexualidad y desde el punto de vista
del amor, una depresión, una histeria, una obsesión, etc. En todo caso es una enfermedad amar, y no amar también.
2.
AMOR Y NARCISISMO
*
* *
La concepción de Platón sobre el amor tiene la enorme ventaja de su multiplicidad, si se la
compara con versiones como las del amor
cortés del siglo XII o el amor cristiano, que no
es fácil reducir a una sola
posición, pero que en todo caso
tiene vínculos con la fórmula judaica
tal como se manifiesta en el ..CANTAR DE LOS CANTARES''.
226 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Después de
Platón, pero antes del cristianismo, se
introduce un tema
que va a marcar profundamente toda la concepción psicológica y filosófica del pensamiento occidental, y
que encontramos en una versión
más o menos completa, por primera vez, aunque
son mitos antiguos, en "LA METAMOR-
FOSIS" de Ovidio; es el tema del narcisismo, el cual se comu-
nica directamente con el pensamiento psicoanalítico porque Freud lo retoma explícitamente. Este tema
tuvo una gran importancia en
los primeros siglos de nuestra época en
todo
el pensamiento neoplatónico, principalmente en Plotino, el más importantes de los filósofos, neoplatónicos.
Además de él, el problcma.del narcisismo
pasa a ser una de las preocupa- ciones
también del pensamiento cristiano casi indirectamente, aunque en una forma muy franca, como en Sa11to Tomás,
que es muy próximo a los griegos en ese punto.
El mito de narciso
es muy conocido. Narciso era un
joven muy bello,
desdeñoso de todos los que de él se enamoraban, hombres o mujeres; por eso algunos
pidieron que como castigo le ocurriera lo mismo, que se enamorara de alguien que no le hiciera caso a él, y se enamora de su propia imagen. Hay muchas otras versiones a partir de ahí;
algunas introducen un tema muy bello, el de las relaciones
de Narciso con la ninfa Eco (de donde proviene la palabra eco), que
había quedado castigada de tal manera que no podía hacer más que
repetir aquello que oía, de modo que
estaba muy apropiada para rela- cionarse con Narciso. Esta historia, desde un punto de vista psicoanalítico, se encuentra en el libro
de Julia Kristeva, "HISTORIA DE AMOR".
Sin un estudio sobre el narcisismo no podemos hacer un comentario freudiano sobre la multiplicidad de las
teorías de Platón acerca
del amor. En Píatón el tema del narcisismo no aparece, aunque hay un
elemento en "EL BANQUETE" que algunos han interpretado como un estudio
de narcisismo. Platón se pregunta continuamente si la
atracción que hay implícita en el movimiento
de la pasión amorosa,. viene de que lo
semejante desea lo semejante o, por el contrario, desea
Estanislao
Zulcta Obras 227
aquello que le es diferente. En este tema
opera por medio del
eclecticismo absoluto que es lo
que hace tan rico su texto, y considera
ambas
cosas: lo semejante ama lo semejante y
también ama aquello
que más se le diferencia. Platón sale siempre, en el tema del amor, por
el camino de la multiplici-
dad; allí, sin embargo no encontramos todo. Creo que es un poco forzado y anacrónico, retrospectivo,
introducir en él una doctrina del
narcisismo que no la hay, como
lo es tam- bién introducir una imagen cristiana del amor (la
caridad). El hecho de que haya una gran multiplicidad no significa, por supuesto,
que Platón abarque el tema.
Ahora bien, al introducir el problema del narcisis
mo,
Freud encuentra una tradición
de la que no trata. En 1.914 Freud
escribe un artículo en un tono aparentemente menor, "IN- TRODUCCION AL NARCISISMO",
que es un artículo breve, pero con el cual los conocedores
se dieron cuenta que se producía
una revolución en toda su teoría y que iba a
tener que cambiar las
nociones principales que él mismo había introducido. Sin embargo,
en el artículo no dice nada de eso y esto lo
hace aparecer sólo como un aporte interesante
procedente de ciertas observaciones nuevas sobre la psicosis y el enan'loramiento. Es frecuente en la historia del pensa- miento de Freud, y un poco desconcertante
para el lector que no lo conoce, ese tono menor, que se produce con fre- cuencia precisamente en los momentos en que se producen
los grandes virajes en su teoría.
Un ejemplo: en 1 .921, cuando va a introducir el tema del instinto de
muerte, tema bastante complicado y
debatido, hace un artículo que se llama
"MAS ALLA DEL PRINCIPIO DEL
PLACER", con algunas obser- vaciones sobre las neurosis traumáticas, sobre
el ingreso en el lenguaje y una gran
cantidad de temas de la máxima impor- tancia, que de nuevo van a cambiar el
psicoanálisis. Al termi- nar, Freud
sorprende por su estilo tan desafecto y dice algo así: ''si ahora me preguntaran hasta qué
punto estoy yo de acuerdo con lo
que acabo de escribir, no sabría bien qué contestar; podría decirse que es una manera
de lanzar una hipótesis y llevarla hasta sus últimas
consecuencias con el fin
228 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
de
interrogarse qué puede salir de allá.,. Su estilo de exposición de suyo merecería ser tratado aparte.
El problema del narcisismo en Freud deja de lado todo
comen- tario
en el
sentido de la interpretación que se
hace desde todo lo que la tradición ha dicho, que desde Plotino lo trata
como el
enamoramiento de una imagen, el enamoramiento de sí mismo, el cierre de sí mismo, el tema del egoísmo, etc. Un g
ran
mitólogo contemporáneo y amigo, Jung, lee la ••JNTRO~ DUCCION AL NARCISISMO"
en ese sentido y cree que Freud está
entrando en la gran tradición de la mitología, que es su fuerte,
y a lo que finalmente quería reducir el psicoaná- lisis con la teoría
del inconsciente colectivo. Pero en la corres- pondencia Freud lo desengafía y le muestra que no tiene ningún interés en ninguna posición de
valoración del narci- sismo, que lp único que le interesa es estudiar una economía de la libido; economía, no en el sentido especializado del término, sino como estudio de combinaciones de cantidades y sus efectos, que es lo que hoy suelen
llamar economía los filósofos.
Para que no vaya a haber equivocos en este punto, haré una pequeña digresión
teórica sobre el carácter del pensamiento psicoanalítico y su relación con la diaiéctica,
con el fin de introducir a la manera como Freud aborda el tema.
En general, resulta muy tentador para muchos tomar el psico- análisis como una gran
lección de dialéctica. Para tomar
un ejemplo destacado, en uno de
los últimos trabajos de Althusser,
llamado ..FREUD Y MARX", éste sostiene que el psicoanálisis es una lección
de dialéctica que el marxismo debería aprender,
y lo sostiene con el siguiente argumento: la dialéctica es una cuestión de conceptos
y no una cuestión de leyes (un error muv
frecuente en marxismo ha sido el
plantear el problema de la dialéctica
como un problema de leyes); dice Althusser que el psicoanálisis lrablija con conceptos dialécticos como los
de sobred~erminación,
desplazamiento,
transferencia, conden- sación, regresión, etc., y qüe-la-dialéctica es
precisameñte un
1'-t
Estanislao
Zuleta Obras 229
problema de conceptualización y no de determinar
unas pretendidas leyes
universales, como en Hegel o en Engels, leyes del paso de lo cuantitativo a lo
cualitativo, de la unidad de los contrarios, de la negación de la
negación, etc.
Althusser hace un ataque muy duro contra esa formulación dt.~ la
dialéctica como un asunto de
leyes que no se sabe
bien si son del ser o de
la lógica, que confunde continuamente de una manera
muy molesta
la contradicción, puesto que no se sabe
si se trata
de la contradicción
lógica o de la oposición real entre dos
fuerzas,
ambas positivas, que t il'nl'n intereses
opuestos,
como las clases sociales, por ejemplo. Eso ha sido también comentado por otros marxistas, unos con
referencia al psicoanálisis, otros no. pero sí con mucha Sl'nsihilización al costo
que ha significado para el pensamiento marxista
recibir esas leyes de Hegel como tales.
Eso parece muy tentador, y uno podría fácilmente decir que en cierto modo el psicoanálisis es un pensamicn to que se podría llamar dialéctico. Hay, sin embargo, que hacer algunas
advertencias. Algunos
estudios modernos sobre la dialéctica pueden estar en gran parte inspirados en el psicoanálisis,
principalmente en los estudios de Derrida, entre los cuales
hay uno directamente sobre el
psicoanálisis, "FREUD Y LA ESCENA DE LA ESCRITURA"; hay otro que se llama "UN HEGELIANISMO SIN RESERVA",
el cual se encuentra, junto con el anterior, en el libro "LA ESCRITURA Y LA DIFERENCIA"; y hay
un tercero, "LA ESCRITURA,
EL SIGNO Y EL JUEGO EN EL CAMPO DE LAS CIENCIAS SOCIALES", que está dedicado a demostrar una
cierta idea de la dialéctica, aunque a Derrida le gusta muy poco abusar de esa palabm. En realidad lo que el llama dialéctica
es más bien un tipo de pensamiento que
estudia procesos en los cuales no se pueden definir escenas fijas y, menos aún,
determinar funciones de un elemento,
porque sólo las col!!binaciones cons_~en el sentido. --· · -
Lo que Derrida llama dialéctica, en el
sentido en que podemos decir que hay una dialéctica en el psicoanálisis, es
simplemente
230 Tomo l El
pensamiento psicoanalítico
el hecho de que el pensamitmto psicoanalítico -a pesar de las azarosas formulaciones especulativas, que a veces son agrava- das
cuando se sigue tcorizand o en el aire, por fuera de la el íni- ca, del estudio positivo de problemas, sacando nuevas y
nuevas doctrinas psicoanalíticas-, de
todas maneras adhiere a p roce- sos muy complejos como son los problemas psíquicos
y logra pensarlos (a veces entenderlos y no tan frecuentemente modi- ficarlos), por muchas que sean sus rarezas, sus
especulaciones curiosas, algunas
inverificables porque pertenecen al reino
de la especulación pura.
Hay discusiones en psicoanálisis
en las cuales yo no entraría, porque pertenecen al reino de la especulación
absolutamente pura y están por fuera de la clínica: que si la libido es mascu- lina, bisexual o
femenina (Freud decía que era masculina), si
el instinto de muerte funciona sólo
o es innato, etc. Hay una teorización especulativa azarosa e
inverificable que no hace parte del
fuerte del pensamiento psicoanalítico, sobrevalorada por ciertas escuelas, a pesar de que han
hecho buenos aportes clínicos y teóricos,
como la
escuela de Lacan.
Ese concepto de dialéctica tiene una herencia que en realidad nos engafiaría un poco si se lo adjudicáramos al psicoanálisis. Hace parte del concepto de dialéctica derivado de Hegel, que es su herencia moderna, un evolucionismo optimista, de
tal manera que es difícil encontrar a
alquien que en la moderni- dad tenga un
pensamiento dialéctico y no
sea un evolucionista optimista, es decir, que no esté
convencido de un proceso en el que las contradicciones finalmente
son suprimidas, supera- das, conservadas, pero en todo caso la cuestión es evolucionista y optimista; claro que no es un evolucionismo
lineal, sino un evolucionismo con
saltos, con vueltas atrás, pero al fin
y al cabo
es un evolucionismo optimista. Es una
concepción optimista del proceso histórico,
en Hegel llevado por la idea;
y en Marx por la lucha de
clases casi siempre -en otras oportu-
nidades, por ejemplo en el capítulo
cuarto del primer tomo de "EL
CAPITAL", pone más el acento en el desarrollo técnico- científico, y combina
luego ambas cosas; pero de todas mane-
E~1anislao Zuleta
Obras 231
ras,
sea lo uno o lo otro, la historia va
hacia grandes solucio- nes.
Ese tipo
de concepción evolucionista, ni en la vida individual, ni en la vida colectiva, es propio del pensamiento
psicoanalíti- co; de manera que si, por comodidad, se prefiere decir que el
antiesencialismo de Freud es una dialéctica, hay que recordar que en todo caso no
tiene un evolucionismo
optimista. La historia de la persona, vista por Freud, la formación del sujeto, luego la
formación del Yo, del Super Yo y demás desarrollos, no son una evolución,
ni una maduración,
ni una línea normal de la cual hay desviaciones. En eso difiere Freud de las otras
psicologías. El formula ésto como
un corijunto de drc1mas; un
drama es un tipo de relaciones de objeto, un conjunto
de duelos, de pérdidas, intentos de
reparación, intentos de recons- trucción, regresiones,
fijaciones; nada queda allí
completamen- te superado. En ese sentido decía
Freud la frase, por lo demás inadmisible, de que en el inconsciente no hay tiempo, nada queda allí radicalmente superado como para que
no podamos regresar a raíz de cualquier otro drama, y regresar a lo más primitivo. Además, nada es allí necesario como una madura- ción garantizada por un mecanismo cualquiera, biológico
o espiritual o lógico. Allí no hay nada garantizado, se ingresa en el lenguaje o
no; pero si se ingresa, se ingresa en un drama que incluye como
primeras significaciones de las
oposiciones fonéticas la ausencia y la
presencia y el em.uentro con la muer-
te; si no se ingresa, entonces se queda en
una esquizofrenia primordial.
Es posible que se ingrese en el lenguaje, es muy frecuente, pero no
es
una necesidad; no hay ninguna necesidad, no hay
ningu- na maduración
nonnal. No hay más que la serie de los duelos, el destete, pérdidas de objetos, pérdidas
de posición, el naci- miento de un hermanito, la renuncia a la satisfacción
alucina- toria, el rodeo que llaman realidad. En Freud la palabra reali- dad
casi que se identifica con adversidad, reconocimiento de la adversidad, de la necesidad del rodeo, de la no coincidencia del deseo con
el objeto de su satisfacción,
etc. Es decir, en
232 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Freud no encontramos
a un pensador optimista, ni evolucio- nista en el sentido de un
optimismo; tampoco en el sentido
de la evolución biológica, a la cual hizo un pequeño aporte: la primera formación del cerebelo.
No es que Freud niegue a Darwin,
me refiero a evolucionismo como
ideología de progreso necesario; no como concepción
de las mutaciones naturales, psíquicas o personales, evolucio- nismo en el sentido de Hegel, es decir, de
un desarrollo donde no hay más que superaciones
y donde cualquier cambio histórico debe ser saludado como una superación,
puesto que es un cambio y la historia no cambia
nunca hacia atrás, a la manera como el camarada Engels saludaba la
esclavitud como un gran avance histórico, porque, después de todo, era
un cambio.
Esta es, pues, la advertencia teórica. Si se
considera que su núcleo fundamental es oposición a la metafísica
y al esencialis-
mo, se puede decir que el psicoanálisis es un pensamiento dialéctico. Es cierto lo que dice Althusser
acerca de
que la
dialéctica no son unas leyes a las que está extrañamente some- tido
el ser, el ser social, según unos, o el ser en
general, según Engels, ni
tampoco tiene ninguna implicación trascendente.
Freud va a mostrar el narcisismo como condición del amor y como barrera para el amill,·armismo tiempo, en una economía compleja,
porque hay varios momentos del narcisismo.
Hay un narcisismo
primario en el cual es
a.l.a..lLrime.rª_forma de l!!_jc:lentidad del sujeto a lo que la pro.E!ª-libido inviste con el
amor y con el deseo; es originario, pero recibido, es decir, viene de otro.
Si no se es el objeto de ningún afecto, no
se
tiene ni eso, pues no hay
nada que proceda sólo de sí. En Freud es
donde menos se puede dar una psicología
individual, porque el sujeto en los
repliegues más íntimos de su ser
es efecto del otro, marcado por el odio
del otro, por el amor derofro o
¡;¿;··el
abandono del otro; no se reconoce
a sí mismo
IU
Estanislao
Zuleta Obras 233
jamás,
si no es reconocido a través de la mirada del otro; no se constituye ni siquiera
ningún s._.í mismo .
Por eso,
al comenzar su libro "PSICOLOGIA DE LAS
MASAS
Y ANALISIS
DEL YO", Freud nos dice
que la
diferencia entre psicología colectiva y psicología individual
parecería muy profunda, pero en realidad es una cosa muy secundaria, ya que psicología individual no es nada
propiamente hablando. •
El homb'reés
un ser orgánico y un ser social, si lo estudiamos ' como ser orgánico hacemos fisiología, si lo estudiamos como ser
social hacemos psicología, es decir, desde el
comienzo está
ya ante
el otro, constituído por el otro;··consiltuído coino sufefo' der
lenguaje, como sujeto del deseo, como sujeto de
la
norma, reconocido por medio de la
identificación, y no hay nada que estudiar como individuo.
El narcisismo no
podrá en este
caso entrar en ninguna pareja de bueno o malo, como ocurrió en la tradición pre-cristiana; es decir, el narcisismo es constitutivo. Pensamos incluso por alguna
reflexión y por algunas experiencias clínicas mo- dernas, que hay un
tipo de narcisismo primario que está
profundamente vinculado al sistema
biológico del organismo y más concretamente al sistema inmunológico. Uno de los tra- bajos pioneros más bellossobre el tema· es d'e Maud
Mannoni, una gran psicoanalista francesa, y se llama "EL
NIÑO A TRA- SADO Y SU MADRE"; tiene diversos aportes al tema
de la infancia. Hay trabajos posteriores
en los cuales se ve que
determinado tipo de dramas entre niños muy
pequeños y la madre, en lugar de producir como efecto un conjunto de síntomas
psicológicos que a veces se producen, más
bien producen un conjunto de enfermedades orgánicas; al niño en las mejores 'condición
es alimen
ti das. e- higiénica~ le caen en serie todas las
enfermedades, es decir, hay una falla
del aparato inmunológico.
Psicopatólogos muy notables como Michel de M'uzan y otros, han
estudiado ciertas
enfermedades psicógenas que son muy
graves y hasta pueden ser mortales si no hay intervenciones
234 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
muy drásticas; entre ellas están la colitis
ulcerosa, algunas formas de úlcera,
algunas formas cardíacas, etc. Los psicopató- logos han estudiado casos
de individuos que resultan víctimas
de todo tipo de contagios y de enfermedades y que no salen
de una, a veces durante uno o dos afios,
y luego se resuelve el problema y no les vuelve a dar nada; generalmente, por fortuna,
es un problema pasajero.
La inversa se
da en al!,'Unas formas de la psicosis; frecuente- mente se observa
en la
hospitalización de psicosis gravísimas, especialmente
tipo de manías, es decir, ideas fijas o identifi- caciones curiosas, que
empobrecen el sistema de los signos. Es
muy típico que un solo acto o una sola fórmula lingüística se convierten
en algo que ya quiere decirlo todo; por ejemplo, "barrer", entonces barren todo el
día y con eso expulsan el
1"-0-·-····
mal,
adquieren la facilidad, la fuerza, se vuelven todo y hacen
todo con una escoba
en la mano; el lenguaje se vuelve,
pues, polisémico
absoluto, es decir, que el lcngu~e se vuelve tan
metafórico que es suficiente una frase o una
conducta, para querer decirlo todo. En ese tipo de manías, parece
ser que en el individuo, antes de caer en la catatonía, se produce una última
descargd de libido o de amor sobre sí mismo, tan fuerte que resulta inmune de la manera más
extrafia, con la peor alimentación,
incluso a veces se niegan a comer, y no se enferman de nada.
Esto ha hecho meditar
mucho sobre el problema del narcisis- mo primario, que
se encuentra
en estado de investigación; todavía no hay conclusiones, pero hay observaciones muy interesantes. También hay observaciones
sobre
problemas muy similares en ciertas
condiciones. En condiciones en las cuales los individuos requieren desplegar una actividad inmensa, sacan fuerza y capacidad de resistir a la
desnutrición, a la falta de higiene, a
los inviernos rusos en la segunda
guerra mundial, donde se podría pensar que
una neumonía acabaría con todo el
mundo; resulta que el organismo puede variar su fortaleza frente a la enfermedad orgánica. La medicina
antropológica
'ambién
está estudiando este problema.
Estanislao
Zuleta Obras 235
El hecho es que hay un primer elemento del
narcisismo que llamamos
primario, no porque el organismo
lo produzca como produce el pelo, sino porque procede de las
relacio- nes primonliales. El narcisismo que se
desarrolla luego, cuando
el Yo está constituido, el que se desarrolla más tarde, cuando además de estar constitu ído el Yo están constituídos los ideales del Yo, y el que se desarrolla como secundario,
cuando
además se establece ya no la identidad
como tal sino la iden- tidad en la diferencia de los sexos; es un verdadero
abanico.
Freud llama narcisismo al efecto que vuelve
sobre diversos momentos
de -Ia-coñ.stituCión de sí mismo como Yo, como Yo ··con
sus ideales, como Y o con su determinación sexual, como identificaciones relativas, a veces inconscientemente de un
lado y conscientemente del otro, como veremos en la histeria. Ese narcisismo es condición
del amor, porque si no, no hay ni siquiera quien -ame;··también
es el límite del amor, a que al
amor se
le vaya la mano hacia la
adoración del sujeto sacando de sí todo valor,
como ocurre a veces en la figura de un enamoramiento absoluto. En algunos casos se da que
el amor hacia el objeto deja al Yo en la devaluación absoluta, es decir, no
hay juego. El caso de Holderlin fue estudiado en una forma muy detenida por Laplanche ( 1) .
Lo mismo ocurre con
las formaciones sociales. En la polémica
Platón-Aristóteles
,
el problema ya es ese; el freno para la constitución de la comunidad es el amor a sí mismo,
cosa que
Aristóteles considera perfectamente razonable, ya que él no es partidario de la gran comunidad, como si lo era Platón, quien proponía
una comunidad absoluta en la que nadie
supiera quien era su padre para que las cosas quedaran claras, donde cada cual va a ocupar un lugar según su vocación y
su disposición y• no según la propiedad, que será común, es
decir, la sociedad entera como una sola
familia de puertas abiertas.
(1) ..HOLDERLIN Y LA CUESTION DEL PADRE ... (Hay
traducción castellana).
236
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
El freno a la comunidad era el narcisismo,
aunque entre los griegos no se llamaba así todavía. Aristóteles habla del razo- nable amor que el individuo tiene por sí mismo,
por lo que le es propio, por su obra. Este tema' se vuelve
en Freud, desde luego, mucho más complicado que en Aristóteles, en la "PSI-
COWGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL YO", y aparece combinado con el problema de la neurosis, con el problema del enamoramiento y todo lo que retiene al hombre de precipitarse en la comunidad.
En ese sentido, si queremos
comenzar a pensar el narcisi~nio en términos psicoanalíticos, ya no
nos resulta calificable en un peyorativo "narciso"; tampoco valorativo. Es un problema de combinaciones, es una gama de narcisismos,
es una manera de sefíalar, de construir nuestra propia
singularidad; no se puede,
por una
parte, ser alguien y, por otra parte, a posteriori, tener por ese
alguien que se es un determinado
aprecio o ninguno; si no se tiene ninguno es que no se fue nadie. Es decir, el asunto no es de ninguna consideración a posteriori sino de la constitución misma del sujeto. En
ese sentido, el narcisismo es la condición
y la barrera del amor y de las formas
del amor.
Pero hay otro
punto. Rápidamente, Freud entra
el tema con
diversos términos, a veces equívocos, a veces un
poco metafísi- cos, o por lo menos me parecen a mí muy
inasibles, con perdón de los teóricos que los aprueban abiertamente, como el
tema del instinto de muerte. El hecho es que para Freud es muy claro que esa imagen de sí no es sólo el objeto que Narciso tenía de su amor; esa es también el objeto de la agresi- vidad. Ese
punto sí es claro y es clínico. Si nosotros logramos inJroyectar
lo que en otros amamos y ponerlo como parte de nu;si:io Yo para amamos en alguna forma a
nosotros mismos, si logramos e!?X.~ctar lo que en nosotros odiamos para verlo en otros
como lo más odioso, entonces esa imagen no es sólo la imagen de la contemplación encantado de Narciso; es tam- bieft la imagen de un objeto del odio.
18
Estanislao
Zuleta Obras 237
También hay en Freud una fenomenología muy
amplia que apenas podemos
aquí esbozar, pero sin la cual nadie se hace a
una idea de qué significa el amor en
Freud. El amor en Freud es, por decirlo
así, en sus términos, siempre ambivalente.
En Freud encontramos
un personaje que rompe- c·an
cierta tradición bastante vieja
de hablar maravillas del amor y
pestes del odio. Esa tradi~i_ón es clásica y no se le puede adjudicar al cristianismo,
ya que es anterior, incluso en sus
formas más autodestructivas. En el
cristianismo hay varias formas, como la de
"ama a tu prójimo como a tí mismo",
que implica el amor a sí; de eso se prende Santo Tomás para mostrar que hay derecho y que es razonable amarse a sí mismo,
no por si sino por ser
una criatura de Dios. Hay otras
figuras cristianas más autodestructivas:
el sacrificio por el otro o, por ejemplo, aquella tan poco practicada de la otra mejilla,
que está en el Evangelio de San Mateo. Esto de la otra mejilla
lo encontramos también en la tradición
china; Confucio dice: ''sed como el sándalo,
que perfuma el hacha que lo hiere".
Las tradiciones más diversas aparecen de
acuerdo en ese punto: grandes elogios al amor; la condición de la
felicidad es en toda tradición occidental la erradicación del odio, y también en
la cultura oriental. En Freud la cosa no es
tan clara, para él toda relación interhumana es ambivalente, es una combinación de
hostilidad y amor; eso no es, según Freud, una mala cosa, sino una buena
cosa. Parafraseando lo que se dice al final de "MAS ALLA DEL PRINCIPIO
DEL PLACER", una relación
amorosa que no contuviera
nada de hostilidad, sería no sola-
mente impotente, sino que sería una
simple contemplación be.ata .del objeto, incapaz de toda relación
reai que contiene elementos
de hostilidad, incapaz de toda crítica, de todo inten_t!)_ __ de ayuda, de todo intento de transTormación, de toda efectividad; só)o hay combinaciones, lo
dramático es el desprendimiento o
desintrincación de las pulsiones y que vayan solas, o la una o la otra. Nos encontramos es ante com- binaciones de
diversa índole y diversos resultados ue amor
y odio; por eso la frase cristiana
es muy unilateral, debería completarse
para que la cosa quedara bien redondeada: "ama
238 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
a tu prójimo
como a ti mismo y odia a tu prójimo como a ti mismo ..., porque también sería un tipo de narcisismo muy
ton- to er que no tuviera nada
contra sí mismo.
En Freud
ya no nos encontramos con el bien y el mal, ni con ningún
tipo en el que quepa un nuevo maniqueísmo, ni siquie- ra en esas figuras que en la tradición de occidente
fueron tan firmes; desde luego
muchan gentes han predicado el odio, pero solamente como un pretexto de que se odia a los que son
enemigos del bien de todos y del amor de todos.
En los hechos se descuartizan, pero la prédica del occidente
es la valoración del amor como lo excelente.
La hostilidad contra
sí mismo y contra los demás -formúlese contra sí mismo en
cualquier de sus niveles, desde los más
débiles: la tensión necesaria entre el Yo real y el
Ideal del Yo, hasta los niveles más fuertes: las formas de depresión-, de
todas maneras es altamente fecunda.
La depresión siempre
contiene un nivel determinado
de autoagresión, que suele tomar la figura de la culpa, inconsciente
casi siempre en la depresió.n neurótica .. Y dclirantemente
consciente en la depresión psicótica (culpa persecutoria).
Pero muchas otras figuras de la hostilidad para
consigo mismo y para l
os
objetos de amor, están vinculadas al tema de la culpa y son primordiales. En "EL MALESTAR
DE LA CUL- TURA" es donde mejor se trata
el tema de la culpa. Para
Freud el problema de la culpa es anterior al problema de l~.ley ·Y de las normas; suele
decirse que la ley creó el pecado,
especialmente por parte de los
que no son partidarios de la
ley sino del reino del amor, como los cristianos primitivos, como los
gnósticos, como los utopistas y muchos
otros. Es decir, si al viejo caprichoso no le hubiera
dado por decirle a Adán que no
comiera el fruto de ese árbo, no habría ocurrido ningún problema, pero le dio por eso. Si no hubiera
existido prohibición, no habría pecado y no habría más que paraíso: fue la ley la que creó el pecado.
Estanislao
Zuleta Obras 239
En Freud encontramos por el contrario, que la culpa como sentimiento es anterior a la norma, porque procede de la ambivalencia, procede de la hostilidad
hacia objetos que amamos y con los
cuales, además, estamos identificados;
hostilidad que se vuelve sobre
nosotros mismos y es vivida como culpa. En
ese sentido es anterior al reino de las
normas y no procede de haber transgredido una
norma; eso lo va a
reforzar, eso va a
sobreagregarse, a sobredeterminar las
culpas después. Pero hay un juego de la
culpa, que se puede encontrar en un
pequeño artículo que se llama ..El delincuente por sentimiento de
culpabilidad", en el cual Freud estudia cierto número de casos de delincuentes que tienen
ciertas partícula~ ridades curiosas, una de las cuales es que resulta muy fácil descubrirlos, pues dejan demasiadas huellas.
Freud mostró que esos delincuentes padecía
un sentimiento de culpa profun- do e
inconsciente, y querían tener una culpa
consciente, presentable para sí mismos,
y un castigo para poder salir de la otra más profunda, más difícil de vivir,
de soportar; enton- ces hacían un robo, los cogían, los metían a la cárcel y se acabó
el problema. El que queda reprimido es el otro,
el que procede de la otra fuente del que se quiere escapar con él,
de la fuente
de hostilidad reprimida, inconsciente hacia un
objeto amado, entonces se busca otra culpa en la transgresión, es decir, es preferible una culpa que tenga un origen secunda- rio, como la ley,
a una que tenga un origen primario; hay
algunos que casi van detrás del bolillo.
El sistema
de la hostilidad y del amor, es una combinatoria, y un comentario
a una cuestión tan vasta, tan compleja y tan
bella como la tipología platónica del amor, si va a ser freudiano requiere introducir varias nociones: la noción de narcisismo y complejidad, combinatoria, economía o dialéctica,
y la noción de su combinación necesaria con el odio y con la hostilidad . .
El odio hacia alguien puede proceder, por ejemplo, de
que es una persona que denuncia en nosotros algo que no queremos saber de nosotros mismos, porque lo es de una manera
tan
240 Torno 1 El pensamiento psicoanalítico
exagerada que funciona para nosotros corno un espejo de
aumento,
sobremanera molesto, entonces el esfuerzo de
diferenciación, el no al otro, "ese no soy yo, ese es el que yo
odio", es una de las figuras del odio corno hay otras.
IDSTERIA, PSICOSIS Y OBSESION
El Proceso Pri
mario- La Psicosis.
Estanislao
Zuleta Obras 243
Las diversas formas de elección de objeto
son también un tern
a fundamental en el pensamiento de Freud: las condiciones en las
cuales se elige un objeto corno objeto
de amor, corno objeto de deseo, corno objeto de odio.
Vamos a hacer el estudio de las estructuras psíquicas, corno una parte de la
caracterología psicoanalítica. Aunque ya se conoce
el terna, voy a suponer que partirnos de
cero para hablar de la histeria,
de la obsesión, de la paranoia, etc.
Con el despliegue de estas grandes
estructuras podernos tal vez dar mejor
cuenta de problemas tipológicos y algunos proble- mas que son de gran importancia en la vida personal y colecti- va (aunque los estudios sobre sus efectos en la vida colectiva son relativamente recientes,
constituyen precisamente uno de los
aportes más nuevos en el pensamiento
psicoanalítico). Freud estudia en ..
ENSAYOS
SOBRE LA VIDA SEXUAL Y LA TEORIA
DE LA NEUROSIS",
con gran extrañeza, un
caso que él trató de una señora con una histeria de
angustia muy franca; histeria de
angustia o histeria de conversión.
La histeria de conversión tiene sus
manifestaciones
más impor- tantes en formas aparentemente organicas: parálisis, ceguera, sorderas y otras similares. La histeria
de angustia, corno su nombre lo
indica, hace más consciente un monto muy alto de angustia y tiene manifestaciones más
frecuentes en forma de fobias:
agorafobias, claustrofobias, zoofobias y otras más, a veces muy lirnitantes en la vida, hasta
llegar a impedir salir de la casa, por ejemplo; generalmente están en combinación
con alguien: mamá, cónyuge o alguien con
quien hay una relación anímica muy
estrecha en la ambivalencia de que hablábamos.
El otro problema
que inmediatamente resulta cuando se pasa a un análisis corno los que vamos
a intentar, es el problema de la
relatividad de los términos amor y odio cuando tenernos que introducir la pareja de lo consciente y
lo inconsciente; encontramos
hostilidades inconscientes sobre grandes amores
conscientes, y lo inverso; es decir, vamos a introducir un nivel
244 Tomo 1 El pensamiento psicoanaJ ítico
de
complejidad nuevo en el análisis del amor y el odio que es propiamente psicoanalítico.
Lo primero que en psicoanálisis se estudió en una forma más
o
menos detallada fue la histeria
y, casi inmediatamente, la obsesión. En "ENSAYOS SOBRE LA VIDA SEXUAL Y LA TEORIA DE LA NEUROSIS" se
encuentran textos sobre ambas cosas. Sohre el tema también
es necesario estudiar "EL HOMBRE DE LAS RATAS'' ("Un caso de neurosis obse- siva"), que aparece en "CINCO PSICOANALISIS O HISTO- RIALES
CLINICOS", y que se llama así
porque comienza la primera sesión con una asociación de la que no quiere hablar y es un martirio con unas
ratas. En "CINCO PSICOANALI- SIS ...
" también está el caso de Dora o "Análisis pardal de una
histeria". Ambos trabajos son fáciles de
leer, son apasio- nantes como novelas y están supremamente bien
escritos. Hay bibliografía más moderna
que la de Freud, más difícil de conseguir, y mejor en muchos sentidos. En
cuanto a la
histeria, está el estudio de Perrier titulado "FOBIA E
HISTE- RIA DE ANGUSTIA"; en cuanto a la neurosis obsesiva, hay muchos estudios en castellano, como
"DESENMASCARAR LO REAL", de Leclaire, que trae tres
casos de neurosis obse- siva, con mucha teorización. "HISTERiA Y
OBSESION, SUS RELACIONES EN LA OBRA DE FREUD Y EN SUS SUCESORES", de André Green, estudia la
pareja desde la obra de Freud hasta la obra de Jos
discípulos de Lacan, en la obra de Melanie Klein, es decir, en la
historia del psicoanálisis hasta hoy; es
un resumen muy bien hecho, tal vez un poco injusto con Lacan al final, pero en conjunto es muy bueno.
Algunas sugerencias de Freud, y en algunos
estudios mode
r-
nos, para abordar el tema, se refieren al problema del
lengua- je. Freud hizo una introduccción al tema desde ese punto de
vista en "EL MULTIPLE
INTERES DEL PSICOANALISIS", en donde hay un pasaje
titulado "El interés del psicoanálisis
para la lingüística", supremamente interesante desde el punto de
vista en que vamos a ocuparnos de la histeria y la obsesión.
Estanislao
Zuleta Obras 245
Las estructuras que vamos a describir, nunca las encontramos en estado puro; casi siempre encontramos combinaciones.
Es muy difícil el problema de
diagnóstico diferencial en psico- análisis,
además los analistas no se preocupan en absoluto por ningún
problema de diagnóstico. Generalmente nos encon- tramos co
n elementos
depresivos, elementos histéricos,
meca- nismos que uno puede
sospechar que están en el orden de la psicosis; es decir,
no hay una
línea divisoria en absoluto, ese es un error que algunas tendencias modernas
han alimentado. No hay una línea divisoria que nos diga aquí
es neurosis y más allá es
psicosis. Los psiquiatras llaman "border
Line .. a los casos que están entre los dos; esa teoría de los
ca<>os límites la ha asumido
francamente uno de los mejores psicoanalistas del mundo actual, Pontalis, quien dirige la
revista "LA NOU- VELLE PSYCOANALISE". André Green también
tiene un trabajo sobre los casos límites
muy reciente ( 1.982).
No tenemos ninguna manera de trazar una línea divisoria entre psicosis y neurosis, en la práctica se pueden interferir; también hay evoluciones.
Freud nos cuenta en uno de sus
ensayos el caso de una señora que fue su paciente y que comienza con una franca histeria de angustia
y en el proceso de tratamiento resulta con una neurosis obsesiva de las más claras y las más graves. Ese fenómeno se puede dar también en términos colectivos; ha sido estudiado el caso muy interesante de
toda una región de un país, que pasa de una histeria colectiva
a una paranoia colectiva, que se expresa
como un movimiento armado que tuvo en jaque al ejército de Francia en dos déca- das. Los estudios más
nuevos son los que se refieren a muta-
ciones en el campo colectivo. La neurosis
colectiva es un térmi- no que estaba ya en freud, quien
incluso dice que una de las maneras de escapar al trabajo de producir una neurosis privada es
sumarse a una neurosis colectiva y que por eso son tan atractivas.
Hay un trabajo
malicioso de Freud que se llama .. ACTOS OBSESIVOS
Y CEREMONIAS RELIGIOSAS", donde hace una comparación
de los rituales de los individuos obsesivos
246
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
y la liturgia de la religión, y llega a la
conclusión de que en efecto la neurosis obsesiva es una religión
privada, pero sólo porque la religión es
una neurosis obsesiva colectiva.
La idea de
una neurosis colectiva se
ha desarrollado bastante; un aporte curioso es el de Sartre, quien comenzó con unos ataques terribles contra el psicoanálisis y una negación
rotunda de la posibilidad misma de la noción del inconsciente; en el
tercer tomo del estudio sobre Flaubert, ..EL IDIOTA DE LA FAMILIA", tiene un capítulo, "La
neurosis colectiva", hay aportes al tema. Esa es una
evolución muy interesante. H3y muchas otras de ese mismo sentido; de
un gran no, a una comprensión creciente, incluso a aportes.
La histeria se
puede abordar por muchos lados.
Se puede abordar por las estructuras del Yo, por las formas de la libido, o desde el punto de vista de su concepción del
tiempo, del espacio, dellengu¡ije, etc.
Uno encuentra que en cierto sentido todo el
que no tenga una neurosis obsesiva muy grave es un histérico, como
todo el que no tenga
una histeria muy grave es un neurótico obsesivo. Lo que llamamos salud es una buena combinación de neurosis
y psicosis; lo que llamamos enfermedad es una unilateralidad: tener
una sola. Como decía Freud, aquí no
nos encontramos con ninguna noción de
enfermedad en el sentido de un agente externo, como un tumor, etc., sino más bien una economía
de algo que de todas maneras somos todos y que de pronto se unilateraliza.
Una observación que se ha hecho muchas veces,
que se encuen- tra e
n
Freud y en casi todos los tratadistas,
es la de que en la histeria hay una movilidad muy grande de las identificaciones, a diferencia de la neurosis obsesiva, que se mantiene muy inflexible. Se
dice, entonces, del Yo histérico que es muy lábil en el sentido que tiene el término
castellano: maleable, o, por lo
menos, aparentemente muy maleable; a veces da
la impresión de que cambia con mucha facilidad, muy
sugestio-
Estanislao
Zuleta Obras 247
nable decimos en el lenguaje corriente, entra en una relación
nueva
y parece como si fuera otra persona. En análisis se tiene
la impresión de estar trabajando con plastilina,
en material muy fácil de manejar, pero lo que de él se logra se desbarata fácilmente y volvemos a otra cosa ..
Lucy lrigaray, quien trata la relación con el lengua,je de estas neurosis, en uno de sus· trabajos, "COMUNICACION LIN- GUISTICA Y COMUNICACION
ESPECULAR" (1),
dice que hay en la
histeria un fantasma de no haber sido
suficien- temente amado y, digámoslo
así, una necesidad muy grande, supremamente aguda, de aprobación, y de
aprobación inme- diata, de aprobación por el
testigo actual, por el que está aquí y ahora. En cierto sentido, no hay nadie que no tenga alguna necesidad
de aprobación, pero aquí se subraya es la exigencia de actualizar.
La posición del histérico conduce a tener una inmensa sensi- bilidad
con relación a las características de aquellas personas para
quienes habla y, por lo tanto, de
aquellas cosas 9.ue a esas personas le serían aprobables
o reprobables, para elegir en una gran sutileza todo lo
que al testigo actual le resulta aprobable y halagüefio. Se dice del histérico, por ejemplo,
que es sensacional como seductor, inconscientemente y a veces conscientemente, tiene la
capacidad de captar aquello que al
testigo actual podría aprobar, lo cual
tiene sus costos, y es que cuando está
hablando para dos que piensan y sienten
completamente distinto, tartamudea, ya
no sabe qué hacer y se le genera
una angustia inmensa. Esa maleabilidad
puede llegar hasta el punto de que el histérico cambia de
pensamiento cuan- do cambia de
interlocutor, pero para poder conquistar una aprobación, para tener la impresión de
ser aprobado; nunca la tiene por completo y siempre queda insatisfecho por mucho
que le palmoteen el hombro, por mucho que le hagan signos de que sí,
siempre queda insatisfecho con el grado de aproba-
( 1) Cahiers
pour l'analyse No. 3.
248
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
c1on que
ha logrado y promete que lo principal lo va a dar o a decir después, para que no se crea que ya
lo dijo todo y que ya se puede juzgar; es un hombre del
aplazamiento, de la promesa diferida.
El histérico,
pues, tiende a buscar relaciones que le resulte
n compatibles, círculos en los cuales haya
grandes acuerdos, acuerdos
fundamentales, y casi podría llegar hasta el extremo de que le molestan
reuniones de más de dos, porque no le permiten ejercer a fondo sus
cualidades y sus demandas de aprobación.
En el lenguaje el histérico se caracteriza por una manera de convencer
muy particular. Voy a hacer una comparación con
el obsesivo. En el lenguaje obsesivo frecuentemente se da el caso también de que está muy
interesado en que su discurso sea verosímil, pero la verosimilitud la ajusta por
medio de formas lingüísticas de referencias reales y no por medio del deseo de que el otro se identifique
con él. En el análisis y en la vida
también, uno encuentra frecuentemente
que el histé- rico le cuenta a uno lo que
sintió y le trata de transmitir lo que estaba viviendo, la angustia que
sentía, y cómo sentía que le subía
y le bajaba por la garganta una bola, y cómo se puso de frío, o cómo estaba de entusiasmado, etc.
y uno no sabe siquiera qué estaba
pasando, ni dónde estaba, ni con quién
estaba. El obsesivo hace prácticamente
lo contrario, empieza a contar que
estuvo en un paseo y que a tal hora llegaron a
tal sitio donde había una casa verde al
lado de una piedra muy grande, más o menos a una cuadra de un río, y no le cuenta a uno qué sentía él. Se polarizan
así, uno no sabe qué es peor, si el paseo con todas las medidas y todas las horas,
con todo el itinerario y sin saber qué pasó, o el sentimiento puro sin saber qué estaba ocurriendo, ni dónde
estaban ni con quién estaban.
Estoy exagerando, desde luego. Viendo las estructuras en su forma pura, uno tiene la
impresión de que se completarían y así es. Es decir, si se les pudiera poner de acuerdo y revol-
Estanislao
Zuleta Obras 249
verlos y sacar de allí un solo discurso, sería un relato excelen-
te. Aquí de
lo que se trata es que de dos necesidades del lenguaje, la una expresiva y la otra
referencial, el uno pone el acento en una a costa de la otra, y el
otro hace la inversa.
El esquema de J
acobson, sobre los aspectos del lenguaje,
nos
permite distinguir y diferenciar fácilmente los tipos de comunicación humana lingüística. El cuadro, en
una forma sencilla, supone que toda comunicación
lingüística implica seis términos:
REFERENTE
CODIGO
TERCERO GARANTE
EMISOR
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . RECEPTOR
FORMA
DEL LENGUAJE
CONTACTO
El esquema es un poco incompleto; por eso inventé poner una cosa que
la vamos a llamar -porque así la llaman algunos
analistas modernos y algunos lingüistas-,
tercero garante. el que garantiza
la verdad de la cosa. Este tercero garante
puede ser la opinión pública, puede ser el' Otro de Lacan, el orden
simbólico, en fin: pero es una cosa que no aparece en el proceso
que describe Roman Jakobson, un notable lingüista que nos dice que hay seis aspectos
fundamentales del lenguaje. Es decir,
que todo proceso de comunicación supone un emisor, un destinatario o receptor de ese proceso; entre los dos se forma un circuito de
comunicación eficaz, efectivo, con
ciertas condiciones, por ejemplo que
haya por
lo menos parcialmente un código
común; desde luego, si el uno habla
en chino y el otro habla en
castellano, no hay ningún circuito. Nunca el código es del todo
común, pero se puede chequear
redefiniendo: .. cuando yo digo tal
cosa, con eso no quiero decir nada
peyorativo, te explico, lo digo
250
Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
sólo como
término descriptivo", entonces está
ajustando el código.
Todo texto redefine en cierto modo el código
vigente en genera
l,
el del léxico del diccionario; además nunca es comple- to y frecuentemente no necesitamos que nos lo definan, como cuando
tenemos oportunidad de leer en un idioma
extranjero la frase nos da el~sentido de la palabra, sin necesidad de ir a
buscarla al diccionario, porque por el contexto vemos que no puede querer decir otra cosa: si .. arrojando las cobijas se levantó de ... " y no sabemos cómo se dice
cama, sabt-mos que se levantó de la cama, porque no podía estar
en otra
parte acobijado. Así, gran parte del código lo conocemos por la combinatoria y otra por la sustitución, es decir, porque
nos lo definen o porque nos dan una palabra equivalente: ..l echo quiere decir cama", aunque no hay palabras que sean absolu- tamente equivalentes; pues como dijo ya Flaubert,
el gran escritor francés, no hay sinónimo en el idioma. Lecho sí quiere
decir cama, pero es más apropiado decir está en su lecho de .muerte que en
su cama de muerte y no se puede decir cama del río sino el lecho del río; lecho sugiere más yacer, cama sugiere más instrumento; es
decir, en ciertas frases son
equivalentes, pero en realidad no hay
palabras sinónimas.
En pocas palabras, pues, para que entre un
emisor y un recep- tor
haya un proceso de
comunicación, es necesario que haya por lo
menos una parte del código común, lo suficiente como para que les pennita redefmir y ajustar la parte que no es común.
Es necesario también un referente común; se ve
continua- mente en procesos de comunicación que no nos estamos entendiendo porque yo
estaba hablando de una
cosa y el que me oye cree que
estaba hablando de una distinta. Tenemos que chequear continuamente que el referente
sea común; a veces es muy fácil ese
chequeo: "hombre, no te ofendas, yo
no
estaba hablando de tu mamá sino de. tu suegra cuando
Estanislao
Zuleta Obras 251
dije tal cosa, la prueba es que la describí así y tu mamá no es
así", entonces el tipo se pone feliz porque estaban hablando mal de la suegra, no de la mamá. En ese
caso es muy sencillo, pero
a veces es suprernarnente difícil, por
ejemplo en econo- mía, en sociología, en filosofía,
cuando hablarnos de "clase social"; en ese caso no es tan sencillo que ..no era de tu mamá
sino de tu suegra", sino que tenernos que hacer todo un proce- so teórico para decir: ..no, sefior, cuando yo hablo de clase
social hablo como marxista, me refiero a una posición en las relaciones de producción y no a un nivel
de ingreso corno hablan ustedes, que llaman una clase social a los que se ganan entre cien
mil y doscientos mil pesos". Aquí ya es un proble-
ma teórico.
De todas maneras la
comunicación necesita un re fe rente común o ajustable
en el proceso de la comunicación
entre un
receptor y un emisor; un código y un referente que deben ser relativamente comunes
o en todo
caso ajustables. Todo texto posee un emisor y ese
emisor en el texto expresa parte de lo
que él es, por la
manera corno
habla, por el tono, por el acento, por
el estilo si escribe, por las cosas que dk-e; muchas
cosas que hay en el texto son informes
sobre lo que es el emisor.
Claro que en esto se diferencian mucho unos
textos de
otros; en el texto científico, por ejemplo,
el emisor tiende a cero y
esa es una característica que
define el texto científico. Aquel que
dice "dos más dos son cuatro"
no nos informó nada sobre él; la comunicación tiende al máximo,
es universal, la entiende todo aquel que tenga las premisas, pero la
expresi- vidad tiende a cero; el que dice que los ángulos internos de un
triángulo suman dos rectos, no nos informa nada sobre él mismo, ni si está bravo o está contento, ni si es
hombre o es
mujer, ni si es d.e derecha o es de
izquierda; en cambio, lo que nos dice lo puede decir en una forma tal que para todo el que
tenga los prerrequisitos inmediatamente anteriores, sea válido.
En el caso contrario, el sujeto está
delirando; todo lo que dice informa sólo sobre lo que
es él y la comunicación llega al mínimo
porque no le entendernos lo que
está diciendo. Un
252 Torno 1
El pensamiento psicoanalítico
poeta lírico está más cerca Je.J que delira. porque su discurso
-y
esa
es una característica d~ la lírica·
está centrado sobre el emisor; el emisor es el objeto mismo del discurso, Jo que él siente por su amada,
lo que él siente con relación a la soledad
o a la compañía, etc.: es decir,
un poeta lírico está tomándose a sí
mismo como referente.
Jakobson llama mensaje -yo puse fom1a del l':nguaje, que es más claro-· al hecho
de que la manera como decimos algo afecta ei senlido de Jo que
decimos: es lo que podríamos llamar estilo. La manera de decir
indica nuestra actitud ante aquello de lo que hablamos; actitud
de oposición o de adhe- sión. Eso
comprende una cantidad de cosas como
la combina- ción de las palabras, hasta el punto de que podt'mos
incluir -y eso es lo que hace J akobson--, por ejemplo, la forma poéti-
ca, rimada, el léxico que utilizamos. que puede ser indicativo de que algo no
nos gusta o que nos gusta mucho. Es muy
dife- rente decir: "tráigame un jugoso bisteck'', a decir: "tráigame un pedazo frito de cadáver de vaca",
aunque, desde luego. el referente es el mismo: la forma del mensaje indica que la acti- tud
del individuo es muy distinta ante la cosa; el segundo es un vegetariano espantoso, mientras que el
primero es un carnívo- ro, ha
informado sobre sí mismo y no sólo
sobre aquello que quiere que le traigan.
Si combinamos
el referente, la forma del mensaje y el código,
ese
conjunto, a su tumo, indica a quien pensamos dirigirnos, quién es nuestro destinatario. Si estuviéramos
hablando con
determinado tipo de personas, no
utilizaríamos tal léxico porque
supondríamos que no lo entenderían, o bien trata- ríamos de
utilizar un lenguaje más preciso porque supondría- mos que lo que estamos
diciendo para esas personas es una pura
redundancia.
Hay un aspecto
supremamente interesante que los psicoanalis- tas tratan, por ejemplo Michel M'uzan, en "OBSERVACIO- NES SOBRE EL
PROCESO DE CREACION
LITERARIA": el destinatario a su tumo decide, en gran parte, qué podemos
Estanislao
Z..;leta Obras 253
decir en un sentido profundo, ya no solamente en un sentido descriptivo; hay destinatarios que nos
inspiran, esa era una de las ideas
que Platón tenía del amor: "aquel que es capaz de engendrar en nosotros bellos discursos, aquel que deja
embara- zado de nuevas verdades desconocidas a su amante, es el ser amado".
Pero hay otros destinatarios que nos inhiben. que tan pronto aparecen por allí, nos ponemos
a tartamudear y se nos olvida
lo que estábamos pensando y cómo era que íbamos a argumentar. A veces son autoridades que
queremos descono- cer y en el fondo reconocemos, y quisiéramos pegarles
una gran vaciada; no se nos ocurre nada en medio de la discusión y, luego, cuando mordemos la almohada
solitariamente bravos, se nos ocurren toda clase de discursos
con los cuales apahullarlos, pero ya es
tarde. Unos nos •inhibent otros nos inspiran, eso tiene mucho que ver con el juego de los
afectos.
El destinatario no es el elemento pasivo al
que le va a caer el producto, sino que de él depende, en gran parte, la
posibilidad de la elaboración del
mens&je.
En cuanto al contacto,
que pone Jakobson en escena, es,
desde luego, literal; un
emisor y un receptor tienen que entrar en contacto por algún
medio; eso es muy importante para
la forma y el sentido del mensaje. Por ejemplo, hay cosas que por teléfono
no se
podrían decir: ..yo
estoy aquí" sería una barrabasada,
pues el otro no
sabe que quiere decir "aquí".
Tomemos la escritura como una forma de contacto y la pala-
bra hablada como otra forma de contacto.
Son tan diferentes que hay personas con
una gran habilidad para escribir, y lo
hacen muy bien, y, en cambio,
no podrían hablar igual de bien. Hay otras personas que hablan muy bien,
pero tienen muchas inhibiciones para
escribir. En realidad, las diferencias
entre esos contactos, son extraordinarias. Por ejemplo, cuando el hombre escribe, lo hace para un
destinatario virtual, mien- tras que cuando conversa lo hace para un
destinatario actual; cuando habla puede
chequear el efecto que sus palabras están
produciendo en quien las escucha o, por
lo menos, hacerse a alguna idea,
espera algún mugido de aprobación o alguna
26
254 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
mirada de duda que le dirige el movimiento de su discurso, lo vuelve a retomar, a recalcar, a ser más explícito o le
permite seguir. En cambio, cuando escribe,
no se
puede dar ningún lujo de esos,
tiene que estar en el texto
lo que haya de convin- cente en lo que va a decir y no puede estar
esperando a ver cómo está recibiendo el otro
la cosa. Hay más, el destinatario
es virtual, pueden ser muchos
los lectores y pueden tener ideas muy diferentes y estar en situaciónes
muy diferentes; aún cuando sea una
carta personal, el hecho de que
sea escrita ya es distinto a hablar, porque no puede chequear cómo le está cayendo lo que decimos y porque no sabe
en qué estado de ánimo la va a recibir, si en un ataque
de depresión o en un ataque de entusiasmo; también porque la puede leer en diver· sos momentos
y cuando haya tenido nuevas y diferentes experiencias.
Someterse a un destinatario requiere otro proceso
que puede ser muy complejo. Michel M'uzan
estudia esto en el primer capítulo del su
libro "DEL ARTE A LA MUERTE". El
con- tacto es parte muy importante del
discurso, porque es una forma de relación distinta con el destinatario y el destinatario es esencial en
todo discurso. Lacan,de manera lacónica, como acostumbra,
dice: "el estilo es el hombre, el hombre a quien uno se
dirige", con lo que quiere decir que con
la manera de hablar elige :y descarta quiénes son los destinatarios de su discurso. El e~tilo no solamente
dice quién es él sino quienes son los
destinatarios de su discurso.
Ten~mos, pues, seis aspectos. A veces llegan a ser casi alarman-
tes. Para un escrito -y éste es uno
de los problemas que encontró con mayor agudeza Michel M'uzan-,
es esencial lograr construir lo
que él denomina un destinatario
ideal; un escritor no escribe para un público real, a no ser
que se trate de lo que está de moda, de una especie de Corín Tellado, que escriba
para la demanda y que sea lo contrario de un escritor
en el sentido fuerte de la
expresividad. Los románticos acentuaban
mucho esa diferencia, y decían que para ser
un
buen escritor hay que ser ~apaz de orr la voz de su corazón
Estanislao
Zuleta Obras 255
más bien que los gritos del mercado. Pero para poder ser un
escritor en el sentido en que M'uzan está
trabajando en la '1'eoria de la creación literaria", es necesario haber
construido un destinatario
ideal, lo suficientemente exigente como para
que le exija coherencia estética y lógica, coordinación, y no simplemente
ir desembuchando todo descaradamente,
consi- derándose maníacamente genial, pero también lo suficiente- mente
permisivo como para que le permita sacar lo que
tiene reprimido y verbalizarlo; un destinatario ideal es eso.
Construir un destinatario ideal es muy difícil;
por eso el proce
- so de la escritura es siempre dramático, por la dificultad de
construir un destinatario ideal que todo autor construye c
on base en los destinatarios reales que han sido fundamentales para él, a partir de los objetos
primordiales, generalmente el papá y la
mamá y sus sustitutos, los padres ideales, etc. Final- mente construye alguien
que le estabiliza su estilo y aquel
que es su destinatario ideal; a veces
hay un destinatario real tan importante
que le impide escribir; esto es muy
frecuente en la historia de los
escritores, como en el caso de Proust.
Maree! Proust es un extraordinario escritor, como se
sabe, bastante tardío. Su gran obra, ''EN
BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO", comenzó
a ser escrita bastante tarde; entre
tanto sus habilidades de escritor eran una maravilla y una verdadera exhibición. Especialmente
hay un texto que se llama "Pasti- ches", en el cual cuenta la historia de un acontecimiento que ocurrió en Francia: una estafa a un banco con una
má- quina para hacer diamantes. Proust cuenta el ..caso Lemoine': que así se llama,
según la prensa, pero en el estilo de Balzac,
..el asunto Lemoine en una novela de Balzac ... ~·, luego en el estilo
de Flaubert, ..el asunto Lemoine en una novela de Flaubert", y sigue con Renard, Víctor Hugo, etc. Mientras
tanto, no sabemos cuál es el
estilo de Proust, porque no ha publicado casi nada. Hay en Proust una
dependencia inmensa de lli madre. Para poder escribir su gran obra, que es gran parte una ceremonia
fúnebre, tuvo q.ue esperar a que la
madre muriera. El destinatario real era
demasiado fuerte, para cons-
256 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
truir un destinatario
ideal; por eso es algo tardío. Nos encon- tramos, pues, con el fenómeno tan curioso de un hombre con una habilidad literaria
probada y llevada prácticamente a
lo que llamaríamos circense, todo inhibido,
y que de pronto desembucha
aquel mamotreto maravilloso que está enredado con el problema del
destinatario. El destinatario puede impe-
dir, puede promover, puede inspirar, inhibir. Nunca es indi- ferente a quién hablo para saber qué
hablo, ni siquiera con relación a mí
mismo.
Es decir, en lingüística elemental, se podría decir
que el lenguaje tiene esos seis aspectos
principales, que todo discurso los
contiene y que se relacionan entre sí
y que incluso se pueden clasificar los discursos
según los aspectos que más se subrayan.
En un discurso científico la función expresiva del
lenguaje tie
nde
a cero; en cambio, la referencial alcanza su máximo. Lo importante allí es el referente, que esté tan
bien descrito que cualquiera lo coja. Un geógrafo, por ejemplo, no es un poeta que nos está contando
si el paisaje le pareció muy
bello o muy feo, sino por dónde va el río,
cuántos afluentes tiene, en fin.
Para un poeta lo fundamental es la función
expresiva; Hoelderlin dice, por ejemplo: ..En la noche hacia el
cielo crecen las rosas". Como
informe del empleado de un jardín botánico eso es lamentable, porque
también crecen en e] día y
además no van a crecer hacia otra parte;
pero es que el poeta no está hablando de eso, su referencia es otra cosa, todo allí es metafórico: cuando se acaban
las preocupaciones inme- diatas del día, los
deberes, entonces vuelven a aflorar las
grandes aspiraciones que estaban ocultas. Es decir, si no lo
tomamos en el campo expresivo, no entendemos nada.
Cada tip
o de (;.Omunicación,
cada forma, pone el acento en uno o en otro. Desde el punto de vista lingüístico,
esto nos sirve como base; en psicoanálisis la cosa
cambia mu- cho.
Estanislao
Zuleta Obras 257
Aunque empíricamente no hay problema en saber quién es el emisor
, en psicoanálisis sí. En análisis el problema de saber quién está hablando no es
tan claro, porque puede ser que en el momento en que está
produciendo determinada demanda, por ejemplo, puede estar confundiéndose con
el niño que fue y está hablando desde una regresión, o simplemente está identificado con la mamá y está haciendo una perorata, incons- cientemente, al estilo de las cantaletas que la mamá
le hacía al papá. Tampoco es muy claro, por la misma razón, quién es el
destinatario. Gran parte de lo que
solemos llamar en el psicoanálisis la transferencia -aquel proceso por el cual se transfiere
al analista dramas sentimientos y demás, que se
han
tenido con otras personas, principalmente con los objetos primordiales-, es una oscilación permanente
del destinatario. Muchas veces en lo que
consiste el análisis de la
transferencia es que el analista trae a cuento que "en este momento le estás hablando a tu
mamá, ese reproche se lo hacías
a tu mamá, de no ponerte suficiente
atención, de no distinguirte de tus hermanos"; como está bravo porque
le toca el tumo a otro paciente, el analista coge que el
destinatario ya es la madre. Esto no es suficiente y deja de ser tan fácil al
introducir el problema del inconsciente.
Como se dijo
antes, el histérico desata la función expresiva
e
n
términos de lo que siente, lo que está viviendo, la impre· sión que tuvo, y pone el acento con una
clarividencia parti- cular en el destinatario;
mientras que el obsesivo pone el acento
a veces de una manera fastidiosamente exclusiva en el referente, en término de lo que pasó, a qué
horas. Los relatos están polarizados así.
Es en términos objetivos, y no en términos subjetivos, como quiere promover la verosimilitud el obsesivo.
Es en términos subjetivo,
comunicando una vivencia, como
quiere hacerse creer, volverse verosímil,
el histérico; a veces, en casos muy
exagerados, el uno está
pendiente del destinatario de la
manera más extraordinaria y el otro a veces se desentiende del destina- tario y su discurso está impulsado por el
deseo de chequear
258
Tomo l El pensamiento psicoanalítico
él mismo
lo que él es; el destinatario no le preocupa, el desti- natario le bosteza encima, se le caen los ojos
mientras está haciéndole la visita, mira el reloj y el otro sigue: "te voy a contar
además la historia de otra tía que tú no conociste
..... y sigue
contando. Es el caso también de aquel
con quien se
habla por teléfono
y puede uno dejarlo que hable un rato
y después decirle "sí'', pues al sujeto no le interesa el
destina- tario; este sujeto es un Yo que
no necesita una
garantía real, tiene un vieja garantía. El fantasma del obsesivo, dice Lucy
Irigaray, es el haber sido el objeto predilecto del deseo y del amor de su madre
y, por
lo tanto, tiene una garantía
antigua para siempre y no necesita que actualmente le estén diciendo: "sí, cómo no, usted tiene toda la razón,
usted es maravilloso". No, él
siente que es maravilloso sin necesidad dt: eso
y
le parece que todo lo que a él le ha ocurrido vale la pena de ser consignado en el lenguaje, aunque el otro esté que se muera del sueño y del
bostezo y se ponga bizco de la aburrición, de todas maneras le sigue contando la historia; hace lo contra- rio del histérico.
Sus posiciones en el afecto difieren inmen- samente.
Desde el punto de vista del lenguaje,
evolucionan el estilo del uno y del otro
en la conversación misma. Hay un tipo de obsesivo
al cual le parece extraordinariamente interesante todo lo que cuenta; él no escoge lo que le puede gustar o interesar al otro; emplea la asociación de una manera
que podemos denominar metonímica, es
decir, por contexto, no por afinidad de sentido, y el discurso le resulta supre- mamente disperso.
Suponiendo que un histérico y un obsesivo abren el periódico y ven una misma noticia y comienzan a conversar. Al hablar el obsesivo, esa idea del
robo de los 13 millones y medio de dólares lo lleva a hablar de cómo se produjeron esos cables y las claves, los medios de comunicación, los télex; ésto lo lleva a hablar de la electrónica, ésta le
recuerda al Japón y habla de las japonesas y del erotismo japonés y se fueron los 13 y
medio millones hace rato. En cambio, el histérico
Estanislao
Zuleta Obras 259
tiende a la idea flja, este robo le recuerda
otros que se queda- ron sin descubrir y finalmente todo lo que se ha quedado sin
descubrir, cuenta lo que más lo ha herido, lo que
perso- nalmente él nunca ha sabido
y llega al intimismo. Con la mis- ma noticia cogen por caminos diferentes; tienen su estilo de hablar
y así hay que hacerles su estilística.
A veces se encuentran
en un café tres personas con estilos bien
diferentes y no circula la conversación, no chis-porrotea la conversación
con vida, sino que dos callan mientras uno habla, a ninguno
le preocupa lo que está diciendo éste,
con la espe- ranza de que algún día se calle para soltar lo suyo. Otras
veces la conversación se anima y unos discursos fomentan a los otros; otras veces se suceden monólogos en forma
bastante triste, de aguardiente en
aguardiente. Eso se ve en la
vida corriente.
Esto aquí simplemente se agudiza, se
vuelve más extremado, lo podemos captar porque lo llevamos a lo patológico, lo
cual nos permite
de todas maneras hacer una lingüística más com-
pleja o más viva, no porque la otra sea muerta, sino muy descriptiva y menos tendiente a ser
explicativa, aunque más científica pueda
ser, no sé.
En este esquema nos podemos apoyar para ver
algunas dife- rencias
entre histeria y obsesión. Hasta ahora las he
expuesto de una manera casi fenomenológica para que las
reconozcan en ustedes mismos y en
la gente que conocen. V amos a expo- nerlas de una manera psicoanalítica, es
decir, por los mecanis- mos
inconscientes que rigen uno y otro caso,
y los dramas.
*
* *
l. EL PROCESO PRIMARIO
V amos a tratar de avanzar un poco más en el tema de las características del lenguaje en el histérico y en el obsesivo,
260
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
planteando algunos problemas y
manteniéndonos todavía en
la consideración
de ambos casos como estructuras psíquicas
y como
tendencias, más bien que entrando en
las formas más francamentl'
patológicas, porque así es más fácil
reconocer en una forma más
vivencia! los dos fenómenos.
En ese sentido, un tema que aún no se ha expuesto
es el de la manera
como Freud describe las características del
Proceso Primario. Esto se encuentra
en casi toda su obra, pero la descripción más completa
está en "LA INTERPRETACION DE LOS
.SUEÑOS", en el capítulo sobre ·•La elaboración
onírica". Se trata de un estudio sobre los sueños, en el cual logra encontrar, en la forma misma de elaboración de los sueños; una serie de características que son bastante particu- lares: condensación,
desplazamiento y figurabilidad ( l ).
El proceso
de condensación se da de una manera casi directa en el contenido manifiesto
de los sueños: cuando soñamos con una
persona que resulta también otra; al interpretar tenemos que preguntar por las asociaciones
con una y con otra para ver a qué se
debe esa condensación. Es muy frecuente también la condensación en el espacio: una casa que
tiene característi- cas de varias
casas que hemos habitado o visitado. En general, la condensación es uno de los grandes elementos del trabajo de la producción del sueño.
El desplazamiento
es descrito por Freud sobre todo con rela-
ción al afecto
y a la importancia:
es decir, que un elemento del sueño que está muy cargado de afecto podría
resultar ser en el sueño
mismo un elemento muy secundario, pero estar
representando otra cosa; este es el desplazamiento
del afecto. Generalmente, un elemento representa a una persona
porque hace parte de un contexto; por ejemplo, un sueño en
que se quiebran unas gafas y el soñante tiene una tristeza muy pro-
(1) En
la traducción de Ballesteros "CUIDADO DE LA REPRESENTA- BILIDAD". Obras, T.I. Pág. 429, edición de 1 .948.
Estanislao
Zuleta Obras 261
funda, lo primero que asocia con gafas es
una abuelita, y por ahí va el desplazamiento al elemento del sentimiento sobre la persona.
Freud considera la condensación y el
desplazamiento como fenómenos fundamentales
del psiquismo inconsciente y los vuelve
a encontrar cuando estudia "EL CHISTE
Y SU RELA~ CION CON LO INCONSCIENTE,..
Muestra que ese par de fenómenos son los
que rigen la construcción del chiste.
Mucho más adelante, en "TOTEM Y TABU", Freud trata de explicar el fenómeno de la magia, del pensamiento mágico, y encuentra
que no
se
reduce al fenómeno que
no podría
consi- derar más manifiesto: la omnipotencia de los deseos que se deben cumplir en la
realidad por medio de algunos
rituales, fenómenos que están en la infancia de todos. El sentimiento de omnipotencia procede de la identidad con
los objetos primarios a los cuales se vive como omnipotentes, porque de ellos proceden las normas, el idioma, las
prohibiciones y todo, según el niño. El niño vive la omnipotencia de los padres de una
manera tan grande que adjudica cualquier
asunto a un deseo de estos; si se cae, por
ejemplo, se enoja con la mamá.
Toda la magia es la conservación de ese tipo
de causalidad adjudicada al deseo de alguien y, desde luego, todo el pensa~ miento mágico se mantiene en esa direación y es
muy difícil erradicar porque fue
una experiencia profunda. Así, por ejemplo, ·a la medicina impersonal, que busca una
causalidad completam
ente
ajena al orden del deseo,
frecuentemente se le oponen t~orías seinimágicas
o mágicas, q"Qe si bien no son verdaderas, consultan
mucho más esa causalidad del deseo y en
el fondo de nuestro inconsciente todos somos supersticio- sos y todos tenemos una
tendencia mágica. Es posible que la
hayamos abandonado conscientemente hace mucho tiempo y que cuando nos pase un accidente
consideremos que es una casualidad y que
no tienen que ver con malos deseos de
nadie; es posible que por falta de
racionalización todavía creamos
262 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
que el nifío está enfermo por un "mal de ojo", es decir, porque alguien tuvo un mal deseo, una
mirada daiíina. Esa otra medi- cina sigue aliado,
la medicina folclórica
que llaman, y formas de medicina
no científicas producen una atracción sobre
mucha gente porque no les trata
su propio cuerpo como algo anónimo, impersonal, presa de la estadística
y de los aparatos, sino que se los trata como algo que es un núcleo de deseos y de la hostilidad,
que se sienten más cerca de la vivencia
y de la infancia.
La magia, pues, tiene que ver con ese fenómeno
y está arraiga- da allá; una causalidad por el deseo es lo que la magia busca. Sin
embargo, cuando Freud describe en ''TOTEM Y T ABU,. el fenómeno
de la magia, muestra que hay dos tipos de magia, como ya lo
habían visto algunos antropólogos desde el siglo pasado, Taylor por ejemplo.
La magia imitativa y la magia contagiosa.
La primera procede por una forma
similar a la
de la condensación, que suele denominarse también metáfora: se fabrica
un mufieco que representa al sujeto
que se quiere petiudicar; se
le clavan alfileres, en fin, se le manipula con el principio curioso de que
lo semejante es eficaz sobre lo seme- jante, por
eso se llama imitativa. La magia
imitativa es un proceso muy frecuente en
las comunidades primitivas, incluso se mezcla continuamente con la técnica y difiere un poco de
la religión, aunque no en su eficacia, y si alguna es más eficaz, esa
es la magia. Allí donde el religioso ·no manipula sino que ruega a un ser omnipotente, el brujo no reza, no se inclina como el
sacerdote, no se humilla, no se autoculpa;
él baila, él echa humo, él manipula, é.l se autoafirma,
pertenece a una sociedad mucho menos
jerarquizada. La jerarquización de la sociedad y no la experiencia es lo
que hace pasar de lo uno a lo otro, sin que lo uno deje de conservar lo
otro.
Ahora bien, esa magia imitativa se extiende mucho, por ejemplo,
al conjunto
de ritos; en lugar de rogativas para que
llueva, ponerse a regar orines y hacer uno
mismo que llueva; la búsqueda de fecundar las tierras, no por medio de abonarlas, sino, por ejemplo,
teniendo relaciones sexuales encima de los
Estanislao
Zuleta Obras 263
terrenos que van a ser sembrados, es una de las
primeras formas de impulsar
la agricultura en los más diversos y
sepa- rados pueblos, con el mismo
principio imitativo
de que lo semejante produce lo
semejante.
La magia contagiosa opera por otro lado, no por el lado metafórico sino por el lado que se llama metonímico, por contexto. Para poder manipular a alguien hay que conseguir algo que pertenezca a su contexto, por ejemplo, su cinturón,
parte de su cabello y con eso es
suficiente, porque el principio teórico
es que lo que estuvo en contacto sigue siendo eficaz sobre aquello con lo que estuvo en contacto.
No quiere
deCir esto que en los estudios antropológicos el par de
procedimientos se excluya; quiero mostrar simple- mente que el sistema
de Freud ha encontrado que la condensa- ción y el desplazamiento es de una gran universalidad. Lo ve primero en los sueños, luego como las formas
de producción del chiste, luego como las
formas de la magia y, en general, es de
una inmensa universalidad, es decir, son leyes del Proceso Primario que salen en una u otra parte.
Ahora bien, la figurabilidad es otro fenómeno también encon- trado
en principio a propósito de la
interpretación de los sueños. Consiste en el devenir
imagen de una preocupación, de un
pensamiento.
Es un fenómeno que hace que los sueños tengan una formulación generalmente tan plástica, visual; el sueño es una especie de alucinación normal, cotidiana
y tiene la característica de una alucinación, por
ejemplo,
la fe de
un sujeto en lo que está soñando, cosa que no tiene
la ima- ginería, porque podemos crear historias imaginarias, pero sabemos que lo que estamos imaginando no está ocurriendo, .mientras que en el sueño ese saber está por fuera, ese saber sólo viene al
despertar. Uno se puede imaginar un dragón que se le viene encima y no tener el menor temor, pero si se
sueña eso se despierta sudando del terror.
La figurabilidad es un fenómeno enigmático;
Freud lo com- para a ciertas formas de la pintura en las cuales el espacio, las
264 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
figuras y los colores, se vuelven altamente significativas y muestra incluso cómo hubo pintores, por ejemplo,
Pieter Brueghel,
que hicieron directamente en forma de cuadro
el mismo proceso de la figurabilidad. ·srueghel tiene un cuadro
muy conocido que se llama
"Refranes Flamencos", el cual
es un conjunto de refranes pintados, no hay ninguno citado; de
ellos algunos son muy conocidos entre nosotros, como "echar perlas y
los cerdos" para significar el
hecho de decir cosas muy elevadas
y muy sutiles a personas de muy
mala voluntad y de poca comprensión; allá
dicen "echar rosas a los cerdos" y en el cuadro está un señor echando rosas a los cerdos; también está "el pez grande se
come al pequeño", "confesarse con el diablo"
y está el diablo pintado en el
confe- sionario.
Así miismo es el sueño: pintar textos, eso es lo que se llama la figurabilidad. Parte de
nuestras visiones y de nuestras percepciones
nos permiten, a veces preconscientemente, a veces inconscientemente,
encontrar allí. Un ejemplo, muy caracterís, tico es éste, que parece tomado de Brueghel: Un individuo que es bastante moralista se indigna mucho al saber que un amigo
de él está haciéndole la corte a la
esposa
de otro amigo, y exclama: ''caramba, pero éste sí anda por las alcantarillas"; pero a la otra
noche sueña que él va por entre un gran tubo
y que hay excrementos por donde va caminando, es decir, su frase se le convierte en la imagen del sueño, porque la esposa del otro también
le gustaba mucho a él. Entonces el sueño
está realizando el deseo de lo que le adjudica al otro: ir por entre las
alcantarillas. ¿En qué forma?, en forma de figurabilidad; el devenir imagen de un pensamiento, de un deseo,
de una
preo- cupación es otra característica
del proceso primario.
En cierto modo
eso siempre lo habían sabido por lo
menos los pintores y todos ellos se reconocen a sí mismos como pensadores
en forma de imágenes; eso esta en el
''"TRATADO DE LA PINTURA, de
Leonardo. En ese sentido todo el mundo es pintor, por lo menos cuando estamos dormidos,
Estanislao
Zuleta Obras 265
porque logramos reproducir de la manera más nítida
y más fiel, rostros y figuras que hace añ.os no vemos,
cosa que le
quedaría difícil hacer a un pintor.
Claro está que hay otras características en el Proceso Primario, pero
las
anteriores nos sirven para la caracterización de la histe~ ria y la obsesión.
Entre otras cosas, Freud señ.ala que
hay una especie de gramática del proceso primario y que en el
proceso prmario no entra la disyuntiva
"esto o lo otro", no
entra, por tanto, la ley de la contradicción, propia de la lógica,
no entra la diferencia
entre sucesión y causalidad: "ésto ocurrió después de esto" y "ésto ocurrió a causa de esto", que son dos cosas muy distintas en la vida despierta. Nosotros sabemos que hay muchas cosas muy distintas en la vida des--
pierta. Nosotros sabemos que hay muchas cosas que se suceden
sin tener ninguna relación de causalidad y estaría loco el que
creyera que hubo un temblor de tierra a causa de que él se sacó
un moco; en cambio, sabemos que tiene un ojo negro a causa de que le dieron un puñ.o. Es decir,
en la vida despierta la sucesión y la
causalidad son para nosotros claramente dife~ rentes, pero en el proceso primario no se diferencian.
En "ANALISIS DE UNA NEUROSIS
OBSESIVA" dice Freud,
planteando nuevas diferenciaciones, que "allí donde
la histeria condensa, la neurosis obsesiva separa". Por
ejemplo, la histeria condensa la censura, que a veces
es el castigo, y el deseo
con relación a una misma cosa.
Este ejemplo lo trae Freud va· en la ..
INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS", pero luego en otros estudios sobre
la histeria lo desarrolla todavía más.
En el deseo sexual la histeria se coloca en un nivel genital, mientras que Ja obsesión está caracterizada por la regresión bastante marcada
a la etapa anaJ. Una muchacha cuyos deseos sexuales son reprimidos,
produce los síntomas del embarazo y de esa
manera queda condensado, por una parte, el deseo, como ya realizado, y
por otra parte, el auto~ castigo por la realización de lo prohibido, en un sólo síntoma.
266 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Pero mucho más característico es la descripción
que nos hace Freud en
un
texto que se llama "GENERALIDADES
SOBRE EL ATAQUE HISTERICO",
donde muestra que en el ataque histérico
se condensa otro problema de la
historia en el sentido .inconsciente profundo: la fuerza de la bisexualidad. Si el ataque hist6rico resulta tan
incomprensible en sus movimien- tos y tan incoherente, casi como convulsiones
puras, aunque en realidad no son convulsiones, es porque en realidad el histérico
o la histérica están representando al
mismo tiempo los movimientos de un
violador y de una persona que trata de
evitar ser violada. Si se sabe eso, se puede empezar a leer; el síntoma es ya él mismo una condensación de dos tenden- cias.
En cambio, en la neurosis obsesiva lo que domina es el sistema
de la separación. Lo que
aparece en la conciencia es el final de
un proceso cuya cadena ha sido en gran parte anulada
e invertida. Por ejemplo,
"EL HOMBRE
DE LAS RATAS'' tiene ideas obsesivas, porque el
obsesivo generalmente no
reconoce tener deseos sino ideas que se
le ocurren y nunca se sabe de dónde le llegan. Sin embargo, el análisis permite restablecer el
proceso de las ideas obsesivas. "EL
HOMBRE DE LAS RATAS" en un
momento cuenta que tuvo la idea de cortarse el
cuello con una navaja de afeitar, cosa que a él mismo le asustó;
haciendo el análisis se encontró que la dama de sus pensamientos, para gran frustración
suya, se fue porque estaba enferma
una sefiora a quien tenía que acompafiar, se fue para
un balneario y lo dejó solo preparando sus estudios para graduarse y poderse casar con esa dama;
siguiendo con la serie de ideas, se le ocurriría
que "en lugar de estar aquí
haciendo estos estudios debería estar con fulana, si no se hubiera atravesado aquella maldita
vieja a la que habría que cortarle la cabeza". Todo esto fue restablecido
por el análisis,
pues esto desaparece de la conciencia y lo que aparece es el castigo: "debes cortarte la cabeza por tener ideas asesi- nas", entonces a
él se le
viene la idea de cortarse la cabeza con
la navaja de afeitar y se aterra porque todo lo demás queda
anulado.
Estanislao
Zuleta Obras 267
El proceso de
la anulación es uno de los mecanismo de defensa que reina en la neurosis obsesiva, como también el de la sepa- ración. Como pensador, el neurótico obsesivo
es un partidario del esencialismo y del rigor, que no se vaya
a con fundir nada con nada, que
se considere hasta qué punto es incompatible su conc..-epto con otros conceptos que podrían aparecérsde. su teoría con
otras teorías que podrían también
dárselas de ciencias y no son más que
ideología. El rigor de
Althusscr, por ejemplo, deja entrever la neurosis obsesiva casi que
entre líneas: en todo es rigurosísimo: que no se vaya a
confundir la época ideológica con la época científica de Marx.
Podemos seguir en muchos campos esa oposición de
histeria y obsesión. Por ejemplo, hay una vivencia del tiempo muy
diferente entre el histérico
y el obsesivo. En la medida en que el fantasma del histérico es el de no haber
sido suficien- temente amado y su deseo es el de una inmensa aprobación
que nunca le parece suficiente, el tiempo que rige en su vida,
podríamos denominarlo así, es el aplazamiento. Aplazar, '"luego lo haremos mejor"; aplazar siempre que habla: "des- pués les
diré la cosa más ampliamente". Prometerse a sí mismo y aplazar para
después. El tiempo está siempre en suspenso
en el orden de una promesa y de una autopromesa. Ahora bien, eso no es suficiente refutarlo de una manera lógica y decir, por ejemplo, que aplazar no es
correcto, que lo que podemos hacer hoy no lo podemos hacer mejor dentro de
dos afios, que lo que no hicimos hoy ya no se hizo. Eso no se puede refutar, el aplazamiento es esa vivencia de que no hemos terminado de dar la
prueba de que merecemos una aprobación
y no terminaremos nunca.
El tiempo del obsesivo es algo completamente
diferente. Leclaire
decía que en el tiempo del obsesivo se trata de con- vertir el futuro en el pasado; ésta es una formulación
supre- mamente interesante porque una característica del obsesivo
es la planificación absoluta.
El obsesivo va a hacer un paseo y necesita tener el itinerario exacto de
dónde va a ir, por dónde va
a ir y a qué horas va a estar en el sitio; el mapa le encanta
268 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
y el itinerario. De tal manera que es como
si elpaseoya estuvie- ra
hecho y trata de cefíirse exactamente a su itinerario;
hay una angustia de que algo imprevisto
ocurra, hay una falta de apertura al
futuro como golpe de dados que enriquece y que
obliga a impbÍVisar la vida. Hay, pues, esa voluntad de
conver- tir el futuro en pasado, mantiene su libreta
con sus apuntes
sobre todo lo que va a hacer y
con quién se va a ver y a quién va a llamar y a qué horas, y trata también de conservar el pasado, no el pasado de la memoria involuntaria de Proust,
el pasado vivido que de pronto irrumpe como añoranza, como nostalgia, como remordimiento, sino un pasado
debidamente organizado, por ejemplo en un album de fotografías de
diver- sas épocas de la vida, de diversas edades de sus hijos y tratar de
tenerlo empaquetado y metido en el bolsillo, disponible, pero que no
le asuste el pasado irrumpiendo
de repente como nostalgia, como
remordimiento, como vivencia inesperada en
esa memoria involuntaria que tan bellamente describió Proust en "EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO".
Proust, probable- mente llevaba las cosas tan lejos por eso, él detestaba la
foto- grafía como un enemigo personal, él lo que amaba era otra cosa: un pasado
no disponible que le irrumpiera y lo reviviera, no archivable.
También se ha
dicho que el obsesivo trata de
convertir el tiemp
o en
un espacio y en un espacio que quede
lleno, sin huecos. El horario del día,
el itinerario del día, el mapa
del paseo, ojalá todo esté como si el tiempo fuera un espacio y ese espacio estuviera lleno de
acontecimientos, medido y previsible.
Se han
descrito muchas otras oposiciones entre la histeria
y la obsesión. A propósito de la vivencia del cuerpo, que es múy distinta también, hablaba de la
experiencia. del espejo. Las diversas
formulaciones psíquicas ven el espejo de maneras supremamente diferentes; ya cité un trabajo
de L. lrigaray que se llama "Comunicación lingüística y
comunicación espe- cular", en el cual muestra cómo se ven de diferentes en el
Estanislao
Zuleta Obras 2h'J
espejo las diversas estructuras psíquicas.
Por ahora, vamos a ver la histeria y la
obsesión.
Las manifestaciones de la psicosis abierta, no como tendencia, ante el espejo, son gravísimas; el paranoico ve otra persona, generalmente el padre o algún representante;
el esquizofrénico no se reconoce en el espejo, es muy frecuente
que entre por
primera vez a un sitio
donde hay un espejo de cuerpo
entero y al verse a sí mismo salude sin darse cuenta de que es él.
Con la psicosis la cosa es compleja, en
cambio con la neurosi
s no; son simples tendencias, diferencias de matiz. Por ejemplo, en el histérico
hay una gran disconformidad con su propio
rostro y no le gusta mucho el
asunto de verse
demasiado en el espejo, porque no está conforme con su propio rostro, le
parece que hay algo allí que no está
bien; prefiere afeitarse rápidamente
y no tener que ver ese espectáculo que lo deja
insatisfecho. El obsesivo, en cambio, se
regodea reparando en el espejo todas las particularidades de su ser con bastante aprobación. Esto procede de los fantasmas de
que hablé al
comienzo, de haber sido el objeto muy adecuado del deseo y el afecto de la madre, en el caso del
obsesivo, y haber sido suficientemente
amado, en el caso del histérico.
Esto es altamente independiente
de la realidad, es decir, de las
características estéticas del personaje. Se ve,
por ejemplo, en l:¡s damas
histéricas, así sean lindas, el
descontento con su figura y con su rostro; y en las damas obsesivas, la felicidad con que se arreglan
y se mantienen ante el espejo aunque
sean un camello con faldas.
Lo dicho antes acerca de los discursos, son tendencias.
Ninguno de los
discursos•, como el del histérico y el obsesivo al comen-
tar la
noticias de prensa, deja de ser coherente. Aunque ambos vayan por lados
diferentes, el uno por el lado metafórico de
una insistencia en el sentido
para terminar en su sentimiento, en el reconocimiento de lo que él ha perdido y le resulta irre- cuperable, y el otro por el lado del
contexto; de todas maneras
270
Tomo 1 El
pensamiento
psicoanalítico
estamos ante dos discursos muy diferentes al
discurso psicóti- co, porque ambos poseen toda la
lógica y respetan las premi- sas, los prerrequisitos, los presupuestos del
discurso.
El discurso
del psicótico, como la imagen ante el espejo, co
mo la
impresión del cuerpo, como el problema con el espacio,
pasa
a un campo muy distinto al de la neurosis. Es decir, el
discurso psicótico no reconoce los presupuestos del lenguaje. El discurso
tiene presupuestos
lógicos y presupuestos existen- ciales; por ejemplo,
cuando un individuo dice que
"hace 8 días decidí vender el
carro", hay un presupuesto lógico: que tenía carro. Lo que caracteriza el discurso
delirante es que eso no es necesario,
el hombre puede decir: "hace 8 días decidí vender el carro" aunque uno sepa
que jamás ha tenido carro. Ahí el problema
es menos de matiz, el problema es que él no sabe quién habla, es la identidad
misma la que está confundida; e$o no quiere
decir que lo que está diciendo sea una falsedad absoluta, eso quiere decir que no sabe quién
habla. Si uno logra hacer el análisis, puede resultar algo por este estilo: que un tío tenía un carro y mató a alguien
con ese carro y se sintió tan culpable q\Je decidió vender el carro por lo que le dieran
y que hace ~ días él hizo algo de lo que se
sintió culpable, entonces, se identifica con su tío y resulta diciendo que
"hace 8 días decidí vender el carro". Eso no se lo entiende nadie,
sobre todo si sabe que nunca tuvo
carro, pero no quiere decir que no
haya allí ninguna verdad, sino que es una
verdad de muy difícil acceso
porque ya no está en los
presupuestos del lenguaje.
Los presupuestos lógicos del lenguaje son muy
evidentes; si alguien
dice que dejó el cigarrillo, significa que fumaba; si uno dice •'Pedro sabía que Pablo
iba a venir", lógicamente significa
que Pablo vino, porque si no, no sabía
sino que creía. Hay una cantidad de presupuestos que ya no se pueden
reducir a los seis aspectos, sino
que son presupestos todavía más
esenciales de la lógica misma de la comunicación. El estable- cimiento de una base común es algo con lo cual comienza una comunicación entre dos
personas, si no se supone que esa
Estanislao
Zuleta Obras 271
base común exista ya; por eso, cuando la base común existe, es tan frecuente que todo el mundo se
ponga a hablar de ella, digamos,
de qué tiempo está haciendo, de cómo ha llovido, del temblor de tierra y de todo lo que es una
experiencia común. Es muy fácil iniciar una conversación cuando no
hay que explicitar una base común.
Es muy
característico del paranoico que el referente
lo tiene como algo absolutamente dado, aunque seaYpuramente
perso- nal. El paranoico
no se
pone a explicar, ni a discutir,
ni a expo- ner que él en realidad está siendo objeto de una persecusión, si el delirio básico es persecutorio; eso lo da por sentado.
El lo que trata es quiénes entran en el complot, qué medios están usando y qué consecuencias puede tener, pero el hecho le parece como si hubiera sido un terremoto,
que todo el mundo lo tiene que dar por sentado, que existió y que existe; es decir, allí tampoco respeta uno de los presupuestos
del discurso:
que se establezca,
si no hay una experiencia común, el
referen- te,
explícitamente, y que se determine su grado de realidad.
De la misma manera ocurre con los requisitos
existenciales. Es muy frecuente oír
decir: "el martes estuve recorriendo
almacenes con mi mamá en busca de una blusa y no pudimos encontrar una que nos gustara". Es una
frase muy corriente si no fuera porque la mamá se halla muerta hace 20 años.
En el discurso
del psicótico ya no se trata de las tendencias que estábamos viendo
en la comparación entre el histérico y el obsesivo; de lo que se trata es de una ruptura con las condiciones mismas, en los presupuestos y
prerrequisitos de la comunicación, lógicos
y existenciales, sin los cuales no se puede entender nada; esto es característico
del discurso deli- rante.
Después de este primer esbozo de histeria y
obsesión, veremos una caracterización de
los procesos psicóticos en general,
paranoicos, esquizofrénicos, para apuntar hacia el tema de la depresión. Un tema que hay que tratar con
mucho cuidado
272 Tomo
1 El pensamiento
psicoanalítico
porque es un fenómeno de nuestra época, es el fenómeno
de nuestra
época; un fenómeno que es casi colectivo y del cual se defiende la gente de mil maneras: con el entusiasmo
vacío, por
medio de las drogas, por medio de exaltaciones en frío, es decir,
sin esperanzas y sin futuro. Así como en la época de Freud el motivo
de consulta más frecuente era la histeria, la
impotencia y algunas veces la obsesión, en la época actual el motivo más frecuente de consulta psicológica,
psiquiátrica y psicoanalitica es la depresión. Pero la depresión pertenece
a ambos campos, a la neurosis y a la
psicosis. Entonces, voy a hacer un
cierto trabajo sobre la psicosis para que luego situe- mos la depresión.
2. LA
PSICOSIS
*
* *
Es bueno que desarrollemos un poco más los dramas de la psicosis
y hagamos algunas comparaciones directas entre
neurosis y psicosis. Hay un trabajo de Freud que, a pesar de ser muy viejo, sigue siendo
importante en esa comparación; se llama "LA PERDIDA DE LA REALIDAD EN LAS NEU- ROSIS
Y LAS PSICOSIS", y es
probablemente el primer trabajo comparativo.
Esta exposición estará basada en dos trabajos modernos:
"Observaciones sobre la estructura psicótica",
de Piera Aulag- nier,
y ''Observaciones sobre las psicosis",
que es el último capítulo de un
libro extraordinariamente bueno de Francois
Roustang, llamado "UN DESTINO
TAN FUNESTO'' (1). Lo curioso de estos textos es que optan por dos formas de interpretación o dos tipos de problema, corno
génesis de la
psicosis, completamente diferentes, y resulta que son dos trabajos complementarios y ambos son en ese
sentido, unila- terales. Si se tornan en conjunto, se tiene una idea bastante
(1) Hay traducción
castellana.
Estanislao Zuleta Obras 273
más completg de lo que puede ser la génesis de la
psicosis. Ambos trabajos se refieren a fenómenos psicóticos extraor- dinariamente graves y
en ambos se tiene en cuenta un fenó-
meno que no es muy frecuente, que puede servir de modelo, y es la psicosis originaria, que también ha
estudiado Madame Gran off.
La psicosis originaria se da cuando un nifio no entra nunca
en el lenguaje, no entra nunca en el
reconocimiento en el
espejo.
En los casos de Madame Granoffnos encontramos
con casos de nifios de 8
afios que no han hablado nunca, lo cual hace que el tratamiento sea muy difícil. Se necesita
una voca- ción especialmente clara
para dedicarse a este tipo de casos, porque
hay que trabajar con espejos, con leche, con senos, con excrementos y demás, en una forma bastante paciente hasta encontrar alguna entrada a la imagen de
sí, a una nueva forma de relación y al lenguaje. Generalmente también es muy difícil el diagnóstico, porque los confunden
con el atraso men- tal de origen orgánico que no
tiene tratamiento alguno.
En todos los casos, lo que allí ha fallado
es la estructura misma
del
Edipo, es decir, la posibilidad misma de una triangulación y esto puede fallar desde el primer momento. Piera
Aulagnier ha hecho estudios sobre el problema
de la relación de la madre
con el esquizofrénico y, según la huella seguida por ella,
este problema comienza en e
l embarazo. La relación
de los padres con el niíio comienza mucho
antes de que el nifio nazca, gues éste ya tiene un
sitio en el mito familiar, en la leyenda
familiar, ya tiene un sitio en el inconsciente de los padres, un sitio reparador de los
fracasos de ellos o un sitio de corroborador de lo que
consideren sus éxitos;. con el nifio se pagan deudas a los abuelos y se hacen muchas cosas aún sin saberlo.
La primera cuestión que señala Piera
Aulagnier es que el nifio no encuentra un
reconocimiento de ese tipo en la madre;
desde el embarazo se nota un fenómeno
curioso. En el trabajo titulado "LA
MADRE DEL ESQUIZOFRENICO", de la citada
274 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
analista, todas las encuestadas, madres de
esquizofrénicos en condiciones muy severas, se refieren al
embarazo: algunas cuentan que durante ese período
estuvieron mejor, más alivia~ das de los riñones, probablemente porque
el niño con su
cuerpo colaboraba a impulsar la vejiga y evacuaban más fácil; otras dicen lo contrario, que sentían
bastantes males- tares gástricos, probablemente porque el niño empujaba
los intestinos hacia arriba. Todo ese
tipo de respuestas son un
· indicador de que el niño no está siendo vivido como
lo que · llama Piera
Aulagnieur, el niño imaginario, sino como un
objeto
dentro del cuerpo. Uno de los fenómenos curiosos · de la maternidad es el investimento del nifio, cuando
todavía no es un niño
sino un feto en desarrollo, con una cantidad de afectos y
de camcterísticas
imaginarias, y un cuerpo que es imaginado por la madre como ya completo,
significativo y con el cual ya se puede
entrar en relación. Esa es la ilusión
que nos hace vivir, para retomar los ténninos de Aulagnieur.
La madre del esquizofrénico en cierto sentido
es más realista. Se dan fenómenos curiosos como cuando preguntan a la madre
el por qué no le habla al nifio recién nacido, a lo
cual responde: "para qué le voy a
hablar si no entiende nada", lo que es cierto pero fatal, porque la ilusión
de que el niño es ya
un ser humano es la que lo convierte en un ser humano. Por lo demás, no solamente el nifio tiene una relación
con el lenguaje en el sentido de entender o no, sino de vincular la
· voz a la presencia de la madre, al seno,
al calor y al afecto, y por lo
tanto a un aspecto dellengulije, su
aspecto musical. También es
verdad que el nifio en el seno materno puede
impulsar, estorbar y producir presiones sobre la vejiga, pero es precisamente todo ese realismo tan
extraordinario lo que hace que falte en
la economía del embarazo el investimento
libidinal, el amor de un objeto que por
ahora es ilusorio o, por lo
menos, ilusoriamente humano.
Un niño imaginario es el que se convierte
progresivamente en un ser humano; en
cambio, la reducción a su realidad efectiva es una dificultad de afecto, que a
su vez puede difi~
Estanislao
Zuleta Obras 275
cuitar mucho el parto en el sentido psicológico; es
decir, dejar del parto fundamentalmente el duelo de pérdida de algo, más bien que el encuentro de algo esperado. Desde ese momento se desarrolla
cierta dificultad de que el niño desee; eso se puede
dar en dos formas extremas: en el abandono o la angustia, que ante el niño que
desea, lleva a la madre a anticiparse a
todo, en todos los órdenes, de limpieza, de
vestuario, de alimentación; es lo que llaman con el desapa- sible nombre de madre atragantadora, que le da angustia
que el niño le reclame y -entonces se anticipa,
pero no permite que se convierta
en un sujeto del deseo, sino que ella misma
vuelve a recuperar el narcisismo de antes, poniendo al niño
como un emblema de ese narcisismo.
En una época primitiva, cuando los primeros
psicoanalistas (madame Schehaye, por ejemplo) trataron el caso de la psico-
sis, pusieron mucho el acento en una forma radical de abando- no o desamor, en
una forma muy aparente: se conocían casos como el del síndrome hospitalario, ya
mencionado.
Lacan estudió el Estadio del Espejo en varias épocas
de su vida. Hay
un artículo de 1.939, otro de 1.949
(que aparece en los .. ESCRITOS") y un
seminario de 1.962 donde vuelve sobre el
tema y donde
más recalca que ese reconocimiento
en el espejo procede del reconocimiento
del otro, de ser reconocido como objeto del afecto, como objeto del
deseo del otro. El siguiente es el caso
de un paciente de Piera Aulagnieur en
sus primeras sesiones, antes de una interpretación: .se trata de un esquizofrénico alucinado, internado en
varias oportunida- des; cuando comienza el tratamiento está enfermizo,
parece contento de ese tratamiento que
seguirá muy regularmente. En la cuarta o
quinta sesión cuenta que el domingo precedente
salió a tomar fotos y habla de imágenes,
de semejanzas, y enea~ dena de la siguiente manera: ••ta
imagen del espejo es una imagen
borrada, todo lo que uno puede dejar sobre el espejo es un poco de vaho, es una imagen a la cual
uno da un borrón, suerte de escritura mal hecha; si yo me miro
en un espejo esto podría ser un espejismo efímero, es la imagen
cuyo perso-
276
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
naje y asunto es el poseedor de ojos". Yo le pregunto qué
entiende por
esto -dice Piera Aulagnieur-,
él responde: ..bien,
hay una imagen en el espejo, lo que admiro es la obra, la materia que constituye el espeJo; pero la imagen es los ojos de nosotros, que la poseen,.
Ffjense que tan literal con la clínica
es el drama del no reconocimiento de sí.
El lenguaJe falla porque fallan los
presupuestos lógicos y existenciales
del discurso. Pero hay otros problemas con las
fallas del lenguaje. Un problema opuesto al del
obsesivo es la imposibilidad
de dudar; el sujeto está despojado de la palabra porque no puede dudar, debido a que nada de Jo que él produce como discurso pertenece al reino de lo
verosímil ni de lo probable.
Eso implica un juego entre lo que se dice
y lo que se piensa; lo que se dice,
las máximas, lo que se cree,
lo qUe otros dicen, las autoridades. investidas (finalmente es la madre), el discurso del Otro, es
qecir, aquello. . en lo que
uno ingresa sin fúndar, el
lenguaje mismo. Si Jo que yo d.igo es
lo que c:ticen -otros y esos
otros no son- cuestionables, no hay
dudas, pero entonces tampoco soy yo quien habla, y si no, hablo desde ia manía: lo que yo digo es la
ley misma, el. deseo mismo y la verdad misma y
entonces el que dude es porque es sordo
o porque no entiende nada o porque está
entre mis enemigos y se hace el que no cree en lo que es evidente. De
todas maneras se habla desde la
evidencia, la evidencia es la máxima de
los otros o es el discurso propio. Esta dificultad de una relación modulada se puede encontrar, por ejemplo, con un
analista, pero con cualquier otro también; general- mente ellos lo estudian en la transferencia, pero no es nece- sario.
Ya fuera del orden de la psicosis, se puede
ver, por ejemplo
, con qué soltura y finura Cervantes construye
al Quijote y
a Sancho, cómo le construye a cada cual un lenguaje
distinto y cómo ambos están un poco fuera de la realidad. Sancho está demasiado
cerca de lo inmediato, de los intereses del apetito, de la comunidad,
mientras que don Quijote está viendo las
estrellas a través de las ramas y softando el nuevo mundo;
Estanislao
Zuleta Obras 277
el uno habla con el apoyo permanente de los
refranes, de lo que se dice, negando que es él quien lo dijo o contando la historia de alguien que dijo "donde estoy yo está la
cabecera", para molestar a Don
Quijote y para que éste no peleara tanto
con Miranda sobre quién estaba a la cabecera; Don Quijote en un lenguaje lírico lanza el fuego y no necesita citar a nadie: "ya no
hay caballero que saliendo '(le esta playa entre
en aquella llanura y allí en una
desolada playa marítima ... " y empieza lo que fue y lo que tendrá que venir, en fin, la Edad de Oro y el discurso a nombre propio.
La gracia en la obra de Cervantes
es que entre las dos polariza· ciones
de los estilos, ambos pueden funcionar como
una crítica de la realidad; el uno
a nombre de un sueño de recon- ciliación (Don
Quijote), el otro porque es demasiado sencillo (Sancho);
por ejemplo, el gobierno de la Insula Barataria es una crítica de la realidad, el hombre es tan claro y tan sencillo que es demasiado buen gobernante para que lo
puedan soste- ner en alguna parte, porque no tiene
en cuenta toda la traba de intereses de los nobles y de sus
enemistades, sino las nece- sidades elementales y la justicia más elemental. Lo
que era una burla resultó una crítica,
es decir, están antes de la ideología o
después de la ideología dominante, pero no están en ella; esa es la pareja, por eso pueden ir juntos, por eso pueden creer juntos
-el uno por ingenuidad y el otro por
la fuerza de sus sueños-
en tantas posibilidades que la ideología des- carta, la realidad.
En la psicosis nos encontramos a alguien que
habla desde una
afirmáción que no admite
la menor duda por ser él quien lo
dice o no admite tampoco la menor duda porque es el discurso de otro que
habla a
través de él, del cual no es más que
un transmisor, un altoparlante; en ambos
casos el sujeto queda despojado del
discurso, como sujeto de la palabra y como
sqjeto del deseo; es decir, el sujeto no
está constituido, porque el sujeto humano es sujeto sólo en esa
medida, en la medida en que sea sujeto
de la palabra y del deseo. En otro sentido el
término sujeto no tiene ninguna
significación real porque, por
278
Tomo 1 El pensamiehto psicoanalítico
ejemplo, en la percepción un sujeto puede estar perfectamente asesinado, delirando lo que está viendo como algo terrible- mente
amenazador, interpretándolo de cualquier manera según el drama
de su discurso, de sus afectos y de sus
fantasmas.
En esta genealogía de la psicosis nos encontramos con una dificultad de la separación; el sujeto se queda siempre en una relación especular con la
madre, según Piera Aulagnieur. Roustang
insiste
mucho, en cambio, que con la madre o con
el padre,
pues lo esencial es que sea c.on uno sólo; pero el problema
tampoco es necesariamente por lo que solemos llamar desafecto, sino por una cierta forma
hasta pasional de relacionarse con el niño. En general, uno solo, el padre o
la madre, funciona
como madre al comienzo; es decir, al comien· zo no hay una distinción de la división
entre los sexos; uno solo ha investido todo lo que es él y todo lo que él tiene y lo que él proyecta
en el hijo, Renuncia a todo, a todo
proyecto propio, a todo anhelo propio, a todo deseo propio, a toda vida propia y adjudica al hijo la misión
de ser lo que él no es y no va a ser, una misión pesadísima. Cargado
con ese
lastre, dice Roustang, el individuo tampoco aprende a Vivir por sí mismo, tampoco construye la
posibilidad de una diferenciación, de
una distancia sobre sí mismo, una opacidad
para consigo mismo y con los otros.
Una de las cuestiones que falla en la
psicosis, y que ha condu- cido
a muchos a idealizar, es la represión. En los discursos del psicótico se encuentra una
pasmosa lucidez, pues el inconscien· te no encuentra una resistencia, pero tampoco una unidad del Yo. Si el
Yo es la sede de la resistencia, es porque necesita mantener una lucha continua por una unidad relativa. Si todos
los discursos, las tendencias, pulsiones, afectos ambivalentes, se vienen
al tiempo, el individuo queda
fragmentado. Es nece- sario sintetizar,
seleccionar, apartar, para que se funcione sobre la base de la otra ilusión necesaria,
unidad de propósitos, intencionabilidad.
Hay ilusiones necesarias, ilusiones que no son superables "in vivo", aunque lo
sean en teoría. No nos hagamos
historias,
Estanislao
Zuleta Obras 279
Spinoza y Nietzsche parecen ir mucho más
lejos que Kant, porque
quieren erradicar la noción de libertad y mostrar que es una noción puramente ideológica. Según
Spinoza, "sólo ·
viene de la
ignorancia que tenemos de las causas
de nuestros actos,
desde luego todo está determinado". Casi en los mismos términos, Nietzsche dice que ••eso es una
metafísica de verdu- gos", eso sirve para poder castigar, echar al infierno, meter a la cárcel; primero se le dice que es libre y luego por eso se le declara
responsable y se le masacra, así se construye
el culpable, así se construye el pecado.
Sin embargo, Nietzsche, quien era supremamente
agudo, ve más adelante que no es
superable y tiene una brillante fórmula
sobre el tema del
determinismo de toda nuestra conducta,
nuestros anhelos y deseos: '"el
que no lo niegue es un tonto, el
que lo sienta está loco". Ahí ya dió en el clavo. Esta fórmula reconoce la necesidad de la ilusión. Este es
un tema esencial- mente freudiano: la ilusión no
es lago que se pueda
desechar a nombre, por ejemplo, de la
ciencia.
Como lo muestra Piera Aulagnieur, las ilusiones
de las madres sobre sus niños son constitutivas del devenir humano
del niño. Asimismo
nos ocurre en varias otras cosas. En el libro
••Entre el suefio y el
dolor", de Pontalis, hay un ensayo que se llama ••LA ILUSION SOSTENIDA", donde se estudia el fenómeno de la eficacia de la ilusión, de la necesidad de la ilusión. Uno puede
discutir sobre tipos de ilusión; esto
se ha hecho
en psicoanálisis desde que Freud escribió "EL
PORVE- NIR DE UNA ILUSION",
cuyo tema es una larga discusión sobre
la necesidad de esa ilusión que es la religión y en qué medida se puede salir de eso; su idea es que esa ilusión no es
necesaria, pero no que sea
vivible sin ninguna. Nosotros produ- cimos espontáneamente ilusiones, como
algunos árboles producen mangos y otros guayabas.
Nosotros producimos así ilusiones,
idealizaciones, fantasmalizaciones, que son constitu- tivas de nuestros amores,
por ejemplo.
Freud a veces se pone equivocadamente radical en
su carácter explicativo y empieza a meter la
pata; dice, por ejemplo,
280
Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
en el estudio sobre el Moisés de Miguel Angel que a él la músi- ca
no le produce ningún placer porque
no le gusta emocionarse sin saber por
qué. ¡Pero así no habda
descendencia, si tuviem que andar a cada momento averiguando por qué se estaba
emocionando; es decir, desconociendo que precisamente gmn parte de la emoción
viene del no saber por qué o de
creer ilusoriamente que se sabe por qué.
Tenemos, pues, que en el discurso del psicótico
se notan todas la
s
huellas de un abandono del orden de lo probable; por eso ha sido compamdo de manera
minuciosa con el discurso de algunos
sofistas griegos que negaban la posibilidad del error y era la manera que tenían de demostrar
cualquier cosa. El discurso habla de
algo o no habla de nada; si habla de algo siempre es
verdadero y si no es verdadero no está
hablando de nada. El conjunto de las
tesis de los sofistas con todos sus enredos y las paradojas que introdujeron,
como la imposibi- lidad del error, es muy próximo al discurso psicótico, aunque
no en los mismos términos.
En el discurso neurótico se ve el esfuer.~:o por encontrar un
vínculo
que lo una a lo verosímil de alguna manera;
en el caso del obsesivo, ese
vínculo está lleno de referencias lingüís- ticas a lo verosímil, citando sitios,
testigos, etc. hasta el punto que se le olvida lo que estaba probando con tantas referencias. El histérico
aspira por medio de la seducción a
encontrar que se le crea por la identificación con él, contando con todo detalle
y muy bien, casi en el orden de la lírica,
qué sentía. De todas maneras., ambos
hacen tanto esfuerzo porque están en
otro asunto, en otra vía, porque ambos creen que algo puede ser verosímil o inverosímil, pero no hacen mayor esfuerzo para demostrar nada. Todo les parece
que demuestra todo, todo es evidente.
En el discurso delirante todo es evidente, aún
sin respetar las
precondiciones, los prerrequisitos del
discurso (un re fe- rente común, aquello de
que estamos hablando o aquella persona
de que estamos hablando); cada una de nuestras
frases
Estanislao
Zuleta Obras 281
tienen requisitos lógicos, de todas maneras sería
raro que alguien
saliera con que ..soy tan olvidadizo que no recuerdo dónde- dejé parqueado el carro" y ese alguien no
tenga carro. Los prerrequisitos lógicos fallaron allí, entonces
está por interpretar prácticamente, desde la
identidad de quien está hablando y a quién
es que está acusando de olvidadizo.
Se dijo
ya que el Yo histérico es algo lábil, maleable, que puede
optar por identificaciones
nuevas con relativa facilidad, mientras que el Yo del
obsesivo es rígido y resulta muy difícil
que se identifique con alguien.
Una maleabilidad relativa y una rigidez relativa.
En la psicosis nos encontramos con una
cosa muy distinta.
En "EL DUELO",
Chejov pone en escena dos personajes: el primero, Samoilenko,
es un médico militar que puso una especie de hotelito en su casa porque le gusta
mucho cocinar y regalar a los amigos; está
convencido
de que todo el mundo puede cambiar con solo que tenga un
buen trato, que a todo el mundo no le falta más que un poco de buena madre para volverse una maravilloso persona. El otro, Von Koren, como zoólogo está convencido de que los hombres
son inmodifi~ cables como las especies
animales y que es tan ridículo tratar de
cambiar a un hombre, ayudándole o haciendo cualquier cosa por él,
como tratar de convertir un gusano venenoso en
una abeja; a los hombres hay que tratarlos como son, a los hombres convenientes, laboriosos, pensadores,
ayudarles, y a los otros tratarlos con
insecticidas, como seres dallinos. Chejov
polariza bellamente en una historia dos posesiones que va en el conjunto
a refutar, como suele hacerlo; eso es de su método, una mala dialéctica que su relato refuta en ambas polarizacio- nes.
"La sala número seis" está también construida con el mismo modelo.
Ahora bien, esa dos posiciones, la de que el hombres es de plastilina y podemos hacer con él lo que queramos con solo tratarlo bien, y la de que es un caso perdido
hecho en roca quebradiza, que no se puede cambiar a un hombre, lo cual se
282 Tomo l El pensamiento
psicoanalítico
encuentra en
la ideología en difercn tes for
mas:
en tifeminismo, racismo, etc., esas dos posiciones, se pueden situar como si estuviéramos en una discusión entre un
histérico y un obsesivo. Pero con la
psicosis pasa una cosa mucho más curiosa, allí
no se trata de que el Yo sea más o menos rígido o maleable, allí se trata
de un problema distinto.
Hay un tipo de esquizofrenias que tienen la
característica de q
ue se precipitan
literalmente sobre cualquier identidad que les
ofrezcan.
El hombre que les predica algo se hace grandes ilusio- nes sobre sus capacidades de convicción o íncluso
sobre sus dones de
Don Juan, porque también se puede tratar de c~o. Dice Roustang que hoy en día, detrás de lo que se denomina
liberación sexual encontramos con frecuencia la bella esquizo-
frenia que pasa de mano
en mano detrás de todo el que le ofrezca una identidad. En una pequefia conversación
le mues- tran las ventajas inmensas y la razón absoluta de ser comunista y responde: ''camine vamos por el carnet de una vez"; pero ese mismo
es el que se convierte a cualquier cosa, a los rosa- cruces, a la
secta de los Santos de los Ultimos Días, a los de Alfa y Omega; es decir, el primero que llega se lo lleva porque está que se precipita
detrás de cualquier identidad, y por eso es tan
poco cre1ble una convicción que no presenta ninguna resistencia. Una convicción real que sea
nueva no puede ser repentina, porque tiene que modificar una
estructura de convicciones anteriores,
de posiciones anteriores, lo cual
es un proceso doloroso que tiene mucho
de duelo, de duelo de sus antiguas convicciones, que si eran reales no se pueden descartar así.
Entonces hay un proceso de resistencias, rabias, identificaciones y ambivalencias, al final del cual se puede producir una
modificación en el pensamiento. Pero cuando
no hay ninguna resistencia, sino que se
precipita en la primera propuesta
de cualquier orden (religiosa, político, sexual, etc.) y lo único que le falta es quien venga a contarle quién es él para encontrar algo en qué
apoyarse, ese ya es otro caso, ya no es la discusión entre Von Koren y Samoilenko.
El inverso no tiene juego alguno tampoco. El
paranoico no
entra a ninguna cosa que se le proponga; él está en su asunto y
Estanislao
Zuleta Obras 283
es uno quien
tiene que entrar en su asunto, si es que todavía
no se ha dado
cuenta que es un profeta. Por ejemplo, San
Juan, el autor de ..
El Apocalipsis'', un texto que hoy en día diagnosticaría
como un delirio paranoico cualquier enfermera
de una clínica, arrastró muchísima
gente. El paranoico muchas veces
no hace la cosa tan fuerte como San Juan,
sino que produce su teoría; el asunto es quién se le suma o quién no; está de acuerdo, aquel que no hay que tenerle
compasión o tenerle cuidado porque puede
ser alguien que está en un
complot contra nosotros; el que no se sume a su teoría es digno de compasión.
En otra dirección,
el obsesivo se somete a una gran cantidad de normas, variadas abigarradas y pintorescas. Esas
normas son de una arbitrariedad tan extravagante que la relación
con la norma se convierte en una
burla a la ley. Es el caso del
que no se puede acostar antes de poner bien alisados los pantalones debajo del colchón, antes de mirar tres veces al closet,
antes de revisar todas las llaves, que no
haya una gotera, si no, se muere
de angustia y no puede dormir. El histérico quiere que su caso sea considerado como especial, dada su sensibilidad y dado el problema en
que está, quiere zafarse un poquito
de la cuestión de la ley. O sea, el uno
la vuelve demasiado rígida, hasta la
extravagancia, y el otro la quiere elástica, dado su caso y dado que estamos en el orden
de la comprensión, de la amistad, del "para qué tantas normas si aquí nos
entendemos entre nos".
Es distinto en la psicosis, porque aquí la relación con la nor
ma es un desconocimiento
extraordinario, a veces extravagante. Piera Aulagnieur trae el ejemplo -hablando a las madres esqui- zofrénicas- de que si una persona jugando a las cartas hace
trampa, hace una transgresión
de las normas del juego, pero
las reconoce a su modo; pero si declara
que "el dos vale más que el as"
porque le vino un "dos",
eso ya no es una trampa, ya que
él es la ley, su deseo es la ley; no es
que su deseo se vaya a acomodar a una ley o a transgredirla. Si uno se pone
a jugar ajedrez y declara reina a un peón y entonces jaque mate, no hay
ajedrez posible, porque el otro puede
hacer
284 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
lo mismo; ajedrez hay sólo en la medida en que
cada cual reconozca qu
e tiene las mismas
limitaciones y posibilidades, reglamentadas y legisladas. Lo mismo
ocurre con el lenguaje, si se quiere asignar cualquier significación a las palabras; si a nombre de la libertad
poética hace como cierto poeta que no quiero
mencionar ahora por razones obvias y quien colocó el adjetivo
fúnebre en un texto y lo explicaba así: "lo que pasa es que cuando yo digo fúnebre por
ello entiendo algo como saltarín", eso no lo entiende nadie;
cuando se quiere escribir con tanta libertad, ya no se quiere decir nada. Las normas son la esencia de
la comunicación, son condiciones del deseo, son condiciones de la correlación del uno con el otro; si no
se reconocen, se fue todo con la proclama de que la ley son mis deseos. Es el
imperativo categórico que propuso el
Marqués de Sade: "debes hacer todo aquello que a mí me
produzca placer".
Hemos
hecho una comparación entre la neurosis obsesiva y la histeria, por una parte, y
algunas formas de psicosis, por la otra, en todos los campos, en el
lenguaje, el deseo, la relación con las
normas, la forma del Yo, y mostrar así que son muy diferentes.
En la depresión nos encontramos en un terreno en
el cual hay muchos
t!quívocos, porque no es fácil saber si una depre- sión es neurótica
o es psicótica. Hay muchos otros casos que llaman "border line", casos
límites entre la psicosis y la neuro- sis.
Desde luego, no podemos hablar primero
de los casos que están en el límite sin
saber en el límite entre qué y qué; por eso
era necesario exponer la neurosis y la psicosis,
para ver luego los casos en los
cuales la curstión está en el límite y
no es una diferencia de esencia, en el sentido de que son incompatibles, de que si hay lo uno no hay nada de lo otro y que no se pasa de lo uno a lo
otro.
DEPRESION.
DUEW Y CULPA
La Culpa y la
Depresión: el Caso Proust.. El
Espacio en la Depresión_ Reacción contra la Depresión en las Fonnaciones Colectivas.
Estanislao
Zuleta Obras 287
Vamos a ver la depresión desde el punto de vista psicoana- lítico: la depresión
psicótica y neurótica, y desde el punto de vista sociológico como depresión
colectiva.
Este problema es tan importante para todos
nosotros, para nuestra época y para nuestro futuro, si acaso tenemos un
futuro, que nos detendremos
en él y lo vamos a tratar, en parte, a través de los grandes artistas que
nos han enseñado algo
sobre esto. El tema fue tratado por Freud
en "DUEW Y MELANCOLIA", que es el último capítulo de la "META- PSICOLOGIA".
Me separaré un poco de la línea
puramente freudiana y trataré el duelo en los artistas. Está ''LA CASA
USHER" (sugiero la traducción
de Julio Cortazar), de Edgar Allan Poe. Uno de los libros más
extraordinarios que se han
escrito en este siglo, es "JOSE Y SUS HERMANOS', del cual puede verse el capítulo titulado "EL DUELO DEJA- COB". Otra obra, una pequeña novela, es "EL DUELO ..,
de Chejov. La obra de Proust es muy extensa y
nos podemos referir a dos capítulos de "EN BUSCA DEL TIEMPO PERDI- DO"~ "Las intermitencias del
corazón" y "Albertina ha desaparecido··.
Con estos trabajos de Thomas Mann, de Proust,
de Chejov y de Allan Poe vamos a
organizar una teoría del duelo
para que avancemos hacia la idea de la depresión. Otro libro reco-
mendable es el de León Grimberg. "CULPA Y DEPRESION'', uno de cuyos capítulos es sobre Thomas Mann.
Para tratar, en primer lugar, el problema,
desde el punto de vista
psiCOCJllalítico, es
conveniente el trabajo de Daniel Laga- che
, "EL TRABAJO DEL
DUELO". El problema del duelo en psicoanálisis es uno de los más importantes. Casi
toda la evolución del desarrollo humano
es una sucesión de due- los. El duelo
puede ser ya al nacer: entrar en una forma
de existencia con ese desamparo inicial doloroso que se desarrolla
durante afios y afios; ya hay un primer duelo y todo lo
que viene de ahí en adelante son
duelos. La simple organización del tiempo del tetero, después
del destete, ya es un
duelo; el nacimiento de un hermanito
(el "intruso"),
288 Tomo
1 El pensamiento
psicoanalítico
porque uno deja de tener la posición de privilegio que
tenía ante la madre.
El duelo no es lo mismo que la depresión ni la melancolía. El duelo es un conjunto de hechos: uno cumple determinados afios, tantos como para que ya no lo carguen,
para que ya sea un viejo, para que ya no
le
vuelva la menstruación, en fin, el
solo hecho de vivir hace duelo. El tiempo pesa sobre nosotros como permanente producto de duelo, porque
vamos hacia
la muerte y porque esa es la definición del hombre: es el
único ser que sabe que va a morir, definición que no
es grave;
hay una más concisa: el único ser que sabe, aunque no lo
quiera reconocer, que está muriendo continuamente. Es decir, las posibilidades efectivas de ser algo, están
desapareciendo; ya no puede ser tal
cosa, porque ya no tiene la edad para eso
o porque eligió otra cosa. Elegir es matar otras posibilidades; cuando elige casarse con una mujer que ama,
abandona otras posibilidades. Llevar una
línea política, ser comunista, por ejemplo, implica abandonar otras
posibilidades, como ser banquero, porque
un banquero comunista es una ridiculez.
Cada elección es una muerte. En cada uno hay muchos posi- bles que han
desaparecido; por ejemplo, como pianistas ya
estamos muertos, como bailarín de ballet yo estoy muerto.
Siempre hay un duelo y lo que importa es saber esto. El nacimiento de
un hermanito deja desplazado a un nifio
con relación a los sentimientos
de la mamá, relativamente. Para este muchachito va a ser un duelo como ya ha tenido otros; pero hay
un momento en que se da cuenta de que hay otras cosas que compens
an lo que ha perdido. Refiriéndose
al hermanito
dice: "Ah, pero no tiene dientes, no tiene
pelo, no lo llevan a pasear al
parque", entonces está compensando
con las ventajas que él tiene.
En tratamiento de niños lo mejor es insistirles en ]as ventajas de las diferencias, en lu_gar de
compensarlos dándoles más tetero y tratando de que vea que él también es bebé; lo mejor es que haga
el duelo y que incrementen las ventajas.
Estanislao Zuleta Obras
289
Esa
lección deb~ríamos cogerla para
siempre, esa es la lección de la vida. Todo lo que se pierde
también nos libera y todo
duelo puede ser también una liberación. ¿Cuál de Ian mujeres a las qut• el ma1ido abandonó podría
decirme con claridad <.'n qué medida eso
fue un abandono o una liberación?,
o ¿cuál de los hombrc:·s a los que su mujer
abandonó podría decirme en qué medida lo abandonó o se liberó de ella? Hubo pérdida, pero una pérdida puede
ser una liheración, y CSt' es el juego de nuestra vida;
el solo hecho de tt-n~..~r años
es una pérdida. La pérdida está siempre frecuentando nuestra vida, pero toda pérdida
puede ser una liberación o una conquista,
nos deja ser otros.
En el mencionado texto de
Freud lo primero que ~..·ncontramos es la idea de
pérdida del objeto. Freud considera como pérdida la muerte de una
persona querida, pero puede ser también muchas
otras cosas. El proceso del duelo es muy
complicado; lo primero
que ocurn.· es que
nuestra libido estaba investida en un
objeto privilegiado y ese objeto desaparece.
Cuando hay un objeto privilegiado,
ese objeto en cierto modo tiene rela- ción con el mundo enkro,
porque todo lo que deseamos tien1..' que ver con él: deSt:amos triunfar en
una cosa, pero no desearíamos triunfar si la persona que amamos no se diera cuenta que tuvimos ese triunfo, y si esa persona se muere podríamos
pensar: ..qué lástima esto que me
van a dar ahora no lo va a saber
nunca ella, ya para qué".
Duelo hay
siempre. Se concibe el psicoanálisis de la
pubertad
en términos de dudo, como lo hace Jackeline Rouss~au en
"PSICOANALISIS DE LA
ADOLESCENCIA': El problema del adolescénte fue expuesto durante mucho· tiempo como un problema de
identidad: ¿qué soy ahora, un niño o
un hom-
bre?, ¿una niña o una
mujer? El problema de identidad se ha vuelto en nuestra
época muy complicado: desde cierto punto dt· vista los hombres se han hecho más prematuros,
tienen más facilidad de relaciones sexuales que en una época ante-
rior: pero, en cambio, por probkmas económicos hoy
tit·nen menos autonomí:J que antes. a los 25 años o más son hüos
290
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
de papá, con relaciones sexuales desde los 14.
Nuestra época está en una crisis grave, no sólo está la crisis económica
del capitalismo y
las dificultades de un socialismo
estatal; el hecho es que nuestra
época está en crisis por otras
cosas, porque uno no tiene ya claro qué
es ser adolescente,
qué es ser nit'!.o, qué es ser viejo,
es decir, no tiene clara su identidad; nadie tiene
claro tampoco qué es ser hombre y qué es ser mujer, y poco consuelo es que le digan a uno "unisex" o lo vistan
"unisex". El problema es que uno necesita la identidad y no me refiero a ningún tipo de identidad, sino el hecho de que uno necesita una identidad.
La adolescencia es un duelo inmenso; uno deja de ser niño. pero no sabe qué va a ser, ni qué
significa ser mujer, ni qué significa ser
hombre. Por eso, frecuentemente, el adolescente
plantea
lo que algunos psicoanalistas llaman la
demanda contradicto- ria, es decir, le piden a los padres cosas contradictorias. Uno quiere al mismo
tiempo liberación y protección. La demanda
contradictoria siempre produce duelo, porque el objeto no está funcionando como quisieran nuestros
deseos o nuestras aspiraciones.
Todo nuestro desarrollo es un conjunto de duelos. Si alguien
alguna
vez ha hecho algo importante es porque algo le ha
fracasado. No crean en el éxito, aquel a
quien todo le resultó bien desde el comienzo, sólo el
fracaso da chance de hacer algo.
Afortunadamente eso es algo de lo que no carecemos,
no crean
en ninguna pedagogía de regalarle todo
a nadie y no
contar con la importancia
del fracaso. Nada más importante,
afortunadamente, que saber fracasar, habernos ilusionado con todo
el mundo, con nuestra mamá, con nuestro papá y luego con todo lo demás y haber tenido 14ue hacer duelos una y otra vez;
desilusiones que son <~n parte liberad ones,
reconve r- siones, vueltas sobre sí.
Hay que creer en la eficacia del fraca- so, que también puede anularlo, a uno,
claro está.
Si el
hombre se quedara adherido a su primer amor, su mamá, ¿qué podría ser de la vida? Si no
fuera por ese gran desengaflo,
Estanislao Zuleta Obras
291
¿cómo podría decir luego, como Goethe,
que es hijo de varias,
de la madre
y lut>go de la amada y Juego de la otra amada?
¿Cómo podría dedrlo. como
Goethe. con esa alegría? El tuvo varias porque tuvo
desengaños y tuvo que aceptar
el desengaño, no 1..: tuvo mkdo y no le tuvo miedo a morir,
a morir continua- mentl'; el poema "DICHOSA NOSTALGIA'' termina con estos versos inolvklables: "y
si tú no puedes comprender
éste ¡mue- re y transfórmate!, no será
mas que un huésped melancólico en la tierra tenebrosa".
*
* *
LA CULPA Y LA DEPRESION: EL CASO DE PROUST
Vamos a hablar de la depresión como fenómeno individual y colectivo, desde el punto
de vista psicoanalítico. Como fenóme- no colectivo tal vez es de muy fácil obSt.·rvación: conocemos sociedades
enteras que viven en la más profunda
depresión, los Juto son
un caso conocido. y los Sioux de norteamérica, estu- diados por Erik
Erikson.
Nadie puede dejar de tener en cuenta,
si estudia con agudeza un fenómeno social o político, la
depresión. Eso no es nuevo. En uno de los más destacados
estudios políticos de coyuntum que se
han escrito jamás. si no el mejor, "EL DIECIOCHO BRUMARIO DE
LUIS BONAPARTE': de Marx, en el cual se muestra
la importancia que ..:stá adquiriendo
de pronto el caudi-
llismo, no se usa el término
depresión, pero es inequívoca
la observación
d..: que
"los pueblos en épocas
de mal humor pusi- lánime dejan que los voceadores más chillones
ahoguen su miedo interior".
No se trata de hacer psicologismos o no, esto es un elemento de
la
explicación de un fenómeno político, que le resulta necesa- rio a cualquiera, independientemente de su doctrina
particular.
En "EL EJE
NARCISISTA DE LAS DEPRESIONES'', d..: Rosolato, encontramos
casi al comienzo la afirmación: "La madre, objeto central
de las depresiones': Demósle la palabra a un sabio
en el tema: Maree} Proust; deprimido él
mismo has- ta el punto
de que un analista
que hi7..o
un notabilísimo estu- dio de ..En busca del tiempo perdido" dice
que esta obra es una ceremonia fúnebre. No tuvo que inventar mucho. pues t:l mismo Proust dice: "Estos libros
son como cementerios,
292 Torno 1 El pensamiento
psicounal ítico
buscamos por todas partes en el recuerdo las
tumbas queridas, a veces encontramos
algunas cuyo nombre ya está borrado",
hablando de imágt:nes y figuras qut: han tt·nido una gran
influencia en la vida y qut• no se recuerdan sus
nombres.
El trabajo
de Proust es de un inmenso valor psicoanalítko; en Jos poetas
--como d~cía Fn·ud···- es donde tenemos qm• estudiar
psicoanálisis. El siguiente es el
comienzo de la historia de ..
SENTIMIENTOS FILIALES DE UN MATRICIDA", un pequeño artículo de Proust:
"Cuando Monsieur
Blarenberghe, el padre, mu- rió hace algunos meses, me acordé que mi padre había conocido a su mujer bastante. D
espués de la muerte de mis padres yo soy, en un senti- do que sería fuera de propósito precisar aquí. un poco menos yo mismo y un poco más el
hijo de ellos; sin separarme de mis
amigos me a<.·erco de buena gana a los suyos y las cartas
que escri- bo ahora son en su mayor parte las que yo creo que ellos habrían
escrito, las que ellos no pue- den
escribir ya y escribo yo en su lugar, felicita- ciones, condolencias,
sobre todo a amigos que apenas conocí".
Este primer párrafo contiene ya un. elemento
importante en el e!'tudio del duelo: la muerte de los padres, en este caso de una manera muv consciente, le ha hecho '"un poco menos yo
mismo y un poco más el hijo de ellos'? Luego explica
que ha empezado a hacer lo que piensa
que e1los harían. En ''DUELO Y MELANCOLIA'; de Freud, se encuentra que uno de los ele- mentos del trabajo del duelo es la identificación
con el objeto perdido.
Proust escribió al señor Blarenberghe COíl motivo de la
muerte d
el padre de éste. El señor Blarenbergue se puso demasiado
triste por la
muerte de su padre, hasta el punto de
que durante
unos cuatro meses no pudo
reiniciar sus actividades, incluso por consejo de
los médicos. En su Tel>'PUesta a Proust, una respuesta supremamente be1la que indica una persona muy sensible, le explica que tmtre otras cosas a
eso se debe la demora en contestarle. Veamos una parte de la
respuesta:
Estanislao
Zuleta Obras 293
"Por tardíamente que sea,
quiero en todo caso decirle hoy que he sido extremadamente sensible al recuerdo
que usted ha guardado de nuestras
antiguas y excelentes relaciones y profundamente afectado por el sentimiento que le
ha inspi- rado de hablar. así como a mi
madre, en nombre de sus padres tan prematuramente desaparecidos. Yo no
había tenido personalmente
el honor de conocerlos sino muy poco,
pero sé muy bien hasta qué punto mi padre
apreciaba el ~uyo y cuánto placer tenía mi madre siempre que tenía la oportunidad de ver
a la sei\ora Proust. He encontrado muy
delicado de su parte y muy sensible que haya
sabido enviar de ellos esta especie de
mensaje de ultratumba".
Dl·spu~s de
unas consideraciones muy interesantes sobre el
n:cu\:'rdo, la~ imágenes. el ojo que
se enceguece para el presente y para Jo que
nos rodea y queda como perdido en el vacío,
trata de captar y resulta una y
otra imagen más o menos nítida, emblemática dt' lo que
fue aquella persona. Recuerda, pues, la imagen del muchacho que le está escribiendo y cuenta cómo la carta
que acaba de recibir tan sensible y tan bella modifica el sentido
de la imagen un poco convencional
que él tenía
de ese muchacho y ve ahora la profundidad de los
sentimientos filiales.
Algún tiempo después Proust escribe de nuevo a
este joven que es director de una oficina de personal de los ferrocarriles, pidiéndole
informes sobre una persona que
trabaja allí para saber si se puede
recomendar o no. El otro le responde con una carta que le llega un poco tarde por un cambio de sección y en el cual, después de darle
la información, dice:
"Me siento muy
afligido por las noticias que usted me ha dado del estado de salud desde la
muerte tan prematura de sus padres y si esto puede servirle de consuelo,
quiero decirle que también yo estoy bastante mal física y moralmente y
me ha sido muy difícil superar la
conmoción que me ha causado la muerte de mi padre.
Habrá que esperar siempre, no se qué
me reserva el afio 1907, pero deseemos que nos aporte a uno y
a otro alguna mejoría y que en algunos meses pueda venir".
294
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Esta carta llegó un poco retrasada y Proust se disponía
a
responder agradeciendo, pero en
el momento en que iba a hacerlo llegó el periódico.
Proust dice que se puso a leer "Le Fígaro" por t:se vicio
que tiene de masoquismo y de voluptuosidad de hacemos
llegar todas las tragedias del mundo
mientras nos tomamos el café
con leche. En el periódico encuentra la
noticia de que este muchacho acaba de asesinar a su mamá.
Es a causa de esta noticia que Proust
escribe "SENTIMIENTOS FILIALES DE UN MATRICIDA".
La crónica roja describe en detaUe la historia:
"Qué me has hecho, hijo mío -gritaba
por la escalera- y luego se vino
hacia adelante
y estaba toda apufialada''. El muchacho regresa
a su casa, los vecinos gritan. El muchacho
entra en su cuarto, se dispara
en el rostro, luego se acuchilla y así lo encuentran, con un ojo colgando sobre la almohada. Esto no lo digo por morbosidad, sino porque es interesante
para el análisis que viene.
Lo que más interesa de todo este asunto es el análisis de Proust
y la manera como reacciona ante esto. Curiosamente el análisis
lo hace a base de textos literarios, citando palabras del "REY LEAR", cita a
"Ayax" vendado. en e<;te caso
ven- dado por la locura, masacrando a
los suyos sin saber qué está haciendo.
Pero lo que más le recuerda este ojo
colgando sobre la almohada es a Edipo y ahí cita largamente a Sófocles: "Edipo al descubrir el horror de su
crimen se sacó los ojos". Proust se refiere al
parentesco de dos duelos:: el duelo
que él vive
por la muerte de sus padres y el duelo del muchacho.
Proust
refiere el caso de Edipo a una circunstancia precisa:
"Con horribles gritos se arroja ,·ontra la puerta, arranca los batientes, se lanza en la cámar:1
donde Yocasta está ahorcada y viéndola así el
desgraci3Jo tiembla de terror, desata la cuerda. El cuerpo de su madre ya no estando
retenido, cae a tierra, entonces él
arranca los alfileres de oro del vestido de
Yocasta y se arranca sus.propios
ojos. .. ".
Estanislao
Zuleta Obras 295
El problema
que más interesa es la parte final del texto de Proust, donde repite las palabras que, según la crónica roja, decía la madre: ••Qué has hecho de mí, qué has hecho
de mí...", y hace el siguiente
comentario:
••si nosotros quisiéramos pensar
en él, hay tal vez alguna madre
verdaderamente amante que no pudiera en sus últimos momentos, a menudo mucho antes, dirigir este reproche a su hijo: "Qué has hecho tú
,
hijo mío, de mí..."? En el fondo
nosotros matamos todo aquello
que nos ama por las preocu· paciones
que le causamos,
por la inquietud, por la ternura misma que le
inspiramos y ponemos en duda continuamente. Si nosotros
supiéramos ver en un cuerpo querido el lento trabajo de destrucción
proseguido por la dolorosa
ternura que Jo anima, ver los ojos cómo se van volviendo
mustios; los cabellos que durante
largo tiempo fueron indomablemente
negros van en seguida blanqueando, las arterias endurecién- dose, el
corazón se va viendo forzado, vencido el coraje ante la vida, el caminar se vuelve cada vez más
lento y pesado; el espíritu que sabe que
ya no hay nada más que esperar, cuando
antes era incansable e invenciblemente lleno de esperanza. La felicidad misma, la
alegría innata que parecía inmortal,
que la hacía tan amable en compai\ía con
nuestra tristeza se va apagando y se seca para siempre".
•vrat vez aquel que supiera ver esto, en este
momento tanllo
de
lucidez que las vidas más embrujadas por el
suei\o pueden muy bien
tener, ya que incluso la de don Quijote
tuvo su momento de lucidez; tal vez
aquel que viera cómo Henry cuando acabó a
su madre a golpes de puílal, retrocedena ante el horror de su vida y tal vez se arrojaría sobre un fusil para morir en
seguida.
•·En la mayor parte de los hombres una visión tan dolorosa, suponiendo que estén a la altura de esta
visión, que se eleven hasta ella, se borra rápidamente
a los primeros rayos de la alegría de
vivir. Pero, ¿qué alegria, qué razón de vivir,
qué vida pueden resistir a esta
visión?... ¿cuál es la verdad?,
296 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
¿quién
tiene la razón?, ¿la visión del dafio que hacemos a los seres queridos o la alegría
de vivir?, ¿dónde está lo verda- dero?".
Proust termina dando paso a la depresión: ..en
algunos hom- bres la alegría de vivir borra
la visión del dafio que hacemos a los
seres queridos, del odio a los que amamos, en otros esa visión borra la alegría
de vivir". He aquí una versión de la depresión, con todos sus elementos, por un
maestro del tema: Marcel Proust. Este es
un comentario a la frase del comienzo:
que la madre resulta ser el objeto central de las depresiones.
En el
texto citado se puede ver cómo Proust,
en lugar de tomar la reacción que se consideraría corriente
ante el caso, hace el movimiento
contrario; es el vínculo de un problema que puede amenazar el
valor de la vida, las razones para vivir. Ese problema
es la culpa,
descrita en este caso como el dafio irreparable que hacemos a los seres
que amamos, a los seres que nos aman, y
mientras más nos hayan amado, más dura se nos hace. En la descripción, Proust
adjudica todos los problemas de su madre al amor
que tenía por él, lo cual no deja de ser
exagerado, porque a las personas que no
tienen hijos también les pasa esas cosas, como ~1 mal de los rifiunes, del
corazón, el encanecimiento, etc.
El tema de
la culpa es un tema mayor. Lo que permite hacer
una cierta tipología de las
descripciones es el estudio de la
culpa, así como la relación con la madre.
La
tipología no es simplemente que depresiones psicóticas conducen
a formas de delirio, muy conocidas, como culpa persecutoria o culpa delirante, en relación con las cuales Freud comentaba hasta qué runto se deja
ver el narcisismo, es decir,
la manía detrás rle la autodevaluación.
El individuo se siente el ser más miserable que pisa sobre la tierra,
siente que todos los males a su alrededor se deben de cierta manera a él,
a lo dañino e indigno de su vida y de su conducta, a todo
Estanislao Zuleta Obras 297
lo que ha hecho y dejado de hacer;
pero para llegar hasta aquí se necesita tener demasiada omnipotencia.
Hay un fondo de omnipotencia que es muy propio de la culpa, y mientras más terrible y más delirante se vuelve la
culpa, más se va saliendo el fondo de
omnipotencia.
La depresión neurótica se caracteriza
porque la culpa ha logra~ do ser reprimida y no aparece sino el sentimiento de tristeza y la falta de
valor de la vida; a veces el hombre puede adjudicar la culpa a una especie de dicha anterior inmerecida y que
luego terminó:
"De
dónde te l'iene, dices, esa tristeza extrafia
trepada como el mar, sobre
la roca negra y desnuda? cuando el corazón nuestro hizo una vez
su vendimia vivir es un mal, es un secreto
de todos conocido".
(Baudelaire ).
La culpa
allí queda relativamente borrada; de todas maneras Baudelaire, cuya madre quedó viuda cuando era un niño, le hace
la obseiVación de que "cuando uno tiene un
hijo como yo, no se vuelve a casar".
Con la culpa encontramos
en psicoanálisis mucha.'> dificultades, muchas tipologías,
una economía muy complicada. La com- plejidad del problema se puede
ver en el estudio de Freud "EL DELINCUENTE CON SENTIMIENTO DE CULPA", donde se muestra el caso del individuo
que tiene un problema difícil de vivir: una culpa inconsciente y la
quiere convertir en una culpa consciente, es decir, hacer algo
que resulte casti~ gable y castigado y por eso no
es tanto el esfueno para no dejarse
coger.
Como puede verse al comienzo del texto de Rosolato, la expiación, la reparación y la
reconciliación, son tres procesos que
funcionan como tendenci~, pero
que pueden quedar aislados, vinculados a
la culpa, sea consciente o inconsciente.
298
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
aislados, vinculados a la culpa, sea consciente o
inconsciente. Puede ser solamente
la expiación la que se lleva hasta el
fin, hasta
el
suicidio, por ejemplo.
Puede ser el fracaso por expia-
ción, sentirse tan culpable de odiar
a un padre exitoso que sea necesario
fracasar y fracasar. En fin, hay casos en los
cuales la
depresión es terriblemente devastadora de las posibilidades de las personas. Pero hay otros en los cuales es extraordinaria- mente
fecunda y productiva, por ejemplo
cuando rige el mecanismo de la reparación~ hacer algo que repare el daño que
se ha hecho, escribir "EN BUSCA
DEL TIEMPO PERDIDO", por ejemplo. Aquí rige la reparación, en
busca de la reconci- liación, de la
reconciliación con el otro como
condición ue la reconciliación consigo mi'!lmo y la aceptación de la vida, es decir, superación de la depresión.
Es muy difícil, por lo tanto, calificar la depresión
como una cosa mala
o como una cosa buena. ya que hay una simbología y una
combinación de posibilidades,
como en todo. Esos tres mecanismos siempre los tenemos; la religión los maneja muy bien. La religión estudia profundamente
nuestro inconsciente, porque procede de él.
Esos tres elementos se pueden
encontrar en el "ANTIGUO
TESTAMENTO", y a veces también en el "NUEVO TESTAMENTO".
*
* *
2. EL ESPACIO EN LA DEPRESION
Los fenómenos de lo
que denominamos en conjunto la depre- sión son muy vastos y muy
importantes,
sobre todo si tenemos en cuenta,
no solo los fenómenos directamente
depresivos, sino también los tipos de
lucha y formas de reacción frente a la
depresión.
Para facilitar un poco las cosas, fijemos un
vocabulario más o menos permanente.
Llamemos depresión al fenómeno
cuando se
mantiene en los límites de lo
que en psicoanálisis se consi-
Estanislao
Zulcta Obras 299
dera neurótico. Llamamos melancolía cuando nos encontra~ mos una estructura psicótica.
Y hablamos de duelo cuando nos limitamos a lo que en psicoanálisis se llama la pérdida de objeto. Una pérdida de
objeto no significa necesaria
mente la
desaparición de un objeto amado. tampoco la pérdida por desafecto; puede significar un cambio de
posición frente al objeto, es el caso típico cuando al niño le nace
un hermanito. Pero
hay también otros casos, como cuando se producen en
nosotros necesarias transformaciones por
cambios de edad, por cambios de relaciones o porque nos
hayamos superado en algún sentido. Hay otros duelos que los kleinianos deno~ minan aspectos perdidos
de nuestros rasgos anteriores,
los cuales tenían tamhién una carga narcisista que hemos perdido aunque
signifique una superación. Hay muchos fenómenos
intermedios, por ejemplo
Melanie Klein escribe un trabajo que se llama "LA MUJER QUE NO
PODIA LLORAR'' (que es ella misma, aunque no lo dice).
La vinculación con fenómenos intelectuales de
todos estos problemas
de depresión, es íntima, como se pudo
ver en Proust. En el duelo por la pérdida
del objeto una de las reac- ciones inmediatas
, espontáneas, es
precisamente la relación más típicamente intelectual: la preh•tmta por la causa. Si, por ejemplo,
se va la dama de quien alguien está
enamorado, la causa por la cual se fue es esencial pam saber cómo es e 1 sufrimiento o incluso si debe haber sufrimiento, porque si
sólo se fue
para hacerle se
ntir
su ausencia y hacerse amar más no hay porqué sufrir, pero si se fue
porque se enamoró de otro la
cosa cambia.
La i¡-tvestigación de la causa es la
investigación por el
grado del
sufrimiento inmediato; una búsqueda del porqué está
implícita
en todo duelo, y el duelo tiene una relación intima
con la investigación y, para comenzar, con la investigación originaria. Recordemos el caso Juanito de Freud, en el cual el niño
comienza a hacerse toda clase de preguntas y a pre- guntarle a la mamá en el
momento en que nace su hermanita, y se producen sus fobias y sus dramas. En todo caso hay una
300 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
gran incógnita: ¿qué pasó aquí?, ¿quién soy
yo, ahora que ésta
está aquí?
Hay,
pues, una relación del duelo con muchos fenómenos intelectuales.
Hay una relación muy estrecha con el
humor. En general, el humor está íntimamente ligado a la
depresión. Si se siguen las biografías de los grandes humoristas,
como los humoristas rusos del siglo pasado (Chejov, Gogol), no hay nada
de raro que haya una depresión tan evidente. Gogol,
tal vez el más
grande humorista de Rusia, era un
hombre de
una depresión que comenzó por ser
más o menos neurótica y luego se desató en una depresión psicótica que concluyó con la quema de parte de su obra y el suicidio.
Ha sido muy
reconocido el hecho, que es clásico, de las rela- cione
s entre el duelo y el romanticismo propiamente dicho.
Me refiero, por ejemplo,
al romanticismo alemán, es
decir, al
romanticismo como reacción contra los excesos del racio- nalismo, no como simple sentimentalismo como lo tomamos con
frecuencia aquí. El romanticismo tiene todos los elelmen- tos del duelo por un gran objeto
perdido: una época idelizada, por
ejemplo la Edad Media, un tipo de vida,
una idealización de la naturaleza y de la infancia contra la
edad adulta, la pro- ducción del objeto inalcanzable, etc., es decir todos los
ele- mentos de la depresión están presentes como conjunto en el fondo del romanticismo.
Por lo
tanto, las vías de entrada hacia el tema de la depre
sión por el
lado de la cultura son demasiadas, y entonces
sería un mal camino; más bien centrémonos en
decir algo sobre la depresión o en qué consiste la
depresion y entremos en con- travía, es decir, que la depresión nos alumbre en
campos de la cultura y de la psicología
colectiva.
En el tratamiento de la dt>presión
individual hay que tener en cuenta su relación con el espacio. Hay un espacio del histérico; hay un
espacio del obsesivo, lleno de itinerarios prefijados y marcados, de mapas pintados o no; hay un espacio del para-
Estanislao
Zulela Obras 301
noico, lleno de amenazas y de posibles salidas y refugios, no suele sentarse dándole
la espalda a la puerta ni estar en un
sitio donde no tenga clara la salida.
Así, cada cual tiene su especialidad, no solamente
si es
pintor, aunque
en los pintores se ve más. Hay un espacio
de Van Gogh, con la perspectiva que se le viene a uno encima y que no es
el
espacio de Cczanne.
Hay un espacio del depresivo, así corno un cuerpo
y un len- !:,>uaje. Algunos
han comparado con los fenómenos de la eto-
logía,
que estudia Konrad
Lorenz, a1 territorio depresivo muy marcado,
investido corno refugio. Sin hacer patología,
una de
las situaciones que dejan ver clarnrnentc este fenómeno es
el su frirniento que tiene una persona con
tendencias
depresivas cuando se produce un trasteo; el trasteo es una expulsión
para el depresivo, el espacio está muy rnatemalizado.
El depresivo no goza
imaginándose a sí mismo en la figurn del viajero solitario, explorador; quiere estar en su territorio. Cuando viaja tiene la
tendencia a la idealización del lugar, pero esta idealización no se da en él desde una relación con la prdxis, en cuanto que es cómodo para vivir, no se
inunda, queda cerca del trab~o, en fin, piensa el espacio corno reingreso o corno desierto en
el cual está perdido y
expulsado. El mundo tiende a volverse una pareja de refugios idealizados y lugares desérti- cos en los que está semipcrdido, con una desorientación
que frecuentemente supera la del histérico;
porque la orientación del paranoico es hoy buena, no se le olvida
nunca dónde estuvo y no se pierde
nunca de donde lo lleven. En
cambio, el depresivo pierde las
referencias y no sabe para dónde va al salir
de su territorio, y cuando viaja ve en una chocita
cam- pesina la posibilidad de convertirla en un nicho, en un pequeño vientre bondadoso que lo acoja, en el cual
refugiarse del mundo hostil y extraño. La oposición desierto-nicho está permanentemente en su idea del espacio, la
selva de la ciudad y el refugio, el interior bueno y el exterior enrarecido, la madre que nos va a botar en un nacimiento traumático en lugar de albergarnos en sí. El mundo se muestra como
un desierto en relación con el
fantasma de la madre.
302 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
Uno ve lo
curioso que es un depresivo buscando vivienda.
porque
le puede
encantar una cantidad de casas independien- temente de sus relaciones prácticas, con su trabajo o con sus proyectos, porque no es la acción lo que lo relaciona con el espacio. Desde luego, la racionalización
tiende a apoyarse inmediatamente
en razones, pero lo que debemos ver es la
tendencia a ver desde un punto de vista el mundo. Busca una vivienda como refugio y no como lugar
de trabajo o lugar de acción. El hombre de acción ve el mundo desplegado frente a él comu un conjunto de posibles y de obstáculos,
según sus proyectos.
*
* *
3.
REACCION CONTRA LA DEPRESION
EN LAS FORMACIONES
COLECTIVAS
Ahora retomamos el tema de la depresión, desde
la vida perso- nal hasta la vida colectiva. Para Freud el individuo siempre
se define por un conjunto de pertenencias a formaciones colec- tivas: a una
familia, a un grupo de edades, ••ta barra
de la
esquina", un grupo estudiantil.
Siempre nos encontramos ante grados de pcrtem·ncia,
grados de profundidad
de la pertenencia: es decir, grados de identi- ficación con el grupo. En
momentos de gran exaltación colec- tiva se desborda el narcisismo; la
corriente de libido que se dirige al yo, se pierde y se dirige al
grupo. De ahí que los soldados
salgan tan tranquilos a hacerse matar
en la guerra, sin temor. No por una característica que podríamos llamar psico- lógica, como es el cor~e: éste se da más bien en el ámbito propiamente individual de la confrontación
con otro, de la lucha y el riesgo
mientras estén personificados. Todo el mundo
sabe que los soldados se pueden
hacer matar sin coraje indi- vidual, porque es suficiente que la identificación
con el grupo pase de cierto límite para
que no se pierda la libido del yo y se quede
en el grupo. El individuo se siente
inflado hasta el grupo y el temor de la
muerte personal desaparece. Ambos
Estanislao Zuleta Oh ras 303
fenómenos se ven claramente cuando Hamlet se refiere a
los que van a luchar y morirán sin saber bien porqué
y no vacilan en hacerse matar
por un terreno en que apenas si
cabrían sus cadáveres, mientras
que él, que tiene la misión de vengar al padre
y enfrentar a Claudia, vacila. No se trata de que los primeros sean veinte mil soldados más
valientes que Hamlet, sino que es el
otro problema.
La
relación con las formaciones colectivas se
puede analizar ubicándonos en una posición diferente, concretamente en las
relaciones sociales de producción, según
la terminología marxista.
Como vimos antes, desde el punto
de vista psicoanalítico se puede concebir
el desarrollo humano como una serie de
duelos. El duelo puede ser desde el comienzo, desde el naci- miento. Vienen después el
destete y la aparición del "intruso": el duelo
del ingreso en el Edipo y el de la salida del Ed ipo; el duelo en la
adolescencia, cuando se produce
aquella crisis de identidad que ha sido estudiada por Jacqueline Rousscau y Didier Ancieau en "Psicoanálisis de la
Adolescencia'.'. Siguen los duelos de la edad,
del envejecimiento, de la
menopausia, del climaterio, etc.
El duelo se produce
por un objeto perdido, porque se haya muerto o porque se haya ido o nos haya dejado de querer. También porque las relaciones
cambiaron, como ocurre en el caso
del "intruso".
El movimiento más profundo y más grave que puede
ocurrir en el duelo es el de la regresión. Con motivo del
nacimiento de su hermanito, el niño
puede perder el control
de los esfínteres. Pero en la vida adulta también puede haber
regresión, por ejemplo ante un fracaso amoroso; el individuo
echa para atrás en el desarrollo del psiquismo.
La
actitud ante el duelo es una clave de la vida. Pero también puede ser una clave de la sociedad. Es decir, se puede pensar el capitalismo
desde ese punto de vista.
304
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Los duelos tienen algunas compensaciones,
relativamente. Mientras
menos compensaciones genera una sociedad para
dejar de ser un nifio o si la adolescencia está cada vez más infantilizada, como es el caso• nuestro, esos duelos se
pueden convertir en algo muy traumático. Si llegar a ser adulto no tiene ninguna compensación, esos duelos pueden llegar a ser vividos, y están siendo vividos por
nuestra juventud, de una
manera muy compleja. Esto explica también el caso de ciertos hippies medio adolescentes, llenos de canas;
individuos que están tratando de seguir
siendo adolescentes y son una especie de
jóvenes falsificados.
Las formas de las relaciones de la edad están confundidas en cierto sentido. En una sociedad campesina como la
nuestra, de colonos, de pequeftos propietarios
y de peones, a los quince aftos se es prácticamente un adulto:
se tiene un trabajo, vida sexual, vida amorosa; es mu
y
poca la diferencia entre los quince y los cuarenta afios, no se tiene
un saber diferente. En cambio, en la
ciudad, con la división del trabajo, con la califi- cación
requerida de la fuerza de trabajo, con los prcrrequisitos de estudio, esos quince afios del
campesino se le van hasta los
veinticuatro o veintiseis afios, cuando sale a buscar trabajo, proveniente de alguna universidad con albrún cartoncito enrollado, pero ya sin compensaciones. Por
otra parte. en la ciudad se ha dejado de ser niño en otro sentido,
porque la vida sexual comienza más
temprano que hace dos generaciones, ya no existen las prohibiciones de antes; la
identidad de la edad se ha vuelto un
problema. Como también se ha vuelto un pro- blt!ma saber qué significa ser
hombre o mujer. Los métodos de
significación por la división del trabajo, por la división de los oficios y demás, se derrumbaron. Las formas de identidad anteriores quedaron devaluadas y han
producido la gran crisis de la
modernidad, que afecta. en lo fundamental, las relaciones naturales. Con ''relaciones naturales"
quiero decir la manera como una sociedad
establece, solicita y dett•rmina, en forma simbólica,
las diferencias naturales. Las diferencias natumlcs son las que existen en todas las sociedades
entre niños y adultos. entre jóvenes y
viejos, entre hombres y mujeres. Toda
Estan
islao Zuleta Obras 305
sociedad vuelve simbólicas estas diferencias, les
asigna fun- ciones
y así puede vivirlas. Pero toda sociedad
tiene que tratarlas de una u otra
manera. Cada sociedad organiza, dentro
de normas determinadas, prohibiciones y síntomas, una fonna de sentir
y las funciones de sus diferencias naturales.
Otro problema es el de cómo nuestra sociedad nos prepara
para
el duelo. Para aceptar el duelo, que es una pérdida, la condici
ón
es que por otro lado sea una conquista. Si es sólo pérdida, si la conquista
es la entrada a una fábrica, a una cadena de producción, empezar a pagar arriendo, estar en una oficina ocho horas diarias con un jefe mirándolo mientras escribe, tomar
bus cuatro veces al día, desde luego que el anhelo de ser
adulto no debe ser muy grande.
Una de las figuras por las cuales se puede desear
ser adulto, es la de unas buenas relaciones con la generación anterior. No me refie
ro
solamente al padre, sino a la generación
anterior. De tal
manera que
crecer significa la promesa de llegar
a ser como
alguien que en la infancia fue un ideal y que se mantuvo en
la pubertad junto con otros ideales. Pero, si ya no hay
ideales en la pubertad, y si ser adulto es una sola caída, entonces
la negación
a la pérdida de aspectos del yo se puede convertir en el drama de toda una generación. Tener una
fi!:,'llra que se sostenga en el desarrollo es uno de los problemas más impor- tantes. El niño tiene muchas figuras itlcalizadas, pero son simplemente simbólicas, como cuando a los cinco años se quiere
ser bombero; esa figum no se sostiene,
porque es un símbolo de la omnipotencia urinaria, de1 deseo de
tener una manguera con la cual
apagar el mundo y mojar edificios enteros, y una vez superado el momento de ese
desarrollo sexual, de esa afirmación fálica,
autoerótica urinaria, el deseo
de ser bombero desaparece. Hay un momento en
que es más o menos
un ideal colectivo, como forma de
afirmación fálica, el de ser
policía y andar de vt.~rdc metiéndole
miedo a la gente con un bolillo. Pero esas imágenes
no se
sostienen. Por eso me refiero a una identificación que pueda ser personalizable
y sostenerse en un desarrollo,
que no sean simples momentos simbólicos.
306 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Otra posibilidad
es la
de tomar por sí mismo, por su propia cuenta, el problema del desarrollo, en una dirección que en psicoanálisis generalmente se trata con el concepto de subli- mación.
Perder que a uno le den, pero ganar en poder hacer; investirse. poner la libido
en el placer de hacer. El placer no es sólo
recibir. también está el de hacer. Pero aquí nos
encon- tramos con un probk'ma de nuestra sociedad: la limitación para poder hact.•r algo en lo que uno se pueda
reconocer como su autor. algo que sea pérdida, que se
desprenda de uno, que deje de ser de uno, y en lo cual al mismo tiempo uno se objetiva.
Cuando Freud hact.'
sus primeros esbozos psicoanalíticos de la sociedad, se re tierc a cualquier tipo de sociedad. Por
ejemplo cuando escribe ..EL MALESTAR
EN LA CULTURA .. , en el
sólo título queda claro qut' se refiere
a cualquier cultura, no a
nuestra cultura. Freud muestra que cualquier cultura implica la coacción, la represión. la renunciación, un tratamiento a la hostilidad; muestra que hay en el
lazo interhumano aspectos que siempre
generarán malestar. Mejor dicho. dicha obra es
una especie de antropología que se puede resumir en tres palabras: el hombre no
es un ser naturalmente social, como sí lo son las hormigas o las abejas. El
hombre, por ejemplo. necesita que
le cnseñt·n un idioma que es
inventado, institu- cionalizado. impuesto. arbitrario. Del mismo modo, las
rela- ciones de los hombres entre sí están
org~mizadas por
leyes. por sistemas
de prohibición. En todo caso el hombre
no es un ser instintivamente gregario y. por Jo tanto,
la sociedad es siempre una convención
coactiva.
El problema que ahora nos interesa es más particular: se
trata de
indagar
sobre la relación cntrt' la depresión y la sociedad capitalista actual. Ya dijimos que así como
en el momento en que Freud comenzó a trabajar lo clásico era la hiskria,
hoy se da una demanda masiva por la depresión. Hay un desarrollo histórico en las neurosis. El psicoanálisis nos da la posibilidad de darle
a la historia una dimensión humana
nueva: ya no se trata solamente de cómo SI..' desarrollan las relaciones 'objetivas
Estanislao
Zuleta Obras 307
entre los hombres, sino de cómo son vividas. Preguntemos, pues,
por la
depresión colectiva en nuestra
sociedad y porqué ha llegado a ser un fenómeno que
requiere de formaciones
colectivas, políticas o religiosas (con "o .. y no con ..y", porque cuando es formación
paranoide la politica misma es religión).
En un estudio
psicoanalítico u
n
autor francés estudia la depre- sión en la llamada democracia de la sociedad capitalista y analiza las tareas de la educación y las
formas contradictorias que resultan de
la misma.
Una de las características de nuestra
sociedad es la genera- lización, en cierto sentido, de la educación. Lo que
todas las sociedades transmitían por identificación, nosotros lo com- pramos como mercancía.
Los expertos le venden a uno la enseñanza
de cómo debe comer y qué debe comer; el nutricio- nista
vende eso. Le venden a uno hasta el cómo
debe hablar. Hay muchachas que estudian
glamour para aprender a caminar. Las señoras,
para cuidar al hijo, llaman primero al pediatra
a ver a qué horas le dan a qué horas no le dan y qué le dan al nifio. Y así todo el mundo necesita comprar un saber. En
ese sentido, nuestra sociedad está
haciendo la educación cada vez más
extensa, lamentablemente más extensa.
Ahora se enseñan
actitudes contradictorias como la solidaridad
y
la competencia. Nuestra sociedad no funciona
sin la compe- tencia; la competencia
es el motor. El individuo necesita
trabajar para algo, aprende
que no puede trabcijar por el gusto, por el
valor de uso que crea, por el efecto
social que va a crear; tiene que trabajar donde lo alquilen y no es él el que decide
lo que va a hacer. Esto lo
determina la demanda. El individuo termina trabajando por el sueldo, por el
status y, finalmente, para competir; tiene que competir, ganarle a
alguien, adquirir el gusto de diferenciarse. Hay que formar
gente competitiva y, en ese sentido,
producir un tipo de narcisismo competitivo.
Pero el mismo pensamiento
capitalista, por decirlo ast', ha
descubierto la dificultad, en lo que llaman relaciones públicas o, más crudamente, ..
ingeniería
humana", de combin<tr con la
308
Tomo l El pensamiento psicoanalítico
competencia
la necesaria colaboración, hacer que la compe- tencia no
entrabe la coordinación de la empresa.
La otra salida,
como dije antes, es la sublimación: la posibi- lidad
de crear algo por gusto.
Hay tales condiciones en la
sociedad de nuestra época, que cada vez es ésta una salida menos práctica, menos realizable, y, sobre
todo, que no
puede ser impulsada y está siendo cada vez menos impulsad·a por la educación.
La sublimación no
es sólo una movilización de las pu!siones, desde unos objetos hasta otros. Es necesario que esta movili-
zación conduzca al sobreinvestimiento
y al placer procurado por una
nueva actividad; no por una nueva finalidad, sino por una actividad en cuanto
tal. Debe tener aspectos lúdicos y estéticos
que impliquen la personalidad entera de quien
realiza la actividad y den así la satisfacción a las exigencias
narcisistas. Jugar y sufrir; estar obsesionado, por ejemplo,
con la palabra, con la vibración de los
fonemas y las sílabas;
gozar con las reglas y las figuras de la retórica; poder decir lo que otros han olvidado escribir: sentirse en
un estado estático, seguido de depresión,
cuando parece que el poema adquirió su autonomía; tal es la actividad
sublimatoria del poeta, que crea a
partir de sí mismo y que va a colmar una parte de sus
esperanzas; actividad intelectual de creación,
satisfactoria en sí misma, irrigada por la fuerza de la libido sostenida por la
carga emocional que en cierta
forma es un orgasmo, con sus características
placenteras y deprimentes.
Este problema de la obra y de) reconocimiento de la
obra, se puede ver con claridad si nos situamos en el Renacimiento. El producto del trabajo artesanal es un producto
muy per- sonal. En cierto modo un artesano es un artista: hace las mesas a su modo,
se reconoce en ellas, tiene sus secretos de fabri- cación y su orgullo de fabricante. Un artesano
de la época puede hacer violines que
requieran tener sonoridades que todav fa no se conocen. La educación en esa época es básica-
mente transferencia; es entrar en un taller de alguien que sabe,
Estanislao
Zuleta Obras 309
idealizarlo y tratar de ser como él. De
la educación de los pin- tores del Renacimiento
lo que hay que preguntar es en el taller de quiénes
entraron, y no cuántas clases
recibieron ni cuántas materias ganaron. Miguel Angel nunca sacó un
tres, Jos filósofos grie!,>oS jamás ganaron una materia, sencillamente no habían
materias, conversaban con Sócrates o
con Platón,.
lo
cual resultaba visiblemente más útil que sacar
cinco en Filosofía.
Todo ese
proceso se rompe en nuestra sociedad. En nuestm
sociedad se hace una producción
cada vez más heterónoma, menos autónoma. La división del trabajo en todos los
campos hace que el trabajo sea
cada vez más parcial y que compro- meta menos la personalidad
total; que sea más inútil y que el producto sea más uniforme, para poder calcular su precio. El producto es menos personal y es más imposible
recono- cerse en él como autor: ¿quién
se va a reconocer como autor en
ninguno de los productos en una sociedad
industrial?
La discusión, llamémosla
así, sobre el sentido del concepto de trahajo
y del concepto de alienación, entre Marx y Hegel, versa
sobre el tipo de trabajo en que están pensando cada uno de ellos. El problema no ~s que
Hegel esté acertado y Marx esté equivocado.
o a la inversa. El problema es que
no están pensando en lo mismo. Hegel hace un estudio del trabajo en el cual indica cómo por medio del trabcijo el deseo dei sujeto se convierte en
una cosa, se objetiva. El hombre
pierde su
subjetividad privada en una alienación: ésta es una pérdida de algo esencial. El hombre se pierde. pero al perderse se objetiva, se enriquece, encuentra que era una cosa distinta y mayor de lo que creía. Esto se da porque
se reconoce en sus obras, pasa de que creía. Esto se da porque se reconoce en sus obras, pasa de la subjetividad privada a una forma de vida interpersonal, ya que la obra es válida para muchos. En Hegel la alienación es una buena cosa,
porque el sujeto se encuentra en su producto. En Marx, es una pésima cosa, porque el sujeto
no se encuentra en su producto, sino que éste se vuelve contra él; el producto es una mercancía y esa
310 Torno t El pensamiento
psicoanalítico
mercancía va a incrementar la potencia que lo
domina, el capital. Marx
dice que es un enriquecimiento que se vuelve empobrecimiento y es una potencia que se vuelve castración (la palabra es de él; no se trata de
freudializarlo, ni mucho menos).
Kant, en la
primera parte de "LA CRITICA DEL JUICIO", muestra las diversas formas del arte, pero
siempre apunta hacia el arte como
torma de vida de la utilidad; por ejemplo, hasta ahora, por razones sociales e históricas, casi que se ha reducido a lo público o a lo religioso, templos y palacios y cosas por el estilo, y Kant advierte que la
arquitectura debe acceder a todo, debe ser la belleza del objeto, sea una vivienda, un palacio, una mesa o cualquier
objeto. Según Kant, la arquitectura debe
ser el objeto útil, bello. Kant
piensa en el arte, pero no
como una actividad
particular de unos señores denominados artistas, sino corno una posibilidad humana universal. Al final del
texto, luego de la enumeración de
las artes como la música, la pintura, la poesía, afirma que el arte superior es la conversación~ que ésta contiene el teatro, la
poesía, la imitación, la figuración; que es un arte que está hecho y
dado sólo para el momento y para la improvisación. Es decir, se
trata de una idea del arte y de ia tendencia a
lo artístico, tal como está elaborada en
las nociones de Hegel acerca del
trabajo. Kant concebía el arte con una finalidad que era penetrar y darle un nuevo destino a
la vida cotidiana, y no como una
actividad particular de gente bohemia, des- prendida y rara. Esa visión
kantiana fue rápidamente borrada hasta el punto
de que hoy nos parece raro el mundo desde el cual se podía ver así.
Marx comienza, con gran rigor. el análisis
de la sociedad capi- talista, desde el análisis de la mercancía. Es decir, la produc-
ción de un objeto. Pero e"a producción tiene una clave, que no es el
efecto útil que renga en la sociedad, no es el efecto que produzca en otros ni en el que la produce al
producirla, que puede ser
destructor. La única clave es que ese objeto
conserve un poder sobre el trahajo, al cual Mar,x llamó valor.
Estanislao
Zuleta Obras 311
Es un objeto destinado al cambio, pero esto no tendría
mayor importancia, pues las tribus
primitivas también cambian. El problema es que el cambio de forma conserva el valor. Si se cambian camisas por dinero y
el dinero por medios de produc- ción y
fuerza de trab&jo, que producen
más camisas, y esas camisas por dinero, ese ciclo genera más y más poder. Poder sobre el trabajo social, tanto pasado, en forma de mercancía, como vivo, en forma de salario. Si las camisas no se cambian por dinero,
se pierde su valor; si el dinero no encuentra en qué convertirse y la fuerza de trabajo no encuentra manera de cambiarse (no hay quién
la compre por dinero), pieide su valor.
Todo pieide su valor si no entra en la retorta.
Lo interesante de la mercancía no es su valor de uso, ni ninguna otra de sus características
particulares, fuera de aquella. El
trabajo adquiere así una reglamentación propia,
debe ser cada vez más productivo de valor, no de cualquier cosa, sino de valor. Entonces hay que
hacer el nuevo cálculo e introducir la nueva razón~ es decir, hacer las cosas de una manera cada vez más
perfecta, calculada, medida y matema- tizada. Pero no importa lo
que le pase al que las produce
ni al que
las consume. Lo que importa es que produzcan más valor en menos tiempo y con menos costos, etc. Nadie se reconoce en ellas. Nadie entiende cómo se hacen. Cada
quien entiende la partecita que le corresponde; se pierde la inteli- gencia del
proceso. Es un producto que no se puede investir como un emblema del narcisismo, como la obra en el sentido artesanal o
artístico. La mercancía no es una obra y termina por ser
el producto de una división del trabajo completa- mente anónimo. Lo que sí no es
anónimo, ni social en ese sentido, es ¡la apropiación! Marx decía que
la producción es social y la apropiación
es privada. Social allí quiere decir anónimo.
¿Quién hace una camisa? Todos; el que siembra el algodón, el que transporta, el que saca el
hierro de la mina para hacer los medios
de transporte, el que saca petróleo para
moverlos, etc. Todo el mundo la produce y el propietario no es
todo el mundo. El promedio de esa producción se conserva en monopolio de una clase sobre los medios de
producción.
312 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Si nos atenemos al concepto de proletarización, no
en el sentido de la extracción de plusvalía, sino en el sentido de la
división capitalista del
trabajo "EL CAPITAL" cap.
XII). nos damos cuenta
de que lo que está ocurriendo en nuestra socie- dad es la
proletarización de todo el mundo. La heteronimia, la
división del trabajo, la pérdida del control, la pérdida
de la inteligencia del proceso, la
dependencia de un mercado, la
especialización creciente hasta perder de vista el conjunto,
la producción del analfabeto sabio (aquél que sabe de física atómica y es un analfabeto en todo lo demás).
Hebcrth Gintis y Samuel
Bowles escribieron un libro sobre la
educación y la historia de
la
universidad norteamericana y desde
el título se puede
ver el sentido de su crítica: "DE LA TORRE DE MARFIL A LA ESTACION DE SERVICIO";
describen
cómo la universidad, hace dos siglos, era una torre de marfil. Allí se iba
a estudiar Derecho, Ingeniería o Medicina; se suponía
que todos saldrían aprendiendo griego,
latín, una o dos lenguas extranjeras,
conociendo la historia del arte, una cultura.
Pero a ella iba una élite, por eso se habla
de una torre de marfil. Ahora se produce para una demanda un especialista en una
determinada actividad, y nadie gasta tiempo en formar a un individuo capaz de pensar, porque estorbaría
en el banco, en la empresa o en la oficina del
gobierno. Eficacia, eficacia, esa es ia
evolución de la educación regida por la ley interna de la mercancía. Porque la educación es la producción
de una mer- cancía, una futrza de
trabajo calificada para un mercado, y
depende,
por lo tanto, de la demanda.
En una sociedad así la vida adulta no produce una compen- sación, en
la creación o la producción de una autonomía
mayor. Se dificulta
inmensamente hacf~r el duelo de la infan- cia, de la pubertad, de
la juventud. Eso es depresivo, tal como
lo dice Rosolato en "EL EJE NARCICISTA DE LAS DEPRE-
SIONES".
¿Por qué una sociedad así genera tantas
figuras que denomina- mos formaciones reactivas contra la
depresión, el entusiasmo vacío o
cualquiera otra que modifique la
realidad? Porque
Estanislao
Zuleta O
bras 313 _... .. ..... -··
todo lo que modifica la impresión
de la realidad es inmediatamen- te vivido como una conquista contra la autoridad. Recordemos que los "camisades" concebían la realidad como
producida por una palabra; esa palabra determina el sentido de la
realidad, convierte
un drama en un signo; de esa manera una imitación de la realidad, aunque no lo sea en sí, es vivida curiosamente como una historia contra la autoridad,
más o menos difusa, más o menos
encarnada. Es lo que ocurre con la
droga. Al
modificar la experiencia de la realidad, tienen la impresión de haber obtenido una victoria; y es una impresión narcisista fuerte contra el discurso que constituye esa
realidad y, por lo tanto, contra la autoridad. No existe ninguna victoria, pero se tiene
esa impresión. El entusiasmo vacío o la formación colectiva con tendencia paranoide, son
figuras que va produ- ciendo la depresión
general y son formaciones reactivas contra
la misma depresión.
Se han
creado mitologías contra la depresión. Un caso típico es
el nazismo. El nazismo no sólo produjo una
formación colectiva de tipo paranoico,
con una terrible eficacia
militar, sino que también produjo una mitología anticapitalista; no una
crítica, que es otra cosa. Una mitología en relación con la vida
campesina, la vecindad con la natumleza, la raza, la comunidad; junto con la exaltación de las figuras
propias de
la mitología germana de los Nibelungos, Gothan, etc. Es una mitología opuesta a la forma del desarrollo
capitalista. Hitler propone en .. Mi Lucha" volver a la institución del
mayorazgo; desde luego eso es imposible,
pero caía muy bien. El mayoraz- go es el mantener la unidad campesina, la propiedad
campesina media, el campesino orgulloso de su tierra. Mientras tanto, la hacienda capitalista liquidaba la pequeña
producción campe- sina y las relaciones en el
campo eran con más frecuencia sala- riales y tecnificadas.
Algunas de las formaciones colectivas han
intentado no sólo configurar una formación paranoica, sino producir ademáo; una
mitología que la acompañe, aunque no tenga ninguna relación con lo que está pasando. El nazismo propuso la divi-
314 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
sión de razas y negó
la división de clases. Es un rasgo típico
del nazismo el cambiar una
oposición real por una diferencia
mí- tica. Lo que se dice en "Mi Lucha" es algo muy
disparatado, pero es muy eficaz.
Y fue eficaz en la nación más tecnificada y
más culta de la época.•Estas formaciones reactivas serían inex-
plicables si no estuviéramos en una sociedad
muy deprimente. No .se puede hacer sociologismo, diciendo que eso se debió al atraso del
pueblo alemán. De atraso se hablaba en
el caso de los mujics con Stalin~ pero los alemanes, ¿dónde tenían Jos mujics?, y siguieron a uno peor que
Stalin. No se puede considerar que lo malo es el subdesarrollo,
pues hay tipos de desarrollo que son
peores que el subdesarrollo.
EL ANTINOMISMO,
LA LEY Y LAS PERVERSIONES
Estanislao
Zuleta Obras 317
F.l probkma d1.' la ley estú vinculado con la depresión, aunque también con muchos otros problemas psicológicos y con muchas otras organizaciones psíquicas; ha
sido y es uno de los grandes temas dl'l psicoanálisis. Con más
frecuencia se estudia cuando se aborda
lo que suele denominarse, con un término muy desagradable, las perversiones.
En determinados momentos de la historia, uno de los cuales es la decadencia del Imperio romano, se produce el fenómeno del antinom ismo, que es la oposición a la ley.
El antinomismo
es un fenómeno contemporáneo, se vio muy
claro
en el mayo francés de 1968, por ejemplo: .. Prohibido prohibir".
Uno de los primeros antinomismos que conocemos en
la historia es el gnóstico y el cristiano. El cristianismo en su origen fue un antinomismo; algunos
cristianos primitivos escribieron
tratados antinomistas,
La teoría antinomista se repite muchísimo. Se encuentra en Rousseau, en
algunos del Renacimiento. Se repite con
todas sus
características; pero cada vez se considera
a sí mismo completamente
nuevo y desconoce sus antecedentes. En la modernidad, se considera
lo más nuevo del mundo cuando está repitiendo
a Rousseau
casi de manera textual, o a Epifa- nio, de comienzos de
la era cristiana, quien escribió un libro
perfectamente antinomista y que parece de un libertario contemporáneo. Epifanio
se oponía
a toda ley, por ejemplo a la prohibición del incesto, y consideraba que el mal venía
de la ley, que ra la norma la que creaba la
transgresión. Es la misma iínea que
volverá a tomar Rousseau, quien
consideraba que la comunidad había sido
destrozada por la ley, porque una comunidad
auténtica no necesita ley alguna.
En el marxismo hay una corriente inaugurada
nada menos que por Car.los Marx, fuertemente antinomista, que
mantiene la misma idea: el Estado,
la Ley y el Derecho
en su conjunto sobran
desde el momento en que haya una comunidad autén- tica. Incluso
marxistas modernos, como Umberto
Cerroni,
318 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
quien
escribe "LA TEORIA DEL DERECHO SIN MARX",
...
siguiendo la huella
de Marx, consideran que el derecho en conjunto
es burgués y que en el momento en que se introduzca
la comunidad, en el sentido de la sociedad, se supera el Dere- cho en general. Es lo mismo que pensaba Marx, no sólo en su juventud, sino también en su vejez, por ejemplo
~n la "CRITI- CA DEL
PROGRAMA DE GOTHA" (1875), a 30 afl.os del
joven Marx. Marx opina que todo derecho es una injusticia, también el derecho igual, el derecho del mundo
socialista, porque de todas maneras es
aplicar una norma igual a indivi- duos desiguales.
El antinomismo
es un fenómeno muy importante por sus manifestaciones históricas y también individuales, que
son, sobre todo, las que
estudia el psicoanálisis. Una de las
mani- festaciones más agudas del antinomismo -y es uno de los grandes síntomas de la decadencia del Imperio romano-, es el cristianismo. El cristianismo aparece a los contemporáneos de los primeros siglos como un antinomismo.
Incluso las inter- pretaciones de Hegel comienzan por mostrar más que todo la
visión que el cristianismo tenía de sí mismo, que era una visión
opuesta a toda ley (el amor es suficiente).
En el caso
del cristianismo, esto luego se borró,
porque el
cristianismo medieval se convirtió
en el apoyo a unajerarquía eclesiástica y a una autoridad: además se opuso al antinomismo con el mismo vigor con que fue antinomista antes, sosteniendo la teoría
más inversa al cristianismo primitivo: que todo poder viene de Dios. El cristianismo medieval
hizo olvidar a mucha gente que el cristianismo originario había sido opuesto a toda ley y que, por ejemplo, el "Sermón de la montafta" era leído
como abolición de los Diez Mandamientos, tal como dice Hegel. Los Diez Mandamientos es la ley, la ley mosaica, pero son prohibiciones: a esas prohibiciones Cristo
les opone algo que las deja abolidas: el amor. Es decir, después
de la fórmula "Amaos los unos a los otros", lo
otro queda abolido, eso de "no
robar'', "no matar", etc., es absurdo, pues supone que no se ama
y Cristo no se mete con eso.
Todo antinomismo supone lo mismo: que el reino del amor es la abolición de la ley.
Estanislao
Zuleta Obras 319
Así, pues, la posición más rígida que
encontramos en todo el conjunto antinomista implica: una
posición inicial, que es la abolición de toda ley a nombre
del amor, de una sociedad que no requiera
leyes ni prohibiciones porque todos sus
elementos se aman~ y otra posición, que es
la crítica de la propiedad y de lo individual; el abandono de la familia que proclamaba
Cristo, de la familia como algo que se separa de la comunidad.
El antinomismo,
generalmente, se coloca al fin de los
tiempos: el fin de
l mundo está cercano; esa era una de las razones por
las
cuales se recomendaba ir repartiéndolo todo, en la época del cristianismo primitivo. Cuando se descubrió que la cosa se demoraba
entonces cambiaron la idea y se invirtió la cosa, la familia pasó a ser uno de los valores
cristianos principales. Pero el cristianismo, como todo antinomismo,
comenzó por opo- nerse a la familia,
como el marxismo a la propiedad y a la familia,
y a todo lo que separe a los individuos en una existen- cia privada. El antinomismo sueña con una vida pública en la que se disuelva
el hombre entero y que no quede ningún ámbito
de existencia privada. En términos de Marx, es necesa- rio superar la oposición
de lo público y lo privado, cualquier ámbito
en el que se afirme el hombre egoísta.
Esta es una tendencia que uno puede
encontrar en muy diver- sas corrientes
aparentemente contrapuestas, como, por ejem-
plo, el cristianismo primitivo y el marxismo. El cristianismo primitivo
y el marxismo mantienen muchos lazos comunes y el más
importante es
éste. Por lo demás, Epifanio, quien murió a los 17 años
y escribió todo un tratado que es una condena-
ción permanente del más grave delito que ha tenido la huma- nidad en toda su historia: la propiedad
privada. La propiedad privada separa a
los hombres, opone a los hombres,
introduce la hostilidad y 'la competencia, requiere el derecho; sin eso no se requeriría
ningún derecho. Toda la mitología
occidental de la Edad de Oro es una oposición, por
lo menos a la propiedad, al derecho y al trabajo. En Marx esto adquiere otra
versión: que el trabajo no sea el campo en el cual el hombre sacrifica parte de su tiempo
para poder sobrevivir y se pierde o se
320
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
aliena, como diría él, sino que sea
el sitio donde el hombre se realiza,
se supera y encuentra
sus propias posibilidades. En .. EL QUIJOTE", de Cervantes,
se puede ver en el ..Discurso a los cabreros" el antinomismo
más duro: .. Dichosa edad y
tiempos dichosos aquellos a quien los antiguos dieron el nombre de dorados,
y no porque el oro fuera -en ellos lo que es en nuestra edad de hierro sino porque en aquella venturo- sa no se conocieron estas palabras de
tuyo y mío". Luego nos explica cómo
la tierra, nuestra primera madre, daba sus
frutos sin que la violara ningún arado,
sin que la estuvieran molestando y violando: una imagen de tierra virgen y de trabajo
y técnica como violación de una madre
virgen, que es la misma que tienen hoy ciertos ecólogos: la
ciencia y la
técnica son malas, la naturaleza
es buena; las primeras son una violación
de la naturaleza y producen polución.
El antinomismo siempre encuentra
las mismas huellas y la misma
idea de una reconciliación con
una naturaleza buena de la cual el hombre se desprendió por culpa del
pecado ori- ginal, (el árbol del
conocimiento) la ciencia y la técnica, por el trabajo y la propiedad. El retomo a esa naturaleza buena, sin
leyes, sin trabajo, sin arados que violen a la mamá, eso es el gran
sueño antinomista, sea moderno, como se
puede encon- trar en la Francia del 68, sea
antiguo, cristiano primitivo, cervantino
o el de uno de los más duros antinomistas:
Rou- sscau.
Vemos siempre los mismos principios. Es muy interesante ver ese conjunto, porque a
los antinomistas no les gusta que
los traten en conjunto; el último considera que su movimiento es algo inédito en la historia y no le gusta que le recuerden sus antecesores. Por ejemplo, al marxista no le gusta que le
recuer- den que los cristianos
primitivos decían lo mismo que Marx:
también ellos iban a vivir sin Estado, sin derecho, en una comunidad transparente, sin intereses
privados, no lo llamaban propiamente comunismo
sino el
Reino de Dios, que sí era de este mundo.
Después se descubrió que era de otro, que este era el de los reyes, los señores feudales y los
Papas, que el de Dios
Estanislao Zuleta Obras 321
era mejor dejarlo para después de la muerte; pero esa idea no se le había ocurrido
a los cristianos primitivos.
En Rosseau el asunto, en cierto modo, se agudiza mucho
y tiene mucho
que ver con algunas tendencias del mundo moder- no. Uno de sus
textos más inquietantes y más interesantes es el "Discurso sobre el origen de las lenguas". donde nos explica que al comienzo
los idiomas eran maravillosos, todo era
cantar, poetizar, la prosa vino después
con la decadencia, con la pro- piedad privada, antes no había sino poesía y
el lenguaje comenzó por el amor, porque, según se imagina él, en el buen salvaje primitivo la cosa es de amor.
El no estaba muy enterado de
cómo viven los primitivos, ni de la reducción de cabezas ni de nada de aquello que sabemos hoy; se imaginaba que mien- tras más primitiva fuera una sociedad más vivían enamorados unos de otros, y todo el mundo de todo
el mundo. A Rousseau le molestaban
mucho las consonantes y consideraba que las lenguas primitivas estaban hechas de vocales
básicamente y que las consonantes vinieron
después a dañar la cosa. con
diferenciación, y mientras más dañado está un pueblo. como los
alemanes y los nórdicos, más consonantes tienen. están más lejos del origen; ahí se le salió la latinidad
al hombre. Además, otra
decadencia espantosa de la que ya se había quejado Platón vuelve a sonar en el discurso de Rousseau: el descubrimiento de la escritura. El cree tener avcri!:,'llado que Homero no sabía escribir y que los grandes
poetas eran grandes precisamente porque no sabían escribir: por eso hablab¡¡n en verso para que las cosas se recordaran, porque querían que fuera en la pasta
viva de la sensibilidad humana donde quedara
escrito su discurso, y no en
un papel que cualquiera inkrpreta como
quiere, sino en la comunicación vit¡¡l, lo vivido, no lo escrito quL·
es lo muerto, lo de los notarios: la escritura hace
parte
del Estado, del contrato social,
porque se hundió la comunidad
auténtica. pero cuando vuelva a surgir, volveremos a olvidar la
escritura, felizmente.
SÍl'mpre
que se produce la decadencia de algunas
formas de identidad y de la posibilidad de transmisión de generación
322 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
en generación de ciertas formas de autoridad, el antinomismo entra en escena otra vez y reinventa todo su juego: la
naturaleza es buena, la cultura es mala, llámese cultura el derech<?, el cultivo, la escritura,
las
normas. Esa es una convicción que no se
les quita, aunque se les caiga la casa encima por los terremotos, los piquen las serpientes, los azoten las
epidemias naturales. Esa es una cosa
que hoy también se considera moderna.
Pero el antinomismo es tan viejo que es
casi transhistórico. Con el antinomismo se producen ciertos valores como el de que
la espontaneidad es buena y la reflexión
es mala. Eso está en el ambiente de nuestra época como estuvo en la época del cristianismo
primitivo.
Existe una relación entre la ley y las perversiones. Un modelo de perversiones, el que más se considera, es
el fetichismo. Es la fonna más geneml, y en cierto modo no hay
ninguna
perversión que no sea una forma
de fetichismo. También se considera
frecuentemente, por sus relaciones muy estrechas con la
ley. la pareja masoquismo-sadismo,
que a veces se da unida, pero que casi siempre se da separada. Un importante estudio sobre el masoquismo aparece en el libro ..DEL ARTE A LA MUERTE'',
de Michel M'usan. AHí aparece el caso de un masoquista que acusa al sádico de
que se ..raja" al final
y no lo pela como él quisiera por miedo a la ley, por miedo a entr..tr en el código penal y a producir dañ.os
irreparables, entonces no lo achicharra
con los hierros candentes como él quisierJ
:el
sádico es
acusado de flojo por el masoquista.
Hay muchas
formas de perversiones, pero lo que más nos
inten~sa es ese núcleo fetichista, sád ice-masoquista.
En ••EN- SAYOS SOBRE LO SIMBOLICO", ••GENEALOGIA DE LAS PERVERSIONES", de Guy Rosolato, hay en primera
instancia una problemática de la ley en el campo de las perver- siones, y esto también ocurre en el campo de la depresión.
Son muy complejas las relaciones entre ambas cosas. Si toma- mos como ejemplo el caso de Proust, vemos la relación mucho más
estrecha.
Estanislao Zuleta Obras 323
En la
genealogía de las perversiones siempre hay un dafio muy grande en la
ley, en la autoridad familiar,
que es la primera vivencia de la ley. Suele ser
que se disputan la ley los dos padres,
desautorizándose uno
a otro; esto se encuentra fn:- cuentcrncntc en los antecedentes de la perversión. Un caso muy frecuente también
es el de la ley pervertida ella misma.
Así se refieren al terna la mayor parte de Jos autores:
Piera Aulagnieur "EL DESEO Y LA PERVERSION",
Resolato, etc.
La ley pervertida ella misma
es la ley no transmitida sino im- puesta,
es decir,
la ley en
la cual el padre omnipotente o la
madre omnipotente, imponen
una ley que ellos mismos no siguen.
La ley pervertida la suele tener el Estado, que impone un código moral y civil que los mismos que
ejecutan no siguen. Pero lo que nos interesa aquí es que eso se da en
la familia. La "CARTA AL PADRE", de Kafka, es una denuncia permanente de
eso: "nadie podía hablar en la
mesa pero tú hablabas todo el tiempo, no
se podía
regar nada en la mesa y los grandes
regueros estaban alrededor tuyo,
cuando uno come no puede hacer ninguna otra cosa, mientras tanto tú
sacabas punta a los lápices, etc.".
Esos son detalles muy importantes porque lo
que capta Kafka es la posición de una ley pervertida, que se encuentra
luego en "EL CASTILLO" por todas partes y en toda su obra,
el legislador que transgrede lo que él mismo impone como ley. Es decir, que no se trata
del padre mortal.
Hay dos
figuras: el "e~~r;-~·10rtal"
y el "p~~re om?~~ot~~t~"· Rosolato no las llama ast, sino "Padre id'ealiiado' y 'padre muerto''.
Un "padre omnipotente" es el que produce leyes a las cuales él mismo no se considera sometido. El "padre mortal" es el padre sometido a la ley que él mismo propone y, por lo
tanto; más que imponer, transmite. Las religiones, sobre todo las religlcincs de la"ley·:.=¡a·más• . Ciásica es el
judaís- mo, contra la cual el cristianismo
afirmó la oposición a la ley- hacen
mil rituales para indicar esa transmisión.
Frecuente- •
mente son rituales referidos simbólicamente
a la castración, como es el caso de la circunscisión.
324 Tomol El pensamiento psicoanalítico
Entre los efectos de la peJVersión de la
ley hay que tener en
cuenta
ese que nos introduce de la manera más
directa y más
abrupta
en el campo de las peiVersiones. El padre que trans- mite
una norma lleva a cabo la inscripción en un orden simbó- lico, por
ejemplo en el lenguaje; desde luego, las nonnas
que impone son las notmas a las
cuales está sometido. En todos Jos órdenes debería ser así. La
inscripción en un orden simbó- lico por una transmisión de la norma es lo que suele denomi- narse, en el psicoanálisis
de hoy, la ..castración simbólica". Una pulsión de diversa índole queda inscrita
en un orden simbólico y no solamente las pulsioncs fálicas a las
cuales se
refiere el término castración. Por
eso hablamos de la castración
oral, es decir, la inscripción de las
pulsiones orales en un orden simbólico, así sean agresivas, incluso las
pulsiones alimenticias, que se inscriben
en una estructum de valores y de combina- ciones permitidas y prohibidas, que terminan siendo nuestros !,'Ustos.
Uno de los fenómenos de la castración -y por eso la genealo- gía de la
peJVersión se encuentra siempre con
la arbitrariedad de la ley en sus orígenes- es que no puede hacer una distin- ción entre una castración
simbólica y una castración real y
entonces protesta contra todo tipo
de norma,
cualquiem que sea, como
una imposición arbitraria y terrible. Eso Jo encontra- mos en muchas gentes. como dificultades inmensas, como
· grandes inhibiciones intelectuales, por ejemplo. Es el caso de algunas personas que no pueden
aprender ciertas cosas porque son
nom1as, como la ortografía, por ser una imposición arbi-
.
traria.
Otro caso más grave es cuando no se puede coger el lenguaje como haces
de sentido, y se da en ciertas formas
esquizoidcs. En t.'ste
caso el
sonido acerca las palabras más que el sentido.
Por ejemplo, por el
sentido nosotros acercarnos "hablar", ••hablo" ...hablaba", "hablado'', etc. como una haz de sentido y
.. abrir" hace parte de otro sentido.
Pero si no tenemos las palabras como haces de sentido sino como sonidos y nos guiamos por
el parecido sonoro, la ortografía se va
al diablo
Estanislao
Zuleta Obras 32S
y muchas otras cosas. Ese ya es otro problema,
ya no es una oposic
ión
a las normas, sino una falta
de captación de los con· juntos, es un problema más bien
esquizoide: el resultado es
parecido: escribir "mamá" con
·~ota", "porque
así soy
yo".
El resultado es parecido
pero el origen es distinto; no se
debe equivocar uno ahí en el diagnóstico. El más frecuente es el antinomismo: .. como es una norma debe ser transgredida", y
cierta imagen que va adquiriendo el antinomismo, especial· mente en su desarrollo, de que si toda norma es mala, toda transgresión es buena.
La imagen de una castración real por una ley
pervertida, determina toda la
maniobra perversa. La maniobra perversa
es básicamente inconsciente; sin embargo, es relativamente fácil de descifrar. Las perversiones están
llenas de rituales; no son simplemente
gustos, son verdaderos montajes escenifi- cados. No se puede describir el masoquismo
como un simple gusto de ser golpeado, o por el dolor, o por una combinación del dolor con
el placer. Es toda una escenificación de la humi- llación; se necesita la mujer con botas, con tacones,
con arreos de correas, la venus de pieles
del maestro Sacher Masoch. Así se anuncian en la prensa norteamericana y disfrazadas así andan por las
calles de Nueva York, unos y otras, haciéndose
propaganda para capturar masoquistas, a los que les cobran fuertes sumas en dólares por azotarlos.
La escenificación y los rituales tienen una
particularidad muy notable.
Piera Aulagnieur
en .. ASPECTOS TEORICOS DE LAS PERVERSIONES" (publicado al lado de "Aspectos clínicos de las perversiones", de J. Clavreul), que es Jo mejor
que existe, creo, sobre el tema
del masoquismo y el sadismo, muestra que
todos esos rituales son formas de negar la dife- rencia de los sexos.
El pervertido necesita una ley para poderla burlar, pero la necesita y la convoca una y otra
vez. Por eso en el maestro Sade siempre se trata del presidente burlado, de cómo el canónigo fulano siempre pedía nifias y una vez Jo engafiaron
326
Tomo I El pensamiento psicoanalítico
con un niño y entonces protestó diciendo ..estáfame
siempre así", porque resultó más homosexual de lo
que él sabía. La ley en Sade es la religión o el Estado,
y siempre aparece como si no hubiera
gusto sin tener alguien
a quien elevar a) rango de la ley para burlarlo. Eso es típico del ritual de las perversiones, en ese sentido las perversiones son mucho menos libertarias de lo que uno se imagina. Sin la autoridad no sobreviviría, necesita revivir una y otra vez la ley pervertida que padeció, para burlarla, y ei ritual es la burla de la ley, y no se puede hacer sin la ley, la transgresión de la norma
no se puede hacer sin que alguien represente la norma.
Dentro de los depresivos, uno de los que más rigurosamente trató el tema de las perversiones, es Proust. .. EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO'' trae
descripciones de perversiones, como las del prostíbulo de Jupien en •·sodoma";
en ese prostíbulo, además de los aparatos para masacrar a la
gente, aparecen los retratos en
colecciones, una cuestión que
parece ser autobiográfica, según Painter,
quien hizo la biografía más quisquillosa
y minuciosa de Proust; es
detectivesca, no inter- preta nada,
pero trata de pillarlo todo. Entronizar los retratos de los padres amados donde se van a llevar a cabo los rituales de la perversión, eso está en el prostíbulo
d.: Jupicn, en la "MADEMOISELLE DE SAINT LOur·· y es
muy frecuente. Proust sabe. de qué está hablando porque conoc.(a el
ambiente "in vivo".
Esa es una forma de convocatoria de una ley que necesita ponerse en escena una y otra vez para burlarla. Conozco un caso de un transvestista, por chequeo
no por
análisis, que era un dirigente
del conservatismo del Valle del Cauca, pero como
andaba disfrazado de mujer y fue
pillado en algunas oportuni- dades,
quiso hacerse psicoanalizar a ver si evitaba
los peligros evidentes de que encuentren disfrazado de mujer a un
dirigente conservador. El hombre no
sólo era transvestista en este sen- tido, lo que disgustó sobremanera a su mujer, sino que se había generalizado su transvestismo hasta el punto que
votaba por el MOIR y salía corriendo a contar los votos "a ver si vamos
Estanislao
Zuleta Obras 327
ganando
los conservadores"; era transvestista en política también.
La cuestión de transgredir una ley y de ser
el malito contra una ley, ella misma petversa, se convierte en la verdadera pasión. Si se generaliza
es porque se crea la incapacidad de concebir otro tipo de ley que no sea perversa.
También está el problema del deseo en la
petversión, estudiado por Piera Aulagnieur,
quien dice que la petversión es una últi- ma trinchera contra la psicosis, es una prevención final.
Para poder sostener una última identidad, es necesario que esa iden- tidad tenga muchas
condiciones, que, por ejemplo, sea
antile- gal, que niegue la diferencia entre los sexos y demás; lo que amenaza al hombre
de la petversión ya es la psicosis y
por eso su deseo
es de una compulsividad de un grado alarmante, es decir, la frustración del deseo es
siempre molesta, pero para un perverso
es alarmantenemente molesta, es peligroso y entonces hace que el tipo de deseo sea terriblemente
conminatorio para el sujeto. Es muy difícil prescindir, incluso
incurriendo en los mayores peligros. Es lo que ocurre frecuentemente con exhibi-
cionista y vouyeristas; el tipo arriesga su carrera,
todo lo que ha hecho en la vida, todo su prestigio, por ir a que lo vean
desnudo un ratico unas muchachas que van a pasar. Todo ese riesgo se corre
porque la psicosis anda muy cerca; todo esos
rituales se requieren para
volver a manifestar una identidad y por
eso se vuelve tan compulsiva la cosa.
Lo que courre en la petversión es que nos
encontramos con una ley que se impone al sujeto
y no la puede ya vivir como la invitación a un conjunto del que participa quien la impone o quien la representa,
sino como el sometimiento a una volun- tad. Es decir, tiende a vivirla en términos persecutorios, cosa muy frecuente hoy por la extraordinaria disención entre las gtmeraciones, entre otras cosas. Por eso la
ley es vivida, sobre todo en la juventud, en términos
persecutorios. También hay teóricos que
conciben el poder, la ley y el Estado en términos puramente persecutorios, prácticamente
paranoides, como el
328
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
famoso panóptico de Foucault, que lo están
mirando por todas partes y donde le suene a poder o a la ley protesta
potque cree que toda la ley es
perseguidora; eso hace que su concep-
ción del mundo sea tan curiosa, tan indiferente ante las dife- rencias; donde
algo le suena a normas le parece que es
igual, que es igual el psicoanálisis que
la confesión católica, que es la misma
cosa Marx que Ricardo. Eso es típico
de una visión persecutoria de la ley.
Ahora bien, esa visión es muy frecuente en
las perversiones, allí podemos seguir el
hilo de diversas formas de negación de la ley, derivadas de un mal origen en la relación con
la ley. Uno de esos orígenes malos puede
ser la mutua desautoriza- ción de dos
legislaciones materna y paterna: "no le haga caso a ese que está loco", ••no le haga caso a esa que es una beata", y entonces no le vuelve a hacer caso a
nadie; o bien, uno de los
dos rige pero en una forma arbitraria,
es decir, imponiendo aquello que él mismo transgrede.
Hay otras formas más
duras, más drásticas, que ya no generan
propiamente la perversión,
sino que tienden a producir más
bien posiciones esquizoides o esquizofrénicas, o posiciones paranoides. Una ley impuesta puede desatar
una paranoia
directamente, como el caso conocido del padre de Schreber, el paranoico
que estudió Freud(l). El papá de Schreber
había producido un librito,
.. Gimnasia médica" del cual dio 40 edi-
ciones y que es una especie de antecesor directo del
nazismo; enseñaba la disciplina y
el rigor consigo mismo, pero el hombre no se reducía a la gimnasia médica, ni mucho menos, sino que en el tratamiento de sus hijos fue muy
cuidadoso de que apren- dieran la ley:
..l o que más necesita aprender un niño es la frustración", y entonces hacía que les
ofrecieran papillas y el seno y se los
retiraran inmediatamente, desde que estaban
recién nacidos. Organizó un tribunal que se reunía en su casa, eran sus hijos, su mujer y él, para ser
juzgados todas las serna-
( 1) Freud se equivocó por
completo en lo que respecta al padre de Schreber. Es verdad que
no conoció las circunstancias de éste.
Estanislao
Zulcta Obras 329
nas en todas sus faltas. Con gran ingenio
mecánico construyó los
aparatos para comer y para dormir,
de hierro, que obligaba a sus hijos a tener una determinada
posición; estos aparatos están dibujados en el libro sobre el
caso
Schreber. El doctor Schreber hijo se sentía perseguido por Dios;
es muy fácil ver la conexión de los dos personajes. Schreber
hijo era un teólogo notable y dect'a que Dios estaba muy lejos de ser tan perfecto como las religiones lo mostraban, que tenia, por el contrario, bastantes defectos, uno de los cuales es que no conocía a los hombres, porque estaba acostumbrado a tratar sólo con los muertos; otro defecto es que por ser eterno no podía aprender nada de la experiencia y si se equivocaba
una vez, se equivoca- ba para siempre.
El esquizofrénico generalmente
afiora una ley, incluso una ley terrible;
se somete a las dictaduras más alarmantes, políticas o
personales o procede a la castración
real, que se en.::uentra en la clínica
continuamente: corte, literal, como
hacían algunos de los cristianos primitivos,
claro que por orden de Jesús, ya que así interpretaban el texto de San Marcos: "Porque hay hombres que vinieron castrados del
vientre de sus madres y hay hombres que
fueron castrados por otros hombres, pero
también hay aquellos que se castraron a sí mismos para seguir al Seíior",
cosa que leyó Orígenes, el padre de la Iglesia, el apologista, y procedió; era un creyente.
Son aventuras con la ley: la perversión, la esquizofrenia y,
en parte,
también la depresión. Claro que dejaremos
abierto un problema que es muy difícil de
tratar: las relaciones más íntimas entre
perversión y depresión. Uno puede tratarlas en
un caso, por ejemplo en Proust,
donde están ambas, pero en teoría no las conozco. Simplemente planteo el
problema de la ley, porque es un
problema mayor en el psicoanálisis, en la
historia, en la política, en la vida personal y colectiva y se relaciona íntimamente con la depresión.
CONTROVERSIA
CON DELEUZE A
PROPOSITO
DE EL ''ANTI-EDIPO
El
anti-Edipo como actitud ante la depresión
y
la culpa
Estanislao Zull.'la Obras 333
DISCUSION -1-
Las pokmkas sobre l'l complejo de Ed ipo
aparederon casi inmed iatamen
k tkspul's de que se presentó la
teoría freudia- na. Algunas
vink·ron (h'SUl' cerca; Malinowski. por ejemplo,
sólo objetaba la validez del
complejo de Ed ipo para lo que se denominaba en esa época sociedades matriarcales (matriar- caks no hay. hay matrilincaks. matrilocaks). Aquí me referiré ti..tndamentahnt'ntL' a una muy importante porque resume gran parte de las
anteriores, las mejores, y porque es la que resulta de más actualidad. Se trata tk la crítica que
hicieron Deleuze y Guattari.
principalmente en su libro ..EL ANTI-EDIPO''.
Dl'ieuzt' tiene una relación con f<reud
que no es simplement
e de desacuerdo, como hay tantos por lo demás, sino que es· un desacuerdo
acompat'iado de una gran preocupación: y se
ha convertido tksde hace mucho
tiempo, por decirlo así, en una especie de enemigo íntimo. Siempre está muy preocupado de todo lo
que en el seno del movimiento psicoanalítico
ha ocurrido
y, sucesivamente, de manera muy curiosa,
se ha sumado
a aquellos que han tenido algún conflicto con f<reud, incluso en el pasado, conflictos que ya están
muertos, lo mis- mo que sus
participantes.
En el año
1962 escribió Deleuze un libro muy notable,
c
omo
muchos de él, llamado ·•NIETZSCHE Y LA FILOSOFIA";en ese libro, sin que ello viniera muy a cuento, no se le escapa su ataque contra
Freud. En una nota dice que sería fácil suponer lo que Nietzsche habría dicho de Freud, que era un pesimista, tal como había considerado a Schopenhauer y esto es tanto
más fácil de suponer -continúa Deleuze- cuanto que
hubo entre
los discípulos de Freud un nietzscheano auténtico, Otto
Rank. Deleuze tiene la costumbre,
cuando se trata de Freud, de hacer flecha de toda madera; en este
caso la madera es Rank, un ••nietzscheano auténtico". Es un fenó- meno muy curioso porque Deleuze es un hombre capaz y conoce
muy bien a Nietzsche.
334
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
El motivo
.por el cual hubo entre Rank y Freud una escisión
que
determinó la salida del primero del
movimiento psico- analítico, es un motivo particularmente anti-nietzscheano de parte de· Rank, y esto es
lo más curioso de la historia. Rank, como es sabido, produjo la teoría del trauma
del nacimiento. Después de haber
hecho
libros psicoanalíticosbastante nota- bles, como "EL MIT
O DEL NACIMIENTO
DEL HEROE" y algunos otros, produjo una teoría general, según la
cual el trau- ma fundamental en la vida del hombre era el nacimiento, y Jos otros
traumas, en última instancia, remitían a él. Describe con bastante profundidad la separación uc un matrimonio como angustia
de nacimiento, y así algunos otros fenómenos. Aunque muchas de las descripciones son muy
pertinentes, tiene el problema de que reduce todo el asunto al trauma
del nacimiento. Hay un trauma del nacimiento, eso es real, no del momento en el que se nació, sino en el
sentido de un fantasma de nacimiento
traumático al que se remite una
gran cantidad de problemas de la vida. La idea de Rank era que por ser el origen el hecho primero, tenía
que ser el más importante, y el análisis,
si se quería
ganar tiempo y hacerse en dos o tres
meses, y no en años como lo hacía
Freud, debería rápidamente coger Jo más importante, el nacimiento.
Freud no estuvo
de acuerdo con
eso
y da esta respuesta: "es como si los bomberos llegaran a un edificio en llamas y sólo les interesara apagar la lámpara por donde comenzó
el incendio". Es muy frecuente en Freud ese estilo de polémica,
lateral y apenas con un ejemplo.
Ahora bien, Nietzsche es conocido
precisamente en la histori
a de la filosofía
por ser un crítico de la idea del origen
como Jo
fundamental y lo que determina el sentido ;eso
se encuentra, sobre todo,
en el tercer capítulo de "LA GENEALOGIA
DE LA MOkAL".
Deleuze conoce muy bien eso, Jo expuso muy bien en sus libros sobre Nietzsche; sin
embargo, considera que Rank es un
nietzscheano auténtico y que sirve de prueba de
lo que Nietzsche habría dicho de Freud. Este es un ejemplo curiosísimo de posición antifreudiana de
Ddeuze; es particu-
Estanislao
Zuleta Obras 335
lannente sintomático que se apoye en Rank y que declare nietzscheano auténtico a quien tiene la idea de que el origen detennina
el sentido, idea perfectamente opuesta a la de
Nietzsche; es muy raro en un pensador
tan serio y que conoce tan bien ese terreno.
En un escrito posterior, que se llama .. INTRODUCCION
A SACHER MASOCH", Deleuze intenta un estudio sobre
el masoquismo, desde luego
contra Freud, pero también apoyán- dose en que
hubo un gran freudiano, Jung, quien sí entendía cómo era la
cosa, al contrario de Freud, quien no tiene
en cuenta las escenificaciones, los mitos universales y el incons-
ciente colectivo, reduce la cosa a
las pulsiones y no podrá nunca dar cuenta del asunto. Aquí es Jung; en ••EL A.NTI-
EDIPO" serán Wilhelm Reich y otros. Entre Jos que estuvie-
ron en el camino con Freud, Dcleuze
retoma prácticamente a todo el mundo, con tal de que en detenninado
momento haya entrado en conflicto con
Freud. Todos los que hablen en una dirección específicamente
antifreudiana son acogidos, aunque no
tengan entre sí nada que ver; es un
fenómeno curioso aquello que indico con
el nombre de enemigo íntimo, porque está
siguiendo todos los conflictos que fueron perso- nales en su momento e incluso fueron ya olvidados; ya nadie
se acordaría de un conflicto
entre Rank y Freud, si no fuera porque lo menciona Dcleuze, generalmente,
incluso los freu- dianos, citan Jos textos
de Rank como textos muy buenos y como
grandes momentos de la historia del psicoanálisis.
Señalé antes algunos rasgos de un fenómeno que
llamé con cierta dureza ••demagogia
teórica", uno de los cuales es la introducción
de una toma de partido, en pro o en contra. Ya
el t
ítulo
del ••ANTI-EDIPO" nos da la idea de que curiosa- mente Dcleuze presenta el asunto como si fuera posible tomar una
actitud a favor o en contra del Edipo. Es un
fenó- meno curioso, porque muchos psicólogos no
se pondrían en eso de estar en contra del Edipo. El problema
con Deleuze es que está en contra del
Edipo; otros lo que piensan es que se trata de un invento de Freud, que no hay tal complejo de Edipo, que no hay inconsciente.
336
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Lo que es más
interesante todavía, es que el a favor o en
contra no lo deja
en el Edipo,
sino que lo extiende, por ejemplo, a un fenómeno
como la esquizofrenia. El subtítulo de la obra mencionada
es "CAPITALISMO Y ESQUIZ()..
FRENIA". Además, se propone aquí crear
una nueva con- cepción de la
psicología, que él propone denominar ..esquizo- análisis"'.
Su actitud ante la esquizofrenia no deja
de ser muy curiosa,
porque no se trata, como ha ocurrido
recientemente, de nuevas interpretaciones
de la psicosis (Piera Aulagnier,
Roustang, etc.), que van más
lejos que la!> de Freud
o las de Lacan, u otras que estén en
contra de las propiamente psico- analíticas,
contra Sechehaye. Perrier, Lacan,etc., y propongan otra; tampoco
se trata
de una interpretación que niegue todo eso y proponga una explicación
biologista ( ..es un fenómeno orgánico,
de química cerebral'"). Aquí no
se trata de eso, aquJ· se trata
de estar a favor o en contra de la
esquizofrenia: más claramente, a. favor.
El otro problema
es que Deleuze y Guattari toman el psico- análisis de una manera difícil de precisar, porque no lo toman propiamente como una teoría que interpreta unos hechos, que pueden ser mal interpretadqs, o que tiene una serie de hipó- tesis que pueden
ser falsas. Tratan el psicoanálisis -el complejo
de Edipo, el pensamiento de
Freud sobre la castración, el problema de la represión, etc.- como
los marxistas tratan el
capitalismo, es decir, como algo que hay que combatir; el capitalismo es un hecho y no un simple
error que tienen en la cabeza
un conjunto de gerentes o unos obreros en unas fábricas. Pero ellos consideran que el psicoanálisis oprime el deseo
humano como el capitalismo oprime el trabajo
humano: ese es su modl~lo de rderencia permanente.
Los autores hacen una comparación entre la teoría del deseo que ellos proponen y la teoría de la producción de Marx. Toda su teoría del deseo está dedicada a la crítica de la idea
de que el deseo
tenga algo que ver con la carencia.
idea que por lo dt·más es de Sócmtes, de Platón, de
Aristóteles y de otros, no solamente de
Frcud. Ellos creen que la teoría de la producción
Estanislao
Zulcta Obras 337
de Marx es más o menos
la que ellos tienen del deseo. Son
dos esferas tan extraordinariamente
lejanas que, al forLar el concep- to marxista de
producción -muy prestigiosa en esta época (1972)-, y
aplicarlo a una teoría del deseo, lo que hacen
es tergiversar la teoría de Marx. Dicen, considerando que éste es
el pensamiento de Marx:
''No existen esferas o circuitos
relativamente independientes, la
producción es inmediatamente consumo y registro. El registro y el consumo
determinan de un modo directo la pro- ducción, pero la determinan
en el seno de la propia produc- ción de producciones, de acciones, de pasiones... " (El
Anti- Edipo).
Esto está considerado equivocadamente como un paralelo de lo que
afirma Marx, quien sí
dice que ..l a producción es inme- diatamente consumo, el consumo es inmediatamente produc- ción, la distribución es inmediatamente
producción, esto nos daría el vértigo hegeliano, por eso tenemos que introducir distinciones". Esto si lo dice,
pero lo critica en seguida, e el
..PRELIMINAR A LA CRITICA DE LA
ECONOMIA POLI- TICA": ..esto da
el vértigo hegeliano", todo sería entonces lo mismo.
El ''ANTI-EOIPO"
va en la dirección de las
indifcrcnciaciones y Marx, en cambio, es un
clásico de las distinciones. En el primer capítulo sefialan los autores
lo que consideran uno de los
más graves errores del psicoanálisis: introducir la diferencia entn.' el hombre y la naturaleza. En
general, la posición es indi-
tercnciar.
Antes de que nos embarquemos
un poco más en detalle en la discusión,
y (fLjando de lado esa costumbre un poco molesta de introducir conct:"ptos prestigiosos traídos de otro campo --como la "'producción" marxista del deseo---·,
de los que está lleno t'l libro, y el
aspecto
ese de convertirlo todo en un combate,
no en una nueva investigación que podría ser una corrección de los errores psicoanalíticos,
sino en una toma de
338
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
posición a favor de... , lo cual no deja de
ser curioso y gusta extraordinariamente
hoy, hay que reconocer que el libro de Deleuze
y Guattari es un libro de mucha
importancia, un libro apasionado
y
apasionante,
bien escrito, escrito como quien
defiende una causa. aunque no resulta
clara la definición de esa causa. Se ve que esa causa
está amenazada por Freud, por el psicoanálisis, aunque ellos están pensando más en Lacan ~
a Freud incluso no Jo citan casi nunca en el texto
directo, y cuando lo citan en los
''CINCO PSICOANALISIS., es
muy de
paso y en textos descriptivos de
momentos
del desarrollo del psicoanálisis, como el e
studio
sobre Schreber, en el cual Freud no hizo más
que comentar un libro de un paranoico al que no conoció y de quien desconocía sus antecedentes, los problemas de su padre y todo lo que sabemos hoy. Cuando
hablan del deseo y tratan de introducir
una redefinición están pensando en lo que dice Lacan ~cuando hablan del Yo, cuando hablan
de una redefinición de la
psicosis, están pensando en Lacan o en Melanie K le in. Es muy poco lo que se puede llamar aquí una confrontación, sea con Freud o con otras
tendencias actuales del psicoanálisis y
prácticamente se tiene en cuenta
en este texto la tendencia de Lacan.
Le doy importancia a este libro y lo considero una verdadera encrucijada en el pensamiento
actual, porque ha nacido de un rechazo a la depresión y la culpa, que están vinculadas y nada puede ser más moderno que esto. Todo el
problema, el secreto, el prestigio y lo que tiene de apasionante este libro,
lo que lo ha hecho vocero de una parte de
la juventud (la que lo ha leído
en Francia, que tampoco es mucha; pero sin que
lo sepa, la gente le toma simpatía a esta posición c0n solo oir
mencionar algunos de sus
planteamientos) es el hecho de que
e-stamos en una época a la cual corresponde muy pro funda- mente la
actitud de Deleuze y Guattari.
Es importante en este libro la posición de rechazo a la depre- sión. Algunos
psicoanalistas han estudiado este rechazo en
casos particulares. Byon, haciendo estudios sobre algunos tipos de psicosis, ha mostrado cómo es de
frecuente una
Estanislao
Zuleta Obras 339
particular intolerancia frente a la depresión;
pero la intoleran- cia frente a la depresión se extiende a una gran cantidad
de circunstancias de la vida,
principalmente aquellas en las cuales la negación a hacer un duelo, el rechazo a todo
sentimiento de culpa, resultan decisivas. Una de las más conocidas es la crisis de la pubertad, en la que hay un fuerte
rechazo a la depresión. El rechazo a la
culpa está muy vinculado al rechazo a
la depresión; por ejemplo, en lo que se suele
denominar la crisis de la pubertad, hay un momento que es muy característico, en el
que se produce con relación a los
padres, con los que hay un choque y una crisis, lo que se suele denominar ~-~mandas
·
. contradictorias, que también son típicas en los matrimonios y;engeneral;
en las relaciones humanas.
En las crisis de la pubertad se formulan frecuentemente
las demandas de
autonomt"a contradictorias, haga lo que haga el otro, hará mal, porque si cuando le dice .. ¿quiero
ir a un paseo de
tres días, puedo?", le responde "sí, claro, vaya", entonces piensa "ah, pues claro, ya no les
importo", y si la respuesta es "no, no
vaya", piensa ..ah, pero me siguen tratando como un bebé". El
problema de las demandas contradictorias es ese, que se
hacen dos demandas al tiempo y
cualquiera de las dos frustr~(ala obra. Como el marido que le pide a la mujer que reemplace a la mamá y que, además, sea una
amante apasio- nada, entonces cualquiera de las dos cosas que ella haga
frustra a la otra. Nuestra vida está
llena de demandas contradictorias y no es precisamente la parte más cómoda de
vivir. En ese momento de la crisis de la pubertad como crisis de
generación que se puede prolongar mucho
en determinadas circunstancias sociales
e históricas, se suele producir un rechazo muy fuerte a las posiciones de la culpa y la depresión.
Este rechazo se expresa frecuentemente en dos
formas. Por una
parte, se puede hacer en forma de proyección,
es decir, cualquier
esbozo inconsciente de sentimiento de culpa procl~ de, por el mecanismo de
la proyección, a buscar un culpahk, como
la hostilidad busca un perseguidor; o procede, por olra parte, por lo que Freud denominaba formaciones rcad iv as
340 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
La formación
reactiva es un fenómeno psíquico muy
conocido en el psicoanálisis;
es uno de los mecanismos de defensa
y consiste en que, en lugar de prod].lcir la simple negación
de algo, como hace la represión, el olvido, produce lo
contrario. El más conocido es el caso de la repugnancia en la histeria, sobre todo en cierta histeria femenina
de la· pubertad, que era muy típica en la época de Freud. Es una gran repugnancia por todo
lo que sea sexual, directa, indirecta, alusiva o simbó- licamente; la carne, por ejemplo, produce vómito. Pero se hace
el análisis e inmediatamente,
casi sobre la marcha, surgen los deseos
sexuales, los cuales no sólo están
reprimidos, sino que se ha producido
una formación reactiva; allí donde deberían
aparecer los deseos sexuales, en los momentos precisos y sobre los personajes en los cuales deberían
aparecer, surgen en su lugar las repugnancias.
Con respecto a la depresión, uno de los mecanismos más frea.ieñtes
.. hoy.
es la proaüccibri --de .uña-foririidóíCreacfiva
que es el entusiasmo; allí ·donde p-óoriáfño~-mfi'tiT~J~~_p~s1'6"n, declaramos el eritusiasmq~, Es-·
un· fenómeno que puede8er colectivo, pQTqlJ~ la depresión
hoy 1ifmde..a seú~óléctw~r:--·--
Sin duelo no se puede hacer ninguna obm; eso lo vio
Freud desde 1915. Ninguna obra, ni siquiera el "ANTI-EDIPO", aunque sea para predicar
que no se necesita duelo alguno,
que es un invento del psicoanálisis, que el psicoanálisis es el capitalismo, que la culpa es un invento de un padre paranoico y perseguidor, que no hay nada más bello que la !t)4iferencia-
. ción e~uizoide. Ese es
el mensaje del libro -no la arg
ume·n:. -taclÓ~.:..:_;. el mensaje es interesantísimo,
es de nuestra época, corresponde de la manera más íntima al mundo
en que esta- mos viviendo y es la forma moderna de la negación.
La culpa es un fenómeno complejo,
tiene elementos de trans- gresión de normas en
que uno cree, es decir, que
comprometen nuestros ideales; el Ideal
del Yo está comprometido en las nonnas transgredidas que generan
culpa, además compromete otras cosas, la agresión a objetos que amamos, con los que
Estanic;lao Zuleta Obras 341
estamos identificados, y que se vuelve sobre nosotros,
etc. La cul
pa genera
inmediatamente un proceso que las religiones
han captado bien, casi todas porque el budismo es un poco diferente;es decir, el sentimiento de culpa
está siempre conti- nuado con una secuencia
que es expiación, reparación, deman- da de reconciliación. Esa es una secuencia que las religiones han visto muy bien, lo mismo que las religio.l!~.Pnvagas,
para decirlo en términos de Freud; la neuroSis obsesiva, por ejem- plo, es una religión privada,
claro que Freud agrega entre paréntesis,
..sólo P-orq~~- _1~ re.Ji&ió.n_.e_s_y~!l.P.~ID'9~
.
.21!~
colectiva... ·· ·
· ·
En la neurosis obsesiva, que es una religión
privada se ve muy
bien la secuencia, sólo que aquí todo está reprimido. En la neurosis obsesiva la culpa desaparece de la conciencia; sin embargo
el sujeto se somete a una serie de rituales que
son, como se puede demostrar rápidamente
en el análisis, de expia- ción, de reparación y de demanda de reconciliación; y la angustia terrible se genera cuando deja de hacer
cualquiera de
esos rituales. A primera vista parecen absurdos, no tienen nada que ver con nada; es necesario poner los pantalones deblijo de la almohada o no puede donnir, es necesario mirar
cuatro veces en el closet antes de
apagar el foco, etc., etc. y se va llenando de rituales hasta que le copan la vida y se agrava la cosa; el mismo sujeto no sabe porqué está cumpliendo esas leyes, se llena
de liturgias para ir al bañ.o, para
afeitarse, para todo se llena de
órdenes que tiene que seguir de la
manera más estricta; se ve, pues, como si estuviera en una
liturgia complica- dísima, de esas que no se
sabe de dónde vienen, pero que es pecado
no hacerlo. Hay un estudio de Freud
sobre esto, llamado "ACTOS
OBSESIVOS Y CEREMONIA REUGIOSA".
La fonna de
negar la culpa ha sido muy tradicional; es una culpa que está referida a problemas
originarios de Edipo, de deseos
y hostilidades vinculados al Edipo,
reprimida, que sale sólo en el síntoma, es decir, que es necesario hacer todo el trabajo de interpretación para
volver consciente todo el problema.
342 Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
En la
forma de la depresión hay dos grandes tendencias. Ha
y una tendencia que es la más
frecuente hoy, que se llam~ depresión simple o neurótica, en la cual
la culpa cas·l siempre queda inconscieñte~. como-en la neuro
sis obsesiva'
y lo que se hace consciente es sólo la depresión, ~1 ~entimientq_fle _q!!~ no tiene valor ninguno la vida. Hay
otra forma que solemos llamar
iiiehmé:óliaoaep-resióñ
psicótica. La depresión hoy en día es tiiñ""importarlte porciue es la encrucijada entre la psicosis y la neurosis y abre el paso de la una a la otra. En
la
forma psicódca la
culpa se hace consciente, pero, además,
delirante~ el individuo
se considera culpable de los crímenes más atroces
y se autodesprecia en la forma más
terrible; frecuentemente conduce al suicidio, tan pronto brota una forma
melancólica, el suicidio está al borde; ésta
es menos frecuente hoy y es mucho más privada, depende de un drama inicial
mucho más agudo. Lo que es muy frecuente
es la forma de la depre- sión simple denominada así por los psiquiatras y psicólogos, o forma de la
depresión neurótica, para los psicoanalistas; pero es lo mismo como sintomatología, puede
que la interpre- tación varíe, pero el cuadro es el mismo.
Es interesante interrogarse, porqué en nuestra época la
depre- sión ha llegado a ser el gran problema, y qué tiene que ver con la
estructura de la vida; ese es un problema
supremamente complicado de sociología
moderna.
La grandeza de "EL ANTI-EDIPO'', su interés, su importancia, es que desarrolla
una
lucha encarnizada contra la depresión,
aunque curiosamente es una lucha encaminada a negarla, a considerar que
la depresión es traída por algún
culpable que es una imagen paterna,
principalmente Freud, también Lacan y, más en general, el padre paranoico,
como dicen. La idea curio- sa en este
libro es que el psicoanálisis "edipiza" a la gente, no la vida que ha llevado en la infancia con sus
padres, sino el psicoanálisis.
La
discusión sobre el complejo de Edipo se hace
más agu
da -como puede verse al principio del cap. N de "EL ANTI-
Estanislao Zuleta Obras 343
EDIPO"- aU!J_dicar que el que inventa complejo es un padre paranoico y que el gran error de
Freud es haber creído que el
. complejo
de Edipo es algo que parte del hijo,
que tiene el" hijo, cuando en realidad es algo que inventa un padre para· noico. Es una discusión curiosísima porque
evidentemente existen padres
paranoicos que a su turno tuvieron complejo de Edipo y, desde luego,
también hay padres no paranoicos
con los cuales también
se tiene complejo de Edipo. Es intere· sante ver esta secuencia en el mencionado capítulo,
nos
encontramos con el
siguiente texto:
"¿Cómo
empieza un delirio?
Es posible que el cine pueda captar el movimiento
de la
locura, precisamente porque no es analítico ni regresivo; explora un
campo global de coexis·
tencia".
"Un film
de Nicolai Ray, que se considera que representa un delirio
a la cortisona, un padre con
pluri*Cmpleo, profesor de colegio, que hace horas extras en una estación
de radio
de
taxis, tratado por desórdenes cardi'acos, empieza a delirar
sobre el sistema de la educación en general, la necesidad de restaurar una raza pura, la salvación
del orden moral, luego pasa
a la religión, la conveniencia de un retorno a la Biblia, a Abraham. ¿Pero qué ha hecho Al>rahagt_?
Precisamente quiso matar a su hijo y tal vez la única
equivocación de Dios fue la de detener
su brazo, ¿pero él, el protagonista
de la película, no
tiene también un hijo?".
"¡Vaya,
vaya!, lo que
la película muestra tan claramente, para vergüenza
de los psiquiatras, es que todo delirio es primero pedagógico, catexis de un campo social, económico, pohlico, cultural, racista, peda~ógico, religioso; el delirante aplica a su familia, a su hijo, un delirio que le desborda por todos lados y sólo en última instancia y a
posteriori, se vuelve familiar".
Este es un
ejemplo clásico de la clínica de Deleuze y
Guattari.
Dejemos de lado el hecho de que se trate de una película y
344
Tomo 1 Ei pensamiento
psicoanalítico
supongamos que se
trate de un caso; es muy
probable que un caso de delirio paranoico pueda comenzar por un problema en la oficina o en la religión, cte.
Esto demuestra que este sefior puede tener o no un
problema con el padre, porque no comienza
por ser consciente del problema
que tuvo en la infancia, pero no podemos decir que el delirio
paranoico es educativo y luego él Jo aplica a su
hijo, porque al fin y al cabo no todos los educadores están delirando, es
decir, uno puede hacer una crítica específica de la estructura
de la educación y mostrar que
contiene formas de dominación de tipo para- noidc, como tendencia; pero, si estamos hablando de un sefior
delirante, eso es una estructura.
No puede decirse que porque tiene un problema educativo y otro religioso, se volvió, por aplicación a su familia, paranoico.
Pero, ¿qué interés tienen los
autores en esta discusión tan rara? Uno puede
discutirles en términos puramente de interpreta-
ción que un delirante no comienza por la conciencia del delirio, que el delirio probablemente se produjo en
una rela- ción, digamos, como la que tenía
Schreber con el papá, y no en una nueva visión de la
religión. Pero, ¿por dónde
comienza la cosa a ser consciente'!, ¿por
dónde está el orden de causali-
dad?, ¿a qué viene todo esto?
Todo esto viene a punto, a que hay que poner
un culpable. E
ste señor sacado de la pe) ícula está siendo
escogido como
el padre culpable, éste es el pedagogo racista, que se
acordó que tenía, como Abraham, un hijo que quiere matar. Sólo porque hay padres culpables, hay complejos de Edipo:
sólo hay hijos que son víctimas y
padres que son culpables; entre éstos están Freud y muchos otros. A esto llegan los
autores. Este es el otro mensaje, mensaje que .;ayó muy
bien a la juven- tud de Francia del 68~ mejor djcho, no fue que cayó sino que salió de allí,
de todo aquel carnaval que pensaba
cambiar el capitalismo y estaba era ~n contra del papá, no quería
ser como el papá, con razón ;pero al fin y al cabo es de todo aquel
carnaval de donde surge un combate que es
muy interesante de analizar.
Estanislao
Zulcta Obras 345
..EL ANTI-EDIPO" probablemente no nos dé grandes aportes teóricos, pero como tema,
como problema de la posición de una
generación, de la posición ante la teoría, ante
la cultura, ante la política,
ante la culpa y ante la depresión en última
instancia, es un documento extraordinario. Hay un comentario freudiano a este libro, escrito por J. ChasSC!,'Uet-Smitgcl,
llama- do ••toS CAMINOS DEL
ANTI-EDIPO".
DISCUSION
11
*
**
Vamos a continuar la discusión con la posición
de Dcleuze y Guattari.
En realidad, su posición oscila mucho. Uno podría pensar, si tomamos ••EL ANTI-EDIPO
.. , que tienen la idea de oponer al psicoanálisis algo que ellos mismos
dicen que es una oposición interna,
desde el psicoanálisis; a veces, no
siempre, en el sentido de que por lo menos afirman lo esencial, es decir, la generalidad de la sexualidad, la sexualidad infantil y el carácter general del descubrimiento del
inconsciente, a diferencia de Sartre que
niega el inconsciente.
Veamos
el texto donde quieren plantear un poco más positi- vamente sus
formulaciones:
"No decimos que Edipo y la castración no sean nada, se nos edipiza, se nos castra, y no es el psicoanálisis quien inventó estas operaciones a las que tan sólo presta
los recursos y proce- dimientos de nuevo
cuño, pero basta esto para hacer callar este
clamor de la producción
deseante; todos son csquizos, todos
somos perversos, todos somos libidos demasiado viscosas y demasiado fluidas y no por propio gusto, sino porque allí nos han llevado los flujos
desterritorializados".
•• ¿Qué
neurótico un poco grave no está apoyado sobre la roca de la esquizofrenia.? Roca que
esta vez es móvil aerolito. ¿Quién no frecuenta
las territorialidades perversas más allá de los jardines de infancia de Edipo? ¿Quién no siente
los flujos
346
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
de su
deseo y la lava y el
agua? Y sobre todo,
de qué estarnos enfermos?, de la
esquizofrenia incluso como proceso? o
bien, ¿de la neurotización violenta a la que se nos entrega y para la que el psicoanálisis ha inventado
nuevos medios, Edipo y Castración? Estamos enfermos de la esquizofrenia como proceso o de la continuación del proceso hasta e1 infi- nito en el
vacío, horrible exasperación, la producción del esquizofrénico entidad o de la cónfusión del proceso con un fm, la producción del perverso artificio, o de la interrupción prematura del proceso, la producción del análisis
neurótico?
"Se nos enfrenta a la fuerza con Edipo y la castración, se nos
echa sobre ellos, sea para medirnos con esa cruz, sea para constatar que no somos mensurables por ella;
sin embargo, el mal de cualquier modo está
hecho, la cura eligió el camino de la edipización, todo alfombrado de residuos,
contra la esquizofrenización que
debe curarnos de la culpa'' (El Anti- Edipo, pág. 73).
Me parece que éste es uno de los textos que
condensan de manera
más clara su posición~ se puede
reforzar con algunos otros en el mismo sentido.
El libro tiene entre otras particu- laridades la de que se repite muchísimo; sobre cualquier tema uno puede
sacar treinta citas que dicen lo mismo, aproxima- damente.
Esto que acabamos de leer es probablemente uno de los
puntos
fundamentales que nos puede orientar sobre el
pensa- miento de estos autores. Hay un gran diagnóstico que parece válido para la sociedad en conjunto: la
neurotización es forzada por la ley, se nos somete a la ley, se nos somete a la edipización y por eso resultamos neuróticos. En el fondo todos somos esquizos, si nos dejaran ser esquizos, ese sería el ideal.
En general, el texto ~onSidera la esquizofrenia como un ideal; dice que la
esquizofrenia como entidad clínica, metida en
un
sanatorio, ya es un producto de haberlo tratado de edipizar,
Estanislao
Zuleta Obras 347
de no haberlo dejado ser espontáneamente esquizofténico; y no es esa esquizofrenia la que tienen como modelo, sino
otra para la que desde luego no hay clínica; toman de algunos
textos de poesía o de mística, algunos poemas y algunos textos de Antonin Artaud y algunos textos de Bataille son los que sirven de modelo para lo que más
o menos quiere decir esquizo.
Como problema teórico hay aquí una confusión bastante curiosa, se
confunde esquizo (cuando no se dice, como a veces también se hace, esquizofrenia) con
lo que Freud llama- ba el proceso
primario. Siempre que los autores nos describen el ideal de la
esquizofrenia, que eso fluye, eso es móvil,
eso desea, es prepersonal, tiene todo lo que
Freud llamaba la movilidad de las cargas,
aquí lo llaman la máquina deseante y nos advierten unas cuarenta o cincuenta
veces que máquina no es una metáfora;
pero desde luego la siguen
empleando siempre como metáfora, porque no pueden emplearla de otra manera.
Todas las descripciones de lo que llaman la máquina desean te, que es el mismo ideal esquizo, lo mismo que llaman el deseo como producción o la producción
deseante, todo esto es precisamente lo que Freud llamaba el proceso primario; Freud lo describe como
movilidad de la catexis,
es decir, de los inves- timientos deseantes
de unos objetos hacia otros, del
Yo hacia el mundo, del mundo hacia el Yo, movilidad que sigue
proce- sos no lógicos; es decir, no está sometida a la lógica del pro- ceso
secundario, que es la lógica de. la contradicción y la disyuntiva: o esto o lo otro. En el proceso primario no
hay disyuntiva, puede haber una condensación, por ejemplo en un suefio se puede estar en un sitio que tenga rasgos de dos lugares diferentes. En ..LA
INTERPRETACION DE WS SUEROS", Freud muestra que la disyuntiva, la negación y la duda, no
operan en el proceso primario.
Cuando aquí
nos hablan de diferencias no disyuntívicas,
están prácticamente tomando lo que Freud
llama la lógica del
348 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
proceso primario. Cualquiera puede ir a ..LA METAPSICO- LOGIA",
o verlo en ..LA INTERPRETACION DE LOS SUE:ÑOS";
lo que pasa es que lo que en Freud es un aspecto, la operación del proceso
primario, en "EL ANTI-EDIPO"
está tomado como un estadio idear, al cual
se le denomina, además, esquizo.
En realidad hay algunas formas·
esquizoides, no tanto de esquizofrenias como entidades clínicas, como ellos
mismos dicen, sino de formas esquizoidcs
en las cuales las leyes del proceso
primario se hacen valer en forma relativamente cons- ciente,
preconsciente; eso también es verdad sin necesidad de que se trate
de un delirio, es infrecuente, pero es
posible.
Aquí tenemos una serie de premisas que realmente
son el veidadero
fondo del problema. Ellos saben ··--así comienza
la cita anterior- que el psicoanálisis no inventó
el Edipo ni la
castración, sino que simplemente los encuentra en
los análisis, pero en algunas partes de la obra parece como si el
psicoa- nálisis fuera el que forzara las cosas. En realidad estos no son
autores ingenuos. Ellos saben
eso, pero el problema es que ellos tienen una premisa, que es la
del momento en que escri- ben, mayo del 68. Ellos
recogen un conjunto de textos liberta-
rios anteriores; textos de Cooper y Laing, que
son preanalíti- cos y que apenas mencionan con simpatía porque saben que
son muy difíciles de defender; también algunos textos del feminismo. En una palabra, la parte final de la
cita mencionada permite ver con mucha
claridad que se parte de una premisa
\ fundamental: el mal viene de la ley, de c_ual_quier J.~y; s!Jt_
~ 0 ~ey el hombre es bueno; eso es ~ou~e.~u .~..!!H2s}? ~~0.1.1.?~.?.·
Deleuze y Guattari parten de esta prt'misa: el hombre es bási- camente el inconsciente es decir, el proceso primario; el proceso primario
es bueno el mal viene de la represión~ la
represión viene de la autoridad, de la iey; de los que obligan a
organizar cbmo rdZón, como Yo, como norma, lo que es un proceso libre, creador y productor, que es el
inconsciente. Ese es el fondo de la doctrina difícil de sostener hoy.
Estanislao Zuleta Obras 349
Para poder sostener esta tesis, ponen a Freud a decir
lo que no ha dicho, que el inconsciente es el mal. Lo que sucede es
que
ellos van a sostener que la
razón es el mal, van a ser los adalides del irracionalismo de nuestro tiempo y para algo van a sostener que el inconsciente es el bien, que el inconsciente es el hombre
natural y que es la ley la que introduce el mal, la ley y la razón.
Dicen: "El inconsciente es negro. A menudo se reprocha a
Reich y a Marcuse su rousseaunianismo, su naturalismo, una determinada concepción demasiado idílica del inconscien-
te; pero,
;,si no atribuimos al
inconsciente horrores que no pueden ser más que los de la conciencia y de una creencia demasiado segura de sí mi-,ma? ¿Es
exagerado decir que en el inconsciente hay necesariamente menos crueldad y terror.
que en la conciencia de un heredero, de un militar, de un jefe de Estado?".
•'El
inconsciente posee sus horrores pero no son
antropomór- ficos, no es "EL SUEÑO DE LA RAZON" el que engrendra monstruos sino más bien la racionalidad
vigilante e insomne".
Aquí han entrado, pues,
a decir su palabra; no es ••El sueñ.o
de la razón" (cuadro de Goya), que
es un emblema del racio-
nalismo; cuando termina la razón, cuando se somete la razón, surgen monstruos. Ellos lo invierten: es la
razón insomne y vigilante la que produce monstruos. Es curiosos que Deleuze
firme un texto as{, ¿qué pasó con Kant que
era su gran amor, sobre el que
escribió un libro tan bello?, ¿qué pasó con Spino-
za, sobre el que escribió dos libros bellísimos? ¿vuelve otra vez
la militancia del irracionalismo?
Es el
irracionalismo lo que tiene de moderno y de atractivo ..EL ANTIEDIPO", hoy, cuando continuamente se está tratan- do de confundir el capitalismo con
la razón. al contrario de lo
que pensaba Marx:
que no
había nada más irracional que el capitalismo. Hoy cuando continuamente
se trata de confundir \a
razón con d banquero. la razón con
el militar, la razón con
350 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
el jefe,
se está inventando la revolución
irracional. La revolu- ción irracional es la de Cooper y Laing por ejemplo; a ella se llega
por el L.S.D. según Cooper, Laing prefiere el alcohol.
Ahora se predica
la parapsicplogía, la sensibilidad de las
plantas,
la cruz de cinco metales,
esa es la revolución; en cambio, el
capitalismo es
la razón. Esto hace parte de esa militancia, ésta es la parte más refinada, la cresta de la ola, pero hace parte de esa militancia moderna,
de ahí procede su modernismo y su atracción. El nuevo rousseaunianismo que
ellos mismos proclaman viene ahora a volver a producir la idea de un ser natural, naturalmente
bueno, al cu
al
le cae el mal siempre desde afuera, desde la ley, no se sabe por lo
demás cómo. Este es un pensamiento
viejo, y a que no so lamen te tene- mos que pensar en Rousseau,
sino también en cualquier u topis- ta
cristiano o gnóstico; ahora la gnosis está otra vez de moda,
también detrás del rousseaunianismo y detrás del irracionalis-
mo, como revolución. Entre los primitivos gnósticos, Epifanía, que vivió en el siglo 111 y murió a los 17 afias,
dejó un tratado en el que dice que el mal vino al mundo con
la primera ley, con la primera separación,
con la
pretenciosa separación de la
naturaleza y el hombre. Lo mismo
que en el "EL ANTI- EDIPO" también está denunciado.
Allí vino el mal de una vez, como viene siempre en los génesis,
la propiedad, la ley, la separación, las
normas. Un retomo al hombre natural,
sin leyes, sin normas, esa es la formulación del amor, la positi- vidad
absoluta, allí donde hay ley es porque no hay
amor. Eso lo tienen claro los
cristianos, los gnósticos y todos los
utopistas de toda la historia,
de Grecia y, después de Grecia, los padres de la Iglesia, los utopistas del
capitalismo, hasta los de hoy; ésta es una cosa que no tiene nada de nuevo, lo único
nuevo es formularlo contra el psicoanálisis.
Esa
ola tiene este principio: la norma viene a violar a un ser ./ natural.
Desde luego, Deleuze y Guattari no son lo suficién- -¡-;n;·ente ingenuos, como podían ser los
anteriores, para creer en una conciencia virgen, primitiva in
tocada, a la cual una violencia
externa viene a marcar con normas y con leyes.
Estanislao
Zuleta Obras 351
~--~ª~·~n .9u~. el_ o.~ge~ .d.~ la,c,<;>pc!~n~i,,a e~_l~.v.iole~.ci~!.e!l:t.~e -.. -?btr~'l. .. S:.2.!i'!$.
nnrq~_t: .ha~ 1~ íd(), ~ Der~~_a y han leído a
Lacan; saben que el origen mismo de ra· violencia es el hombre, el intercambio, la situacion; que no hay conciencia sin violencia y que no hay ninguna virginidad originaria de
una cnnciencía luego manchada por una violencia
externa, pero entonces no lo ponen en la conciencia, sino en el
inconsciente, a lo que
llaman
el esquizo.
Ellos ya saben
que no sería del caso organizar
la idea de Rou- sscau acerca de un lenguaje de amor, hecho básicamente de
gestos y de vocales,
que luego fu~ dañado por un
lenguaje que no era del amor sino de la comunicación. Ellos no.
siguen esa historia porque saben
demasiada lingüística.
Sin embargo, no
sabemos a qué ley se refieren, porque siguen hablando
con la misma
generalidad de todos los que creen que
la ley es el mal. Se sabe que el proceso primario es antes de la
ley, que la ley organiza
la represión, cualquier ley, la simple ley de coherencia,
la unidad; porque el proceso primario
tiene ·-como ellos dicen con toda razón-
el principio de multipli- cidad, las pulsiones son múltiples,
cada cual sigue su propia línea y los
deseos que promueven, en la medida en que
se vinculen a representaciones, son múltiples,
cuando se trata de conseguir una unidad, de hacer cualquier
cosa, se necesita sintetizar y ese ya es un procedimiento represor. Dicho en otros términos, el Yo es
la sede de la represión, sin represión no hay tal Y o. sino esquizo y en eso tienen toda la razón. Para hacer
algo se necesita tener una cierta síntesis.
Si una
multiplicidad de tendencias no se sintetiza,
reprimiendo algunas, promoviendo
otras, si uno al mismo tiempo
quiere atacar y huir, no puede hacer nada; si uno quiere una cosa y otra y otra, en el orden del deseo sexual o en los otros órdenes, es necesario la operación de una síntesis
para poder hacer algo, para pasar a la moti!idad en términos de Freud.
Por eso decía Frcud que el camino real hacia
el inconsciente era el sueño, porque como durante el sueño nos apartamos
352 Tomo
1 El pensamiento psicoanalítico
de la moti1idad,
retiramos la atención del rrundo, entonces es posible que su¡ja en
nosotros mucho
más variabilidad que durante
la vida despierta en que tenemos que
vigilar más la unidad, ser rr.ás represores.
No hay que tenerle miedo
al concepto de represión,
porque no tiene nada que ver con la policía que reprime
las· huelgas. Cuando se quiere
jug-ar a que es lo misrro
que la policía que reprime
las huelgas, entonces lo que se
quiere es no ver que la ley está implícita en el lenguaje mismo.
El proceso primario no se SÍ!!UC por las
vías del lcnp:uaje articu- lado. el sueño tiene
su propio len!,.'llaje,
su propia gramática: allí por ejemplo no
hay un orden de sucesión
y un orden de causalidad.
sino que la sucesión es directamente causalidad: "t.'sto ocurrió después
de ésto", significa: ..esto ocurrió
a causa de ésto": allí no hay un orden
de disyuntívicas, allí no opera
la ley de contradicción. es decir, la
piedra angular dl· la lógica. Pero
allí tampoco
· y eso es lo que lo hace perte- neú'r al proceso primario-·
rigt' el sistema del discurso lingüís- tico: es decir. es un proceso productivo
e indecible, porque para
decirlo ya tien ...• que
dejar de ser inconsciente.
Ya l'l modo de
ser del lt'nguaje, del lenh'li<Üc
en el cual se des- cribe
"EL ANl'J..-EI>IPO" o de cualquier
otro lenguaje, es la aceptación
de la ley. <.k la represión. del sistema de la con-
tradicción y de la disyuntiva:
n!ejor dicho. el señor Ddcuzc escribl·
y lo hace muy bi~:n. pero sus .. máquinas descantes"
no escriben. de
tal manera que no es solamente
algún psicoana- lista ~1 que lo somete y con
un ldcal del Yo muy alto. porque se
necesita tener una ckrta distancia entre
lo que uno es y
lo que uno aspira
a ser, para esforzarse tanto y no
simplemente se trata dl• un ..despliegue
del flujo de las má<)uinas descantes".
El siguiente es un rasgo que probablemente
es una consecuen- cia nect·saria. a mi juicio desgraciada.
de lo que ellos están planteando.
pero en todo caso abiertamente
conft.•sa. Dcspués de
que nos hablan del inconsciente. en los ténninos en
que nos
Estanislao
Zuleta Obras 353
hablan, como
proceso primario, como productividad
(y es verdad que el inconsciente es productivo, no sólo de
síntomas, inhibiciones y angustias, sino de todo lo
demás), y debido a que el proceso de la represión está simplemente combatido más bien que estudiado, concluyen:
"El inconsciente no plantea ningún problema
de sentido, sino únicamente problema de uso; la cuestión desde el deseo no es qué quiere decir, sino cómo marcha, cómo funcionan las má- quinas deseantes, las tuyas, las
mías, qué fallas forman parte de su
uso, cómo pasan de un cuerpo a otro, cómo se engan- chan
sobre el cuerpo sin órganos, cómo confrontan
su régimen con las máquinas sociales, si un dócil
mecanismo se engrasa o, al
contrario, se prepara una máquina infernal; qué conexio- nes y qué disyunciones,
qué conjunciones, cuál es el uso de la
síntesis. El inconsciente no representa nada, pero produce, no quiere decir
nada, pero funciona".
"El deseo efectúa su entrada, no se ha sabido
plantear el problema
del lenguaje, más que en la medida en que los lingüistas y los lógicos han
evacuado el sentido y la más alta potencia
del lengu~je ha sido descubierta cuando
la obra
ha
sido considerada como una máquina que produce ciertos efectos, sometida a cierto uso" .
..
Mako Louri dice de su obra, que es todo lo
que usted quiera desde el momento en
que funciona. Y funciona estén
seguros, pues la he experimentado,.
("El Anti-Edipo").
Más adelante dicen que el que introduce el
problema del senti- do es
el rr..ecanismo de la edipj;lación, de la
represión y de la ley; que en psiFoanálisis el problema nunca es de sentido, no es de qué quiere decir. Eso es interesante, porque ahí comenzó
el piscoanálisis; lo primero
con que se encontró Freud fue con que
se negaba que los síntomas histéricos
tuvieran sentido, se negaba que los sueños tuvieran
sentido. Desde este momen- to Freud
descubrió los mecanismos de elaboración de los
suef!os: la condensación, el desplazamiento, la figurabilidad.
354 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Todas las formas de la movilidad,
de la plasticidad onírica fueron
descritas en detalle, pero sobre una idea: había que buscar el sentido de los suefios,
porque no se trataba sola- mente de la descripción
de las operaciones del contenido
manifiesto, se trataba de buscar
un contenido latente. La base de toda la
operación analítica era el rescate de un
sentido perdido por la represión, por el
temor a conocerlo; había que rescatarlo.
Ahora
Deleuze ..descubre" que no hay problema de
sentido.
Es curioso
que Deleuze afirme esto, en primer lugar p()rque su texto tiene una fuente
fundamental, que es la ..
HISTORIA DE
LA LOCURA", de M. Foucault. ..EL ANTI-EDIPO ..
procede directamente de allí; es más, las mayores invectivas contra el psicoanálisis están en la ultima
parte del libro de
Foucault y en ..EL ANTI-EDIPO .. simplemente son reto- madas.
Foucault es el maestro de Deleuze y Guattari,
eso por todas partes lo dejan notar y
a veces lo citan, pero en este
momento no pueden traerlo a
cuento, porque según Foucault, el arte
fundamental moderno es la
interpretación (o sea, Freud, Nietzsche, Marx) y la i_J}._te.rpretación es _!a --~~!Cl!!t:~. d&.Jtn_ sentido
que está
_distorsionado p~r_ un -~~~~~-~~-_P.oq~r ~~~I idea1
democrático
en Nietzsche, el fetichismo en Marx y
la represión en Freud. Esto no lo· pueden -citar,.porqiíepara ellos
ya no hay problema del sentido ni, por lo tanto,
de la interpretación ¿Interpretación de qué? No hay
más que cálculo de los efectos.
Eso conduce a una forma de analizar; nos hacen
incluso la promesa de cómo va a ser, claro está que no plantearán el problema de qué quiere decir nada,
porque eso ya está eva- cuado;
entonces, ¿qué se hará?, nos
preguntamos y ellos en primer lugar nos
advierten: ••se abandonará aquella hipócrita actitud neutral del analista'•. Aquí si es a
pelear: ..f uera de aquf porque le pongo choques eléctricos
si me viene con el Edipo y con papá y mamá", así lo
dicen; aquí es el análisis
Estanislao Zuleta Obras 355
militante,
porque vamos
a buscar la esquizofrenización, salir del
asunto del Edipo y de la territorializacíón. ••El esquizo- análisis es
a la vez un análisis
trascendental y materialista"; trascendental en el sentido kantiano, de buscar las condicio- nes en las cuales opera el inconsciente, y Deleuze es kantiano. Veamos.
"El esquizo-análisis es
a la vez trascendental y materialista, es crítico en el sentido que
lleva la crítica a Edipo o lleva a Edipo al punto
de su propia autocrítica; se propone explorar un inconsciente trascendental en lugar de
metafísico, material en lugar de
ideológico, esquizofrénico en lugar
de edípico,
no
figurativo en lugar de imaginario, real en lugar de simbólico, maquínico en lugar de
estructual ... ".
Si no hay
ese principio de interpretar, ¿qué principio queda?: promover, esa es la conclusión
a que llegan. Freud había dicho que
el analista no debería promover tal o
cual cosa, sino inter- pretar, eso es lo que quería decir neutral; es decir, que
la ideo- logía del analista no debería entrar
en el asunto. Si un analista,
por ejemplo, es ateo, corno suele ocurrir, y un individuo viene con el
cuento de que va a entrar al seminario, el analista no tiene
más qué hacer sino averiguar qué significa eso en él.
pue- de ser un proceso salvador, el individuo ouede estar fiiado a una imagen
materna en una dependencia y con esa entrada al seminario se está liberando de una dependencia
materna inme- diata. Si pensamos en un analista que hace parte de un gruoo
revolucionario y el analizado le dice que
va a entrar a ese grupo, de nada le sirve su ideología: tiene que saber qué
signifi-
ca esto para el analizado, porque puede
ser para éste
algo auto- destructivo o un intento de suicidio.
Ahora, como ya no
se va a buscar el sentido, porque ese
no es el caso, se va es a promover. La crítica
al sentido está articula- da con una teoría
del deseo aiena al pensamiento
psicoanalíti- co, y es natural
porque la teoría psicoanalítica del sentido y, por tanto,
de la interpretación, está esencialmente
vinculada a su concepción del deseo, de manera que
si vamos a deiar aboli-
356 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
do el
sentido v ya no hay problema de qué
quiere decir esto, entonces
vamos a tener que cambiar también la teoría del
de- seo. El cambio aquí es este: la teor~a del
deseo de Freud está articulada con una teoría de la
identidad (Deleuze dice: de la carencia de
identidad) v con toda la teoría
de la ley.
El deseo
y la ley, el deseo y la prohibición, están siempre reu- nidos en alguna forma. Freud explicaba -cosa que le
molesta mucho a Deleuze- que en realidadJl.<2.E..i!~d~_ll-ªb.~r-.~!!~
prohi- bición sino de aquello Que resulte ser
deseable: que si en todas partes está. prohibido 'ef Íncesto; és' "iioroue
el incesto
e e: llTI deseo, ya Que a nadie le
está prohibido comer arena, oor ejem- plo. Según "EL ANTI-EDIPO", los
tres errores sobre el deseo
_se llaman:
la carencia, la ley y el significante. Aquí se
va pro- ducir una doctrina puramente
positivista del deseo, abierta- mente naturalista, como ellos mismos la Uarr~an, es decir, que el deseo
no tiene nada que ver ni con una carencia,
ni con una prohibición, ni con
ninguna arti<:ulación en un orden
legal, es algo natural, se dá en el inconsciente, sin ruptura, va que ésta
es impuesta y es una mala cosa.
La historia
del deseo tal como ha sido pensada en occidente
desde hace mucho tiempo, está articulada con una carencia: el deseo
es deseo
de ser y,
por lo tanto, sólo tiene deseo un ser que tiene alguna falla de
ser. Es algo que penetra permanen-
temente el oensarr iento de occidente; así termina, por eiernplo, • EL BANQUETE" de Platón: el discurso de
Sócrates es la descripción del deseo
corno deseo de ser, por una falta
de ser; en toda doctrina del deseo se encuentra eso.
Lo específico en
\ Freud es que la falla de ser no es una falla
objetiva, que falte algo concreto, sino QUe es una falla
de identidad Y que los óbietos perdidos
son obietos perdidos, causas del deseo, preci- samente porque son referentes de
identidad v los obietos
·
deseables, aquellos de los que uno se enamora locamente,
son promesas de una nueva identidad.
"EL ANTI-EDIPO" es una ruptura
rr.uy fuerte con Freud, porque ¿qué queda de un
inconsciente que no está separado,
Estanislao
Zuleta Obras 357
al cual
no es necesario, por tanto, encontrar
un acceso por la
interpretación, por la liberación de una represión, va que toda separación fue artificial
e impuesta por un papá paranói- co
que se ve por todas
partes?. ¿qué inconsciente es aquel que
no se necesita interpretar, al que no es necesario acceder por medio
de una búsqueda?, ¿y qué deseo es aquel que no tiene
que suoerar nada, que no busca
nada perdido, es decir, que no es
más que '"producción de sustancias",
'"intercambio de sus-
tancias", '"conexión de máquinas",
la máquina boca con la máquina seno, la sustancia semen con la
sustancia tal, etc., etc.?.
Descrito así el orden del deseo, es
independiente de las normas y
de la
carencia, pero ya es muy dudoso que
ese deseo sea deseable.
Los análisis de Freud conducen a una
posición muy compleja del deseo,
porque si el deseo no es deseo de ser, de recuperar, de reconstruir, de encontrar una identidad
siempre fallida, deseo de muerte también, porque el motor de la
vida precisamente es el sostenimiento de
esa carencia y
de esa ten- sión entre una identidad y un ideal, entre un Y o actual y un Yo ideal, entre un Y o actual y un Ideal
del Y o, entre lo que uno encuentra
ser como falla, con relación a un ser anhelado, por ejemplo,
al ser de otro, testigo privilegiado,
y al cual uno quisiera parecerse. Es
decir, todo el motor del deseo, es la
dife- rencia entre un ser y una carencia de ser; sin carencias viene
la circulación de las sustancias.
Hay puntos, a mi juicio, bastante desacertados.
Por ejem
plo, me
parece suoremamente desacertado el tratamiento que
se hace
de Nietzsche, del cual se usa y se abusa
en todo el texto. Es muv
interesante pensar que Nietzsche no es
ningún desco- nocido para Deleuze, quien ha escrito dos libros sobre el filó- sofo: "NIETZSCHE Y
LA FILOSOFIA" y '"NIETZSCHE".
En ambos ha demostrado un
conocimiento detallad ísimo del
pensamiento de Nietzsche y una tendencia a no ver un aspecto del
pensamiento del mismo. Uno puede leer cuantas veces quiera el prime.ro de los libros mencionados y siempre se encuentra con
que Nietzsche es el crítico del ideal ascético, el
358 Tomo 1 El
pensamiento psicoanalítico
promotor del
eterno retomo, de la voluntad de dominio como interpretación productora y no come dominación fascista, y en ~so Deleuze tiene toda
la razón. Pero Deleuze omite
el he- cho de que hay en Nietzsche toda
una variante de su pensa- miento inscrita en toda su obra: la
necesidad de las normas. En "MAS ALLA DEL BIEN Y DEL MAL"
se muestra con todo detalle
que si el espíritu
no está sometido a las reglas, no encuentra
ninguna productividad· y que precisamente ha sido más productivo
cuanto más
rígidamente ha estado sometido
a las reglas; muestra el caso de los poetas
y cita concretamente el espíritu
de Moliere, que sometido a la métrica, a la rima y a todas las reglas de juego es muchísimo más libre que el espíritu de un tartamudo
que habla sin regla alguna. Al que tenga
algu- na duda sobre este punto, lo invito
a que lea en ..El. CASO DE LOS
!DOLOS", un capítulo que lleva como
título '•La liber- tad que yo no amo ... La libertad que Nietzsche no ama es la que se proclama sin normas, contra las
normas. Ese,porsupues- to, era un aspecto de Nietzsche que. tenía que ser olvidado por Deleuze.
En "EL ANTI-EDIPO" se hace un
gran elogio de la
movilidad esquizoide; desde luego tiene toda la razón en cuanto a la mo-
vilidad. Cuando falta todo peso de una identidad,
la movilidad de las identificaciones explota y es
total, pero el ejemplo que dan es muy desgraciado:
'-¡'ampoco podemos separar a Z arathustra de
la gran política y de la animación
de la raza que obliga a Nietzsche a
decir: yo
no soy alemán, soy
polaco. Aún ahí, las individuaciones no se forman más que en complejos de fuerzas que determinan a las personas como otros tantos estados
intensivos, encamados en un criminal, no cesando de atravesar un umbral al destruir la unidad ficticia de una familia y de un yo: yo soy Prado, soy el padre de Prado, me atrevo a decir que soy Lezeps, yo quisiera dar a mis parisinos, a los que quiero bien, una noción, la de un criminal
honesto; yo soy Cambrigde, otro criminal honrado, una cosa degradante y que molesta a mi modestia, es que yo soy
todos los hombres de la historia"
(Nietzsche).
Estanislao
Zuleta Obras 359
El texto es lo último que escribió
Nietzsche, es un texto deli- rante;
elogiar esto es poco honesto. Este es el momento
en que Nietzsche
deja de pensar; él es todos los hombres de la
historia, pero ya no es Nietzsche.
DISCUSION
-111-
*
* *
En ..EL ANTI-EDIPO" se
deja de lado todo problema de sen- tido,
todo problema
de interpretación. Cuando se deja de lado
todo problema de interpretación y se quiere
proponer de todas maneras alguna cosa, es necesario cambiarlo por un problema de intervención, en el sentido de un buen
funcionamiento, de una correccion.
Dando algunas muestras de lo que será el
tratamiento, los auto-- res nos declaran
directamente que, en efecto, no será
ni mucho menos, un tratamiento en términos
de neutralidad benevolen- te, sino de intervención directa. Dicen en la pág. 118:
"Sustituir la pseudo-neutralidad
benevolente del
analista edi- piano, que sólo
quiere y escucha al padre
y a
la madre, por una actividad malévola, abiertamente malévola: "ME HACES CA·
GAR CON EDIPO, SI CONTINUAS
DETENEMOS EL ANA- LISIS", o bien, cesa de decir ¡papá, mamá!; por supuesto, Hamlet vive en
ti como Werther vive en tí y también Edipo y todo lo que tú quieras, pero tú haces crecer brazos y piernas uterinos, labios uterinos, un bigote uterino,
al revivir los muer- tos reminiscentes,
tu Y o se convierte en una especie de teore- ma general que
demuestra constantemente la vanidad de la vida". ("El Anti-Edipo").
Así, pues, proponen el proceso esquizofrénico,
aun cuando el Edipo, que hasta ahora
parecía ser una imposición de los ana- listas, venga del paciente, como
bien lo saben los autores. Es posible que la
edipización analítica se haya dado, que analis-
360 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
tas muy torpes reciban un material y lo
acomoden en el Edipo rompiendo todas las
reglas del análisis.
La regla más importante que da Freud a todos los analistas se puede resumir en la siguiente formulación: no aplicar nada
que se sepa
por fuera del caso, el análisis tiene que ser inventado de nuevo en cada caso, extraído del
material: nunca aplicarle al material nada que se haya conocido por fuera.
Esa es la regla de oro en lo que
respecta al análisis.
En "EL
ANTI--EDIPO'' lo que se propone es no interpretar sino,
de una
vez, impulsar, incluso con amenazas, con
una nega- tiva rotunda, al material
que se tiene. En este caso citan curio-
samente a Werther y Han1let porque son tan militantes Deleuze y Guattari que son en realidad militantes en
todo; militantes de un partido imaginario,
pero de un dogmatismo extraordina- rio. Por ejemplo, Goethe y Shakespeare son
enemigos de ellos y Freud es acusado,
entre muchas cosas, de lector de
dramas y novelas burguesas, por gustar mucho de los escritores mencio- nados. Ahora oírr.os esto y pensamos: ¡ni
Stalin!, pero como no es más que un
partido imaginario, más bien da risa que
miedo ese tipo de acusasiones.
E8a politización
a ultranza, aunque purarr.ente imaginaria, fue muy corriente en Francia en los cinco o seis
años posterio- res al 68.
Por ejemplo, una revista de literatura, ..TELLE QUELLE'', publicó
un artículo de un semiótico en favor de Mallarmé, un poeta francés; pero no podía hablar bien de Mallarmé sin volverse enemigo de Baudelaire y
acusarlo de ser partidario de la burguesía,
mientras ponía al primero de revo-
lucionario. En realidad, a ninguno de los dos se
les ocurrió nada por el estilo; la única relación entre
ellos, según Mallarmé, es la de considerarse un discípulo de Baudelaire y de aspirar a su altura.
P.ero aquí no se podía sino hablar en términos de militancia radical e imponerla
imaginariamente donde no se la
encontraba; de manera que no nos extrañemos
al encontrar que Hamlet y Werther es
algo que se debe expulsar del trata-
miento si acaso al paciente se le ocurre mentarlo.
Estanislao
Zuleta Obras 361
Es importante ver los términos en los cuales
ellos tratan de for- mular su csquizo-análisis por contraposición al psicoanálisis. Hay un capítulo de "EL ANTI-EDIPO" en el que
hablan de la vergüenza del psicoanálisis
en la historia, en la política y en la sociología.
Deleuze y Guattari no hacen ninguna crítica cuidadosa
de "El malestar en la cultura"
ni de la "Psicología de
las masas" ni de nada, como se puede
ver en las páginas 108-11 O de "EL ANTI-EDIPO", donde hacen esa "demostración de la vergüen- za del psicoanálisis".
Es interesante ver lo que oponen:
"Este es, pues, el objetivo del
esquizo-análisis, analizar la natu- raleza
específica de las catexis libidinales de
lo económico y lo político y con
ello mostrar que el deseo puede
verse determi- nado a desear su propia represión
en el sujeto que desea, de ahí el papel de la pulsión de muerte
en el ramal del deseo y de lo social. Todo ello ocurre, no en la ideología, sino mucho más
por debajo; una catexis inconsciente, de tipo fascista o
reaccio- nario, puede coexistir con una catexis consciente revoluciona· ria".
Esto lo presentan
como una novedad extraordinaria.
Ahora bien,
esto se puede leer en Freud directamente y en
términos más claros. Freud
explica en la ••psJCOLOGIA DE LAS MA·
SAS" que hay diferentes formas de la identidad y
diferentes formas de los
ideales del Yo. Explica, por ejemplo,
que el pro- letario romano, en la medida en que es proletario, se contra- pone en sus
intereses a los propietarios
romanos, porque es un proletariado expropiado de la propiedad territorial; pero,
en tanto
que se identifica como romano, se siente orgulloso de las
victorias de Roma sobre Cartago
y, por tanto, toma como ideales los
romanos que lo oprimen, está colaborando en su propia opresión. Freud trata con mucha
limpieza y con ejem- plos concretos el problema de las diferentes identificaciones y los diferentes ideales, que pueden hacer que
un movimiento con intereses
revolucionarios apoye motivos reaccionarios.
362 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
Esto lo hace tan detalladamente
que ha seiVido luego para estudiar el caso del nazismo.
Luego Deleuze y Guattari muestran que el
inconsciente tam- bién tiene mucho que ver con las razas y lo dicen as1:
"La
catexis revolucionaria inconsciente es tal
que el deseo aún en su propio modo recorta el jnterés de las clases dominadas, explotadas, y hace correr flujos
capaces a la vez de todas las segregaciones en sus aplicaciones edípicas;
capaces de alucinar la historia, delirar las razas, abrazar los
continentes".
Esto se ha dicho muchas
veces. Lo que
me interesa mostrar es que,
cambiando un
poco el tono
y dejando todo en la máxima
vaguedad, se trate de hacer aparecer como una contraposición al psicoanálisis
lo que éste ha hecho. En efecto, el psicoanálisis ha
estudiado fenómenos del racismo, especialmente en
el sur dt> Norteamérica; ha mostrado cómo los puritanos cuáqueros blancos, durante un período muy largo en que
llevaban una
vida sexual muy reprimida, proye
ctaban
todos sus deseos repri- midos en el negro y deliraban al negro,
al cual consideraban como un animal
sexual extraordinariamente potente, lleno de ganas de incendiar,
de violar
a todas las mujeres. Es decir, sus
cieseos reprimidos los proyectaban en el
negro al que luego salían a quemar. Eso ha sido estudiado en casos
y en piezas de teatro. En "EL ANTI-EDIPO" resulta
que se puede hasta alucinar las razas y
abrazar la historia. Pero eso ha sido
estudia- do por los psicoanalistas; nos quieren cambiar el lengu~e y descrestamos con las
novedades más viejas del psicoanálisis; ese
es el método general, pero hay momentos en que el asunto empeora,
cuando se hace demagogia teórica directa engaftando al lector.
Se
cita, por ejemplo,
a Derrida en un texto sobre la interpreta- . ción de los suefios; pero como la cita era limitada
y queda en
el contexto del ataque de
ellos a Freud, el lector que no está en antecedentes va a sacar la deducción de que Derrida
les está apoyando; en realidad Derrida dice que eso es Freud y lo dice
Estanislao
Zuleta Obras 363
en homenaje a Freud en un texto que se llama "FREUD Y LA ESCENA DE LA ESCRITURA". Hay, pues, ese tipo de proce- dimientos que ya son bastante sospechosos y hay que denun- ciarlos porque son abusos de
la ignorancia de un lector.
Esto ocurre varias veces con Derrida (pág.
109). Derrida acaba- ba de publicar algunos afios antes ( 1.967) dos obras
que son en efecto un acontecimiento teórico: .. LA GRAMATOLOGIA"
y ''LA ESCRITURA
Y LA DIFERENCIA",
dos de las obras
más importantes de nuestra época y que contienen uno de los
grandes homenajes filosóficos a Freud que se han hecho en este
siglo, cosa que desde luego Deleuze y Guattari no cuentan; para ellos todo lo que se haga para poner los textos a militar aquí por debajo de cuerda, como si Derrida fuera de su causa, es bienvenido. Esto se hace en varias cportunidades con uno u otro de
esos textos.
Hay algunos momentos•qile
pueden ser muy interesantes, en los
cuales Deleuze y Guattari describen ciertos aspectos del pensamiento psicoanalítico. Si dejamos un poco esta jerga tan curiosa, nos preguntamos porqué necesitan decir "máquinas deseantes" y, además, aseguramos
treinta veces que eso no es una metáfora; porqué necesitan decir
continuamente el "cuer- po sin órganos" y también aseguramos que no es una metáfo- ra,
que el deseante es el cuerpo sin órganos. Uno se pregunta: por qué será? Yo no encuentro otra respuesta que la de cierta voluntad muy francesa de originalidad, porque
si dijeran: un "aparato pulsional" -ellos dan como ejemplos de máquina!> deseantes
la boca, el ano, es decir, las sedes de las pulsiones de Freud-, estarían
diciendo lo mismo que Freud y se trata
es de hacer una cosa original. Si en
lugar de ·"máquinas" prefirieran
"estructuras", entonces les dirían e structuralistas y dejarían de ser originales; ellos quieren ser
"maquinistas" con tal de ser
originales y tener un pensamiento maquínico, como lo llaman ellos mismos. ¿Por qué necesitan que las máquinas
produzcan y corten flujos?, porque si no, sería el análisis del primer capí-
tulo de la "METAPSICOLOGIA", sobre las sedes, los fines y los objetos de las pulsiones y eso para ellos es necesario ocul-
364 Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
tarlo, aunque sea lo mismo que se sigue
trabajando en la medi- da en que se diga algo.
Hay una cierta voluntad de originalidad muy francesa; en
esa época y hasta
hace poco en Francia se dió mucho esa tenden- cia de cada pensador a
poner su propia tienda, a vender artícu-
los con su propia marca de fábrica y
a organizar su propia jerga más o menos
cerrada, cuanto máS completa tanto mejor; imi- tando así lo que hacían
los partidos políticos dogmáticos y
convirtiéndose en un partido político dogmático de ~n solo miembro, con ~jerga y sus propias maneras de definirlo
todo, que permitieran reconocer la marca
de fábrica.
Ahora bien, en
muchas partes nos encontramos con descubri- mientos
similares a los anteriores, a propósito de su trabajo sobre la sociedad, que denuncia la vergüenza del
psicoanálisis en su trabajo sobre la historia, la política y la sociedad y mues-
tran lo que ellos pueden hacer. Hay un punto que
me parece notable:
"La comunicación de un código o de una axiomática,
de una
combinatoria
que informa los flujos.; lo mismo ocurre en el campo de lo social, su codificación o su
axiomática definen primero una
comunicación de los
inconscientes".
"Este fenómeno de la comunicación que Freud encontró de forma
marginal en
sus observaciones sobre el ocultismo,
cons- tituyen
de hecho la norma y rechaza a un
segundo plano los problemas de transmisión hereditaria que agitaban la
polémi- ca entre Freud y Jung". ("El Anti-Edipo", pág. 286).
Aquí se detiene uno y dice: ¿el problema de la
comunicación de los inconscientes, que
Freud encontró de forma marginal es una
observación sobre el ocultismo? Qué
descaro!, están suponiendo que el
lector no conoce a Freud. Este
problema está en todas partes ¡;;O la obra de Freud, lo encuentran en "LA INTERPRE1ACION DE LOS SUEÑOS",
en 'el caso Dora'' (1.900), donde lo dice directamente:
Estanislao
Zuleta Obras 365
''Aquel que tiene oídos para escuchar y ojos para ver,
sabe que lo
s
mortales son incapaces de guardar un
secreto, aquel que los labios calla, baila en la punta
de los dedos y por todos los poros la traición se afana. Uno siempre sabe inconscientemente del inconsciente del otro".
Y
en la conclusión de ..Totem y T<abú"
dice:
''Ninguna generación está en capacidad de negarle a
la genera- ción
siguiente ningún hecho importante; el inconsciente
es la gran tradición, incluso no se necesita
la hipótesis de la herencia
psíquica, porque hay una transmisión inconsciente".
Sobre esto podría
citarles desde 1.900 hasta 1.939, es decir, toda la obra de Freud. Según Deleuze y Guattari, fue en una observación
marginal sobre el ocultismo donde encontró
la posibilidad de la comunkación ... ,
pero ellos, en cambio, la han encontrado en todas partes. Ellos lo han et'lcontrado así:
sucede que ••en el cámpo social común, la primera cosa que el hijo reprime o ha de reprimir o intenta
reprimir es el in- consciente del padre y de la madre.,; esto es citado de Freud y de Lacan, pero puesto como descubrimiento de ellos. Conti- núan: "El fracaso de esa represión es la
base de la neurosis", eso sí es
de ellos, pero en realidad es la
base de la psicosis.
Ahora bien, es muy
visible que estos autores, aunque tratan de hacer flecha de toda
madera para atacar al psicoanálisis, reco- gen en su ejército personas muy poco coordinadas~ por ejem- plo, Reich con Foucault, que no tienen nada que ver y hasta a Derrida lo tratan de acomodar de algún modo
ahí. Sin em- bargo, la influencia de Foucault es
abierta y es confesa; ade- más, el libro trató de militar en una posición que Foucault abrió desde la "HISTORIA DE LA WCURA", texto del cual se reclaman
directamente, que consideran ejemplar y que, además, han repetido por todas partes ante~ de
citarlo:
"El médico, en tanto que figura alienante, es la clave del psico- análisis, tal vez
porque no ha suprimido esta estructura última
366
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
y porque ha conducido a ella todas las
otras, el psicoanálisis no puede, no podrá oír
la voz de la sinrazón, no podrá desci- frar por lo mismo los signos de
lo ,insensato. El psicoanálisis puede romper algunas formas de la locura,
pero permanece ajeno al trab~jo soberand de la sinrazón"
(M. Foucault, "HIS- TORIA DE LA LOCURA", pág. 607).
Esta cuestión de la voz soberana de la sinrazón y de
escuchar la voz de la locura, es muy
curiosa, porque si algo se puede
sei'l.alar como mérito de Freud es que por primera vez en la his-
toria de la humanidad, desde que se callaron las pitonisas e.rie-
gas, hay alguien que oye al
loco. Cuando Freud lee a Schreber, nos encontramos con que, por primera vez, después de tantos siglos, hay alguien que oye el discurso de un loco y trata de comprenderlo; el
caso Schreber termina con estas
palabras: "el futuro dirá si la teoría del doctor Schreber es tan verdade- ra como yo creo o si mi propia teoría es más delirante de lo que yo quisiera".
No sólo lo oye sino que termina
mostrando que ese discurso contiene una
verdad esencial, aunque su for- ma es la de
un delirio absoluto.
La acusación de que el psicoanálisis no puede oír la verdad de la sinrazón es una acusación curiosísim'a; ¿desde
qué psiquia- tría se puede hacer?, si ninguna oye, si lo que caracterizó al psicoanálisis fue oir. Esta gente
acaba de decirnos que no h¡¡y nada
que interpretar, que, al contrario, hay
que intervenir, y ahora nos vienen con
que el problema del psicoanálisis es ¡que
no oye, ni comprende!
La "HISTORIA DE LA
LOCURA" es un texto un poco viejo,
del
ai'l.o 61, donde Foucaul decía eso;
tuvo gran auge y muchos discípulos,
entre los cuales estaban Deleuze y Guattari, muy conocidos y destacados y muchos otros que
luego fueron orga- nizando una posición cada vez
más militante a favor de la sin-
razón y de la locura y contra la razón. Me parece
que la cosa
· terminó por cansar a Foucault, por
parecerle peligrosa y, sobre todo, tonta, necia e 4ndigna de sus propias investigaciom:s.
Por ejemplo, 17 ai'l.os después del
texto citado, Foucault es entre-
Estanislao Zu
lcla Obras 367 -------- ---
vistado por
uno de los discipulos que probablemente menos
él desearía haber
tenido. el señor Levy, uno de los nuevos filóso- fos que van mucho más lejos que estos porque ya Marx tam- bién quedó en
el sector de los padres
represores al lado de Hitler; van también contra
Nietzsche (Glucksmann). Es inte-
resante ver algunas respuestas de Foucault en
la entrevista de 1.978; dice:
..Lo que
usted califica de naturalismo designa en mi
opinión dos cosas: una cierta teona,
la idea de que por debajo
del poder, de sus violencias y de sus sacrificios, quería reencon- trar las cosas mismas en su vivacidad primitiva; tras las pa
re-
des del asilo, la e~pontaneidad
de la
locura; más allá del si~te ma penal, la fiebre generosa de la delincuencia; por debajo de la prohibición sexual, la frescura del
deseo. Y también una derta
opción estética moral; el poder es malo, es feo, es pobre, estéril, monótono
y muerto, mientras que aquello sobre lo que el poder se ejerce es bueno y es rico".
Aquí ya encontró Foucault bastante bien para
dónde va este irracionalismo y sabe defenderse de la insistencia, diciendo:
"Es necesario renunciar a
una doxa izquierdista; se
contribuye a de_jar las cosas como están y cualquiera puede cantar
el mismo aire sin que se le preste
ninguna atención. Este inver- sión de las
verdades y los valores a la que acabo de referirme, ha sido
importante en la medida en que no se quedaba en simples vivas, en un viva la locura, en un viva la
delincuencia, en un viva el sexo, sino que permitía
nuevas estrategias; verá usted, lo que
hoy me molesta y merla pena, es que todo
ese trabajo realizado desde hace
tantos aftos ( 15 años), con fre-- cuencia en medio de dificultades y a veces en la soledad, no funciona ya pata
algunos más que como signo de pertenencia, están del ludo bueno. es decir, están del
lado de la locura. del lado de los niños,
del lado de los delincuentes, del lado
del sexo".
Aquí vemos cómo el maestro de Deleuze y Guattari
se refiere al resultado de su procedimiento. Después de hacer investigado-
368
Tomo 1 El pensamiento psicoanalítico
nes notables sobre hechos históricos, seguidos con
detalle, como hizo
Foucault con la locura, con las cárceles y con
muchas cosas, todo viene a parar en una pareja simplísima del bien y del mal, en una pareja maniquea de la más clara
simplicidad y de la más fácil escogencia; con los nifíos
con- tra los adultos, con los perseguidos contrcl los·perseguidores, con la sinrazón contra la razón; estoy con l9s nifíos, soy el lado bueno, la espontaneidad, el buen
salvaje contra el mal civilizado ... y siga y desarrolle el fantasma
edípico que mueve "EL ANTI-EDIPO':
que es esto: la madre, la natu- raleza, la espontaneidad, el orden de lo corpoml, el orden de lo
inconsciente, es bueno; el padre, el poder,
la razón, ha violado a la madre y ha hecho
mal en quitármela. hay que matarlo. Eso
es un Edipo, un Edipo del más vulgar, un simple complejo de Edipo mal liquidado y
mal analiza- do y que, sin embargo,
rueda en la historia por todas par-
tes. Se tmta de una tendencia muy generalizada; si fueran solamente dos
casos, no me detendría tanto ni los moles- taría tanto con este libro (''EL ANTI-EDIPO').
Pero, no son dos casos, ni son
dos cualquiera, son dos personas muy
inteligentes y muy cultas, que escriben, además, muy bien y que tienen una gran trayectoria filosófica.
Hoy, casi todas las causas que comienzan en
una oposición razonable,
indiscutible, tienden a caer en un drama edípico de este tipo y es bueno advertirlo; porque el psicoanálisis
es una gmn ayuda para que
no ocurra.
En la dirección que llevan los ecólogos la cosa comienza muy bien : la polución del aire y el agua, las fábricas botando
desechos, la tala de árboles, la bahía
envenenada, los peces muertos, etc., todo
eso es perfectamente racional, hay que estar contra eso. "La forma
moderna de la técnica está produciendo eso", dicen algunos. Otros van un poco
más lejos: el capitalismo fJja sus utilidades a escala de la unidad
productiva, la fábri- ca, y no le importa lo que le pase a la sociedad; si se enve- nena el Cauca, la fábrica gana y se quiebmn los pescadores, pero los pescadores no son los duefíos de la fábrica. Yendo un poco
más allá de la técnica también se puede acusar a
Estanislao
Zuleta Obras 369
la "forma de la técnica", como diría Marx. Todo eso es muy
razonable, prácticamente no hay
nada que discutir frente
a una posición ecológica, pero el fantasma edípico,
el mismo de "los anti-edípicos': viene detrás en
seguida y les sugiere que vayan más lejos, que la naturaleza es buena y la técnica mala. Ya ese es un
paso peligroso, porque no se
podría sos- tener. La vacuna contra
la viruela es menos natural
que ésta, pero es mejqr la vacuna que
la viruela. Hay cosas naturales
que son muy buenas, pero también hay volcanes, anima- les venenosos; los virus son todos de la
naturaleza, el hombre no ha creado ninguno. La naturaleza es buena y mala y
debe ser corregida. Pero es que ya está el fantasma: la naturaleza €S la madre y la técnica es el padre que
la violó; como la
. madre-tiene que ser sensitiva, cntónces
viene detrás la sen- sibilidad de las
plantas y la ecología ya no sigue por
don- de comenzamos tan
razonablemente, sino que levanta
el vuelo manejado por el fantasma edípico hacia el
delirio. Este es un caso más simple que ..EL ANTI-EDIPO".
"EL ANTI-EDIPO'" es
una especie de esa tendencia moder- na a recibir una crítica y no poderla sostener en el nivel de
la razón, sino desviarla inmediatamente contra la razón; la
espontaneidad es buena, en cambio
el esfuetzo, lo no espon- táneo, es malo, la norma, la ley. Como la
ciencia no está del lado de la espontaneidad, entonces lo que está contra la ciencia comienza
a ser bueno y empk.zan las aguas
raras, los homeópatas y los parapsicólogos
a barrer.
''EL ANTI-EDIPO'~ desgraciadamente, hace parte, la part
e más ilustre, la cima de una tendencia
moderna muy frecuen- te y que sí debiera ser psicoanalizada, más bien que tratar de vacunarla
de antemano contra el psicoanálisis.
PREGUNTA: Me parece que todo el planteamiento es muy interesante, pero de todas maneras me parece .importante que se
plantee la necesidad de entender este
fenómeno a nivel sociológico; usted lo está planteando como un problema de la
modernidad y eso yo creo que no es gratuito.
370
Tomo 1 El pensamiento
psicoanalítico
Desde luego, hay que hacer una distinción; es un gran rega- lo q
ue se le
hace al capitalismo ponerlo del lado de la razón,
para
poner la revolución del lado de lo irracional; es un rega- lo, además,
perfectamente inmerecido. El capitalismo tiene
una forma de la racionalidad,
la racionalidad cuantitativa, previsiva,
que sistematiza la organización, la.
cuantificación; esa forma se puede estudiar en sí, la racionalidad de la empre-
sa que trabaja con el mínimo de costos y el mínimo de tiem- po para el máxim
o de utilidad y que pone entre paréntesis lo que
les ocurre a los trabajadores y a los consumidores, porque tiene una meta absoluta, el máximo de utilidad. Esa es una forma de la racionalidad que hay que
discutir en sí misma, pero no creer que esa es toda la racionalidad.
El capitalismo marcha en tal forma que
tiende a someter todos los sistemas de
relaciones humanas y de producción de toda clase de bienes a ese tipo de
racionalidad; entonces, una lucha contra el capitalismo a veces
puede pensarse necesaria como una lucha
contra la racionalidad. A medida que se
desarrolla la forma mercancía y la división del trabajo que le corresponde, da la impresión de que la
sociedad entera ingresa en el tipo de
racionalidad capitalista; esa es una racio-
nalidad perversa de tipo anal, propia de las neurosis obse- sivas y que cubre a
una sociedad entera.
Eso ya lo vieron Ferenczi y, luego, Norman Brown. Cuando hagamos un cierto estudio de la vida social,
veremos que en ciertos niveles no
podemos hacer un estudio
indepen- diente, por ejemplo,
económico. Tendríamos que apoyar- nos;- a mi juicio,
en lo mejor que hay, la economía de Marx. No conozco nada mejor en cuanto crítica a la racionalidad capitalista. Y no creer, cosa que no le
ocurría a Marx, que esa sociedad era
racional y que, por lo tanto, había que estar contra la razón, que es lo que se tiende a predicar hoy.
FIN1tt:DE
EL PENSAMIENTO PSICOANALITICO